Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Heridas por Pikacha-sama

[Reviews - 319]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!

Bueno es viernes y el cuerpo lo sabe, y para que lo sepa mejor les dejo el capítulo. ¡Gracias por sus hermosos reviews! LOS AMOS <3

Gracias a Midori por ayudarme con la edición del capítulo :)

Enjoy ;)

 

Heridas
Capítulo dieciséis: sutura.

 

Un deja vú lo invadió. Recordar como Gaara había besado a Sasuke tiempo atrás le había mancillado y dañado el orgullo; pero más que eso, había quebrantado su corazón, creado una herida que con esfuerzo trató de sanar, aunque, en el proceso se haya dañado un poco más.

 

Aquella vez su primer error había sido huir, dejarse llevar por las palabras de Kiba y no aceptar la derrota que eso conllevada. Pero ahora eso era diferente; no había nadie para hablarle al oído, solo el inútil hermano de su esposo, pero no contaba.

 

Observó la escena mientras la bilis terminaba de subir; Sasuke estaba parado dejándose besar por otro hombre, uno que distaba mucho de parecerse a él. El adolescente no correspondía el beso, pero tampoco lo rechazaba, podía mirar sus manos paralizadas, rígidas.

 

Tenía dos opciones: dejarse guiar por el instinto homicida que le susurraba al oído o esperar a que Sasuke arreglara el asunto. Lástima que Obito hubiera elegido ese momento para tomar la cintura de su esposo, detonando la poca paciencia que le quedaba a Naruto.

 

Atravesó el umbral furioso, deseoso de hacer notar su presencia. Sin esperar un segundo más, tomó al desconocido del hombro para quedar cara a cara, y estampó un derechazo en su pómulo, el golpe que había lanzado solo era una reacción a la acción ejercida, un destello de los celos que relucían en sus pupilas.

 

Naruto no esperó que Obito reaccionara, se le lanzó encima sin poder contenerse más. No le importó si su esposo se apartaba o no, sólo sabía que nadie tenía derecho a tocar a ese azabache más que él. Afortunadamente Itachi había jalado a su hermano menor esperando que las cosas no se alteraran más.

 

Cuando logró quitárselo de encima, lo reconoció al instante, aquel rubio furioso no podía ser otro más que el esposo de su exnovio. Los dos se analizaron sólo por unos segundos, Naruto sentía el corazón desgarrarse en su pecho, sentía un vacío incapaz de llenar, la adrenalina se le había subido a la cabeza; y por un momento las lágrimas surcaron sus mejillas.

 

No se necesitaba ser inteligente para saber quién era ese hombre; esos ojos, esas mejillas, aquellos rasgos asiáticos ya los había visto antes… en el rostro de Miki. Irónicamente siempre pensó que la pequeña era el vivo retrato de su esposo; pero estaba equivocado, y eso sólo lograba hacerlo enojar más.

 

Ninguno de los dos dijo nada, el rubio se había lanzado directo a golpearlo con un derechazo, pero el otro lo esquivó, regresando el golpe.  Aprovechando la cercanía Naruto dio un cabezazo, mientras Obito lo tomaba de la solapa de su camisa. En menos de dos segundos, los dos hombres rodaban por la sala tirando golpes a diestra y siniestra.

 

Sasuke se había quedado atónico sin saber qué hacer. Hace menos de cinco minutos no sabía nada de Obito y hace apenas dos, ya lo había vuelto a besar. Las cosas no deberían ser así, no debería estar aquí él ¡No podía si quiera pensar! ¡Naruto se estaba moliendo a golpes por su culpa! ¡Nada de eso debería estar pasado!

 

Itachi había tratado de separarlos, pero entre los dos hombres lo habían empujado para que no interfiriera.

 

La ira, el dolor, la aflicción y pena azotaban a su corazón; cegado por la rabia y el miedo de perder todo lo que tanto trabajo le había costado construir con Sasuke, apenas tenían unos meses de relación estable para que el destino todavía les pusiera más pruebas. No se iba a rendir, no se iba a alejar del azabache, iba a salir victorioso de ese encuentro le costara lo que le costara.

