Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Segunda oportunidad. por DanTamMu13

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Vuelvo para dejar los nuevos capis, chicos.

Una vez llegamos a la empresa, se bajó conmigo, dejando el auto en el estacionamiento de la compañía.

 

-        Entonces, ¿eres el dueño? – preguntó con curiosidad mientras miraba todo lo que podía.

-        Sí, así es.

-        Pero la dejaste un tiempo, ¿no tendrás problemas? – preguntó nervioso.

-        No, la encargué a un amigo de mi padre.

-        Oh.

 

Caminamos y pronto la gente comenzó a mirarlo, era algo extraño que yo llevara a alguien, no había llevado ni a Gaara. Había saludos lloviendo de todas partes, muchos preguntándose donde había estado, lo cual no respondí. Llegamos al elevador y lo invité a pasar primero, lo seguí y luego presioné el piso 15.

 

-        ¿Ta-tan alto? – preguntó tocando con ambas manos las paredes del elevador.

-        ¿Te dan miedo? – pregunté acercándome a él.

-        S-sí, un po-poco.

-        No estás solo. – le recordé mientras me paraba a su lado y tomaba su brazo.

 

Apenas llegamos, se abrieron las puertas y vi a Naruto correr fuera del mismo. Reí un poco, por lo bajo, y lo guíe a mi oficina, donde debía estar Minato.

 

-        ¿Tiene cita? – le pregunté a mi secretaria, Ren.

-        Señor Uchiha, no, no, adelante. – dijo sonriendo, para luego notar a Naruto y confundirse ligeramente.

-        Gracias, Ren.

 

Entré sin avisar mucho, después de todo no debía estar muy ocupado, le pedí a Naruto que me esperara un poco afuera.

 

-        Minato. – lo llamé para que levantara la mirada de los papeles.

-        Sasuke – comenzó, se levantó de la silla dejando los papeles. - ¿cómo estás? – preguntó antes de abrazarme.

-        Bien, supongo. Fue duro al inicio. – confesé.

-        Apenas lo puedo imaginar.

-        ¿Cómo va todo? – pregunté dejando de lado los temas personales.

-        De maravilla, ven. – habló soltándome de inmediato y regresó al escritorio por los mismos papeles que revisaba.

-        Increíble. – murmuré cuando miré aquellos documentos.

-        No ha sido fácil. – admitió.

-        Pero te lo agradezco, de verdad.

-        No es nada, ¿cuándo volverás? – preguntó honesto.

-        Ese es otro tema que tengo que discutir contigo, al fin entré a estudiar una carrera en la ciudad.

-        ¿Finalmente? ¡Enhorabuena! – me felicitó sólo con palabras y una sonrisa. Una sonrisa muy familiar. No había relacionado tampoco su cabello rubio con Naruto; pero esa sonrisa estaba seguro que era la misma.

-        Sí, de eso, tú tienes un hijo ¿cierto? – le pregunté curioso.

-        Dos, sí.

-        ¿Alguno estudia allá? – pregunté dejando los documentos en el escritorio de nuevo.

-        Uhm, sí, el menor. – dijo pensando un poco.

-        ¿Cuál es su nombre? – pregunté sin mirarlo.

-        Naruto, ¿por qué? – preguntó sin comprender.

 

No pude evitar soltar una carcajada. El destino estaba jugando conmigo, sin responder y sin dejar de reír del todo me acerqué a la puerta, la abrí y le hice algunas señas a Naruto para que entrara conmigo, lo cual hizo sin problema.

 

-        ¿Naruto? – habló Minato en cuanto vio al rubio menor.

-        ¿Papá? ¿Qué…

-        Él es el viejo amigo de mi padre. – anuncié interrumpiéndolo.

 

Minato se acercó a Naruto a abrazarlo con fuerza. Yo no comprendía porque no se veían si, después de todo, se veían con cariño. Aunque por otro lado comprendía la situación debido a la madre.

 

-        Escucha, Minato, ¿qué te parecería ir a cenar a la casa? Así tendrán tiempo de charlar. – invité.

-        ¿Se quedará contigo? – me preguntó sorprendido.

-        Sí. – accedí.

-        De acuerdo, llegaré más tarde, sólo termino papeleo. – avisó.

