Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Segunda oportunidad. por DanTamMu13

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Chicos, les dejo aquí el nuevo capítulo del fic que no pude dejar ayer, así que, espero que les guste n.n

Minato había interrumpido la charla con una llamada inoportuna, de trabajo en esta ocasión. Tuve que excusarme con Naruto, un muy molesto Naruto. Entré a mi habitación y esperé los correos que me habían enviado. Los leí rápidamente y discutí el tema con Minato, y aunque teníamos puntos de vista muy diferentes pudimos llegar a un acuerdo, tomando lo mejor de ambas ideas y poniéndolo en práctica. Antes de colgar me deseó suerte con su hijo, y cambió la cena por desayuno a la mañana siguiente.

Salí de la habitación para colgar el teléfono de la sala de estar, y una vez hecho eso, busqué a Naruto en su habitación, sin éxito. Me pregunté dónde estaría ahora y pensé que, quizá, habría salido. Busqué a Yumiko y no la encontré; pero vi a Ryu en la cocina.

 

-        Ryu, ¿tu hermana está con Naruto? – pregunté sin rodeos.

-        Sí, señor.

-        ¿Sabes dónde están?

-        El joven Naruto le pidió a mi hermana que lo llevara a la fuente hace unos veinte minutos.

-        Gracias, Ryu.

 

Salí de la casa rumbo a la fuente, buscándolos de todos modos con la mirada, tuve que entrar al viejo recinto de mi madre para verlos, sentados en una esquina del lugar. Los dejé un rato más, pues parecían estar hablando amenamente. Mientras tanto revisé un poco las flores y plantas que habían ahí, verificando que todo estuviera bien. Me asomé a la fuente, asegurándome que estuviera limpia la estructura y el agua.

 

-        Señor Uchiha. – me había llamado Yumiko.

-        Yumiko, ¿han terminado Naruto, y tú? – pregunté con calma.

-        Sí, lo lamento, señor.

-        No te disculpes. Te lo agradezco.

 

Yumiko se alejó hacia la casa, y yo, a mi vez, me acerqué a Naruto, quien me esperaba nervioso sentado en el mismo lugar, sin moverse realmente.

 

-        ¿Podemos seguir hablando? – supliqué.

-        Quiero saber de él. – me pidió antes de cualquier cosa.

-        ¿De quién? – pregunté sin comprender.

-        De tu exnovio.

-        ¿En serio? – pregunté sorprendido.

-        Sí.

-        ¿Por qué?

-        Porque nunca he tenido un novio, y tú sí. Quiero, necesito saber de él, saber que todo ha terminado para poder calmarme. – me pidió sin mirarme mucho.

-        ¿Quieres que te lo cuente aquí? – pregunté antes de decidir si me sentaba o no.

-        Sí.

 

Una vez Naruto me respondió, me senté a su lado, tomé aire varias veces, no sabía que tan prudente podía ser decírselo, aunque, por otro lado, había sido una relación seria para mí, y si Gaara quisiera llegar un día a lastimarlo, lo lograría si omitía cualquier detalle.

 

-        Verás, lo conocí hace tres años, en una fiesta de la empresa. Es hijo de otro amigo de mi padre, uno no tan cercano. De inmediato me atrajo, por lo que hablé con mi padre repetidas veces para que me ayudara con excusas para verlo, y lo hizo. Tras varios meses de estar tras él, accedió a salir conmigo finalmente. Luego me enteré el motivo, había tardado tanto en aceptar mi propuesta porque él tenía un hijo de un año, al saberlo él asumió que yo huiría; pero no lo hice.

“Salimos por un año y medio de manera regular, estábamos en una situación estable, y yo veía la relación como algo serio. En ese entonces me llevaba bien con Itachi, y él nunca le había dado buena espina Gaara, y nunca se detuvo en decírmelo. Luego, en esos últimos meses dejó de aparecer a nuestras citas, y cada vez fue peor. Los últimos dos meses ya no lo vi más que el día que terminamos. Me dijo que no podía verme por Yuki, su hijo, el niño tiene ahora 4 años y niñera todo el tiempo, por lo que le pedí que me lo presentara. Se negó y en ese momento me dijo que yo buscaba algo más serio que él, claro, sólo se había tardado dos años en decírmelo. Terminamos ese día y ese el final de nuestra historia.