 

Todavía llevaba grabado en su memoria al adolescente terco e idiota que había llegado a su departamento hace casi tres años atrás. Aquel chico que estaba tan roto que no podía avanzar,al que había ayudado a dar sus primeros pasos, al que guio para que aceptara a su pequeña hija, al que amo aun sin ser correspondido ¡No lo iba a dejar ir! ¡Nunca!

 

Su pecho seguía latiendo furioso sin poder controlar el odio que desprendía. No entendía como Sasuke se había dejado besar por él, pero ya no tenía ningún derecho sobre su esposo, mucho menos sobre la pequeña azabache. Los problemas legales serían los de menos en ese caso, no cuando él los había abandonado.

 

—¡Papá! — una voz entre aniñada y soñolienta lo sacó de sus cavilaciones.

 

Miki había corrido hacia Naruto sin importarle nada más. La expresión de temor palmada en su rostro hizo que su rabia disminuyera. No podía estar dando ese tipo de espectáculos delante de la niña. Incluso, Sasuke había salido de su ensoñación ante la situación.

 

El rubio tenía el labio partido y un ojo amoratado, al igual que una herida en la ceja; se había inclinado a la altura de la pequeña y le daba consuelo mientras ella lloraba. Su hermano estaba a su lado pasándose una mano por el rostro completamente nervioso y Obito yacía en el suelo con la pupila roja y un fuerte morete en el pómulo izquierdo, el hombre no le quitaba la mirada de encima a Miki. 

 

Su hija probablemente hubiera bajado del auto al ver que se tardaban en volver, pero el rubio no había pensado en nada cuando miró a su esposo en los brazos de otro hombre. Había actuado por impulso, nada de lo que presenciaba lo creían sus ojos. Sasuke seguía en mismo estado estoico, pero su mirada viajaba de la pequeña a Obito. Mientras su primo no dejaba de ver a Miki.

 

«No, no, no» ¡Él no debía de saber nada de su hija! Avanzó hacia Naruto con la firme decisión de irse, no podía seguir con la tensión, de repente las náuseas de esa mañana habían regresado mientras los nervios hacían que sus manos temblaran, ¡no podía seguir así! El ambiente estaba tan tenso que sentía que en cualquier momento explotaría.

 

No necesitó decir algo para que su esposo lo entendiera, aun cuando su mirada detonaba rabia, Naruto lo tomó de la mano mientras cargaba a la pequeña entre sus brazos. La apretó contra sí y jaló a su conyuguea la salida, ninguno de los otros azabaches había intentado detenerlos, Itachi no quería más problemas con su hermano, mientras que Obito no salía del asombro de ver a la niña.

 

El rubio subió en el copiloto sin importarle nada más, lo único que quería hacer era tranquilizar a Miki que no paraba de llorar. Sasuke prendió el auto sin decir nada más, lo único que se escuchaba mientras viajaban a su departamento eran los sollozos de su hija aferrándose a la camisa de su esposo.

 

—Todo estará bien, ttebayo… — terminó por susurrar sin saber si se lo decía a sí mismo o a la niña, en ese momento se sentía tan desprotegido como ella.

 

 

 

 

 

 

—¿Cómo está? — preguntó sin levantar la mirada. En cuanto habían llegado su esposo se había llevado a su hija a su recamara mientras seguía tratando de tranquilizarla. Estaba sentado en la sala con el botiquín de primeros auxilios a su lado.

 

—Se quedó dormida ´tteba… — respondió el rubio mientras se inclinaba un poco y recargaba sus manos sobre el respaldo de la sala. Todavía se sentía furioso con Sasuke, sentía recorrer la ira por las venas de su cuerpo, todo aquella se le salía de las manos, mientras la impotencia hacia mella en su cabeza.

 

—Naruto, yo…

 

—Él es padre de Miki, ¿no? — preguntó lo más obvio del mundo sin dejar de fruncir el ceño. Intentaba hablar con una calma que no tenía, trataba de tranquilizarse, pero sentía que en cualquier momento estallaría.

