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Haz realidad nuestros sueños por Paz

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Notas del capitulo: Esta vez le toca a Hanamichi pasar por las manos del ginecologo de Kaede

  Haz realidad nuestros sueños

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 12: Y ahora qué doctor?

 

-Y ahora que, doctor? -preguntó Hanamichi presentándose en el despacho donde estaba el ginecólogo con un libraco abierto delante suyo, leyendo con mucho interés y consultando la documentación que tenía dentro de una carpeta abierta.

Luciens alzó la mirada ante el joven que se presentaba distendido ante su presencia.

-Quisiera saber si comprende lo que explicó su compañero. -dijo tras saludarle.

-Se refiere a su embarazo. -sonrió con suficiencia- Era lógico que pasara.

-Lógico? -no pudo ocultar su sorpresa ante su tranquila actitud.

-Le dije que podía pasarle, pero no me creyó. -no tenía sentido ocultarle a su ginecólogo ese detalle. Cuanto más supiera de ellos, podía ayudar mejor a Kaede.

-Y como podía usted saberlo? Lo lógico es embarazar a una mujer, no a un hombre. No lo cree así? -preguntó, una idea improbable pasó por su mente,  y sin darle tiempo a responder volvió a preguntarle- Sabe usted como actúan los órganos reproductores en todos los seres vivos e inanimados.

Hanamichi no pudo menos que dejar escapar una estentórea carcajada al oírle.

-Estoy estudiando ingeniería y aun no hemos tocado ese tema. Puedo hablarle de física quántica, mi profesor se sentiría orgulloso de mi si me oyera darle una clase. -dijo sin que la sonrisa se fuera de sus labios, y que le daba un brillo divertido a su mirada. Su expresión cambio poniéndose serio- Solo que mi familia no es lógica. Nos regimos por otras pautas.

-Su familia? -creyó comprender lo que estaba sugiriendo- Acaso ya ha sucedido otra vez?

-Si, -no lo negó- se trata de una curiosa herencia familiar.

-Cuándo? -no podía creer que pudiera haber sucedido, estaba seguro que un caso así se hubiera conocido a escala mundial.

-Hace mucho tiempo..., ni usted ni yo habíamos nacido, ni sus padres, ni sus abuelos. Ocurrió durante un periodo de luchas internas, de guerras. En la que dos personas se amaron por encima de sus diferencias sociales.

-Eran dos hombres?

-Usted que cree? -preguntó con una sonrisa.

-Si ocurrió hace tanto, cómo lo sabe? Tiene constancia de ese hecho?

-Si, su descendencia. -no iba a mencionar los diarios- Nuestra diosa de la benevolencia nos acoge entre sus brazos favoreciéndonos con su gracia. Entonces no había periódicos, ni radio, ni televisión, ni teléfono, menos aún móvil -añadió como si estuviera leyendo sus pensamientos. Sus ojos eran bastante expresivos.

-Quisiera hacer su historial clínico. -dijo apartando el libro y acercando unas cuartillas que tenía preparadas para tal efecto. Del bolsillo de su bata sacó una estilográfica. Tomó esa decisión apenas le oyó hablar, su tono de voz era sincero.

-Pregunte lo que quiera.

Durante la siguiente hora fue un interrogatorio exhaustivo, al que se sometió Hanamichi, en el que se desmenuzó su historial médico, bastante escueto, sino también el de sus padres, tomando interés especialmente en toda la rama paterna.

Cuando concluyó de hacer preguntas y de escribir, dejo frente a él la estilográfica y cruzó las manos delante como intentando desentumecer los dedos. Su mirada estaba fija en el joven que imperturbable permanecía sentado frente a él.

-¿Tendría algún inconveniente en dejarse examinar por mi? -preguntó sin cuestionarse porque procedía así.

-Ninguno.... -dijo Sakuragi, suponía que le tomaba por un extraño espécimen de la naturaleza y quería comprobar in situ a la persona que había conseguido embarazar a un hombre, solo así se comprendía su actitud- Quiere que me desnude? -preguntó.

-Si no tiene inconveniente..., puede hacerlo tras ese biombo -apartó unos segundos la mirada hacia donde le indicaba cuando volvió el rostro hacia él, no pudo evitar un leve respingo, el muchacho estaba desnudándose delante de él sin ningún rubor.

Carraspeó, al momento bajo la mirada posándola en la cartulina donde comenzó a escribir nuevos datos que aportaran su revisión, estuvo escribiendo antes de atreverse a fijar la vista en el joven.

