Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Beyond 2 Soul por hikari shindou

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Lo logreeeee! 

¡Enjoy! 

Una semana había pasado desde lo ocurrido con el condensador. No se hablaba mucho de ello en el laboratorio. Es como un acuerdo silencioso, en donde no se quería revivir esa noche.

Pase alrededor de todo un día completo recuperado mis fuerzas, no es que fuera un debilucho, más bien se trataba porque de mi mente no podía sacar a todas esas personas que fueron asesinadas por querer comprender algo que no está en sus manos. Jugaron con fuego y esos fueron los resultados.

Shinra se tomó unos días libres para ir a visitarme. Al ser un asunto clasificado no pude decirle libremente de lo que se trataba. Además él no tiene por qué saber de esa atrocidad. Esos días en que mi buen amigo –casi hermano- me vistió, aprovechamos para teñirme el cabello.

El rostro desfigurado de sorpresa de Shingen no tuvo precio. El pobre científico imagino que solo eran habladurías de pequeños niños planeando una travesura que jamás llevarían a cabo. Grande fue su error, porque no solo se quedaría en palabras: Lo hice. Me teñí mi cabello a uno rubio.

Lo malo es que debo aplicarme el tinte cada cierto tiempo para mantener el color. Tal vez esto de teñirme el cabello no fue tan buena idea. ¡Ya sé! Tal vez le diga a Tom que elabore un tinte más duradero. El ayuda a creer algunos de los aparatos que se utilizan para las investigaciones ¿Qué tan difícil pude ser fabricar un tinte? Para él debe ser ultra sencillo. Luego se lo pediré.

Como ya era costumbre me encontraba junto a Shingen y Tom en la sala de experimentos, justamente probando mis habilidades.

Tenía puesto mí ya habitual casco neuronal y frente a mis varios objetos: Una caja de música, una fotografía de una señora que no conocía, un libro de pasta vieja.

-          ¿Listo? –  Pregunto ansioso Shingen. Asentí con la cabeza. – ¡Tom! – Alzo la voz para que su compañero escuchara. Se encontraba más retirado de nosotros, sentado frente a un montón de monitores.

 

-          Si – Respondido atento – ¡Grabando! – Presiono algunas teclas y el sonido de la cámara grabando el procedimiento llego a mí.

 

-          Concéntrate, Shizuo – Pidió amablemente el científico. Tome en mi poder a fotografía de la señora y no sucedía nada. El procedimiento consistía en que pudiera revelar de donde provenían los objetos. Visualizar con ellos como lo hago en ocasiones con las personas. – Dime si alguno de estos objetos te provocan una sensación en específica. – Es mi imaginación ¿O Shingen se mostraba ansioso por el resultado? Decidí ignorar ese hecho. Después de todo es un científico que busca respuestas. Y en todos estos años presiento he hecho que se formule más preguntas que respuestas.

 

Iba a tomar en mis manos el libro viejo, pero la caja de música llamo más mi atención. Al momento de abrir la caja, la música comenzó a sonar. Concentrándome un poco más logre tener imágenes en mi cabeza.

Se trataba de Shingen. Le estaba obsequiando esa bonita caja musical a una mujer. En mi visión ambos se mostraban felices. Lamentablemente no pude apreciar como yo quería el rostro de la dama.

-          Pequeño  – Al momento de soltar la caja, me estremecí por la visión – ¿Estas bien? – Preguntó curioso e intranquilo el mayor.

 

-          Sí, estoy bien

 

-          ¿Has visto algo? – Por supuesto que vi algo. Más no me sentía cómodo revelando algo de su pasado. Decidí mentir. No piensen mal. Digamos que es de esas mentiras blancas.

 

-          No, estaba…estaba borroso. No he visto nada. Lo lamento. – Y esa disculpa era por la mentira que dije frente a su cara. Desvié la mirada avergonzado.

 

-          ¿Si? – Tom detuvo la grabación para responder a su celular. – ¿Shingen?...De acuerdo, se lo diré. – Giro su silla giratoria hacia nuestra dirección. – Amigo, ha venido a verte una tal Namie Yagiri, dice que ya sabes de qué se trata… – En una fracción de segundos su mirada se tornó sería.

 

-          Si. – Se levantó del asiento cansadamente – Ahora mismo regreso.

