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Heridas por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

Hola.

Se que algunas van a querer matarme, he tardado en actualizar, pero en mi defensa diré que no tenía laptop y hasta esta semana he podido conseguir un sustituto.

Les invito a que me agreguen al FB: https://www.facebook.com/Pikacha.sama94/?ref=aymt_homepage_panel

Y difruten.

Heridas.

 

Capítulo seis.

Infección.

 

                Estar en la playa no era uno de sus planes, por lo menos, no en su cumpleaños. Naruto había tenido la maravillosa idea de llevarlos a pasar el rato, había invitado a una pequeña porción de su familia a festejar. A decir verdad, no le molestaba, se había acostumbrado a visitarlos. Desde aquella discusión sobre sus estudios solían frecuentar al vejete pervertido tratando de cambiar el concepto que tenía de él, era una lástima, porque no había funcionado.

 

                En ese momento los vigilaba desde unos metros de distancia. Jiraiya reía encantado mientras pasaba a Miki de un lado a otro, su esposo solo lo observaba con el ceño fruncido recostado sobre una toalla en la arena, una sombrilla evitaba que le pegara el sol. Traía puesto unas gafas de sol y conversaba con Mitsuki. El chico reía nervioso ante los comentarios de su padre.

 

                Sasuke sabía que a Orochimaru no le caía bien, lo notaba con su mirada.

 

Orochimaru giro su vista hacia él, le dedico una sonrisa de superioridad y siguió en la plática con su hijo. Esa mirada le daba un extraño escalofrío que no le gustaba, era como si supiera algo que el no. No habían hablado nunca, pero era consciente de que no le agradaba y el sentimiento era mutuo. Era una confrontación silenciosa y arriesgada, ni Jiraiya y muchos menos Naruto se figuraban de ello.

 

— Teme, ¿pasa algo? — pregunto el rubio mientras se sentaba a su lado.

 

Sasuke también se había dedicado a sentarse bajo una sombrilla ignorando todo lo de su alrededor menos la presencia de su hija. Todavía no sabía cómo se había dejado convencer para terminar ahí en su cumpleaños, muy bien podría haberla pasado en casa con Miki mientras disfrutaban de alguna buena película, e incluso, retar a su esposo en algún juego donde pudiera aniquilarlo sin remordimientos.

 

– Quita esa cara de amargado – regañó tomando su rostro en un puchero y jalando una de sus mejillas.

 

Al instante sintió como le correspondía con un manotazo. No tenía que ser muy listo para saber que esos cariños a Sasuke le molestaban de sobre manera, pero le encantaba ver el ceño fruncido y aquella mirada sobre la suya. Una extraña enfermedad le había consumido queriendo ser el centro de atención de aquel chico pálido.

 

– No molestes, dobe.

 

– Te demuestro mi amor ttebayo – contrarresto anhelando el sonrojo que acompañaba a su esposo siempre que solía soltarle un comentario así. Nunca se había considera un chico cursi, sin embargo, era consciente de que era una de las únicas formas de hacer sonrojar al azabache.

 

– Púdrete – respondió mientras sus mejillas se ponían rojas y sonreía de medio lado. Ni siquiera se había dado cuenta en que momento su ego había comenzado a necesitar de las palabras de Naruto.

 

Rio nervioso por haber conseguido lo que quería. Un chico como él no era fácil de sobrellevar, pero había aprendido a leer sus facetas por mínimas que fueran. Estaba seguro que hace apenas unos minutos antes de que llegara a su lado había estado molesto.

 

– Necesito de tu ayuda, teme – soltó para tomar sus manos, dándole un bloqueador solar. – ¿Podrías…? – ahora sus mejillas eran las que se habían sonrojado, prefirió girar su rostro y esconderlo de aquellos ojos que lo hipnotizaban.

 

Sasuke pensó seriamente el aventarle el bote e ignorarlo, pero debes en cuando tenía que ser altruista, ¿no? ¿a quién quería engañar? Quería hacerlo, y no tenía por qué ocultarlo. Todos ahí pensaban que eran esposos, no tenía nada de malo en tocar un poco de lo que legalmente le correspondía ¿no?

 

Naruto se quitó la playera blanca que llevaba y dejo al descubierto aquel marcado dorso que tenía. Seguía haciendo ejercicio por las mañanas en un gimnasio cerca de casa porque la habitación que antes estaba dedicada a eso le pertenecía a Miki. La tiró sobre la arena y se dedicó a esperar que aquellas manos lo tocaran.

 

Echó un poco de bloqueador a sus manos y comenzó tallando su espalda con lentitud. Era suave, y cálida con el sol. No sabía a qué se debía, tal vez al momento o al clima, pero sus mejillas se habían sonrojado a un más. Naruto estaba en la misma situación que él, simplemente disfrutando del tacto.

 

Cerraron los ojos y se dejaron guiar por el momento. Sasuke acariciando el acanalado cuerpo de su tentación. Naruto disfrutando las caricias de la persona a la que quería, aquella que le robaba el sueño, la que tenía a su lado y no podía tocar. Era como un sueño, tan imposible que se convertía en pesadilla.

 

Se sumergieron en una burbuja, ambos como pasajeros en un viaje que no sabían a donde llevaba, pero estaban disfrutando el camino. Naruto se giró un poco y tomo sus manos para que pasaron por su dorso poniendo un poco del bloqueador.

 

Sasuke se sonrojo a un más trazando el abdomen marcado que pocas veces había mirado. No sabía cuál era su mayor debilidad, estarlo tocando sin rayar en lo descarado o la cercanía que en ese momento estaban teniendo. Pocas veces dejaba que invadiera su espacio personal, pero en esta ocasión era al revés. A pesar de que las morenas manos lo guiaban, era el quien hacia el recorrido.

 

Eran caricias, no había otra forma de describir como lo tocaba. El corazón del rubio dio un grito de emoción, disfrutando el tacto. Sasuke había tocado fondo en él, lo tenía a su merced cautivado.

 

El movimiento paro y Naruto se dio la vuelta para encararlo. Se miraron fijamente por unos instantes, perdiéndose en el mar de sentimientos que fluían entre ambos, sin embargo, tomo de nuevo el bote de bloqueador para untar un poco sobre sus manos, se puso detrás del azabache para después levantar con lentitud su camisa, dando la oportunidad de rechazarlo.

 

Pero no paso.

 

No se le quitó la playera, solo metió las manos debajo de ella. Comenzó dando un pequeño masaje en su espalda, apreciando la piel como si fuera una joya inalcanzable.  Era tonto e incluso bobo porque no tenía porque bloqueador en una parte del cuerpo que no estaba expuesta, pero en ese preciso momento, solo era un patético pretexto.

