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The Last Thorn por NeferetteRoju

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Llegaron a Hirtshals Dinamarca para abordar un barco y tardaron 4 horas en llegar a Larvik Noruega continuando en el carruaje hacia Oslo.

 

–Llegaremos en 8 horas aproximadamente, es decir... como a las 11 de la noche más o menos, así que prepárate, le comentó el juez.

 

Fica no contestó.

 

–Yo solo te advierto que habrá muchísima gente con sus ojos puestos en nosotros así que tendrás que demostrarme lo que me dijiste y sin poner excusas tontas sobre tu sangre y demás, entendido.

 

Albafica se reservó totalmente las palabras. Minos solo sonrió en sus adentros.

 

///

 

La tarde se fue y ya se terminaba aquel día, Minos imaginaba que pronto llegarían tratando de conservar su paciencia y sí, luego de un momento percibió que la velocidad de los caballos iba bajando, abrió la cortina de la ventanilla y pudo divisar algunas casas a lo lejos, solo que ya no había gente por la alta hora de la noche, más adelante vio como estaban algunos guardias esperándolos en la entrada a un enorme palacio, estos les abrieron para poder introducir el carruaje, poco después se detuvieron y un paje se acercó para abrirles la puerta. Minos fue el primero en salir y fue recibido por un mayordomo del palacio.

 

–Buenas noches caballero, sea usted bienvenido, dijo el mayordomo de la manera más cordial. Minos sólo asintió por cortesía, luego volteó al interior del carruaje.

 

–Vamos ya puedes salir. Le dijo al guerrero.

 

Albafica salió despacio y al estar totalmente afuera quedó asombrado por la gran construcción que tenía enfrente y aunque ya no podía verlo con plenitud por la oscuridad se notaba su imponencia. Los pajes tanto del palacio como los que venían con ellos bajaron el equipaje y las cajas. Pronto se introdujeron al gran palacio; grandes candelabros iluminaban todo el pasillo, había tantas cosas, esculturas, pinturas, el azulejo del piso y las paredes, los ornamentos, todo era tan elegante y lujoso por lo que Albafica seguía impresionado.

 

–Señor Minos de Griffon.

 

– ¿Si?

 

–Debo informarle que el Jarl se encuentra durmiendo ya, por lo que tendremos que darle su bienvenida hasta mañana; por lo pronto los conduciremos a unas habitaciones para que puedan descansar.

 

–Perfecto, contestó el juez.

 

De repente una sirvienta salió de una habitación y se dirigió hacia Albafica, hizo una pequeña reverencia ante los dos para después pedirle a piscis que la siguiera.

 

–Ella conducirá a la doncella a su habitación, dijo el mayordomo.

 

"¿Doncella?" se dijo a sí mismo, empezó a caminar tras la sirvienta, pero volteo a ver a Minos con una cara de confusión como buscando que este le diera una explicación. Minos solo reía en sus adentros y le sonreía sarcásticamente mientras le decía adiós, Albafica estaba a punto de cabrear, pero se contuvo lanzándole una mirada amenazadora, sin embargo, esto no afectó a Minos quien simplemente le mandó un beso de buenas noches para retirarse siguiendo al mayordomo. "Ah ese tonto enserio..." pensaba Albafica.

 

Luego de recorrer unos pasillos llegaron a la habitación, la puerta era enorme y cuando entró vio una hermosa recámara con elegantes muebles, cortinas de la mejor tela y una cama espaciosa con sábanas de seda y un cortinaje para guardar la intimidad de... una doncella. Todo era tan lindo, pero tan femenino. Fica suspiró "supongo que tengo que resignarme".

 

De esa manera pasaron la primera noche en Oslo que les daría la bienvenida hacia el nuevo día.

 

***

 

Al día siguiente...

 

El guerrero de piscis aún reposaba sobre aquella cama, jamás había descansado sobre una tan suave y confortable tanto como para seguir profundamente dormido a las 8:00 am; a esa hora todo el palacio ya estaba laborando, el juez también ya trataba algunos asuntos con algunos ministros que llegaron puntuales para darles la bienvenida, solo faltaba el bello guerrero que fuera despertado por una sirvienta cuando entró a la recámara. Albafica abrió sus ojos despacito y de igual manera se incorporaba en la cama, al principio vio todo a su alrededor de manera desconcertada pero luego recordó lo que hacía ahí.

