Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Heridas por Pikacha-sama

[Reviews - 319]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!

Sé que muchos no esperan tan pronto la continuación, pero ya ven, aquí les llega un poco más de drama ;)

Muchas gracias de nuevo a mi beta por la ayuda que me brinda <3

Enjoy ;)

Heridas
Capítulo catorce: Aflicción.

 

Cuando Naruto regresó unas horas después al departamento, éste se encontraba vacío. Era extraño que su esposo saliera con ese clima sin comentárselo. Pensó en marcarle, pero ni siquiera sabía dónde había dejado su celular, recordaba vagamente traerlo en el pantalón.

 

Pasó a la cocina a prepararse un café para el frío; sus manos estaban completamente congeladas, podía sentir el humo salir de su respiración, pero un pensamiento no salía de su cabeza: ¿qué había sido tan importante para que saliera con ese clima Sasuke? Un mal presentimiento se apoderó de sí cuando observó dos tazas de café en el comedor.

 

¡¿Dónde diablos estaba Sasuke?!

 

 

 

 

El tiempo estaba hecho un asco, lo sabía. Su parabrisas limpiaba menos agua de la que se escurría por el vidrio; en menos de una hora el clima había empeorado y la carretera cada vez era más difícil de distinguir, pero no podía parar, sentía que si en ese momento se detenía su maldito pasado lo iba a alcanzar.

 

Itachi lo había derrumbado, le dijo todo lo que nunca quiso escuchar. Le recordó su pasado, su vida a lado de alguien que ya no estaba para protegerlo. Y las lágrimas salieron, rompieron la pequeña presa que inútilmente trató de crear, ¿por qué? ¿Por qué tenía que volver cuando no quería verlo más?

 

Estacionó el auto sin importar que estuviera en medio de la autopista. El sol había caído y no había manera de distinguir su auto sólo por las luces preventivas, pero ¿qué importaba ya? ¿Qué relevancia tenía algo tan nimio como eso?

 

Lo había soltado, ¡lo soltó! Cuando más lo necesitaba ¿qué más quería de él? No tenía nada, absolutamente nada por darle, ya no… sus manos se abrazaron al volante sin dejar de temblar, lloraba en silencio, sus sollozos eran incapaces de salir, de expresarse de otra manera que no fuera a través del agua salada.

 

Miró el añillo posado sobre su dedo y le importó una mierda. Naruto también le había mentido, todos lo habían hecho; cada persona que se le acercaba lo lastimaba, incluso sus padres se habían desecho de él como si no valiera absolutamente nada.

 

Su hermano había querido suavizar la situación, pero ¿valía la pena? Ya no quedaba nada en esa triste noche de verano. Sólo la maldita aflicción de saber que amó sin ser amado.

 

 

 

 

Naruto seguía preocupado en casa. Sasuke no había llamado, nadie lo había hecho, se sentía impotente al ver como la lluvia se convertía en una tormenta. Sus manos temblaban de ira contenida, no sabía qué hacer en un caso como ese. Su esposo nunca desaparecía así.

Al principio trató de pensar que uno de sus amigos había venido y tuvo que acompañarlo a un lado; pero no era así, algo le decía que no era así. Le hubiera llamado, incluso, le hubiera dejado un mensaje sobre la mesa ¡pero no había nada! ¡Ningún rastro de él!

 

Sin importarle el clima, tomó las llaves del auto directo a la casa de su padrino ¡A tiempos desesperados, medidas desesperadas!

 

 

 

«Vuelve a casa, ototo»

 

Esas palabras retumbaban en su mente, los recuerdos le atacaban terriblemente mientras los naufragios de su delirio se reacomodaban. Dolía, quemaba en su pecho; en ese momento todo se sentía nada, no importaba cuan alto hubiera volado, estaba cayendo en picada, siendo víctima de su pasado.

 

¿Nada podía salirle bien? Una extraña maldición le perseguía, lo tenía condenado. La sombra de su pasado seguía golpeándolo, presionando sus esperanzas de seguir; cada paso que daba parecía como si retrocediera dos. Lo adulteraban, le golpeaban en la herida, dañando la reciente cicatriz; para la traición no había medicina, no había ungüento que le salvara de su sombría soledad.

