CAPITULO II: Sobre el cachorro humano
Siempre he sido inteligente, y también algo tímido, no sé por qué. Supongo que el hecho de saber que… fuiste el hijo que separó a una pareja y sentir constantemente esa mirada de odio de parte de tus compañeros, familiares e incluso de algunos amigos, no ayuda mucho. La verdad es que eso no importa, yo quiero a mis papás, los amo.
Saqué el cabello de mi mamá, no es un color muy extraño de donde yo vengo. Los ojos los saqué de mi padre, mi mamá dice que cada vez que nos ve se siente en casa, en su hogar. Aunque ahora mismo no sé si lo dice de broma, pues estamos viviendo en la India y fuera de la ciudad de verdad no importa a dónde mires, siempre te topas con un árbol, miras abajo y césped, todo es verde igual que mis ojos. He encontrado todo tipo de flora cuando voy a caminar, cosa que no les agrada mucho a mis padres, pero digo yo que si no quieren que me pase algo malo, para qué me han traído aquí, a un lugar al que ellos llaman “desconocido”.
Bueno, la razón por la que nos mudamos es porque mi mamá es botánica y mi papá zoólogo, es decir que estudia a los animales, en específico, grandes felinos. Como vieron que era muy infeliz donde vivíamos, sólo diré que tuve algunos problemas en la escuela, consideraron… oportuno viajar a este extraño lugar. No me molesta, pero jamás creí que dejaría mi hogar a los 14 años. Básicamente, hemos venido aquí a investigar, yo no, ellos, pero siempre usan esa palabra para incluirme.
Al principio me costó un poco acostumbrarme a este país, a este lugar. Todos me observaban como extrañados, y para mí también fue algo nuevo claro. De donde yo vengo prácticamente todos los habitantes tenían piel blanca, aquí no, tienen un bonito tono de piel oscuro, sus ojos podría jurar que son negros, todo es nuevo para mí. Por ejemplo, aquí mastican una hierba en lugar de cepillarse los dientes como hacía yo en casa, ahora puedo usar mis manos para comer y mis papás no pueden decirme nada en contra. Hice amistad con otro niño dos años mayor que yo, sus papás ayudan a los míos con su investigación y por eso hemos convivido tanto hasta hacernos amigos, nos costó bastante poder comunicarnos, apenas estoy aprendiendo su idioma y sigo siendo algo torpe la verdad.
Una tarde, le pedí a mi papá, bueno…le rogué, que me dejara acompañarlo en su expedición por la selva. Después de una semana de insistir y ser un buen hijo, accedió. A unos minutos de salir, mi mamá me puso otra capa de bloqueador y una especie de capucha para que el sol no dañara mi piel, siempre tan cuidadosa.
-Pero con precaución, no te alejes mucho de nosotros ¿me oíste?
-Sí, mamá. ¡Venga! Que ya se van a ir
-A mí no me apuras, no quiero que tu piel se dañe más. Créeme, me lo agradecerás hijo mío, de lo contrario acabarás con más pecas, y así con las que tienes ya eres guapo. En serio, no te alejes de nosotros. Ya sabes qué es lo que estamos buscando.
-Lo sé, por eso quiero ir. Te prometo que tendré cuidado.
De acuerdo, no debí de haber prometido nada porque en cuanto la camioneta nos dejó lo más cerca de nuestro destino, tuve que controlarme para no echarme a correr. Amaba ese panorama, esa vista que sólo la selva te puede ofrecer, esa brisa que casi te invita a adentrarte más y más. Pero no, mi papá tomó mi mano. Estuvimos caminando unos 20 minutos, con algo de lentitud diría yo, y lo entiendo completamente, jamás debes de confiarte o serás sorprendido en la selva. En eso, no sé por qué, algo llamó mi atención, no sabría si llamarlo intuición, pero me alejé un poco del grupo para hallar ese algo que me atrajo.
