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La locura del rey de Picas por Mokona negra

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Notas del capitulo:

Se que me tomó mas tiempo con este que con otros fic que eh escrito, pero pues creo que es un poco mas complicado XD espero que lo disfruten.
^3^
Nota: Los personajes no me pertenecen (solo un poco el personaje de los ases de picas ya que medio me los invente en inspiración de otras imágenes, se entendió (¿?) ) créditos a sus respectivos autores.
b25;b25;b25;

-¡Basta Matthew!
El grito de Arthur no fue escuchado y en su lugar el choque de las hojas afiladas de metal resonaron. Eduardo luchaba ferozmente contra Matthew quien se negaba a ceder. El aire era cortado por sus armas sedientas de sangre tibia, sangre que ya cubría parte de las ropas de Matt.
Estaba perdiendo sangre, no era conveniente alargar la pelea.
-¿Qué sucede maestro?
“Flip” “Clack”
Los silbidos de la espada de Eduardo chocaron una vez mas con las dagas de Matt que habían detenido un ataque frontal. Sus fuerzas hacían temblar el metal en sus manos con un castañeo. Tras la mascara de Eduardo una sonrisa fina se dibujó cuando Matt poco a poco comenzó a ceder bajo su fuerza. Su rodilla había tocado el suelo y enseñando los dientes, resopló.
-Creo que esto termina aquí, Matthew.
Eduardo empujó con toda su fuerza y su espada resbaló rompiendo con la defensa de Matthew, era el fin como había dicho su pupilo, pero solo para él.
-Ugh.
Matthew había dejado a propósito su flanco descubierto, sabía que Eduardo lo lastimaría pero al hacerlo el tendría la oportunidad para contratacar y terminar con el combate golpeándolo de lleno con la empuñadura maciza de su daga en la cabeza.
Eduardo cayó inconsciente y Matthew trastabillo cansado pero luchó para mantenerse en pie.
Arthur había notado como Matthew que, ahí se encontraba alguien más.
-Tranquilos.- Se escuchó una voz entre los arbustos-Somos nosotros.
Arthur observó el escudo y los colores del reino de Corazones en las ropas que vestía un hombre bronceado y de cabellos castaños, su sonrisa amistosa no cuadraba con la de un enemigo.
-Antonio.-El ojiverde susurró el nombre del As y este asintió.
-Disculpen la demora, si hubiera llegado un poco antes.-Decía frotándose el cuello.-Hubiera podido ayudar. Feli, vamos, sal, ya no hay peligro.
Matthew bajó sus armas cuando reconoció al Jack de Corazones salir de su escondite, estaba temblando de pies a cabeza y no parecía muy contento de estar ahí.
-Vee~ es la reina de Picas.-Murmuraba en voz baja.-ugh, la reina…da, da miedo…
“Curioso” pensaba Arthur, no creía que alguien pudiera sentir miedo de él con su actual apariencia.
-Lo siento su majestad, debe perdonar a Feliciano, en Corazones la noticia de los peligrosos traidores de Picas se ha extendido en todo el reino.
-Lo entiendo.-Arthur le restó importancia y se acercó a Matthew.-De nuevo estas mal herido.
-No es nada.-respondió Matt con un semblante mas afable.-Son solo heridas superficiales.
-¿Qué aremos con él?
-No quiero ser grosero.-Interrumpió Antonio con su sonrisa amigable.-Pero tengo ordenes de la reina de llevarlos a los tres a un lugar seguro. No hay tiempo que perder.
Arthur y Matthew se miraron. No podían oponerse, después de todo el As de picas resultaba ser un excelente prisionero de guerra.
-Bien, pero necesito que Matthew sea atendido lo mas pronto posible.-Señaló Arthur.
-Claro, reina de Picas.
...
Las tierras de Corazones en otoño se tapizaban de hierba alta que le encantaba dar flor a algodonosas motas rosadas, suaves, livianas, eran acariciadas por el viento otoñal. Era fácil adivinar que Diamantes había quedado atrás.
Arthur advertía que este lugar a donde los habían escoltado era especial; una magia le envolvía como un capullo invisible. Había pocos guardias a pesar de que el lugar solo lo protegía una muralla de roca gris. No había puestos de vigilancia, ni caminos que le llevaran a sus puertas, solo un mar de campos rosados y nada mas.
