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La locura del rey de Picas por Mokona negra

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Aquí les traigo un nuevo capitulo de esta historia en el universo de las cartas que tanto me gusta -w- espero que les agrade y…
…¡Viva México ca----es! XD (tenía que decirlo)
Cofcofcof….ahora si, disculpen ñwñU
Nota: Los personajes y la imagen no me pretensen, créditos a su respectivo autor.
...

Era una llama azul, tenía el color del reino, de sus ojos, de la mirada que reflejaba frio y algo mas que Arthur no quería admitir. Su rey estaba cambiando. Podía ver como se alejaba, como soltaba su mano llamándole en medio de un bosque de arboles secos y retorcidos.
<<¿Qué es esto? >>
Se preguntó al ver como Alfred le daba la espalda dejando sus manos manchadas de un brillante carmín.
<< ¿Sangre? ¿Po-porque? >>
Arthur gritó, le llamó con desesperación pero su voz no se podía escuchar. Se forzó a gritar y dio un pasó, pero fue atrapado por raíces espinosas que surgieron de la tierra como serpientes enfurecidas que lo pillaban de los pies haciéndole caer. Trató de gritar de nuevo, pero fue en vano.
<< ¡Alfred! ¡Alfred! >>
La llama, su calor, estaba tambien en él, le consumía alojada en medio de su pecho con su recuerdo, con cada ocasión que Alfred tomaba su poder para masacrar a personas inocentes, para reclamar las tierras de otros reinos, para incrementar su poder.
<< Alfred, por favor….te lo suplico…detente >>
Alfred se alejaba poco a poco, convirtiéndose en una silueta deforme y oscura que dejaba un rastro de sangre a su paso.
<< ¡Alfreeed! >>
-¡Al!
Una pesadilla.
Arthur observó el techó y luego la habitación iluminada por un pequeña lámpara. Había gritado y sudaba. Sentándose en la orilla de la vieja cama, agradeció que Matthew no estuviera presente. Aún no regresaba. Cerrando los ojos, se tranquilizó. Sus pies apenas llegaban al suelo. Acostumbrarse a su nuevo tamaño le resultaba tedioso.
Suspirando, trató de olvidar su pesadilla. Él y Matthew habían llegado a una pequeña posada. La cual debia ser un lugar “discreto”, era un lugar muy bonito con aires de lujo. Era de esperarse del reino con mas riquezas de los cuatro.
“Tumb, tumb, tumb”
El golpeteó rítmico al otro lado de la pared y un par de gemidos extraños ruborizaron al ojiverde.
Tratando de ignorarlo se dirigió a la ventana. Miró la calle y observó la luz nocturna. Este lugar aún no era tocado por las penas de la guerra, era increíble que aun las personas salieran por la noche, que se respirara una tranquilidad como si el lugar estuviera en un mundo diferente.
-Arthur ¿No esta descansando? -Preguntó Matthew entrando a la habitación con dos bolsas de tela.-Eh traído algo de comida y otras provisiones.
-Estoy bien.-Arthur se acercó a la mesita con la que contaba el cuarto y tomó asiento.-Tu eres quien necesita descansar, fuiste quien hizo mayor esfuerzo para llegar aquí. Yo no hice gran-
-Es increíble que pudiera encontrar fruta fresca y pan tan bueno.-Decía Matthew con una sonrisita.-Debería comer y luego volver a dormir. Oh, tambien conseguí margarina y mermelada para…
-¡Matthew! -Gritó Arthur para no ser ignorado.-No tenemos tiempo que perder debemos seguir avanzando y…
“Grroor”
Arthur se apenó cuando su estomago no estuvo de acuerdo con lo que decía. Matt, sosteniendo su amable sonrisa tomó unas cuantas moras.
-Lo sé su majestad. Pero recuperar nuestras fuerzas es primordial para seguir. Su cuerpo y su esencia ya no es la misma por la magia que ah utilizado.-Matt tomó una de las violáceas moras y antes de que Arthur reclamara hizo que la comiera empujándola a su boca.-Iré a dar una ronda más en el perímetro y recolectare información. Por favor haga lo que le dije.-Dicho esto le dio la espalda al ojiverde y salió de la habitación.
Arthur percibió el aroma del pan recién orneado y frunciendo el entrecejo, aceptó que Matthew tenía razón. No podían continuar si se encontraban débiles.
-Mi cuerpo.-Las palmas de Arthur eran de un chiquillo. Muy suaves y blandas.-Sigh. No soy un niño.-Se dijo tomando el pequeño cuchillo que Matt había dejado con el resto de las cosas.-No necesito que me digan esos sermones.-murmuró y comenzó a comer.
Después de haber saciado su hambre, Arthur se recostó en la cama. La luz tenue de la habitación y la oscilación de las sombras creadas por la lámpara de aceite le recordaban el momento en el que huía del castillo. Sus propios hombres le seguían, armados, dispuestos a hacerle daño a Matthew, a él.
-Mnh.
Encogiéndose sobre la sabana, recordó el momento en el que su As se encargó de los hombres que le seguían. Su dulce y amable sonrisa, se había trasformado en una mueca de ira. Su quijada tensa como su cuerpo blandió la espada pulida de hoja afilada y con un destelló se mancho con sangre. Peleaba por él. Peleaba por que su misión era protegerle ¿Pero a que costo? Arthur rodó por la cama y cubrió sus ojos con su brazo.
<< Por mi bien, un hombre bueno y amable… >> Arthur mordió su labio.
No podía evitar comparar a Alfred con Matthew. Los dos le habían sonreído con sinceridad en algún momento y en otro…se habían convertido en alguien totalmente diferente.
Sí, tenía que descansar, pero primero debía hacer su movimiento en Diamantes. Levantándose de la cama, se dirigió a la mesa y buscó papel y tinta. Tenía que escribir un mensaje. Tomando el trozo de pergamino, fue hacia la ventana y convocó el símbolo de picas usando su magia. Su piel ardió cuando los trazos de la marca de la reina aparecieron en su mano con un fulgor aperlado.
-Por favor, lleva esto sin demora.-Decía con un susurró al mismo tiempo que el mensaje era consumido por la luz que convertía el papel en cenizas sin necesidad de humo, calor, fuego. Las cenizas grises tomaban forma poco a poco de una delgada y pequeña hada sin rostro y alas transparentes.-Cumple el deseo de tu reina. Ve, pequeña mía.
La magia desapareció con el vuelo de la hada. El rostro de Arthur se tornó pálido mientras su creación se perdía en la oscuridad. Parecía tan frágil y era pequeña, pero el ojiverde estaba seguro que llegaría a su destino.
-Ugh, esto es una mierda.-Gruñó al sentirse mareado. Solo había utilizado un poco de su magia y su cuerpo lo había resentido de inmediato.-No puede ser que sea tan inútil.
Arthur arrastró los pies de nuevo a la cama y se tendió molesto consigo mismo, de nuevo estaba tumbado por la fatiga que le causaba usar un poco de su magia. Cerró los ojos y dejo que la oscuridad le ayudara a que el vértigo pasara.
<< No tengo tiempo para enfermar >> pensó cuando un escalofrió recorrió su cuerpo << Debo ponerme en marcha, debo pelear. >> La oscuridad a la que se había sumergido pronto tomo color con un rostro preocupado. De nuevo soñaba con Alfred. O mejor dicho, un recuerdo del rey.
-Demasiado esfuerzo no es bueno. Enfermara si sigue así.-Decía su voz.
<< Ahh, ahora recuerdo cuando usaba ese tono de voz. Preocupado por mi al trabajar con Yao largas horas sin parar >>
-Estoy bien.-Respondió el ojiverde tratando de sonreír.
-Debe de descansar.
-Ya te dije que…
-Por favor.
Arthur trató de abrir los ojos al sentir otro escalofrió provocado por una caricia tibia en su rostro ¿Pero porque despertar de este agradable sueño?
-Esta bien.-Aceptó por fin la reina.-Solo…prométeme que…
Los labios de Arthur se movieron pero su voz se apagó y la promesa fuese cual fuese no fue escuchada, sin embargo, él estaba ahí, a su lado velando ese sueño que comenzaba, decidido a cumplir cualquier promesa.
-Lo prometo.

