Sasuke había decidido darse una ducha rápida y luego bajar a desayunar. Había tenido que prestarle ropa de Deidara, pues al ser algo más alto que yo, la mía no le quedaría de ningún modo. Yo, mientras tanto, había bajado a calentar los desayunos que Deidara nos había preparado, además preparé café, recordando que en la preparatoria Sasuke se había quedado a dormir un par de veces, y yo ocasionalmente a su casa, y me había dado cuenta que le gustaba desayunar bebiendo café. Una vez hecho, le serví algo del mismo en una taza, también sabía que lo tomaba con cafeína y sin azúcar, y yo, por otro lado, acepté servirme una taza también, aunque yo sí le ponía suficiente azúcar para eliminar el amargo sabor que tenía.
- ¿En serio? – preguntó Sasuke entrando a la cocina apenas.
- Yo no lo hice, Deidara nos dejó el desayuno hecho. – avisé sonriendo un poco.
- No me refería a eso, ¿tomarás café? – preguntó sorprendido.
- Sí, ¿por qué?
- Creí que no te gustaba. – declaró antes de sentarse frente a su plato.
- Que casi no lo tome no significa que no me guste. – le expliqué acompañándolo.
- Creí que tu hermano vivía por su parte. – me dijo de pronto.
- Sí, lo hacía. Ha venido a visitarme a menudo y hoy que llamó me pidió quedarse. Ayer perdió su empleo, por eso vino. Quería hablar conmigo. – le confesé mientras seguíamos comiendo.
- Lo siento, si no me hubiera quedado… - comenzó verdaderamente arrepentido.
- No, no, no me malentiendas. Sí hablamos, me desperté a media noche y lo encontré en su habitación, fue cuando me contó de su trabajo. – le expliqué nervioso, no quería que se sintiera mal cuando, realmente, me había hecho muy feliz que se quedara.
- Ya veo, entonces no fue del todo malo que me quedara. – dijo para tomar otro bocado.
- No fue malo, en absoluto. – le repliqué sin dudarlo.
- Entonces, ¿nos vio juntos? – preguntó curioso, él sabía lo protector que Dei podía resultar.
- Oh, sí, y ya amenazó de nuevo.
A Sasuke le habían tocado ya varias amenazas por parte de Deidara, ya que él sabía bien que sentía algo por Sasuke desde muy pequeño, y, aunque nunca habíamos mencionado nada Sasuke y yo de lo que sentíamos, Deidara seguía siendo demasiado paranoico, creyendo que todo el mundo buscaría lastimarme, por lo que siempre le recordaba a Sasuke que si me lastimaba le sucedería algo malo.
- No me sorprende, ya me he acostumbrado a eso. – dijo riendo un poco.
- Fuera de eso sólo quiere saber los detalles de cómo ocurrió, y nada más.
- Propio de él. – añadió sonriendo.
- Nunca lo había visto tan tranquilo. – le admití.
- No lo sé, tampoco es como que realmente me quiera. – atajó él.
- ¿De qué hablas? – le pregunté sin comprender.
- Él sabía que sentía algo por ti, y él fue la razón principal por la que no te lo dijera antes. – confesó.
- ¿Cómo que lo sabía?
- Sí, lo notó. Apenas estábamos estudiando la secundaria. Me exigió que no te lo mencionara, apenas había sucedido lo de tus padres, que los dejaran aquí. En preparatoria me amenazó abiertamente, aunque no comprendí nunca si se refería a herirte diciéndolo o algo diferente. – al principio me había molestado; pero al escuchar la explicación de Sasuke de inmediato lo comprendí. No era que no quisiera a Sasuke, sino que quería cuidar de mí, como siempre.
- No es lo que tú crees. Su manera de cuidarme siempre ha sido esa. Él es el motivo por el cual no he tenido muchos amigos, porque cuando creí tenerlos huyeron al conocerlo; pero cuando tú y Gaara lo conocieron, incluso cuando Neji lo conoció… ustedes se acercaron más a mí, entonces él me explicó la diferencia entre amigos por conveniencia y amigos de verdad. – le expliqué.
- Entendí lo de la secundaria, no era el mejor momento de tu vida; pero en la preparatoria ¿por qué? – preguntó desconcertado.
- No te pidió que lo ocultaras, te pidió que no me lastimaras. Lo mismo dijo anoche, sólo mencionó algo como “si te hace llorar, conocerá el infierno”. – expliqué.
