TE AMO
Termino de tocar aquella hermosa melodía y suspiro abriendo sus ojos, enfoco frente si a la multitud y sonrió levemente a los aplausos.
Se levantó de su puesto y agradeció con una leve inclinación a aquellos que le llenaban su vacío ser con aquello efímero, con aquella admiración y amor comprado, con aquellas sonrisas tan hipócritas como su persona.
Bajo del escenario y se dirigió a aquella pequeña celebración que darían en honor a aquel concierto, sonrío con cierto vacío mientras en el camino miraba sus manos.
No le gustaban las multitudes, odiaba la falsedad, odiaba todo lo que le rodeaba e irónicamente era lo único que tenía. El amor de un mundo que en realidad no sabe amar, cariños comprados y sonrisas falsas.
¿Amigos? Claro que tenía, todos los que podía comprar, todos los que tenían algún interés de por medio ¿había mejor amistad que esa? ¿En un mundo tan vacío? Era risible que alguien aun pensara que había amistad verdadera.
Salió de sus pensamientos al ver que habían llegado a aquel lugar donde aquella celebración se llevaría.
Le dieron la bienvenida entre algarabías y sonrío a aquellos que le atendían, bebió, comió y platico con todo aquel que se le acercaba.
Luego alguna chica interesada en conocerle con claras intenciones de otra cosa en su mirada, mas alcohol, mas risas, otra noche cualquiera con una mujer cualquiera.
Y la historia se repetía día tras día, noche tras noche, todo era tan superficial y vacío.
Todos eran muñecos aberrantes como él, mentiría si aquello no le producía cierto goce ruin.
Otra noche frente a un público, las luces bañando su silueta, las notas del piano saliendo como melodías tristemente hermosas, claros mensajes de una vida que ya no tiene nada más que dar.
Aplausos, sonrisas y todo se repetía.
Y entre fiestas, tragos y la compañía de otra mujer le soñaba, el perfume sin gracia se trasformaba en su aroma, la figura de una mujer cambiaba, los cabellos se tornaban platas y los ojos eran ahora las gemas más hermosas que podía el mundo jamás ver.
Ha! y la dicha llegaba, se agasajaba ante una piel de nata, ante el color de lo que para él siempre fue el amor, deliraba de goce en esos brazos y navegaba de éxtasis en esas piernas, entre susurros inentendibles soltaba el nombre del que era su mundo, su vida, la existencia que le faltaba…
“Zero”
Luego… nada…
Volvía a despertar y el cuerpo junto a él era femenino, el olor uno cualquiera y el mundo de nuevo era gris… gris y no plata.
Se levantó colocándose su ropa y saliendo de aquel lugar, sin explicaciones, sin mediar palabras.
Suspiro ante el frío de la madrugada, sonrió levemente a la ironía de su vida mientras veía uno que otro de los afiches colocados por ahí.
“el gran concertista Kaname Kuran”
El frío calaba en sus huesos y aun así no sentía nada, hace mucho que no sentía nada.
Odiaba este mundo, odiaba su mundo, odiaba sus decisiones de vida.
Camino hasta su apartamento y se lanzaba a la cama mientras observaba sus manos.
Sabía que dentro de unas horas todo se repetiría, el mismo circo, los mismos diálogos y rio un poco, más por hacer ruido que por verdaderas ganas. Viro su rostro a aquella mesa de noche donde tenía una foto, la única que tenía con él.
Frunció un poco su seño y se levantó a tomar una ducha.
Si él no hubiera sido tan orgulloso, si no fuera tan egoísta. Suspiro olvidándose de ello, aquella madrugada había sido más dolorosa que otras y lo mejor era olvidar, por el momento ya que sus fantasmas nunca le dejaban, no le perdonaban, nunca lo harían.
Porque ahora deseaba no haberse equivocado ni ser tan idiota de creer que él lo podía todo y dejo ir a viva voz lo que siempre quiso decirle a aquel que había ganado de la manera mejor planeada de todas.
-te burlas a un de mi Rido Kuran