 

Decidí retirarme el casco neuronal mientras lo esperaba. Las puertas eran de cristal así que me permitían una vista formidable de Shingen junto a la tal señorita Namie Yagiri. Y digo señorita por que se apreciaba que era joven.

-          ¿Estarán discutiendo? – Pregunto curioso Kasuka

 

-          Eso parece. Shingen no se ve realmente alegre.

 

-          Tal vez deberías ir a darle apoyo.

 

-          ¿Y si me regaña? – Pregunte dudoso

 

-          Te preocupa más un regaño que ayudar a tu amigo. ¿En verdad eres el mismo tipo que  cerro un portal infestado de entidades malignas? – Cometo burlonamente Kasuka

 

-          De acuerdo, de acuerdo. Deja de agredirme mentalmente – Abrí la puerta decidido a rescatarlo de esa mujer que lo estaba haciendo pasar un mal momento. Cuando me vieron, detuvieron su conversación. El rostro de Shingen era de preocupación, mientras que el de Namie era de molestia.

 

-          ¿Qué ocurre Shingen? – Pregunte, ignorando a la mujer presente. – Luces disgustado.

 

-          Shizuo – Su tono de voz me revelaba que no era algo bueno lo que estaba sucediendo. – Ella es Namie Yagiri, de la CIA – La mujer asintió con la cabeza como forma de saludo. La observe quisquilloso. Si lograba esa actitud de desagrado  en Shingen no era alguien digno en quien confiar. – La agencia… –  Dudo en continuar – La agencia quiere que te unas al programa de su  academia militar en Camp Ikebukuro…La señorita Namie, será una de las personas de las cuales se encargara de ti a partir de ahora. – Nuevamente mi mirada se centró a la mujer. – Tienes que irte con ella Shizuo. – Estaba a punto de gritarle a esa tal Namie, pero lo que Shingen pronuncio a continuación, me congelo. – Hoy – Sonó como un susurro, un eco a la lejanía, pero que aun así retumbaba en mi cabeza una y otra vez. 

 

Explote.

No pude contener mi enojo.

 

-          ¡¿Por qué debo irme?! ¡No he hecho nada malo! No recientemente. Me estado comportando debidamente. Además, ¿Qué pasa con los experimentos? – Mi voz que en un principio era fuerte y alta por los gritos, paso a ser un susurro lastimero. –  Creía…Creí que éramos un equipo.

 

-          Lo siento, pequeño – Sus ojos me miraban con decepción y tristeza. Sé perfectamente que no es su culpa, que arriba del puesto de Shingen existen otras personas con sitios sumamente poderosos. Él no es más que otro peón. – No está en mis manos. Ojala así fuera…pero no. – Agacho su cabeza derrotado.

 

-          ¡Para este departamento solo soy una rata de laboratorio! – La puerta detrás de nosotros se abrió, integrándose a esta discusión Tom. Aunque él tampoco pueda ser algo al respecto ante la situación.

 

-          ¿Alguna vez piensan en lo que realmente quiero? – Continúe con mi enfado. Tal vez lo que estoy haciendo es un berrinche. Pero, pónganse en mi lugar. La DAP, aunque sea un laboratorio lleno de experimentos paranormales es al único lugar al cual pertenezco, no es un hogar. Pero es lo único que conozco.

 

-          Shizuo…– Se acercó a mí, tomándome de los hombros, tratando de que entrara en razón. –  Es difícil, pero…tienes que entenderlo. Es una gran oportunidad para ti.  – Negué con la cabeza dolido.

 

-          Nadie va a decirme que hacer con mi vida. – Di un paso hacia atrás para alejarme de Shingen.

 

-          Escucha, mocoso. Me importa una mierda que te pongas hacer berrinches. – Tomo la palabra la mujer. Si, se encontraba moleta por hacerla esperar y tener que presenciar mi despedida con mis amigos. – Puedes hacer todo el escándalo que tú quieras, siempre y cuando sea en silencio y hagas lo que se te pida.

 

¡Suficiente! Eso fue lo único que necesitaba para que me enfureciera aún más. Shingen y Tom solo dieron un paso en retroceso. Ellos bien sabían que lo que esa Namie me dijo solo fue contraproducente.  La observe con ojos de “No debiste meterte” y de pronto con ayuda de Kasuka las puertas de cristal comenzaron a temblar, amenazando con romperse, las luces parpadeando y las sillas que se encontraban cerca ahora flotaban.