Sasuke no parecía convencido con la explicación que le había dado de lo que hacía Deidara; pero yo estaba completamente seguro de eso, después de todo, había vivido con él toda mi vida, y le quería tanto como él a mí. Deidara no había tenido novios nunca, aunque siempre me habló abiertamente de su homosexualidad, y siempre dijo estar enamorado de un chico en particular, que, hasta donde supe, nunca se fijó en él; pero estaba seguro que yo pensaría igual, no permitiría que nadie lo hiriera, y me cobraría cada una que alguien se atreviera a hacerle, por eso entendía por qué lo hacía él.
Después de haber desayunado correctamente me pidió que fuéramos a su casa, pues su hermano, seguramente, se había marchado ya al trabajo, y necesitaba hacer algo importante, además de cambiarse la ropa. No tardamos en llegar, afortunadamente vivíamos cerca del otro, a unos veinte minutos caminando, apenas entramos escuché algo muy peculiar, pequeñas pisadas correr por toda la casa, yendo directo a la entrada.
- ¿Tienes un perro? – pregunté sorprendido al verlo acariciando a un cachorro de algunos meses apenas.
- Sí, es reciente – comenzó. -, Shikamaru tiene uno desde hace años y hace 3 meses tuvo una camada nueva, no podían quedarse con todos y al ver a este pequeño no pude evitarlo. – explicó sonriendo. Esa sonrisa no se parecía a ninguna otra que le hubiera visto antes. Se veía demasiado alegre, y miraba al cachorro con todo el amor que jamás creí que él pudiera mostrar. Sonaba raro que mirara así a un perro, y no a mí; pero podía entenderlo perfectamente. La gente de defrauda, una mascota, cuando es parte de tu familia, no lo haría nunca.
- ¿Cómo se llama? – pregunté agachándome lo suficiente para acercarme al cachorro.
- Saki, es hembra. – dijo poniéndose de pie y girando un poco para verme interactuar con la pequeña.
- Saki, – repetí pensándolo un poco. -, significa flor, ¿cierto? – pregunté dubitativo mientras que la cachorrita se acercaba a mí lentamente, oliéndome un poco y pensando si confiar en mí o no.
- Sí, justo eso. Es tímida, sólo deja que se acostumbre un poco a tu presencia. – explicó al verme mirarla fijamente.
- No, no tengo problema con eso. – confesé.
Nunca había podido tener una mascota, en general porque a mis padres nunca les gustaron; pero ahora, viviendo solo, no tendría el tiempo de cuidarlo. Sasuke por lo menos tenía la ayuda de Itachi todos los días, yo sólo podía contar con Deidara los fines de semana, y como en mi carrera tenía que viajar mucho, no había podido cumplir ese capricho mío. Miré más detenidamente a Saki, buscando definir sus rasgos, tratando de adivinar la raza que era.
Era realmente pequeña, después de todo, apenas tenía 3 meses; pero también me hablaba de una raza pequeña, forzosamente, el tamaño de las patas era poco más grande que la proporción a su actual estatura, por lo que crecería, acaso, unos centímetros más. Su color de pelaje era nergo con blanco, y la forma en que se dividía el color era característica de los husky siberiano; pero por tamaño sabía que no era puro, además de que el pelaje era más esponjado de lo normal. También noté su heterocromía, seguramente también por husky siberiano, con un ojo azul y el otro marrón, casi negro.
- Es husky; pero ¿cuál es la cruza? – pregunté sin mirar a Sasuke.
- ¿Cómo sabes eso?
Nunca le había contado a nadie un pequeño secreto que tenía guardado, muy bien guardado; pero lo había olvidado por completo hasta este momento.
- ¿Recuerdas que hace unos años en vacaciones no estuve en casa? – pregunté de nuevo.
- Sí, claro que sí.
- Trabajé un tiempo con mi tía Tsunade, ella es veterinaria y le ayudé todo el verano. Por ella decidí por estudiar algo que tuviera relación con animales; pero mis padres siempre han creído que ser veterinario no sería una carrera suficiente, así que investigué más opciones, les gustó biología marina por esto de los viajes. Estudio biología con mucho amor, Sasuke, de verdad que sí; pero terminando esta carrera no haré nada con ella, al menos no investigación. – expliqué apenas prestando atención, pues Saki se había acercado finalmente, insegura; pero lo intentaba, permitiéndome tocarla.
- ¿Y por qué no estudias veterinaria ahora que no vives con ellos? – me preguntó sin comprenderlo.
- Ellos pagan la universidad, pensaba más adelante hacerla al mismo tiempo, pagando con la tarjeta que ellos nos dieron con dinero hace mucho. Sólo sé que cada año nos depositan lo que creen que sea suficiente. – aventuré a decirle mientras levantaba a Saki entre los brazos.
- Prométeme que lo harás. – pidió acercándose a mí, depositándome un beso tierno en los labios y luego acariciando a Saki sin quitármela.
