Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Heridas por Pikacha-sama

[Reviews - 319]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, chicas.


Espero que esten pasando un excelente sabado, no me gusta actualizar en fines de semana porque siento que nadie entra en la pagina. Pero dado el caso que se viene una semana dificil, tengo que hacerlo hoy, pensaba en mañana pero ahorita no estoy segura de nada.


Antes que nada muchas gracias por los que me dejan comentarios, de corazón. El tiempo no me ha dejado contestar los comentarios, trataré de hacerlo en el transcurso de la noche.


Les dejo el capítulo.


Enjoy...

Heridas.

 

Capítulo cuatro.

Alcohol.

 

Sasuke estaba callado mirando el techo del consultorio totalmente sumergido en sus pensamientos. Era blanco, con dos focos de gran tamaño, pensó mientras la enfermera se dedicaba a ponerle un gel helado en el vientre. A pesar de que ella le hablaba no prestaba la más mínima atención, todo se concentraba en aquel techo.

 

Naruto miraba la escena deprimido, a pesar que había avanzado en su relación de amistad con él parecía que cuando se trataba de su embarazo retrocedían dos pasos. El azabache se había vuelto más hablador y la convivencia se había hecho más llevadera, incluso, más cálida. Una parte de Sasuke se había abierto para él, con sus esfuerzos lo consiguió, pero al verlo postrado en aquella camilla con la mirada perdida se dio cuenta que no era suficiente.

 

— Sasuke — lo llamó en un susurro suave.

 

— Buenas tardes, jóvenes — saludó el doctor mientras entraba a la habitación. El hombre había llevado su caso desde el ingreso de Sasuke a hospital, ahora ya tenía seis meses de gestación y su salud había mejorado, le había insistido al rubio esposo en la ayuda psicología pero se seguían negando a la terapia. No hacía falta ser un genio para ver la hostilidad del Uchiha ante su estado.

 

Ninguno de los dos contestó.

 

Naruto seguía pensando en la mejor forma de ayudar a Sasuke, mientras el otro encontraba el techo como la mayor maravilla del lugar.

 

Suspiró como siempre lo hacía cuando le tocaba pasar consulta con esos chicos, Sasuke nunca hablaba en sus citas, Naruto siempre era quien se encargaba de darle los acontecimientos al doctor. Le hablaba de las cosas que comía y del poco ejercicio que hacia su esposo.

 

Le dedicó una tierna sonrisa a la enferma y ella se despidió con una pequeña reverencia. Tomó el sensor con su mano derecha y la puso sobre el pequeño vientre del Uchiha, dirigió su vista hacia la pantalla de blanco negro que había y no la despegó de ahí.

 

— Es una niña, señor Namikaze.

 

Naruto despegó su vista de Sasuke y prestó atención a lo que el médico le decía. Sus palabras se había instalado en su interior, una extraña euforia compartida con ternura lo embargó, los pequeños matices que se distinguían en el monitor llenaron su estomago con emoción.

 

— Eso es su corazón…

 

El médico señaló la pantalla, el latido acelerado retumbó en la silenciosa habitación. Toc, toc, toc, escuchó, esa pequeña criatura que comenzaba a terminar de formarse lo cautivó. Sin quererlo, ni proponérselo tomó la mano de Sasuke, la apretó sin despegar la mirada del monitor.

 

La oscuridad de su pasado lo perseguía, lo atormentaba y sin duda alguna, lo dañaba. Era una incógnita, una herida que trataba de sanar, pero parecía que era más profunda de que se imaginó.

 

Esos meses había logrado a preciar a Sasuke y su belleza interna, al chico detrás de todas aquellas corazas, pero no competía contra el dolor de la herida, no alcanzaba a llegar a ese mar negro que lo absorbía, y tenía miedo de sólo pensar que había llegado demasiado tarde.

 

Se sintió pequeño mientras evitaba la vista que le miraba de soslayo, unos ojos azules lo vigilaban por segundos y de repente lo ignoraban. Quería decir algo, incluso, huir, pero ese extraño palpitar sólo le hizo apresar la mano de Naruto con más fuerza, como si fueran un salvavidas entre tanta obscuridad.

 

.

.

.

.

.

 

Odiaba ese sonido, lo odiaba como solo podía odiar a Naruto. Estaba en su quinto sueño cuando su odioso celular comenzó a sonar, gruñó por debajo y se dedicó a buscar aquel aparato molesto. Lo encontró debajo de la cama, lo tomó con desdén para fruncir el ceño. No hacía falta saber quien lo llamaba, el único idiota que tenía su número era Naruto.

 

— ¡Teme! ¿Estabas dormido?

 

— Hm.

 

— ¡No me respondas con monosílabos! Estaba preocupado tteba... ¿ya te sientes mejor? — preguntó con inquietud, no le agradaba tener que dejarlo solo por las mañanas.

 

El día anterior había estado vomitando todo lo que comía, había insistido en llevarlo a revisar pero se negó. Odiaba a su doctor por querer inmiscuirse en su vida privada, si podía evitar verlo, lo haría. 