Aunque él era alto, ese joven la sobrepasasaba por más de una cabeza, al igual que su pareja, al estar sentado, lo primero que veían sus ojos era la virilidad del joven que permanecía inmutable en su presencia, se apresuró a levantarse, dirigiéndose hacia un armario metálico, lo abrió y sacó unos matraces de cristal.

-Quisiera analizar su semen, se siente capaz de dejarme una muestra.

-Ahora?

-Si... -lacónico.

-Por qué no? -sonrió divertido- Puedo vestirse o quiere seguir mirándome? -preguntó.

-En esa sala encontrará una bata -señaló como si no comprendiera el sentido claro de su alusión- Quisiera auscultarle y proceder a una revisión general. También necesito una muestra de orina.

-Aha...

 Quince minutos después escuchó que la puerta se abría.

-Puedo pasar? -preguntó asomando la cabeza.

-Lo tiene? -preguntó sorprendido al verle allí. Y mas aún cuando levantó los frascos y mostro su contenido, los dos estaban a punto de rebosar.

-Espero que sea suficiente -dijo adentrándose en el despacho a su gesto de que pasara.

-Déjelo sobre esa mesa... -señaló una mesa metálica de ruedas- Pase a la consulta enseguida me reuniré con usted.

Terminó lo que estaba escribiendo, recogió las muestras que guardó momentáneamente en una nevera y fue a reunirse con su paciente.

Antes de proceder a una profunda auscultación, le extrajo una muestra de sangre para analizar, tomándole también la tensión, tras esos primeros pasos procedió a verificar los sonidos de su corazón, todo estaba normal, comprobó su movilidad en brazos y piernas, le revisó los oídos y los ojos, comprobó que sus músculos no sufrían contracturas y que se encontraba en perfectas condiciones físicas y también psíquicas, porque tenía ante él a un hombre joven, inteligente y muy seguro de si mismo, procedió entonces a efectuarle un electrocardiograma.

Mientras le preparaba, pensó que tenía que conseguir batas más largas, aquellas en cualquier otra persona eran las adecuadas pero con ellos se quedaban cortas y su sexo asomaba con todo su esplendor bajo la tela. Tomó un lienzo que desplegó por encima de él cubriéndole.

Solo entonces apartó la mirada de su rostro, los labios del muchacho apenas se distendieron cuando le tapó, el continuo llevando a cabo la preparación. Le puso un gel a la altura de la tetilla izquierda y procedió a pegar a su alrededor cuatro de los ocho extremos de los cables conectados al electrocardiógrafo al pecho del joven que esperaba impasible, la última goma quedo adherida un tanto a su costado. Luego procedió a ponerle las pinzas alrededor de ambas muñecas y también en sus tobillos.

-Procure no moverse -le recomendó- Solo serán unos minutos. -pidió mientras se acercaba a la maquina ubicada fuera de la mirada del joven para no distraerlo y la puso en funcionamiento.

Tal como le había dicho enseguida había terminado. Le quito todo.

-Ahí tiene un paño para limpiarse... -miró hacia una mesilla metálica.

Hanamichi se levantó apenas quedo libre de los cables a los que había estado conectado. Mientras pasaba la tela por su pecho quitándose el exceso de gel, se fijo que había quedado señalados en su piel, unos círculos rojizos donde había estado adherida la goma de las pequeñas sopapas.

-Puede vestirse... -dijo mientras observaba la tira de papel. Su corazón no sufría ningún deterioro. Tampoco lo esperaba, porque durante su interrogatorio había sabido que al igual que su compañero hacia bastante deporte, ya que formaba parte del equipo de basquetball de la universidad en la que estudiaba.

Le sintió salir de la pequeña habitación, se quedo allí unos minutos para darle tiempo a vestirse, cuando pensó que ya había transcurrido un tiempo prudencial fue a reunirse con él.

Se sorprendió al encontrarle parado en mitad de la habitación, con una expresión indefinida en el rostro, aún llevaba la bata puesta.

-Se encuentra mal? -se apresuró a ir a su lado- Se ha mareado? -le tomó del brazo para llevarle hacia la habitación de la que había salido y tumbarle en la camilla.

-No..., pensaba en Kaede..., -no se dio cuenta que le llamaba por su nombre- él no corre peligro, verdad? -solo con pensarle, sentía un escalofrío recorrerle la columna vertebral.