-Te veo un poco distinto, reina de Picas.-Decía Kiku con sus labios tras un abanico adornado.-No solo tu apariencia, si no tu esencia no es igual a la reina que yo conozco. Esta guerra es horrible, tan espantosa como una enfermedad que se propaga con el símbolo de Picas. Ah, no debes de preocuparte por tu As. El esta en buenas manos, Feliciano estará cuidando de él mientras hablamos.
Kiku entrecerró los ojos, observando a Arthur que se acercaba despacio a la reina de Corazones quien estaba sentada con sus piernas escondidas en medio de la enorme habitación bajo ropas largas de colores carmín y marfil, holgadas y finas.
-Por favor, toma asiento.
En definitiva había algo extraño en este lugar, Arthur notó que no había ni un guardia en los aposentos de la reina, sin embargo podía sentir varias presencias; no había decoraciones ni nada que no fuera ese pequeño cuadro acolchonado donde se suponía debía sentarse. Los suelos eran de madera y las paredes de frágil madera y papel. Arthur ya reconocía el “estilo” de los gustos de la reina Kiku, le recordaban mucho a Yao pero en cierta forma eran igual distintos.
-Reina de Corazones.-Comenzó a hablar Arthur sin perder el tiempo.-Le agradezco todo lo que ha hecho por mi, pero nece-
-Como dije, te ves distinto reina de picas.-Interrumpió Kiku sin romper su rostro sereno.- Han pasado muchas cosas desde que esta guerra comenzó.
-No confías en mi.-Intuyó el ojiverde arrugando su frente.
-No puedo negarlo.- Kiku alzó el mentón.-Hay magia rodeando tu cuerpo, una especial que oculta algo, diferente incluso, de la magia que acoge este lugar y evita que sea visto por ojos enemigos.
-Kiku…
-Se que vienes a pedirme algo, algo muy importante pero no puedo confiar en ti, reina de picas. Mi rey se niega a ayudar a traidores como ustedes.
-Pe-pero…
-Lo siento reina de picas. Sea lo que sea que estés buscando en Corazones, no lo encontraras.
-¡Espera!-Gritó Arthur.-Dime ¿Qué quieres que haga para que puedas confiar en mi? ¿Cómo puedo demostrarte que no soy una amenaza?
Kiku lo contempló.
-Por favor…no puedo dejar Corazones solo así. Hay gente que ah arriesgado mucho por mi, por esta causa.
-¿Causa?
-Si.-Arthur cerró sus puños sobre sus piernas.-Detener esta guerra. Al rey de Picas.
Kiku no dijo nada, el silencio comenzó a pesarle a Arthur quien inclinó la cabeza ¿Cómo podía explicarlo? ¿Cómo podía hacer cambiar de parecer a la reina y el rey de Corazones?
-Arthur.
Cuando el ojiverde levantó la vista observó como la reina de Corazones se deslizaba suavemente hacia él, su rostro había sido expuesto dejando el abanico atrás. Su piel blanca era como la nieve y su pelo negro como la noche, sus ojos tan cercanos a su rostro poseían un color almendra furtivo en el negro de su iris. Sus manos pequeñas se posaron en su pecho y lo inmovilizaron con un calor que comenzó a arder. Era carbón al rojo vivo.
-Si en verdad quieres que confié en ti, déjame verlo…quiero escuchar lo que tu corazón tiene que contar.
Arthur tomó aire con desesperación cuando el dolor en el pecho le estrujó. Sus ojos esmeraldas notaron como el rubí de la magia de la reina se dirigía directamente a él. Largas, afiladas y peligrosas garras carmín reclamaban su corazón.
b25;b25;b25;
<< Esto es…un sueño…>>
<<No…es…el pasado >>
b25;b25;b25;
-Arthur, ey, Arthur…despierta…
Se escuchaba una suave voz, pero Arthur quería dormir mas. Su cuerpo se lo pedía y la cama y las sabanas cómodas y tibias eran difíciles de ignorar.
-Bueno, puedes quedarte dormido. Por mi no hay problema.
Decía una voz juguetona. Renegando, Arthur solo la ignoró. Él solo quería dormir. Pero algo pesado cubrió su cuerpo, era cálido y en segundos despertó en Arthur algo más que simplemente su cuerpo.
-¿Alfred?
-¡Oh! Despertaste.
-¿Qu-que estas asiendo?
-Tuve un sueño raro y ahora estoy demasiado despierto.
-¿De que hablas?
Arthur comprendió sus palabras cuando el calor del cuerpo de Alfred rosó su desnudes contra la suya.
-hmng…
-No necesitas moverte mi querida reina. Yo hare todo el trabajo.