Su apariencia era de un niño, pero no podía pensar de la reina como alguien pequeño. Era la reina de siempre, testaruda, aguerrida, valiente. Aquella que había velado tantas noches por el reino de picas, por su bienestar. Ahora, Matthew hacía lo mismo por ella, por Arthur que dormía por fin profundamente.
<<Lo prometo>>
El As entrecerró los ojos al recordar como había encontrado al ojiverde débil en cama, hablando entre sueños.
<<Solo fue la fatiga, es por eso que Arthur deliró >> Se dijo con dureza.
Cubriendo a Arthur con una manta, Matt le miró por ultima vez, antes de salir de nuevo para hacer guardia.
<< Solo me ah confundido con Alfred >>

Los edificios de la cuidad principal de Diamantes eran majestuosas y formales. Las mas galantes reflejaban una exquisita arquitectura y hermosas fachadas con pequeños jardines colgantes en balcones, alargadas ventanas con arco rompían las cornisas que se elevaban presumidas sobre los aleros. Hermoso, simplemente hermoso para la vista.
Arthur se detuvo frente a un particular edificio. Era impactante como aquella iglesia rompía el esquema a comparación con otros templos. Este, tenía una arquitectura diferente. Su techo jugaba con las figuras geométricas asemejándose a un casco de soldado, en Diamante, los soldados lo usaban durante la guerra.
Aliviado por conservar un perfil bajo, observó sus alrededores. Matthew lo seguía, el As se mantenía escondido en las sombras, entre las personas que transitaban sin la menor idea que una reina estaba entre ellos. Sonrió. Por ahora los títulos no importaban.
Con paso decidido, cruzó las puertas de la iglesia y los colores de vitrales en los altos techos le recibieron con un canto nacido de mujeres que rezaban bajo oscuros chales. Sus plegarias eran dirigidas a un ángel guerrero que había luchado por Diamantes.
Suavizando sus pisadas, trató de hacer el menor ruido al acercarse a los aposentos del ángel. El lugar estaba casi vació y el frio propio de las paredes le erizaban la piel a cada paso hasta que su andar se detuvo al estar frente a ella, o mejor dicho la pintura que le representaba.
Sus cabellos cobrizos estaban recogidos con una corona de laurel. La aureola le daba el toque de santidad que todo santo llevaba y sus ojos…sus ojos estaban dirigidos al cielo, empuñando la espada con manos entrelazadas en oración.
Era tan diferente a la niña que recordaba.
-Se lo que piensas. No es ella.
Arthur se quedo inmóvil. Un hombre mas alto y perfumado con esencias de almizcle, rosas y lilas se había parado a se lado. El ojiverde notó que los cantos y los rezos cesaron.
-Esta pintura es solo una fachada para Diamantes. Aquí, ella es una guerrera, fuerte y audaz que dio la vida sin dudar por su tierra.-El tono de su voz, cambio a uno amargo.-Un sacrificio…dime…¿Tu tambien pretendes serlo? -Bufó.-Te recuerdo mas alto, reina de Picas.
El ojiverde cerró sus puños.
-La historia de mi apariencia es larga. Tal vez en otra ocasión pueda contártela.
-No me lo tomes a mal reina ¿Pero como es que puedo confiar en ti? Picas es habilidoso con la magia, puede crear ilusiones que logran imitar a la realidad de forma increíble.
-Sigh.
Arthur refunfuñó al mostrarle su mano pequeña, se descubrió la muñeca arriscándose las mangas de la túnica y su marca apareció ante los ojos incrédulos del rey. La magia solo duró un momento, lo suficiente para que fuera prueba de que él era la autentica reina de Picas.
-¿Es suficiente para ti?
El rey Diamante suspiró.
-Solo tu podrías mandar un mensaje como ese. Tan engreído y molesto como siempre.
-Cierra la boca.
-Si. En definitiva eres tu…Arthur.
El repiqueteó de las campanas comenzaron a llenar el templo, la luz de medio día se fragmento en colores sobre la cabeza de Arthur que al descubrirse dejo que el arcoíris frio iluminara su rostro. Francis arrugó el ceño ante la apariencia joven de la reina.