 

La camisa del azabache era desmangada, Naruto se dedicó a humectar sus hombros para bajar por el pecho. Estaba tocando su bendita suerte a que terminara por rechazarlo, pero el calor lo guiaba entre el espejismo de tenerlo entre sus manos. Tenía miedo de que se desvaneciera de entre sus dedos, siempre había sido tan inalcanzable…

 

Sasuke estaba indeciso entre lo correcto y lo permitido. Los dos eran conscientes que no tenían una relación, que no eran novios, pero aun así estaban casados. Se sentía en un mar de confusión desde los últimos meses con el rubio. Provocaba desde desdén hasta alegría su presencia, sabía que los sentimientos no le eran tan desconocidos, pero su interior seguía luchando para permanecer neutro ante la situación.

 

Tenía tanto miedo a los sentimientos que estaban naciendo, como del rubio de su rechazo.

 

– ¡Naruto! – les grito la voz de Deidara para sacarlos de su ensoñación.

 

Sasuke sacó las traviesas manos de debajo de su camisa esquivando su mirada y aquel sonrojo que lo adornaba. Lo que menos había querido dar era un espectáculo ante toda su familia. Se puso de pie dispuesto a ir a jugar con Miki cuando Suigetsu se le atravesó.

 

Karin venía detrás de él. Deidara estaba tras ellos con una cara de pocos amigos. Los adolescentes junto con la familia de Jiraiya y el trio dinámico eran quienes lo acompañaban en su cumpleaños.

 

– Es hora de jugar, Sasu-ch… – el de cabellos plateados estuvo a punto de terminar el “chan” más el aura atemorizante del primo de su novia le hizo desistir. Joder, que esa mirada mataba a cualquiera. La próxima vez sería más discreto a la hora de molestarlo.

 

Deidara conociendo el carácter idiota de esos dos lanzo el balón directo al pecho de Naruto invitándolo a jugar un “amistoso” partido de voleibol. Ellos ya habían mirado jugar a Sasuke y sabían que era bueno, no dudaban en que sería una tarde divertida.

 

— Sasuke y yo — aclaro el rubio con énfasis en el yo, — contra ti y… — pensaba hacerlo trisas al así que no quería que su prima, ni mucho menos Deidara jugara contra ellos.

 

— Seré tu compañero, idiota — aclaro Yahiko con entusiasmo. Había estado a la expectativa tratando de tomar su protagonismo que tanto le caracterizaba y que mejor en un juego contra el primo de Nagato.

 

Los demás se unieron a la contienda formando equipos de dos para dar forma a una liguilla entre ellos. Orochimaru y Jiraiya se quedaron cuidando de Miki siendo espectadores del torneo.

 

No paso mucho para que se acomodaran en su respectiva área de la playa con la red en medio del campo. El perímetro ya había sido marcado anteriormente mientras que los cuatro jugadores se acomodaban en su respectivo puesto del juego.

 

El primer saque era de Naruto.

 

El verdadero problema no era la victoria, sino hacer sufrir a Suigetsu. Realizo el lanzamiento como si fue a dar directo en una de las esquinas donde estaba posicionado Yahiko, pero solo fue una finta y estrategia, porque la pelota solo boto, pero contra la cabeza del chico de cabellos plateados.

 

Suigetsu renegó enojado mientras se sobaba la barbilla, maldito rubio y sus celos endemoniados. Malditos todos los Uzumaki con sus inseguridades, ya tenía suficiente con soportar los celos de Karin para que ese tonto rubio se exaltara con un simple comentario burlesco hacia Sasuke.

 

— ¿No me digas que eso te dolió, tiburoncin? — se burló el rubio con el sarcasmo pegado en sus palabras.

 

— No, — contesto con una sonrisa forzada. Si ese idiota quería jugar, lo iban a hacer. Giro a ver a su novia que se reía junto con Deidara de sus acontecimientos y sonrió, también haría enojar a esa chillona zanahoria.

 

El siguiente pase lo pudo esquivar con facilidad y regresar el golpe, pero los pases que hacia se los regalaba a Sasuke. Lo hacía sólo para ver como la playera del azabache se subía y lograra ver el abdomen plano que tenía, porque a pesar del embarazo, ninguna estría se había formado, incluso, la cicatriz que tenia de la cesárea había sido estética y en la parte baja no se notaba.

 

Naruto en cualquier momento estallaría en rabia, ese imbécil solo estaba provocando su propia muerte.

 

Sasuke permanecía indiferente ante la situación, estaba un poco escéptico de lo que estaba pasando. Sólo era un estúpido juego donde iban ganando para que Naruto se pusiera a la defensiva. La gota que derramo el vaso fue cuando el rubio lo empujó para tomar el pase y rematarlo contra Suigetsu.

 

Yahiko le dedicó una mirada de incógnita y solo se encogió los hombros para restarle importancia al asunto, pero su mal carácter salió a relucir cuando nuevamente el rubio lo empujó para tomar el control de la pelota ¿qué le pasaba a ese imbécil? Se molestó aun mas cuando se dio cuenta que la competencia parecía embarcar solo al de cabellos plateados y rubios.

 

Con arrogancia se supo delante de la red y clavó la pelota en su ágil movimiento de mano, anotando un punto para ellos dos. Naruto lo miro expectante y el novio de Karin frunció el ceño. No pensaba estar a la expectativa de esos dos, quería demostrar de que estaban hechos los Uchiha.

 

Los espectadores habían aplaudido ante el buen movimiento de muñeca de Sasuke, incluso, Jiraiya se daba cuenta que no era sólo un culo sexy (como solía llamarlo cuando no estaba Orochimaru).

 

Les dedicó una sonrisa arrogante a sus contrincantes y tomó la pelota para realizar el siguiente saque. Se posicionó y estaba por lanzar la pelota cuando el comentario mordaz de Suigetsu lo molestó.

 

— Que buena mano tienes, Sasu-chan~

 

— ¡Esta me la vas a…! — comenzó con su palabrería para atacarlo. Naruto estaba furioso de que fuera tan descarado y le estuviera mirando el trasero a su esposo ¡Iba a matar a ese chico!

 

Pero antes de que realizara un rudo movimiento, un cubo con arena dentro había ido a parar al rostro de Suigetsu. Karin había sido más rápida que todos, los celos desbordantes salieron a relucir como una pequeña bomba que buscaba dañar al por mayor al dueño de su ira.

 

— ¡Quieres callarte, maldito pez y ponerte a jugar, imbécil! — gritó en medio de un ataque de cólera con el puño en alto.

 

Naruto recordó a su madre en segundos, no quería ser el dueño de dicha furia.

 

Yahiko rió con ganas ante la tensa situación y Konan se tomó la molestia de sacar del juego al adolescente. Ya había tenido demasiado del espectáculo de hacer rabiar a Naruto para su gusto. Le gustaba cuando las cosas se ponían competitivas no tediosas. Suigetsu se encogió los hombros y se escondió detrás de Deidara haciendo enojar más a Karin.

