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Heridas por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

Holis, muchas gracias a las personas que comentaron y leyeron.

Me alegra que el fic siga activo y les guste, ya llegó el macho, alfa, pecho, peludo, de Naruto.

Enjoy!

Heridas.

 

Capítulo nueve: anticuerpo.

 

Las cosas habían cambiado de nuevo.

 

Era consciente que ahora trabajaba para Orochimaru y las cosas le iban mucho mejor, había acertado en ámbitos que a los dos les convenía. Y aunque Mitsuki le había dicho que se cuidara de las habladurías de su padre lo había ignorado como a todos los demás. Incluso, Gaara, no había estado tan conforme con que trabajara en los laboratorios del viejo.

 

Se había estado instruyendo en medicina, a la rama que comenzaría a dedicarse para sus propósitos. El mayor le había establecido los puntos claros del acuerdo y entre las universidades a las que debería entrar eran Harvard o Princeton, no tenía lo oportunidad de regresar, había arrastrado sus ánimos a mejorar y poder progresar, porque, aunque mirara a Naruto a sus espaldas ya no le quedaba nada más.

 

—  Necesitarás más que eso para poder avanzar, Sasuke-kun —  le reprochó el vejete a su espalda, siendo caprichoso con los estándares mínimos, tenía que alcanzar cierto nivel antes de terminar el semestre para poder seguir siendo instruido por el mayor. La cuestión era fácil, debía aprender conocimientos básicos sobre medicina para poder pasar al siguiente nivel.

 

Orochimaru solo le había exigido ser su suceder. Le había abierto las puertas a millones de posibilidades que no habían pasado por su mente, pudiendo escoger entre sus beneficios. Estaba decidido a hacerlo, sólo que ninguno de los dos había tomado las variables correctas para la ecuación y Sasuke debería a aprender que las cosas nunca salen como uno las planea.

 

.

.

.

 

—  Naruto regresará y lo sabes ¿verdad? —  preguntó Jiraiya con el desdén reflejado en su rostro. La vida que había tenido con el azabache se había estado complicado los últimos meses ante la negativa de Mitsuki a tomar su papel como heredero. Sabía cuáles eran los planes de su pareja, pero no los apoyaba, no de la forma en que estaba usando las cosas a su favor.

 

— ¿Estás seguro de eso, idiota? —  contestó Orochimaru con indiferencia. Estaba hostigado de tener que lidiar con lo mismo todo el tiempo cuando se trataba de su conyugue, estaba rayando en lo monótono y la paciencia se le estaba acabando.

 

—  No le agradará lo que estás haciendo y no meteré mis manos para defenderte —  contrarrestó con la misma frialdad que estaba recibiendo. No podía creer que lo testarudo que llegaba a ser su esposo, aferrarse al niño Uchiha como si fuera un trofeo, porque así lo consideraba, algo que iba a pulir y al final presumir al mundo.

 

— Nunca lo he necesitado, — resopló como si fuera lo más obvio del mundo. — Deberías estar agradecido por tener a la mocosa más tiempo contigo —  si de algo estaba seguro, es que Jiraiya estaba feliz de tener a Miki cuando Sasuke estaba tan ocupado en sus tareas, el lazo se había fortalecido y podría jurar que su esposo la quería como la hija que nunca habían tenido.

 

— ¡No me hagas rabiar, Orochimaru! —  gritó dejando que la bilis se le subiera, no necesitaba que usara artimañas para conseguir las cosas o que tratara de manipularlo como cuando eran jóvenes. — Sasuke no necesita de ti y lo sabes, Naruto…

 

— ¡¿Naruto qué?! ¿Regresará? ¡Déjate de sentimentalismos! — escupió con rabia. — Al imbécil de tu ahijado solo le dio miedo la responsabilidad y terminó huyendo…

 

Sasuke había estado escuchando de detrás de la puerta mientras terminaba de vestir a Miki. La pareja se había puesto a discutir sin medir su tono de voz, poco a poco la habían elevado hasta que sus gritos habían hecho eco en su cabeza.

 

Naruto, Naruto y más Naruto.

 

¿Siempre iba a ser así? Recordar el brillo de su mirada. Las palabras le estaban calando más hondo de lo que pensaba, le dolía imaginar que el rubio hubiera huido por eso ¡Si era por él que había aceptado a Miki! Cerró los ojos y prefirió ignorar la resonancia de los gritos, salió por la puerta dejando en claro que los había escuchado mientras azotaba otra al salir.