 

— Me sentiré mejor cuando dejé de escuchar tu fastidiosa voz, dobe.

 

— Muy gracioso, teme.

 

— Voy a colgar.

 

— ¡Espera, Sasuke! Necesito un favor~ — confesó no muy seguro de querer ejecutar su petición, después de todo, tendría que salir de casa.

 

.

.

.

.

.

 

 

 

¿Cuándo había sido la última vez que había salido solo?  No lo recordaba con exactitud, desde que se había mudado con el rubio las únicas veces que salía era con él. Por un momento su mente se detuvo a pensar que su mundo estaba girando hacia ese idiota y un amargo sabor se sentó en su paladar.

 

Negó con la cabeza y paró un taxi con una señal.

 

El clima se había vuelto más frío desde el mes pasado, llevaba una gabardina y unos ligeros jeans con unas botas negras. Sólo por preocupación se había puesto un cálido gorro blanco. No tenía ganas de estar escuchando las quejas de Naruto y lo poco que cuidaba su salud.

 

El taxi lo abordó y se dirigieron hacia la universidad. El rubio le había pedido que le llevara su laptop, la había olvidado en la mañana por salir apurado, aunque a su criterio había sido por usuratonkachi, sonrió con arrogancia ante su propio pensamiento mirando por la ventana las calles pasar.

 

Cuando llegaron pagó al taxi y se bajó observando el gran edificio que se regía ante él. Marcó a su único contacto para definir un punto de encuentro, pero antes de que le contestaran un grito llamó su atención.

 

— ¡Sasuke!

 

Y lo qué menos deseaba el Uchiha, pasó.

 

— No creí que de verdad fueras tú — comentó una chica de cabellos rosas mientras reía nerviosa — ¿estás buscando a Naruto, cierto? — preguntó muy consciente de que la respuesta fuera afirmativa.

 

Tenía que admitir una cosa, el chico era atractivo. Desprendía elegancia y porte como pocas personas lo hacía. No lograba comprender del todo como es que había caído con el distraído de Naruto, a su juicio se trataba de un chico listo, no de alguien enamoradizo.

 

El azabache sólo asintió con desdén, ella no le agradaba en lo más mínimo. Lo había visto en un estado vulnerable, sin mencionar que apenas soportaba al rubio como también tener que convivir con sus amigos. A decir verdad, no los conocía, solo a esa chica.

 

— No seas tímido, — le soltó con una sincera sonrisa de medio lado. — Te llevaré con él — afirmó mientras tomaba su muñeca.

 

—  Hm. — Estaba lejos de sentirse así, con molestia rechazó el contacto de Sakura con un manotazo, así solo le indicó a la chica lo equivocada que estaba. — Puedo andar solo — argumentó sin mirarla.

 

Agachó la mirada apenada, tenía razón en  rechazar su contacto, no se conocían como deberían, nadie había hecho las presentaciones formales. Incluso, la única razón por la que sabía su nombre era porque a Naruto no le salía otro nombre que no fuera ese.

 

Rió nerviosa queriendo evitar una tensa situación. No sabía cómo manejar las cosas con el adolescente, así que camino esperando que siguiera sus pasos.

 

No le gustaba en lo más mínimo tenerla que seguir, pero prefería mas en ese instante estar en casa que seguir ahí, así que cuanto antes entregara el paquete más rápido podía volver a la comodidad del apartamento. Ya había notado como varios idiotas (porque no había otra forma de llamarlos) lo observaban detenidamente, era incomodo y le provocaba desdén.

 

Con el atuendo que llevaba no se asemejaba el pequeño bulto que apenas unos días había resaltado un poco más en su vientre, por esa justa razón se había puesto la gabardina, no quería llamar la atención, le gustaba pasar desapercibido, pero su físico lo resaltaba.

 

Sakura no había pronunciado ni una palabra más, se había dado cuenta que no le agradaba al chico y no quería presionarlo o molestarlo más de lo que ya lo había hecho, pero al parecer el destino no estaba de su parte. 

 

— Sakura, ¿cómo estás? —preguntó un castaño de sonrisa picara.

 

Kiba los miró cruzar el pasillo y si el chico no fuera tan llamativo no se hubiera dado cuenta de ellos, pero su indiscreto amigo había golpeado su costado para señalarle al azabache, ¿cuántos años podría tener? Le calculaba unos 17 anos, probablemente estuviera visitando las universidades, por sus rasgos deducía que era extranjero.

 

— Bien, bien, tengo algo de prisa, hablamos después — contestó la chica de cabellos rosas, tratando de evadirlo. No quería seguir pendiendo el tiempo, el chico no estaba a gusto con su presencia y a ella le había empezado a incomodar un poco la situación.

 

— Oe, no seas tan grosera, ¿no piensas presentarme a tu amigo? — había sido directo, no se había andado con rodeos. Sacó a relucir sus colmillos blancos con galantería, era momento de impresionar y llamar un poco la atención del chico.   Pero ver el semblante contrariado de Sakura evitó la molestia de seguir tratándola y abordó al centro de atención. — Mucho gusto, soy Kiba Inuzuka, ¿cuál es tu nombre?

