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Heridas por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

Holis a todos.

Sus comentarios han quedado contestados, les gradezco mucho el apoyo que me han dado, me sirvió mucho.

Enjoy ;)

Heridas.

Capitulo doce: venganza.

 

            Ukon y Sakon estaban saliendo de las oficinas del afamado dentista. Después de que Uchiha se había ido sin escusa aparente su diversión se había acabado, habían tenido que soportar los desplantes de Jirobo y su maldita manía de tratar a todo mundo como escoria. Ese día en específico, los había hecho quedarse hasta tarde limpiando los utensilios quirúrgicos.

 

            Iban cruzando el callejón donde habían agredido a Sasuke, cuando Sakon sonrió con arrogancia. Ese tipo se merecía eso y más, había sido un bastardo engreído, solo le dieron un poco de realidad y justo lo que necesitaba para situarse como la escoria que era. Siguieron adelante mientras Ukon solo pensaba en lo cansado que estaba cuando una pequeña ventisca meció sus cabellos grises.

 

            Agitó su melena mientras giraba el rostro hacia atrás, al instante, deseo no haberlo hecho.

 

            El único faro parpadeó tres veces seguidas fundiéndose en un último intento por iluminar, Ukon tragó saliva sintiendo como unos extraños nervios se extendían por las palmas de sus manos. Un cosquilleo lo recorrió y deseó no haber pasado por ese lugar.

 

            —¡¿Quiénes son ustedes?! —exclamó Sakon a su lado con el ceño fruncido. No había una sola muestra de miedo en sus palabras, al contrario, se escuchaba molesto y ofendido por los presentes.

 

            No era para menos sentirse intimidado.

 

            Había dos motos negras enfrente de ellos cerrándoles el paso, una por enfrente y otra por atrás. Podía apreciar que eran dos personas de cada lado, entre ellos había una chica, mas no podía distinguir nada más. La oscuridad de la noche les ayudaba, sin contar que los desconocidos iban vestidos totalmente de negro y ninguno se había quitado el casco de la cabeza.

 

            Cuando uno de los enmascarados di un paso hacia el frente, Ukon retrocedió dos. Los nervios lo estaban traicionando ante el acoso al que estaban siendo sometidos. Sakon gruñó en forma de protesta, su hermano era un imbécil al caer en el juego de esos provocadores. Sí querían demostrar valía con eso, estaba por demostrarles lo equivocados que estaban.

 

            —¿A qué quieres jugar, imbécil? —le retó con la mirada.

 

            No tenía idea de quienes eran, pero estaba seguro que venían a buscar problemas. Su segundo nombre. Sakon sonrió con arrogancia, observaba como aquel chico unos centímetros más bajo que el, se acercaba con decisión. Sólo unos tres pasos los separaban y aunque la noche era obscura, un rayo de luz se coló y pudo mirar como unos ojos azabaches lo saludaban con arrogancia.

 

            — ¿Debería sentirme intimidado, Sasuke? — agredió en la primera oportunidad que tuvo. El chico anteriormente había demostrado ser un debilucho, no tenía problemas con volverlo a poner en su lugar. Descubrir su identidad no había sido un problema, no era tonto, sabía que Uchiha buscaba venganza en el mismo lugar en que lo habían humillado.

 

            — Todavía no —contestó en un pequeño susurro que desapareció en el viento.

 

            Un silbido contra el aire se escuchó y al segundo un metal cilíndrico le había golpeado el rostro. Sakon cayó al instante al suelo mientras su hermano se acercó a respaldarlo, pero antes de poder tocarlo una patada se estrelló contra su espalda. El golpe lo mandó a los pies del azabache mientras la risa dulce de una chica retumbaba en el callejón.

 

            —Escucha, Sas… —intentó hablar, pero el mencionado lo golpeó justo en la barbilla con el tubo que traía entre sus manos. Era delgado, tanto que ninguno de los dos hermanos lo había mirado hasta que los habían golpeado con él. Ukon cayó de espaldas contra el piso, su gemelo yacía a su lado maldiciendo.

 

            — ¡Eres un imbécil si crees que te saldrás con la tuya! —gritó el mayor de ellos, rebuscó entre las bolsas de su chamarra hasta encontrar lo que buscaba. Sacó una navaja, justo con la que anteriormente había herido a Sasuke y Uchiha no pudo más que vanagloriarse por hacerlo entrar en pánico tan rápido.