-Estoy aquí para impedirlo... tranquilícese... no le será de ninguna ayuda si usted se derrumba preocupado por su seguridad. Es un hombre joven, sano y hasta ahora no hay indicios que pueden resultar preocupantes. Puede llevar a buen termino su embarazo. -se le hacia extraño estar hablando en esos términos de un hombre- Su... esposo, con mi ayuda y la suya, es muy importante que se sienta arropado por su familia, conseguiremos que se mantenga tranquilo. Lo principal es que él se encuentre relajado, libre de preocupaciones, excepto las típicas que pueda tener respecto a su embarazo.

-Cómo cuales? -preguntó inquieto.

-Es pronto hablar de eso, cada mujer reacciona de manera diferente y no podemos afirmar que él pase por esas fases. -dijo no queriendo comprometerse en una afirmación que podía no ocurrir.

-Confió en usted... -se inclinó a recoger su ropa, cuando se incorporó se fijo que el doctor Anglade estaba sentado ante su escritorio y parecía muy ocupado escribiendo. Se dio prisa en vestirse había notado que se mostraba bastante nervioso ante su desnudez. Siendo un ginecólogo lo comprendió. A él le pasaría lo mismo si estuviera en el caso contrario, aunque no sintiera nada ante un cuerpo femenino. Ese debía ser el caso del doctor Anglade.

-Quisiera saber si le es posible que venga a verme junto a su... -dudo otra vez- esposo.

-Tenga la seguridad que estaré aquí con él siempre que usted quiera. Cualquier cosa que Kaede necesite lo tendrá -aseguró con firmeza- Alguna cosa más?

-Por ahora no. En caso contrario, le enviaré recado por intermedio de Komiya-san.

Hanamichi enarcó una ceja al oír el nombre, bastante sorprendido por ese detalle, al instante se dio cuenta de su propio desliz.

-Por cierto..., cuando salga por esa puerta quisiera que olvidará el nombre que he mencionado.

-Nombre?... Qué nombre? -preguntó alzando el rostro como sorprendido de sus palabras- Que tenga un buen día Sato-san.

-Igualmente, Anglade-san... -dijo con una sonrisa comprensiva. Le gustaba ese tipo... era inteligente y sabía lo que le convenía iba pensando en él, mientras cruzaba el desierto túnel que le conducía hacia la residencia principal de Rukawa-sama. Estaba seguro que Kaede estaba en buenas manos, había sido una buena elección la presencia de ese extranjero, aunque al principio pensó que su suegro se había tomado tantas molestias en traerlo de tan lejos. Ahora ya lo sabía. Solo el mejor ginecólogo podía ayudar a Kaede, quien se merecía la mejor atención médica y el mejor cuidado personal, alguien que se mostrará comprensivo con él, que no le tratara como un fenómeno de la naturaleza. Kaede y su hijo eran su prioridad número uno.

Llegó al final del túnel encontrándose ante un muro de granito, su suegro le explicó donde estaba ubicado el .... que permitía que el muro se abriera, desembocando en el despacho de su suegro, en ese momento él no estaba pero si Kaede, que se levantó raudo al verle aparecer.

-Por qué has demorado tanto? -se sentía nervioso, llevaba fuera más de dos horas.

-Tranquilo... ha sido como un examen médico rutinario. -dijo abrazándole al verle tan inquieto- Y tú deberías estar tranquilo. No debes agitarte.

-No soy ningún debilucho -protesto.

-No..., tienes razón.... no tengo motivos para inquietarme por ti, o por mi hijo... -bajo la mirada hacia Kaede que se turbo al oírle hablar.

-Disculpa... no se lo que digo.

Hanamichi asintió pensando en lo que comentó el doctor Anglade, aquello debía ser una de esas cosas típicas de embarazadas.

-Lo sé. -le dio un beso suave haciéndole saber que todo estaba bien.

Sin apartar el brazo de su cintura le llevó fuera del despacho, hacia el cuidado jardín, para reunirse con Kae que también se mostraba impaciente por él. Lo supo cuando le vió soltar un suspiro de alivio.

-No he podido sacarle del despacho -dijo a modo de justificación.

-Si, mi zorrito es bastante terco.

-Do'aho... -dijo acomodándose contra su costado, dejándose acariciar, sin importarle la presencia de su gemela. Estaban tan compenetrados que se comprendían sin necesidad de hablar.

 

Hasta el próximo capítulo....

Paz

 

Notas finales: Lo sé, es corto, pero no sabía que más poner.

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