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Una pequeña historia de amor. por KiKe Stroud

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Notas del capitulo: Espero que a todos os guste, principalmente a ti Aisa. Besitos a todos y nos e olviden de dejar comments. ;)
En una noche como otra cualquiera, Padfoot andaba vagando muy solo y aburrido por los terrenos de Hogwarts; lo hacía siempre que no podía dormir.
Estaba en los alrededores de la casa del guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts, y se le ocurrió pasar cerca del sauce boxeador; cuando estuvo tumbado a sus raíces después de haber colocado un palo de forma que tocara el nudo que hacía que se calmara, oyó unos lejanos sollozos que provenían del túnel subterráneo que había entre las raíces del viejo árbol.
Padfoot se metió por el agujero que conducía al pasadizo y empezó a recorrerlo mientras los llantos se hacía mas intensos a medida que se acercaba a la casa de los gritos.
Cuando llego asomó la cabeza por una pequeña rendija que había en la puerta entreabierta.
Remus estaba allí, sentado, derramando una lágrima tras otra.
Padfoot se transformó y Sirius Black entró por la puerta.
-¿Qué te pasa Rems? Se te oye llorar desde el sauce boxeador.
-¿Y qué haces tu en el sauce boxeador a estas horas de la noche?-preguntó secándose la lagrimas-. Podría quitarle puntos a Griffindor por esto.
-¿Y entonces tu qué haces tu en la casa de los gritos exactamente a la misma hora?
-No quería que me vierais llorar en la habitación... ni en ningún lado...por eso me vine aquí.
-Te falló el plan.
-Siempre metes las narices en todo.
A medida que hablaban sus cabezas se iban acercando.
-¿Y porqué llorabas, Rems?
-Por ti...
-¿Por mi? No te he hecho nada.
-Exacto. Nada. Nunca me has hecho caso.
-Claro que si. Eres uno de mis mejores amigos.
-Pero el mejor es James.
-Eso no tiene nada que ver.
-Lo sé. Lloraba porque te amo y no soy correspondido.
-Tal vez siempre has sido correspondido.
-Tal vez no es una afirmación.
Sirius besó a su amigo con una furia que jamás había sentido; lo recostó mientras lo besaba y lo desnudaba al tiempo que se desnudaba el.
-Sirius...
-¿Qué?
-Me gustaría hacer...el amor...
-Es lo que vamos a hacer.
-Quiero hacer el amor...bueno...con Padfoot.
Sirius lo miró extrañado, pero si eso era lo que quería, eso era lo que le daría. Se transformó en perro mientras Remus se terminaba de desnudar; Cuando terminó de hacerlo acarició el lomo del perro desde la parte de atrás mientras con su miembro pedía permiso para introducirse en el gran perro negro que tenía delante. El perro le dio permiso con un grave, pero dulce gruñido y Remus penetró en el lentamente su miembro hasta el fondo y luego comenzó a aumentar la velocidad con que movía sus caderas hacía delante y hacía atrás.
Remus gemía mientras Padfoot gruñía de forma que aquel que lo poseía supiera que le gustaba.
Remus continuó haciéndole el amor a aquel enorme, fiero y a la vez tierno perro negro en el que Sirius se había transformado. Al fin tenia entre sus piernas al ser que más había amado en toda su vida.
Remus le hizo el amor durante unos cinco minutos aproximados para luego salir de el y correrse en su lomo mientras Padfoot esperaba impaciente que lo hiciera; luego Padfoot volvió a ser Sirius y juntitos y abrazados se quedaron dormidos.
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Sirius despertó diez minutos antes del amanecer y contempló a aquel hombre que lo había hecho suyos unas cuantas horas antes.
Miró el reloj y en seguida despertó a Remus con un profundo beso.
-Tenemos que darnos prisa para que los chicos nos despierten en las camas del dormitorio.
Se vistieron y echaron a correr por el pasadizo lo más rápido que les permitieron sus piernas; por suerte no encontraron a nadie por el camino.
