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Heridas por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

Hola (?)

No sé si hay gente todavía por aquí xD, sólo diré que la página está super lenta y no puedo hacer más. El capítulo me costó como no tienen una idea, no sabía como manejar la situación, tuve que escribirlo dos veces xD, afortudamente una amiga me ayudo con esto.

Un gran agradecimiento a todas las personas que me dejaron comentarios, aunque fueron pocos, ¡gracias!

Enjoy!

Heridas.

 

Capitulo siete: heridas.

 

 

Estaba cansado y malhumorado ¡No lograba comprender que había pasado! La cabeza le palpitaba si comenzaba a pensar en ello, no había pensamiento coherente ante el comportamiento irracional que de repente Naruto había desarrollado. Las cosas empeoraron de sobre manera con sus actitudes. De un día para otro Sasuke sentía que estaba viviendo en una mala pesadilla.

 

Lo trataba con la misma indiferencia con la que antes lo había tratado. La calidez que antes les había rodeado se evaporó antes de que fuera tangible. Le dolía, pero parte de su orgullo no lograba aceptarlo, su personalidad arisca y malhumorada lo dejaba a la intemperie en la tormenta que se había desatado.

 

Ya ni siquiera parecían la familia que antes se había pintado sobre un lienzo blanco. Naruto desaparecía días de su hogar ¡lo evitaba! Los días en que su escenario era perfecto se habían acabado, incluso, el rubio había abandonado la habitación que compartían juntos.  Prefirió el reclinable antes de respirar el mismo espacio, y aunque, su rostro mostraba indiferencia, un mortífero golpe se había instalado en su pecho.

 

Miki había resentido ese distanciamiento, sin embargo, el rubio seguía tratando a la niña como si nada hubiera pasado, como si el odio, rencor y desdén fueran dedicados únicamente a su persona. Negó con la cabeza tratando de alejar esos pensamientos, no debía de haber espacio para ellos.

  

Llevaban alrededor de dos semanas así y sentía que pronto algo se iba a romper entre los dos. Había querido restarle importancia al asunto, principalmente porque prefería no ponerse a pensar ello. La escuela lo tenía consumido con trabajos finales y exámenes, sin mencionar todas las labores domésticas que tenía en el hogar y el tiempo que requería Miki.

 

Suspiro sin intensión.

 

Aquella mañana después de su discusión el teléfono alámbrico había desaparecido misteriosamente de la mesa donde estaba posicionado. No sabía si se debía a que Naruto se había desecho de él, pero le consternaba. Su pasado ocultaba tantas cosas que prefería evitarlo, no sí el dolor tan próximo al vacío pudiera volver a llenarlo, a llevarlo a las penumbras…

 

Se sentía más cansado y adolorido que de costumbre. Seguía teniendo los problemas con la anemia y la pelea con su esposo solo había logrado alterarlo más. Se estaban lastimando inconsciente y conscientemente sin saber si lograrían a reparar el daño mutuo, ninguno había querido dar su brazo a torcer. Tanto como Sasuke no insistía en el tema, como Naruto lo ignoraba, así era mejor ¿no?

 

Debía admitir que extrañaba esa sonrisa coqueta, esos halagos indirectos y su ruidosa risa. Tanto como sus chistes malos y su acoso personal, pero ¿cómo era posible que sus manos se hubieran soltado cuando solo se habían rozado?

 

Cerró los ojos en una resignación momentánea, no podía creer que la felicidad se le escapara nuevamente. Entre recuerdos anhelantes solo flashes de su sonrisa traviesa y sus ojos tan hipnotizantes aparecieron en su mente. Sus pensamientos lo hubieran guiado a un sinfín de momentos vividos si no hubiera sido porque el sonido de un celular lo sacó de su ensoñación.