-          ¡Vayaa~! Pero qué ambiente tan más tétrico tenemos aquí. – Una desconocida voz se sumó a la discusión. Todos giramos a verlo: Se trataba de un muchacho, incluso me atrevo a decir que se miraba más joven que yo. ¡Por dios santo, no parece que sobre pase los doce años!

Mí supuesto berrinche llego a su fin, las cosas volvían a la normalidad. Ese niño llamo por completo mi atención.

-          Lamento haberme desviado del camino, Namie –  Hablo divertido el más joven y me era extraño no ser yo. – Algo de nostalgia vino a mí mente al recorrer nuevamente estos pasillos. No han cambiado mucho. – Sus ojos, esos ojos color carmesí me miraron fijamente, provocándome un escalofrío.  –  Siguen siendo igual de tenebrosos que siempre.

 

-          ¡Waaa! ¡Shizu-chan! – Se acercó eufóricamente, regalándome un abrazo. – Es bueno volver a verte. Y mejor aún, porque  en esta ocasión no estas inconsciente.

 

-          ¿Nos conocemos? – Me aparte de él.

 

-          ¿Qué? ¿Acaso lo has olvidado? – Pregunto fingiendo angustia. – Por supuesto que lo olvidaste – Susurro, siendo yo, el único que lo escucho. – No importa. Es mejor que vayas por tu maleta para irnos.  – El pelinegro se colocó detrás de mí para comenzar a empujar y así moviera mis piernas. – Entre más rápido salgamos de aquí, mejor. Este lugar me sigue provocando nauseas.

 

-          ¡Momento! – Utilice fuerza en mis piernas y poder frenar el andar. – No he dado mi aprobación para que me manden a ese lugar. – El menor dejo salir una gran carcajada.  – ¿Qué es lo que te provoca tanta gracia?

 

-          No necesitamos de tu aprobación para mandarte al campamento. Es una orden, quieras o no debes de cumplir. Acostúmbrate. Por qué a partir de que salgas de estas instalaciones y pongas un pie en ese campamento, automáticamente te convertirás en un soldado. Y tu única ley es la que tus superiores te dictan.

 

-          ¿Cómo es posible que un enano como tu conozca tanto al respecto? – Respondí enfadado, no apartando la mirada de sus ojos.

 

-          De la misma manera en que un simio sin neuronas está apegado a una entidad desde su nacimiento. – Era obvio que si esta pulga esta con la CIA conociera mi secreto. Pero simplemente enfurecí por no tener voz en esta situación. – No tuvimos elección. – Agrego, apartándose de mí por completo.

 

Gire mi cuerpo para mirar a Shingen y a Tom, estos me miraban con angustia.  Estaban preocupados.  Corrí hacia ellos y los abrace fuertemente.

 

-          Iré por mis cosas. – Comente antes de dirigirme a mi habitación.

 

-          Solo lo básico, en Camp Ikebukuro tenemos todo lo necesario. – Informo la única mujer presente.  La fulmine con la mirada antes de salir.

 

-          Namie – Nombró con los brazos cruzados el pelinegro.

 

-          ¿Qué?

 

-          ¿Es que nunca puedes guardar silencio?

 

-          Pero si estuve callada la mayor parte del tiempo – Hablo tranquilamente la mujer de largo cabello.

 

-          Entonces es tu simple presencia que no es grata para nadie.

 

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

                Cerré fuertemente la puerta de mi habitación. No me importaba si esta se rompía. Comencé a meter en una maleta unas cuantas pertenencias. Guarde poca ropa, no molestándome en doblarla debidamente. Me dirigí a mi escritorio y tome entre mis manos varias fotografías: En una de ellas nos encontrábamos Shingen y Tom, en la segunda fotografía solo aparecíamos Shinra y yo. Sonreír nostálgicamente. En esta última foto mi amigo y yo hicimos el reto de a quien le cabían más malvaviscos en la boca. Obviamente, el vencedor fui yo. Tome los dos recuerdos impresos en ese pedazo de papel y las guarde en la maleta. Me gustaría llevarme una de Celty, pero estoy seguro que en cuanto la vieran la destruirían. Celty sigue siendo un secreto de estado.