 

El azabache se levantó del sillón dispuesto a enfrentarlo, pero Naruto sólo había desviado la mirada, completamente furioso. Lo estaba, había dejado que otro hombre le besara, uno que lo había desestabilizado en el pasado, incluso, que lo había abandonado. Lo que le preocupada, era no mirar la misma furia en los ojos de su esposo, si no, miedo… ¿a qué le temía Sasuke?

 

—¿Hay algo más que debería saber? — cuestionó levantando la mirada, de nuevo azul contra azabache se encontraron, los ojos de su esposo mostraban precaución y cautela, pero la respuesta no llegó hasta que las palabras salieron de sus labios de una manera pausada y analítica.

 

—No lo sabe… —susurró —. Él jamás… — no sabía porque era tan difícil admitirlo, porque no podía simplemente soltar la verdad, esa que había escondido tan recelosamente, temeroso a todo lo que ella podría significar. — Al principio estaba tan molesto contigo porque mi padre jamás aprobó mi relación con Obito, sólo nos separó, cuando supo que estaba… —. Los recuerdos dolían tanto, admitirlo le sofocaba, saber que lo había perdido todo por culpa de su progenitor le perjudicaba demasiado —, embarazado, me vendió al mejor postor…

 

—¡¿Estás diciéndome que ese imbécil no sabía que estabas en cinta?! —preguntó exaltado, había tomado a Sasuke de los hombros sin poder creer que todo lo que les había dicho Fugaku fuera mentira. Ahora la actitud del Uchiha al principio de su matrimonio tomaba más sentido, todo ese desprecio dirigido a su persona.

 

—No…— negó removiéndose entre los brazos del rubio.

 

En ese momento, Naruto sintió que todo se paralizaba, que la respiración no le alcanzaba, agacho la cabeza mientras lo soltaba para pasarse los dedos de ambas manos por su cabellera rubia ¡Eso no podía ser cierto! Si eso era verdad, el idiota aquel tenía todo el derecho de querer destruir a su familia, básicamente le había arrebatado todo. No sabía porque Fugaku no había aceptado esa relación, sólo habían jugado con él ¡Lo había timado! De nuevo la furia lo estaba haciendo estrellar, comenzó a maldecir sin darse cuenta, mientras Sasuke callaba sin dejar de mirarlo.

 

Y luego otro pensamiento surcó su mente, dejando rotundamente de lado cualquier otra idea, paralizándolo; si el chico aquel no le había abandonado podía significar que Sasuke quisiera volver con él, es decir, que lo dejara… Aquel azabache era el verdadero padre de su hija, se los habían arrebatado a ambos e iba a luchar por ellos, eso era verídico, pero ¿Sasuke le daría la oportunidad? Y por minutos temió lo peor… Su esposo no lo dejaría ¿o sí?

 

No después de todas las cosas que habían vivido juntos, no podía botarlo ¿verdad? Sus ojos se empañaron y el temor de perderlo todo lo embargó por segundos. Caminó directo al azabache con pavor, con miedo de que se desvaneciera de entre sus manos, todo lo que construyeron podía derrumbarse, ese amor que tanto había cultivado podía ser evaporado por uno antiguo…

 

«Sasuke, Sasuke, Sasuke» gritó su mente, sin darse cuenta, sin medirlo; había tomado de nuevo al azabache con fuerza de los hombros. Sus miradas estaban conectadas una con la otra. Su esposo no huía, estaba ahí consigo; no sabía si realmente todo era tan frágil para romperse, pero no iba permitir que lo dejara, no cuando su corazón latía tan violentamente en su pecho, anhelando que sus sentimientos fueran recíprocos.

 

Lo besó, lo besó como si estuviera muerto de hambre, como si no fuese haber un mañana para ellos. No podía permitirse perderlo, simplemente no podía. Jamás lo dejaría volver a caer en la obscuridad, no importaba que tan fuerte tuviera que apresarlo…

 

Sasuke se tambaleó con la intensidad del beso, un escalofrío le había recorrido de pies a cabeza sin evitar corresponderle, no podía huir de los sentimientos tan fuertes que lo unían al rubio. Sus manos rozando su cadera lo hacían navegar en un barco sin timón, perdido en un mar de sensaciones.