 

Frunció el ceño con desdén mientras buscaba el aparato, se removió un poco el cabello mientras avanzaba por el comedor y entrar a la sala donde tiernamente Miki dormía. Cada vez que la miraba era imposible no recordar lo mucho que se parecía a su madre al igual que a él. Tal vez por ser una fémina era que sentía una parte de Mikoto en ella.

 

Aunque la pequeña parecía más hija de su esposo que suya. Su apariencia era herencia familiar, sin embargo, la personalidad era parecida al rubio. Tenía demasiada hiperactividad y balbuceaba sin parar, sin mencionar que siempre rogaba su atención. Cuando aparecía Naruto era como si se olvidara completamente de él.

 

De nuevo se escuchó el timbre del teléfono y se dio cuenta que venía de las manos de hija. Levantó la ceja con duda y se acercó para tomarlo: era el celular de Naruto.

 

Miki se removió un poco cuando lo sacó de entre sus manos. Balbuceó incoherencias y volvió a caer entre los brazos de Morfeo. No dudaba que su hija se lo hubiera escondido al rubio siendo más traviesa que de costumbre.

 

Estaba por apagarlo cuando un mensaje llegó, y aunque el celular estaba bloqueado a través de la pantalla podría apreciar claramente el remitente y el mensaje. Sintió el estómago arder en frustración, como si una bestia hubiera nacido con furia, entrecerró los ojos conteniendo la ira que crecía dentro de sí mientras apretaba los puños.

 

No necesitaba saber más para darse cuenta de lo que estaba pasando ahí.

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Cuando Naruto llegó a casa se sentía cansado. El tráfico había sido pesado, y la maldita universidad parecía no acabar, había estado trabajando todo el maldito semestre en la tesis y parecía un cuento de nunca acabar, sin mencionar las tediosas conferencias a las que los habían estado obligando a ir.

 

Jamás esperó que al llegar a la sala lo primero que mirara fuera a Sasuke sentado en el reclinable con el rostro molesto. Se maldijo mentalmente, ese chico hasta enojado se miraba atractivo, no podía creer que a pesar de todo siguiera tan enamorado de él. Su corazón palpitaba emocionado, sentía que se desbordaría en cualquier momento.

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— ¿Se te perdió algo, dobe? — preguntó con sarcasmo mientras sonreía de medio lado con arrogancia, el ambiente tenso sabía que solo él lo estaba generando, pero la furia lo tenía cegado, era una estúpida nube negra que lo manipulaba.

 

El rubio lo miró unos segundos con duda, pero al mirar las manos de su esposo supo al instante de lo que trataba. No le miraba ningún problema, pero su mente, tratando de jugar con él, pensó que lo único que el azabache quería era llamar su atención y se sintió estúpido. Sasuke siempre había pensado sólo en sí mismo.

 

— Solo olvide mi celular, — y de nuevo lo atacó son su indiferencia, había aprendido a usar ese tono seco y carente de emociones cuando se trataba del azabache. — Es tarde, ve a dormir —. Quería escudarse, que se fuera, no tenerlo delante. Era una tortura seguir así, teniéndolo cerca, pero a la vez tan lejos… le carcomía como su mente lo manipulaba a querer caer entre sus brazos.

 

— Vas a escucharme, idiota — contratacó con furia mientras en sus manos apretaba con fuerza a la estúpido aparato. Aquella indiferencia solo lograba alterarlo más de lo que ya estaba, una bestia que nació en su interior había salido a tomar el protagonismo dejándose guiar por la furia y cólera perdiendo el control de él mismo.

 

Naruto se impactó sólo por segundos de sus palabras, Sasuke estaba rojo de las orejas, siempre que se enojaba adquirían ese color, su rostro mostró preocupación, pero al ver que le miraba con reproche, un pequeño recuerdo apareció para que su malestar naciera junto con su coraje. No podían seguir así, lo sabía, pero también la rabia lo cegaba.

 

— ¡No me interesa nada de lo que tengas que decir!  — gritó tratando de controlar la cólera que había guardado desde semanas atrás. Apretó con su fuerza los puños evitando que sus miradas se encontraran. No quería mirarlo, no debía hacerlo o terminaría cediendo.