 

Cuando le chica ingresó al juego todo cambió. La verdadera competencia comenzó, siendo reñido el marcador. Poco a poco la gente se había reunido a su alrededor a ver al extremo en que estaban llevando el voleibol. La liguilla se había extendido por los marcadores tensos.

 

Sasuke se había dado cuenta del buen equipo que podía hacer con Naruto. Los pases que realizaban se habían acoplado a cada uno con una simple mirada. Se había integrado haciendo desistir a los demás. Aunque era algo informal y familiar, otra gente se había unido a la contienda. La competencia se había extendido y aún así ellos seguían ganando.

 

Debía de admitir que los más difícil de vencer habían sido una chica de cabello rubio y el flojo de su novio. Temari y Shikamaru habían dado guerra en toda la partida, si no hubiera sido porque el chico dijo que sería demasiado problemático ganar tal vez hubieran perdido. Pero fingió tropezar mientras su novia lo maldecía por ser tan poco apasionado con la competencia.

 

Naruto estaba por cantar victoria cuando Jiraiya y su esposo se les enfrentaron. Miki se había quedado al cuidado de Konan que les echaba ánimo desde una sombrilla acompañada de Yahiko.

 

Orochimaru sonrió con arrogancia mientras los miraba, se quitó la camisa y enseñó su abdomen plano para el deleite de muchos. Su esposo sólo chasqueo la lengua con molestia y se dedicó a saborearlo con la mirada. Esas diferencias las hablarían en privado.

 

Sasuke se sorprendió por la apariencia del hombre, tendría unos cincuenta y tantos años y se encontraba en una muy buena condición. Sólo lo sacó de la ensoñación el grito del rubio para que prestara atención en el juego, sin embargo, a pesar del buen equipo que hacían, estaban siendo aplastados por la sincronización del otro matrimonio.

 

Naruto habia sonreído entusiasmado, aunque habían perdido, la pasión desbordante del momento con Sasuke nadie se la quitaría. Sin poder evitarlo fijó la vista en esposo y se permitió perderse en ese mar de misterios y cazar su mirada. Aquellos ojos brillaban de la emoción y adrenalina del momento, se quedaron enfrascados en eso hasta que la risa de Miki los despertó a ambos.

 

Ese día los había acercado un poco más.

 

 

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Era lunes por la mañana.

 

Sasuke se había despertado más temprano de lo usual mientras Naruto y Miki seguían durmiendo a pierna suelta en la habitación. Se había aseado y había preparado dos obentos diferentes. Desde hace algún tiempo atrás el rubio solo comía lo que él hacía, se deleitaba con su arte culinaria.

 

Todos los días lo preparaba, solo que en esta ocasión había hecho uno más… al final Naruto se había salido con la suya con respecto a sus estudios. Después de un año de haber estado fuera daría inicio a un ciclo escolar. La preparatoria ya la había visitado por la motivación de Suigetsu y Karin, pero no evitaba sentirse preocupado.

 

Anteriormente se familiarizó con la familia de Jiraiya, pero no evitaba sentir un molestar al tener que dejar a su hija al cuidado de alguien más. Era suya, no tenía por qué estar pidiendo favores a personas que no quería deberles nada.

 

Pero Naruto había insistido de tal manera que había aceptado.

 

Ya no podía negarse a la situación, lo había acorralado.

 

El problema radicaba en otra cosa, principalmente en que no quería llamar la atención, algo que sería casi imposible por ser extranjero. Por esa razón su uniforme era una talla más grande y se había conseguido unas horribles gafas.

 

Cuando el rubio despertó y lo miró, casi pensó que era otra persona. No se parecía al Sasuke tan pulcro que siempre miraba, era un estilo descuidado y desaliñado al que no estaba acostumbrado. Incluso su cabello que le llegaba arriba del hombro lo había tomado en una coleta.

 

—¿Es algún tipo de broma ttebayo? — pregunto confundido.

 

— No te importa, dobe.

 

— ¿Algún día hablaremos el mismo idioma, teme? — susurró sin querer ser escuchado — ¿Es algún disfraz? — cuestionó mientras se ponía en una pose pensativa con la mano en la barbilla.

 

Sasuke lo mató con la mirada sin prestarle más atención. Se dedicó a arreglar a su pequeña hija para irla a dejar con el vejete pervertido. Ya tenía ocho meses y era muy hiperactiva. Para su corta edad, ya se ponía de pie dispuesta dar sus primeros pasos, y no dejaba de repetir la palabra “pa” cuando a Naruto se refería.

 

Cuando salieron de casa y llegaron con Jiraiya, se preguntó que tan bien cuidarían a su hija. Era consciente del producto que tenía y era lo suficientemente traviesa para hacer un desastre en la casa del vejete, esperaba que la presencia de Orochimaru la intimidara un poco antes de hacer una de las suyas.

 

Unió sus frentes con la pequeña en un efímero momento y Naruto besó su frente para despedirse de ella. Mitzuki había subido al auto mirando la tierna escena, suspiró pensando en que ciclo escolar sería diferente, después de todo, Kakashi los había acomodado en el mismo curso para darle un entorno familiar al azabache.

 

Solo tardaron unos minutos para llegar a la institución. Era grande y prestigiosa, ya la había detallado antes, pero seguía dándole un deja vu en su mente. Un mal sabor de boca se instaló en su paladar y estuvo tentado a subir de nuevo al auto, pero la mirada anhelante de Naruto lo detuvo.

 

Por unos segundos se preguntó en que momento lo había dejado de odiarlo para que sentimientos marchitos renacieran en una persona tan fría como él.

 

— Mitzuki cuida de Sasuke, vendré por ustedes a la salida ttebayo.

 

— No necesito que me cuiden, dobe.

 

Naruto ignoró sus palabras y rió con carisma para guiñarle un ojo. El azabache desvió la mirada con un sonrojo en el rostro y le susurró usuratonkachi, se dio la vuelta avergonzado y entró al instituto. El otro chico solo subió los hombros como muestra de resignación y siguió el mismo camino.

 

Avanzó entre los pasillos sabiendo muy bien cuál era su salón, el saber que estaría con Suigetsu, Karin y Mitzuki le daba aliento, pero también que tendría que soportarlos le daba dolor de cabeza. Y pensar que tendría que lidiar con otros cuantos adolescentes molestos le disgustaba.

 

Esperaba que su aspecto le evitara socializar.

 

Cuando entró al aula, la pelirroja le estaba dando un pequeño beso a su novio mientras le tocaba una pierna. Desvió la mirada sintiéndose incómodo, se sentó con indiferencia en el pupitre estaba al lado.

 

Mitsuki los interrumpió con un grito de saludo y se sentó detrás.

 

El profesor llegó unos minutos después de la hora con una sonrisa impregnada en el rostro, estaba preguntando por las vacaciones de los alumnos cuando su mirada recayó en él. Si no mal recordaba, Iruka era el novio del director.

