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Heridas por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Les dejo la actualización chicas...

Enjoy!

Heridas.

 

Capítulo cinco.

Familia.

 

 

 

Las heridas profundas son difíciles de sanar, era complicado sacar el dolor latente, mientras te persigue, aquel que te atrapa, te envuelve en la melancolía de los recuerdos y matices amargos. El sonido desaparece, el color se desvanece y el más mínimo contacto duele mientras la soledad te abraza porque ella es solidaria.

 

Existían dos extremos y Sasuke permanecía  a uno, donde no luz, estaba apagado, perdido entre el dolor de sus errores, naufragando en el sufrimiento de un mar turbio. Las olas lo habían estrellado contra las rocas, la marea lo estaba ahogando, estaba solo en la orilla.

 

Todo lo que había sido ya no regresaría, no había vuelta atrás. El tiempo había transcurrido y aunque en el fondo de sí todavía esperaba por él, las lágrimas lo estaban borrando, lo desvanecían de su memoria y aunque se consideraba a prueba de balas, lo habían abandonado en medio del campo de batalla.

 

Y aunque la tormenta había pasado, los daños seguían haciendo estragos en su vida. Porque los errores lo seguían, lo agobiaban con elocuentes pesadillas, mares de melancolía y un vacio inexplicable.

 

Mientras Naruto irradiaba intensidad, una luz propia. Su extremo estaba carente de oscuridad, había una calidez que desprendía. El calor era potente, desbordante y anhelante. Era su carisma, su fuerza de voluntad y su aura lo que lo creaba.

 

Y con esas actitudes se adelantó a la oscuridad dispuesto a sacar a Sasuke a rastras de ahí, se aventuró a ser el salvavidas, a ser el héroe que solo el azabache necesitaba. Iba a salir del fuego de la batalla, no le importaba si el también salía herido.

 

Porque Naruto no era el arcoíris después de la tormenta, era el sol que cicatrizaba la herida.

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Miki era tan pequeña que cabía en una caja de zapatos, su piel era blanca, tanto que era casi transparente y solo tres mechones de cabello azabache salían entre su cabeza. Un pequeño tubo le cubría la boca y la nariz, su respiración era agitada al igual que su corazón.

 

Pero aun así, a Sasuke se le hizo una niña preciosa.

 

Había creído ilusamente que era su castigo, la carga que debía de tener toda su vida, tarde se había dado cuenta que ella era su salvación. Era el oasis en medio de todo aquel desierto, era la fuerza que necesitaba, una luz a la que estaba dispuesto a aferrarse para salir de penumbras.

 

Naruto había sostenido su mano a su lado, a pesar de todo no lo había dejado solo. Le había hecho desplates, lo insultaba y menospreciaba, sin embargo, ese chico seguía aferrado en ser su amigo. De tan solo recordar su extraña confesión sus mejillas se colorearon de rojo.

 

Sabía que no estaba preparado para todas las responsabilidades que tenía, un hijo, un matrimonio, pero estaba dispuesto a hacerle frente a la situación ¿No podía esconderse por siempre, o sí? El reloj seguía corriendo y aunque había querido detener el tiempo, tenía que hacer frente a su adversidad.

 

Debía adaptar sus metas a sus nuevas responsabilidades, debía ser fuerte no un cobarde, no podía seguir esperanzado que aquel hombre al que había amado viniera a recatarlo ¡No podía detenerse! No podía cerrar los ojos y fingir que nada pasaba.

 

Miki lo necesitaba ¿o él necesitaba de ella? No sabía la respuesta con exactitud, pero se alegraba de a ver abierto los ojos, de quitarse la venda de los ojos. Sus padres habían tomado decisión que no respetaba, pero el menos culpable de todo era Naruto. Se había encargo de injustamente culparlo, tacharlo de un idiota pero era el único que había demostrado estar de su parte.

 

Había recargado todo su odio en él, fue tan injusto. Se dejó llevar por los sentimientos dolorosos que lo atormentaban, las redes y marañas lo habían envuelto con una suave venda que al único que responsabilizaba era al rubio. Se convirtió el en patán que estaba estoico por una realidad que ya no existía. Unas lágrimas traicioneras volvieron a escapar y vagar por su rostro.

