Cuando llegamos a mi casa yo me encontraba nervioso y al mismo tiempo tranquilo, mis dudas se habían despejado al fin, y, además, a mi favor. No podía creer que de verdad hubiera pasado todo eso, estaba más que sorprendido. Había sido demasiado para mí en cosa de una semana, y peor, demasiado en un día.
- ¿Quieres que pidamos algo? – le pregunté temblando un poco.
- Seguro, has lo que quieras en tanto podamos hablar. – avisó con esa sonrisa que me ponía últimamente.
- S-sí, dame un minuto. – pedí.
Opté por pedir comida del lugar más cercano que hubiera, yo también quería hablar con él y no quería interrupciones. Sería comida china, así que pedí lo mío y lo de Sasuke antes de colgar. Esperamos quince minutos y ya estaban llegando, pagué, ya que, finalmente me lo permitió el azabache y recibí la comida. Volví a la cocina, donde él me esperaba, nos serví la comida en platos grandes mientras Sasuke tomaba una soda y la repartía en dos vasos.
- Muchas gracias, ya está todo listo. – le anuncié una vez la mesa estuvo preparada.
- Vale, gracias.
Nos sentamos uno frente al otro y yo no podía mirarlo a los ojos, pensar que estábamos solos en la casa, cenando luego de esa escena tan romántica en un restaurante lujoso, era demasiado que digerir en tan poco tiempo, aunque estaba realmente feliz por todo eso.
- ¿Cuándo me aceptarías una salida? – me preguntó de la nada.
- ¿Eh? Oh, uhm, no soy el único con horario difícil. – argumenté sonrojado.
- Cierto; pero te lo pregunto por algo. Yo puedo faltar y listo. – comentó dejando los cubiertos recargados en su plato.
- En ese caso somos dos. – atajé aún nervioso.
- Mañana. – declaró sin más.
- Vale, mañana me queda cualquier horario. – mis respuestas eran casi automáticas.
- Por la tarde, no te preocupes; pero aún hay otra cosa que quiero hablar contigo. – dijo sereno.
- Dime. – ahora yo dejé los cubiertos a un lado.
- ¿Sería muy pronto si te pidiera ser mi novio? Aquí y ahora. – preguntó con toda la calma del mundo, actuaba como si nada.
- Sí – comencé queriendo bromear, y pude notar por su mirada de arrepentimiento que había sonado muy convincente. -, me parece que 17 años es poco tiempo. – no pude evitar reírme un poco apenas dije eso y Sasuke se relajó rápidamente.
- Entonces, Naruto, ¿quieres intentarlo? ¿puedo presumir que tengo novio? – sí, esa había sido su pregunta, nada tan romántico como la canción de un rato antes, y aun así fue suficiente para acelerar mi corazón de inmediato.
- Sí, sí puedes, Sasuke. – respondí sonriendo sonrojado.
- ¿Sabes algo? Hay algo que siempre he amado hacer. – dijo seguro.
- ¿Qué es?
- Que te sonrojes. Siempre me ha gustado ocasionarlo. – la sonrisa que había puesto era una nueva, me miró fijamente y luego ambos tuvimos que desviar la mirada.
- Idiota. – susurré.
- Oye, soy tu novio ahora. – se quejó en broma.
- Oh, perdona; pero podría decirte el apodo más cariñoso que encuentre, y aun con eso no dejaría de decírtelo nunca. – le aseguré mientras reía un poco.
- Bueno, en ese caso podría acostumbrarme a escucharte decirlo.
Ambos apartamos un poco los platos, seguramente se quedaría ahí, porque, al menos yo, ya no tenía hambre alguna, y sólo podía pensar en ese comentario que había hecho “oye, soy tu novio ahora”. Esa frase me daba vueltas y vueltas en la cabeza, no terminaba de creérmelo.
- ¿No prefieres ir a la sala? – lo invité sin dudar.
- Vamos.
Nos sentamos en el mismo sofá, bueno, mejor dicho, nos recostamos en el mismo sofá, yo estaba recargado en su pecho y él tenía una mano sobre mi cabeza. Habíamos encontrado una película que, si mal no recordaba, a Sasuke le gustaba mucho.