 

— Oh, me alegra que pudieras integrarte al grupo ¿quieres presentarte? — cuestionó el castaño con amabilidad y las miradas recayeron en él.

 

— Mi nombre es Sasuke Uchiha — dijo poniéndose de pie, y sonriendo de medio lado. Había conseguido lo que quería, las demás personas no le prestaban atención. Su aspecto era igual que un nerd, nadie iba a querer acercarse, ni entablar conversación con él.

 

— ¿Alguna pregunta que quisieran hacerle a su compañero? — preguntó el profesor esperanzado, pero la mayoría negó con indiferencia.

 

Iruka se encogió los hombros mientras pasaba a poner las rubricas al pizarrón. Por su aspecto desaliñado daba a impresión de que poco le importaba su aspecto físico, el concepto que tenía de él cambio. Incluso, antes se había preguntado como un chico tan hermoso se había fijado en el cabeza hueca de Naruto.

 

Eso no era su asunto.

 

Sasuke reía internamente con su victoria, el rubio había querido que ingresara a estudiar para poder socializar con el mundo exterior, cuando lo único que había hecho era alejarlos. Era consiente que tenía que estudiar y por eso accedió, pero se negaba a comportarse amable con personas que no le interesaba ni conocer.

 

Tal vez, solo si tal vez hubiera puesto más atención se habría dado cuenta que un par de ojos lo miraban con mucha atención.

 

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En momentos como ese odiaba a Naruto. Es decir, el maldito rubio el día anterior le había obligado a mirar una película con él hasta altas horas de la noche. Estaba cansado y algo soñoliento, pero su problema no radicaba en eso.

 

No, definitivamente no.

 

Sabía que no era altruista, ni siquiera era una persona empática, pero el eco de las palabras de su esposo no las podía sacar de su mente. Le había dado una charada de platica sobre el bullying en clase y sus derivadas, así como había asociado su nuevo aspecto a la cuestión. Había sido tedioso tener que lidiar con eso, pero era más tedioso mirar como uno de sus compañeros abusaba del otro.

 

El pasillo estaba desierto a excepción de ellos tres, su razonamiento hubiera sido seguir de largo e ignorar como golpeaban al chico, pero justo cuando estaba por doblar a una esquina las palabras de Naruto hicieron eco de nuevo en su cabeza ¡Como lo odiaba!

 

— Oe, tu… — Habló llamando la atención de los presentes.

 

Si no mal recordaba el chico que retrocedía era Rock Lee, un chico extraño que regularmente había evitado por la plática tan elocuente que tenía. Era solo un poco más alto que él, con un corte de cabello de hongo y unas grandes cejas poblanas.

 

— Esto no es asunto tuyo, Uchiha — dictaminó un chico albino de cabellos largos y ojos verdes, era unos centímetros más grande que él, y por su cara, podía concluir que estaba molesto.

 

Pudo haber dicho alguna que otra palabra para tratar de aligerar la tensión que había creado, pero sabía que no eran lo suyo. Prefería actuar. Al ver que levantaban al rarito sobre el cuello de su camisa lo detuvo con el tacto de su mano.

 

— No te metas en esto — bufó el chico mientras lo empujaba con desdén. — No entiendo que tiene que hacer alguien como tú, defendiendo a alguien como él. Piérdete ahora, antes de que se acabe mi paciencia.

 

Sasuke no era una persona que se dejara intimidar, y aunque sabía que se había echado la soga al cuello el mismo, no retrocedió. Contraatacó con un empujón al albino que se limitó a sorprenderse. Entendía el desconcierto del chico, es decir, él era un nerd que defendía a un extraño.

 

— ¡Basta! — gritó Rock Lee mientras se ponía entre los dos — Se defenderme, Uchiha. Le ruego que no pelee mis batallas… ¡Me niego a dejar el equipo de futbol, Kimimaru! ¡Yo tampoco soporto su compañía! —exclamó con coraje.

 

El albino apretó los puños lo bastante molesto para dejarse llevar por el momento. Cuando menos se dio cuenta se había lanzando al cuello del azabache, pero Lee lo había evitado y golpeado en la quijada. Kimimaru cayó al suelo y un pequeño hilo de sangre salió de su boca.

 

¡Estaba rabioso! Si antes se había detenido por compasión, ese imbécil lo iba a conocer ahora.

 

Se puso de pie e invistió al chico con furia. Nada se iba a quedar ahí, le haría desistir del equipo de futbol, por su maldita culpa lo habían mandado a la banca. Solo por su culpa, nadie entendía sus verdaderos motivos ni porque era tan importante jugar, dudaba que alguien lo comprendiera.

 

Lee le tiro una patada que lo hizo retroceder, pero aun así lo atacó con otra. Las cosas entre los dos se estaban saliendo de control. Sasuke solo miraba como los golpes salían por todas partes, sin mencionar que los dos habían caído al piso y giraban de un lado a otro.

 

Suspiro con resignación y se limitó a quererlos separar. Fue cuando por accidente Lee lo golpeó y sus gafas fueron a parar al piso. Tal vez eso hubiera sido lo peor que hubiera podido pasar si un par de ojos no los fueran mirado.

 

El derechazo había sido preciso, en algún punto de la partida se preguntó si Lee lo había hecho a propósito, porque a pesar de lo conciso del asunto quería creer que había sido un accidente. Enojado con ambos los pateó directo en el abdomen para que retrocedieran ¡Al diablo Naruto! Si esos dos se querían matar ¡Adelante!

 

Estaba por retirarse cuando alguien le tocó el hombro para girarlo. Un chico de cabellos anaranjados lo miraba molesto, y se lo recalcó al impactar el puño en su ojo izquierdo ¡¡¿Que mierda pasaba con todo mundo?!! Solo una vez en su vida trato de ser altruista y ya lo habían golpeado dos veces.

  

— !Lárgate, Juugo! !No te necesito! — argumentó con furia Kimimaru mientras se tocaba el abdomen adolorido por la patada que recibió. No quería que su hermano siguiera metiéndose en su vida, ya bastante tenía con sus problemas para venirlo a involucrar.

 

Sasuke en un ataque de furia le regresó golpe al pelirrojo. Nadie le iba a poner un dedo encima y salir ileso de eso. Sabía que su aspecto de nerd provocaba de cierta manera el bullying, pero no por eso se iba a dejar hacer, era una persona con mucho carácter pera dejarse intimidar y menos por idiotas como esos dos.

 

Juugo se quedó impactado unos minutos por el golpe que recibió. Había sido preciso y doloroso, es decir, el azabache era un chico delgado y un poco más bajo que él. Había esperado que con su golpe se intimidara y desistiera de lo que sea que estuviera pasando ahí, pero había pasado justo lo contrario.

