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Haz realidad nuestros sueños por Paz

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Notas del capitulo:

Empiezan los cambios de humor de Kaede....

 

Haz realidad nuestros sueños

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 13: Bajo estricta vigilancia

 

Durante los siguientes días Kaede seguía bajo los cuidados de su medico, atento a la menor señal que pudiera provocar su preocupación.

Bien sabía él que durante las primeras ocho semanas el bebé es solamente un diminuto embrión en el que aparecen pequeños botoncitos  que son las extremidades para formarse los brazos y las piernas, también el corazón y los pulmones se formaban durante ese tiempo, veinticinco días después su corazoncito comenzaba a latir, se forma también el tubo neural que se convierte en el cerebro y la espina dorsal, al cabo de ese primer mes el embrión mide 9mm y pesa 0,5 grs. Bajo su supervisión era necesario que su paciente realizara algún tipo de ejercicio que iba a ser beneficioso para ambos.

Mientras su ginecólogo decía que tenía todo controlado, Kaede no estaba tan seguro de si mismo, su cuerpo estaba experimentando una serie de cambio que volvía inestable su comportamiento, siempre tan comedido y seguro de si mismo.

El cambio hormonal le estaba provocando además de las nauseas y los consiguientes vómitos, una fatiga que le dejaba postrado en la cama, sin ánimos para levantarse durante las siguientes dos horas, tenía las tetillas muy sensibles y cuando más las miraba mas se convencía que le estaban creciendo.

-Yo las veo igual que siempre... -acotaba Hanamichi mirándole atentamente, sabía lo sensible que estaba últimamente.

-¡¡Claro, como no es a tí a quien le pasa!! -bufo exasperado dándole la espalda.

Le abrazó por detrás, con ternura, con mucha paciencia con sus continuos cambios de humor.

-Déjame ver otra vez -pidió con un tono de voz persuasivo- A lo mejor no he mirado bien, déjame asegurarme de lo que dices. A veces la vista puede engañarme.

-¿Cómo vas a saberlo? -se giró quedando con la espalda apoyada en el lecho, mirando con curiosidad a Hanamichi le también le miraba con su infinito amor, como pidiéndole perdón por su falta de atención. Era consciente que de los dos quien fallaba era él. Desde que estaba embarazado su cuerpo le estaba traicionando y le hacía hacer y decir cosas de las que luego se arrepentía. La curiosidad pudo más y fue ese el motivo que le hizo volverse de cara a él.

-Puedo? -preguntó con dulzura.

Asintió sin saber realmente a que le estaba pidiendo permiso, cuando su cabellera le tapo la visión pensó que no necesitaba acercarse tanto para ver, sin embargo, no pudo evitar sentir un estremecimiento cuando su boca se posó alrededor de su tetilla derecha y comenzó a succionarla despacito, sus labios y su lengua estaba evaluando su grosor, primero de una luego de la otra y cuando se dió por satisfecho, su cabeza se alzó, sus miradas quedaron fijas una en la otra.

Kaede se encontraba como fundido ante su amorosa mirada, las caricias de sus dedos en su rostro sensibilizaban aún más sus sentidos.

-Si han aumentado... -reconoció.

-No es lo único -expresó y su mirada descendió más allá de su cintura- Crees que podemos?

-No ha dicho nada en contra -dijo Hanamichi.

Aquella noche, quienes tenían las habitaciones próximas a ellos no pudieron dormir, la mamá de Hanamichi había pedido que le dieran la que estuviera más alejada. Ella ya estaba escarmentada.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

A la mañana siguiente, tras seguir la pauta que se había establecido con Kaede, es decir, apenas despertaba comenzaban sus nauseas, a continuación corría al aseo, vomitando lo poco que llevaba en el estomago, él iba a su lado y la ayudaba en ese penoso trance, le daba un vaso de agua para que se aclarara la boca, luego lavaba su rostro con un paño húmedo, le ayudaba a acostarse y entonces comenzaba el quejumbroso tono de su zorrito se sentía tan desvalido, nervioso, inseguro y miedoso, viéndose en la necesidad de apaciguar sus temores y consolarle hasta conseguir que reposara tranquilo, solo entonces y tras dejarle bien arropado y más pálido de lo que solía estar, procedía a su propio aseo.