 

Pero antes de que rodaran sus mejillas dos cálidas manos las detuvieron, esas manos lo orillaron a mirar aquellos transparentes ojos azules, aquel rubio cabeza hueca lloraban con él, incluso, en el dolor le era solidario. A pesar que quiso evitar su mirada, no quería ser el culpable de ello, sin embargo, hizo un poco de presión en sus mejillas y le obligo a mirarlo, solo fue así como se dio cuenta que Naruto se había colado a su vida entre medio de tanta tempestad, le había absorbido el sufrimiento y le anestesiaba el dolor.

 

Sasuke lo abrazó, lo llenó del poco calor que le quedaba a él. No entendía del todo porque el rubio lloraba, solo atinaba a decir que era el culpable. Pero también estaba dispuesto a demostrarle que podía cambiar y ser capaz de volver a ser el mismo de antes. Tal vez, se daría varios tropiezos, pero estaba preparado para pintar su propio lienzo sin que nadie manipulara sus trazos.

 

Un pequeño sollozo los sacó de sus pensamientos a ambos, Miki también estaba dispuesta a ser parte de su pintura, y el cómo sus pulmones expresaban abiertamente que algo le molestaba también le abrían los ojos a darse cuenta que ella pronto se convertiría en su todo.

 

Naruto fue el primero en caer en las redes de la pequeña, se había acercado un poco más a la vitrina, había colado sus manos por los orificios y le dedicaba palabras de amor mientras sus dedos eran apresados con demasía por Miki. Sasuke se mantuvo al margen, adorando la imagen que presenciaba.

 

Se sentía impropio, como si otra persona usurpara su lugar, estaba seguro que a partir de ese día su vida cambiaria para siempre. Estaba seguro que no quería retroceder, pero tenía miedo de avanzar ¿Todavía quedaba esperanza para él? ¿Podía ser capaz de verdad de olvidar el pasado? ¿Podría cerrar lo herida que tanto dolía? ¿Era capaz de ser feliz? ¿Aquello sombra no lo perseguiría por siempre? ¿Podía olvidar el pasado? ¿Podría afrontar su presente?

 

Cerró los ojos y se dejó llevar, no podía contestar su mar de dudas, no era capaz si quiera de hablar del pasado, pero de algo estaba seguro, ya no podía retroceder, a su espalda estaba el más grande abismo y el padre de Miki no era el héroe que necesitaba. Era hora que fuera él quien caminara hacia adelante, era tiempo de dejar de ser su antagonista, tenía que salvarse por sí mismo, porque había dos espectadores esperando en la meta, Miki y Naruto.

 

Sonrió como pocas veces lo hacía, le regaló una mirada anhelante a Naruto e introdujo sus manos dentro de la incubadora para tomar las pequeñas manos de su hija. Dejó que ella lo cautivara con su calor, depositó parte de su esperanza en ella y se perdió en el mar de sensaciones que su esposo le otorgaba cuando lo abraza por la espalda.

 

Solo quedaba avanzar.

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— ¡Miki-chan! — gritaba un eufórico rubio mientras la cargaba entre sus brazos y la pequeña de tres meses reía entre mohines.

 

— Dobe, vas a marearla — regañó Sasuke quitándose de la puerta para que entraran al departamento.

 

Acaban de llegar de las revisiones mensuales que tenía su hija con el pediatra, habían sido muy exigentes con ellos porque era prematura. Sasuke era muy demandante cuando se trataba de Miki, su salud, lo que comía, su higiene con todo era demasiado autoritario. Naruto prefería fingir demencia ante eso, porque la pequeña azabache siempre terminaba consentida por él.

 

— No pasa nada, teme — le respondió sin dejar de sonreírle a la niña.