Cuando llegaron al dormitorio de la torre de Griffindor se metieron jadeantes en su cama correspondiente y se fingieron los dormidos cuando, diez minutos mas tarde, James y Peter se levantaban y empezaban a vestir; Sirius se empezó a desperezar y abrió los ojos poco a poco, como si hubiera dormido largo y tendido durante toda la noche; Remus lo imitó.
Dieron los buenos días a cada uno y ellos también empezaron a ponerse el uniforme para bajar al gran comedor para el desayuno.
Comieron sin pronunciar ni una sola palabra, y al terminar de desayunar bajaron a las mazmorras para su clase doble de pociones con los Slytherin.
Esa clase nunca había sido interesante; Horace Slughorn se encargaba de ello día tras día; pero ese día, cuando llegaron, el aula estaba completamente vacía.
Poco después apareció Lily con un pergamino enrollado en la mano; lo desenrollo y lo leyó en voz suficientemente alta como para que todos la escucharan:
Yo, Albus Dumbledore informo a los alumnos de quinto curso que el profesor Horace Slughorn no podrá asistir a dar sus clases por un tiempo indefinido; buscaremos a alguien que lo sustituya lo antes posible.


Por favor diríjanse a la biblioteca a esperar su próxima clase.
En cuanto Lily terminó de leer y de doblar el pergamino todos se fueron de mala gana a la biblioteca a esperar que tocara la campana que notificara la llegada de su próxima clase.
Sirius agarró a Remus por la cadera delante de todos y lo besó de una forma que nadie hubiera esperado; Cuando se separaron el propio Remus se quedó paralizado unos instantes antes de pronunciar palabra alguna.
-Sirius...¿Qué...qué haces?
-Besarte- y luego subiendo el tono de voz añadió-. Quiero que todo el mundo se entere que amo a Remus Lupin y que de hoy en adelante será mi pareja formal.
Todas y cada una de las personas presentes en aquel pasillo se quedaron mirándolos cuando Sirius agarró a Remus por la mano y lo llevó con el a un aula vacía que había cerca del grupo de quinto que habían dejado atrás.
Al entrar en el aula ninguno supo que decir. Se limitaron a estar callados mirándose el uno al otro.
-Remus...-consiguió decir Sirius unos minutos después-. Lamento haber hecho eso pero es que no podía callármelo Más tiempo.
-No tenía ni idea de que sintieras eso por mí.
-Yo lo he sabido desde aquel momento en el expreso de Hogwarts en que vi tu pelo castaño por primera vez, tus ojos dorados que cautivaron los míos en un solo instante. Me di cuenta en el momento que pronunciaste mi nombre por primera vez con esos labios con los que desde entonces he soñando noches seguidas.
-Sirius...
Sirius evitó que Remus continuara esa frase dándole un largo, sensual, húmedo y placentero beso.
El beso condujo al indomable Sirius a bajar sus labios por el cuello de Remus mientras el otro, poco a poco, se recostaba en el suelo.
Desabotonó la camisa blanca que llevaba Remus mientras aflojaba la corbata con la otra mano a la vez que recorría el cuerpo del castaño con sus labios.
Cada centímetro que Sirius recorriera era suficiente para que Remus gimiera de una forma demasiado escandalosa así que Sirius lo ató a unas mesas y lo amordazó después de besarle mediante un hechizo.
Después de desnudarlo completamente busco con sus dedos la entrada de Remus mientras lamía su miembro; suave, despacio y dulcemente.
Lamió la entrada del lobito y le penetró sin ni siquiera prepararlo para la embestida tan fuerte con la qué lo hizo suyo. Un fino hilillo de sangre calló por su trasero, proveniente del ano.
Sirius vio como Remus ponía caras que se podían interpretar como caras de placer o mas bien como caras de dolor.