-        No, déjalo. Mañana lo hago yo, vamos. – anuncié.

 

Minato accedió al poco de pedirlo, por lo que salimos, Naruto entró a mi auto sin pensarlo, Minato al suyo y yo me senté en el sitio de piloto del audi. Encendí el automóvil y comencé el camino, Naruto estaba en silencio, ni siquiera encendió el radio o mucho menos.

 

-        ¿Todo bien? – pregunté con calma.

-        Es extraño verlo, es todo.

 

Continuamos en silencio hasta llegar, nos detuvimos y avisé a través de del intercomunicador que el coche de Minato venía justo detrás. Estacionamos ambos autos y fuimos a la casa, saludando al personal para entrar para entrar a la cocina a buscar la cena.

Durante todo el rato me mantuve callado, escuchando su extraña charla. Naruto le contaba a Minato como lo había conocido, como se dio cuenta de mis ojos -cosa que, obviamente, Minato conocía bien-, le contó que lo defendí, también habló de Sai y de lo mucho que le gustaba acompañarme a verlo. Minato lo escuchaba fascinado, sumamente atento a lo que el rubio menor decía.

Pasado un rato más, me excusé, dejándolos solos, entré a mi habitación y lo primero que hice fue preparar otra maleta, más pequeña, donde guardar más ropa para el resto de la semana que venía. Una vez tuve todo organizado la dejé a un lado, prendí la portátil que tenía en una mesilla y comencé a revisar todo lo que me Ren me había enviado respecto al papeleo sobrante.

Imprimí lo necesario para firmarlo, otras cosas sólo envié autorización electrónica, y una vez adelanté lo suficiente llamaron a mi puerta.

 

-        ¿Sí? – pregunté cerrando la portátil.

-        El señor Uzumaki ya se va. – me avisó la voz de Yumiko.

 

Me levanté y salí de la habitación, regresé a donde los había dejado y Minato ya estaba levantado despidiéndose de Naruto.

 

-        Minato, te agradezco toda la ayuda que me has dado, no sabría cómo pagártelo. – admití mientras me acerqué a él buscando un apretón de manos y terminando con un abrazo suyo.

-        Basta con todo lo que has hecho por Naruto, gracias por ayudarlo. – me dijo al oído antes de salir junto con Ryu.

 

Los seguimos sólo para ver cómo se marchaba. No pude evitar recordar todas las ocasiones que de pequeño veía esta misma escena, sólo que yo era un niño de 5 años, despidiéndome de otro chico, más o menos de mi edad, idéntico a Naruto, que me miraba por el vidrio trasero del automóvil, cada vez que Minato visitaba a mi padre cuando él se encargaba de la empresa.

No pude evitar sonreír ante esos recuerdos. “Así que sí, el destino ha jugado conmigo desde que le conocí. ¿Cómo pude olvidar conocerlo? Y más cuando me veo en la necesidad de verlo cada día, aunque claro, antes no era ni pizca de lo hermoso que es ahora. Bueno, sólo cambió el cuerpo.”, pensaba mirando a Naruto de reojo, evitando que lo notara.

 

-        Me dijo que nos conocimos antes. – atajó Naruto, como si leyera mis pensamientos.

-        Justo estaba recordando aquello. – confesé.

-        Qué ironía. – dijo por lo bajo.

-        Lo sé.

 

Entró a la casa sin mencionar una palabra más, se sentó en uno de los sillones de la sala de estar, pensando, meditando algo en particular. Pensé un par de minutos si unirme a él o no, esperé en el marco de la puerta a ver algún indicio en él que me dijera qué hacer. Nada. Naruto no se movía, simplemente estaba ahí sentado, en completo silencio, omitiendo al resto del mundo de su realidad.

Cuando estuve por decidirme en sentar a su lado, él se movió, dando la espalda a la misma zona donde yo me encontraba, lo cual, al menos para mí, fue una señal de que necesitaba un tiempo a solas. Me di la media vuelta y antes de salir del salón, escuché que se levantó.

 

-        ¿Qué quieres hacer? – me preguntó aún metido en sus pensamientos.

-        ¿Yo? – pregunté atónito, giré y ya estaba a mi lado. – Mejor elige tú. – invité.