 

Había conseguido el capital para un pequeño auto económico que Gaara le había enseñado a manejar. Se subió a él y prendió el motor. Arrancó directo a su departamento mientras su mente viajaba a sus recuerdos, ¡Joder! Todavía era difícil no pensar en ese rubio cabeza hueca, sus pensamientos siempre terminaban orillándolo a esas sonrisas cálidas.

 

Pero tendría que aprender a vivir con ello, a ser tan indiferente como pudiera. Aunque cierta parte de su corazón se rompía con la mención de su nombre. Se consumía así mismo pensando en sus caricias, en su delirio ¿había alguna forma de poder evitarlo? No lo sabía, solo era consciente de que no podía seguir con ello, no cuando su corazón se aferraba a algo tan incierto.

 

 No era la primera vez que escuchaba discutir a la pareja, porque a pesar de que Jiraiya adoraba a su hija, seguía defendiendo a Naruto sin dejarse guiar por la frivolidad de su esposo.

 

Cerró los ojos y dejó que su arrogancia hiciera mecha de nuevo en él. Su orgullo era su mejor arma y su indiferencia su mayor escupo, no dejaría que nadie lo volviera a dañar, no después de lo que el amor le había demostrado, como el padre de Miki lo dejaba y el rubio lo abandonada a su merced…

 

Ese camino prefería caminarlo solo.

 

Mientras Orochimaru se daba por bien servido ante los resultados que estaba teniendo, entre más provocaba la desdicha de un amor efímero, Sasuke cumplía más rápido las metas y avanzaba a grandes pasos hacía sus cometidos, próximo a cumplirlos. Sabía que no debía de probar a Jiraiya más de lo que estaba cabreado, pero en ocasiones se dejaba guiar por sus conflictos internos.

 

.

.

.

 

Sasuke jamás olvidaría esa mañana de julio.

 

Era la final de Maratón de Matemáticas, ese año Iruka los había llevado hasta ahí, el mérito se lo llevaba Uchiha y Gaara al ser los más activos del grupo compitiendo entre sí haciendo siempre los encuentros más dinámicos. Al pelirrojo le encantaba poder estar a la par con el azabache porque le hacía sentir reconocido por una de las personas que le importaban.

 

Estaban en el escenario mientras varios espectadores les observaban, entre el público podía observar a su hija desde lejos sentada en las piernas de Jiraiya riendo. Cuando logró enfocarlo le dedicó una grande sonrisa y le saludó con la mano, su instinto reaccionó por sí solo y contestó el saludo siendo observado cautelosamente por Gaara.

 

El evento avanzó muy reñido entre las dos preparatorias.

 

El marcador estaba empatado y las preguntas como avanzaban se volvían más complicadas. Gaara había comenzado a titubear a sus respuestas y eso les había dado ventaja a sus oponentes, mientras Sasuke chasqueaba la lengua con molestia, no se iba dejar vencer por nadie. Ni siquiera en un estúpido concurso académico que no le importaba ganar, su ego estaba en juego.

 

— Ultima pregunta de la segunda ronda — advirtió el conductor del programa educativo. — La suma de tres números enteros positivos consecutivos es una potencia de tres, la suma de los siguientes números enteros positivos consecutivos es un múltiplo de siete. Determinar el valor que puede tener la suma de los seis números consecutivos considerados…

 

La mente de Sasuke comenzó a pensar deliberadamente en las posibilidades tratando de encontrar adecuadamente el resultado. Comenzó a elevar números completamente centrado en sus estudios, comenzó a descartar números mientras seguía obteniendo más consecutivos, poco a poco los resultados fueron pocos y cuando sintió que tenía la respuesta correcta, su mente dejó de pensar…

 

Un extraño zumbido se a dueño de sus oídos. Todo el escenario a su alrededor comenzó a dar vueltas, poco a poco sus pies dejaron de sentir el suelo y su vista giraba de un lado al otro alterado. No escuchaba nada a su alrededor y la respiración no le alcanzaba, se estaba hiperventilando. El oxígeno poco a poco había dejado de fluir y su boca se movía consternada tratando de alcanzar un poco de aire.