 

¿Qué más podría esperar? ¿A que de verdad podría sostenerse? No importaba ya nada, porque, aunque el frio se colaba entre las rejillas del auto, su propio cuerpo desprendía su propio invierno, perdido en una víspera de melancolía. Las palabras le sonaban tan vacías, tan carentes de sentido que, aunque escuchó su teléfono sonar mil veces en el asiento trasero, estaba lejos de querer contestarlo.

 

Sus ojos siguieron empañados por lágrimas silenciosas que se deslizaban lentamente delineando su perfil. No quería pensar, quería ser un ciego de la situación, hacer como si no supiera nada y seguir en la utopía que le había regalado Naruto. Ser un adicto de sus besos, de sus caricias y de ese amor tan profundo que se profesaban.

 

 

 

 

Namikaze estaba que se rompía la cabeza. Era verdad que su primera opción fue buscar a su padrino, pero Orochimaru estaba que se retorcía de felicidad al verlo tan alterado. Ni siquiera el embarazo lo hacía un poco más blando, incluso, creía que lo había vuelto más amargado y arisco.

 

Sasuke había pasado hace dos horas y les había dejado a su cuidado a Miki. Era lo único que sabían; Mitsuki era quien había recibido a la niña y al ver el estado tan decaído de su amigo, no lo había detenido, entendía que necesitaba tiempo para pensar.

 

La tormenta seguía azotando la cuidad, los arboles más cercanos se mecían y la preocupación de Naruto por su esposo no hacía más que aumentar; no entendía las razones de Sasuke para querer estar solo, desde que habían arreglado sus diferencias no había cosa que no resolvieran juntos, claro, antes reñían, tenían sexo y después encontraban la solución ¡como cualquier otro matrimonio!

 

¿Qué estaba pasando? Suspiró dolido mientras le pedía a su padrino la localización exacta de su pareja. Desde que había pasado lo de Gaara en su aniversario, Naruto le había puesto un localizador al automóvil de Sasuke, sólo era cuestión de checar mediante el GPS para dar con su ubicación.

 

—Está al límite de Delirium*, no entiendo cómo llegó ahí tan rápido… — susurró el albino teniendo la vista fija en el monitor de su computadora. Eso solo indicaba lo alterado que estaba Uchiha para manejar con lluvia en ese estado.

 

—Sasuke…

 

 

 

 

Decisiones.

 

Las decisiones que había tomado le habían llevado directo a Naruto, cada error que había tenido lo empujaron a los brazos del rubio, cada paso hacia su perdición los daba hacia su esposo y no podía sentirse más asqueado al respecto.

 

Nuevamente; el odio se estaba instalando en su pecho, convirtiéndose en su mejor amigo. Ya no le importaban los recuerdos, los momentos felices, las sonrisas, las caricias y mucho menos los besos ¿de qué le servían si al final no podía confiar en él? Era una desesperanza tener que seguir así.

 

El nudo en la garganta no lo dejaba hablar, ni sollozar. Su corazón se perdía entre el dolor, la incertidumbre y la melancolía; trataba y trataba de superar las cosas. Creía que se hacía más fuerte, pero era débil, demasiado débil, tanto como para entregarle su corazón al idiota de Naruto.

 

Se sostenía por una cuerda floja, caminaba con sus piernas temblorosas tratando de huir de la soledad, pero un paso en falso lo había llevado a aguas profundas, tan obscuras y furiosas que no le dejaban respirar…

 

Segundos, minutos, horas ¿Cuánto tiempo había pasado? No lo sabía y no era como si realmente le hubiera importado. El sólo saber que podía terminar peor le daba fuerza, iba a dejarlo, no importaba si era por los errores de su pasado, no quería seguir viviendo así. Estaba por prender el auto cuando la puerta se abrió revelando a un furioso Naruto, lo había tomado de la solapa de la camisa para sacarlo a la intemperie.