-        No, quiero saber que te gusta hacer a ti. – atajó haciendo un pequeño puchero, cosa que me había encantado, aunque ya no me sonrojaba tanto como al inicio, aún funcionaba para ponerme nervioso.

-        Bueno, la verdad es que yo no suelo hacer más que trabajar aquí. – admití mirando a otro lado.

-        No estarás pensando abandonarme el fin de semana completo por trabajar, ¿cierto? – preguntó haciendo el puchero más grande.

 

Ahora sí lo había conseguido, tuve que cubrirme nuevamente desde las mejillas para evitar que notara mi sonrojo, no sólo eso, estaba completamente nervioso, no sabía cómo debía reaccionar.

 

-        ¿No me contestarás? – preguntó en medio del puchero.

-        Elige algo – pedí dándome la vuelta. -. Espérame aquí.

 

Caminé hacia el pequeño cuarto donde guardaba dulces, después de todo, necesitaba una buena excusa para alejarme y poder calmarme un poco. Realmente me gustaba ese chico, lo cual era demasiado extraño, no solían gustarme tan infantiles; pero es que Naruto tenía algo extraño, algo que me impedía alejarme.

Tomé una caja de chocolates, esperando que le gustasen, sino, habría sido, además de mala excusa, en vano. Caminé de regreso y él seguí ahí parado, esperándome.

 

-        ¿Te gustan? – le pregunté sin mirarlo al extender el brazo con la caja en la mano.

-        ¿Qué es? – preguntó antes de tomar la caja y leerla. – Sí, claro que sí. – añadió sonriente.

-        Son tuyos. No soy fanático de los dulces. – admití antes de querer alejarme un poco.

-        ¿Sabes? – me habló. – Hablando con papá me contó muchas cosas, de nosotros. – dijo sin más.

-        ¿Cómo qué? – pregunté ahora sí mirándolo.

-        Bueno, como que venía a jugar contigo cuando perdiste la vista. Te visitaba mucho. Tal vez por eso me guste conocer ese tipo de idiomas. – aventuró.

-        Uhm, eso no lo recuerdo. – confesé mientras intentaba recordar.

-        También me dijo que te gustaba atormentarme un poco. – dijo mirando a otro lado.

-        ¿Atormentarte? – cuestioné sorprendido. Yo no solía ser abusivo. Nunca.

-        Sí, te divertías a mi costa, mencionó algo extraño, dijo que posiblemente te gustaba tanto como ahora. – habló.

 

De inmediato entendí a lo que se refería, y me cayó como balde de agua helada. Yo era demasiado obvio, no era la primera persona que se daba cuenta de que me gustaba el rubio, tenía que comenzar a tener más cuidado; pero su padre no sólo hablaba de eso. Sino de esos sonrojos, de hacerlo molestar. Me gustaba darme cuenta que le importaba, aunque fuera un poco y era divertido molestarlo lo suficiente para recibir sus insultos en tono de preocupación.

 

-        Extraño. – añadí mintiendo.

-        Lo sé, dijo más cosas; pero no me apetece contarte más. – dijo de pronto dándose la vuelta.

-        Ahora ¿qué hice? – le pregunté al notar eso.

-        Nada, aún no me dices que quieres hacer.

 

Suspiré fuertemente, el rubio no se daría por vencido hasta que yo eligiera una actividad. Pensé un poco en todo lo que podíamos hacer; pero no se me ocurría ninguna buena idea, al menos no hasta que me llegó la imagen de la piscina a la mente. Nadar con él podía ser una idea maravillosa.

 

-        ¿Te gusta nadar? – le pregunté dándome la vuelta también.

-        Uhm, no sé nadar. – admitió. En ese momento sentí todas mis ilusiones de poder contemplarlo sólo en traje de baño desvanecer.

-        Oh, bueno, déjame pensar en otra cosa. – dije ocultando mi frustración.

-        N-no – contestó ¿nervioso? -, ¿te importaría enseñarme a nadar? – preguntó tomando mi brazo.

-        Ah… uhm, no. – contesté apenas sonrojado y nervioso.