 

            Sakon se levantó y corrió a un encuentro mortal con su enemigo, pero el azabache sólo giró sobre sus talones y volvió a golpearlo con el metal. Ukon estuvo tentado a levantarse, pero la chica le puso un pie encima mientras negaba con la cabeza. Era una clara advertencia de que no le convenía interferir. Dos segundos lo dudó, pero sabía que, aunque se merecían esa paliza, ese chico era su hermano.

 

            Karin sonrió cuando miró al gemelo menor querer ponerse de pie y hacerle frente. Sin embargo, sólo fue cuestión de aplicarle una llave para volverlo a poner en su lugar. Golpeó su mejilla con el puño y le aplicó un gancho que le robó el aire. No iba a permitir que se interpusiera en la pequeña venganza de Sasuke.

 

            El grito de cólera se oyó entre los gemidos lastimeros de Ukon. Uchiha le estaba dando una paliza a su hermano y nada podía hacer para impedirlo. Levantó el brazo dispuesto a alcanzarlo, pero la chica tomó su muñeca torciéndola en el acto, intentó atacarla, pero ella pateó su rostro. En ese momento, sólo se lamentó haber tenido que encontrarse con ese imbécil en su vida.

 

            Sasuke intentó cuidar que la sangre no manchara su ropa, seria tedioso tener que explicarle a Naruto de ella, sin embargo, no evitó que volviera a golpear el rostro de Sakon. Lo estaba mancillando en toda la extensión de la palabra, en esa situación, ni un milagro podría salvarlo de su venganza.

 

            Lo tiró de nuevo al suelo haciendo que la navaja cayera a los pies del azabache, este la tomó con delicadeza mientras una sonrisa se formaba debajo del casco. Se puso a su nivel del suelo y jaló sus grises cabellos. La furia que le carcomía no podía expresarse en palabras, ese imbécil le había causado tantos problemas cuando trabajó en el consultorio, le dolía la cabeza de solo pensarlo.

 

Un gritó aterrador y desgarrador retumbó por unas cuantas calles más.

 

            Esa noche se encargaría de que ninguno de los dos hermanos la olvidara.

 

.

.

.

 

            Naruto estaba recostado en el reclinable de la sala de su departamento leyendo un libro cuando Sasuke llegó. Venía un poco despeinado pero sereno, caminó directo a la cocina como si lo no hubiera visto y apareció con un vaso de agua a los minutos. Lo bebió y le sonrió de medio lado como solía hacerlo nada más para él.

 

            — ¿Dónde está Miki? —preguntó dejando el vaso en la pequeña mesa que los separaba.

 

            — Está dormida, ¿te divertiste con los chicos? — le cuestionó con interés. Desde la mañana su esposo le había alegado que tenía cosas que hacer con Karin, Suigetsu y Juugo, desapareciendo todo el día sin darle explicaciones. No era la duda lo que le carcomía, pero todavía sentía celos de cualquiera que se le acercara.

 

            — Algo así — respondió indiferente.

 

            Estaba por cuestionarle un poco más cuando unos labios lo hicieron callar. Sasuke tenía la manía de desarmarlo con caricias, y no con cualquier tipo de caricias, si no con besos que sabía que le robaban el aliento. El azabache se subió arriba de él, mientras el rubio posaba sus manos en sus caderas.

 

            Lentamente comenzó a acariciarle la espalda sin dejar de besarlo. Esa era su nueva forma de pelear, entre besos hambrientos que les quitaban la respiración. Naruto se separó con cautela de esos labios adictos y escondió su rostro en el hombro del contrario. Sin desperdiciar el tiempo comenzó a besar el pálido cuello de su obsesión.

 

            Mordió sutilmente su cuello, encontrando aquel punto sensible y Sasuke no pudo evitar soltar un gemido. Cierta parte de su mente le recriminaba que no era correcto lo que había hecho unas horas antes, era por eso que necesitaba a Naruto. Sentía que debía quitarse la suciedad de sí, si no quería contagiarse y que mejor manera para aliviar su tensión que sentirse amado.

 

            Acarició suavemente la cabellera rubia mientras su cuerpo comenzaba a calentarse. Sólo bastó rozar sus sexos para que Naruto gimiera. Amaba esos sonidos roncos que soltaba el rubio cuando hacía algo que le excitara, lo descarrilaban y corrompían para perder el control de la situación.

 

            — ¿Estás ansioso ´ttebayo? — cuestionó el rubio sin dejar de besar su cuello. Apoyó de nuevo sus manos en las caderas del azabache y le ayudó a encontrar un ritmo en los movimientos que emitía. Sasuke sentía que necesitaba un poco más. Los besos dejaban marcas curiosas en su cuello, que después, eran difíciles de borrar.