 

Sus manos viajaron hasta su garganta, sintiendo la opresión cada vez más fuerte ¿qué diablos estaba pasando? Lo intentaba, juraba que estaba intentando llenar sus pulmones con aire, pero este se le escapaba sin poderlo sostener, sus piernas flaquearon más y su mundo dio más vueltas aún. Escuchó unas voces a lo lejos, no sabía que tan cerca o que tan lejos estaban, pero el zumbido en sus oídos no lo dejaban oír.

 

Se derrumbó como una hoja en otoño, se dejó caer mientras su mente se convertía en un caos.

 

Era consciente de los extraños mitos que se decían que pasaba cuando estabas al borde de la muerte, mirar la vida pasar delante de sus ojos, sin embargo, no fue lo que pasó. Sólo los recuerdos que guardaba con Naruto y Miki se fueron reproduciendo en su mente, las lágrimas se adueñaron de sus ojos y no sabía si se debía a sus recuerdos o a que la vida se le estaba yendo en suspiros.

 

Era la anemia lo que al final le iba poner fin a todo.

 

Se miró a sí mismo en el cuarto de hospital, debatiéndose dos veces entre la vida y la muerte. Sus pensamientos nunca habían estado centrados en algo, pero en ese momento sólo observaba como Naruto le miraba con preocupación, como anhelaba su recuperación. A su mente acudió aquel antídoto en que se había convertido, cuando literalmente se había encargado de seguirlo a todas partes cuando estaba hospitalizado, y entre sus adentros rió como un niño pequeño.

 

Nunca lo había dejado solo.

 

La escena de nuevo cambió y se miró peleando con aquél usuratonkachi mientras jugaban videojuegos. Apreció los pucheros de Naruto, su bobalicona sonrisa y esa mirada cálida que lo atrapaba. No podía creer que lo había perdido, no cuando ni siquiera lo había tenido. El rubio giró sobre sí y lo vio cargándole la última vez que piso el hospital embarazado.

 

Se encontró a si mismo llorando en sus brazos y aceptando la presencia de hija como suya. Aquella niña pequeña que no había tenido la culpa de sus errores y que actualmente parecía que todavía estaba pagando. Cerró los ojos incapaz de verse a sí mismo tan débil, no aceptando lo que más amaba en ese momento.

 

Sintió un frio abrazador, el calor había desaparecido y un nuevo recuerdo lo interrumpió.

 

Se vio así mismo siendo acorralado por los brazos de aquel cabeza hueca mientras lo abrazaba y el rechazaba su contacto. Siempre huyendo de su cercanía, se había resistido varias veces y aun así el rubio había insistido en estar con él, sus desprecios los estaba pagando con indiferencia. Y al final había cargado la factura con intereses.

 

«Teme, teme, teme» hizo eco en su cabeza mientras más recuerdos de ellos tres juntos venían, lo atormentaban. Miki riendo, diciendo sus primeras palabras, dando sus primeros pasos, rayando las paredes de la sala, mordiendo el celular del rubio… cada uno de sus más añorados recuerdos salían a relucir.

 

Y como si fuera un plus, se vio así mismo besándose con el rubio.

 

En ese momento también lo había rechazado, había huido de su contacto temeroso de sus propios sentimientos, mintiéndose así mismo, negando el amor reciproco que había nacido entre los dos. Naruto había estado ahí para él, se había abierto dispuesto a no soltarlo ¿y cómo había pagado? Con indiferencia, con arrogancia y egocentrismo…

 

Al final ¿qué había hecho para merecerse a Naruto?

 

Nada, absolutamente, nada.

 

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.

.

 

Cuando abrió los ojos un techo blanco le dio la bienvenida y supo dónde estaba. Un viejo deja vú le dominó y giró hacia la puerta. Tenía puesta una mascarilla que le ayudaba a respirar y un catéter en su brazo izquierdo, pero eso no le importó, sus ojos se enfocaron en la entrada de la habitación esperando que un chico rubio apareciera por ahí y empezara a regañarlo por no cuidar su salud. Sin embargo, eso no pasó.

 

Orochimaru entró y le dedicó una mirada neutra a Sasuke. Las cosas se le habían salido de control cuando el chico se había desplomado a mitad del concurso mientras Miki lloraba desconsolada viendo caer a su padre del estrado. A todos les había sacado un susto cuando no logró sentir los signos vitales del azabache, había aplicado una técnica de reanimación en medio del tumulto mientras un arrogante pelirrojo entraba en pánico.