 

El frio de la tormenta lo golpeó junto con la lluvia que al instante lo había empapado de pies a cabeza, a pesar de que apenas podía mirar su rostro, podía definir su furia en sus trigueñas facciones. Pero ¿qué derecho tenía Naruto de enojarse cuando era él a quien había dañado?

 

Tomó con fuerza las manos del rubio para desprenderlas de su ropa. Su resistencia había mejorado mucho con los medicamentos para la anemia; ya no era el mismo debilucho de un año atrás, tenía el auge para noquear al rubio, y si las cosas se complicaban no dudaría en hacerlo.

 

—¡¿Tienes idea de lo preocupado que estaba por ti, maldito teme?! — cuestionó con cólera el rubio. No tenía idea de cómo había podido llegar en menos de dos horas a ese lugar, sólo que la rabia lo tenía cegado, la ira de creer que Sasuke podría dejarlo irse…

 

Uchiha lo miró con un odio que le caló los huesos si creía estar furioso, su esposo estaba al doble de coraje que él, pero ¡¿por qué?! Y como si sus mentes estuvieran conectadas, el azabache le contestó:

 

—¡¿Por qué te casaste conmigo, Naruto?! — preguntó con ira mientras sus labios adquirían una tonalidad azul, a pesar del frio, su cuerpo no sentía nada, sólo la daga que se había incrustado en su pecho —. ¡No me mientas, estúpido! — replicó al ver como las palabras de su esposo se trababan entre ellas.

 

—Lo sabes… —susurró lo suficientemente alto para que el azabache pudiera escucharlo. Sus ojos se habían abierto de sorpresa mientras retrocedía un paso. Miedo, Uchiha podía leerlo a kilómetros de distancia, el rubio tenía miedo, miedo de la verdad —. Escucha, Sasuke…

 

—Te odio —murmuró con el máximo desprecio que pudiera espetar, no había otra forma de expresarlo. Una cosa es que Naruto se hubiera casado por su dinero, pero otra muy diferente que su hija tuviera que estar involucrada.

 

La familia Namikaze estaba en la banca rota porque Mito, la hermana de Kushina, los había dejado en la ruina al ver el testamento de su padre, Ashura. El anciano había estipulado que la fortuna Uzumaki no se tocaría hasta que naciera el primer nieto que tanto había esperado en vida. Ahí fue donde entró Sasuke con su embarazo, no sólo lo habían adquirido por el dinero, sino por Miki y tal vez pudo haberlo pasado por alto, hacer nimio el asunto, pero el rubio había jugado al buen samaritano al aceptar a su hija, darle su apellido ¡Eran patrañas! ¡Todo había sido por dinero! ¡Por un sucio y podrido dinero!

 

A Naruto le había calado en el alma las palabras de su esposo, había un rencor tan omnipotente en sus ojos que lo asustaban. El desprecio escupido en esa frase le mataba con énfasis, ¡las cosas no deberían ser así! No después de todo lo que habían enfrentado juntos.

 

—No lo haces… —musitó sin saber en qué momento las lágrimas se habían mezclado con la lluvia. Estaba tan seguro de lo que decía que se arriesgó a tomar aquellos labios que tanto amaba, pero Sasuke le giró el rostro para después empujarlo.

 

—No me doblegaré ante ti —dijo con fiereza; las cosas no se iban amenorar así, estaban muy lejos de encontrar una solución, no cuando el odio latía en sus venas.

 

—Jamás te dejaré ir, Sasuke, jamás. No sé qué diablos pasa por tu cabeza, lo único que sé es que te amo, amo lo bastardo que eres y no me importa nada más.

 

—¿Crees que con palabras lindas arreglaras esto, Naruto? ¿eres tan idiota como para creerlo? —se burló, necio a creer esas palabras que se sentían tan vacías, tan huecas y naufragas que no llegaban a tocar su corazón.

 

—Soy tan idiota para creer que de verdad me amas, teme —defendió ese amor que nació entre ambos, aquel por el cual ambos habían luchado tanto; no podía perder as esperanzas,no cuando el brillo de los ojos de su esposo seguía ahí por él, por saber que lo tenía a su lado.