Pensaba que aquella mañana empezaba igual que las anteriores, estaba equivocado y no tardó en descubrirlo.

Había tomado su tiempo en su aseo personal y en vestirse para darle tiempo a Kaede de reponer fuerzas, se sentía preocupado por esa fatiga que todas los días dejaba a su koi postrado en el lecho.

Esa mañana se lo preguntaría a Anglade-san decidió mientras daba palmaditas en su mejillas y mentón con colonia para después del afeitado. Se lavó las manos para quitarse el perfume y tras mirarse en el espejo por última vez, se sintió satisfecho con su aspecto.

Volvió al dormitorio, Kaede continuaba acostado, al parecer no se había movido porque continuaba tal como le había dejado. Tras comprobar que dormía, se tumbó a su lado para que al despertar le viera allí.

La sensibilidad de Kaede se había acervado durante esos días y solía llorar sin motivo aparente. Su estado emocional estaba revolucionado.

Se puso de lado, con el brazo apoyado en la almohada y su cabeza en la palma de su mano abierta, mirándole, Hanamichi nunca se cansaba de contemplarle mientras dormía.

Cuando vió que comenzaba a removerse supo que estaba despertando, se inclinó sobre su rostro y posó sus labios en los suyos, al instante como si como si se sintiera atacado, Kaede se apartó de su lado, mirándole con expresión de asco.

-¡¡¿Qué te has puesto??!! -su naricilla se arrugó.

Hanamichi se quedo perplejo por su pregunta y antes que pudiera hablar, Kaede continuó.

-Apestas!! No soportó ese olor. Es nauseabundo...-una vez más su nariz se arrugo al percibir ese aroma.

Comprendió que se refería a su colonia.

-Espera... -se levantó raudo y en pocos minutos estaba bajo la ducha, dándose continuos frotes con el paño enjabonado por todo su cuerpo para desprenderse de cualquiera olor que pudiera resultarle molesto.

Cuando volvió a su lado y se le acercó, Kaede le abrazó a modo de disculpa.

-Discúlpame, no quise decir que tú... -un hondo suspiro ensanchó su pecho.

-Tranquilo, lo se..., eres tú quien debe perdonarme. No imagine que pudiera molestarte. He tirado todos los productos que tengan algún tipo de aroma, así que por mi parte no tendrás problemas -dijo comprensivo- Solo que esta tarde vas a tener que acompañarme para elegir una maquinilla eléctrica para afeitarme -dijo con una sonrisa- Te gusto más así? -preguntó acariciando con suavidad sus mejillas.

-Tu siempre me gustas..., fue ese olor, se me volvió insoportable.

-Es comprensible... ahora estas muy sensible respecto a todo, supongo que le ha llegado el momento a tu olfato.

Unas horas después Anglade-san confirmaba que el podía llegar a desarrollar un exagerado sentido del olfato y que algunos olores podían llegar a desagradarle más que otros.

-Lo principal ahora es que tengan en cuenta que el bebé se esta desarrollando dentro de su vientre y por ese motivo usted notará algunas cambios. -paso por alto el bufido de su paciente- Es importante que sepa que durante estas semanas se están desarrollando los órganos de su bebé y por tanto vamos a ocuparnos de darle una dieta alimentaria necesaria para que alcance ese desarrollo con normalidad -miro a su paciente que asintió conforme con sus explicaciones- Tiene que tener en cuenta que cualquier cosa que haga repercutirá en su bebé, por ese motivo es esencial que se cuide mucho y más sabiendo que su estado se sale de lo corriente. -observó que su paciente tenía un ligero sobresalto- ¿Qué ocurre? ¿A sentido algún síntoma extraño? -inquirió mirándole con fijeza. Noto que un tono sonrosado subía a sus mejillas normalmente pálidas. Su rubor era tan evidente que durante unos minutos tampoco él supo como reaccionar y más cuando su compañero le tomo de la mano para animarle y fue él quien con total desinhibición le hizo la pregunta.

-Nuestro bebé, ¿sufriría algún daño si nosotros hacemos el amor? Anoche... -no continuó al escuchar como una tos de Anglade-san.