                Al entrar al baño solo tome mi cepillo de dientes y ya por ultimo me dispuse a guardar unos libros, dudo que en ese tal campamento tengan algo interesante que leer.

Por último dudaba en si llevarme a mi pequeño peluche. ¡Si! Tengo quince años y tengo un conejo de felpa color gris al cual atesoro. Ese fue el primer obsequio que me dio la primera persona que considere un amigo.

¡Que más da!  No voy a dejar olvidado uno de mis tesoros por miedo a unos sudorosos y musculosos militares. Si en algún momento se metían conmigo, conocerían mi furia.

                En la puerta principal del DAP un auto ya nos esperaba para llevarnos al Camp Ikebukuro. El chofer tomo mi ultra ligero equipaje, colocándolo en la cajuela.

-          No te preocupes. – Hablo Tom con una sonrisa en su rostro –  Te ira genial   – Me abrazo fuertemente. – Voy a echarte mucho de menos, pequeño. – Retuvo un pequeño quejido, no deseaba que lo viera llorar. Se alejó limpiándose las lágrimas.

 

-          Iré a verte en cuanto me sea posible. – Ahora fue el turno de hablar de Shingen. – Nunca te abandonaría, lo sabes ¿Verdad? – Un último abrazo de despedida no era mal recibido. – Siempre estaré a tu lado.

 

-          Es hora  – Juro que estoy comenzando a odiar a esa tipa. Siempre abriendo la boca cuando es menos prudente.

 

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

-          ¡Bienvenido! Espero y sea de tu agrado. Sería una lástima que no lo fuera porque será tu hogar por los próximos tres largos años: Acostúmbrate.  – Fue lo primero que comento el niño al mostrarme mi habitación. Es mucho más pequeña que la anterior. – Te dejo desempacar. – Con toda la intención de dejarme solo se dirigió a la puerta, pero lo detuve.

 

-          ¿Cuál es tu nombre? – Sonrió divertido. – Dudo que quieras que te siga llamando pulga.

 

-          En verdad lo olvidaste  –  Nuevamente ese comentario.

 

-          ¿Podrías ser claro al respecto, por favor? – Pedí amablemente, y eso es mucho. No suelo ser una persona paciente. Pero tampoco iba a mostrar inmadurez frente a un niño menor que yo. Debo comportarme. Se mantuvo en silencio un momento. Examinándome, eso me podía nervioso  – ¿Qué? ¿No me dirás tu nombre? ¿O me dirás de donde nos conocemos?

 

-          Orihara…. Mi nombre es Orihara Izaya. Más te vale que no lo vuelvas a olvidar. Y en lo que respecta de donde nos conocemos….te lo dejare en duda. Empezaras a entrenar a las cinco de la mañana. Se puntual. – Agrego serio antes de retirarse por completo.

 

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

                Existió ocasiones en las que me despertaba muy de madrugada ¡Pero no para hacer un ejercicio de muerte! ¿Por qué necesariamente tengo que asistir a una academia miliar? Qué más da. Lo único que puedo hacer ahora es realizar el ejercicio sin queja alguna, porque si reprocho me ira mucho pero.

No es que fuera difícil, de hecho se me hacía fácil gracias a mi fuerza y destreza.  Lo que me molestaba era el tener que levantarme temprano todos los días. Y la risa burlona de la estúpida pulga no me era grata de escuchar.

En ocasiones, cuando un ejercicio no me salía bien a la primera, ese pequeño mocoso siempre se encontraba para burlase de mi error. ¿Qué no tiene sus propios asuntos en los cuales meterse?

A todo esto ¿Cuál es su papel en este campamento militar?

¡Ya he pasado un mes en este campamento y todavía no me explico su estadía en este lugar! Hoy en el almuerzo le preguntare. Dudo que él tenga otra cosa más interesante que hacer.  Esa molesta pulga siempre se encontraba solo en el comedor.

~*~*~*~*~*~~*~*~*~*~*~

Siendo ya la hora de la comida, me acerque con mi charola a la mesa donde ese pequeño pelinegro se encontraba. Como ya era costumbre se encontraba completamente solo.

