La noche mostraba lo tarde que era. Las estrellas en el firmamento iluminaban las calles y la luna resplandeciente hacía una vista común pero no menos agraciadas.
Recostado en la barandilla, sentía como la brisa pegaba contra su cara y brazos haciéndole sentir fresco y calmando su corazón acongojado.
Aunque sin quitar las sensación de horror del todo.
Cada día era lo mismo. A veces se preguntaba si todo fuera mas simple al estar en un psiquiátrico, así la vida de todos seria mas sencilla. Las voces, susurros molestos o gritos estruendosos arremolinándose dentro de su mientras que lo único que puedes hacer suplicar piedad y hacerlas callar. Ese deseo inconsciente de querer destruir o aniquilar al primero que este enfrente tuyo o en todo caso dejarte caer en un vacío del cual nunca seras capaz de salir y no dañar a nadie más.
Porqué era una mala persona.
Alguien que esta manchado de sangre hasta la cabeza.
Que fue capaz de hacer cosas despreciables sin parpadear, quitarle la vida a personas inocentes.
A pesar de que sabía que no podía hacer nada ya. A pesar de que sabía que su mente no había tenido conciencia y que sus extremidades hicieron lo que hicieron por un maldito lavado de cerebro.
Pero eso no quitaba su culpa, que le carcomía las entrañas día con día.
Escucho como unos sigilosos pasos estaban acercándose y al voltear se encontró con un minino, que le miraba atentamente, como examinándolo, él se quedo estático ante su escudriñó y luego de unos minutos el gato se fue acercando hasta frotarse contraste su brazo humano.
Levantando su mano se dedicó a acariciarle detrás de las orejas lo cual fue de gusto del mínimo, lo cual supo después de escuchar su ronroneo.
Dejándose resbalar contra la pared se permitió suspirar. Sintiéndose reconfortado con la presencia del pequeño animal que para estos momentos estaban en su regazo dormitando.
—. ¿No podías dormir?
Sobre saltándose ante la inesperada voz, volteó rápidamente para observar a Steve parado en frente de él.
Sonrió levemente mientras se da cuenta que había estado a punto de dormirse —. Ya sabes la respuesta — respondió quedamente mientras acariciaba el lomo del animalito.
Escucho como Steve se acercaba y como se acomodaba a su lado. Recargando sus brazos y cabeza en sus rodillas sin dirigirle la mirada —. ¿Pesadillas? ¿Voces? ¿C-?
No dejándole terminar le apretó con fuerza su brazo, mirando hacía el piso. No tenía ánimo de hablar sobre eso.
Steve se quedo callado unos minutos. Aunque sabía que quería lo mejor para el, no quería mostrarse débil, mucho menos loco por lo que le pasaba. Pero sobre todo, no quería preocupar a Steve.
De repente sintió como la cabeza del aludido se recargaba en su hombro y como sus manos de entrelazaban.
—. ¿De donde vino ese gato?— preguntó de repente.
—. Realmente... no lo sé— respondió con una suave carcajada —. Estaba aquí y de repente apareció. Al parecer le agrade. — dijo con suficiencia —. Me permitió acariciarle y tomarlo en brazos.
Steve le regalo una sonrisa mientras acariciaba al felino. Y al mirar hacia el horizonte pudo divisar el amanecer. El sol divisible en el alba, iniciando el crepúsculo.
De repente sintió como su mentón fue cogido y dirigido hacia Steve. Iniciando así un beso lento y suave, dejándole ese letargo de inconsciencia que pasaba cada vez que se besaban.
—. ¿Sabes que puedes llamarme cuando lo necesites? — dijo Steve al cortar el beso y posar su frente en la suya.
Suspiró y cerró los ojos —. Lo sé.