 

Subimos a las habitaciones y él recordó que no tenía traje de baño, lo cual no era problema, yo tenía cientos, aunque una parte de mí hubiera deseado ser tan valiente como para decir que no lo necesitaba. Le presté uno sin pensarlo dos veces, me cambié y lo esperé en el pasillo. Escuché cuando abrió la puerta y volteé de inmediato, buscándolo con la mirada, por inercia.

 

-        Hermoso. – susurré más para mí que nada.

 

Pude notar su cuerpo torneado, su abdomen perfectamente formado, con seis cuadros notorios, aunque no demasiado; sus brazos tonificados, se notaba cada músculo; las piernas fuertes, firmes, igualmente bien formadas. Tenía el cuerpo que cualquiera soñaría con tener, simplemente hermoso. Estaba seguro que estaba más que sonrojado, pude sentir la sangre hervir por todo mi cuerpo, y no podía dejar de verlo tampoco, era inevitable.

 

-        ¿Qué pasa? – preguntó al verme. - ¿Me veo mal? – en su voz alcancé a escuchar algo parecido a preocupación.

-        No es eso. – avisé antes de darme la vuelta y comenzar a caminar sin detenerme.

 

Naruto se apresuró para seguirme el paso, no habló y tampoco preguntó nada más. Entramos a la habitación de la piscina y le mostré rápidamente donde estaban las duchas, le expliqué que de pequeño siempre fui muy delicado de salud, así que las reglas de higiene se tenían que seguir al pie de la letra, por lo que tenían que ducharse antes de entrar a la piscina y al salir, ya que, además, Sai era alérgico al cloro. Él asintió a modo de comprensión, luego de eso le enseñé donde guardábamos las toallas.

 

-        Así que, con eso en mente, ven. – le avisé para que me siguiera.

 

Caminé hasta llegar la zona más baja de la piscina. Entré sin miedo, pues siempre estaba en su punto el agua ahí, gracias a los calentadores.

 

-        Esta área se va profundizando un poco, eso porque éramos muy chicos cuando papá la construyó. – le expliqué un poco.

-        Voy. – comenzó a entrar con algo de miedo.

-        Vamos, ven, no temas. – le dije extendiéndole una mano.

 

Naruto me miró dubitativo, hasta que optó por aceptar mi mano, y yo pensé que tomaría mi brazo, o algo parecido, me sorprendí y sonrojé cuando me dio su mano y siguió avanzando para acercarse a mí. Antes de que llegara pude reaccionar, caminando hacia atrás, sin soltar su mano me detuve hasta que noté que el agua llegaba al inicio de mi cuello, lo que sería que le llegaría al mentón a él.

 

Estando justo a esa altura sostuve su otra mano, casi de manera obligada, pues no entendía para que necesitaba de las dos manos. Una vez lo conseguí, lo miré fijamente, y le pedí que hiciera algunos ejercicios. Estuvimos unas dos horas haciendo lo mejor posible, y al final sólo habíamos conseguido que aprendiera a flotar sin ahogarse.

 

-        Bueno, conforme pasen los fines de semana, eventualmente aprenderás a nadar. – le dije sin pensar.

-        ¿Me-me estás invitando a venir más? – preguntó sonrojado.

-        Uhm… sólo si quieres.

 

Miré a otro lado completamente sonrojado, no había querido decir eso, al menos no así; pero el ver su reacción me había puesto más nervioso aún.

 

-        Sí. – habló por lo bajo antes de alejarse un poco, adentrándose un poco más en la piscina.

-        Hey, si te ahogas, no iré por ti. – le dije molestándolo, evidentemente.

-        Claro, claro, lo que sea. – me dijo entrando otro poco, al sitio donde ya no alcanzaba a pisar.

-        No me ignores. – le pedí yendo hacia él.

-        Te lastimaste las muñecas peleando por defenderme; pero ¿debo pensar que no me ayudarías si me ahogara? Además, también me mencionó algo así mi padre, que me pasaba mucho caerme a la piscina y siempre me rescatabas. – dijo antes de sumergiéndose un poco.