No paraba de pellizcar los pezones mientras lo embestía con una dureza casi mortal; de vez en cuando le mordía un pezón para luego lamerlo y darle un pequeño soplido con el que a Remus se le erizó todo el pecho, mejor dicho, todo el cuerpo.
Remus notaba un dolor intenso y a la vez placentero en cada embestida que Sirius le proporcionaba; podía sentir la mano de su compañero en su erección moviéndose rápidamente hacia arriba y hacia abajo mientras el intentaba gritar y la mordaza se lo impedía.
Por fin Remus eyaculó en la mano que Sirius tenía en su erección; poco después Sirius eyaculó en el interior del lobo y luego salió de el y con otro hechizo limpio y recogió todo, como si nada hubiera pasado en aquel aula.
En el mismo momento que se pusieron la chaqueta sonó la campana y del resto de aulas empezaron a salir alumnos de todos los cursos que se quedaban mirando a Remus y Sirius salir solos del interior de una aula vacía.
James y Peter aparecieron por el pasillo que venía desde la biblioteca seguidos del resto de alumnos de quinto año de Gryffindor y Ravenclaw, que eran los que compartían la clase de pociones con los Gryffindors este año.
Se saludaron con la cabeza y echaron a andar al aula de transformaciones.
-Creo que Peter y yo...-miró a Peter-. Creo que merezco saber porqué no me habías contado nada de esto, Sirius.
Sirius no dijo nada; se dedicó a sonreír y a caminar un poco mas rápido que el resto del grupo mientras James ponía cara de incrédulo.
No hablaron más del tema hasta que llegó la hora del recreo; se sentaron debajo de un árbol cerca del lago.
-¿No vas a explicarme nada?-preguntó James dejando a un lado su libro de historia de la magia.
-¿Y qué quieres que te explique?
-Por ejemplo podías decirme desde cuando sois pareja.
-Desde hoy-se apresuró a decir Remus muy ilusionado.
-Entiende que no te hayamos dicho nada pero no lo sabíamos ni nosotros hasta que estuvimos juntos esta mañana en un aula vacía mientras vosotros estabais en la biblioteca.
-¿Qué estaríais haciendo?-preguntó Peter, que quería aportar algo a la conversación.
-Eso no lo sabrá nunca nadie que no seamos Remus o yo; ni siquiera James.
-¿A mi tampoco me lo vas a contar?-puso los ojos como pipas fingiendo asombro.
-¡No!-dijeron alto y claro Remus y Sirius al unísono.
La tarde transcurrió tranquila, aunque en las aulas hacía bastante frío; faltaban menos de un mes para navidad y cada día que pasaba el clima era más y más frío.
Historia de la magia fue la última clase que tuvieron ese día, y según terminó los cuatro amigos se dirigieron a la torre de Gryffindor a dejar sus cosas para ir al gran comedor a cenar.
Cuando llegaron al gran comedor y miraron hacía arriba vieron como caían los primeros copos de nieve del invierno y se desvanecían antes de llegar a las cinco largas mesas que habían en el.
La mesa de los profesores estaba más vacía que de costumbre; Dumbledore estaba sentado al lado del director y al otro lado una silla vacía, la de Horace Slughorn; también habían otras dos sillas vacías: la del profesor de defensa de las artes oscuras y la de la profesora de adivinación.
-Es raro-comentó Remus extrañado- Hable con la profesora esta mañana, parecía estar en buen estado.
-¿Cuándo hablaste con ella?-Sirius puso una carita de confusión que hizo que Remus se pusiera rojo.
-Me la encontré en el pasillo esta mañana cuando fui al baño y aproveche para preguntarle unas cosas sobre la bola de cristal.
-No entiendo como puedes estar en esa clase.-Saltó James que había oído las palabras de Remus-. Deberías estar con nosotros en clase de cuidado de criaturas mágicas.
-Después de que aquel bicho me mordiera el año pasado creo que prefiero la adivinación. Además ¿qué me importan los cuidados de las criaturas mágicas? Nunca tendré ninguna; creo que conmigo mismo y con Padfoot tengo bastantes animales.