Las luces del alba teñían el oscuro amanecer mientras Alfred interrumpía el sueño de la reina de Picas reclamando un poco de ella.
Era el colmo, Arthur estaba ahora despierto por completo sin la posibilidad de volver a dormir. Alfred tenía el mal habito de despertarle en medio de la noche o justo antes del alba y después de hacer el amor, volver a quedarse dormido profundamente.
<< Lo recuerdo. Ese día, parecía como cualquier otro…todo era tranquilo y a pesar del trabajo que se acumulaba a cada hora, yo…era feliz junto a Alfred. Pero, algo sucedió... >>
-Buen día su majestad.-Saludó Yao al entrar al estudio de la reina malhumorada.-Escuche que ha bajado a la cocina a tomar sus alimentos temprano. -Detrás de papeles y tinta, el rostro de Arthur se sonrojo.-Su majestad, si tanto le molesta debería detener a su alteza. Ser firme con él.
Arthur se aclaró la garganta.
-No importa Yao, ¿Qué sucede? No creo que solo hayas venido a mi estudio para sermonearme.
-Bueno, mi querida reina de picas, creo que tendrá que esforzarse mas este día para conservar la calma. Ha llegado un mensaje. El reino de Tréboles estará arribando a vuestro palacio en poco.
-¿Cómo? ¿Es acaso la corte del rey? -Inquirió Arthur con semblante molesto.
-Me temo que no. Según el mensaje, se trata del Rey mismo.
-¿¡Que?!
Arthur se levantó de su asiento golpeado el grueso escritorio. El frasco de tinta se tambaleó amenazando en manchar los papales que leía.
-¿Por qué demonios el rey de tréboles se presenta?
-No lo sé su majestad, pero eh preparado de inmediato todo para recibirlo
-Esta bien Yao, quiero que lo escoltes a la biblioteca principal. Si el rey no es acompañado con su caravana, quiere decir que esta tramando hablar a solas con su majestad.-Pensaba Arthur en voz alta. Ahora se alegraba de estar despierto desde temprano.-Yo le avisare al rey.
-Sí su majestad.
-Yao…
-¿Si?
-Ordena que preparen café para el rey…es posible que esta repentina visita lo ponga de mal humor.
Suspiró Arthur.
¿Por qué el rey de Tréboles estaba en Picas? ¿Por qué ahora? ¿Y de esta forma? Arthur sabía que el rey Iván actuaba de forma errática en ocasiones. Esto le había causado cierta rivalidad con Alfred pero, nunca había pasado a mayores. Por suerte, desde que los dos se habían convertido en rey y reina de Picas, los enfrentamientos y disputas tanto como dentro y fuera de sus tierras habían sido casi nulas. Era una época de paz.
<< Ese día fue estresante, me repetía que debía calmarme una y otra vez y confiar que Alfred sabría como manejar al rey de Tréboles >>
Arthur había visto a el rey de Tréboles arribar al palacio solo con un par de guardias reales y su temible As de cabellos de plata, todo parecía normal, pero él…
El rey de Tréboles había alegado que estaba ahí solo para hablar amistosamente con el rey de Picas. A Alfred no le hizo gracia que fuera tan demandante en su propio castillo, pero gracias a los concejos de Arthur, sonrió confiado y aceptó tener una charla amistosa con el monarca. Su As se quedó plantada en las puertas del castillo, el ojiverde sabía que el As estaría bajo la mirada confiable de su propio As.
<< La mañana pasó lento para mi. No quería ser inoportuno y entrar en la sala donde estaban los reyes, pero mas de una vez pensé en hacerlo ¿Estaba bien Alfred? ¿Debía interrumpir con alguna excusa? Al final, regrese a nuestro aposentos y espere. Yao ordenó que se me preparara té pero mis labios jamás llegaron a beberlo a pesar que lo tomaba con las manos y lo acercaba a mi boca. Siempre que intentaba beberlo, la duda saltaba sobre mi haciendo que dejara la tacita de nuevo en la mesa, hasta que las puertas se abrieron >>
-¿Alfred?
Arthur se levantó sorprendido al ver que Alfred cerraba las puertas tras él. Levantando una mano pidiendo silencio, la reina se heló.
-No te preocupes Arthur, no deje solo a ese maldito rey de pacotilla ni nada de eso. De echo, el se fue inmediatamente después de que…charláramos.-Explicaba Alfred tranquilamente.-Yao no tuvo la oportunidad si quiera de decírtelo, tubo que escoltar a Iván a la salida. Se marchó sin mas.