Sin saber exactamente cuánto tiempo había pasado, abrí los ojos, la televisión seguía encendida, la luz era tenue ya desde antes de recostarnos, y Sasuke permanecía recostado conmigo, profundamente dormido, incluso pude escuchar unos pequeños ronquidos provenientes de él, cosa que me causó gracia.
Me levanté con mucho cuidado de no despertarlo y busqué el control remoto por todos lados, hasta que lo vi, apagué la televisión y crucé el pasillo para entrar al baño, no sin antes fijarme que las llaves de Deidara estaban ahí. Quizá había tenido problemas en el trabajo o algo parecido, siempre que le ocurría algo me visitaba. Apenas salí del baño, subí las escaleras, buscando a mi hermano, quien seguía despierto gracias al problema que le afectaba ahora.
- Dei, no te escuché. – hablé entrando a la que era su habitación.
- Naruto, no quise despertarlos, se veían realmente cansados. – aseguró sonriéndome.
- Dime, ¿qué ha pasado? – pregunté sorprendido.
- He tenido un problema fuerte en el trabajo y, al final del día, me han despedido. – dijo dejando de sonreír.
- Ellos pierden más, Dei, eres grandioso y trabajas bien. – le aseguré caminando hacia él.
- Quizá; pero por ahora no sé qué haré. – me admitió.
- Regresa, sabes que siempre puedes hacerlo.
- No, estaré bien en casa. Me refería al empleo.
- Hay cientos, y muchas empresas serían felices de tenerte con ellas. Sólo ten paciencia.
- Supongo que tienes razón.
Me acerqué más a él y lo abracé sin pensarlo, él, a su vez, me abrazó de vuelta y así permanecimos los minutos suficientes para que él pudiera calmarse por completo.
- Vi que te quedaste dormido en los brazos de tu amigo. – dijo riendo.
- Ahora sí puedo corregirte. – le dije, él pareció no entender en un principio.
- ¿Corregirme? ¿No me digas que ustedes…? – su cara de sorpresa no tuvo precio.
- Anoche, ya luego te podré contar bien todo lo que pasó; pero intenta probar con que me quedé dormido en los brazos de mi nuevo novio. – le afirmé sonrojado todavía.
- Ya era hora, llevaban el uno tras el otro desde siempre; pero te lo repito, como te haga llorar, lo haré vivir el infierno. – me aseguró abrazándome nuevamente.
- Gracias, Dei.
- Deberías volver a dormir. – invitó.
- Sí, iré por Sasuke.
Bajé las escaleras de nuevo y Sasuke seguía perdido en sus sueños, me sentaba mal tener que despertarlo; pero me sabía peor dejarlo ahí el resto de la noche.
- Sasuke, despierta. – le hablé mientras le sacudía ligeramente el brazo.
- ¿Hmm? ¿Naruto? – preguntó de inmediato.
- Ven, vamos a dormir. El sofá no es el lugar apropiado. – le dije ayudándolo a levantarse.
Subimos las escaleras juntos, y aunque Sasuke no estaba despierto del todo, no necesitó ayuda en absoluto. Llegamos a mi habitación y sin cambiarnos de ropas nos dejamos caer en la cama.
- Te quiero. – me susurró Sasuke antes de besarme suavemente y luego darse la vuelta y quedarse dormido.
- Te quiero, Sasuke. – susurré más para mí, ya que él ya estaba dormido.
Un par de minutos después me había quedado perdidamente dormido, al lado de mi ahora novio, y vaya que me sentía tranquilo y feliz, muy feliz.
- Naruto, se quedaron dormidos. – me hablaba una voz familiar que se escuchaba lejana.
- Hmn. – me quejé por lo bajo, girándome para seguir durmiendo.
- Vale, descansen. Les dejé desayuno abajo.
Permanecí acostado intentando dormir unos minutos más, hasta que mi mente finalmente comenzó a procesar, ¿había dicho que nos quedamos dormidos? No, no podía, ¿había faltado dos días seguidos? Me incorporé de golpe para mirar el despertador, que yacía en el mueble, a mi lado, me fijé en la alarma y seguía encendida, lo que significaba que, por la mañana, yo la había apagado.
- Maldición. – susurré.