Estaba acostumbrado a que las futuras madres le expresaran ese temor, pero escucharlo de labios de un hombre, teniendo dos delante suyo una imagen inesperada hizo entrada en su mente turbándolo. Carraspeó como si tuviera una molestia en la garganta y cuando habló lo hizo con normalidad profesional.

-El bebé no sufrirá ningún daño. Excepto si el paciente no sigue mis instrucciones respecto a una dieta sana y ejercicio moderado. Por lo demás, por ahora no tiene que preocuparse, yo les avisaré cuando tienen que dejar de... hacerlo.

-Gracias... -Hanamichi solo necesitaba saber eso para sentirse satisfecho- Anglade-san dice que no necesitamos reprimirnos -miró a Kaede para decírselo, como si él no estuviera ahí escuchándole también- Oppsss... -exclamó al ver el intenso rubor que aparecían en las mejillas de su koi- Lo siento.

-Ahora si vuestras dudas han quedado despejadas -hizo como que nada había visto ni oído- Quisiera hacerle una revisión. Pasé al cuarto de al lado y póngase una bata. -Komiya-san había sido muy eficiente y al dia siguiente de pedirlas tenía una nueva provisión acorde con el tamaño de su paciente- Usted esperé en la sala, puede entretenerse leyendo.

Los dos jóvenes asintieron y levantándose de sus asientos cada uno se dirigió a una puerta en extremos opuestos. Le dió diez minutos de tiempo antes de entrar él junto a su paciente, le encontró ya listo.

Abrió una puerta corredera de un armario de cristal y de una caja sacó un par de guantes de cirujano, mientras se les ponía dijo.

-Túmbese en la camilla y ubique sus piernas encima de las horquillas metálicas -le pidió- Quiero comprobar si puedo sentir la matriz. -le explicó con animo de tranquilizarle- No sentirá ninguna dolor, solo relájese, será un par de minutos. -pensó que si el cuerpo del joven se estaba transformando para albergar a su hijo, podía palpar, el único lugar posible era a través de su ano, para detectar la ubicación de su matriz, si era así podía facilitar mucho su trabajo para seguir su evolución. Embadurnó con gel sus dedos. Se sentó en un pequeño taburete que le dejaba con la mirada a la altura de la zona a inspeccionar- Va sentir frío, es el efecto del gel -comentó cuando sintió que se contraía- Relájese, por favor.

Kaede lo intentó, se sentía extraño sentir dentro suyo un par de dedos hurgándole y no fueran de Hanamichi. La primera impresión de frío paso, dejándole una sensación de turbación al percibir que su próstata estaba siendo presionada, cuando creía que no podía soportar más. Anglade-san exclamó.

-Aquí esta! Junto a su vegija. Será un problema más, -sonrió al expresarlo en voz alta- pero nada que no pueda solucionarse -agregó levantándose y despojándose de los guantes que tiro al cubo de desperdicios- Puede bajar las piernas, pero no se levanté. ¿Se encuentra bien? -preguntó pensando que tal vez le había provocado sin querer algún tipo de dolor. Necesitaba tenerlo todo controlado. Si le hice daño no dude en decírmelo -pidió.

-No... no sentí nada... solo esa sensación de frío, pero usted ya me lo había advertido. -se apresuró de decir, turbado porque sus toqueteos a su próstata estuvieron a punto de excitarlo, teniendo que esforzarse en contenerse, poniendo toda su fuerza de voluntad en conseguirlo.

-Voy a tomarle la tensión -dijo preparándole, cuando vió lo que marcaba, supo que la revisión le había puesto más nervioso de lo que deseaba reconocer. Le distrajo durante los siguientes diez minutos haciéndole otras pruebas y preguntas, al cabo de ese tiempo repitió la prueba y se fijo que la tensión estaba dentro de los limites normales- Por hoy es suficiente, vístase y siga el régimen de comidas que le daré impreso.

-De acuerdo, Anglade-san.

Salió de la consulta dejándole solo, se acercó a la puerta que comunicaba con la sala y dijo al joven que estaba dando saltos en el aire con el brazo en alto como si estuviera haciendo un lanzamiento.