-        Pero tú ibas en serio con él. – aseguró por lo bajo.

-        Quizá; pero nadie en mi familia lo quería, como no me querían en la suya. Y el que yo lo haya buscado no quiere decir que lo haya tenido.

-        ¿Cómo sé que todo terminó de verdad? – me preguntó sin más.

-        Porque te acabo de contar el final de eso. No te mentiré, pensé en él en dos ocasiones durante estos dos meses, y sólo porque Sasori y el profesor Nagato me lo recordaron, sólo por el color de cabello. Fuera de eso no he hecho más que pensar en ti, idiota. – admití ligeramente sonrojado.

-        Sasuke, sí, sí me gustas, y no puedo negar que siento cosas por ti; pero no lo sé.

-        ¿Tiene que ver el que no has estado con nadie más? – le pregunté sin rodeos.

-        Quizá.

-        De acuerdo, sólo escúchame, porque no te he dicho nada más aún.

-        Sí. – dijo para mirarme a los ojos.

-        No te pido que iniciemos una relación de inmediato, y menos lo haría sabiendo eso. Lo que sí te pido es que salgas conmigo, al menos una vez. Podemos ir lo más lento que lo desees. – pedí casi suplicante.

-        Hemos salido ya, Sasuke, estoy en tu casa, otra vez. Y dormimos juntos en la universidad. – anunció.

-        Tal vez; pero no me refiero a eso. Podemos ir a cenar un día, o a lo mejor podemos ir a un sitio diferente el siguiente fin de semana.

-        Insisto, me parece que esa etapa ya la hemos pasado. – habló de nuevo.

-        De acuerdo, entonces intentemos un paso más adelante. Probemos estar juntos, como si lleváramos estas dos semanas saliendo, no como pareja; pero, ciertamente, no seríamos sólo amigos. – ofrecí.

-        Suena más apropiado a nuestra situación. – contestó sonrojado.

 

Me limité a sonreírle, me acerqué a él y tomé su mentón con delicadeza, me acerqué lo suficientemente lento como para darle tiempo de alejarse si lo deseaba. En vez de eso, se acercó a su vez. Finalmente podía besar sus labios, sus suaves y tersos labios, tan tímidos, temblorosos y dulces como jamás hubiera imaginado.

Luego de ese beso tierno, nos separamos, e inevitablemente le sonreí, él por unos instantes estuvo demasiado nervioso y sonrojado como para procesarlo; pero una vez se calmó un poco sonrío, aun alejándose otro poco.

 

-        ¿Quieres ir a nadar? – lo invité intentando calmar el ambiente.

-        S-sí, vamos. – respondí nervioso.

 

Subimos a cambiarnos por el traje de baño, tuve miedo de salir por unos minutos, no sabía que haría apenas viera a Naruto nuevamente en tan poca ropa. Me senté en la cama un par de minutos, tratando de calmarme antes de salir nuevamente a buscar al rubio.

Salí y terminé esperándolo, y cuando lo hizo evitó de inmediato la mirada, bajando un poco la cara.

 

-        ¿Qué haces? – le pregunté divertido por su reacción.

-        N-nada. – dijo nervioso.

 

Tomé su mano y caminamos hacia el salón de la piscina. Noté como Naruto volteaba a ver a cada persona que formaba parte de mi servicio, como fijándose si alguien comentaría algo o lo miraría mal.

 

-        No te dirán nada. – le avisé.

-        ¿Seguro? – preguntó nervioso.

-        Sí, están acostumbrados. – expliqué.

-        ¿Acostumbrados?

-        Sí, Itachi, como sabes, también es homosexual y hubo un tiempo en que todos vivíamos aquí. – avisé.

-        ¿Y Sai? – preguntó sin mirarme, sonrojado.

-        No estamos seguros. – admití. Naruto sólo siguió sin mirarme en absoluto, hasta que un pensamiento cruzó mi mente. - ¿Por eso te molestaban en el colegio? – le pregunté más serio, él sólo se sorprendió, estremeciéndose un poco, y luego de eso se limitó a asentir finalmente. – Descuida, aquí nadie te dirá nada, y en el colegio, si lo hacen, dímelo. – le pedí de manera honesta.