 

— Es una lástima, — escupió con resentimiento mientras su furia crecía. Estaba al borde de la exasperación, ese imbécil y su don de sacarlo de quicio en segundos ¡Era su mejor virtud! —porque lo harás — sentencio con arrogancia sin dejar de reflejar su mal genio.

 

— ¿Y quién va a obligarme, ttebayo? ¿Tú? — se burló dibujando una pequeña sonrisa en sus labios, sabia jugar el mismo juego que Sasuke, pero era lo que menos quería, que conociera a sus verdaderos demonios, no cuando la herida estaba tan expuesta.

 

Se sentía como un animal herido, atacando y queriendo proteger la parte donde se sentía más vulnerable. Aquel dolor se había instalado en su pecho, aferrándose a su poca vitalidad del momento. Era como su pequeño castillo hubiera caído y la máscara de Sasuke hubiera sido revelada, sabía que entre los dos había muchos secretos, pero ingenuamente pensó que podían sobrellevarlos ¡Había sido tan iluso! Ahora entendía la actitud arisca que anteriormente el azabache había tenido con el mundo, probablemente si no tuviera a sus amigos hubiera caído en una espiral sin rumbo.

 

Sasuke rechinó los dientes con molestia, sentía que en cualquier momento la situación se le iba a salir de las manos con la furia que lo carcomía ¡Era un ingenuo! Mientras pensaba que todos los errores los había cometido él, Naruto se iba a vanagloriar con sus amigos de victorias con las féminas. El maldito mensaje que había leído esa mañana había sido de Kiba, y había sido explícito sobre la cita del rubio en el hotel con Hinata, quería que le contara todos los detalles.

 

—¡No me provoques, Naruto! — advirtió como ultima amenaza, a punto de perder ese coeficiente intelectual que lo caracterizaba y darle paso a su poca inteligencia emocional.

 

— Entonces no me hagas decir algo que no quieres escuchar — soltó en advertencia, tan temeroso como el otro de perder su coherencia ante la triste situación que no daba para más.

 

Sasuke abrió los ojos impresionado de sus palabras, si antes lo ponía en duda, ahora Naruto le estaba afirmando que no quedaba nada entre los dos ¿De verdad solo hacían falta dos semanas para olvidarse de todo lo que habían vivido? Sin ser consiente de los sentimientos tan repulsivos que se albergaron en él, le lanzo el celular que apretaba contra sus manos directo a la cabeza.

 

Dolia, algo se estaba quemando en su pecho. Había sido tan ingenuo y estúpido al pensar que todo podía salir bien en su matrimonio. El rubio había sido casado con él por motivos monetarios ¿Qué esperaba de ello? ¿amor? ¿fidelidad? ¿confianza? Joder ¡Ya no le quedaba nada! Las lágrimas estuvieron al borde de expresarse, pero no, su orgullo podía más que eso.

 

Naruto había estado esquivando su mirada, ¡le dolían sus propias palabras! pero muy en el fondo creía que eran las mejores que podía soltar, ya no quedaba nada más de qué hablar. Aquel erradico sentimiento estaba dispuesto a acabar con él, el dolor lo estaba carcomiendo, pero, aun así, le consternaba que Sasuke pudiera sentir lo mismo que el ¡No podía lastimarlo! No cuando sentía que se moría por él.

 

Debía escapar de esa atmosfera tan asfixiante ¡No podían seguir así! Estaba por girar sus talones y escapar exactamente por donde había entrado cuando un golpe en la frente lo aturdió por unos minutos ¡El muy bastardo lo había golpeado con su propio celular!