 

 Por supuesto que lo haría, claro que lo ayudaría, y no sólo si fuera en una piscina. En cualquier situación, ya que no importaba mucho su cuerpo en esos momentos; pero había notado que era tremendamente torpe en muchas cosas. No recordaba mucho de cómo nos llevábamos o lo que habíamos vivido antes; pero estaba muy consciente de que me gustaban las cosas, tal y como las teníamos ahora.

 

-        Te estoy hablando, idiota. – me reclamó Naruto molesto, haciendo puchero y salpicándome algo de agua.

-        Perdón, estaba pensando en que no recuerdo nada así. – admití.

-        Oh, lo siento. – dijo mientras se acercaba a mí.

 

“No te acerques, no te acerques, no te acerques” pensé a cada paso que él daba acercándose más, y no pude pensar en nada concreto, así que, mi mejor idea fue, hundirme un poco y nadar a lo más profundo de la piscina, evitando que se acercara más. Estaba muy nervioso pensando en Naruto, no podría tenerlo cerca tanto tiempo sin que se notara más el hecho de que me gustaba.

 

-        Idiota, no llego allá. – se quejó nuevamente con un puchero.

 

Mi reacción de siempre comenzó, el sonrojo y los nervios se adueñaron de mí, y entonces pensé que no era posible que él no lo hubiera notado, tenía que sea demasiado despistado.

 

-        Lo sé, no has aprendido suficiente. – respondí.

-        ¿Por eso estás allá? ¿Para no estar conmigo? – preguntó quitando el puchero; pero su voz con un dejo de tristeza me hizo recapacitar.

-        No, sólo quise nadar un poco. – mentí acercándome prudentemente a él.

-        Hmn, te creeré.

 

Se acercó a mí y me tomó la mano sin pensarlo, adentrándose más a la piscina. “Eso querías, torpe, sólo tenías que decirlo.”, fue mi primer pensamiento, entonces entré con él, sin soltarlo para darle seguridad.

 

-        ¿No podías pedirlo? – le pregunté luego de darle tantas vueltas.

 

Naruto no contestó nada, estaba realmente concentrado en hacer su mejor esfuerzo para no ahogarse, y lo noté pronto. Seguí a su lado sin soltarlo, hasta que después de unos minutos me pude dar cuenta que ya estaba cansado, por lo que me acerqué más a él; pero él no quería parar.

              

-        ¿Seguro? – le pregunté mirándolo divertirse.

-        S-sí… estoy bien. – decía entre cortado porque le entraba aún un poco de agua a la boca.

-        Aquí estaré. – avisé permaneciendo cerca.

 

Estuve a su lado sin soltarlo hasta que él mismo me hizo soltarlo, supuse querría intentarlo solo, y no dudé en dejarlo, sólo me acerqué más aún. No dejaría que nada le pasara.

Estuvo flotando solo unos minutos, habrán sido alrededor de 20, cuando escuché un quejido y lo vi perder el ritmo, hundiéndose de más. Me acerqué a él de inmediato, tomé su mano, jalándolo hacia mí, y luego, sin pensarlo, con la otra mano tomé su cintura, acercándolo más, y haciéndonos flotar correctamente.

 

-        Calambre. – me avisó sin abrir los ojos; pero al darse cuenta que no obtuvo respuesta, decidió abrirlos.

 

Estábamos a centímetros de distancia, otro poco más de fuerza al jalarlo y posiblemente la ayuda que intenté darle hubiera resultado en un casto beso. Ambos nos miramos fijamente, sonrojados, yo notablemente nervioso y aun así alcancé a sentir su cuerpo temblar un poco. Lo solté ya sin pensarlo, al menos de la cintura. Lo jalé para que me tomara del hombro mejor, cosa que hizo sin hablar, y lo llevé a la orilla.

 

-        Perdón. – dije una vez en la orilla, pensé en salir, y al notar que no respondía, supuse sería lo mejor.

 

Caminé de largo y salí de la piscina, tomé dos toallas y le dejé la suya a un lado de la orilla, entré a la ducha, quitándome lo mejor que pude el cloro. Salí, secándome finalmente y me dispuse a salir del salón, mirando apenas de reojo y viendo que Naruto seguía como lo dejé.

Notas finales:

Espero les haya gustado, chicos, y que me dejen sus opiniones abajo.

 

Les quiero mucho, buenas a todos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).