 

Por su parte solo chasqueó la lengua con molestia y dejó la pequeña pañalera que cargaba en la sala. Se dentro un poco más hasta llegar a la cocina. Había sido una mañana larga donde el doctor se había dedicado a regañarlo, no por su hija, sino porque había bajado de peso cuando debería de subirlo. Al parecer el problema con la anemia todavía no se solucionaba del todo.

 

Su anillo de bodas ni siquiera le quedaba, sus manos se habían puesto mucho más delgadas, así como sus brazos. El poco peso que subió con el embarazo ya lo había perdido.

 

Había pasado a consulta solo, Naruto había esperado pacientemente con Miki. No quería preocupar más al rubio de lo necesario, pero el doctor le dijo que tenía que comer más, sin mencionar, que las pastillas las tenían que seguir consumiendo. Las cosas para sí no habían mejorado del todo.

 

Naruto le siguió con su risueña hija, ella indiscutiblemente amaba a su esposo. No cabía duda, las noches se habían hecho largas al principio porque Miki se aferraba a pasar más tiempo en los cálidos brazos del rubio. El llanto amargo se escuchaba por las noches, Sasuke tenía más ojeras que antes y se sentía marchito, no podía dormir más de tres horas seguidas. No fue hasta que la trasladó a su habitación y durmió acurrucada entre ellos dos que fue capaz de volver a apreciar las ocho horas de sueño que su cuerpo requería.

 

Aunque sus pensamientos estuvieran metidos en la odisea de su vida su cuerpo se movía de aquí para allá preparando la comida. A los quince años había tenido que aprender las artes culinarias de cocina por iniciativa de su madre. Y aunque a Naruto le gustara mucho la comida estadounidense, prefería comer lo que Sasuke preparara.

 

— Alguien necesita un baño — susurró entre risas el rubio para seguir de paso directo a la recamara. A los minutos sólo el chapoteo del agua y las carcajadas retumbaban por los pasillos de la casa. Era habitual el ambiente cálido que los rodeaba, alguna fórmula se había formado para que su mundo girara alrededor de esas dos personas.

 

Sabía que no era un chico dócil, no estaba en su naturaleza, pero se había vuelto alguien más social en torno al rubio, y el que le estuviera preparado ramen hablaba mucho de sí. Naruto tenía ese extraño don que todavía no descubría como manejarlo, seguía siendo un idiota, pero un idiota que apreciaba.

 

Picó los ingredientes que echó a un recipiente de agua hervida, dio unas vueltas a la olla con una cuchara de madera para después taparla. Caminó hasta la habitación escuchando como los ruidos poco a poco se iban apagando.

 

Namikaze estaba acostado en la cama con parte el dorso descubierto mientras Miki se aferraba al pecho del chico y soltaba unos cuantos balbuceos incomprensibles para cerrar los ojos. En unos cuantos minutos cayó dormida como solía hacerlo en los brazos del rubio.

 

— Me quiere más a mí, teme — alardeó acariciando los pequeños mechones de cabello de la más pequeña.

 

— Le has pegado lo dobe — dictaminó en su defensa mientras le sonría de medio lado.

 

— Ja-ja-ja —rió sarcásticamente mientras se disponía a levantarse con lentitud de la cama, posó dos almohadas alrededor de Miki y adquirió una pose galante. — Son estos bebés que las vuelven locas — fanfarroneó levantando sus brazos y haciendo fingida fuerza para mostrar su trabajado cuerpo.

 

— Idiota — susurró por lo debajo evitando su mirada, podía hasta jurar que se había sonrojado al ver el abdomen plano y marcado del rubio.

 

Se giró lo más rápido que había podido para evitar encararlo, pero Naruto apreció aquel rostro sorprendido y  contrariado antes de que partiera por donde había venido. Era verdad que pocas veces lo había mirado sin camisa, pero ninguna se había detenido a analizarlo como esta vez. Sin querer había sonreído fascinado por sus reacciones, aquellos que solo él podía provocar.

 

— ¿Estás huyendo de mí´ tteba? — soltó siguiendo los pasos de su esposo.

 

— Eso quisieras… — le respondió Sasuke ya en la cocina restándole importancia al asunto.