 

— No debiste ocultarme que estabas enfermo, Sasuke-kun —  volvió a usar ese tono neutro enfocando las reacciones del chico, pero este ni siquiera giró a mirarlo, su mirada seguía enfocada a la puerta esperando deliberadamente algo que no iba a pasar.

 

¿Qué tanto dolía la indiferencia de Naruto comparada con la de él? Su mente siempre había girado a él, siempre. Desde que se había ido jamás había dejado de enfocarse en él, en sus sentimientos, pero nunca había pensado en los del rubio. Había sido tan egoísta ¡Tan bastardo! Se había comportado como un niño sin hacerle frente a la verdadera situación.

 

— Me recuperaré —  susurró por lo bajo, pero audible para el mayor. Sabía que Sasuke estaría dado de alto en unos días, pero debía mejorar su alimentación, así como estaría en tratamiento por unos meses hasta que se pudiera mejorar. Pero eso no le preocupaba, sino la mirada tan decidida que tenía. — ¿Cómo está Miki? —  preguntó girando su vista por un momento a él.

 

— Está bien…

 

— Necesito descansar — interrumpió sin importarle que más fuera a decirle el mayor. Cerró los ojos y fingió dormir mientras el mar de aguas negras lo volvía a sumergir en sus recuerdos. Dejó que todo lo llevara a los recuerdos con él y se sintió más enfermó de lo que ya estaba ¿Cómo podría llamarlo? ¿Narutofilia? Rió de medio lado y se dejó llevar por sus anhelantes sueños.

 

Había resultado gravemente herido dos veces desde que Naruto lo había dejado, comenzaba a cuestionarse que tan fuerte podía ser y que tan lejos estaban sus metas. Avanzo mucho en esos seis meses, pero el retroceso se lo llevaba su descuido con la salud.

 

Era consciente que pudo haber muerto en el instante en que sus pulmones dejaron de adquirir aire, pero había sobrevivido. Nuevamente tenia nuevas oportunidades, y su pecho volvía a exclamar por algo que ya no pensaba negar, no cuando en su delirio solo le había quedado claro lo que quería.

 

Antes de cerrar los ojos había mirado su próximo objetivo.

 

No necesitaba a Naruto, pero se merecía conseguir su propia felicidad con Miki.

 

 

.

.

.

 

Había pasado una semana para que lo dieran de alta, los días se hicieron eternos junto con las noches. El maldito doctor (porque lo odiaba a morir) le prohibido visitas alargadas, lo máximo que pasaba con Miki al día eran dos horas hasta que su recuperación fuera más eficiente. Le había recriminado su descuido con su salud, así como la falta de vitaminas que le hacían falta a su cuerpo.

 

Las olvidó, desde que Naruto se ausento había estado tomando las pastillas cada vez en menor cantidad. El tiempo no le alcanzaba para sus actividades y en ocasiones no comía lo suficiente, al final, su cuerpo había colapsado por sus malas decisiones y descuido, solo había sido una pequeña consecuencia comparado con lo que pudo haberle pasado.

 

¿Cómo había tenido que llegar a eso? La mayor parte del tiempo, había estado solo, digiriendo cada uno de sus recuerdos. Ni siquiera el dormir le libraba de ellos, siempre recordando su odio inmaculado y desbordando, cegado por una furia que más que manipularlo estaba acabando con él.

 

No podía seguir tomando las mismas malas decisiones. Ya no quería hacerlo, se había encargado de destruir a su familia, de separar a sus padres… ¡No quería hacerlo con Miki! Había formado una nueva familia y no iba a permitir que esta se rompiera, iba a sanar sus propias heridas…

 

Esa mañana Mitsuki había ido a recogerlo al hospital y lo dejaba en casa mientras cargaba a Miki entre sus brazos, le ponía al día de las cosas en la escuela y que Gaara no dejaba de preguntar por él. Debía aclarar las cosas lo más pronto posible, ya no podía sostener más malos entendidos, no cuando su mente se había abierto a nuevas posibilidades.

 

— Padre está preocupado por ti ¿sabes? — le confesó tomando asiento en el reclinable que tantos recuerdos le traía. Estuvo a punto de dejar pasar por alto su comentario, pero estaba seguro de que Mitsuki tenía algo que confesar.

 

— Mmh.