Los otros tres soltaron una sonora carcajada mientras varios curiosos miraban a ver de que se trataba.
-Perdona pero no te mordió un bicho, te mordió un…
-No quiero ni saber lo que es; ellos me dejan a mi y yo los dejo a ellos.
Sirius le sonrió.
Tras terminar de cenar los cuatro se dirigieron a la sala común; Remus fue directo a una esquina solitaria a hacer los deberes que les habían mandado.
-¿No crees que te lo tomas todo demasiado en serio?-le preguntó Sirius, que se había acercado sigilosamente pero de forma que Remus le viera.
-Estamos en sexto curso, Sirius; vosotros también deberíais tomaros este curso más en serio; al vez piensas que por copiarte de mis deberes y estudiar el día anterior del examen vas a aprobar este curso también; las cosas se complican ¿sabes? No creo que logres pasar tan bien como otros años; ¿o me dirás que no tengo razón?¿no han ido empeorando tus notas desde tercero?
-Lo se-dijo Sirius bajando la cabeza avergonzándose un poco-. Pero es que el año pasado me copiaba tus deberes por que no atendía e clase.
-Pues será mejor que empecéis a atender en clase todos porque este año no pienso dejaros copiar mis deberes ni una sola vez; hasta ahora os he dejado, pero será mejor que empecéis a hacer las cosas por vuestra cuenta porque te recuerdo que los exámenes los haces tu.
Tras esta pequeña charla de lo que el tema parecía la responsabilidad (o eso creía Sirius), fue directo a su dormitorio a buscar sus libros para hacer el también los deberes que tenían marcados.
Remus no fue tan malo como parecía que iba a ser; al terminar los deberes revisó los de Sirius y corrigió dos o tres cosas que tuvo mal.
-¿Lo ves?-le preguntó mientras corregía los deberes de historia de la magia-. Si quieres puedes, pero para poder debes querer; sigue así, no te dejes influenciar por ellos-señaló a James y a Peter que jugaban al ajedrez mágico un par de metros mas allá.
Sirius asintió con la cabeza y luego los dos comenzaron a recoger los libros, los pergaminos, las plumas y los tinteros para meterlos en la mochila para las clases del día siguiente.
………………………………….. ……………………………………………..
A la mañana siguiente, después de desayunar, se dirigieron al aula de transformaciones y se sentaron en tercera fila y comenzaron a sacar los libros en cuanto el profesor Dumbledore entró por la puerta.
-¡MIERDA!-Exclamó Sirius en un grito que hizo que toda la clase mirara hacia el-. Los siento profesor, se me ha derramado un tintero dentro de la mochila; ¿podría salir un momento del aula para limpiara?
Dumbledore asintió con una pequeña sonrisa dibujada en la cara y Sirius cogió el tintero vacío y la mochila salió al pasillo; allí se arrodilló y comenzó a sacar todas sus pertenencias de la maleta; cuando ya lo tuvo fuera hizo unas florituras con la varita, murmuró un hechizo y la tinta que emborronaba sus libros desapareció; cuando entró al aula preguntó si podía pasar, recibiendo como respuesta otro asentimiento de Dumbledore; cerró la puerta tras de si y se dirigió a la silla vacía que había en tercera fila al lado de Remus, dejó sus cosas y se acercó a la mesa del Profesor.

-Disculpe, profesor ¿Podría decirme si durante el tiempo que estuve fuera del aula marcó algún ejercicio?
-Tranquilo señor Black. Aún no he comenzado la clase.
-Entiendo. Gracias.
En cuanto Sirius se hubo sentado Dumbledore se levantó.
-Escuchadme por favor-el pequeño murmullo que había en la clase desapareció tras aquellas palabras-. Quiero que me hagáis una redacción de medio metro sobre los hechizos que hemos hecho en estos dos, casi tres, meses de clase; preferiría que lo hicierais bajo mi supervisión para asegurarme de que nadie se copia-hecho una mirada rápida a James, Peter y Sirius-. Así que la vais a hacer en las horas de la clase de transformaciones.