 

Sasuke no se molestó en responder o dirigirle una mirada, solo lo rodeó y siguió caminando sin mirar atrás. No podía importarle menos como se llamara el castaño con cara de estúpido, tenía intenciones de las cuales estaba seguro no figuraban en su vida, ni en la anterior, ni mucho menos en la actual.

 

— Sasuke, espera — gritó Sakura mientras empujaba a Kiba para alcanzarlo. Después se burlaría de su estupidez, aunque la sonrisa no le quitaría en un buen rato. Ese chico si era una pequeña caja de sorpresas, entendía porque Naruto estaba enamorado de él.

 

¡¿Cómo se había atrevido a rechazar a alguien tan guapo como él?! Es decir, podía observar la sonrisa burlona de las personas que lo rodeaban, ese maldito niñato lo había ignorado como la misma peste, como si no valiera la pena ni siquiera contestarle. Juraba investigar quien era ese chico y hacerle pagar su desdén.

 

Desde el otro lado de la universidad Naruto se comía las unas nervioso mirando como varios de sus compañeros entraban al aula, pero ¿es que siempre le tenían que salir las cosas mal cuando se trataba de Ebisu?. Si no tuviera esa presentación lo más probable es que no hubiera asistido a clases, se hubiera quedado a cuidar a Sasuke, pero ahora lo había llamado para que lo ayudara. Pensó en hacerlo él, pero con el tráfico no hubiera alcanzado a llegar puntual a la clase, aunque ya se había tardado bastante en llegar.

 

Tomó su Iphone y estaba por marcar su número favorito cuando las voces de unas chicas llamaron su atención, en general jamás le tomaba importancia a los cuchicheos, pero el tono elevado y la tendencia de sus palabras lo había hecho salir de sus pensamientos, sin mencionar que nombraban a uno de sus amigos.

 

— Escuche que rechazo a Inuzuka...

 

— Lo tenía bien merecido...

 

¿De nuevo Kiba siendo rechazado? no era una novedad. Las chicas seguían conversando el tema, incluso por medio de whatsapp se intercambiando las fotos, no tenía ni cinco minutos que había pasado y ya toda la facultad estaba enterada. A veces llegaba a sorprenderlo la velocidad con la que viajaban los chismes.

 

Resopló un tanto indignado de que se estuvieran burlando de Kiba, aunque si lo pensaba bien, tenía un buen pretexto para que el chico lo evadiera si le resaltaba el tema. Desde que se había casado sus amigos se dedicó a poner escusas para no ver a sus amigos, retardando su encuentro. No se sentía preparado para afrontarlos con sus preguntas o en dado caso a sus negativas.

 

No tenia de idea como explicarles que estaba casado.

 

Sakura no lo había tomado del todo bien, pero después de la experiencia del hospital su comportamiento cambió con él. En ocasiones le preguntaba por azabache y su estado de salud, así como le daba algunos consejos para el embarazo y sus derivados. Ella al ser la única de la que podía hablar de Sasuke se había convertido en su confidente.

 

— Oe, dobe.

 

El azabache estaba en el marco de la puerta llamándole por su mote, nunca le llamaba por su nombre ¿por qué razón? Todavía no la encontraba. Sonrió al ver la arrogante mirada del chico, sin embargo, se sorprendió al encontrar a Sakura con él.

 

— Hola a ti también, teme — contestó sarcástico mientras se acercaba a ellos. 

 

— Como sea — respondió sin importancia y le entregaba la mochila que colgaba de su hombro.

 

— ¿Te sientes mejor, tteba? — preguntó con curiosidad mientras revisaba el portafolio verificando que todo estuviera en su lugar.

 

— Sigo escuchándote, usuratonkachi — confesó Sasuke recordando la conversación que habían tenido esa mañana acerca de que le molestaba su voz.

 

Naruto soltó una carcajada mientras el azabache solo se molestaba en sonreír de medio lado con arrogancia.

 

Sakura se mantuvo al margen de la charla, después de todo no entendía ciertas palabras que estaban diciendo, hablaban en inglés pero habían dicho ciertas partes en japonés. Con curiosidad tomo su smartphone y tradujo la palabras que no había entendido, un tic nervioso apareció en su ojo izquierdo como resultado.

 

— Naruto, ¡¡¿Qué forma de hablarle a tu esposo es esa?!! ¡¡¿Bastardo?!! — chilló indignada, después de todos los consejos que le había dado lo insultaba como si fuera lo más natural del mundo. — El único bastardo eres tu al... — “Teme” significaba bastardo, joder, que todo el tiempo había creído que era un apodo cariñoso y al final resultaba que solo era un insulto.

 

Cuando se dio cuenta que todas las miradas estaban sobre ellos, incluso, del maestro que acaba de llegar, fue cuando se dio cuenta del error que cometió al actuar sin pensar.

 

— Me largo de aquí — dictaminó Sasuke molesto.

 

Odiaba ser el centro de atención de su alrededor, giró sus pasos demasiado molesto para dirigirle una mirada al rubio y caminó de nuevo sin mirar atrás. Naruto estaba a punto de seguirlo y tratar de menguar la situación pero Sakura le cerró el paso junto con Ebisu.

