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Jeune por Lila tornasol

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Notas del fanfic:

Lo borre, lo resubo y espero con mejor ortografia.

Un niño de ojos azules, con una sudadera roja y un pants de licra gris se veía entrando en una carretera dentro de un auto Cadillac rojo; en un día soleado tan tranquilo, para aprender a patinar sobre el hielo; iban a dar unas clases de preparación, solía por allí decirse que el maestro era un ruso, cosa más extraña en un país como lo era México pues en aquel tiempo con las tensiones de la guerra fría era muy común presenciar como los espías evadían cualquier tipo de complicación e invadían los lugares más cercanos a donde eran los conflictos, tenían el ejemplo de una creciente formación de americanos en Ucrania, o inclusive en Kazajistán, por lo mismo tampoco era raro que hubiese lo mismo del otro lado del mundo, dígase en América, solo que ellos se ubicaban a lo largo de todos los países latinos.

Sus condiciones lo hacían un lugar muy favorable para cualquier tipo de intervención entre las sombras su gobierno se mostraba muy persuasivo cuando hablabas su mismo idioma… Dinero.

 

Alfred era el nombre de aquel joven de no más de diecisiete años, que conocía en parte las guerras del mundo e inconsciente de que su padre fuera un agente secreto cuyo trabajo había arrastrado a toda su familia a cambiar de localidad por tercera ocasión en dos años.

El muchacho obstinado en ciertas cosas y en otras muy ignorante, en cuanto a gramática, lengua y literatura, sabía mucho. Pero en cuanto a como comportarse, que decir y que callarse era un completo inútil y ni que decir de sus habilidades sociales por no decir nulas, esas que salvaron a su padre de tantos aprietos, que hicieron del un agente impecable por no decir experto; esas que su hermano Math era un ejemplo tan claro que siempre contradecía a su hermano. Solía decirse a sí mismo que lo que hacía era algo distinto y no por ello malo, y si bien sus padres no lo entendieran, preferían a su hermano Math, no por ello ignoraban al raro de la familia. ¿Quién no preferiría a una persona que platica de todo y sabe moverse con seguridad, a, un altanero que solo hacia gala de su taciturnidad? Era un poco complicada su relación con los integrantes de su familia, chocaban con muchas ideas, Alfred le objetaba a su padre su trabajo, pues dentro de su ignorancia acerca de la naturaleza del trabajo de su papa, sospechaba que tenía que ver con asuntos turbios de manejo social. (El no sabía que eso había sido generacional, pues su familia servía al gobierno de los Estados Unidos desde que estuvo el presidente Herbert Clark Hoover) Y para juntarle su rebeldía, el no creía en eso que su iglesia protestante decía.

No creía que la Biblia fuese la única respuesta para todas las personas en todo momento y circunstancia, ni tampoco que Dios guiara a su desorbita nación a ser grande, él creía que todo era una maniobra de otras personas que poco les importaba las demás personas. Eso como era lo común horrorizaban a sus familiares, las ideas revolucionarias no saldrían de su hijo. Las desiciones de Alfred se vieron repentinamente frendas por la ceguera de su Americana Family, pues tuvieron que detenerlo para que no se fuera a Cuba por viajes de estudio. Detuvieron el avión a punto de despegar, con su mamá llorando y preguntándose que hizo mal para tener a un commie entre sus hijos, su hermano Mathew estaba un tanto apenado por la reacción tan sobreactuada de sus papás, y se daba cuenta de que estaba frito. Mientras el niño a bordo del avión estaba orinándose del miedo por el hecho de imaginarse los regaños de su padre. Conclusión todo lo que hacia estaba mal, o en parte lo estaba, nunca hacia nada completamente bien. Pero eso había pasado hacia tres años; después de aquella experiencia con sus intentos de la revolución. Él conocía de memoria las suaves palmaditas en la espalda como muestra de amor y afecto por unos padres que creían haber hecho algo mal con su amado hijo mayor, eso de daba pena, asco y arrepentimiento.

Pensaba en eso cada de que movía su pelo para tenerlo de una manera matadora (había aprendido español al fin), la forma en la que se reflejaba en la ventana daba a entender por su movimiento lo nervioso que era y lo deseperado que se encontraba por agradarle a todo lo que se moviera. Su madre lo veía de reojo y se sonreía, al fin su hijo estaba por buenos pasos, en cambio, el señor que sostenía la casa se mostraba indiferente con él.