 

— ¡Estas demente, teme! — grito mientras se tocaba la herida, no fue hasta que sintió la frente caliente cuando se dio cuenta de que tenía sangre ¡joder! Que se había excedido al golpearlo. Refunfuñó por lo bajo mientras trataba de limpiar el líquido con su mano,

 

Tal vez Sasuke no hubiera salido de su coraje si Naruto no le hubiera gritado con ese apodo. Carraspeo un poco alterado. Se le había ido la fuerza y lo había lastimado, era lo que quería, pero no de esa manera. Sintiendo remordimiento, se apresuró y fue al baño por el botiquín. Mientras el rubio maldecía a todos y se sentaba en el sillón, no entendía como era que tenía tanta mala suerte.

 

El azabache se arrodillo a su lado mientras sacaba unas gasas con alcohol de dentro del maletín. Y cuando estuve a punto de curar la herida sus miradas se encontraron frente a frente. Estaban tan cerca, incluso, podía sentir ese aliento cálido rozando sus labios, quería saborearlo, pero su vista no se apartaba de esos ojos azules que lo atrapaban.

 

Naruto estaba tan sumido en sus propios anhelos como él. Cazaba esos labios, tan cercanos, tan húmedos y atrayentes, pero los nervios lo traicionaban, los recuerdos lo invadieron una vez más y el dolor volvió a apuñalarlo como la peor de sus drogas.  No debía caer, no podía, aunque por dentro deseara apoderarse de esos entreabiertos labios.

 

— No es necesario, Sasuke — soltó en un cobarde suspiro.

 

— Solo cállate, usuratonkachi… — dictamino mientras ponía la gasa sobre la herida. Un débil quejido salió de la boca de su esposo y termino sonriendo de medio lado por su actitud tan infantil. El rubio lo atrapaba de una forma que ni siquiera él se imaginaba, era como una gran luz a la que caminaba.

 

La cercanía del azabache lo ponía nervioso, lo atrapaba en una burbuja. Ese calor que Sasuke destilaba era tan atrayente que estaba seguro que nadie se lo podría dar, era tan único y especial que sentía que no podía escapar de él, lo jalaba y lo que más le preocupaba, es que estaba dispuesto a pasar a las penumbras con tal de estar con juntos. Estuvo a centímetros de caer, de acabar todo de una vez y atrapar esos labios, pero las palabras frías de su memoria aparecieron, aquella imagen que jamás podría sacar de su mente se apodero de él, y eso no era otra cosa más que su mejor repelente.   

 

— Basta, por favor, Sasuke — susurro mientras le apartaba delicadamente la mano de su frente. Tenía miedo, pavor de volver a caer en esos ojos. Todavía se preguntaba porque se seguía aferrando a él. El temor creció mas al darse cuenta que al azabache tal vez le divertía esa situación, el ver como todo lo alteraba.

 

Sin embargo, antes de que pudiera desviar la vista, un resplandor invadió las pupilas de Sasuke, anhelante de aquellos ojos azules. Tal vez fueron segundos, minutos o incluso horas lo que pasaron mirándose intensamente, Naruto lo único que sabía es que algo quemaba en su pecho, en cualquier momento iba a explotar y la burbuja los iba a volver a rodear. Sin querer, había sido el que avanzara un poco más cazando aquellos labios, no podía ocultarlo, no podía demostrarlo ¡las malditas paradojas lo estaban matando!

 

Su corazón se estaba desbordando, al igual que sus ganas de apoderarse de aquella boca. No entendía como de minutos atrás al estarse muriendo de cólera, pasaba a querer devorar esos labios y la necesidad de tenerlo solo para sí.  Como aquel aroma a menta lo absorbía a apoderase de su persona…

 

Estaba tan tentado a caer, a dejarse guiar por sus sentimientos ambiguos, pero tan anhelantes ¿No había luchado tanto por Sasuke ya? ¿No lo merecía? Y como si fuera una ola furiosa, los recuerdos lo volvieron a sumergir en sus memorias, en la tarde que todo había cambiado para siempre.

 

Desvió la mirada dejando al azabache con el cuello estirado.