 

El chico suspiró sin creer que fuera a soltar toda la chorrada de pasado con la que tenía que lidiar, pero no le gustaba el hecho de que su padre estuviera involucrando tanto a Sasuke en eso. No cuando él no tenía una vela en ese entierro, todo se debía a descontrol de sus padres, así como sus decisiones apresuradas.

 

— Verás, es complicado.

 

— Podrías resumirlo.

 

— Lo intentaré… — soltó con duda, pensando muy bien las palabras que usaría. — Mi padre te está manipulando ¿lo sabes, no?

 

— En teoría.

 

— Empiezo a creer que es al revés…

 

— ¿Preocupado? — preguntó con arrogancia el azabache.

 

— No. Lo qué quiero decir es que no me gustaría que terminaras mal parado…

 

— No lo haré.

 

— No comprendes lo convincente que en ocasiones puede llegar a ser.

 

— Entiendo que esperaba algo de ti y no lo consiguió.

 

— Es mucho más que eso, mi padre siempre ha sido un manipulador de primera. El vejete siempre ha sido víctima de eso, siempre ha encontrado la forma de hacerlo, ahora que se ha puesto en contra de que fueras su alumno las cosas se han hecho pesadas en casa.

 

Claro, los había escuchado. Jiraiya siempre había defendido al rubio contra su esposo, parecía que tenía cierto apoyo incondicional que no compartían. Había escuchado las peleas y desdichas que había provocado con eso, incluso, como el albino había preferido dormir en el sillón que seguir soportando la situación tan tensa que estaba provocando.

 

— ¿A dónde quieres llegar? — cuestionó son seguridad, le estaban dando muchas vueltas al mismo asunto sin llegar a un punto en que comprendiera más de lo que ya sabía.

 

— Soy un accidente, Sasuke. La única razón por la que nací fue porque al vejete se le ocurrió la brillante idea de cambiar las pastillas anticonceptivas de mi padre, él odiaba la idea de tener un hijo. El que yo no cumpla sus “expectativas” lo llena de furia. — A Mitsuki no le gustaba hablar mucho sobre su pasado, pero era consciente de lo que era capaz su padre por cumplir sus metas, no era la primera persona que manipulaba y terminaba mal parada.

 

Por unos segundos sintió envidia del chico que tenía delante. Era muy parecido físicamente a Orochimaru, pero su espíritu era el de Jiraiya. Le parecía única la manera en que tenía de enfrentar a su padre y oponerse a su voluntad ¿Cuándo había perdido él esa fuerza? ¿cómo se había dejado doblegar? Si no hubiera agachado la cabeza las cosas hubieran sido tan diferentes.

 

— Cuando se dio cuenta de las pastillas ya era demasiado tarde, los primeros años sólo me crie con Jiraiya, mi padre estaba lo bastante furioso para enfrascarse solo en su trabajo y sus investigaciones. No me gustaría que tomaras su mismo camino…

 

— No lo haré — aseguró con decisión.

 

— Miki, ella te necesita…

 

Sasuke giró su rostro a la pequeña niña que yacía dormida bajo los brazos del chico. En ningún momento pensó que sus metas la alejarían tanto de ella como para abandonarla. No quería eso para él, no cuando había hecho tantos sacrificios, se aferró a sus pensamientos y en que tenía que poner todo en orden antes de tomar la última decisión.

 

— El vejete se ha encariñado mucho con ella porque la ve como la hija que nunca tendrá, es por eso que padre permite que ella pase tanto tiempo en casa. No creo que comprendas hasta donde ha llegado con tal de obtener lo que quiere.

 

Pensó por un minuto en todas sus posibilidades, se sentía cansado por la mala pasado que había tenido en el hospital, pero aun así lograba comprender que detrás de esa fachada había muchas más cosas que ocultaban. Nadie podía figurar la familia perfecta, sin embargo, cuando los había visto en los eventos anuales ellos estaban rodeando de una atmosfera que no creía tan existente como ahora ¿qué otros secretos guardarían la familia?

 

¿Él tendría que ver con la desaparición del rubio? Una furia lo cegó por unos segundos mientras apretaba los puños, no, estaba seguro que Orochimaru no sabía ni porque había desaparecido Naruto de su vida, sólo había hecho especulaciones sin sentido con tal de hacerlo sentir mal, siempre había sido así. Lo había menospreciado, a él y su intelecto, pero no estaba dispuesto a seguir jugando. No cuando había adquirido una madurez diferente.