También estaba su hermano el cual iría a un lugar distinto, al entrenamiento de ajedrez. Este se mostraba sereno con su destino, tranquilo sonreía a su ajedetreado hermano. Lo dejaron en la pista de hielo más folclórica que nunca había visto, era un lago congelado, de trece metros de grosor el hielo, era algo natural pues en esa zona nevaba mucho, el mantenimiento se daba solo.

Había una gran vegetación verde oscuro que daba la sensación de estar en un lugar sin tiempo, lleno de arboles viejos por su gran tamaño, que despegaban una fragancia fuerte a pino. Sacudió la pesada puerta de aquel Cadillac.

Apresurándose, corrió con su bolsa que tenía dentro sus patines negros, y el equipo de jóquey; llegaba por poco tarde (con diez minutos de atraso), corrió dando un rápido vistazo a la familia que dejaba atrás, vio inclusive a su padre asentir de gozo ante la idea de que su hijo al fin hiciese algo productivo, su madre sacaba las manos de la ventanilla para desearle lo mejor, su hermano también lo saludaba sacando sus manos y sonriendo a lo grande.

Se marcharon cuando vieron llegar a Alfred a la pista. Cuando Alfred llegó, vio a una serie de jóvenes al igual que él, ya tomando posición para empezar a practicar, los chicos lo vieron de arriba abajo, su piel era más morena que la de él, sus cabellos también.

Con lo que en ese ambiente incomodo de conocer personas nuevas que hablaban en un idioma que le costaba algo de trabajo, lo que más esperaba era el poder ver al comunista frente a frente. Lo diviso a los lejos con una bufanda negra, una playera blanca, sus pantalones eran un poco entallados, los patines eran blancos al igual que la playera; venía patinando de donde estaba platicando con una muchachas que se vestían con trajes muy coloridos.

El instructor sonríe, veía frente un grupo de jóvenes de muy distintos, también se dio cuenta de que había muchos que no eran mexicanos, entre ellos encontró al chico por el cual estaba haciendo esa farsa.

Lo miro fijamente durante unos segundos, imperceptibles ante los otros niños. El chico receloso de esa oportunidad no quitó la vista en un buen rato. Sorprendía que fuera tan sonriente, cuando su papa cantó que durante su estadía en Rusia a las personas se les consideraba una incortesía sonreír tanto. El instructor se presentó con los chicos, - Mi nombre es Iván, Da. Soy ruso, como mi acento les indica, vine a dar clases a México porque es un sueño personal estar aquí. Cualquier inconveniente que se suscite trataré de disolverlo lo más correctamente posible. - Seguía sonriendo suavemente. los ojos de ese ruso eran muy fríos de mirar. Eran violetas, y su cabello tan rubio, le daba un aire tan "No jodas conmigo" -Si gustan podemos presentarnos en este momento- Animo aquel hombre a todos esos niños.

La primera que se presentó fue una muchacha de grandes pechos, que por su rostro se le calculaban unos veinte años. Levanto su mano, y agitándola se animó ella sola a presentarse.

-Me llamo Lucien, soy una français authentique, tengo desde los diez años practicando patinaje, y al ver que aquí se daba un poco, pencse, poque no dagme una impegsion positiva de mi intercambio, con más actividades. - Mientras decía eso volteaba a ver al maestro durante unos diez segundos, y durante otros diez al grupo de niños con los que estaba.Alfred volvió a sentir aquella incomodidad tan característica de aquellos años en los que estuvo en la academia, odiaba recordar como los amigos que hacía se iban con quien otras personas y no con él.

Su incomodidad crecía al recordar aquello, pero esta vez sería distinto. No dejaría que esa muchacha se llevara toda la atención del ruso. -Mi nombre es Alfred, mucho gusto- declaro mirando muy firme a sus compañeros que pensaba por las miradas de los demás, tampoco sería fácil hacer amigos. -Muchas gracias molodoi, ahora pueden ponerse los patines por favor, seguiremos presentándonos en la pista de hielo - sonrío de nuevo, pensando en su interior en como trataría de no involucrarse tan completamente en esos bellos ojos azules que cantaban los poemas sin palabra alguna.

 Alfred se encaminó a ponerse los patines, varios chicos se le acercaron un poco más tranquilos por la bienvenida que el ruso de dio.


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