 

            — ¿No es al revés, dobe? —le susurró al oído para volver a tomar sus labios sin dejar de moverse. El calor hacia mella en su cuerpo mientras las manos del rubio apretaban su trasero.

 

            A pesar de que Naruto tenía apenas una semana de haber vuelto, solían tener relaciones a la menor provocación del otro. Siempre y cuando no estuviera Miki para interrumpirlos. Lo habían hecho en la cocina, en la sala, en la recamara, en el baño y en espacios angostos que el rubio creyó no caber.

 

            Cuando Sasuke bajó su mano para tocarle su virilidad, sabía que si no paraba en ese momento no podría decirle lo que quería a su esposo. Estaba demasiado ansioso por tomarlo, por remarcarlo como suyo, hacerle perder la cabeza y hacerlo dormir entre sus brazos. Pero todo ese día había estado pensando en cómo se habían conocido y hasta casado, llegó a la conclusión de que su pareja merecía mucho más que eso.

 

            — E-espera, teme — dijo tratando de perder esos labios que tanto amaba. Sin embargo, el azabache se enfrascó en hacerle sentir el placer de tenerlo entre los brazos. Había comenzado a mover su mano con lentitud de arriba para abajo.

 

            — Cállate, usuratonkachi.

 

            — ¡Es violación si yo no coopero, bastardo!

 

            — ¿Me obligarás a hacerte cooperar o tendremos que hacer esto por las malas, dobe?

 

            Naruto no pudo evitar soltar una carcajada, a veces, el sentido del humor de Sasuke le sorprendía. Sonrió con cariño mientras le besaba la frente, se concentró en pensar en cosas asquerosas para que la erección bajara, su esposo solo bufó irritado por la interrupción. Estaba por quitársele de encima cuando el rubio lo atrapó entre sus brazos.

 

            — ¡Cásate conmigo, Sasuke! — gritó con euforia retenida captando como los ojos negros se mostraban confusos.

 

            — Ya estamos casados, idiota.

 

            — ¡Me refiero a que te vuelvas a casar conmigo ´ttebayo! Sin que nadie tenga que obligarte….

 

            Sí, en ese momento, Sasuke había perdido el apetito sexual. Era consciente que las intenciones del rubio eran buenas, pero su pasado todavía era algo sensible que prefería evitar, ni siquiera pensaba en ello ya. Suspiró desganado y evitó su mirada ilusionada, temía preguntar en qué consistía todo eso.

 

            — ¿Qué tienes planeado? — preguntó mientras enarcaba una ceja.

 

            — Celebrar nuestro aniversario…

 

            Suspiró resignado, por alguna extraña razón su esposo se encontraba muy motivado para decirle que no. Asintió sin querer postergar lo que tenía planeado mientras el rubio sonreía complacido. Todavía le costaba expresar todas sus emociones, haber aceptado sus sentimientos le había costado mucho, el que Naruto tuviera esas muestras de cariño le sorprendían, aún más, cuando se dedicaba a susurrarle todas esas palabras sucias antes de hacer el amor.

 

 

.

.

.

 

 

 

            Estaban en la hacienda que visitaban cada año. La mayoría de la familia de Naruto se encontraban ahí, sin embargo, el aspecto que daba el lugar era todo lo contrario a los eventos deportivos de antes. El jardín estaba arreglado con una carpa blanca que se expandía por todo el sitio, las sillas y mesas estaban decoradas de blanco con un azul eléctrico, mientras las luces de la noche resplandecían mezclándose con los colores eventuales.

 

            Para la ocasión todos se habían adecuado a la vestimenta japonesa, por las costumbres occidentales de Uchiha. Sasuke había optado por un kimono azul marino, con pétalos blancos ascendiendo hasta la cintura donde traía el obi de igual color. El color de su piel lucia por el contraste.

 

            Las miradas estaban sobre él, lo sabía. Naruto le seguía recelosamente por todo el lugar, mientras la pequeña Miki corría por los alrededores siendo perseguida por Jiraiya. Pero a pesar que el evento era íntimo, había muchas personas que el azabache no conocía y otras que desearía no conocer.

 

            —¡Kiba! —exclamó el rubio llamando al castaño que a lo lejos comenzó a refunfuñar.