 

— Esto se acabó… — declaro, más para sí mismo que para su esposo. Necesitaba entender que no podía, las cartas habían tirado sobre la mesa y la mejor jugada no la tenía él. Cerro los ojos tratando de controlar sus sentimientos y guardarlos nuevamente en un baúl que debía desechar.

 

Las palabras habían sonados más duras y secas que de costumbre. Sasuke sintió que algo se había quebrado, sin reparación ¡No entendía que pasaba! ¿A caso sus sentimientos eran tan débiles que no alcanzaban al rubio? Pensó en el berrinche que estaba haciendo su mente, en los estragos del pasado que todavía lo manipulaban, le quitaban la fuerza que necesitaba.

 

El rubio lo aparto con sutileza y se puso de pie, mientras el hacía lo mismo. Sasuke avanzó unos pasos con cautela, pero al ver esos ojos reflejando de la misma tristeza que antes lo embargo a él, retrocedió temeroso ¿a qué venia aquella mirada? ¡¿Qué jodidos pasaba?! ¡No comprendía su rechazo! Ni siquiera lo aceptaba.

 

Naruto le regalo una de sus magníficas sonrisas, aquellas que poco a poco lo habían enamorado. Lo tomo de los hombros temiendo que fuera a escapar y beso su frente. Un frágil suspiro salió de sus labios mientras lo dejaba partir, mientras se despedía con valentía.

 

Y aunque había querido ir detrás de él, sabía lo que significaba esa despedida, Naruto le había dado jaque mate con su mejor sonrisa.

 

Era tiempo de dejarse partir.

 

Desapareció exactamente por donde había llegado, su corazón palpitaba con poca vitalidad, más dañado que feliz, pero era lo mejor para ambos, o ese era lo que su cabeza le recomendaba, solo abstinencia, soledad y tiempo.

 

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Las fechas decembrinas Sasuke las pasó sólo con Miki, algunos familiares del rubio habían enviado regalos. Entre ellos Kushina, donde se disculpaba por no haber ido a visitarlos, pero el nuevo proyecto en que trabaja Minato los tenía muy ocupados a todos los referentes a ello. Mientras Naruto desaparecía por días sin dar explicaciones y no era como si él se las pidiera. Había aprendido a ignorarlo nuevamente, a serle indiferente, aunque cada día sentía que algo se rompía dentro de él.

 

La frialdad entre ellos había aumentado, preferían no estar en la misma habitación. Se rechazaban mutuamente y patéticamente creían que así estaban bien, los dos estaban molestos y no hacía nada para solucionar su problema. Incluso, el azabache creía que la situación no podía estar peor, sin embargo, una helada mañana de enero, las cosas se salieron de su control.

 

Miki miraba la TV entretenida en las piernas de Naruto sentados en el reclinable. La pequeña balbuceaba cosas mientras señalaba la televisión con mucho entusiasmo. La palabra “papá” era constantemente repetida y el rubio sonreía encantado del énfasis que hacia la niña. Si había algo que extrañaba, era sin duda alguna a la azabache, había aprendido a amarla tanto que el ausentarse en casa le cobraba factura cada vez que miraba aquellos anhelantes ojos brillosos.

 

La abrazó con fuerza para después hacerle cosquillas. Ella reía encantada mientras pataleaba entusiasmada. Su sonrisa traviesa le indicaba que también lo había extrañado, para su primer año de vida no entendía que pasaba, pero le dolía el distanciamiento que había tenido con ella y su papá. Sonrió y se lanzó a sus brazos con fervor mientras le gritaba papá al oído para aturdirlo. El rubio gritó fingiendo enojo y volvía a hacerle cosquillas.

 

Sasuke había estado dormido todo ese tiempo, sólo los gritos hicieron que se despertara. Bostezó soñoliento pensando que todavía dormía, escuchar como reían esos dos lo llevaba a una zona de confort donde sentía calidez. Se levantó y caminó por el pasillo para observar como reían, se sorprendió un poco, pero sonrió como pocas veces lo hacía y pensó en seguir durmiendo, cuando las dos maletas en la puerta llamaron su atención.