 

–Buen día señorita, el señor Minos me ha pedido que le despierte ya que le espera para el desayuno; también ordenó que se pusiera esta ropa.

 

Albafica no podía creer que aún le confundieran así, pero pensó que la mujer simplemente no lo ha visto lo suficiente para darse cuenta de su error.

 

–Si gracias, ahora voy, contestó el guerrero.

 

En el comedor principal, se encontraba el Jarl acompañado de su esposa y de los ministros de esa región. La mesa estaba servida, había exquisitos platillos ligeros y saludables como cocteles de frutas, pan y mantequilla, mermeladas, tartas, y para beber había té y café, todo se veía tan apetecible. Albafica entró al comedor vistiendo un traje con saco verde y un pantalón café oscuro, con medias y tacones por supuesto; se introdujo y algo nervioso saludó e hizo una reverencia.

 

–Vaya, pero si es la persona de la que nos comentaba ¿cierto?, comentó la esposa del Jarl.

 

–Sí así es, déjenme presentarles a Albafica de Piscis.

 

–Por favor tome asiento, comentó el Jarl dando indicaciones a los sirvientes para que le ayudaran a colocarse y le trajeran los platillos.

 

–En verdad es muy hermosa, creo que es usted muy afortunado Señor Minos, dijo la esposa.

 

La mente de Albafica no comprendía muy bien, pero esto ya no parecía una coincidencia. Minos sonrió en agradecimiento.

 

–Es totalmente cierto, aun vistiendo como caballero no deja de ser hermosa, opinó el Jarl. Los ministros pensaban de igual manera. "¿Qué?" pensaba el pisciano.

 

–Pero cuál es motivo por el que tiene que disfrazarse, preguntó un ministro.

 

Albafica estaba atónito, por lo cual lo único que pudo hacer es tomar su taza de té y comenzar a sorber.

 

–La situación es que su padre, un exitoso hacendado de Atenas, no estaba de acuerdo con nuestra relación, no quería que ella dejara el país y mandó a todos sus hombres para buscarnos y llevarla de vuelta a su hogar.

 

–Pero por qué si este matrimonio le favorecerá tanto. Expresó la esposa.

 

–Prrrsss, escupía el té para no ahogarse. Albafica miró a Minos y no podía creer la seriedad con la que decía esos disparates.

 

–Qué necedad la de su padre, hacer que su hija llegara a fugarse y además obligada a llevar un atuendo de caballero siendo una dama tan dotada. Fica seguía perturbado, escuchar tantas veces hermoso, belleza, dotada entre otros halagos en una sola mañana era insoportable, ya no quería contener la refuta, pero cuando quiso abrir la boca Minos tomó la mano de Fica con algo de brusquedad y con su marioneta cósmica le abrió el dedo anular y con tosquedad le colocó una sortija, Fica ya no podía soportar esa manipulación, pero en eso.

 

–Entonces mandaré realizar todos los preparativos para su boda, pues entre más pronto mejor.

 

–Qué tal mañana mismo, comentó el juez.

 

–Perfecto, claro por qué no, no se preocupen una boda puede estar perfectamente preparada en un abrir y cerrar de ojos siendo una orden mía.

 

–Pero antes de ello, la Señorita Albafica debería mostrarnos su sortija de compromiso. Dijo la esposa.

 

Fica miró de reojo a Minos y este le indicó con la mirada que les enseñara lo que le pidieron.

 

–A sí, claro... dijo tímido al momento que levantaba su mano izquierda, era una sortija hermosa de oro blanco con una circonita cristalina en el centro.

 

El guerrero tuvo que reservar su molestia para cuando lograra estar a solas con el malnacido de Minos así que por lo pronto solo pudo disfrutar el desayuno.

 

///

 

Eran las 11:00 de la mañana y la puerta de una habitación se abrió bruscamente.

 

–No puedo creer todo esto, qué demonios pasa por tu cabeza, exclamó un Albafica muy enojado.

 

Minos azotó la puerta y le pidió que se calmara por las buenas.

 

–Era obvio que no vendrías si te pedía que te casaras conmigo.

 

–Y por qué yo.

 

–Ya te lo había dicho, tus cualidades me ayudan mucho en esta situación.

 

–argh eres despreciable, yo te acompañé porque creí que hablabas enserio, pero solo me usas a tu conveniencia.

 

–Pues lo siento; pero hasta ahora lo estás haciendo muy bien, así, calladito... y así continuará ¿de acuerdo?

 

–No debí haber venido.