 

            No estaba en sus planes conocer al amargado esposo de su amigo. Ese imbécil le había roto el corazón en más de una ocasión y le ardía el orgullo al saber que Naruto lo pondría encima de ese pequeño bastardo con cara de ángel. Sabía que en el fondo solo era una fachada, ese adolescente amargado era un demonio andante.

 

            — Púdrete, Inuzuka — susurró Sasuke sin la menor delicadeza, jamás se rebajaría estar en la presencia de un ignorante como él. Estuvo a punto de separarse del agarre de su pareja cuando la mirada penetrarte de Naruto le caló.

 

            — ¡Eso lo serás tú, bastar…! — vociferó el castaño ansioso por comenzar una disputa.

 

            — ¡¿Quieren dejar de pelear, chicos?! — exclamó Sakura a su costado.

 

            Le sorprendió de sobre manera cuando Naruto invitó a todos sus amigos al evento. Sobre todo, que Hinata y Kiba estuvieran ahí siendo los culpables (indirectamente) de muchos de los problemas que la pareja había tenido. Era obvio, el rubio quería que todos limaran perezas para poder sobrellevarlo. Suspiró al ver que Sasuke le dedicaba una mirada de indiferencia, pedía paciencia para lidiar con todo eso.

 

            Imaginaba que el azabache estaba molesto con todos los amigos de Naruto. Ninguno de ellos lo conocía y habían apoyado inconsciente o conscientemente que lo engañara con Hinata, comprendía esa indiferencia, pero el adolescente debía de aprender a superar su pasado.

 

            — Sasuke, quiero presentarte a todos mis amigos ´ttebayo.

 

            — No estoy de humor, dobe — le respondió con desdén. A pesar que las cosas entre los dos estaban en su apogeo, seguía siendo frio y calculador, sobre todo, jamás dejaba esa personalidad arisca cuando algo lo hacía enojar.

 

            — ¿Pasa algo chicos ´ttebane? — cuestionó Kushina uniéndose a la conversación, su sonrisa no pronosticaba nada bueno.

 

            Kiba estaba seguro de conocer el carácter de esa mujer, era peor que hacer enojar a Sakura. Lo sabía de ante mano, en más de dos ocasiones lo había golpeado por llamarle señora y no estaba seguro de que ella tuviera que ver con las llantas ponchadas de sus neumáticos en aquel entonces.

 

            Negó en automático mientras una fingida sonrisa salía de sus labios. Sasuke sólo chasqueó simulando tranquilidad. También tenía referencias específicas del carácter de su suegra y tampoco le gustaba hacerla enojar, conocía su temperamento, además, Jiraiya ya la había presentado como “el habanero sangriento”.

 

            — Si nos disculpan, Kiba y yo tenemos algunos asuntos pendientes que resolver… —soltó la pelirroja, tomó el codo del castaño y lo jaló lejos de ellos. El chico giró la vista hacia atrás mientras su color de piel se tornaba blanco, juraba jamás volver a interponerse entre las relaciones de sus amigos.

 

            Sasuke sonrió con malicia. Sentía que poco a poco las cosas se estaban poniendo en su lugar, desde que Naruto estaba a su lado se sentía pleno, vivo y fuerte. Sus miedos habían huido y el valor que adquirió lo hacía sentirse único. Apresó la mano del rubio y caminó rumbo a la pista de baile, al fondo estaba la orquesta tocando una melodía lenta.

 

            — Eso debió encantarte, teme bravucón — le susurró su esposo mientras lo apresaba contra sí para comenzar a bailar. Tomó su cintura en un fuerte agarre y su mano con delicadeza.

 

            — Hm — soltó el monosílabo con arrogancia y fingió demencia para comenzarse a moverse al compás de la música. — Extraña forma de festejar, dobe — Mencionó sin querer perder la conversación. Naruto le había dicho que celebrarían su segundo aniversario, pensó que sería un evento privado, pero era todo lo contrario.

 

            — Pensé que te gustaría ´ttebayo — susurró mientras su esposo se acurrucaba en su pecho y apretaba un poco más la palma de su mano.

 

            — Tal vez si tu madre hubiera golpeado al perro me hubiera gustado más — comentó con una pequeña sonrisa en el rostro.

 

            Naruto rio dulcemente. Sonaba tonto, incluso, irreal, pero sentía que cada día Sasuke le gustaba un poco más. A veces le costaba recordar que ese chico que tenía entre sus brazos era el mismo niño arisco con el que se había casado hace dos años, el azabache no tenía idea de lo mucho que había madurado con el pasar del tiempo, ni lo mucho que se había enamorado de él.