>>Quedan treinta minutos, os los dejaré para qué habléis; pero para la próxima clase traed las cosas que necesitéis para hacer el trabajo, así como cinta métrica, pergamino lo suficientemente largo, y pos supuesto plumas y tinteros; que estén llenos si es posible.¿Está de acuerdo conmigo señor Black?-Sirius asintió mientras se reía junto al resto de la clase-. Bueno ya quedan veinticinco minutos así que aprovechadlos; pero por favor os pido que no arméis escándalo.
Tras decir esto, se dirigió a su silla y se sentó a corregir lo que parecían unos exámenes de los alumnos de segundo curso.
-Ha estado gracioso o del tintero lleno-dijo Remus con cierto retintín en la voz.
-A mi también me ha hecho gracia así que no conseguirás que me enfade.
-Vaya. Una lástima porque cuando finges estar enfadado te pones muy guapo.
Sirius viró la cabeza hacía el otro lado como si no se llevara con Remus mientras este se reía lo mas bajo posible.
-Hay que tonto eres.
-Entonces mejor no me hables si soy tan tonto.
-Me gusta que lo seas-Sonrió-.Hasta un cierto punto por supuesto.
Sirius sonrió. Tenía ganas de besar a Remus, pero sabía que no podría hacerlo hasta que no se encontrara en los pasillos, lejos de la mirada de algún profesor que pudiera regañarles.
Poco después toco la campana que daba la bienvenida a la siguiente clase.
James y Peter se adelantaron, y Remus se quedó con Sirius en el comienzo de las escaleras. Le dio un beso y le susurró al oído “te quiero” mientras se daba la vuelta y se alejaba en dirección al aula de adivinación; Sirius lo miró hasta que se perdió de vista y no lo volvió a ver hasta la hora del almuerzo, cuando se encontraron en e gran comedor.
-¿Qué te pasó?-preguntó Sirius preocupado-. ¿Por qué no fuiste a clase de defensa contra las artes oscuras?
-Estuve en la enfermería. A la profesora de adivinación se le calló la bola de cristal sobre mi pierna y me rompió los huesos de tres dedos- Sirius no pudo evitar sonreír-. La señora Pomfrey me dijo que ya había ocurrido antes, que la profesora hacía eso a los alumnos mas prometedores de su clase para saber si han avanzado tanto en sus clases como para prevenir ese tipo de cosas; y encima cuando se lo cuento a mi novio el se ríe de mi.
-No me río de ti. Simplemente me ha hecho gracia.
-Eso es porque no fue a ti a quién tuvieron que llevar a la enfermería desde la torre de transformaciones hasta la enfermería entre dos compañeros; encima como no podían bajarme por las escalerillas de mano entre ellos tuvieron que bajarme mediante un hechizo levitatorio. Deja ya de reírte de mí.
-Lo siento es que no lo puedo evitar.
Remus estuvo a punto de contestarle pero en ese momento apareció la comida en las bandejas que había a lo largo de las mesas y el no había desayunado.
-Tampoco pudiste venir al recreo.
-Estuve en la enfermería una hora y media-contestó Remus con la boca medio llena-. La señora Pomfrey tenía seis alumnos más, todos venían de defensa contra las artes oscuras, eran de tercero; al parecer no supieron que hacer frente a un bogart y este les aterrorizó de tal forma que tuvieron que ir a la enfermería con un ataque de pánico enorme; aunque había uno que temía tanto a un basilisco que hasta que la señora Pomfrey no le dio un poco de un liquido que parecía zumo de calabaza caducado estuvo inmóvil pensando que estaba petrificado.
Siguió comiendo mientras Sirius se reía.
Dos días antes de navidad, cuando ya todo estaba cubierto por una gruesa capa de nieve, el profesor Dumbledore pasó varias veces por entre las mesas del gran comedor recogiendo las firmas de los alumnos que se iban al día siguiente en el expreso a sus casas a pasar la navidad.