 

Llegamos a la piscina y él entró sin pensarlo dos veces a la alberca, entrando un poco a lo profundo, lo vi y flotaba mejor que la semana anterior, así que pude darme el lujo de contemplarlo un poco antes de entrar. No había podido notar el brillo en sus ojos, la sonrisa que se le dibujaba cuando sentía el contacto con el agua, me sorprendía que no supiera nadar para lo mucho que llegaba a gustarle estar en la piscina. Finalmente me acerqué al borde de la parte más profunda, me senté en él, mirándolo otro poco, hasta que se dio cuenta de ello y me dio la espalda apenado, obligándome a entrar para ir con él.

 

-        ¿Por qué sigues ocultándote cuando te miro? – pregunté en serio, una vez llegué a su lado.

-        Estaba pensando… la semana pasada ¿qué sucedió cuando me miraste arriba? – preguntó para luego hundirse un poco, hasta las mejillas, posiblemente tratando de cubrir su sonrojo.

-        ¿Cuándo saliste en traje de baño? – le pregunté para recibir sólo que asintiera. – No sucedió nada, como te dije, me gustas desde que te vi, por lo que verte así, fue, tal vez, demasiado para mí en ese momento. – confesé. – Y no, te lo repito, no te ves mal, es todo lo contrario. – le dije sonrojándome notoriamente.

 

Naruto lo notó, y tan así que se alejó un poco, salpicándome cuando estaba a cierta distancia, como queriendo jugar. Me acerqué a él lentamente, sólo flotando y él volvió a alejarse salpicándome más agua, como si aquello fuese a hacerme detener.

 

-        Más mojado no puedo estar. – anuncié mientras me acercaba nuevamente.

 

Él sólo se puso nervioso nuevamente. Sí, eso sería más difícil de lo que podía imaginar; pero por ese rubio que me enloquecía, valía toda la pena seguir intentando. Dejó de jugar, dedicándose a nadar, o a intentarlo un rato, hasta que finalmente se acercó a mí, tomó mi mano, de nuevo, y entró otro poco a lo profundo. Entonces lo entendí, no hablaba no por pena, en esas ocasiones no hablaba porque se encontraba absorto en sus pensamientos, y al mismo tiempo, disfrutaba totalmente del tiempo que podía pasar en la piscina. Era como un niño pequeño en esas ocasiones, y era divertido verlo así.

Lo acompañé un rato en la parte profunda, hasta que finalmente admitió que estaba cansado; pero no quería salir aún, así que fuimos a la misma parte de siempre, donde el agua le llegaba al mentón.

 

-        ¿Cuándo aprendiste a nadar? – preguntó de pronto, cuando se sintió seguro pisando el fondo.

-        Uhm, creo que aprendí desde los 3 años, antes del incidente. – dije tras pensarlo unos segundos.

-        ¿Tres años? – preguntó sorprendido.

-        Sí, era muy pequeño cuando notaron lo mucho que me gustaba estar en el agua. No sólo tomé clases de natación por diversión, sino por deporte. A eso de los 9 años lo practiqué en competencias y demás. – admití.

-        ¿En serio? – preguntó con un brillo en sus ojos que no pudo ocultar.

-        Sí, era divertido, tengo que admitirlo.

-        ¿Por qué lo dejaste? – preguntó de pronto.

-        Por problemas de salud, me ingresaron un día al hospital por un problema respiratorio, el cual se había unido a un problema en la piel. Estando hospitalizado explicaron que soy alérgico al bloqueador solar, por lo que no puedo nadar bajo el sol, como el resto de la gente, y tampoco tomarlo mucho, porque, asimismo, soy alérgico al sol. El problema respiratorio fue una picadura de abeja, soy alérgico también, se me cerró la garganta y me impidió respirar. Desde entonces me prohibieron nadar en otro sitio que no fuera este. – le conté sin pena.

-        Sí que eres delicado – atajó. -, ¿qué otras alergias tienes? – preguntó curioso.

-        Muchas, más de las que quisiera admitir, ¿por qué lo preguntas?

-        Sería bueno saberlo, vivimos juntos en el colegio y paso mucho tiempo aquí contigo. Además, si saldremos, sería bueno tomarlo en cuenta. – dijo completamente sonrojado.