 

Sonrió me dio lado mientras giraba el cuello y este tronaba. Le estaba dando claramente una advertencia de lo que iba a pasar y Sasuke esperó que las benditas clases de karate siguieran vigentes en su memoria porque el pelirrojo tenía la clara intención de hacerle daño.

 

Cuando Juugo se lanzó contra él, fue Lee quien intervino. Kimimaru estaba por defender a su hermano, pero Uchiha lo detuvo, no podía creer que se hubiera metido el solo en todo ese problema. Debió dejar que los otros dos se agarran a golpes, Rock Lee no necesitaba que nadie lo defendieran.

 

Lo curioso de la situación es que ninguno decía nada, todos se habían quedado a la expectativa de los otros, esperando quien iba a dar el primer golpe ¡Joder, que ni siquiera amigo del rarito para estar ahí! Maldijo nuevamente al rubio y su sentido de la moralidad.

 

Fueron los momentos más tensos. Sasuke estaba por retirarse cuando Juugo rió levemente, Lee quiso intervenir, pero fue derribado casi al instante. Supo con demasía que el objetivo era él, por alguna extraña razón el tipo le tenía desdén.

 

No se dejó intimidar y fue el primero en lanzar el golpe, Juugo retrocedió aturdido y Lee remató con una de sus fuerte patadas, hubiera terminado de no ser porque Kimimaru se lanzó de nuevo contra el chico y cayeron al piso de nuevo los dos.

 

El albino quedo arriba inmovilizando a su contrincante, tenía el puño en alto dispuesto a acabar con su disputa cuando alguien lo detuvo. Otro pelirrojo llego a intervenir. Empujo al chico sin una pizca de delicadeza y ayudo a su amigo a ponerse de pie.

 

 — ¡Gaara! — exclamó Lee.

 

El chico asintió molesto de lo que pasado a su alrededor. Era el capitán del equipo de futbol y entendía de que iba el asunto, todo el escenario cuadraba con excepción del azabache. No entendía que tenía que hacer un nerd en todo eso. Uchiha iba en su salón y era la descripción perfecta de antisocial.

 

— ¿Qué está pasando aquí? — preguntó otra voz con autoridad sacando a todos de sus pensamientos.

 

Iruka había estaba caminando por los pasillos porque había extraviado las llaves de su automóvil y lo que menos había imaginado que encontraría era a cinco de sus alumnos en ese estado: Sasuke sin sus gafas y más desaliñado que de costumbre, sin mencionar los dos golpes que tenía marcados en el rostro; Kimimaru despeinado y con una mirado furiosa; Lee con varios raspones en la cara y un morete; Juugo con una marca roja en la barbilla y en el pómulo izquierdo; y Gaara era el único que no se miraba alterado.

 

— ¡¿Nadie va a responder?! — rugió al ver el silencio de todos.

 

Ninguno era capaz de argumentar como habían terminado en esa situación, es decir, todo había sido una pelea entre Lee y Kimimaru, Sasuke y Juugo no cuadraban de todo en el escenario. Iruka no estaba tan enterado de las cosas que molestaban a los del equipo de futbol, sin embargo, lo que le sorprendía era la presencia de Sasuke, ni siquiera era parte de él.

 

— ¡¿Nadie responderá?! ¡Está bien! Veremos si con el director sí quieren hablar ¡Andando! — gritó colérico mientras loas hacia avanzar hacia la oficina del director.

 

Cuando la adrenalina del momento pasó, a Sasuke comenzó a dolerle la mejilla. Se sintió por unos segundos demasiado débil, como si una parte de lo que creía de sí mismo se hubiera roto. Toda su vida había sido una persona dependiente, sabía cuidarse, pero en ese momento se había sentido frágil, sentía el cuerpo golpeado y un pensamiento erradico cruzó su mente.

 

¿Tanto había cambiado en el último año? Sus acciones habían sido estúpidas, por Dios, que tenía una hija, ya no era uno más de los adolescentes bobos que lo rodeaban, era una persona con responsabilidades. No podía tomar decisiones tan a la ligera, ya no sólo era él…

 

— ¿Alguien me contará que pasó? — preguntó Kakashi desde su escritorio.

 

Había estado tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando había llegado a la oficina del director. Se dejó llevar por el mar de pensamientos que lo estaban ahogando. Levantó la vista y observó como los demás le desviaban el rostro al director, cada uno haciendo una tregua para que ninguno saliera más perjudicado que el otro.

 

— Tomaré su silencio como un no, supongo que esto tiene que ver con los problemas del equipo de futbol… — argumentó con una mirada penetrante. — Aunque Sasuke no encaja en ese perfil.

 

— Uchiha solo se encontró en el momento equivocado en el lugar equivocado, director — soltó Gaara dando un paso al frente, aceptando que los problemas habían sido en parte su culpa como capitán del equipo, al no anticipar todo lo que conllevaría la decisión de sacar a Kimimaru del mismo.

 

— Aceptaré mi castigo, al igual que los demás, Kakashi.

 

Todos abrieron los ojos sorprendiéndose de la manera en que el azabache había levantado la voz para referirse al director como un igual, como si el cargo académico no le importara mucho. Lee admiró la fuerza de Sasuke al aceptar el castigo con ellos, había estado por intervenir cuando el rostro del mayor le descolocó un poco.

 

El de cabellos plateados se había puesto de pie mientras detrás de la bufanda sonría con autosuficiencia, sus ojos se mostraban divertidos ante las palabras del menor.

 

— Me parece bien, Sasuke — comentó con burla. — Los cinco tendrán que hacer tareas comunitarias en la escuela después de clases, ustedes cuatro no jugaran durante los siguientes dos partidos… — la cara de los chicos fue todo un poema, estaban rabiosos con el castigo, si perdían alguno de esos dos partidos podrían perder por completo la temporada. — Hablaré con sus padres sobre su comportamiento irregular…

 

Uchiha había soltado una pequeña risa al escuchar a Kakashi. Era una ironía que después de todo lo que había vivido viniera alguien a decirle algo tan elocuente.

 

— No te preocupes, Sasuke. Estoy impaciente por ver la cara de Naruto al ver que has hecho muchos amigos — soltó el director para reír, porque quien ríe al último, ríe mejor.

 

Cuando el rubio llegó una hora después por él, estaba dispuesto a soltarle todo un discurso sobre su comportamiento, pero al entrar a la oficina Sasuke solo le golpeó el hombro colérico mientras salía sin esperarlo. Lo único que alcanzó a escuchar lo desconcertó aún más.

 

— ¡Todo ha sido tu maldita culpa, dobe! — exclamó sin importarle el lugar donde estaban.

 

El camino a casa había sido largo y silencioso, el rubio no quería presionarlo a que dijera algo, pero al ver como su rostro se encontraba golpeado la rabia se le subía. No entendía como algún idiota se había atrevido a golpearlo, después tendría una extensa charla con Kakashi a cerca del castigo de los adolescentes.