-Vamos a firmar Remus.
-Yo no tengo donde pasar la navidad-dijo con una cara de tristeza que enterneció a Sirius.
-Claro que si. Pasarás la navidad en mi casa; quiero presentarte a mi familia.
Remus vaciló unos momentos, pero Sirius le puso cara de corderito degollado y aceptó ir con el.
El día anterior habían entregado la redacción que Dumbledore había pedido para su clase; habían estado casi dos semanas con aquella redacción, y por fin la habían terminado.
Ya no tenían más clases, así que se dedicaban a rondar por los pasillos y leer en la biblioteca.
-Ya estoy harto, Remus-dijo Sirius cerrando el libro que tenía ante el sobre la mesa-. Ya es el quinto artículo que me leo. ¿No podemos hacer algo más interesante?
-¿Qué es para ti algo más interesante?
-¿Por qué no vamos a dar una vuelta por los jardines?
-Por que me estoy leyendo un artículo enorme sobre los animagos y está muy interesante.
-Rems, por favor.
-¿Qué?
-Acompáñame.
-Esta bieeeeen.
Remus guardó el libro en la estantería que le correspondía y l dio la mano a Sirius antes de partir hacía los jardines; dieron un largo paseo por la orilla del lago en silencio,  cuando comenzó a anochecer Remus se sobresaltó.
-¿Qué te pasa?
-Se me había olvidado por completo; hoy hay luna llena. Debo irme a la casa de los gritos.
-Yo te acompañaré.
-No. Es demasiado arriesgado si no viene también Wormtail; no creo que tu solo puedas dominar a un lobo.
-Estoy seguro de que si podré.
Remus accedió a que Sirius le acompañara cuando vio lo seguro que estaba de si mismo.
Comenzaron a andar y cuando llegaron al sauce boxeador encontraron allí esperando a Remus a la enfermera de colegio: la señora Pomfrey.
-Adiós Rems-Sirius besó a Remus dejando a la señora Pomfrey con la boca más abierta que un buzón-. Nos vemos mañana.
-Adiós.
Sirius se metió detrás de un árbol y espero a que Remus entrara en el hueco que había en las raíces del sauce y a que a señora Pomfrey se hubiera alejado lo suficiente para que no le viera colarse por el mismo hueco por el que, segundos antes, había desaparecido Remus.
Cuando llegó a la casa de los gritos besó a Remus antes de que le diera tiempo a decir nada.
Comenzaron a desvestirse el uno al otro y cuando estuvieron completamente desnudo algo extraño pasó; Remus se retorció y sus ojos se convirtieron en los del lobo, comenzó a salirle vello en todo el cuerpo y su cuerpo se transformó poco a poco en el de un lobo; las uñas se convirtieron en garras de sus pies también le salieron pesuñas.
En cuanto terminó su transformación aulló de una manera ensordecedora y luego se quedo mirando a Sirius; este hizo que el lobo se tranquilizara haciendo que se acostara boca abajo en el pequeño colchón que había en el suelo.
Metió un dedo por la abertura del lobito y se dio cuenta de que eso no sería necesario, así que optó por introducir su miembro de una manera brusca (el lobo aulló aún más fuerte que la vez anterior); Sirius comenzó a mover las caderas hacía delante y hacía atrás; el lobito aullaba de dolor pero el no tenía intención de parar; poco después, a los aullidos de dolor se le unieron otros de placer, y Sirius sintió que por fin su vida estaba completa.

Cada embestida que aquel hombre (para el lobo desconocido) era una sensación cada vez más grande del placer que por primera vez saboreaban el lobo y el hombre en que se convertiría al amanecer.


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*FIN*




No se si se puede considerar parafilia pero lo intente, además es la primera vez que escribo un one-shot y no sabia como terminarlo. Perdonenme.


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