 

–Albafica no te angusties, en verdad estoy muy agradecido contigo, hasta incluso dejé atrás mi rencor hacia a ti, así que por qué no tratas de disfrutar de todo lo que tenemos ahora.

 

–Bastardo, decía resignado.

 

Minos ya se estaba retirando, pero en eso recordó:

 

–Ah, Albafica en la noche iremos al teatro a escuchar la ópera así que mandaré a las sirvientas a que te vistan apropiadamente.

 

– ¡Qué! Pero si les has dicho que soy mujer como piensas que no descubran que soy hombre.

 

–No te preocupes, ya he hablado con ellas al respecto ok, bueno hasta entonces.

 

–Espera no...

 

La puerta se cerró y lo dejaron hablando solo. "Ese maldito espectro", pensó.

 

///

 

Al anochecer...

 

Poco faltaba para que el sol se ocultara completamente y el guerrero de piscis se encontraba encerrado en la recámara, tenía cierto nerviosismo por el paseo que darían en un rato más, no deseaba ir en lo absoluto, con su condición ir a un lugar público sería muy riesgoso, pero por otro lado había dado su palabra para demostrarle al juez que podía superar su paranoia, aunque fuera por solo una vez.

 

En ese instante tocaron la puerta. "ah no puede ser" se decía.

 

–Adelante, respondió.

 

La sirvienta que le había atendido en la mañana fue la que entró, llevaba en las manos unas ropas limpias y bien dobladas delgadas de color perla.

 

–Buenas noches señorita, he sido enviada por el señor Minos para que se ponga esta ropa interior.

 

–Ah... ah sí, claro... dijo poniéndose de pie para recibir la ropa.

 

–Por favor quítese lo que trae puesto.

 

– ¿Perdón?

 

–No se preocupe el señor Minos me ha explicado su lastimosa situación, sin embargo, si me permite el atrevimiento, no debería sentirse mal ya que su rostro compensa el que los dioses no le hayan dado los atributos que debiera.

 

Albafica se quedó pasmado con tan patéticos disparates, "vaya que no se le pudo ocurrir otra cosa mejor, ese idiota". Pensaba mientras se ponía de espaldas a la sirvienta para que obvio no le viera su verdadero atributo. La sirvienta desdobló el camisón y se lo colocó, Albafica se sintió aliviado en cuanto eso le cubrió hasta las pantorrillas, era muy suave y no tenía mangas (tirantes). Luego le pidió que se sentara para colocarle las medias.

 

–oh mejor prosiga con lo demás, se está haciendo muy tarde y a Minos no le gusta que lo hagan esperar, yo mismo digo misma me las pondré.

 

–Como quiera.

 

Entonces se dirigió hacia el corsé que estaba en la silla. Albafica se metió rápidamente las medias pero al ver lo que la sirvienta tenía en sus manos no pudo evitar poner una cara de horror.

 

–Señorita no hay mujer a la que un buen corsé no le dé la figura que desea.

 

Fica solo sonrió por obligación. La mujer le pidió que se pusiera de pie y se pusiera una vez más de espaldas, de esa manera se lo puso y con algo de trabajo intentaba cerrarlo, "Auch, cómo pueden soportar esto" se decía al sentir los jaloneos.

 

–Por favor no la apriete tanto, exclamó.

 

–Discúlpeme, ¿así está mejor?

 

Fica asintió al momento que exhalaba aliviado.

 

De repente volvieron a llamar a la puerta.

 

–Oh deben ser las demás sirvientas que traen su vestido.

 

La sirvienta abrió y las otras mujeres entraron con un hermoso vestido de tafetán color azul marino metálico, tenía holanes perlados en las mangas y adornos con listones en distintos tonos azules y negro, el escote era corte imperio, realmente era muy bonito; también llevaron la crinolina, los zapatos y los cosméticos y accesorios para arreglarle.

 

Albafica trataba de no hacer notar su incomodidad, ya le habían puesto la crinolina, ya tenía el vestido, ya tenía puesto los zapatos, solo tenían que terminar de peinarlo pues Fica hizo todo lo posible por convencerlas de no maquillarlo, y como ellas admitieron que su cara ya era muy bonita aceptaron.

 

///

 

En la gran sala...