-Estaba practicando tiros libres -dijo cuando le pilló en mitad de un salto.

-Pasa, ahora le toca a usted...

-A mi? -preguntó, había creído que solo iban a revisar a Kaede.

-No deseara que su esposo haga solo un tratamiento y usted se queda contemplando como lo realiza. Deberá seguir el mismo régimen de comidas, no le hará ningún daño y puede resultarle beneficioso, también le acompañara en sus ejercicios.

Kaede aprobó las palabras de su médico.

-Le haré una serie de radiografías para evaluar su estructura ósea.

-Pero usted es ginecólogo... -expresó dándole a entender que podía saber sobre huesos.

-Las placas le serán enviadas a través del correo electrónico a un especialista que me dará su opinión sobre lo que vea, tal como he hecho hasta ahora con algunas de las muestras.

-Comprendo... -se estaba dando cuenta de todas las molestias que se estaba tomando Rukawa-sama en lo que respecta a su hijo y se sentía agradecido porque en otras circunstancias no hubiera sabido que hacer- Ahí? -preguntó mirando hacia la puerta por donde había salido Kaede.

-No... La sala de rayos es aquella -había dispuesto todo para que desde su despacho se accediera a todas las salas donde fuera necesario. Por ese motivo, el laboratorio, la sala de rayos, la sala de espera y la sala de revisiones giraban alrededor de un único espacio: su despacho, desde allí lo tenía todo al alcance de su mano podía decirse.

Cuando hizo un recorrido por la casa, supo que ese era el lugar idóneo para trabajar y cuando así lo manifestó en cuestión de días movieron todo el instrumental y mobiliario a las habitaciones que él fue indicando.

A menudo pensaba que ni siquiera en su clínica en Paris tenía tantas facilidades para realizar su trabajo. Aquí solo necesitaba pedir una cosa para disponer de ella en cuestión de horas o veces de minutos.

Se fijo que el joven pelirrojo le miraba esperando, su compañero se había sentado frente al escritorio.

-Póngase una bata y espere tumbado en la camilla. -le dijo, se sentó ante el ordenador y comenzó a hacer anotaciones en el historial clínico su paciente, cuando terminó cerró el archivo y abrió el que correspondía a su compañero.

Ya le había dado tiempo suficiente para cambiarse, se dirigió a la sala, encendió el aparato de rayos, era tan moderno que no era preciso disponer de las típicas placas, bastaba con trasladar el brazo con el sensor de rayos sobre el cuerpo del joven, para que digitalmente quedaran impresas en su memoria viéndolas luego con el programa adecuado.

-Va a escuchar una serie de pitidos sobre usted, no se mueva por favor o tendré que repetir la prueba.

-De acuerdo..., ¿va a ser larga la prueba? -preguntó para saber cuanto tiempo debía permanecer inmóvil.

-No..., unos diez minutos, tal vez quince.

Asintió sin hablar.

Hanamichi se quedo quieto mientras escuchaba el ronroneo de la maquina cuyo brazo metálico que movía por encima de él y cada vez que se detenía emitía un pitido apenas audible, enseguida volvía a moverse hasta detenerse y repetir el proceso y así hasta que imaginó que había alcanzado sus pies.

El silencio se hizo alrededor suyo. En un pequeño habitáculo, donde estaban los mandos de la maquina, escuchaba teclear a Anglade-san.

-Todo esta correcto... -se asomó donde esperaba el joven, puede pasar a la sala de contigua -le mostro la puerta a su derecha. Me reuniré con usted enseguida.

-¿Qué hago entretanto?

-Puede sentarse en la camilla contra la pared... -dijo ante la buena disposición del joven.

-Qué es eso? -le preguntó cuando se reunió con él minutos después, miró el sillón con las horquillas metálicas.

-Se usa para hacer revisiones vaginales o de recto como ha ido el caso de su esposo -le explicó.

-Quiere decir que le ha metido algún aparato.

-No, los dedos... -al ver la expresión de su rostro se apresuró a añadir- protegidos con guantes y con ayuda de gel.