 

Se estremecía recorriendo ese cuerpo que conocía tan bien, abandonó sus labios para besar sus hombros con voracidad succionando esa piel pálida. El azabache gemía suavemente a su oído, provocándolo, sabiendo lo mucho que le excitaba que se comportará así.

 

Lo estrelló contra la pared volviendo a atrapar sus labios, mientras Sasuke le rodeaba con las piernas la cintura. Estaba sediento e invadido por la necesidad que albergaba su corazón; no importaba si el rubio estaba siendo rudo con él, lo quería, su mismo cuerpo le exigía esa vigorosidad contra su persona.

 

Las ansias de tenerlo lo mataban, sus manos temblaban cuando le arrebató la camisa mientras el azabache no dejaba de besarlo, de devorar con pasión sus labios. Sin ser consciente del temor que lo llenaba mordió su hombro mientras Sasuke soltaba un grito que trató de reprimir inútilmente.

 

—Lo siento ´tteba — susurró mientras besaba la herida.

 

Su esposo negó con la cabeza y volvió a tomar sus labios mientras su cadera realizó un sutil movimiento que Naruto interpretó de inmediato. Comenzó a moverse simulando penetraciones sobre su ropa mientras el azabache terminaba de arrebatarle la camisa. La prenda terminó esparcida por alguna parte de la sala y Sasuke se dedicó a arañar la espalda de su conyugue con la misma intensidad con la que había sido mordido.

 

Un gemido ronco salió de los labios del rubio y apreció esa mirada que tanto le gustaba, una llena de ferocidad y excitación. Sasuke pareció ronronear en ese momento en que bajaba sus manos al pantalón de su esposo. Dejó que el rubio marcara cuantas veces quisiera su cuello mientras susurraba con prepotencia y necesidad.

 

—Mío, mío, mío…

 

Eran jadeos lo que salían de su entrecortada respiración, había alcanzado la hombría de Naruto y la masajeaba con maestría, subiendo y bajando con lentitud, sintiendo como la humedad se expandía por su mano. El rubio había decidido enredar sus manos en el cabello del contrario dejándose llevar por el placer que le nublaba la vista, las piernas le temblaban por los espasmos que le recorrían la espalda.

 

Entre tropiezos, arañones y mordidas terminaron en su habitación. Los jadeos de Sasuke eran una dulce melodía para Naruto, que se había aferrado a la idea de jamás perderlo, de marcarlo como suyo, que el mundo entero supiera que el azabache solo le pertenecía a él y a nadie más.

 

Lo tiró sobre la cama, mientras gateaba a su costado besando su cuello y bajando lentamente hacia aquello que pedía atención, sin embargo, Sasuke lo detuvo y volvió a tomar sus labios con necesidad, lo mordió sutilmente justo en la herida que tenía, pero no le importó, ya no le interesaba si era el mismo azabache quien lo dañara, lo único que necesitaba saber es que estaría a su lado.

 

Besándolo ferozmente metió su mano hasta el fondo de su pantalón, sólo había esperado que Sasuke levantara un poco las caderas para que la prenda terminara esparcida por algún lugar. Acarició sus piernas mientras su boca viajaba a aquel bóxer negro que relucía entre los muslos blancos.

 

Ascendió deseoso de todo aquello que perteneciera al azabache, lo amaba, lo anhelaba, lo quería, y lo peor de todo era que lo necesitaba. Mordió levemente su muslo izquierdo mientras Sasuke gemía ronco, extasiado por las sensaciones que recorrían su cuerpo. En un impulso tomó el cabello rubio con rudeza y lo aproximó hasta su miembro deseoso de ser tomado.

 

Naruto comenzó a lamerlo sobre la ropa mientras sus manos apretaban sus mulos con fuerza. No pasó mucho para que la prenda desapareciera y comenzara a acariciar su falo sin ninguna obstrucción. Ya no le importaba nada más que tenerlo para sí, sus malditos celos lo estaban agonizando, por segundos, pensó en aquel estúpido que había dañado a Sasuke.