-¿Por qué?
Arthur no entendía. Alfred sabía que su reina estaba confundida y que necesitaba respuestas. Pero solo se acercó a ella sin decir una palabra y comenzó a besarle.
-Al-Alfred…
Las manos de Alfred tomaron el rostro de su reina con delicadeza y sonrió.
-El rey de Tréboles se limitó a alabar nuestro trabajo. Explicó que estaba realmente sorprendido con el desempeño de sus reyes y la grandeza de su reino. Ese maldito, fue muy directo, me pregunto sobre si Picas tenía una magia extraña de nuestro lado, bromeó diciendo que tal vez un ser mítico estaba encariñado con nuestras tierras que de la nada se volvieron fértiles y rebosantes de vida ¿No te parece bien reina? Despertamos la curiosidad del rey de Tréboles.
Arthur se quedó en silencio.
-Arthur, sabes que todos creen que no me doy cuenta de mi alrededor, que tu eres el único perceptivo, pero…
-Al…
Arthur tomó las manos del Rey y cerró los ojos cuando sus frentes se tocaron con suavidad.
-Esta bien Alfred, los dos…estamos juntos.

<< Lo entendí mientras Alfred me tomaba en su brazos y me besaba lentamente. Entendí que el rey estaba preocupado. Pero, no note su verdadera angustia, estoy seguro que en ese momento fue que ese temor nació y echo raíces muy dentro de Alfred >>
-Arthur ¿Sabes que te amo?
-Si.
Las manos de Alfred bajaron por la espalda de la reina recorriendo su cuerpo.
-Arthur…
-Al, yo tambien…te amo.
<< Tal vez si yo…tal vez si yo me hubiera dado cuenta de que algo estaba mal desde un principio….Alfred no…>>
Los días siguientes Alfred no pareció cambiar en nada, seguía con su mala costumbre de despertar a Arthur y volver a quedarse dormido, pero poco a poco pesadillas se hicieron presentes y ese habito desapareció. Arthur trató de explicarle a Alfred que no había porque preocuparse, cualquiera podía tener pesadillas, lo mejor era descansar y no pensara en ello, enfocarse como siempre habían hecho en las tareas que tenían y atender las necesidades de su pueblo y así fue.
El rey de picas comenzó a cambiar, ya no escapaba a la reuniones ni huía de Yao, en vez de eso, leía y cambiaba formas y leyes para mejorar la economía, quería que la riqueza de Picas creciera, había cambiado sus momentos de tranquilidad con mas trabajo.
<< Se supone que eso estaba bien ¿No? Alfred comenzaba a comportarse como un verdadero monarca, ocupándose de la burguesía de Picas, cumpliendo con su papel…yo no tenía derecho a quejarme por su trabajo duro, por que eso era lo que quería desde un principio….un verdadero rey >>
Una tarde de invierno, la reina regresaba a sus aposentos a descansar después de un largo día. Yao le había dejado varios informes sobre su escritorio y Alfred quería que los revisara. El monarca por su parte de nuevo se había perdido la cena.
Los pasos amortiguados de Arthur se detuvieron al desear no tener que llegar a la enorme habitación solitaria que le esperaba. Dando media vuelta, se dirigió a los jardines del palacio.
-Brrr. Hace frio…
El ojiverde se frotó las manos para entrar en calor, mientras caminaba sin un verdadero rumbo. Sus rosas estaban marchitas como la mayoría de las flores. Los únicos que sobrevivían a los inviernos de picas eran los arbustos y el césped verde que resistía con fuerza las heladas. En cualquier momento su verdor sería cubierto por una manta blanca de las primeras nevadas.
-Es tan callado aquí afuera.-Arthur observó el cielo y las primeras estrellas del firmamento.-¿oh?
Su vista había sido interrumpida por el gris de unas despeinadas ramas altas. Arboles de troncos lisos se alzaban mientras caía la oscuridad, Arthur se acercó al primer árbol y tocó aquel gigante dormido. Recordó su nombre y sonrió. Las flores de este árbol, siempre florecían en los días mas fríos del año, blancas y soberbias flores nacían y se abrían despidiendo su fragancia de victoria. Ellas, eran delicadas y a la vez tan fuertes al soportar la inclemencia del tiempo.
-Su majestad.
-Matthew. Me sorprendiste.
-lo siento, no fue mi intención, es solo que, pensé que la noche es fria. Debería regresar al palacio.