-¿Y encontró lo que buscaba? ¿Qué era exactamente? -quería saberlo todo para comprender mejor los cambios de humor de Kaede.

-Debido a su peculiar embarazo tenía que comprobar en que órgano se había formado la gestación. Encontré su matriz, el lugar donde contiene a su hijo. Esta ubicada próxima a su vejiga y próstata, existe un hueco en la pelvis y ahí es donde se ha asentado. -explicó y para hacérselo más comprensible, extrajo una lamina con los órganos reproductores del hombre y le mostró exactamente el lugar.

-Ah....

Sin dejar de hablar le había tomado la temperatura, la tensión y comprobó su peso. 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Cuando algunos minutos después, Hanamichi y Kaede llegaron a su dormitorio, le ayudó a cambiarse de ropa, alcanzándole un yukata que anudó ligeramente para que no le ajustara mientras estaba acostado, guardaba reposo como le había recomendado. Hanamichi acomodó varios almohadones tras su espalda para que quedara medio levantado, extendiendo por encima de sus piernas un edredón que Kaede subió hasta la altura de su pecho.

 

-Estas bien así? -le pregunta mientras se dirige a la puerta- Voy a decirles que hemos regresado.  -añadió al ver su asentimiento. No se habían cruzado con nadie y luego les interrumpían cuando estaban más entretenidos.

Descendía del piso superior cuando se cruzó con Ono-san, que estaba a cargo de controlar que dentro del hogar, el servicio cumpliera con sus tareas y no faltara lo imprescindible para llevar un hogar, como sabía que siempre estaba enterado de todo le preguntó acerca de la familia, enterando que estaban solos, su suegro y su cuñado habían acudido a solucionar una emergencia, en una de sus oficinas y Kae estaba en la universidad.

Muy satisfecho con la respuesta se apresuró a volver junto a Kaede después de pedirle que les subieran una bandeja con comida.

-Estamos solos, todos han tenido que marchar -le avisó dejándose caer sentado a su lado y recostando la espalda contra el cabecero de la cama, dejando los almohadones para su kitsune.

Kaede asintió en silencio, un tanto extrañado que no llegara la habitual pregunta de Hanamichi respecto a su consulta, cuando algunos minutos después escuchó el tenue llamado a la puerta lo comprendió.

Hanamichi alzó la voz permitiendo la entrada, al instante, la puerta se abrió y aparecieron dos jóvenes vestidas con kimonos dando pequeñas reverencias y llevando una de ellas una bandeja que acomodó sobre las piernas estiradas de Kaede.

Kaede miró su contenido, adecuado al régimen que llevaba, y solo entonces se dio cuenta lo hambriento que estaba. Debido a sus nauseas matutinas, no solía probar bocado hasta que su estomago conseguía asentarse. Aquella mañana, era igual a los días que habían transcurrido desde que comenzaron sus malestares, pasaba de media mañana cuando era capaz de tomar alimentos sólidos.

Comía despacio temeroso que pudiera sentarle mal y entonces acababa el día tumbado en esa cama, sin posibilidad de levantarse.

Cuando concluyó, Hanamichi le retiró la bandeja dejándola sobre una mesa próxima a la puerta del dormitorio.

-Ví la camilla sobre la que te revisó. -Dijo tumbándose a su lado vuelto de costado para verle de perfil- Me dijo que te metió los dedos. -Preguntó- Que sentiste mientras te tocaba?

-Fue horrible... -no pudo menos que expresar Kaede- comenzó a moverlos dentro de mi, apretaba mi próstata y yo... yo... me sentía... -calló avergonzado.

-Excitado?

-Si... y turbado por lo que pudiera pensar. -susurró bajo, sintiendo un calorcillo cuando la mano de Hanamichi se deslizó al interior de sus muslos, inconscientemente se abrió de piernas, permitiéndole un mejor acceso.

-Era esto lo que sentías? -Hanamichi comienza metiéndole su dedo medio- Dónde te dijo que estaba nuestro bebé? -preguntó apartando con la otra mano los bordes de su yukata para posar sus labios en su vientre, dejando suaves besos, caricias que deseaba llegaran hasta su hijo, sin llegar a pensar que todavía era un pequeño embrión.