 

— Sasuke…

 

— Entiendo tu punto, Mitsuki.

 

Y por extraño que pareciera el azabache sonrió, no de medio lado con arrogancia como solía hacerlo, sino con una sonrisa que reflejaba una honestidad que no creía posible. Por unos extraños segundos se arrepintió de confesarle la verdad a Uchiha, pero su consciencia dormiría tranquila sabiendo que había hecho lo correcto.

 

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.

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Estaba centrado en Jiraiya. Era su paciente en turno entre comillas, Orochimaru le estaba enseñando a sacar sangre con catéters y su primera víctima había sido el albino, al principio se había negado rotundamente, pero después de la sádica sonrisa de su esposo había accedido por las buenas a ser participante en ello.

 

Sasuke tenía buen manejo de las agujas, ni siquiera había sentido cuando la se había incrustado en su brazo. Sonrió complacido de no ser mallugado como anteriormente lo había sido, suspiró y dejó que el chico terminara de hacer su trabajo.

 

–  Me alegra que la anemia no haya tenido repercusiones en tus esfuerzos, Sasuke-kun – decía Orochimaru revisando unos papeles que tenía sobre su escritorio. Estaban en casa de la pareja en el despacho que usaba el azabache mayor, había estado prestando atención a los movimientos del adolescente, se habían hecho más eficaces y sutiles.

 

– Que va, solo tuvo un paro respiratorio… – alegó el albino con sarcasmo mientras miraba salir la aguja de su cuerpo. No les tenía miedo, pero agradecía enormemente que no hubiera sido un sádico con él como tenía manía su propio conyugue.

 

– Estaré bien con el tratamiento – añadió Uchiha ignorando el comentario de vejete. Concentrando su vista en el líquido rojo, tapó el pequeño frasco y lo puso sobre otro recipiente de cristalería. Era consciente que tenía que estudiar la sangre de un diabético y su primera opción había sido él, sin embargo, también sabía que lo Orochimaru lo hacía por controlar la salud de su esposo.

 

– No deberías esforzarte demasiado, niñato.

 

– Y tu deberías de meterte en tus propios asuntos, idiota – contraatacó su pareja con una clara molestia en sus palabras. Sabía a qué venia el ataque, estaba esperando que desistiera, pero su Jiraiya era tan aferrado a las cosas como él, era una batalla continua que sólo en ocasiones su esposo llegaba a ganar.

 

Sasuke conocía más a Orochimaru que al albino. Era consciente de que era un pervertido en toda la extensión de la palabra y muy hablador, pero cuando se puso de pie y comenzó a imitar al amargado de su esposo con una voz chillona y burlona, no pudo hacer más que sorprenderse.

 

– ¡¿Quieres dejar de comportarte como un niño, imbécil?! – exclamó su conyugue mientras sus mejillas adquirían un tinte rosado. Se había puesto de pie, indignado por el comportamiento infantil del otro, pero lo que más odiaba, era saber que lo hacía para acorralarlo. Jiraiya solo adquiría esas actitudes cuando quería hacerlo cabrear.

 

De nuevo fue imitado por su esposo mientras soltaba una sonrisa bobalicona al final.

 

– ¡Lárgate de aquí y no me hagas perder el tiempo! – rugió acercándose ferozmente a él. Sus pasos habían hecho eco y aunque la cara del albino no reflejaba temor, había retrocedido dos pasos por precaución.

 

Sasuke recordó la primera impresión que había tenido del azabache y también volvió hacia atrás. Ya conocía el carácter explosivo del hombre y lo extremista que en ocasiones podía ser. Guardó sus materiales dentro de una caja con agarradera y prefirió dedicarse a estudiar en casa con Miki, estaba por irse, pero la voz venenosa de Orochimaru retumbo de nuevo por sus oídos.

 

– Tú y ese entrometido siempre haciéndome cabrear ¡No tienes idea de cómo me alegro que se haya largado a Japón! – habló sin ser consciente de que sus palabras hacían mecha en Sasuke. 

 

– Entonces te alegra cuando venga de regreso – soltó Uchiha con sarcasmo y el ceño fruncido, había levantado la voz lo suficiente para que la pareja le prestara atención. No comprendía el desprecio de Orochimaru por su esposo, pero estaba dispuesto a dejarle en claro a lo que estaba dispuesto a hacer por el rubio.