 

            Lo estrujó un poco más contra él sin dejar de sonreír, era todo lo que necesitaba para sentirse feliz.

           

            A lo lejos Hinata los observó. Esperaba que el dolor lograra hacerla más fuerte, porque en ese momento sentía una parte de sí desprenderse. Su pecho se había convertido en el más frágil de los cristales y aunque sus lágrimas empañaran su vista, no había cosa más clara. Sabía lo mal que estaban sus sentimientos por haber tenido la esperanza de ser correspondida por el rubio cuando estaba casado y más al saber que tenía una hija en común con el azabache. Sabía que iba a pasar, que su corazón rompiéndose era una herida que tardaría mucho en sanar, aun así, sonrió con tristeza, esperaba que Naruto fuera feliz.

 

            El dolor hacia más fuerte a las personas.

 

.

.

.

 

            Orochimaru estaba enojado, esa palabra ni alcanzaba a definir el concepto. Quería desollar a la primera persona que se pusiera al frente, ni siquiera sabía como había terminado en esa maldita fiesta con el vejete de su esposo. La frustración de saber que Jiraiya había logrado su objetivo le revolvía el estómago.

 

            Traía un elegante kimono morado que lucía con su figura. Su cabello largo y azabache le daba un contraste delicado y el delineado de sus ojos era un rasgo característico de él. Resplandecía, a pesar de sus años, seguía siendo deseado y admirado por muchos. No había duda de ello, por eso, era tonto pensar que, a su edad, con una salud perfecta y un cuerpo envidiable estuviera en cinta.

 

            Esa precisa mañana había comprobado sus sospechas. Se había dado un baño con aromas, un exótico baño con fragancias únicas que le ayudaban a cuidar su piel. Todo había estado perfecto, hasta que al salir notó las ronchas extendiéndose por su cuerpo. Sólo una vez se había repetido la ocasión, cuando Mitsuki venía en camino.

 

            Tardó menos de una hora en hacerse una prueba de embarazo y que saliera positiva. Después de dos altercados con Jiraiya le confesó porque estaba tan molesto y agresivo con él. Mitsuki los había encontrado en la cocina con una escena épica. El albino esquivando la mitad de la alacena por su padre.

 

            — ¡Eres un vejete, imbécil! ¡Pedazo de porquería! —gritaba el de cabellos carbón debatiéndose entre tirarle los cuchillos más próximos que tenía.

 

            En raras ocasiones perdía el control de la situación, pero precisamente, un embarazo no era algo que le convenía en ese momento. Tenía a los directivos del hospital en contra, ni hablar del control de los laboratorios, sin mencionar, que su primogénito se había negado a heredar su camino, mientras que Sasuke no le había dado una respuesta concuerda con las universidades de medicina.

 

            Las cosas se salían de sus manos y un bebé en camino no pronosticaba nada bueno.

 

            — ¡¿Quién te ha ayudado a cambiar los frascos, idiota?! — cuestionó cabreado, no tenía control de sus emociones, ni deseaba tenerlo, lo único que quería era matarlo. Había sido tan egoísta al tomar una decisión así sin consultarlo, exactamente igual que con Mitsuki.

 

            — ¡No necesite la ayuda de nadie! ¡Afronto las consecuencias, Orochimaru!

 

            — ¡Estás muerto! ¡Cavaste tu propia tumba! ¡Me voy a divorciar de ti, infeliz!

 

            — ¡No te atreverías!

 

            — ¡Pruébame!

 

            — Orochi — le llamó con ese apodo que solo lo conocía en la cama y solo logró que la cólera se le subiera todavía más.

 

            «Sasuke»pensó por un momento, era lógico. Era quien tenía acceso a todos los medicamentos, a los suyos propios. Sólo debió esperar el momento para cambiar los frascos y no lo notaría, tenía las llaves de las vitrinas. Comenzó a rechinar los dientes y antes de que pudiera dar un paso hacía Jiraiya, Mitsuki se puso entre ambos.

 

            — He sido yo, oto-san.

 

            — Pruébalo.

 

            — Sasuke ha sido distraído, no tarde más de diez minutos en tomar las llaves y cambiar los frascos.

 

            — Vas a pagarlo, Jiraiya.

 

            Sin más salió de la habitación completamente frustrado. Estaba rabioso, disgustado con Mitsuki y molesto con su esposo. Le habían hecho una jugada sucia, lo esperaba del albino, pero no de su hijo. Juraba que iba a vengarse, le haría pagar cada uno de los malestares que le provocara el embarazo, comenzando con el maldito antojo que le repercutía en ese momento.