 

El rostro sonrojado de su esposo, como se mordía los labios sin querer vanagloriarlo con sus gemidos, el sudor perlado que le recorría el pecho… toda esa vista solo era para él, nadie más debería de ver a su esposo así, era exclusivo para sí. Iba a remarcarlo como suyo, que todos se dieran cuenta que Sasuke Uchiha le pertenecía a él.

 

El azabache apresó el cabello del rubio con fuerza, anhelando cualquier caricia que le regalaba. Su cuerpo se calentaba ante su contacto, cuando las yemas de sus dedos recorrieron sus piernas sintió temblar todo su cuerpo ante su verdadera necesidad. Se había puesto húmedo en sus preliminares y cuando Naruto se lambió los labios, deseoso de poseerlo, se perdió a sí mismo.

 

Dejó de pensar.

 

Sasuke le arañó la quijada mientras un sonoro gemido salía de la boca del rubio. La sonrisa prepotente del Uchiha lo sacaba de quicio, le hacía perderse en mil encuentros consigo mismo, en ocasiones sentía que peleaba contra él mismo para no terminar perdido entre esos ojos hipnotizantes.

 

Giró el cuerpo del azabache sin darle el sexo oral que tanto pedía, el gatito quería jugar rudo, le iba a dar lo que se merecía. Sasuke pataleó un poco por ser puesto boca abajo, pero Naruto le apresó fuertemente los glúteos mientras mordía suavemente aquella “N” que relucía entre su piel pálida.

 

Posicionó tres dedos frente su rostro, pero el azabache no hizo más que morderlo y eso sólo logró excitarlo más. Siguiendo ese pequeño juego rudo que había iniciado entre los dos, lamió esos tres dedos mientras le susurraba cosas obscenas al oído, esas que tanto le gustaba que le dijeran en la intimidad. Terminó de desvestirse rápidamente y Sasuke no hizo más que encenderse al sentir como la hombría del rubio le rozaba el trasero.

 

Metió el primer dedo a su interior sintiendo lo húmedo que ya se encontraba el lugar, el azabache estaba sumamente prendido de sus atenciones. Mordía ligeramente su espalda mientras que con la otra mano lo masturbaba con un tortuoso vaivén lento. Uchiha no podía pedir nada más.

 

Terminó de recorrer su espalda para pasearse por su oreja, se dedicó a morderla suavemente mientras otro digito se incrustaba en su interior, hacia movimientos dentro de él, ensanchando su entrada a la espera de algo mejor. Sasuke no hacía más que gemir despacio alzando levemente la curva de su espalda.

 

Sintió como sus dedos eran apretados por las paredes del azabache y sintió envidia, celos de sí mismo. Mordió con más fuerza de la necesario de nuevo el cuello de su esposo mientras sacaba los dedos, Sasuke gruñó insatisfecho y trató de girarse, pero Naruto de nuevo lo detuvo mientras lentamente se abría espacio dentro de sí.

 

Lo había penetrado, sin dejar de morder su hombro. El calor lo había llenado mientras el azabache había gritado una palabrota, había sido bruto y egoísta, pero Sasuke en ocasiones también lo era. Solía torturarlo con el sexo oral, incluso, en una ocasión lo había mordido por hacerlo enojar.

 

Usuratonkachi… —murmuró por lo bajo mientras apresaba fuertemente las sabanas de la cama. Se había introducido completamente dentro de sí, le había dolido un poco, pero lo que más le preocupada, era que lo había disfrutado, prendido más de lo que ya estaba y anhelando que el rubio comenzara a moverse.

 

Era un maldito masoquista y Naruto, su cruel verdugo.

 

El rubio observó esa pálida espalda bañada de un ligero sudor, Sasuke era definitivamente hermoso, por cualquier ángulo que lo mirara en ese estado se le figuraba bellísimo. Aun sin moverse se atrevió a besarlo con el miedo latente de perderlo, de no volverlo a tener entre sus brazos, de que ese amor se le escapase de las manos; simple y sencillamente no podía olvidarlo, dejarlo o abandonarlo, lo amaba.