Pensé en lo que podría hacer y finalmente me resigné, busqué mi celular en el mismo mueble y le escribí a Neji, explicándole la situación y pidiéndole los apuntes de esos dos días que ya tenía perdidos. Luego de eso me levanté de la cama, cogí ropa para cambiarme y salí de la habitación, entrando a la de Deidara para ducharme ahí y no despertar a Sasuke.
Habré tardado alrededor de 20 minutos cuando decidí salir, me vestí de manera rápida y, luego de eso, salí de la habitación de mi hermano, regresando a la mía.
- Buenos días, Naruto. – saludó Sasuke aún con voz adormilada.
- Buenos días, Sasuke. – saludé sonriéndole.
- Sí que hemos dormido. – dijo riendo lo poco que el sueño le permitía.
- Sigues cansado, duerme. – lo invité, sentándome a su lado en la cama.
- No, ya me levanto. – dijo en tono de promesa y luego de eso sentí su mano posarse sobre la mía.
Esperé a su lado unos minutos hasta que finalmente estiró su cuerpo por completo, en señal de que estaba despertando, y casi de inmediato se incorporó mientras se tocaba la frente, no entendía ese movimiento.
- Lo único bueno de haber perdido este día, es que sí tienes tiempo. – me dijo sonriendo de lado.
- Idiota, lo tenía, aunque hubiera ido a la universidad. – le aclaré.
- ¿En serio? – en ese momento Sasuke no dudó, pasó una mano por mi nuca, jalándome hacia él para besarme.
Yo me dejé completamente, apenas aferrándome a la camisa que no se había quitado para dormir, jalándolo hacia a mí también. Llevaba tanto tiempo soñando con poder hacer eso, con poder besarlo, con poder despertar a su lado, y ahora lo había tenido todo junto. Poco a poco el beso se transformó, dejando de ser un beso labio contra labio, y comenzamos a mover un poco los labios, en un beso menos casto; pero no por ello menos dulce. Nos separamos unos segundos de pronto y nuevamente nos besamos, podía notar que no era el único que deseaba tanto todo esto, Sasuke lo quería tanto como yo, lo buscaba. Al cabo de unos minutos nos separamos, aunque no por nuestra decisión, sino que mi celular sonaba y era el tono de llamada de Deidara, no podía sólo ignorarlo.
- Dime. – contesté un poco agitado.
- ¿Qué hacías? No, mejor no respondas eso. – atajó rápidamente.
- Nada de lo que estás pensando, imbécil. – respondí con poca paciencia.
- Vale, oye, pensé en lo de anoche y quería preguntarte algo. – habló moderadamente.
- Claro, lo que sea.
- ¿Podría quedarme contigo unas semanas? Estoy en casa; pero lo pensé mucho y sin un sueldo por ahora no tengo como pagar este sitio, no por ahora. – confesó.
- ¿Por qué nunca usas la tarjeta que nos dieron? – le pregunté, levantándome de la cama, dejando por unos instantes a Sasuke ahí.
- No la usaré a menos que será realmente necesario.
- Está bien, el tiempo que necesites, Dei. – accedí, no podía negarle eso a mi hermano, después de todo lo que había hecho por mí esto sería una manera de retribuírselo.
- Gracias, ¿está bien si llego por la noche?
- Sí, no creas que por lo que te dije esto será de todos los días. – respondí refiriéndome a Sasuke.
- Cierto, él aún tiene su casa. – respondió riendo. – Te veré en la noche, Naru. Gracias.
Colgamos y sonreí un poco, ya no estaba tan solo, Sasuke estaría conmigo más tiempo, o eso esperábamos, poder vernos más seguido, y Deidara me haría compañía en casa por un tiempo.
Y así de sencillo me sentía más tranquilo, ya no me preocupaba haber faltado, y tampoco me abrumaba la idea de estar en casa con Sasuke solos. Ya no dudaba de todo lo que había pasado el día anterior, y tampoco me sentía tan nervioso como el día anterior. De pronto había pasado de ser el chico que vivía solo, sin muchos amigos, sin pareja; pero estúpidamente enamorado de alguien que no se fijaría en mí; a ser el chico que vivía con su hermano, que tenía amigos en diferentes sitios, y que seguía estúpidamente enamorado de aquel mismo chico, sólo que ahora podía llamarlo mi novio.