-          ¿Sabes? – Llame su atención al colocar mis alimentos frente a él, dispuesto a sentarme para compartir la mesa. Sus ojos expresaban una mezcla de sorpresa y confusión. – Desde que llegue aquí Kasuka y yo nos hemos hecho varias preguntas  – Me miro atento  –  Y una de ellas es ¿Por qué siempre te sientas a comer solo? Sé que desprendes cierto desagradable olor, pero creo que puede llegar a ser tolerable. – Termine de hablar, esperando que con eso no se sintiera una atmosfera pesada.

 

-          ¿Qué es lo que quieres, Shizuo? – Preguntó cauteloso.

 

-          Quiero respuestas y espero que tú puedas dármelas. Además, debo admitir que me da pena que el único niño presente este completamente solo como todo un antisocial.

 

-          ¿Te identificas? – Contesto en una pregunta. Sabía que refería a mi vida en el laboratorio.

 

-          No mucho. A diferencia tuya. En DAP yo nunca me miraba tan solitario como tú. He tenido tiempo para conocer a las personas que me rodean y algunas de ellas las considero dignas de confianza. 

 

-          Créeme cuando te digo que soy la persona que conoce la mayoría de los secretos que pueden existir en este lugar. –  Se inclinó más hacia adelante para acortar nuestra distancia.  – Y no solo en esta base militar. Conozco la vida de cada una de las personas que se encuentran aquí.

 

-          Conoces sus vidas, sin embargo no las conoces en realidad. – Los ojos carmesí expresaban fastidio. Él no era una persona que le agradara los discursos filosóficos. – En fin, no estoy aquí sentado para discutir una manera de ser mas sociable.  – Su mirada cambio a una de agradecimiento. – ¿Qué es exactamente lo que un mocoso como tu hace en un lugar como este? – Izaya escondió su sonrisa tras su mano.

 

-          Te agradecería que la próxima vez que conversemos, seas directo. Detesto los discursos de introducción.  – Aun mantenía su mano sobre su boca ¿Por qué esconder esa sonrisa? Es lindo cuando una persona sonríe.  Y más viniendo de él. Le regresaba un aire de inocencia a su personalidad.

 

-          Orihara  – Nombro una voz ajena  – Solicitan su presencia en la oficina de la señorita Namie Yagiri. – Sin esperar respuesta alguna el cadete se apartó de nosotros. Y la misteriosa pulga se levantó.

 

-          Espera  – Tome su mano para evitar su retirada.

 

-          ¿Acaso tratas de impedir que acuda a mi llamado? Eres una mala influencia para mí Shizu-chan~~ 

 

-          Ve a mi habitación más tarde, la puerta estará abierta. Nuestra conversación no ha terminado. – Sonrió de manera picara.

 

-          De hecho nunca inicio.  – Delicadamente se liberó de mi agarre. Mis ojos expresaban desesperación por conocer respuestas. Izaya suspiro cansado. –  Iré. Pero que quede claro que es por pena ajena y no porque me agrades.  – Como respuesta tan solo sonreí agradecido. Él tan solo se alejó.

 

~*~*~*~*~IZAYA*~~*~*~*~*~*~

El hecho de que Shizuo se halla acercado a mí me desconcertó. Daba por seguro que en toda su estadía en el Camp Ikebukuro no me dirigiría la palabra al menos de ser necesario. Creo que sus deseos por conocer respuestas fueron mayores.

Pero ¿Qué le hizo pensar que yo podría ayudarle con sus problemas? Tal vez es porque al ser el más joven en esta base me vio con confianza. Tonterías. Es de mí quien debe tener más cuidado.

Me dirigió a su habitación, giro el pomo de la puerta sin tocar y como el anteriormente dio: Se encontraba abierta. El lugar estaba vació. ¿Qué se cree esa bestia? Citarme para exigir respuestas para que al final no esté presente.

¿Qué clase de preguntas hará?

Me adentre por completo en la habitación no importándome el no cerrar debidamente la puerta. Recorrí el lugar. No había muchas pertenencias que apreciar. Tan solo unas viejas fotografías de shizuo con lo que imagino son sus amigos en el laboratorio.  Libros que me provocaron risa ¿Fenómenos paranormales? Bueno, supongo que todavía trata de encontrar una explicación a su situación actual con Kasuka.