 

El aroma lo atrapó por unos segundos, si no estaba equivocado el azabache estaba preparando su comida favorita. Su corazón se aceleró emocionado por las atenciones que pocas veces mostraba hacia él, es decir, Sasuke era un duro caparazón que en lo más dentro de sí guardaba sus buenas acciones solo para las personas que apreciaba, sólo por ese momento se preguntó curioso sobre el padre de Miki y como había llegado ahí. Negó la cabeza tratando de olvidar sus pensamientos y esos tontos celos que sentía.

 

— ¡Te tengo una sorpresa! — exclamó con una sonrisa de par en par, había estado pensado tener una cita y darle la noticia, pero prefería deleitarse con el ramen a tener que salir a algún lugar a cenar.

 

Sasuke agradeció que Naruto olvidara el tema anterior, se sentía cohibido cuando el ambiente adquiría cierto calor. Negó con la cabeza tratando de olvidar lo que sus ojos habían apreciado, es decir, no era frígido, no era inmune a las necesidades que su cuerpo le pedía.

 

— ¡Teme! — rugió el rubio frente de él.

 

— Aléjate — susurró el azabache mientras con una mano empujaba su cabeza hasta atrás. Su espacio personal, seguía siendo suyo, no le gustaba que nadie que no fuera Miki lo invadiera.

 

— ¡Tengo rato llamándote, bastardo! — le reclamó apartándose.

 

— Tks…

 

— ¿Tengo que aprender a hablar el “idioma bastardo”? ¿Eso qué significa? — agredió con burla, uno de sus pasatiempos favoritos era molestarlo, si podía, hacerlo rabiar.

 

— Significa que te calles o no comerás ramen, d-o-b-e.

 

— ¿Me amenazas, teme?

 

— Tks…

 

— ¡Con el ramen no se juega, Sasuke-chan~!

 

— Será mejor que quites ese “chan” de tu poco vocabulario o me asegurare que no vuelvas a probar el ramen, usuratonkachi — decía molesto mientras revisaba la olla que estaba a fuego lento. — Es más que una sugerencia, Naruto-chan — agregó con burla.

 

— ¡No te daré tu sorpresa por amargado, teme!

 

Sasuke giró los ojos sin alterarse. Estaba acostumbrado a la actitud infantil e inmadura que Naruto mostraba con él, en ocasiones se preguntaba como el hombre que tenía de frente era el mismo que conoció hace casi un año atrás… Aquél idiota sin camisa y con un mohín en el rostro.

 

— Piérdete, dobe — le contestó sin prestarle atención, no fue hasta que Naruto puso un papel en sus narices que se dedicó a observarlo. Tomó la molesta hoja que pasaba entre sus ojos y la leyó.

 

— ¿Recuerdas a Kakashi? — preguntó mientras Sasuke seguía absorto leyendo el documento. — Es director de una prestigiosa escuela, me tomé la tarea de inscribirte para el próximo semestre ´ttebayo.

 

— No iré — declaró borrando la sonrisa que su esposo le estaba dedicando.

 

— ¡¿Por qué no?! — rugió enojado, es decir, había querido que Sasuke se volviera a adaptar a la sociedad, nada bueno podía salir si se seguía encerrando en su mundo al cual sólo Miki podía ingresar. Era hora de dar otro paso hacia adelante, y ese consistía en que continuara con vida escolar.

 

— No lo necesito — argumentó poniendo el papel sobre la mesa y Naruto se volvía a acercar de nueva cuenta a él.

 

— ¡Claro, que la necesitas! ¡¿Qué te lo impide, teme?! — preguntó mientras una sentía un nudo en el estomago. La relación que tenían era extraña, pero podía notar como algo asustaba a Sasuke, algo le hacía retroceder.

 

— Sólo cállate, usuratonkachi.

 

— ¿Podrías ser por lo menos una vez honesto conmigo cuando te pregunto algo, Sasuke? — preguntó guardando una aparente calma que no sentía, esperaba que al llamarlo por su nombre lo tomara un poco más en serio.