 

— ¿A dónde vamos? — preguntó al ver que no se dirigían a recoger a Miki.

 

— Tenemos que hablar, Sasuke — habló tratando de sonar lo más neutral posible.

 

— Haz lo que quieras.

 

Lo había llevado al departamento donde vivan. El azabache había sido el primero en bajar del auto y estampar la puerta del carro con fuerza ¡Odiaba cuando las cosas se ponían fuera de su control! En ese momento se le había pegado lo idiota de Naruto que no se había meditado las consecuencias antes de actuar… ¿cómo era posible que todo girara en torno a él siempre?

 

Entró al lugar y corrió a esconderse al baño. Cuando notara sus nulas ganas de hablar tal vez desistiría e iría a recoger a su hija. Suspiró sin ganas y se dedicó a mirarse frente al espejo ¡daba asco! Su cabello se había soltado un poco de la liguilla que lo sostenía y se esponjó un poco, en su mejilla izquierda tenía verde el golpe que le había tirado Juugo, probablemente se hincharía más y se pondría morada.

 

— ¡Sasuke no me hagas perder la cabeza y sal de ahí! — gritó empezando a perder el control.

 

— Piérdete, dobe.

 

— Tiraré la puerta si no abres ¡No estoy jugando, teme!

 

Giró los ojos enfadado de las acciones del rubio ¡Estaba harto de todo! Sentía que en cualquier momento iba a explotar y no lo quería. Todo era demasiado para él, joder que solo era un adolescente que se había intentado comer el mundo antes de tiempo ¡¿No podía solo dejarlo un rato a meditar?! Sólo necesitaba unos momentos consigo mismo, necesitaba saber que aún podía ser él.

 

Pero Naruto cumplió con su palabra antes de dejarlo pensar.

 

Había envestido la puerta hasta hacerla desistir. Lo había tomado de un brazo y lo había jalado fuera del baño, se posicionó a su altura y sin más lo besó. Le había robado los labios como un loco posesivo, lo devoraba con pasión, no, era con necesidad. Había tomado su rostro sin dejarlo escapar, lo había acorralado no solo con ese beso, sino con sus propios sentimientos.

 

Trató de separarse, pero su propio cuerpo se negaba a seguir sus instrucciones. Se dejó guiar en las profundidades de un cálido beso, en las caricias recurriendo su lastimado rostro y en el nhelante amor que había nacido con ellos. Rozó sus labios con su lengua esperando intensificar el beso, pero Sasuke solo retrocedió asustado.

 

No estaba preparado.

 

Aún no.

 

Naruto lentamente se separó de él, lo hizo con una delicadeza que Sasuke sentía que se estaba llevando una parte de sí que jamás iba a poder recuperar y nuevamente el miedo hizo estragos en su cuerpo. A pesar de no querer corresponder sus sentimientos, lo abrazó como si fuera su única ancla entre tanta tormenta.

 

Se aferró a él temiendo que desapareciera entre sus manos.

 

¿Cuándo se había hecho tan dependiente de ese hombre? ¿En qué momento le había entregado tanto de él para calmarlo con un beso?

 

— Lo siento… — susurró como una cálida caricia.

 

— No lo sientas, porque yo no lo hago ´tteba…

 

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.

 

 

A partir de ese momento las cosas comenzaron a mejorar aún más entre los dos. Naruto habían estado molesto los primeros días después del acontecimiento, porque Sasuke salió herido, sin embargo, se dio cuenta que las amistades entre personas de su edad crecieron y eso lo reconfortó.

 

Le encantaba la hiperactividad que tenía Lee siempre que lo miraba de lejos, no interactuaba con ellos, pero lograba sacarle a su esposo pequeñas anécdotas de las tonterías que cometían sus compañeros. La seriedad de Juugo y Gaara era otro cantar, pero le alegraba que estuvieran cerca de Sasuke, aunque no podía evitar que los celos florecieran en algunas ocasiones.

 

Cuando llego octubre, nuevamente se reunieron en el evento familiar en la haciendo. Naruto y Miki eran los más emocionados vestidos con el pants naranja que los hacia resaltar. El azabache había fingido demencia ante el traje que había aparecido en su cama del mismo color y optó por ponerse uno negro.

 

El lugar estaba tan esplendido como el año anterior, e igual con los inevitables invitados en su mayoría pelirrojos y rubios. Sasuke se cohibió cuando fue presa de las miradas de casi todos en el lugar, la presencia de Miki sorprendió.

 

El silencio incomodo fue roto cuando Minato corrió al encuentro con su nieta, haciéndole cariños conmovedores por el tiempo que tenía sin verla. Desde ese instante las cosas transcurrieron con normalidad.

 

Incluso Orochimaru se había dejado llevar por el ambiente familiar aplastando al equipo de su esposo en los juegos deportivos. Jiraiya que este año le había tocado estar con Minato, Deidara, Konohamaru e Iruka, maldecía por abajo.

 

Al contrario de Naruto que le estaba yendo muy bien, el trio dinámico y Sasuke como equipo le estaban funcionando perfectamente. Jamás imagino que terminaría en las finales con Orochimaru y Dan como oponentes.

 

Miki había caído dormida en los brazos de su papá hace algunos minutos y la había ido a recostar, mientras Kushina preparaba todo para cerrar con un evento especial por el cumpleaños de su único hijo. La mayoría lo había felicitado, tanto por ser padre como por la fecha.

 

La pequeña mesa redonda se le hacia demasiado angosta al rubio, nunca había terminado en una final para sentirse preparado para beber ¡Tenia meses sin beber! No creía poder aguantar mucho, sin embargo, Orochimaru tampoco era un gran bebedor al igual que Dan, así que las cosas estaban bastante parejas entre los tres.

 

Tsunade reía divertida esperando que Dan terminara la suficientemente ebrio para tenerlo a su merced un rato al igual que Jiraiya a su esposo. Los dos eran unos depravados.

 

La juerga comenzó antes de lo esperado mientras los últimos rayos de sol los iluminaban, para sorpresa de todos Naruto iba a la delantera con un trago más que ellos, Dan con el rostro sonrojado negó con la cabeza mientras torpemente se levantaba. Su equipo soltó un suspiró de resignación mientras Tsunade los mataba con la mirada.

 

En segundos, la pareja desapareció.

 

Sasuke observó las mejillas sonrojadas de su esposo y sin que su mente lo pudiera evitar recordó el beso que se habían dado anteriormente. Había anhelado el momento que Naruto se decidiera a darle otro, ese mes le había servido para ser capaz de aceptar sus sentimientos, pero cada vez que quería dar un paso sentía que retrocedía dos.

 

Ver a Miki le recordaba lo que era perderlo todo.

 

Negó con la cabeza sacando esos pensamientos irracionales para concentrarse en la escena delante de ellos. No sabía muy bien que había soltado Orochimaru que Naruto se había puesto a la defensiva.