Decidí sentarme en la cama mientras esperaba a que hiciera acto de presencia. ¡Maldita bestia! Si de por si no me agrado el hecho de que olvidara cuando nos conocimos. Su impuntualidad solo está ayudando a que crezca mi rencor hacia él.

No respetaría su intimidad. Estaba cansado, así que mejor me recostaría en su cama para descansar un poco los ojos.

-          Ni hacer correctamente la cama puede hacer – Un incómodo bulto debajo de su almohada me impidió acomodarme placenteramente. – Pero ¿Qué...? – Iba a continuar con los insultos, pero lo que encontré me dejo completamente en blanco. – Esto es… – Tome  en mis manos ese pequeño conejo de felpa. Acariciándolo delicadamente. ¿Cómo es posible que todavía lo conserve? Han pasado tantos años. Y se nota que lo ha cuidado debidamente.

 

-          Estas aquí. – Dirigí mi mirar hacía la puerta. Shizuo secaba su cabello con una toalla.  Acababa de volver de las regaderas. Yo seguía sin moverme y hablar. – Lamento haberte hecho esperar – Cuando levanto su vista para verme, su mirada despreocupada se tornó a una de pánico en cuestión de segundos. Rápidamente cerró la puerta, acercándose furiosamente, arrebatándome de las manos al peluche. – ¡¿Qué crees que etas haciendo?! – Hablo furioso. Protegiendo en sus brazos a ese muñeco…atesorándolo. Mis sentidos seguían aturdidos. – ¡Responde! – Su grito me regreso en sí.

 

-          No sé de qué te quejas. Si fuiste tú el que me pidió venir. – Respondí serio. Shizuo respiro y al parecer eso le ayudo a tranquilizarse.

 

-          Lo lamento. Es solo que me sorprendió el encontrarte con un uno de mis preciados tesoros. – Aparte mi vista. No podía permitir que se diera cuenta que eso me sorprendió y enterneció, y más porque ese rubio teñido se avergonzó al decirlo. Coloco al peluche de vuelta en la cama y continúo secándose correctamente el cabello.

 

-          ¿De qué es lo que querías hablar?  – Inicie a dialogar.

 

-          Me intriga el hecho de que tú conozcas todo sobre mí, pero yo no conozca nada respecto a tu vida. – Lo mire incrédulo. ¿En verdad quería hablar de esto? – Tan solo sé tu nombre.

 

-          ¿Y no es suficiente?

 

-          ¡Por supuesto que no! – Suspire cansado. – ¿Qué edad tienes? Me es imposible creer que un niño como tú se encuentre en un lugar como este. Y lo más importante ¿De dónde nos conocemos? – Sonreí con ironía.

 

-          Shizuo-chan~ Tu estuviste en una misma situación. Desde que naciste has vivido en DAP. No sé de qué te sorprende el hecho de que yo esté en Ikebukuro – Levante los hombros para que notara mi despreocupación.

 

-          Tengo un ente apegado a mi ¿Cuál es tu excusa? – Cruzo los brazos serio.

 

-          Fui abandonado por mi familia y la CIA decidió entrenar a un niño para que en un futuro formara parte de las misiones. – Sus brazos se deslizaron lentamente. –

 

 

 

~*~*~*~*~SHIZUO*~~*~*~*~*~*~

                No somos tan diferentes después de todo. Tan solo somos dos seres que sufrieron las consecuencias que el destino tenía escrito. Nuestras vidas han sido duras desde que nacimos. Pero es notable que él la ha pasado pero.

-                         Yo en el laboratorio he podido hacer amigos, siendo mi estadía menos asfixiante. Pero él…no parece tener a ninguna persona en quien apoyarse. En DAP tan solo son experimentos para entender el poder de Kasuke, pero esto es una base militar. Es obvio que su vida ha sido puro entrenamiento duro. Si yo, que llevo un mes en este lugar me doy cuenta de lo estricto que son. Años de siempre lo mismo, provocaron esa barrera de defensa en el pequeño.

 

-          Izaya – Levante mi brazo a su dirección, tratando de brindarle una caricia.

 

-          Ahórrate tu compasión. No la necesito. – ¿¡Pero que le sucede?! Trato de ser amable, pero con esa actitud no se puede.