-¿Qué esta sucediendo? Las líneas del ejercito de Picas comienzan a moverse. Son veloces y feroces.-Decía el rey con un brillo molesto causado por la luz que se reflejaba en las ropas elegantes del monarca. Esas ropas no eran adecuadas para un encuentro furtivo; Arthur reprimió sus pensamientos.-Hace un día que en Diamantes corre el rumor del que el rey “demente” se ha vuelto igual de cruel con sus propios hombres.-Francis se detuvo un segundo y dos campanadas más resonaron.-Busca a traidores. Reclama sus cabezas. Arthur…¿Porque esta sucediendo esto? Desapareciste y cortaste comunicación con todo y todos y ahora recibo un mensaje tuyo citándome aquí, te encuentro con esa apariencia y acompañado de un fantasma.-Decía percatándose que Arthur no estaba solo, pero sin saber en realidad de quien se trataba.
-Francis.
-Se que piensas que soy un idiota (yo pienso eso de ti), pero…debes de entender que estoy tratando de comprender, por favor, no digas que es una historia larga.
Arthur entrecerró los ojos.
-¿Tu y yo que somos al final Francis? ¿Solo monarcas que juegan con las cartas que les ha tocado? ¿Viejos rivales? ¿Amigos? -Arthur dejó de mirarlo y clavó su vista en el retrato que seguía rezando.-Estoy acorralado y necesito tu ayuda, eh venido aquí a pesar de todo. A pesar de que mis manos se han manchado indudablemente por el pecado. Esta guerra sin duda es mi responsabilidad.-Tomó aire.-La locura del rey de Picas es mi culpa, no llegue a verla, no quise ver las señales y fue demasiado tarde…Cuando lo hice, ya no pude hacer nada, mi resistencia me llevó a ser confinado a las mismas entrañas del palacio. Una reina, la primera reina de picas duerme siendo prisionera del rey.
-¿De que hablas? -Preguntó Francis con ansiedad.-Estas frente a mi, eso quiere decir que has escapado ¿No? El rey no puede luchar sin su reina, entonces…
-Te equivocas.-Interrumpió Arthur.-No es tan fácil. Esta persona ante tus ojo solo es una segunda reina que la primera logró crear con su magia para buscar ayuda.
-Pero tu marca…
-Si, poseo la marca porque soy la reina, pero a la vez no. Mi cuerpo es sustentado por la magia del verdadero Arthur que sigue prisionero en el castillo, donde Alfred puede acceder a su magia y continuar su avance, conquistando, acecinando…-Arthur esbozó una mueca triste.-estoy aquí de igual forma gracias a que un fiel sirviente ha aceptado usar el anillo de la reina que me mantiene con vida.-Murmuró.-Solo soy un parasito que esta arrebatando la vida poco a poco.
-¿Por qué? -Preguntó Francis, su boca estaba secándose.-¿Por qué la reina esta usando esa magia extraña? ¿Por qué?
-Ya te lo dije, soy solo un medio que intenta buscar la forma de despertar a la verdadera reina. Si logro hacerlo, esta guerra terminara. Es por eso que eh venido aquí. Tu puedes darme una pista.
-…
-Dime rey Diamante ¿Qué es lo que sabes del Joker?
Arthur le dedicó una mirada oscura a un atónito rey. Una diminuta sonrisa confundió a Arthur.
-Je, aun no acabo de entender que pasa.-Francis se llevó la mano enguantada con pieles finas a la frente. Pensando, dudando, calculando la veracidad del cuento fantástico que esta supuesta segunda reina le había contado.-¿Sabes que los Joker son solo un cuento de hadas verdad? Algo parecido a lo que acabó de escuchar de ti.
-No.
Francis gruñó al ver el esmeralda tan profundo de Arthur observándole.
-¿No?
-Sé que tu no crees eso en realidad, hace mucho tiempo, antes de que llevara la corona, lo dijiste “¿Qué pasaría si ellos en verdad existieran? ¿Si en verdad los cuentos de hadas tuvieran su verdad?”
Francis abrió la boca y una sonrisa ancha apareció.
-¿Has venido aquí solo porque eh dicho eso cuando éramos solo unos mocosos? .-Reprimió su risa.-¡Dios! ¡Si que eres mas testarudo de lo que creí! ¡Dios! En verdad, eres increíble.-Tras esas palabras Arthur frunció el seño y el rey de Diamantes infló su pecho haciendo un ademan de molestia.-Lo eh visto. El Joker en verdad existe.- Arthur absorbió sus palabras de inmediato.-Pero, lamento decirte que no seré de gran ayuda. El Joker solo aparece cuando se le apetece, desde que los reinos entraron en conflicto no lo eh vuelto a ver.-Decía descifrando el rostro serio de Arthur.- Es un “ser” melancólico a mi parecer, solitario, envuelto en misterios y enigmas, pero tengo la certeza que hay sangre que lo une a Corazones.
-¿Corazones?