 

— Yo… — trató de soltar la chica pero las palabras morían en su garganta apenada.

 

— Tiene cinco minutos para preparar su presentación, señor Namikaze. — Le soltó el hombre mientras se había paso adentro del salón para comenzar a soltar un monólogo a sus alumnos sobre la responsabilidad.

 

— Tendrá que esperar un poco más — susurró Naruto para caminar por donde el azabache se había ido. Ni siquiera el llamado de la chica de cabellos rubios lo detuvo, no podía… ¡No quería dejarlo solo! Avanzó a grandes pasos hasta que de lejos pudo visualizarlo.

 

— ¡Sasuke! — lo llamó.

 

Pero el azabache en su afán de seguir enojado le paró el dedo grosero sin siquiera voltear a verlo. No le interesaba más lo que tuviera que decir, se iría a casa a desquitarse con lo primero que encontrara, esa maldita chica era una bocazas.

 

— ¡Teme! ¡Te estoy hablando! — rugió cuando lo alcanzó y lo tomó del brazo. — Escucha, siento que Sakura haya hablado de más en un lugar… — trató de decirle, sin embargo, el empujón  que recibió no lo vio venir.

 

— Sólo piérdete — alegó evitando subir su mirada, había agachado la cabeza y su flequillo evitaba que sus ojos se encontraran.

 

— ¡No! No volveremos a lo mismo ¡¿me escuchas?! — lo tomó de los hombros, furioso por haber sido quien provocara la situación, nada de eso hubiera pasado si Sasuke no hubiera salido de casa, tendría que haber vuelto él por la laptop.

 

Kiba seguía refunfuñando cuando giró el pasillo, no podía creer el desplante tan humillando que le había hecho un adolescente, es decir, era alto, guapo, de buen cuerpo, ¿no podía simplemente haberle dicho  que no estaba interesado? Chascó la lengua molesto cuando la extraña escena que estaba delante de él lo sacó de sus pensamientos.

 

—  Como si pudieras evitarlo — resopló indignado.

 

— Naruto… — le llamó el castaño sin entender de todo lo que estaba pasando.

 

— ¡Ahora no, Kiba! — bufó sin prestarle la más mínima atención ¡Joder! Lo que menos quería es tener más público, ni mucho menos si sus amigos estaban involucrados. — ¡Tienes que entender que esto no es bueno para tu salud! ¡¿Cuándo vas a entender que me preocupo por ti?! — exclamó sin soltarlo, no importaba que el chico se removiera incomodo, no lo dejaría ir.

 

— Como si me importara — susurró lo suficientemente bajo solo para que solo él lograra escucharlo.

 

— ¿Qué tengo que hacer para demostrártelo, Sasuke? — musitó por debajo, pronto se dio cuenta de la atmosfera que habían creado a su alrededor, como si nada de lo demás importara, como si estuvieran encerrados en una burbuja, solo ellos dos.

 

— Suéltame — murmuró mientras trataba de zafarse del agarre del rubio, pero en su insistencia lo único que logró hacer fue que apretara más su agarre. Con arrogancia levantó el rostro encarando aquellas facciones tan únicas de Naruto.

 

Su mirada estaba opacada, vacía. Era como sus ojos hubieran perdido el brillo, no podía dejar que se perdiera, no dejaría que esa luz se desvaneciera, no mientras él pudiera evitarlo. Naruto suspiró y le dedicó una sonrisa que no supo interpretar, más lo que pasó no lo vio venir.

 

Lo apresó contra él y se dedicó a rodear con sus brazos. Lo abrazó esperando que la calidez que desprendiera le calara los huesos. No podía rendirse, si para sacarlo de la oscuridad tenía que arrastrarlo de regreso, lo haría, y el sentir como Sasuke se dejaba hacer, le daba la oportunidad de avanzar.

 

— Vamos a casa…

 

Ante la mira aséptica de Sakura y Kiba avanzó por el pasillo con el azabache de la mano sin voltear a ver a ninguno de los dos. No era que no le importaran sus amigos, pero en ese momento Sasuke era su prioridad.

 

.

.

.

.

.

 

Se despertó inquieto con un extraño malestar en su vientre, lo sentía oprimido, como si algo lo estuviera aplastando. Sus manos vagaron por su cuerpo sin dejar de sentirse incomodo. Naruto a su lado roncaba con un pequeño hilito de saliva colgando de sus labios.

 

Las cosas con ese cabeza hueca habían mejorado bastante después de la pelea que habían tenido en la universidad. Sentía que podía considerar a ese chico un lazo, pero, no estaba seguro de que eso fuera algo bueno.

 

De nuevo el dolor lo volvió a atormentar sacándolo de sus pensamientos. Tenía dos días con pulsaciones molestas, pensó que al trascurrir el tiempo estas desaparecerían, pero al contrario, sentía que se estaban incrementando, así como la intensidad de ellos. Con incomodad se levantó al baño para lavarse el rostro, debía de admitir que había subido de peso, su vientre estaba más abultado.