—Eres un maldito perdedor, un oportunista… — contraatacó tratando de que todo el dolor saliera de él, tratando de exorcizar ese amor tan enfermo que le profesaba, aquel que lo hacía tambalearse y menguaba todo ese odio que lo corrompía.

 

—¡Basta, Sasuke! ¡Decidí casarme contigo por mi familia! — rugió entre los rayos de la tormenta, ya no importaba nada, sólo poder recuperarlo —. Pero sigo aquí, bastardo ¡sigo aquí por ti! ¡Por los sentimientos que nos unen a ambos! ¡Se llaman lazos y quieras o no, están vivos entre ambos!

 

—No los acepto — respondió pegando su cuerpo a la puerta del auto al ver como Naruto se volvía a acercar a él, era como si la fuerza se le escapara y abandonara su cuerpo

 

—Entonces los aceptaré por ambos; no puedo obligarte a quererme, Sasuke, ni a amarme, pero esto que siento por ti — le pone la mano en el pecho —. Jamás lograré sentirlo por otra persona. Mírame —susurró cuando le ocultó la mirada —, míranos aquí a ambos, mírame y dime que no sientes nada por mí… — preguntó con ese tono de voz que debería prender su furia, pero lejos de ello, lo tranquilizaba.

 

Porque el rubio no era una tormenta llena de aflicción, era el sol que lo acompañaba día con día, era la calidez que lo protegía… y más importante, era el padre de Miki a los ojos de la pequeña.

 

—Vete, Naruto, vete… — susurró comenzando a ver a donde lo llevaba la situación.

 

—Jamás lo haré, Sasuke, te perseguiré hasta el mismísimo infierno si es necesario —. La decisión que miraba en aquellos azules era la que le daba miedo, temor a saber que todo lo que le decía era verdad.

 

—Me iré a estudiar a Princeton — contratacó a prueba de caer, de volver a querer a ese hombre con la misma intensidad de la tormenta.

 

—Y yo iré detrás de ti… — masculló el rubio con suavidad.

 

No sabía en qué momento Naruto lo había acorralado, sólo que en ese momento no fue chico de ojos azules quien lo besó, sino que su cuerpo exigió los labios de su esposo, los poseyó sin pensarlo. Los había tomado en un efímero contacto, que el rubio trato de que se tornara eterno.

 

Las cosas para el rubio no habían sido fáciles. Esos seis meses que estuvo ausente, los había tenido que lidiar con Mito y su primo Menma. Su tía jamás se disculpó con su madre por las cosas, si no, todo lo contrario, regreso dispuesta a hacerse con la fortuna Uzumaki a través de un nieto, un hermoso niño de dos meses que no tenía la culpa de nada.

 

Naruto había tenido que quedarse unos meses más en Japón para apoyar a su madre en los juicios y el tribunal. A cambio de ello, ella había asustado lo suficiente a Kiba para que no se volviera a meter en su relación con Sasuke.

 

 

 

Jiraiya se estaba congelando el trasero, había subido al vehículo de Naruto intentando que no cometiera una estupidez al manejar, cosa que había hecho de todas formas. Pero siendo su padrino, adquirió el riesgo, estaba muy agradecido y preocupado por Sasuke. Incluso, Orochimaru le había estado mandado mensajes para saber cómo se encontraba el azabache. Como fotógrafo profesional le había mandado una foto donde salía la pareja besándose, claro, un tanto borrosa por la tormenta.

 

El rubio se despegó lentamente de los labios del azabache, sin dejar de mirarlo, acarició sus pálidas mejillas pensando en el resfriado que probablemente tendrían después los dos. Sasuke le sonrió de medio lado y volvió a robarle un corto beso.

 

—Podría cargarte ´ttebayo; ya sabes, para que se vea de película… —bromeó Naruto, pero al ver el ceño fruncido de su esposo desistió de la idea. Dio tres pasos al frente y sintió como el azabache le metía al pie y caía directo al barro —. ¡Teme! ¡¿Por qué diab…?!