 

— ¡Cállate, anciano repulsivo! — soltó sin más para tomar otro trago.

 

— Siempre tan cordial, Naruto-kun.

 

Jiraiya se tensó un poco y apretó el hombro de su esposo. Las mejillas de ambos estaban sonrojadas por el alcohol, tenía miedo de que fuera a soltar alguna frase imprudente, así que se acercó a su oído y hacer un trueque, lo mejor sería que se retirara y que Naruto tomara la victoria. Luego se lo recompensaría en privado.

 

Orochimaru sonrió antes sus propios demonios y le dio fondo a la botella que tenía a su lado ¡No se la iba a dejar tan fácil! Naruto abrió los ojos sorprendido y los entrecerró a los segundos, ¡Ese maldito viejo pervertido! Tomó la botella más cercana y se la empinó sin importarle el ceño fruncido de Sasuke.

 

Para sorpresa de todos, la cosa no terminó ahí.

 

El rubio tomó otra botella de sake para llevársela a la boca, las modalidades de los pequeños vasos habían acabado olvidadas, mientras los demás gritaban “fondo, fondo, fondo” entusiasmados por ver ganar por primera vez a Naruto.

 

Orochimaru negó con la cabeza y tiró la toalla mientras Jiraiya le apretaba nada discreto el hombro.

 

Al final de la noche, había conseguido ganar, estaba totalmente ebrio ¡Pero había ganado! No sabía en qué momento se había puesto de pie mientras su madre dejaba el pastel de un naruto en la pequeña mesa. A lo lejos observó como su padre negaba divertido y como Sasuke se acercaba para darle alguna clase de sermón.

 

Había estado tan absortó en su euforia, y tan borracho que cuando Orochimaru le metió el pie con ciña no logró mantener el equilibrio para caer sobre el pastel que con tanto esfuerzo había hecho su madre.

 

En esa ocasión había sido Mitsuki quien había tomado la foto mientras Kushina gritaba colérica por el desperdicio de su tiempo en algo especial para su hijo. Entretanto Naruto había reído divertido mientras le aventaba un poco de betún en la cara al amargado de su contrincante, Orochimaru hizo uso de todo su auto control para no irse sobre él.

 

Sasuke le tendió la mano para ayudarlo a mantener el equilibrio cuando Jiraiya le regresó el favor y los empujó a ambos hacia los desperdicios de pastel. Sí antes no lo odiaba, el vejete pervertido había sellado su sentencia de muerte. Los dos estaban cubiertos de pastel y la risa de los demás habían hecho que sus mejillas se tiñeran de rojo, al contrario de Naruto, que reía divertido.

 

Kushina les ayudó a ponerse de pie mientras reía del aspecto tonto que daban los dos, les indicó que fueran a alguna de las habitaciones a asearse un poco, mientras le decía a Sasuke que sólo necesitaría un poco de café negro para que a su hijo se le bajara la borrachera.

 

 Había decido tomar un pequeño baño para quitarse el betún del cabello cuando Naruto le lanzó ese pants naranja que anteriormente rechazó, escuchó la risa del rubio a su espalda para abrazarlo. Al contrario de lo que pensó, no se sintió incómodo y por unos segundos se dejó hacer.

 

— Hueles a naruto — le susurró mientras le olfateaba la nariz. Había escondido parte de su quijada entre el cuello del azabache, aspirando lentamente ese aroma que desprendía todo el tiempo, aquel al que ya era adicto.

 

Ya no le alcanzaba solo con eso, su corazón palpitaba acelerado mientras sentía que la razón se perdía. Ya estaban desgastados los momentos y su anhelante pecho le pedía por más, un suspiro anhelante se escapó de entre sus labios y Sasuke se giró. Con aquella mirada penetrante lo enfrentó y besó castamente su barbilla…

 

— Sabes a usuratonkachi…

 

Naruto sonrió con pesar y besó su frente.

 

Podía esperar un poco más.

 

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Esa mañana Naruto lo había pasado a dejarlo al Starbucks donde se había reunido con Gaara, Suigetsu, Karin y Juugo para terminar un proyecto escolar. Al fin había llegado diciembre y sus primeras vacaciones estaban a la vuelta de la esquina.

 

El frío nuevamente era quien se adueñaba del clima algo que encantaba al azabache, adoraba los días de lluvias y relámpagos. Era gracioso mirar como Naruto maldecía cada vez que escuchaba uno, sin darse cuenta le regaló una pequeña sonrisa a los que estaban a su alrededor.

 

— Vaya, Sasuke-kun está de ánimo.

 

No contestó mientras le daba un sorbo a su amargo café con indiferencia. También tenía que maldecir al rubio en esos momentos, el idiota había quebrado sus lentes y escondido intencionalmente todo aquello que le servía para recoger su cabello. Era incomodo tener la mirada curiosa de los pelirrojos sobre él.

 

Aquel patito feo, se había convertido en cisne.

 

Chasqueó la lengua, mientras se molestaba consigo mismo por sus pensamientos tan idiotas. Maldito rubio y sus ganas de hacerlo enojar, las cosas entre ellos habían mejorado bastante, más de lo usual. La delgada línea que había entre ellos estaba a escasos centímetros de romperse, y extrañamente estaba deseoso de ese momento.

 

Lo añoraba.

 

Las horas habían transcurrido rápido mientras trabajaban en sus laptops. Sasuke iba por su segundo café cuando una llamada al celular de Karin los interrumpió.

 

— ¡Diablos! Chicos, tenemos que irnos — exclamó Karin entre mohines. — ¡Vamos, tiburoncín! — se burló la chica de cabellos rojos mientras jalaba el brazo de su novio y se despedía con su mano libre. Juugo se había puesto de pie con la pareja y había seguido su mismo camino, su casa estaba cerca del mismo destino.

 

Sasuke asintió mientras los miraba partir, por unos segundos enfocó el reloj. Al menos faltaba unas horas más para que Naruto regresara por él, había ido a entregar uno proyecto a la universidad en sábado con un tal Ibizu, un maestro que odiaba con demasía al rubio, según sus palabras.

 

— ¿Quieres que te lleve a tu casa? — preguntó Gaara.

 

Negó con la cabeza sin prestar más atención en el pelirrojo mientras este desviaba su mirada. Era consciente de los sentimientos del chico por él. Al principio no había sido muy obvio, pero después del incidente que había tenido con el equipo de futbol todo su círculo social había cambiado y Gaara no perdía la oportunidad de estar con él. El chico era callado y discreto y eso era algo que agradecía, pero no por ello quería decir que le daba importancia al asunto.

 

Tomó sus auriculares dispuesto a ignorarlo cuando una mano se posó sobre la suya, frunció el ceño al instante para zafarse enseguida del agarre. Levantó la mirada dispuesto a fulminarlo hasta que se esfumara, pero el pelirrojo lo sorprendió.