 

Naruto se despertó soñoliento con la sensación de necesitar el baño, pestañó incomodo tratando de acostumbrarse a la oscuridad de la habitación. Tanteó la cama para notar que Sasuke no estaba, probablemente fuera él quien había prendido la luz del pasillo.

 

Se levantó con pereza y avanzó hasta la puerta, se tocó el cuello adolorido, estuvo durmiendo torcido. Pensó en todo que tenía que hacer en unas cuantas horas más y se tenso todavía más. Era diciembre, el semestre estaba por terminar y la materia que más le preocupada era la de Ebisu, ese bastardo pensaba en reprobarlo.

 

Salió del baño para ir a la cocina, tomaría un vaso de agua antes de volver a dormir, todavía le quedaban unas preciosas horas de sueño que pensaba aprovechar. Se levantó la camisa para rascarse su marcado abdomen mientras se tallaba uno de sus ojos, pero la impresión lo hizo saltar asustado.

 

— ¡Sasuke! — gritó alarmado acercándose al chico.

 

— Y-yo… — trató de articular palabras pero el dolor se había hecho más fuerte, tal vez en esa ocasión no había sangre abundando entre sus piernas, sin embargo, un líquido transparente lo rodeaba.

 

El rubio en ese momento se terminó de despertar, no importaba si estaba cansado, ¿qué más daba? Tomó a Sasuke entre sus brazos para cargarlo, cogió las llaves que estaban sobre la repisa, y corrió hacia su automóvil. No podía creer que de nuevo estuviera en esa situación, a pesar que había reforzado el cuidado del azabache se volvía a desplomar entre sus brazos.

 

¡No había sido suficiente! ¿Es que a caso no podían avanzar? Estaba seguro que el Uchiha no estaba lo suficientemente estable emocional para seguir manejando la condición a la que se enfrentaba, aunque en ese momento tomara su mano y la estrujara con fuerza, no quería decir que estaba preparado.

 

Naruto tomaba el volante y lo apretaba con vigor mientras se maldecía, Sasuke no gritaba, no murmuraba, no hablaba, ni siquiera susurraba algo, era suficiente con ver su cara llena de muecas para saber que estaba sufriendo. Incluso la mano que lo tenía sujeto se había puesto pálida de la fuerza que ejercía sobre ella.

 

No le tomó más de diez minutos llegar al hospital, era de madrugada y no había tráfico, ni siquiera una patrulla que lo intentara multar por todas las faltas que había cometido. Gritó por ayuda y alrededor de tres enfermeros tomaron a Sasuke para subirlo a una camilla, le tomaban signos vitales mientras se perdían al doblar por un pasillo.

 

— ¡Señor, no puede pasar! — le gritó una enfermera tratando de hacerle frente, pero el chico la ignoró avanzando por el pasillo, otro enfermero tuvo que intervenir para que el rubio se detuviera.

 

La mirada destrozada y anhelante se filtró en él sabiendo que en ese momento las cosas ya no estaban en sus manos. Hace unos días se encontraba en perfecto exacto y nuevamente volvía a tener una recaída sin explicación, el miedo se instaló para quedarse al saber que podía perderlo.

 

Tarde se había dado cuenta que Sasuke le gustaba.

 

Aquel niñato con carácter amargo lo habían cautivado, le había hecho ver que no siempre la vida tenía que ser de color rosa para gustar de alguien, valía mirar las dos caras de la moneda para conocer una persona, pero para saber si el sentimiento era reciproco tendría que esperar a que todo saliera bien.

 

Le guiaron a la sala de espera mientras dos personas le miraban con curiosidad, todavía traía su pijama puesta, ni siquiera traía zapatos o algo en los pies, había salido lo más rápido posible de casa. Traía un short anaranjado que le llegaba a las rodillas y una camisa de tirantes blanca, estaba tan absorto en la situación que no era capaz de sentir frío. Se sentó en la primera banca sola que miró para volver a hundirse en sus pensamientos sin prestar atención a su alrededor.

 

Volvía a comerse las uñas, a rascarse la cabeza nervioso mientras se perdía en sus pensamientos, el deja vu estaba ahí sólo para recordarle que estaba solo. Ni siquiera recordaba a ver traído su celular, no quería moverse, no quería regresar a casa, no sin Sasuke.

 

Los minutos seguían pasando y el tic-tac del reloj colgado en la pared sentía que iba a volverlo loco. Se paró y preguntó en recepción sobre el estado de Sasuke, le indicaron que todavía no habían subido información de él. Aquello sólo lo había alterado más, parecía que nada lo tranquilizaba y el frío ya empezaba a hacer estragos en él.

 

Sacó unas cuantas monedas de su short y marcó a Jiraiya explicándole brevemente la situación. El albino le dijo que iría por unas cosas a su casa y unos minutos estaría ahí con él, le llenó de palabras de esperanzas preocupado de los sollozos que había soltado el rubio por el teléfono.