 

-          Shizuo, tú mismo lo has dicho. Son años lo que construyen esa barrera. Lo que menos necesita es que un torpe sienta lastima hacia su persona. Trátalo como un igual. No como un niño al cual proteger.

 

-          Tan solo tenías un moco en el rostro. – Dije burlonamente. – Me estaba desesperando. No podía seguir con esta conversación seriamente.

 

-          Que amabilidad de tu parte. – Sonrió altaneramente.

 

-          Soy un alma muy bondadosa, pero demasiado impaciente.

 

-          ¡Vaya! Otra cosa que tenemos en común. Solo que existe la diferencia en que yo no dejo esperado a las personas. – Me ataco con palabras. – ¿Es todo lo que querías saber? – Pregunto, tomándose la libertad de acostarse en mi cama.

 

-          ¿Qué edad tienes? A simple vista no te ves mayor de doce años.

 

-          ¿Tan joven y radiante me veo? ¡Genial!

 

-          No desvíes el tema y responde – Dije fastidiado.

 

-          No desvío el tema Shizuo. – Respondió alegre. – Tengo trece años.

 

-          ¡¿Trece?! – Hablo sorprendido Kasuka – ¡Shizuo! Pregúntale sobre su entrenamiento.

 

-          ¿Para qué? – Pregunte curioso.

 

-          Curiosidad.

 

-           Kasuka quiere saber sobre tu entrenamiento – Pase el recado a un Izaya desconcertado.

 

-           ¿Qué es lo que quiere saber?

 

-          Conociéndolo: Todo.  

 

-          Veamos. – Puso pose pensativa –¿Por dónde empezar? He entrenado desde los nueve años. Mis habilidades están por mucho arriba  que las tuyas en estos momentos. Todos estos años me he desenvolviendo en el sigilo, habilidad con el manejo de armas, pero mi área favorita es la tecnología. El vaciar todos los datos de las bases militares enemigas, el descifrar códigos es un juego de niños para mí, gracias a que mi coeficiente intelectual es  alto.

 

-          ¡Momento! ¿Has estado en misiones de campo?

 

-           Si –  Contesto calmadamente. – Fue cuando tenía once años, los superiores decidieron que ya estaba listo para integrarme en el campo. De hecho, Namie me acaba de asignar una misión para la próxima semana. – Analizo sus palabras. Probablemente en una estrategia.

 

-          ¿Qué es lo que un mocoso como tu haría en un campo minado? ¡¿De qué te ríes?!

 

-          ¿Campo minado? Creo que has visto demasiadas películas de acción. – Continúo riendo. – El partir a una misión no solo es ir a un campo abierto donde encontraras bombas y explosiones. También es de buscar información que nos puede ser útil.

 

-          Entonces tu solo vas en busca de información. ¿Nunca has disparado un arma? – No espere respuesta, para mi es obvio que no. – Menos mal.  Suerte que eres sumamente inteligente para que no te toque el trabajo sucio. – Su mirada se apartó de la mía.

 

-           Es mejor que me vaya. Se está haciendo tarde. – Comenzó a bajarse de la cama. – Tengo que iniciar hacer los preparativos para la misión. – Asentí con la cabeza comprensivo.

 

-          Mi puerta siempre estará abierta – Hable, invitándolo a venir cuando desee. No está mal platicar con alguien de vez en cuando.

 

-          ¿Ahora somos amigos? – Pregunto curioso.

 

-          Solo si tú deseas – Respondí calmado, pero por dentro me moría de ansias. Tener un amigo en quien confiar en este lugar infestado de hombres llenos de testosterona no sería para nada desagradable.

 

-          Nos vemos luego, Shizu-chan~ – Cerro la puerta cuando se fue.

 

-          Creo que eso fue un no. Lo siento amigo – Se lamentaba Kasuka

 

-          ¿De que estas hablando? Ese “Nos vemos luego” fue una respuesta positiva. – Sonreí más que alegre.

 

-          Si tú lo dices… ¿Sabes? Nuevamente no te dijo de donde se conocen

 

-          ¡¿Queeee?! ¡Maldición! – Grite desesperado. Maldita sabandija. Ya llegara el día en que me lo diga. No puede dejarme con la incógnita toda la vida ¿O sí?

 

 

Notas finales:

Espero y les haya gustado. ¡Muchas gracias por leer! <3 
16.Julio.17 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).