 

            Al final del día habían hecho una tregua ante la insistencia de Mitsuki, había aceptado ir a la fiesta, fingir que nada pasaba y disfrutar la compañía de las demás personas que estaban a su lado. A decir verdad, se deleitó con la comida y gozó de los malos chistes de Dan en contra de Jiraiya, pero la furia podía más.

 

            En más de una ocasión el albino había tratado de tomar su mano y lo rechazó cruelmente. Por un momento recordó cuando eran apenas unos adolescentes y Jiraiya trataba de conquistarlo inútilmente. En su juventud siempre creyó ser demasiado para el patético puberto, a decir verdad, le había ayudado a salir de los problemas que tenía de joven. Claro, a costa de su ingenuidad.

 

Orochimaru engañó a Jiraiya para que se casara con él, lo había manipulado sin dudarlo, al final había conseguido lo que quería. Los dos habían pasado por momentos muy duros antes de poder confesar sus sentimientos y estar plenamente juntos. Y en ocasiones como esa, se sentía idiota por haber caído en las redes de su esposo.

 

Bostezó cansado, era alrededor de media noche y los pies los sentía pésimos. Lo peor de todo, es que sólo tenía un mes de gestación, los síntomas apenas estaban comenzando. Recordar su primer embarazo le daba dolores de cabeza. Los vómitos, mareos y antojos habían sido lo peor.

 

Se levantó de la mesa en donde estaba ante la mirada atenta de su esposo. Le indicó con la mirada que subiría a alguna de las habitaciones de la hacienda mientras suspiraba. Esa noche hubiera terminado en perfecto estado de no ser por lo que pasó a continuación.

 

— ¡Su aa-atención por favor! — gritó Tsunade tomando el micrófono que estaba junto a un pequeño escenario situado detrás de la pista principal de baile. La rubia estaba en un evidente estado de ebriedad, Dan que hasta ese entonces había estado conversando con Jiraiya había corrido a detener a su esposa. — ¡Quiero h-hacer un brind-dis por la p-pareja! ¡Acompáñenme c-con sus co-copas! — exclamó alzando una copa de sake.

 

El azabache sólo miró correr a Dan mientras sonreía de medio lado. Por lo menos, Jiraiya no había probado alcohol en toda la noche, después de que le diagnosticaran la diabetes había sido difícil controlar su ebriedad. Después de todo, era un gran compañero de bebidas de Tsunade. Esa fiesta no tendría que pasar por ningún disgusto o humillación con eso.

 

— ¡Orochima-maru! ¡Felicidades p-por e-el embara-razo! ¡SALUD! — Tsunade estaba preparada para tirar un discurso del amor tan pasional de los ancianos de sus amigos, pero Dan llegó justo a tiempo para quitarle el micrófono.

 

Jiraiya sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, desde la punta de la cabeza hasta los pies. Su esposo lo estaba matando con la mirada, esperó por dos segundos lo peor, un golpe, un insulto, que lo humillara, pero nada pasó. El azabache le dio la espalda y siguió su camino, mientras los demás lo evitaban. La mayoría conocía su carácter arisco y lo más prudente era dejarlo en paz.

 

Cuando Orochimaru giró para verlo, movió los labios formando un insulto, el albino supo que nuevamente estaría en abstinencia por lo que restara del embarazo y probablemente unos meses más, al final, había valido la pena ¿no?

 

A lo lejos Sasuke reía internamente, se carcajeaba de la escena. Su venganza se había llevado a la perfección, no cabía duda que le había dado en uno de los puntos que más le dolía. Y al parecer, Jiraiya lo había quitado del camino. Sonrió de medio lado observando la cara sorprendida del rubio, la mayoría de los invitados habían permanecido a la expectativa.

 

— ¿Tienes algo que ver con ello ´ttebayo? — preguntó Naruto. Se había adelantado un paso suyo y le había bloqueado el camino. Tenía la ligera sospecha de que había algo entre en medio de ellos dos y no estaba tan equivocado.

 

El azabache pensó en esquivar la cuestión, pero sólo terminó declarándose culpable con una sonrisa de medio lado. Levantó los hombros para restarle importancia al asunto y el rubio no hizo más que dedicarle una sonrisa de oreja a oreja. Lo abrazó y dejó que tomara sus labios en un pequeño y efímero beso.