 

Nadie de su familia sabía que se había casado con Sasuke por problemas de dinero, así como tampoco que estaba embarazado. Aunque todos sabían que estaba casado, habían creído que los dos jóvenes estaban enamorados, ninguno había actuado acaramelado en el evento familiar, pero un aura cálida les había rodeado.

 

El hombre mayor llegó en menos de treinta minutos, le había traído un cambio de ropa así como un celular. Aunque sabía que no era el momento le regañó por libidinoso y dejar al chico en cinta cuando apenas era un adolescente, sabía que no merecía todo ese monólogo, pero lo dejó ser, se sentía culpable por todo…

 

Le había hablado a Kushina y le dijo que llegaría el día siguiente en la mañana. Estaba agradecido por ello, sentía que necesitaba el apoyo de sus padres en ese momento, ¡Estaba devastado, preocupado y desesperado! La vida no podía ser tan injusta con Sasuke, no podía…

 

Cuatro horas habían pasado cuando un doctor se acercó a ellos, tenía el rostro cansado y pálido. Naruto sabía que nada bueno podía venir de una cara así.

 

— ¿Familiares de Namikaze, Sasuke?

 

— Soy su esposo — susurró lo suficientemente alto para que solo el médico lo escuchara.

 

— Tendremos que intervenir en el embarazo del chico, haremos una cesárea para poder salvar al bebé, ha perdido mucho líquido amniótico…

 

— ¿Sasuke estará bien? — preguntó temeroso de la respuesta.

 

— La presión se le subió, tenemos que actuar rápido, señor Namikaze. La operación es riesgosa, pero su esposo es fuerte…

 

— ¿Puedo verlo antes de la operación? — cuestionó mientras dos lagrimas salían de sus ojos sin pestañar, estaba asustado, tenía miedo de que algo malo llegara a pasarle.

 

El doctor suspiró y asintió con la cabeza recordándole que solo serían unos minutos, aunque el chico estaba consciente le habían aplicadouna inyección con anestesia epidural. Lo guió por un pasillo mientras el albino se quedaba en la sala de espera, lo pasó en la habitación y los dejó solos.

 

— Sasuke… — murmuró mientras se acercaba al susodicho.

 

Estaba postrado en una camilla con una bata blanca, su piel estaba más blanca que de costumbre, incluso tenía un color amarillento. Su cabello estaba desordenado y sus labios estaban partidos, secos, amoratados.

 

— Dobe — habló en voz baja, ya no sentía dolor, solo un cosquilleo que le recorría todo el cuerpo. Sentía mucho sueño por la anestesia, el doctor ya le había comentado que era normal, que antes de operarlo lo iban a dormir.

 

— Tienes que ser fuerte, ´ttebayo…

 

— Habla por ti, usuratonkachi.

 

Las palabras del azabache se escuchan tan apagadas, tan muertas, aunque trababa de darle un tono sarcástico a su oración, no lo conseguía y el ver las lágrimas sinceras bajar por el rostro de Naruto se lo confirmaban.

 

— ¡Escucha bien teme! No te puede pasar nada ¿entendiste? — Le ordenó tratando de figurar una sonrisa en su rostro — ¡Tú me gustas! ¡Tienes que estar bien para que puedas rechazarme ´ttebayo! — exigió en medio de gritos.

 

Sus ojos se abrieron con sorpresa ante la declaración. No imaginaba como alguien que solo le daba problemas podía llegar a gustarle, no cabía duda de que Naruto de verdad era un idiota, uno al cual le había regalado una sonrisa sincera, de aquellas que yacían en su repertorio olvidadas.

 

Salió de la habitación mientras se despedía con la muñeca del azabache. El doctor desde la ventana le había indicado que el tiempo había acabado, consideraba que sólo le había regalado esos minutos por altruismo, no porque le fuera permitido. Con pesar volvió a la sala de espera mientras el médico le daba algunos papeles a firmar sobre la operación.

 

También le comentó que había leído el expediente del adolescente, así que si Sasuke lograba salir bien de operación dado los signos que tenía, probablemente caería en depresión post parto, necesitaría mucho su apoyo para evaluar la situación y solucionar el problema.

 

Terminó junto a Jiraiya de nuevo mientras el doctor se retiraba. Ya no tenía más uñas que morderse y a pesar de que su padrino le había dicho que fueran por un café no pensaba moverse de donde estaba. Sus pensamientos solo vagaban en Sasuke y su bienestar…

 

Le preocupaba de sobre manera también el bebé, aquel ser inocente que no tenía la culpa de nada, sólo era una víctima más de la situación. Todo estaba en riesgo, la salud de ambos, en un momento los podía perder a los dos para siempre. Tal vez aquel bebé no era su hija, pero estaba consciente que podía quererla como suya.

 

Caminó en círculos por varias horas, el tiempo seguía transcurriendo y no le daban ninguna noticia. Jiraiya se había tomado alrededor de tres cafés igual de nervioso que Naruto. Que se tardaran tanto tiempo solo le indicaba que las cosas no estaban saliendo bien, le daban mala espina.