 

—  ¿De qué hablas, Sasuke-kun? —  preguntó con una fingida indiferencia sobre la cuestión, incluso, Jiraiya había guardado silencio esperando su respuesta. —  Naruto no volverá —  aclaró para los tres, quería convencerse de ello. El rubio le había hecho muchísimas travesuras cuando era un niño, sin mencionar, la manera tan irrespetuosa que siempre lo trataba.

 

— Lo traeré de regreso, aunque tenga que obligarlo… —  confesó ante la mirada incrédula de ambos. Sabía que no tenía nada que demostrarles, pero quería aclarar los puntos con Orochimaru. Ya había tomado la decisión, se iba a armar de valor, ¡Iba a ser lo correcto! No tenía por qué negarlo u ocultarlo más.

 

— Sigues siendo débil, un…

 

— ¡Basta, Orochimaru! Desde un principio… — trató de hablar el albino, pero fue crudamente interrumpido por el desprecio de las palabras de su esposo.

 

— Tu sentimentalismo no te llevará a ninguna parte, sólo serán un estorbo para…

 

— ¡¡He dicho que basta!! — agravió la situación elevando su tono de voz. — Es una decisión que debes respetar ¡Ya has hecho mucho para lograr lo que querías!

 

— Son un par de imbéciles — agredió tomando la salida más próxima tratando de controlar a sus propios demonios. Huyo, porque sabía que era lo mejor, estaba lo bastante molesto con ambos para querer poder salvar la situación. No entendía como Sasuke podía seguir confiando en ese rubio cuando era quien lo había abandonado a su merced.

 

Apretó los puños, con la rabia dominando sus sentidos.

 

Jiraiya miraba ingenuamente al azabache, era verdad que no se llevaban del todo bien. Pero estaba feliz, por su ahijado y sobre todo por la pequeña que tenían juntos. A Miki le alegraría con intensidad mirar a su padre, incluso, Sasuke le causaba orgullo al poder enfrentar a su esposo y decirle la verdad de sus próximas decisiones.

 

Le sonrió gratificantemente y el azabache solo le dirigió una mirada autosuficiente, se acercó para entregarle un pequeño frasco. El albino lo tomó sin saber que era, incluso, cuando leyó la prescripción del medicamento no tenía la menor idea de lo que era. Estrógeno y progesterona decía, especificando su dosis, por un lado. Agitó el pequeño contenido y levantó los hombres en forma de resignación.

 

— Accidentalmente alguien cambió los anticonceptivos de Orochimaru…

 

— ¡¡¡¿TÚ?!!! — exclamó sin poder creer en sus palabras, había dado un salto de la sorpresa esperando que lo que le acababa de decir el adolescente no fuera una broma.

 

Se encogió los hombros y le sonrió de medio lado. No le había contestado, pero esperaba que comprendiera lo que le dio a entender. Avanzó por el despacho y desapareció por la puerta para ir a buscar a su hija, tenía ganas de llegar a casa y darse un relajante baño de espuma, después de todo sólo faltaba una semana para que el semestre acabara y pudiera viajar.

 

A Jiraiya le brillaron los ojos con intensidad mientras apretaba el frasco contra su pecho, pensaba en cada una de las posibilidades que tenía en ese momento. Cerró los ojos y un calor agradable se instaló en su pecho, tal vez iba a ser egoísta, pero sabía que (a diferencia de él) su esposo contaba con una excelente salud ¡que rayos importaba su edad! Lo mejor que podía hacer era darle un hermanito a su primogénito.

 

 

 

 

 

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.

 

 

El verano se había vuelto caluroso, algo que odiaba sumamente. Prefería el frio a tener que sentir el sudor recorrer su cuerpo, lo ponía de mal humor y le agitaba la respiración ¡Le sofocaba! Pensó en el clima tan radical y cambiante que radicaba en Michigan, a la de Japón, prefería E.U. absolutamente.

 

Estaba guardando los cambios de ropa de Miki en una maleta mientras la pequeña había caído dormida debajo de la cama. Desde que había salido del hospital había reducido su tiempo con Orochimaru a cuatro por día, así que las tardes las tenía libre para pasarla con ella.

 

Se había enfrasco a dedicarle más tiempo, así como ella de apoyarlo. Suspiro cansado y se sentó en la cama, escuchaba los ronquidos estruendosos de su hija y no pudo más que sonreír de medio lado pensando en lo que estaba a punto de hacer.