 

El azabache dudó un poco antes de contestar, las palabras no salían su boca, así que se dedicó a mirar el pasillo por donde habían ingresado, pensando en la pequeña personita que estaba dormida sobre sus aposentos.

 

— ¿Por Miki ´tteba? — argumentó consternado para buscar su mirada, una que trató de evitar más no lo consiguió. — No deberías preocuparte por ello, le hará una excelente compañía a Ero-sennin…

 

Ese idiota debería estar bromeando si pensaba que iba a dejar a su única hija con ese vejete pervertido. Frunció el ceño en señal de desacuerdo para después girarle los ojos en clara señal de rechazo.

 

— ¡No me hagas esas caras! Sé que el viejo no te dio la mejor impresión de todas, pero es una gran persona… ¡Además soy tu esposo y…!

 

Iba a terminar la frase cuando Sasuke le dio un golpe en la nuca molesto por sus palabras. Literal, odiaba que usara esa frase para hacerse de alguna demanda, era la peor escusa que podía dar y la que lo hacía cabrear más rápido de lo que incluso él creía posible.

 

Naruto suspiró sin quererse rendir.

 

— ¿Puedes darte la oportunidad? ¡Podrás ir a la universidad, teme! ¡Miki estará orgullosa de ti ´ttebayo!

 

— Lo pensaré — contestó para aligerar la tensión que se había creado entre ellos. Odiaba que Naruto fuera aferrado a sus negativas, en cierta forma se sentía complacido en que insistiera, pero era tedioso cuando de verdad no quería hacer las cosas.

 

— Irás, ya lo tenemos decidido.

 

— No tomes una decisión por mí, dobe — contrarrestó cansado para agregar otros ingredientes a la olla. La paciencia se le estaba agotando y Naruto parecía querer llevarlo nuevamente al límite.

 

— No, ya la tomamos juntos — contraatacó mientras lo encaraba, lo jaló de la cintura y lo acorraló entre la alacena y su presencia. Sentía la necesidad de hacerle saber que no importaba nada, podía ser su pilar, ni siquiera era necesario que lo pidiera, sólo el saberse dueño de esa mirada podía convertirse en lo que quisiera.

 

Sasuke desvió la mirada nervioso, le costaba enormemente hacerle frente a la mirada decisiva del rubio. Esos ojos azules eran la debilidad que a veces lo atormentaba, sabía que habían florecido sentimientos desde aquel pasado día donde Naruto le había confesado sus sentimientos, pero no estaba preparado para afrontarlos.

 

— ¡Tengamos una cita, teme!

 

— No — contestó mientras lo empujaba para escapar de su presión. Era la tercera vez que se lo preguntaba desde que lo habían dado de alta.

 

Naruto agachó el rostro resignado. Era tan irónico que a pesar de que dormían en la misma cama nunca se habían si quiera rozado. Ahora que la pequeña había llegado a su vida las cosas entre ambos se habían suavizado, Sasuke se encontraba menos arisco y más amable con él, pero los sentimientos que tenía al conocer la nueva parte del chico se habían desarrollado un poco más.

 

Sabía que jamás lo podría obligar a sentir algo por él, pero el deseo anhelante de que correspondiera sus sentimientos era latente. Le dolía su rechazo, pero a la vez, era inevitable evitar sentirlos.

 

Sasuke se sentía culpable de rechazarlo, sabía que estaba siendo injusto, pero su herido corazón le recordaba lo que había pasado la última vez que se había dejado guiar por sus sentimientos.

 

— Podrías tener una cita con una chica…

 

— Pfff, no estoy interesado — contestó con molestia.

 

— Idiota, — dijo mientras sus mejillas se tornaban rojas. — Me refería a Miki…

 

No necesitó que dijera otra cosa para que Naruto captara la idea de a donde quería llegar. Tal vez y solo tal vez, una parte de Sasuke de verdad le correspondía. Su corazón dio un brinco de emoción y le susurró a la razón que la esperanza era lo último que se perdía.