 

Se dejó caer sobre la banca deprimido, los nervios se lo estaban comiendo vivo, ¡tenían bastante tiempo en quirófano! Ya había ido a preguntar tres veces si se sabía algo, pero la enfermera negaba con pena. No asimilaba del todo la situación, no quería escuchar malas noticias, quería que Sasuke estuviera bien. Se tapo la cara con sus manos mientras de nuevo las lágrimas lo invadían, se sentía débil, patético al no poder hacer nada. El albino le daba palmadas en la espalda tratando de reconfortarlo, pero estaba lejos de poder lograrlo.

 

— ¿Señor Namikaze? — le llamaron.

 

Al instante volvió a ponerse de pie.

 

— ¡¿Cómo salió todo?! — exclamó apesadumbrado limpiando las nuevas lagrimas que caían por su rostro.

 

— Ha sido una niña, felicidades.

 

— ¿Y Sasuke?

 

— Se encuentra en recuperación, todo ha salido bien, señor.

 

Naruto se quedó pasmado escuchando el silencio que se había formado a su alrededor, al final, habían podido superar esa prueba, Sasuke se iba a recuperar sin problemas, podían continuar con su vida…

 

— ¿Y la bebé? — preguntó temeroso de la respuesta, la niña sólo tenía siete meses de gestación.

 

— Se encuentra en la incubadora junto con los demás niños prematuros, ha tenido problemas para respirar, hemos tenido que ponerle un respirador artificial.

 

— ¿Estará bien?

 

— Ha luchado por sobrevivir, su peso no es más optimo, pero ha dado el ancho, señor. Se recuperará…

 

Jiraiya rió mientras lo rodeaba con un abrazo, no entendía del todo la euforia que lo rodeaba, pero se había dejado llevar por la calidez que lo envolvía. Un peso se le había quitado de la espalda y la alegría que desbordaba nadie se la quitaba, absolutamente, nadie.

 

.

.

.

.

.

 

Cuando conoció a la pequeña supo enseguida que ella se convertiría en alguien muy importante en su vida. Era tan estrecha, tan inocente de todo lo que le rodeaba. Su piel era igual a la de Sasuke, sus pequeños ojos eran carbón, junto con unos pequeños cabellos de color azabache.

 

Era menuda y lloraba mucho, las primeras horas se había dedicado a hablarle con paciencia y ternura, no le dejó hablar hasta que se tranquilizó y quedó dormida. A pesar de que les separa una pequeña pared transparente, sus manos la habían tocado con cariño por los orificios de la incubadora.

 

En la habitación solo había tres niños más, la suya era la más pequeña de todos, pero no importaba, sabía que pronto sería la más grande de ahí. La miró descansar hasta que un golpeteo detrás de la puerta lo sacó de sus pensamientos, era Kushina que le regalaba una hermosa sonrisa.

 

Salió y su madre lo abrazo orgullosa de que todo hubiera salido bien. Desde detrás de la puerta por la ventana que había observaba a la niña curiosa, no cabía duda que se parecía bastante a Sasuke, incluso, podría imaginar que sería la viva imagen de Mikoto.

 

— ¿Pasa algo, mamá? — preguntó al ver como su madre fruncía el ceño.

 

— Quisiera decir que no, ttebane — contestó sin dejar de ver a la niña. — He hablado con los padres de Sasuke, Fugaku sigue bastante molesto con él, incluso ni siquiera Mikoto pudo intervenir está vez.

 

— ¡¿Ni por qué estuvo en riesgo de morir?! — cuestionó enfadado mientras se quitaba el traje esterilizado que se tenía que poner cada vez entraba al área de neonatales.

 

La pelirroja negó con la cabeza con resignación, sentía que todo aquello era más de lo que aparentaba. Sabía que la familia Uchiha era muy prestigiosa en Japón, su esposo a lo largo de su vida había sido compañero de trabajo de Fugaku, casi su socio, no comprendía como aquel hombre que en varias ocasiones los había invitado a beber té se podía comportar de una forma tan bastarda con su propio hijo.

 

— ¿Cómo está él? — preguntó curiosa tratando de restarle importancia al otro tema, más el semblante serio de Naruto no le indicó nada positivo.

 

— Estaba dormido en la mañana que lo visité, no sé qué tan grande sea la herida, mamá — confesó consternado.

 

— Es un chico fuerte.

 

— No me refería a eso.

 

— Lo sé…

 

.

.

.

.

.

 

Visitar a Sasuke no había sido ningún problema, incluso, habían hablado con normalidad todo el tiempo. Sasuke se había reído de sus chistes malos, claro, con una pequeña sonrisa, nada del otro mundo. Le había prometido que si en unos meses se encontraba más recuperado podría entrar a la escuela junto con Karin, eso le había subido el ánimo.

 

La cuestión no había sido esa, sino que habían pasado alrededor de tres días desde que Sasuke había salido exitoso de la operación y seguía sin haber ido a ver a la niña         ¡Ni siquiera le había preguntado por ella! Era como si sencillamente no le importara, como si no existiera.