-Si.-Asintió.-Exactamente es lo que crees reina, el Joker esta unido por la sangre al rey Ludwig.
-Tsk.-Arthur podía escuchar como su corazón comenzaba a inquietarse.-Sabia que esto se complicaría.
-Nunca es así de fácil.
-Si. Nunca.
Arthur cerró los ojos un par de segundos, de nuevo era tiempo de moverse, ya no había mas razones para quedarse en Diamantes, ahora tenía que viajar al reino de Corazones y encontrarse de alguna forma con el rey.
-Siendo traidores.-Comenzó a hablar Arthur con cierto tono de mofa.-¿Cuánto crees que duremos en Corazones?
Francis parpadeó y volviéndose cómplice de la broma macabra de Arthur colocó sus puños en sus caderas y fingió pensarlo.
-Tal vez tan pronto cruces sus territorios mil flechas adornaran tu pequeño cuerpo.
-Si, eso pensé.
-No necesariamente debe ser así.
Tanto Francis como Arthur dirigieron sus miradas a la entrada del templo.
-Arthur.-Cuando una figura pequeña y delicada, vestida con telas bellas y vaporosas apareció ente el ojiverde Matthew salió de las sombras.
Francis abrió sus ojos como platos al ver que el ojiazul se encontraba ahí, entonces pasaron varias cosas a la vez, detalles pequeños.
Arthur fijo su atención en el bello ángel que había entrado por las puertas pesadas del templo. Se trataba de la reina de Diamantes, Lily.
Estaba acompañada por el Jack, un hombre de mirada fria y calculadora que desentonaba por su corta estatura, era un engaño. El Jack de Diamantes era digno rival de los mejores ahora del combate, tanto que era de saberse que no era bueno provocarle y mucho menos acercarse a la reina sin anunciarse o si no, actuaria sin importar que.
-Reina Lily ¿Qué hace fuera del palacio? -Preguntó Francis haciendo una pequeña reverencia ante su reina, intentando recobrar la compostura después de haber visto a Matt.
-Mi señor.-Lily era pequeña y poseía una voz dulce y melodiosa.-Me eh preocupado cuando el As de Diamantes vino a mi con la noticia de que había salido.
Francis sonrió sin enfado. Sabia a la perfección que su As, era mas una protegida que un guardaespaldas. Ella solo se había preocupado por él.
-Reina Lily.-Arthur se inclinó y Matthew se arrodilló siguiendo un protocolo para saludar a ala reina.
La reina Lily no ocultó lo sorprendida que estaba al ver quienes eran los que acompañaban a su rey.
-Re-reina de Picas. Disculpe, pensé que era mi vista pero ahora que estoy frente a usted yo…
-No se disculpe reina Lily.-Arthur se levantó. El Jack hizo reverencia pero su mirada desafiante nunca cambio.
-Mi reina ¿Puedo preguntar por que ha dicho aquello cuando cruzo las puertas? -Preguntó Arthur.
Lily pareció olvidar por un momento lo que había dicho pero volvió a recordarlo con un sonrojo que gustaría a la flor mas delicada del reino.
-Eh escuchado poco, pero note de inmediato su dificultad y el gran problema que representa entrar a Corazones para ustedes. Pero... puede haber otra forma para que no sean blanco de las flechas de sus guardias.-Decía con voz baja.-Mi rey Diamante ¿Por qué no convoca una reunión con el As de Corazones? Si no mal recuerdo, la relación del As y el Jack pueden ayudarle.
-¡Oh reina Lili! ¡Brillante!
Francis se acercó a la reina pero en cuanto este trato de tocarla, la mirada fria y dura del Jack se posó en el rey.
-Reina Lily ¿Cómo podría pagar este favor? -Preguntó Arthur animado después de que el camino a Corazones fuera enmasillado.
La reina de Diamantes sonrió con dulzura y levantando su mano Arthur la tomó con cuidado.
-Por favor-Dijo ante las miradas expectantes de todos.-Acaba con esta guerra.
Las campanas resonaron llamando a sus adeptos a reunirse. Era hora de irse de los aposentos del ángel guerrero.
-Hare todo lo que este en mis manos.-Dijo Arthur besando la mano de Lily.
La reina asintió.
-Su majestad, es mejor que todos regresemos al palacio. Preparare enseguida lo necesario para que la reina de Picas y su As puedan partir al reojo de Corazones.-Dijo el Jack.
-Si, gracias Vash.-La reina Lily se dio media vuelta.-Por favor Arthur, espere conmigo en el palacio, así podremos hablar tranquilamente.
-Sera un placer.
Las dos reinas fueron escoltadas por el Jack en silencio.