-        Bueno, soy alérgico a las abejas, avispas, al sol, al bloqueador solar, al látex, al aguacate, al plátano, al mango, al kiwi, a las fresas, al maní, a los frutos secos como almendras y nueces, a la soya, a los mariscos, al césped, al algodón, a las manzanas, a la penicilina, y creo que nada más. – dije intentando recordar otra.

-        ¿Es en serio? ¡Eso mucho!

-        Lo es – admití riendo por su reacción.

-         ¿No eres alérgico al polen? – preguntó de pronto.

-        Un poco. – confesé.

-        Idiota, entonces ¿qué hacíamos en el mariposario? – preguntó molesto, haciendo pucheros.

-        Quería mostrártelo. No paso el tiempo suficiente como para que sea un riesgo a mi salud, además, es ligera, por lo que no pasa de picazón en la piel y listo.

-        ¿Seguro? – preguntó tranquilizándose.

-        Sí, cuando me di cuenta de mi alergia ya lo había comenzado, así que decidí no detenerme por eso, sólo dejé de pasar tiempo en la hamaca.

 

Naruto guardó silencio unos minutos, posiblemente pensando que decir, luego de eso me miró fijamente y suspiró. Se había resignado, me pude dar cuenta, ¿a qué? No lo sabía.

 

-        Eres demasiado terco. – dijo por lo bajo.

-        Suelen decírmelo. – confesé.

-        ¿Quieres ir a otro lado? – preguntó viendo que la luz del sol cruzaba los vidrios que teníamos a un lado, dejándonos ver el jardín.

-        ¿Lo dices por el sol? – pregunté mirándolo.

-        Tal vez. – confesó.

-        Descuida, los vidrios de toda la casa tienen protector de rayos UV, no dejan pasar más que la luminosidad, así que no corro riesgos aun estando horas bajo esa luz.

-        ¿No te da todo el tiempo? – pregunto sin más.

-        No, tiene que ser una exposición seria, como estar fijamente bajo el sol una hora para que comience la reacción. Generalmente son ronchas, nada más. Aunque de niño me rascaba las rochas y me dejé marcas. – admití.

-        No las he visto. – confesó.

 

Tomé su mano, y pasé sus dedos por mi abdomen, donde tenía dos marcas no muy separadas, las cicatrices eran parecidas a las de la varicela, como un hoyo poco profundo, luego pasé sus dedos por mi brazo izquierdo, donde tenía otra marca.

 

-        Y en la espada tengo otras pocas, aunque esas no las ubico tan bien. – confesé.

-        ¿Puedo? – preguntó sonrojado.

 

Me di la vuelta, dándole la espalda, igualmente sonrojado. Él las buscó primero con la mirada, lo pude notar ya que únicamente tocó en las zonas donde se sentía la cicatriz. Eran marcas que, desde pequeño, tuve que aceptar que tenía, y aprendí a vivir con ellas muy rápido, no se veían mucho, aunque, de cualquier modo, cuando era menor, me apenaba que las vieran.

 

-        Tienes una cicatriz diferente aquí. – dijo tocando una zona sensible de mi piel, más por la espalda baja, sobre la columna.

-        Ahí, bueno, cuando tuve ese accidente temieron que fuera más grave de lo que fue, estuve en coma dos semanas, realmente fue fuerte, aunque no lo admitiría. Cuando desperté no hablaba y tampoco veía, los médicos creyeron que tenía lesiones cerebrales, así que me hicieron un estudio muy doloroso. Extrajeron líquido cefalorraquídeo para hacer pruebas. No era nada, sólo estuve en shock un par de días sin hablar, al menos eso fue hasta que me presentaron a Sai, recién nacido. No lo veía; pero seguro lo escuchaba, entonces hablé. – le conté.

-        Supongo que es mi turno. – declaró soltándome.

-        ¿Tu turno?

-        Sí, yo soy alérgico al frío, lo cual explica porque no entraba a piscinas, siempre están frías, menos esta. También soy alérgico al diclofenaco y al paracetamol, uhm, y ya.  Bueno, y soy intolerante a la lactosa. – dijo tranquilo.

-        También yo, todo aquí está revisado, se compra, exclusivamente, lo que puedo comer; pero, si quieres algo especial, puedes pedirlo sin problemas. En cuanto a lácteos, todo es deslactosado. – avisé.

Notas finales:

¿Qué tal les ha parecido? Espero que les haya gustado y espero sus comentarios, les quiero un montón.

Buenas a todos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).