 

El médico nuevamente le había reiterado que necesitaban ayuda psicológica para poder ayudar la autoestima de Sasuke, pero sentía que no era el correcto, no era como si aun desconocido le fuera a soltar todo lo que sentía, conocía demasiado bien el carácter arisco del chico para saber que era una pérdida de tiempo. Sasuke era el tipo de persona que tenías que tomar de frente para hacerlo hablar, no sólo con palabras bonitas.         

 

Trató de abordar al azabache varias veces sin resultado alguno, seguía necio a esquivarle el tema de su hija, justo cuando sentía que lo tenía acorralado fingía que se sentía mal y lo ignoraba.

 

Pero eso día sería diferente.

 

Naruto lo había subido a una silla de ruedas, había estado tan absorto en su mirada que en un descuido lo había acomodado en el asiento. No le había dicho palabra, sólo lo tomó sin más.

 

— Oe, dobe…

 

Lo llamó, pero lo ignoró.

 

Sintió las piernas temblar porque aunque nunca había estado en ese pasillo sabía a dónde iban, sabía cuál era su destino. El problema era que no sentía listo, no estaba preparado para enfrentar sus propios errores.

 

— Naruto… — le habló por su nombre como muy pocas veces lo hacía, temeroso de que no dejara de avanzar.

 

El rubio siguió sin prestarle atención mientras doblaban un pasillo. La cesárea  todavía le dolía lo suficiente para evitar levantarse de la silla, prácticamente lo había orillado a hacerle frente a la herida que estaba tratando de sanar. Se negaba a afrontarse a ello, a su pasado, a todo aquello que venía arrastrando.

 

Se aferró a los brazos de la silla mientras apretaba los labios con nerviosismo, cerró los ojos pensado en la posibilidad de huir, pero sabía que no tenía escapatoria, sabía que lo que venía no era fácil.

 

Todavía dolía, todavía quemaba recordarlo.

 

Paró la silla y la volteó enfrente de una gran ventana donde en una esquina se apreciaba el nombre de “neonatales”, tragó saliva nervioso y se dedicó a evitar mirar hacia enfrente, no podía, no debía, no estaba preparado. Ocultó su rostro bajo su flequillo y esperó… esperó a que el dolor volviera a renacer.

 

— Su nombre es Miki, Sasuke.

 

Guardó silencio.

 

— ¡Es hermosa, teme! Se parece bastante a ti ´ttebayo — conmemoró el rubio mientras se posicionaba a su lado, incluso, se había puesto de rodillas para quedar a su misma altura.

 

— No…

 

— Sí.

 

— Te odio… — las palabras se le atoraban en la garganta, sentía que en cualquier momento iba a comenzar a llorar, nada bueno podía salir de eso.

 

— No lo haces — contestó con calidez para tomar su rostro en sus manos, hizo que sus miradas chocaran, incluso, sentía que sus miradas quemaban.

 

— ¡¿Por qué haces esto?! — declaró levantando la voz, el nudo en su garganta no le permitía hablar, las palabras morían atoradas entre sus recuerdos amargos.

 

— Porque somos amigos, Sasuke — le susurró al oído mientras lo abrazaba, lo llenó de calidez, le acarició el cabello con ternura escondiendo su cara entre su hombro.

 

El sollozo había salido solo, las lágrimas habían brotado como una fuerte cascada sin retorno. La herida estaba al rojo vivo, aquella pequeña niña había sido su tormento, su condena, aquella que le había orillado a darse cuenta que el amor adolescente solo era una tortura, una cadena que apresaba su cuello.

 

Quiso gritar todo el dolor que lo consumía, que le quitaba el sueño, aquel donde su familia estaba junta, donde no lo había abandona a su merced, aquellas tardes que su estaba junta, unida. Se aferró a los fuertes brazos del rubio y dejó que sus lágrimas empaparan su camisa.

 

De verdad había amado a ese hombre, podía sentir como sus suaves caricias todavía quemaban su piel. La perdida, la despedida y el último adiós sin retorno le trastornaban, lo afligían, lo golpeaban y atormentaban. Pero de repente, entre sus recuerdos amargos, la terca sonrisa de Naruto lo iluminó, lo cegó… porque tal vez ese cabeza hueca que se aferraba a él, también abrazaba a su frío corazón, tal vez y sólo tal vez, Naruto de verdad era la medicina que necesitaba.

 

Aquel rubio había pintado un sol en su tormenta, una sonrisa en sus lágrimas y en un presente en su pasado.

 

— No importa lo que haya pasado, Sasuke — murmuró bajito sin dejar de acariciar su cabello con melancolía, transmitiéndole el calor que emanaba. —  Estaré contigo, con Miki… — le confesó sin levantar la voz. — Si deseas ser libre, cuando cumplas los veintiuno lo serás, teme… pero por ahora, sanemos la herida juntos.

 

Tarde se había dado cuenta que para poder cerrar la herida por completo primero tendría que echarle un poco de alcohol a ella, que Sasuke sacara el veneno que se había confabulado en él.

 

Fin del capítulo cuatro.

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

Notas finales:

Espero que les guste, dejen comentarios en la partecita de abajo. Ustedes hacen posible las actualizaciones ;D

Bye, bye.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).