Matthew esperó a que las reinas y el Jack salieran, entre tanto el rey de Diamantes se quedó donde estaba. Cuando la reina Lily había aparecido, Matt se percato de la mirada acusadora del rey sobre él.
-Me parece que su majestad desea hablar conmigo.
-Deja las formalidades por ahora Matthew.
El ojiazul bajo la mirada, no podía sostener la mirada de un monarca.
-Eso es algo que no…
Matthew sintió como Francis le tomó con fuerza de la muñeca izquierda y alzándola, una joya real quedo en medio de los dos.
-Tu…tu eres…-Francis tembló.-¿Por qué eres tú quien usa el anillo de la reina?
-Yo soy el As de Picas, es mi…
“Slap”
El eco de la bofetada que había recibido Matthew por parte de un enfadado Francis marcó su piel, enrojeciéndola de inmediato.
-¿Te das cuenta de lo que sucede?
Matthew por fin levantó la vista y al toparse con la de Francis este le soltó.
-Soy el As de picas, jure proteger a la reina. Mi vida le pertenece. Si ella desea que mi vida sea cedida para que ella subsista. Que así sea.
Francis cerró los puños, temblaba al ver que esa mirada distante y determinada tan parecida al rey de Picas le taladrara.
-Matthew.-Francis retrocedió. Su mano punzaba por el golpe que le había dado a Matt.-Eres solo un peón…
Francis dejo de verle y se acercó a la pintura.
-Si su majestad, solo soy algo desechable para mi reina. Un sacrificio.-Matthew hizo reverencia.-Disculpe.
El rey tocó el marcó de flores petrificadas con oro que enmarcaban la pintura. Entonces tras el sonido de espadas chocar contra el metal, la guardia real interrumpió los aposentos donde esa pequeña reunión secreta se había llevado a cabo. Vash había ordenado que los guardias escoltaran al rey.
Francis tocó el marcó de flores petrificadas con oro que enmarcaban la pintura, recordando aquel momento en que la había perdido. Ella tambien era fiel y fuerte como Matthew, ella tambien estaba dispuesta a pelear y perder la vida si era necesario.
Dándole la espalda, Matthew se dispuso a seguir a su reina, dejando a un rey ofendido, a un amigo furioso, a alguien que le quería lastimado.
-Joanne.
Susurró.