 

— ¡Sería un gran honor para mí que Miki sea mi cita! ¡Sólo espero que su amargado padre no esté para protegerla de galantería ´ttebayo! — declaró entre risas con euforia.

 

— Usuratonkachi…

 

— ¿Algún lugar que creas que ella quiera ir? — preguntó guiñándole un ojo.

 

Sasuke caminó hasta la sala para tomar su celular, buscó entre las páginas de facebook lo que hace algunos días había estado picando su curiosidad. Al contrario de Naruto, él pasaba todo el día encerrado en casa mientras el otro se la pasaba toda la mañana y parte de la tarde en la universidad, así es como había descubierto varias cosas que llamaban su atención, entre ellos un parque temático.

 

Cuando Naruto miró la imágenes pensó que era lento, claro, ¿cómo no se le iba a ocurrir antes? Era obvio, que una niña de tres meses esperaba que su primera cita fuera en un parque temático de muertos vivientes, pensó con sarcasmo.

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Esa tarde de abril había salido como cualquier familia normal en domingo por la mañana. Habían viajado por unas cuentas horas para poder llegar al parque tematico que Sasuke estaba interesado en visitar, se consideraba un atrayente fan de The walking dead.

 

Naruto venía hablando por teléfono con su padre sobre el estado progresivo que estaba teniendo la empresa, invitándole en sus próximas vacaciones a ayudarle con unos proyectos que tenía pensado para poder sacarla adelante. A decir verdad, su padre había aplicado varias mejores continuas que le habían servido a la constructora muy bien, sin mencionar que Fugaku les había ayudado a conseguir nuevos clientes.

 

Cuando el nombre del padre de Sasuke se mencionó prefirió colgar la llamada, sin mencionar que el ir manejando y hablando por teléfono no era una buena idea.

 

Miki venia en la parte trasera del coche en una silla especial para bebés, mientras los dos venían en la parte delantera. Subió un poco la música para poder aligerar un poco el ambiente tan frio que Sasuke había creado, aun había mucho que contar acerca de las incógnitas que los rodeaban.

 

— ¿Por qué? — preguntó curioso mirando por la ventana queriendo que aquella conversación se le resbalara cuando no era así.

 

El rubio bajó la música y lo observó mientras el semáforo cambiaba de color amarillo a rojo. Sabía cuál era la pregunta del azabache, pero no se sentía del todo preparado para hablar, había tantas cosas que contar…

 

— ¿Por qué aceptaste la ayuda de mi padre? — repitió.

 

— Era una situación difícil, Sasuke —contestó queriendo evadir el tema. Su matrimonio con él, aunque lo consideraba algo bueno, no había sido una de las mejores decisiones que había tomado.

 

— Tus abuelos los hubieran apoyado… — afirmó sin querer perder el hilo de la conversación.

 

Naruto suspiro escuchando los balbuceos que venía tirando la azabache por la parte trasera. Verla por el espejo retrovisor le daba ánimos para poder hablar de ese tema. No era algo fácil, pero en ese momento su familia no se había enfocado en pensar en el problema, sino en la solución.

 

— Sí el banco u otra persona se enteraba de lo que estaba pasando, probablemente papá hubiera ido a dar a la cárcel por fraude. Los movimientos contables que se estaban realizando no eran los correctos y los estados de resultados estaban firmados por mi padre. En resumen, teme… los cuentas decían que estábamos invirtiendo en capital, cuentas como terrenos y edificios cuando la verdad solo se estaban falsificando documentos y perdiendo dinero.

 

— No has contestado mi pregunta — insistió para girarlo a ver.

 

El rubio apretaba fuertemente el volante del auto, furioso pero a la vez nervioso por lo que había pasado. Sólo una vez lo había dicho su padre y ahí había muerto la conversación.

 

— El contador de la empresa de mi padre, es la hermana de mamá.

 

Sasuke abrió los ojos impresionado, no creía del todo que su propia familia, tan unida, fuera capaz de estafar a su propia sangre. Pensar en ello le revolvió el estomago y prefirió que Naruto no hablara más, pero había tocado un punto que no debió haber mencionado.