- Lo pensaré – confesé. -, la carrera de ahora no me deja mucho tiempo libre para nada, si entrara a veterinaria me quedaría sin tiempo de nada, todo el tiempo se me iría en carreras y trabajos, practicas. Tendría que dejar de lado a Dei, a ustedes. – dije explicativo, sin dejar de mirar a Saki.
- Tu hermano lo entendería, al igual que los chicos, y nosotros podemos ver cómo resolverlo, encontrar la manera de que funcione – aseguró plantándome otro beso. -; pero tienes que prometerme que lo intentarás. – me pidió casi suplicante.
- Lo pensaré, lo prometo. – anuncié. – Y ya sé qué es, pomerania, ¿cierto?
- Sí; pero no dejaré de recordarte esta conversación hasta que lo hayas hecho. – declaró.
Tras eso se alejó, subiendo las escaleras de su casa, seguramente para ducharse, y cambiarse de nuevo. Lo conocía suficientemente bien como para saber que una ducha no le había servido si se ponía la ropa del día anterior de nuevo, lo hacía sentirse sucio de cualquier modo.
Saki se inquietó un poco por lo que la dejé bajar, apenas estuvo en el piso corrió descontrolada a la cocina, la seguí y me di cuenta de qué era lo importante que tenía que hacer muy pronto. Tomé los platos de Saki del piso, en uno vertí agua y se lo dejé de nuevo, cosa que ella ignoró.
- Genial, es hambre y no sé dónde guardan tu comida. – le hablé frustrado.
Comencé a rebuscar entre cajones y puertas de toda la cocina de Sasuke, hasta que finalmente encontré una bolsa de croquetas, tenía una cuchara de metal grande dentro, cosa que me hizo reír bastante. Saqué la cuchara y la dejé en el lavadero, luego de eso busqué una taza medidora, o un vaso de plástico, encontrando el vaso primero, y tomándolo medí la cantidad de croquetas con él, tomando en cuenta el tamaño y la edad de la cachorrita. Le dejé su plato al lado del agua y ella se acercó alegre a comer. La contemplé un rato, y caí en la cuenta de que seguramente ella sería lo más cercano que podría estar de un perro en muchos años, pues si realmente estudiaba ambas carreras al mismo tiempo estaba seguro que no podría con ninguna mascota.
- Gracias, ¿cómo encontraste la comida? – habló Sasuke, que había bajado sin playera y aun secándose el cabello con una toalla, yo apenas lo vi me sonrojé demasiado.
- Sólo busqué. – confesé.
- Gracias, olvidé mencionártelo cuando entré a la ducha; pero tampoco pensaba tardarme como para sentirme mal por no dejarle la comida. – me dijo acercándose a mí, parándose a mi lado para mirarla también.
- Descuida, ella me trajo. – le conté.
- Sí, lo aprendió sola, un día sólo comenzó a hacerlo para comer y para pasear también. – me dijo riendo.
- ¿Ya salen a pasear? – eso me sorprendía mucho, normalmente la gente esperaba más, sobre todo porque las patas de los cachorros necesitan un poco de tiempo antes de que les salga el cayo que les permita soportar la fricción del asfalto.
- Bueno, en realidad salimos sólo al jardín, por ahora. Me han dicho que no necesita tanto ejercicio como el husky. – comentó.
Guardé silencio, realmente pensando en estudiar veterinaria, después de todo Sasuke tenía un excelente punto, tanto mi hermano como mis amigos lo entenderían, por supuesto que lo harían, mi preocupación no era esa, era Sasuke, ¿él realmente podría? Quiero decir, sí, él sabía lo que significaba; pero no lo comprendía del todo. Me quedaría sin tiempo, serían años desgastantes, en los que las vacaciones se convertirían en prácticas de dos carreras que requerían mucha atención, y sí, mis amigos y mi hermano podrían esperarme unos años a que tuviera más calma; pero una relación no funcionaba bajo los mismos principios, era algo mucho más exigente, en una relación tenías que prestar interés todo el tiempo, y una manera de demostrarlo era dedicarle tiempo a tu pareja, mismo que no tendría si decidía intentarlo.
Sasuke notó de inmediato que estaba lejano a ellos y decidió volver a su habitación a terminar de vestirse y alistarse, yo realmente lo quería, quería intentar esa relación y poner todo de mi parte para que funcionara, después de todo era todo lo que había soñado desde niño, no tenía el valor de arriesgarla por completo, no podía. Me daba terror pensar que, si intentaba hacer dos carreras, terminara, quizá, con dos títulos; pero sin Sasuke. No podría con eso.