b28;b28;b28;

El viento soplaba en Picas, despidiendo a los soldados que marchaban hacia Diamantes. Eran rápidos y letales. Cada uno embriagado por las palabras de su rey que les daba fuerza y coraje en la batalla.
Yao observaba en silencio su marcha desde uno de los balcones del castillo, partían prometiendo regresar con la victoria. Yao no dudaba de que regresarían bañados en sus dulces mieles.
-Im Yong Soo.
Un hombre alto de rostro cubierto y cabellos castaños habló desde la sombra del interior de la habitación.
-Aquí estoy hermano.
-Asegúrate de no perderlo de vista, quiero que seas mis ojos en este importante golpe.
-Como ordene.
Dijo enseguida Yong y se perdió en las sombras sin perder tiempo.
El Jack observó entonces el reino y como su poder lo hacia grande, pronto Alfred sería conocido por construir el imperio mas poderoso de todos, sin importar que ahora lo llamaran loco, tirano, en un futuro después de todo, seria alabado como un héroe.
-Los victoriosos son los que escriben la historia.
b28;b28;b28;

Notas finales:


¿Bien? ¿Qué les pareció? Trate de aclarar algunas cosas como, porque existen dos reinas de Picas (espero haber sido clara) y pues espero haberlos des confundido un poco por lo menos XD Espero que tampoco sea muy pesado en leer por lo mismo que trato de ser clara pero al mismo tiempo no revelarles todo lo que sucede (muy apenas yo me entiendo XD) bueno, bueno, con que les haya gustado soy feliz! Jajaja.
No olviden comentar y darme su opinión ¡Gracias por leer! ^3^

 


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