 

Se quedó pasmado sin saber que hacer ¿Qué significa eso? ¿De verdad era lo que estaba creyendo? ¿En qué momento se había deteriorado todo para que llegaran a ese punto de partida? Su rostro giró en automático, quería que aquellos ojos azules le confirmaran lo que no quería creer. ¿Ya no había vuelta atrás? Toda la desilusión se incrustó en su pecho como una pequeña daga, ¿ere inevitable?

 

— ¿Te vas? — preguntó con un deje de melancolía, esas palabras habían salido solas, como un robot en automático. No se sentía preparado para ese momento, sentía demasiada presión para ser un chico de 17 años, debía de ser solo una mala broma… No quería mostrar lo que verdaderamente ser sentía ¡No podía si quiera procesarlo! Se quedó recargado en la pared a la expectativa de su respuesta.

 

Miki observó como las dos personas que eran su mundo se tensaban, no entendía que pasaba, solo que las ganas de llorar se habían vuelto a instalar en su pecho temerosa de todo lo que pudiera pasar. Se apretó contra las ropas de su papá y escondió su rostro entre sus brazos. Y a pesar de que ella se aferraba a Naruto, este la soltó.

 

Cuando las lágrimas se instalaron en sus ojos, besó su frente con amor y le regaló una tierna sonrisa. Despeinó sus cabellos y con una voz solo audible para ella le susurró palabras cálidas y reconfortantes. Porque a pesar que ya había tomado una decisión, Miki debía aprender a ser tan fuerte como su padre, por el bien de ambos.

 

— Toma — le dijo cuándo se separó de la azabache y se situó a su lado. Le entregó un sobre, y lo puso sobre sus manos para retroceder unos pasos. — Aquí encontraras todo lo que necesitas, teme… —  Ni siquiera se atrevió a contestar su pregunta, temeroso de arrepentirte de sus propias decisiones. No sabía que pensar de Sasuke, sólo que creía estar la mejor opción para ambos.

 

El azabache estaba nervioso y con un profundo malestar mordió su labio inferior. No sabía que hacer o que pensar, solo el saber que nuevamente seria desechado le consternó, lo atacó y le llenó de un vacío que no supo explicar. Pronto el eco de una promesa vacía atacó su pecho y quiso llorar, pero el ver aquella mirada tan decidida prefirió negarlo una vez más. Anteriormente ya había negado sus sentimientos, los había ocultado y aunque se había convertido en un muerto viviente, sabía que esta vez no estaría solo.

 

— Me iré a Japón con mi familia ‘ttebayo.

 

Sasuke rió sarcásticamente. Naruto no solo se vanagloriaba de dejarlo, sino de restregarle que se iría con sus seres queridos, algo que él ya había perdido ¿era una burla? ¿una broma? ¿o simplemente le gustaba recalcarle lo que no tenía?

 

— Piérdete, imbécil — le atacó como muchas veces lo hizo, con desprecio y prepotencia, con un dolor que lloraba y con el orgullo como escudo. No iba a volver a dejar que nadie lo dañara, nunca más se permitiría ser tan vulnerable. Porque a pesar de que la herida había sanado, su esposo le había hecho otra de igual magnitud.

 

Naruto quiso decir tantas cosas en ese momento, lo mucho que se había enamorado de su persona, como su amargado corazón lo había conquistado, pero el sentirse traicionado e ingenuo le provocaba furia, desdén y tanta melancolía. No quería que la última vez que mirara al azabache fuera con resentimiento, porque muy a su pesar en sus recuerdos todavía estaba fresco aquel beso brusco que se habían dado, prefería tenerlo en su mente antes de dedicarse a olvidarlo.