 

— ¿Podemos hablar? — preguntó seguro de sí mismo y de sus palabras.

 

—No — contestó con indiferencia.

 

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Al final del día había terminado llamando al vejete pervertido porque Naruto no contestaba sus llamadas. Nadie sabía dónde se había metido y lejos de sentirse molesto, se sentía preocupado de que algo hubiera podido pasarle.

 

Había preparado ramen mientras Miki se entretenía con los power rangers en la televisión. Estaba pegado a su celular, aquel aparatito que siempre había odiaba ahora era de vital importancia para saber del rubio. Estaba tan sumido en su propio mundo que no escuchó como el teléfono de casa sonó. Corrió a contestar pensando en que podría ser el rubio.

 

— ¿Dobe? — preguntó a través de la línea mientras en identificar de llamadas marcaba “numero privado”.

 

— ¿Sasuke, eres tú? — preguntó una voz que hizo que sus piernas temblaran.

 

Por un segundo todo a su alrededor había desparecido, había viajado a un mundo lejano donde solo existía esa maldita voz y él. Como una ola enfurecida los recuerdos se sintieron a flor de piel arrastrándolo al naufragio. Era doloroso, inhumano y carente de sentido que esa precisa maldita voz fuera escuchado por él, justo cuando la herida había sanado venía a infectarse…

 

— ¿Sasuke, con quién hablas ´ttebayo? — preguntó otra voz a su espalda.

 

Su mundo dio vuelta por unos minutos, cerró los ojos esperando tener la fuerza necesaria para hacer las cosas. La mano de Naruto sobre la suya le hizo despertar de su extraña ensoñación de recuerdos amargos. Un impulsó lo dominó y cuando se dio cuenta había colgado con furia el teléfono.

 

Su respiración era agitada, las lágrimas yacían atoradas en su garganta lista para brotar, cuando nuevamente la voz del rubio lo despertó de su frenesí.

 

— ¡¿Quién era, teme?! — preguntó con autoridad.

 

— ¡Suéltame, dobe! — exclamó aturdido. No sabía en qué momento Naruto lo había apresado de tal forma que dolía. Su mano sobre la suya quemaba, se sentía atacado y en cierta forma aturdido por la manera tan agresiva con la que lo estaba tratando.

 

— ¡Responde!

 

— ¡No era nadie!

 

— ¡No me mientas, Sasuke! — rugió furioso.

 

Algo no pintaba bien en todo ese cuadro. Naruto jamás se pondría tan irracional solo por una llamada tonta, siendo perspicaz se dio cuenta del aroma a alcohol que desprendía el rubio. Había estado tomando, frunció el ceño olvidándose por un momento de la llamada. Es decir, le había dejado tirado en el café por irse a beber con los idiotas de sus amigos mientras él preparaba su comida favorita ¡Le había marcado y no le contestaba mientras se moría de la preocupación!

 

— ¡¿Dónde estabas?! — preguntó alterado.

 

— ¡¡Vas a cambiarme de tema!! — respondió furioso.

 

— ¡Tú no lo cambies, imbécil!

 

Algo debería andar lo suficientemente mal para que Naruto estuviera explotando con él, siempre habían sido pequeñas guerrillas sin sentido, pero sentía qué si no paraba en ese momento, las cosas se iban a salir de sus manos y no lograba entender el por qué. No había hecho nada malo para desatar la furia de su esposo.

 

Un dolor lo embargo por unos segundos y la debilidad se instaló en el, no era momento para que la maldita anemia lo estuviera atacando. El rubio intentó tocarle el rostro, pero su cuerpo fue más rápido y lo apartó de un manotazo.

 

— ¿Vas a decirme dónde estabas? — susurró por lo bajo mientras se sostenía de la pequeña mesa que había más cercana. Sus ojos los había ocultado detrás del flequillo evitando que sus miradas se cruzaran.

 

— ¿Me dirás quién llamó? — contestó en el mismo tono cabizbajo que él.

 

— Era número equivocado — soltó sin más, esperando que la tonta mentira se convirtiera en verdad por su propia integridad emocional.

 

— ¿Desde cuándo te has vuelto tan buen mentiroso, Sasuke? —la pregunta le había dolido más de lo que pensó, y muy tarde se dio cuenta del por qué.

 

— Naruto… — murmuró levantando la mirada, pero ya no había alguien que lo escuchara. Escuchó como las pisadas del rubio cada vez se hacían más lejanas y se preguntó si de verdad debía ir tras él, si toda esa mierda de vida que le había tocado valía la pena.

 

La puerta se azotó mientras los sollozos de su propia hija se hacían más grande. Ni siquiera había sido capaz de evitar que ella llorara, no había podido hacer nada. Estuvo a punto de derrumbarse, estuvo a punto de caer, pero la ironía detuvo su caída. Caminó con torpes pasos hacía la sala donde Miki se encontraba desconsolada, en cuando lo miró pidió sus brazos energética sin dejar de llorar.

 

La tomó entre sus brazos y pensó que todo lo que habían construido en casi dos años se había hecho pedazos en menos de una hora. No entendía que diablos había pasado, solo que un dolor en el pecho volvía a consumirlo.

 

Tarde se había dado cuenta que Naruto lo creía un mentiroso y no sabía con exactitud que lo había orillado a creer eso, no era la primera vez que se negaba a hablar de sus problemas con el rubio, pero parecía ser la primera vez en que lo afectaba de sobremanera. Algo había pasado para que tuviera ese comportamiento…

 

¿Y si Naruto había logrado conocer al papá de Miki? Cerró los ojos mientras negaba con la cabeza, él estaba kilómetros lejos de ellos, no podía a ver dado con ellos.

 

Aquella herida que tanto había dolido había sido abierta de nuevo, se había infectado de inseguridades y malestares que al final del día solo habían logrado separarlo de la única persona que pensó que estaba de su lado. Sentía que la presión se le había bajado y una gota de sangre resbaló por su nariz.

 

Miki lloró con más empeñó y se dedicó a calmarla mientras se aguantaba las lágrimas, por un momento la responsabilidad de otra vida lo atacó y pensó en que aun con la infección debía seguir adelante, por él y su hija. Tener un hijo llevaba consigo el sacrificio sus padres y por un segundo pensó en los suyos.

 

Y se decepcionó de sí mismo al haberles hecho pasar tantos tragos amargos. Sólo cuando estaba a punto de tocar fondo se dio cuenta que sus padres también habían sufrido, y la infección llamada culpa se extendió más en él.

 

Fin del capítulo seis.

 

 

 

Notas finales:

Tarde en actualizar, pero el capítulo esta más largo (Y) Jajajajaja.

Espero que les haya gustado. Todos sus comentarios han quedado contestados y antes de despedirme les digo que las amenazas de muerte las pueden dejar en la parte de abajo ;D

Nos leemos en el siguiente.

Bye, bye.


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