 

— Su nombre es Mito, ella y mamá se llevan por varios años. Siempre fue la niña de papá, el año pasado que murió el abuelo Ashura las cosas se salieron un poco de control porque la herencia pasó a nuestras manos. Mamá se propuso ayudarla, pero al parecer las cosas no salieron como todos queríamos.

 

— Naruto, yo… —quiso interrumpirlo, pero siguió con su monólogo.

 

— Todos creen que está de vacaciones en Francia, que no pudo abordar un vuelo para mirarnos este año… Fui egoísta al aceptar lo que tu padre me ofreció, teme, no lo niego, pero al ver a mis padres en esa etapa tan vulnerable en cierta forma me convertí en el héroe, ttebayo — soltó para después reír un poco. — No podía simplemente hacer que toda la familia se enterara de lo que hizo Mito, perdón por arrastrarte a esto…

 

— Eres un dobe, Naruto — susurró como pocas veces su nombre para tomar su mano queriendo trasmitirle apoyo. Los dos se miraron a los ojos un poco confundidos de los sentimientos que en ese momento les rodeaba, se había creado un ambiente cálido alrededor.

 

Aprovechó la oportunidad que se le dio y acercó poco a poco su rostro al de Sasuke esperando, por lo menos, darle un ligero roce a esos labios que en sus sueños muchas veces había probado, y tal vez, sólo tal vez si el pitido del carro de atrás no los hubiera sacado de su ensoñación hubiera logrado su cometido.

 

Naruto sonrió nervioso y arrancó el automóvil. Había comenzado a enamorarse del azabache y no se arrepentía, solo esperaba que los secretos en el futuro no lograran separarlos.

 

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Ese día Sasuke se había divertido a lado de su hija pequeña siendo perseguido por zombies, subirse a atracciones y tomarse fotos que irían a parar al álbum de fotografías de Naruto. Habían demorado comida chatarra mientras Miki solo tomaba biberón, incluso había dejado que el rubio parte del recorrido tomara su mano.

 

Había sido hasta el final del evento que unos chicos habían asustado a Miki donde Namikaze se molestaba y los reñía por meterse con una niña tan pequeña ¡Poderla tranquilizar había sido una odisea! Ya vería como se las pagaban aquellos niñatos irresponsables ¡porque sabía que lo habían hecho a propósito!

 

— Es su primera cita y la has hecho llorar, dobe.

 

— ¡Teme! No lo repitas o iré a partirle la cara a esos mocosos — alegó mientras mecía a la niña entre sus brazos.

 

— Usuratonkachi…

 

— ¡¡Nadie se mete con mi familia y sale ileso ´ttebayo!!

 

Y aunque Naruto siguió caminando todavía cabreado por la travesura de los niños, Sasuke se quedó pasmado mirándolo partir. Ese rubio se estaba convirtiendo en un padre para su hija, esa pequeña reía entre los cálidos brazos del hombre. A pesar que la vida le había arrebato a su verdadero padre le estaba dando un sustituto.

 

Incluso cuando su familia lo había abandonado, había formado otra. Una familia que a los hechos de Naruto, sería lo más importante a partir de ese momento.

 

Por unos minutos se alegró de todas las malas decisiones que había tomado, porque todas ellas lo habían orillado a ser parte de la familia Namikaze-Uzumaki, y eso era algo de lo que no se arrepentía.

 

Fin del capítulo cinco.

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

Notas finales:


Jajaja, pues bueno, Sasuke está cambiando y eso en el siguiente capítulo resaltará más, pero Naruto también cambiará, la cosa se pondra intensa.

Por cierto, tengo una pregunta. A mi en lo general no me molestan las parejas secundarias, pero no me gusta dedicarles un capítulo o algo así, si lo desean puedo hacerlo como un extra o algo así. Las parejas secundarias son: SuiKa, KakaIru, MinaKushi, JiraOrochi, ammm, o me pueden pedir alguna :P

Por cierto entre más comentarios, más rápido actualizo D;

Dejen comentarios, sólo sigan la flechita.

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