 

— ¡Chichiue! — exclamó Miki a sus pies mientras estiraba los brazos para ser cargada. Naruto la tomó en brazos antes que su esposo y sonrió cómplice de las travesuras de la pequeña niña de un año. Se lanzó contra Sasuke en un momento de debilidad y volvió a tomar sus labios, volvió a besarlo, pero ahora, como si la vida se le fuera en ello. Mordió sus matices rosadas y se permitió perderse en la sensualidad de su lengua.

 

Miki yacía entre los dos, un tanto recelosa de la situación.

 

— ¡Papá, no! — gritó para separarlos a ambos.

 

Naruto rio nervioso, mientras su pareja sonreía de medio lado. Las demostraciones de afecto siempre eran en privado, pero el ambiente cálido, había hecho que el azabache se abriera un poco más al amor que se tenían. Tal vez todo hubiera seguido así, si una voz a sus espaldas no lo hubiera sorprendido.

 

— Sasuke…

 

Gaara los había observado besarse perfectamente. Mirar como aquellos labios que añoraba fervientemente besaban la boca de un hombre mayor, mientras una pequeña niña les llamaba “papá” a ambos, ¿en qué bizarro mundo se había metido? ¡Eso no podía ser verdad! Uchiha tenía alrededor de 18 años ¿Cuántos años tenía la niña? ¿uno? ¿dos? ¡Tenía que ser una broma! ¡Una muy jodida!

 

¿Eso era lo que escondía? ¿Una hija? ¡¿Un esposo?! Joder, quería matar a alguien en ese momento. Aunque, ahora tenía una patética escusa del porqué Sasuke nunca correspondía sus sentimientos. Suspiró desganado, podía apreciar los ojos del azabache clavarse en su fugaz mirada, pero ¡¿qué diablos debería de pensar en una situación así?!

 

Quiso retroceder, esconderse, negar lo que sus ojos tenían delante ¡una familia! ¿valía la pena? ¿Era un pretexto? Sabía que Sasuke no era perfecto, que tenía buenos y malos momentos, pero no tenía que seguir engañándose. Jamás le había tratado de manera especial, lo trataba como a Juugo, o a Suigetsu, nunca hablaba de sus cosas, y ya dos veces lo había dejado con la palabra en la boca al tratar de acorralarlo.

 

Su mente viajó a un sitio en especial, recordando cuando lo vio desvanecerse ante el escenario. Lo vio deslizarse como una hoja en el otoño, y no había nadie para sostenerlo ¿Dónde había estado ese rubio en aquel momento? A su memoria vinieron esos ojos manchados de obscuridad y deseó jamás haberse enamorado del azabache.

 

— Tú debes de ser Gaara, ¿verdad? El hermano pequeño de Temari —la pregunta había sido calculada y eso lo supo al instante Sasuke. Naruto había jugado sucio, conocía a la rubia desde el año pasado en su cumpleaños y sabía que porque Shikamaru era su novio tenía contacto con la pareja. Los había invitado con el fin de remarcar su territorio.

 

La mirada del azabache se afiló y se separó del rubio. Estaba siendo hostil, lo sabía, pero las cosas no debieron ser así. Cierta parte de sí entendía que debió hablar con el pelirrojo, sin embargo, no le debía tampoco una explicación porque ellos estaban definidos como amigos, nada más. Sin embargo, su esposo, había actuado y por lo visto, investigado por su parte.

 

El chico asintió con indiferencia.

 

Naruto era mucho más alto que los adolescentes, y aprovechó la oportunidad para intimidarlo con eso. Sólo había sido cuestión de preguntar a Kakashi por un alumno ejemplar para que el apellido “Sabaku No” saliera a relucir. Temari era la encargada de la tutela del menor y Shikamaru un conocido que decidió invitar a la ceremonia.

 

Era curioso que a pesar de que la fiesta estuviera a medianoche, apenas se hubieran encontrado con el adolescente, pero no importaba. Era hora de poner las cosas en claro de manera sutil.

 

— Sasuke me ha hablado de lo buen amigo que eres ´ttebayo.

 

— Sí, quisiera poder decir lo mismo —contraatacó el menor. La palabra “amigo” le había retumbado la cabeza, el maldito rubio estaba aclarando cuál era su posición.

 

— ¡Ero-seseni! — gritó Miki tomando la atención de todos. A lo lejos se miraba al albino pelear con Tsunade mientras Dan trataba de hacer de mediador.