Logré encontrar una curiosa flor, parecía un pajarito blanco con rojo, pero no, era una flor en cuanto logré acercarme más, era hermosa y muy peculiar. Me agaché para verla mejor, y en ese momento, fue cuando mi corazón volvió a latir como si estuviera corriendo por mi vida. Un rugido e inmediatamente me volteé, cayendo sobre mi trasero y manteniendo mi mirada fija en el animal más hermoso, majestuoso y atemorizante que había visto en mi vida. La principal razón por la que ahora estoy aquí, temblando, sin poder pensar en nada más: un tigre.
Nos quedamos así unos segundos, estáticos. Por alguna razón sentí sus ojos penetrando mi cuerpo, buscando algo, no se acercó más. No recuerdo si grité, pero segundos después mis padres aparecieron seguidos de sus compañeros, le dispararon. Casi al instante, aquel animal cayó, dormido. No soy cobarde, pero tampoco soy estúpido, sólo en cuanto lo revisaron y dijeron que no despertaría en 6 horas me acerqué, me atreví a acariciarle un poco, pasé mis dedos por sus patas, su pecho, su mandíbula, su nariz, mi vista quería guardar ese momento para siempre, cosa que no sé si es posible.
Costó bastante poder llevarlo hasta donde queríamos, el laboratorio o clínica de mi papá. Tomó alrededor de dos horas y media, por lo que optaron en meterlo en una jaula espaciosa, pero jaula a fin de cuentas, para posteriormente hacer los estudios y demás procedimientos que mi papá requería. Me regañaron, obviamente, y no es que tomara el tiempo ni nada pero sentí que cumplía los 15 años ahí, sentado, escuchando a mis papás. Lo bueno fue que estaban bastantes felices por haber capturado al tigre y me perdonaron con facilidad.
-Buenas noches hijo
-Buenas noches, papás.
Esperé pacientemente, y cuando creí que era seguro, salí de mi cuarto y me escabullí hasta la jaula del tigre. Antes de estar frente a él, me di cuenta que ya estaba despierto, al parecer lo que usaron para dormirlo duró media hora menos de la que dijeron, ya estaba sobre sus cuatro patas, merodeando, no sé si me ha visto pero prefiero no arriesgarme. En eso veo que se recuesta, dándome la espalda y es en ese momento que me da confianza acercarme, poquito a poquito. Cuando me faltaban 3 pasos para estar junto a él, se levantó y logró sacar una de sus patas. Retrocedí, mi respiración se agitó nuevamente, si de algo estoy seguro en estos momentos, es que este tigre no es para nada tonto, suena raro, pero así es. Me quedé unos minutos más ahí, sólo observando atentamente a ese animal, ahora que el susto ha pasado, me doy cuenta que mi cabello casi se asemeja al de él, me gusta.
Decido retirarme antes de que otro susto me domine. Estoy seguro que este tigre ayudará a mis papás, aunque no sé si al finalizar su investigación nos iremos de aquí. Me alegra decir que me he adaptado bien, tengo que seguir aprendiendo, me está gustando.
-¡Kian Blaine!
¡Maldita sea! Mi mamá se ha dado cuenta que no estoy en mi cama, sólo me llama de esa manera cuando está asustada o enojada, espero sea la primera porque entonces con verme se tranquilizaría, si fuera la segunda opción, mi presencia sólo le haría enojarse más y comenzaría otra plática.
-Lo siento, fui por agua, de verdad que aquí hace bastante calor.
-Kian Blaine
-¡Bien! Fui a ver al tigre, ya despertó.
-¿En serio? Eso es…
-Media hora antes de lo que dijeron. Al final ha sido útil que lo fuer a ver ¿no?
-Tan útil como que mañana me acompañarás a las compras, Kian.
-De acuerdo
Hago una mueca, lo cual es inevitable, es que hay mucha gente donde compramos, cientos y cientos…no, ¡miles y miles de personas caminando! Siempre me fastidio, pero bueno, acompañar a mi mamá no es divertido, pero tampoco es molesto, así que ni modo. Lo único que quiero ahorita es ver a ese tigre, creo que debería darle un nombre.