 

Las palabras murieron atoradas en su garganta mientras las lágrimas de resignación las guardaba para cuando estuviera solo. No entendía que había salido tal mal para que sus pasos lo guiaran lejos de Sasuke, solo que lo que sus ojos habían observado no tenían otra explicación. No cuando había sido tan paciente por él y otro había recibido el premio.

 

Tomó sus cosas y avanzó hacia la salida. Miki se había quedado en el sillón resignada mientras mecía las manos de un lado a otro como despedida, Naruto le guiñó un ojo y salió por donde había entrado. Porque el mismo sabía que tardaría en volver, si podía evitarlo hasta que el azabache cumpliera su mayoría de edad volvería para de una vez dejarlo libre para que estuviera con quien hubiera elegido.

 

No entendía como un parte de sí se aferraba tanto al dolor de perderlo, de definitivamente dejarlo. Eran puñaladas en su pecho, un timbre abrazador que lo ensordecía, una luz que lo cegaba temeroso al rechazo total. Estaba huyendo como todo un cobarde, pero ¿qué más le quedaba? ¿qué más podía hacer? Se dejó guiar por su melancolía y tomó la mejor decisión de todas…

 

Sasuke solo lo miró partir, no se movió ni cuando la puerta se azotó. Con la mirada perdida, tomó el sobre para abrirlo, dentro solo había una tarjeta para mantener sus gastos. Con furia la arrojó contra la misma puerta por donde desapareció el rubio ¡Que se fuera a la mierda! No tenía por qué aguantar todo eso, esa ni siquiera era su casa ¡Estaba furioso! ¡colérico! No podía creer que Naruto lo hubiese abandonado sin una razón aparente.

 

Débil, solo esa palabra podría describirlo ¡Era patético! Sin poder seguir de pie se dejó caer sobre la pared más cercana mientras se resbalaba con lentitud al piso. Abrazó sus rodillas y sin poder creerlo las lágrimas salieron una por una. La última vez que había llorado había sido por su hija. La pequeña Miki se acercó a él y con sus tiernas manitas borraba todo aquel rostro de llanto mientras le sonreía con simpatía.

 

— Chichiue* — susurró con una claridad que le sorprendió.

 

El que lo llamara papá en su idioma natal lo despertó de su mundo. No debía derrumbarse, sabía que su salud era delicada, que tenía que mirar por su pequeña ¡No había tiempo para esas cosas! No podía darse el lujo de pasarla mal, tenía que seguir adelante. Pero se propuso hacerlo por su cuenta, no por la de Naruto, debía demostrarle y demostrarse a sí mismo que podía hacer las cosas solo ¡No iba a depender de nadie más!

 

Era tiempo de abrir los ojos a su nueva realidad, le dolía, le agitaba y la melancolía lo golpeaba, aun así, debía ser valiente, esta vez no tendría a un rubio atolondrado para hacerle salir de la oscuridad. Y aunque las lágrimas se volvieron a asomar por sus ojos, prefirió vivir en la indiferencia ¡No se iba a dejar aplastar por nadie! Tenía que abrirse su propio camino, aun sí con ello las cosas se complicaban más.

 

Él era Sasuke Uchiha.

 

Por otra parte, el rubio manejaba directo al aeropuerto. Ya no había nada más que hacer para poder curar la herida que le carcomía el pecho. Había sido infectado por el dolor de sentirse traicionado, lo mejor para los dos seria separarse. Podría arreglar las cosas más adelante, cuando sus sentimientos no estuvieran tan expuestos y su corazón no tan vulnerable.  Porque a pesar de que había querido sanar la herida de Sasuke, había aprendido que también podía salir lastimado y esa omisión la estaba pagando caro.

 

Fin del capítulo siete.

Notas finales:

Dejen comentarios en la parte de abajo ¡SON GRATIS! JAJAJAJA, me ayuda mucho saber que piensan de la historia y me motivan a escribir más. Gracias por haber llegado hasta aquí y les invito nuevamente a dejar un comentario ;)

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