 

Pero, Sasuke ¿sería capaz de dejarlo? Y sin querer volvió a revivir el momento, el recuerdo de su esposo siendo besado por otro hombre lo atrapó y el miedo hizo mella en su mente. No debía, no podía, no quería corromperse, desprenderse del azabache, pero su corazón latía agitado por el temor de que ese momento fuera una despedida. ¿Tan inevitable era su adiós? Sin darse cuenta sus ojos se habían empañado mientras se aferraba al cuerpo que estaba debajo de sí.

 

—Oe, dobe… —lo llamó en un susurro ronco sin saber en realidad porque el rubio no había comenzado a moverse. Trató de girarse, pero Naruto lo tomó de los brazos impidiéndoselo. Y sin intuirlo, sintió un líquido caer en su espalda.

 

Se quedó quieto incapaz de decir algo que lo hiciera sentir mejor, las palabras tampoco salían de su boca. Sasuke también tenía miedo a equivocarse, cerró los ojos sin dejar la excitación de lado, pretendió darse la vuelta, pero el rubio lo tenía fuertemente apresado, besando suavemente su espalda mientras las lágrimas se deslizaban por su piel desnuda.

 

Trató de llamarlo, pero Naruto nuevamente lo mordió, ordenando silenciosamente que se callara. Sin esperarlo, el rubio volvió a tomarlo de la cintura, alzando un poco su trasero sin sacar su miembro de él, gruñó extasiado por el movimiento mientras el vaivén comenzaba.

 

Tomó sus brazos y los posicionó en su espalda, como si lo estuviera amarrando y las penetraciones comenzaban suaves, lentas, pero certeras. El rubio tenía una precisión que lo ponía de nervios, gimió contra la almohada sin poder separarse un poco de ella, murmuró maldiciones por la posición incómoda, pero todo eso era arrullado por los mismos gemidos que salían de su boca.

 

Apretaba los puños sin ser capaz de soltarse del agarre, su mente deliraba entre la pasión que se desbordaba, sus ojos estaban fuertemente cerrados perdido en las sensaciones de placer que soltaba en jadeos. Naruto había comenzado a moverse más rápido, mientras su interior se aferraba a ese miembro palpitante, exigiendo cada vez más.

 

Los besos recorriendo su espalda, los suspiros rozando su cuello, las mordidas suaves sobre su cadera lo descontrolaban, lo extasiaban al punto de perder la poca cordura que le quedaba. No sabía en qué momento su espalda se había arqueado de aquella manera, sólo que su cuerpo pedía por más y más.

 

El rubio había dejado de medirse con las estocadas, había querido olvidarlo todo, no recordar las lágrimas que se le habían escapado. Remarcaba su territorio llegando cada vez más profundo, hundiéndose en el ese interior que lo apretaba, que lo llenaba hasta desconocerlo todo.

 

Soltó las muñecas de Sasuke para dedicarse a apretujar sus glúteos, sobre todo ese tatuaje de color naranja que lo excitaba al punto de perder la cordura. Ver el rostro complaciente de su esposo, escuchar sus jadeos le llenaba de júbilo, lo extasiaba por dentro, sintiendo como un calor comenzaba a expandirse por su abdomen.

 

Gruñó sintiendo como su miembro era oprimido por los espasmos del azabache, muy probablemente estuviera a punto del clímax, el que su trasero se hubiera alzado más y que sus piernas estuvieran tan rígidas lo indicaba. Aumento las embestidas mientras el cuerpo de su amante se tensaba cada vez más, sonrió con arrogancia al ver que solamente él podía provocarlo, que Sasuke sólo gemía para sí…

 

El sonido de sus glúteos golpear contra su pelvis era música para sus oídos. Le fascinaba, simplemente que el adolescente gimiera su nombre en el orgasmo le llenaba el ego. El líquido blanco había manchado la sabana mientras su esposo trataba inútilmente de recomponerse.

 

—Sasuke, Sasuke, Sasuke… —le gimió en el oído mientras lambia su pequeño orificio. El azabache templaba de pies a cabeza complacido y extasiado por el resiente orgasmo que había tenido. Naruto le había tomado la quijada levántenle el rostro tomando sus labios al instante, su respiración se entrecortaba enriqueciendo la excitación del trigueño.