 

El Jarl y su esposa estaban listos, Minos de igual manera estaba alistado sólo esperaba a su "prometida". Unos minutos después se abrieron las puertas de la sala entrando el guerrero con la imagen de toda una dama de alcurnia, el vestido hacía resaltar tanto su cabello celeste que fue peinado en un recogido no tan elevado con un mechón suelto que caía a su hombro derecho. Minos estaba bastante impresionado en verdad parecía una mujer hecha y derecha, "precioso" pensaba el juez quien se acercó a brindarle su brazo.

 

–Oh qué hermosa luce, no es así señor Minos, comentó la esposa del Jarl.

 

–Por supuesto... dijo con una voz suave.

 

Albafica intentó no sonrojarse con aquella afirmación, pero también él pudo observar que el juez también lucía muy elegante pues traía un traje negro de satín y terciopelo, pero además Minos había recogido todo su cabello hacía atrás en una coleta dejándole lucir más esos ojos amatistas que siempre que cruzaban con los celestes de piscis le hacían estremecer.

 

Todos salieron del palacio y ocuparon los carruajes para dirigirse al teatro de ópera que se encontraba en el centro de la ciudad. Cuando llegaron Fica se quedó boquiabierta al ver tan magnífico edificio, era tan elegante y solemne y además estaba emocionado pues era la primera vez que presenciaría un espectáculo artístico, esperaba disfrutar el momento lo mejor que pudiera.

 

Poco después ya se encontraban acomodados en uno de los balcones y Fica seguía admirando todo el lugar. Todas las personas de clase alta que se encontraban en el recinto observaban con detenimiento al Jarl y sus invitados, algunos los saludaron, otros solo comentaban sobre ellos, que si ese era el heredero del señor Jarl, que si su esposa enviudaría pronto, y por supuesto, también admiraban a la hermosa doncella que acompañaba al joven.

 

–Qué te parece caballerito, preguntó el juez discretamente. Fica sonrió.

 

–Es fascinante, jamás había estado en un lugar así.

 

–Naturalmente... Sabes, hace mucho que no asistía a un lugar de estos y menos en compañía de alguien tan lindo, dijo mientras deslizaba su mano por el hombro se Fica y que poco a poco quería introducirse bajo el escote. Cuando Fica se dio cuenta atrapó su mano y la apretó con fuerza.

 

–Tranquilo, es parte de la actuación, dijo con sarcasmo.

 

– ¿En serio?, contestó con mismo tono. –Además no estamos casados, aún no puedes actuar así.

 

Minos sonrió pícaramente. –Eso significa que en cuanto estemos casados podré... hacerlo... completó susurrándoselo en el oído.

 

Fica solo sonrió. – ¿Y qué obra veremos?, cambió el tema.

 

Minos sonrió. –Veremos una ópera de Rameau llamada Platée, es una comedia y trata de cómo el dios Júpiter usa a la ninfa Platée quien fuese la más horrible de todas para darle celos a su esposa Juno.

 

–Así que también la usan.

 

–Sí, pero de una forma irónica, pues hay otras por las que las esposas en verdad arderían de celos.

 

–Shh, parece que ya va a empezar.

 

El espectáculo comenzó y en cuanto la música sonó y todos los personajes cantaron hicieron estremecer a Albafica, pues en verdad impresionado. Todas las personas reían y admiraban el espectáculo, Minos estaba más pasivo que el resto, pero lo que en realidad le agradaba era ver al caballero reír al igual que los demás, Albafica combinaba bastante con la sociedad, pensaba, no se merecía estar atado a la soledad por culpa de sus servicios a la diosa Athena. "Si estuvieras de nuestra parte serías más libre y tendrías todo lo que quisieras" creía, sin embargo, reflexionó esa posibilidad y se dio cuenta de que él jamás traicionaría a su diosa, esa era unas de las cosas que lo caracterizaban y lo hacían con la admiración de otros incluyendo la de él, pues aunque pelearan por razones distintas, como espectro también tomaba muy en cuenta ese orgullo de guerrero.

 

Albafica seguía sonriendo y siendo alegre al presenciar la obra por lo que Minos no dejó de apreciar su rostro, pues de este destellaba una sencillez tan inquebrantable, los gestos eran tan puros y por ende hermosos, es por eso que le llamaba tanto la atención, a él quien siempre buscaba lo contrario, disfrutaba corromper la esencia que daba felicidad a un ser y admitía que uno de sus más grandes sueños había sido quebrantar todo aquello en él, en el guerrero que tomó su vida, lo odiaba pero se dio cuenta de algo, aquel guerrero ya sufría, ya tenía un castigo sin merecer y ese era su dura soledad; entonces, si ya no tenía nada, qué era lo que le atraía tanto de él, por qué no dejaba de pensarlo, qué quería de él...