-No... no se sentía tan bueno... -gimió al sentir la introducción de un nuevo dedo, moviendo en círculos- me digo que la matriz la sentía cerca de la vejiga.

-Esa es la razón por la que vas tan a menudo a orinar.

-Es cierto.... -quedo maravillado al encontrar una respuesta coherente a sus continuas e intempestivas salidas que efectuaba en mitad de una comida o cuando estaban reunidos con sus hermanos y su padre sin ser capaz de decirles lo que las provocaba.

-Pondré cuidado para no molestarle -dijo Hanamichi sin dejar de moverse dentro de él, sus dedos largos y finos penetraban en lo más profundo, su toque era delicado, pero aún así veía como sus mejillas adquirían un tono sonrosado y sus labios se movían dejando escapar sonoros suspiros o jadeos entrecortados según que tocaba.

Era un placer contemplar su rostro, en el que expresaba de un modo delicioso las sensaciones que estaba haciéndole sentir. El rubor de sus pálidas mejillas le hacían saber hasta qué punto estaba disfrutándolo.

La maternidad había impreso en su rostro unas líneas más suavizadas, sus mejillas se veían menos afiladas, su mirada era apacible como si Kaede se hubiera reconciliado con sus propios espectros, sus labios al contemplarlos le parecieron más gordezuelos, su mano libre se alzó hasta su rostro, su pulgar delineó el contorno de sus labios sintiendo la suave textura de su piel, en tanto sus restantes dedos acariciaban su mejilla con ternura.

En ningún momento había dejado de tocarle continuando su  exploración, pretendiendo llevarle al éxtasis.

Se montó a horcajadas de él sin llegar a tocarle, excepto sus manos, luego su rostro se inclinó, su mirada le siguió curiosa, hasta alcanzar sus labios que temblaron bajo los suyos, su lengua como una sierpe se enroscó en la suya que le salió al encuentro con anhelante ansiedad, iniciando un amoroso baile hasta que se dejo rendir por él, al principio le beso suavemente, deleitándose en sentirle, luego la pasión hizo presa de él e intensificó la caricia hasta oír la jadeante respiración de Kaede falto de aliento, se apartó, mirándose agitados, sin aire en sus pulmones e intentando recuperarlo.

-Me haces perder el sentido -murmuró acercando su boca a su oído.

-No eres el único... -manifestó bajando la mirada hacia su entrepierna, donde destacaba erguido su miembro debido a la excitación que le provocaba con sus manipulaciones y su apasionado beso.

Una risilla burbujeó en su garganta al escucharle.

-Eso tiene fácil remedio -dijo cuando la risa cesó.

Kaede había emitido una queja muy audible cuando se apartó de dentro suyo, estaba seguro que eso no se lo esperaba, su mirada estaba velada por el deseo de sentirle, por primera vez iba a ser él quien llevara el control, porque aunque el médico les había dicho que no corría ningún peligro no deseaba arriesgarse a perder a su hijo no nacido.

Los gemidos de Kaede como un ronroneo se habían reanudado, vió como entrecerraba sus parpados dejando ir por lo que le hacía sentir con sus leves sacudidas a su miembro. Se alzó sobre ese trozo de carne que sentía suave entre sus dedos y lo guió hacia su abertura posterior, al sentir la presión, su koi abrió mucho sus ojos demasiado sorprendido para reaccionar.

No estaba preparado por lo que le fue imposible evitar una mueca de dolor cuando se ensartó la virilidad de Kaede dentro de su ano virgen. Se quedo quieto, esperando que el dolor disminuyera para comenzar a moverse.

Las manos de Kaede descendieron de sus hombros hacia el cinto que sujetaba su yukata soltándolo. Él hizo otro tanto con el suyo, en segundos, quedaron libres de cualquier estorbo, sus miradas estaban fijas una en la otra, sus manos se movían acariciantes por su pecho y vientre, tomando su órgano y comenzando un suave vaivén que le hizo dejar de sentir dolor para experimentar placer. Se sentía delicioso bajo el toque de sus manos. No pudo evitar gemir y cuando sintió el movimiento de sus caderas supo que estaba deseando sentirle.