 

Cerró los ojos terminando de perderse en las sensaciones que recorrían su piel, mordió de nuevo la espalda de su esposo, mientras su vaivén aumentaba el ritmo, perdido en el estrecho interior del azabache dejó escapar otro jadeo ronco encontrando esa sensación que lo mataba. Apresuró el movimiento tomando las caderas del blondo hasta que el orgasmo escapó de sí.

 

Sintió el líquido salir su cuerpo mientras la respiración se le escapaba. La vista se le había nublado y las piernas le temblaban. Suspiró tratando de volver en sí, salió lentamente de Sasuke sintiendo como este se tiraba a un costado con la respiración todavía agitada, había tapado su rostro con su mano derecha. 

 

Naruto observó el estado del cuerpo del chico, tenía muchos chupetones por el cuello y varios rastros de mordidas, sin mencionar que sus muñecas habían quedado marcadas por un color rojizo. Por segundos se lamentó haber sido rudo con él, justo cuando estaba por disculparse Sasuke tomó su mano apresándola contra sí.

 

—Sólo confía en mí, dobe…

 

Y a pesar de que sintió temor, cogió con más fuerza la mano de su esposo, orgulloso de ver la argolla de matrimonio entre sus dedos. Tenía miedo de perderlo, pero debía de confiar sólo un poco en Sasuke, porque aquella herida que tanto lo había lastimado él mismo se había encargado de suturarla, de cuidar que sanara…

 

Sólo que Naruto también debía de aprender cual era el verdadero concepto de confianza, porque los problemas lo saludaban a la vuelta de la esquina.

 

 

 

 

Obito se pasaba las manos por el rostro nervioso, pasmado de lo que sus propios ojos habían mirado. No creía que su propio tío hubiera sido capaz de tanto, de haber confabulado al punto de esconderle que Sasuke hubiera estado en cinta cuando los separó. Es decir, sólo recordaba haber tenido una vez, de los tres encuentros que vivieron, sin cuidarse.

 

Su primera vez…

 

¡Joder! Todo eso era un enredo, se había convertido en una muy bien tejida telaraña. Volteó a ver el rostro de Itachi y éste negó con la cabeza al verle los golpes que tenía sobre la cara. Su intención jamás había sido agarrarse a golpes con el tipejo aquel, sólo que al ver de nuevo a Sasuke había perdido la noción de todo, que el rubio hubiera llegado a interrumpir se había salido completamente de sus manos.

 

—Esa niña ¿es mi hija? — preguntó dudoso de sus propias palabras, temeroso de no solo haber perdido a su exnovio, si no, la oportunidad de haber sido padre.

 

Itachi calló incapaz de hablar, no le correspondía a él responder esa pregunta. Para sí también era reciente la noticia, sólo le había bastado ver a la niña para saber la verdad, que Obito sacara esas conclusiones no tenía nada de raro, después de todo la sangre era la que llamaba antes que los lazos.

 

Fin del capítulo dieciséis.

 

 

 

Notas finales:

¿Les gustó? Me costó bastante inspiración xDDD

Ya está definido, sólo nos quedan dos capítulos y el epilogo. El siguiente ya casi lo termino, bueno... ¿alguien me ha leído anteriormente? No soy exactamente de finales felices ¿alguien ha mirado las advertencias del fic? xDDD Ok, no XDD

Gracias por todo el apoyo, me alegra haberlas sorprendido con el papá de Miki xDDDD La aplicó Obito, a la prima se le arrima (?) Ok, no, jajajajajajaja xDD

DEJEN COMENTARIOS, LOS HACE MÁS GUAPOS (AS) <3

 

Adelanto: 

—Si puedes demostrarme que es tu hija dejaré a Sasuke —admitió con el pesar de sí, dolía decirlo, por su chico haría cualquier cosa —, pero te advierto algo… si Miki es mi hija, te juro que no descansaré hasta arrebatarte a mi familia de tus sucias manos —le veracidad de sus palabras eran las que hacían temer a Naruto, porque él también estaba dispuesto a cualquier cosa por su esposo, aun si tenía que jugar sucio.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).