 

///

 

El espectáculo terminó y todos los presentes se encontraban felicitando a los músicos y cantantes y al parecer Albafica había quedado muy asombrado por tan hermoso evento que acababa de presenciar. Después de ello las personas comenzaban a abandonar el recinto, el Jarl y su esposa de igual manera.

 

– ¿Deberíamos seguirlos ahora? Preguntó Albafica.

 

–No es necesario, vamos por allá, dijo Minos señalando la otra puerta de acceso.

 

Ambos se dirigieron por ahí y cuando salieron su carruaje les estaba esperando ahí mismo, el juez le pidió que entrara y pronto se irían en otra dirección.

 

–A dónde vamos, no estamos siguiendo al Jarl, preguntó Albafica.

 

–No importa todo está bajo control.

 

–Pero y entonces a dónde nos dirigimos.

 

–Sólo iremos a divertirnos por ahí, confía en mí.

 

Albafica se resignó y siguieron su curso, el carro se adentró más a la ciudad y dentro de unos minutos pararon en un salón de baile, ambos bajaron y antes de entrar, Minos le dio un antifaz a piscis.

 

– ¿Y esto?

 

–Solo póntelo.

 

Albafica se lo amarró y entraron al salón.

 

La escena que se interpuso ante Albafica lo dejó demasiado impresionado, había tantas personas que también portaban un antifaz, todas ellas se comportaban de una forma descontrolada, bailaban gozosos, reían y carcajeaban, fumaban, bebían, apostaban, el salón estaba repleto de amantes que no se separaban ni para respirar, todo era tan libre, pero no se le ocurría el por qué Minos lo había llevado a aquel lugar.

 

A ellos se acercaron los sirvientes para ofrecerles una copa de vino, Minos tomó ambas y le dio una a su compañero, este sólo la sujetó pues no estaba interesado en tomársela.

 

–Por qué hemos venido a este lugar.

 

– ¿No te agrada?

 

–Estas personas se portan de una manera muy deliberada, parecen no tener respeto.

 

–Mi querido Albafica, para eso fueron hechos estos lugares, allá afuera las personas están apresadas por las cadenas de la ética, la sociedad y la religión, aquí vienen para realizar sus deseos e instintos más profundos sin que nadie se los impida, aquí nada está mal visto, el propósito es gozar de esta libertad... susurró por último en su oído.

 

Albafica se estremeció un poco pero antes de decir algo Minos le dedicó una sonrisa y se alejó de él. El guerrero solo lo vio esfumarse entre la multitud y por lo tanto no le quedó más caminar por todo el salón pues trataría de encontrar un lugar tranquilo en donde pudiera permanecer el resto de la noche.

 

Albafica emprendió el recorrido por aquel lugar subiendo las grandes escaleras que estaban en medio del salón. Al llegar arriba se encontró con un enorme pasillo muy elegante en el cual se veían las puertas de varias habitaciones, "qué había en cada una" se preguntaba, siguió el camino y ya estando frente a la primera decidió abrirla con discreción; su rostro se ruborizó por completo al ver como una mujer adulta fornicaba con un soldado mucho más joven que ella, la mujer se dio cuenta de la mirada intrusa y se alborotó por el hecho ensordeciendo a su amante, este último apenas volteó a ver lo que causó el alboroto y Fica cerró inmediatamente la puerta continuando de manera rápida y agitada.

 

Llegó a la segunda puerta y esta vez tendría más cuidado, la abrió y observó que la habitación estaba sola así que se introdujo, siguió observando a su alrededor hasta que escuchó unas risillas tras otra puerta al fondo, supo entonces que estaba ocupada pero, qué había ahí, abrió la puertecilla asomando su rostro, había vapor y se sentía mucho calor, seguro era un baño, cuando pudo aclarar su vista a través del vapor observó que había un gran jacuzzi donde estaban dos hombres con demasiadas mujeres las cuales tocaban y besaban tanto a los hombres como entre ellas mismas. Nuevamente se quedaba atónito ante semejante escena así que rápidamente salió de ahí. Cuando se encontró en el pasillo trató de aclarar su mente decidiendo ya no seguir espiando en las habitaciones. "Cuál era el propósito de Minos al traerlo aquí" pensaba mientras se dirigía a de donde vino, en ese instante una figura femenina altamente provocativa se le puso enfrente y le preguntó.