Kaede arqueó su espalda animado por la novedad, Hanamichi comenzó a moverse primero con cierta dificultad, el dolor seguía ahí, luego inició un ritmo más normal al acostumbrarse, y cuando sus movimientos se aceleraron, supo que no iba a dejarle que él siguiera llevando las riendas, consiguió moverse sin separarse de él, dejándole agachado bajo él, haciéndole sentir sus embestidas, llevando un ritmo vertiginoso, disfrutando con sentirse dentro de él, llenándole, sintiendo como su carne prieta se abría con sus empujes y envolviéndole al mismo tiempo sin dejar un resquicio libre entre su cuerpo y su miembro. Lo que estaba experimentando era fantástico, y de pronto supo que él también se merecía experimentar placer y sus acometidas se hicieron más enérgicas, más profundas y cuando le sintió jadear estremecido supo que había alcanzado su próstata. Su mano descendió de su cadera hacia su miembro comenzando a masturbarlo.

En ese preciso instante un golpe en la puerta les inmovilizó.

-Ahora no... -chilló Kaede, sin poder evitar sentirse histérico ante esa intrusión.

Al instante, se escucharon pasos rápidos que se alejaban.

-La has asustado... -dijo Hanamichi que a cuatro patas sobre la cama, con Kaede de pie y ensartado dentro de él, parecían dos estatuas.

-Mira lo que ha conseguido... -dijo escurriéndose de dentro de él, debido al sobresalto su erección había sufrido un desplome total.

-Yo lo arreglaré... -dijo sabiendo que él mismo estaba en parecidas circunstancias.

Un rato después estaban encimados uno sobre el otro sin llegar a tocarse sus cuerpos, excepto sus manos que se movían acariciantes por sus caderas, sus cabezas se encontraban en sentido contrario una de la otra, sin que ellos se sintieran molestos por esa nueva modalidad de expresar lo que sentían, con sus bocas abocadas en sus miembros que les impedía hablar, pero eso no era motivo para quejarse aunque los dos dejaban escapar guturales sonidos que no podían evitar proferir hasta que ambos se derrumbaron cuando alcanzaron el clímax.

Una hora después, duchados y vestidos, se reunían con Kae en el salón, ninguno de los tres hizo mención a lo sucedido, solo el rubor que cubría las mejillas de la joven, les hizo saber que había comprendido que estaban muy ocupados.

El resto del día transcurrió con total normalidad, enterando al resto de la familia de lo que habían hablado con el ginecólogo y sus recomendaciones.

Hiroshi notó que su hermana se veía muy alicaída. Miró a Kaede quien se encogió de hombros como si no supiera lo que pasaba.

Esa noche cuando se retiraron a descansar, Kae sintió como la tomaban de la muñeca y al instante el cálido abrazo de su gemelo la envolvió.

-Discúlpame por gritarte...

-Fue mi culpa..., yo no debí..., a veces olvido que ya no es como antes.

-Al menos te acordaste de llamar -dijo Hanamichi abarcándoles en un mismo abrazo con una amplia sonrisa- Hubiera sido muy bochornoso.

-¡¡Do'aho!! -chilló.

Rukawa-sama que sorprendió la insólita reunión en mitad del pasillo supo que los gemelos habían solucionado sus diferencias, ahora era Sakuragi quien obtenía el enojo de Kaede. Aunque tenía la certeza que el pelirrojo sabía cómo calmarlo.

Cuando la puerta del dormitorio se cerró tras ellos, Kaede expresó su enojo con una sola idea en la mente.

-Vamos a continuar lo que dejamos a medias en el mismo punto. -comentó categorico.

-De acuerdo... -se avino a su deseo. No quería exasperarle aún más.

Kaede pensó con una sonrisa que la maternidad tenía sus ventajas.

Hasta el próximo capítulo....

Paz

 

Con los adelantos técnicos que existen hoy en día no me extrañaría nada que el aparato de rayos que menciono pueda existir. Si bien, el único que conozco con un sistema parecido es el que efectúa cortes cerebrales en las pruebas de resonancia magnética en busca de daños, asimismo en otras partes del cuerpo humano.

Notas finales: Esta vez  me he dado prisa en terminarlo.

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