 

—Sostente usuratonkachi, quería ser yo quien te cargara… — dijo para agacharse a su altura, la sonrisa que Sasuke le había dedicado en ese momento no tenía precio. Era tan radiante que su mente lo relacionó con todos aquellos cuerpos celestes y astrales, si el azabache fuera uno de ellos, sería la más grande que conocía, la luna. Tenía demasiada luz para tanta oscuridad.

 

 

 

 

Itachi tenía alrededor de una semana de estar en Estados Unidos. Se había estado quedando en unos departamentos amueblados cerca de la residencia de su hermano, estaba tentado a ir a verle de nuevo. Le había pedido que regresara con él a Japón, no con sus padres, sino a una nueva familia con él.  

 

Mikoto era la única que le había pedido que lo saludara de su parte, los negros ojos de su madre se llenaban de dolor cada vez que mencionaban a Sasuke era por eso que se había propuesto firmemente llevarlo a su tierra natal, aunque su padre no quisiera. Fugaku alegaba que su hijo menor estaba muy bien y que ya había formado una familia. Pero Itachi sabía que eso estaba lejos de la realidad.

 

La puerta de su departamento sonó y procedió a abrir, estaba tan sumido en sus pensamientos que jamás vio venir el golpe que se estrelló directo en su mejilla izquierda. Cuando quiso reaccionar otro se había impactado en su pómulo derecho, seguido de un gancho en el pecho.

 

—La próxima vez que visites a Sasuke, analiza de qué lado estás. No soy el cobarde que lo dejará ante problemas tan nimios como tú ´ttebayo.

 

No hacían falta presentaciones entre ambos hombres; Itachi sabía muy bien quien era ese rubio, y Naruto sabía muy bien quien era ese azabache. Se habían investigado, pero Uchiha jamás pensó que tuvieran ese enfrentamiento tan pronto. No le quedaba más que probar que tan leal era ese chico a su hermano.

 

—Esa niña no es tu hija.

 

—En eso te equivocas tú y toda tu maldita familia, ¡Miki es mi hija! y que eso te quede claro, Uchiha —. Naruto no se había quedado a charlar más, había salido del lugar exactamente como había llegado, a pesar de que tenían la misma edad, esperaba que Itachi fuera lo suficiente maduro para ver que todo lo que hacía era por Sasuke.

 

Cuando la puerta se cerró, el azabache no hizo más que sonreír, Naruto era un buen partido para su hermano ¿y quién era él para tentar el destino? Cerró los ojos y pensó que respetaría la decisión de su ototo baka.

 

Había tardado casi tres años en dar con él; sabía que estaba en Estados Unidos, pero su padre se negó a revelar su paradero, era como si de verdad se lo hubiera tragado la tierra, los papeles con los que había entrado su hermano al país y realizado los tramites era en nombre de “Sasuke Uzumaki”, ni siquiera tenía el apellido Namikaze; tenía sospechas de todo lo que ocultaba Fugaku, pero no tenía las pruebas para demostrarlo.

 

Sólo esperaba que ese amor que se tenía la pareja fuera lo suficientemente fuerte para afrontar todo lo que se venía.

 

Fin del capítulo catorce.

 

 

 

 

__________________

Delirium*: selva de Michigan.

———————————

 

 

Notas finales:

Un adelanto del próximo capítulo:

 

—Tú sabías que Sasuke estaba aquí y no me lo dijiste.

—Escucha, no es el momento para…

—¡¿El momento para qué?! ¡Ya hizo suficiente tu padre al separarnos para que tú lo apoyes, Itachi! ¡Ni siquiera dejó que tu madre o tú lo visitaran! 

 

¡Que ya llegó el papá de Miki!

Para saber como continua el fic, deje comentario por favor ;) Gracias a todos por seguir leyendo, ya estamos como a tres capítulos de finalizar ¡Graciar por el apoyo! Besitos~

Por cierto, síganme en FB:

https://www.facebook.com/Pikacha.sama94/

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).