 

–Estás buscando algo.

 

–No.… solo quería un lugar para estar a solas, pero veo que no podré. Dijo tratando de sonar convencional.

 

–Mi habitación es muy cómoda además de silenciosa, ¿por qué no me acompañas? Le dijo mientras le jalaba del brazo para dirigirlo hacia allá.

 

Albafica se puso muy nervioso pues no quería dañar a la mujer, pero si trataba de explicarle seguro pensaría que estaba loco. La chica lo condujo hasta su habitación y ya estando solos ella dijo. –Cómo puede haber una persona tan hermosa, mientras comenzaba a desatar el vestido de Fica, poco después se acercó más al rostro y trató de besarlo, por su puesto Albafica lo impidió, pero en eso, la puerta se abrió y un Minos arrogante entró, tomó de la mano al guerrero y se lo llevó sin más; la chica por supuesto se quedó anonadada ante aquella presencia tan imponente.

 

Minos solo apresuraba el paso mientras recorrían el pasillo.

 

– ¿A dónde vamos?

 

–Nos iremos ya. Concluyó.

 

Cuando se encontraron en el carruaje Minos se mostró algo molesto por lo cual Albafica le preguntó.

 

– ¿Qué es lo que pasa?

 

–No me agrada que alguien más se acerque a mis cosas.

 

– ¿Perdón? ¿Desde cuándo soy una pertenencia tuya? ¡Eh!

 

–Hem, tan orgulloso como siempre, pues hoy y mañana definitivamente lo serás.

 

– ¡Quién te dio ese maldito derecho!

 

–Recuerda que es parte de mi plan así que no hay discusión.

 

–En todo caso ¿para qué me has traído a este lugar?

 

–Quería que conocieras un poco de la vida y abrieras tus horizontes sin embargo... creo que no fue como yo esperaba.

 

– ¿se supone que te he decepcionado? creías que iba a actuar de aquella manera tan...

 

–No, de cierta forma me alegra que no haya sido así, pues ya te lo dije, no me gusta que pongan las manos sobre mis cosas... pronunció el juez de forma muy seria en cuanto acorraló a piscis en aquel asiento, tomó su rostro y lo miró de forma tan posesiva que causaba mucha inestabilidad al guerrero; Griffon deslizó el pulgar por el labio inferior de piscis como estudiando su textura, luego se acercó para atrapar su aliento y después proporcionarle unas lamidas lascivas en parte del rostro. Piscis se petrificó ante tal acto al no haber refutado contra este, permaneciendo en ese estado durante el traslado hacia el palacio.

 

***

 

A la mañana siguiente, todas las actividades del palacio estaban a un ritmo acelerado todo sea por tener perfectamente preparada la boda del sucesor del Jarl, los adornos en el gran salón del palacio ya estaban listos, las mesas y la cubertería también; por otro lado, todo estaba listo para la ceremonia religiosa que en poco se llevaría a cabo en la catedral de la ciudad.

 

El momento había llegado, todas las personas de clase alta de la ciudad se encontraban ya en la catedral, el Jarl y su esposa también y por supuesto el juez que esperaba con serenidad la llegada de su prometida. Fue entonces que las campanas anunciaron la llegada de la joven con un recatado vestido de novia que no dejaba al descubierto ninguna parte de su cuerpo más que el rostro sin embargo estaba adornado con hermosos listones y encajes, era un atuendo discreto pero elegante, su cabello recogido con suavidad pues llevaba un peinado realmente sencillo que enmarcaba la facción virginal de su rostro, pues Albafica exteriorizaba a la perfección toda la pureza que puede tener una dama. Las personas se levantaron ante su entrada; cruzaba el camino hasta el altar donde se enlazaría a aquel hombre con el cual tenía bastantes diferencias y opiniones encontradas, los sentidos de sus vidas nunca fueron afines ni complementarios a excepción de este día... "el peor de todos" pensó...

 

La ceremonia transcurrió de manera satisfactoria, logrando el juez el tan esperado título. Durante la recepción se pudo observar cómo el juez estrechaba relaciones con los consejeros y ministros de la capital noruega; por otro lado, Albafica permanecía en la silla principal esperando a que esto terminara pronto pues deseaba irse lo más rápido posible de ahí.

 

Luego de celebrar un brindis y que todos los presentes les felicitaran, pudo concluir aquel evento cual torturador era para el guerrero.


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