 

Iba a viajar a Japón.

 

Iría por Naruto.

 

Tenía miedo de viajar a su tierra natal, su pasado estaba escrito ahí y entre sus probabilidades no estaba afrontarlo. Ni siquiera estaba dispuesto a ir por sus padres, pero Naruto… ¡más le valía a ese cabeza hueca valer la pena! porque estaba dispuesto a todo por él.

 

Miró sus manos mientras pasaba la vista por sus dedos, su anillo yacía ahí. La argolla resplandecía, era oro blanco con el cual se había fabricado, una simple joya que significaba mucho más de lo que podía aparentar. Había estado en rehabilitación con la anemia y había adquirido de nuevo peso, por lo menos, lo suficiente para que la pudiera incrustar en sus dedos y su doctor lo dejaran viajar a otro país, la escuela y su enfermedad era lo único que lo había retenido hasta ese momento, pero ya nada lo haría.

 

Se alegró por sus progresos, mientras pensaba en Orochimaru. Solo esperaba que Jiraiya hubiera aprovechado la apertura que había creado, no lo consideraba plenamente su venganza, pero sí, la forma de agradecerle al vejete pervertido todo lo que le había apoyado con Miki. Se había convertido como en otro padre para ella, y por extraño que pareciera, lo llamaba “Ero-seseni”.

 

Volvió a sonreír con malicia. Todavía recordaba el rostro embobado del albino al darle la noticia que había cambiado el medicamento “accidentalmente” por otra sustancia. No quería ni imaginar el rostro de Mitsuki si las cosas salían según lo planeado.

 

Había estado tan sumido en sus pensamientos que cuando la puerta principal se abrió ni siquiera lo notó. Se había puesto de pie para terminar la maleta de su hija perdido en los recuerdos de sus últimos actos cuando un grito ensordecedor lo aturdió por segundos.

 

– ¡¿A dónde vas, maldito teme?! – había exclamado el rugido de un lobo feroz, porque en ese marco solo podía describirse el perfil como tal. Naruto estaba ahí rojo de la cólera, los humos se le habían subido y lo miraba con furia contenida, queriendo matar a cualquiera que pensara en osarlo. Había regresado por él ¡para él! Y lo que encontraba cuando llegaba era que estaba por abandonarlo ¡Joder! Que solo se había ido seis meses y se había arrepentido desde que había abordado el avión ¡Sasuke no podía dejarlo!

 

– ¡¿Quieres calmarte, dobe?! – gritó absorto por la absurda fantasía que se creaba ante sus ojos. Las palabras podían morirse atoradas en su garganta, pero sus gritos no, no cuando se sentía tan vivo. No podía creer que hubiera regresado, sus ojos estaban abiertos de par en par reflejando su sorpresa, después de meses lo único que quería era apreciar su sonrisa no el ceño fruncido con el que lo saludaba ¿Por qué diablos estaba tan molesto? Sin querer se le había contagiado su actitud defensiva mientras lo observaba gruñir.

 

– ¡¡Ibas a abandonarme!! – elevó más la voz que la del azabache ¡No lo iba a permitir! No lo dejaría huir, nadie podía quitarle lo que ya por derecho le correspondía, si alguien se merecía a Sasuke, ese era él y no dejaría que nada, ni nadie se interpusiera entre ellos, aun si tenía que pelear a puño limpio por ello.

 

Naruto estaba malinterpretando todo en un segundo. Pensaba en traerlo a rastras desde Japón y ese maldito imbécil estaba pensando justo lo contrario ¡¿Qué más ironías podía pedir en su vida?!

 

Los anticuerpos habían atacado los virus, incluso, a su propia infección. Su vida había cambiado positivamente, había tomado ventaja de su contexto y había aprovechado sus oportunidades, entre ellas, logró madurar y adquirir más inteligencia emocional, sin embargo, su Narutofilia lo desmoronaba.

 

 

 

Fin del capítulo nueve.

Notas finales:

OMG! Que ya regreso ese dobe cabeza hueca xD

Espero que puedan dejar comentarios ;) ya saben que se los agradezco mucho, de igual forma, ya conteste los del capítulo anterior.  Gracias por la aceptación del fic, ya tengo cuatro meses con él, y pensar que sólo quería que fueran diez capítulos, yo creo que minimo me quedan unos cinco o seis más D:

Nos leemos en el siguiente.

Byebye.

 


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