 

Uchiha había estado a la expectativa de la situación, pero sabía que esto se iba a salir de sus manos. Lo mejor sería reprender al rubio y hablar a solas con Gaara en la primera oportunidad que tuviera, sin embargo, antes de que pudiera hablar su esposo se adelantó.

 

Chichiue te llevará con él, ¿cierto, teme?

 

— No es… — trató de negarse.

 

— Lo harás, ¿no? — hizo una pregunta retórica el pelirrojo.

 

¡Lo estaban corriendo! Sasuke se frustró y pensó que el rubio sería el primero en pagar todas las consecuencias. Tomó a la niña entre sus brazos y decidió auxiliar un poco al vejete pervertido, al final de la noche, podría darle un afrodisiaco a Orochimaru. Sabía de las extrañas manías del matrimonio y donde guardaban tan recelosamente la sustancia.

 

Caminó sin girar atrás, Naruto debía aprender a tenerle más confianza. Jamás podría serle infiel al rubio, el cariño y la necesidad que le profesaba se habían hecho eterno. Y eso era algo que el azabache debía de recordar al afrontar su pasado que venía pisándole los talones.

 

— Sasuke no dejará de hablarte, aunque se lo pida.

 

— ¿Así que esto era lo que ocultaba?

 

— Hemos tenido dificultades.

 

— ¿Hasta el punto en que terminó colapsando en medio de un estrado?

 

            Naruto calló. Las cosas que habían pasado en su ausencia ni Jiraiya había querido decírselas. Entendía en cierto punto que todos estuvieran del lado de Sasuke, él había sido quien lo había abandonado cuando juro que no lo haría, todo recaía en el pequeño pelirrojo de su lado. En sus planes no estaba intimidarlo, si no, todo lo contrario.

 

            — Cuando conocí a Sasuke no era ni la mitad de sociable de lo que es ahora.

 

            — ¿A dónde quieres llegar?

 

            — A pesar que lo besaste sin su permiso, no me molesta su amistad siempre y cuando sepas cuál es tu lugar.

 

            — ¡¿Cómo es que tú…?! — nadie había sido consciente de ese pequeño beso que le había robado en un momento de debilidad, estaba seguro que ni Sasuke sabía de él. A pesar de que el rubio tenía cara de idiota, no lo era, bueno, no tanto como pensaba.

 

            — Eso no importa.

 

            — Jamás me imaginé esto — admitió. El hombre a su lado estaba actuando como alguien maduro, respetando la privacidad de su pareja (hasta cierto punto), ¿de verdad Sasuke sería feliz con ello?

 

            Naruto guardó silencio mientras observaba a su esposo desde lejos. Miki había mordido a Tsunade cuando osó pegarle a Jiraiya por reclamarle. La rubia reñía con la pequeña mientras Dan trataba de calmarla, el azabache tenía el ceño fruncido y miraba con reproche a su hija, no eran las actitudes que esperaba de ella, pero conociendo a su padrino, era consciente de donde había aprendido eso.

 

            — Sasuke no suele ser abierto con sus problemas, pero me alegra que cuente con amigos que puedan ayudarlo.

 

            — Ya entendí tu punto — reclamó el pelirrojo arto de la misma palabra.

 

            — Era lo único que esperaba ´ttebayo.

 

 

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            Eran alrededor de las dos de la mañana cuando Miki cayó dormida en los brazos de su abuela pelirroja. Kushina bailaba lentamente con ella entre sus brazos. A pesar de que no era su nieta biológica, la niña había cautivado su corazón de una forma única. De cierta forma le recordaba de sobre manera a Naruto con esas sonrisas sinceras y alegres, estaba llena de energía todo el tiempo y solía reír sin descanso.

 

            Siempre estaría agradecida con Sasuke por haberle dado una oportunidad a su hijo, sin mencionar, que gracias a esa niña las cosas se habían solucionado de acuerdo a lo establecido en el testamento de su padre. Sólo esperaba que todos los secretos que guardaban, su nuero fuera capaz de comprenderlos y que Mito no volviera a aparecer en sus vidas nunca más.

 

            La ambición de su hermana podía destruir la propia felicidad de Naruto, algo que, como madre, no estaba dispuesta a permitir.

 

            Fin del capítulo doce.

 

           

 

 

 

Notas finales:

Todavía hay secretos por descubrir, esto se va a descontrolar. Estamos entrando en recta final, le resto como mucho tres capítulos más a la historia. Dejen comentarios, se les agradece de corazón <3

Saludos <3


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