-Aaah.-El vahó de la boca de Arthur fue visible con una nubecilla.-Lo sé Matt, solo quería ver las primeras flores del árbol.
Matt le miró preocupado.
-No pongas esa cara Matt.
Arthur al ver el rostro afligido de Matt sintió como su pecho se congelaba al igual que las flores en invierno.
-Entrare al castillo, pero antes quiero que veas esto.
Arthur posó la palma de su mano en el tronco y acompañada de la luna que se alzaba en el cielo, la luz de su magia le iluminó acariciando al árbol gris. Sus ramas se balancearon y las yemas de sus futuros retoños se apresuraron en brotar.
-Quiero que veas las flores conmigo.
Dijo Arthur con una sonrisa cuando los botones alargados del árbol comenzaron a abrirse. Las flores de pétalos blancos adornaron sus ramas vacías llenándolos de belleza.
-¡Son hermosas! ¿No lo crees Alfred?
La luz zafiro de la magia de Arthur se apagó cuando se dio cuenta de lo que había dicho.
<< …Eran bellas flores, en verdad…unas de las mas hermosas que haya visto…esa noche cuando el rostro de Matt se vio preocupado, pensé en hacerlo sonreír, alegrarlo un poco, solo un poco…>>
-Arthur.
-L-lo siento Matthew, yo…yo no quise decir…
<< Comencé a temblar. Matthew me dio su abrigo y me sugirió que era mejor entrar. Las noches se volvieron frías a pesar de que la chimenea de la habitación estuviera encendida. Despertaba a la mitad de la noche y descubría que Alfred no estaba. Cuando hubo noches enteras en las que él no descansaba y días con trabajo en los que nuestras tareas nos impedían vernos, le pregunte porque trabajaba tan duro. Alfred solo sonrió y me besó la frente diciendo que “Todo era para que el reino fuera el mas glorioso de todos” ¿Por qué creí que estaba mal? ¿Por qué me preocupe? Me opuse a que trabajara tanto, le ofrecí mi ayuda pero, Alfred solo respondió “Tu siempre trabajaste arduamente, ahora es mi turno” poco a poco el frio del invierno llegó para quedarse. Eran solo pocas las ocasiones en las que pude hablar con él… y todas y cada una de ellas, me sonrió con ojos hundidos>>
-Yao ¿Qué es esto?
-Es la situación actual de nuestro ejercito.
-¡Ya lo sé! Lo que quiero decir es ¿porque el numero de soldados a aumentado tan drásticamente?
-Su majestad si-
-¿Donde esta el Rey?
-El esta en su aposento privado, pidió que nadie lo molestara.
-¿Privado? ¿Desde cuando ese idiota se encierra en un aposento?
-Su majestad…
-¿Dónde esta?
<< Alfred había avanzado bastante en tan poco tiempo, de eso me di cuenta al ver que sus reuniones eran la mayoría con sus generales >>
La calma de la reina de Picas era cuestionable cuando interrumpió abruptamente la junta del rey con sus genérales mayores. El disgusto en el rostro de su reina era obvio.
-Necesito hablar con el rey.
Alzó la voz sin pizca de duda al tiempo que tosas las miradas se posaron en el en cuanto cruzo la puerta. Alfred curvó la boca dedicando una severa mirada a su Jack que permanecía detrás de la reina.
-Ahora.
Demandó la reina y los generales hicieron reverencia a su rey que no había abierto la boca para marcharse, uno a uno, inclinó la cabeza ante Arthur y salieron con sus manos sobre las empuñaduras de sus espadas que no habían sido desenvainadas, no era necesario. Aun no.
-Yao.
Alfred le hizo una señal al Jack y este cerro las puertas gruesas de madera oscura. Arthur camino hacia su rey que paciente, esperó a que su reina estuviera a su lado, levantándose de su asiento en esa habitación oscura y de mesa redonda cubierta con el mapa de los cuatro reinos, ignoró los planes que se trazaban sobre él.
-¿Qué es lo que sucede reina de Picas? ¿Acaso las provisiones de té escasean? -Se burló Alfred demostrando que no estaba contento con la interrupción.
Arthur no pensó su respuesta, simplemente lo golpeó en la cara.
El sonido de su mano al golpear el rostro del rey fue seco, sus ojos esmeraldas se llenaron furia y el chispeante azul e Alfred lo encontró sin intimidación.
-¿¡Que demonios esta ocurriendo?! ¿Qué son esos números en nuestras filas? -Exigió saber la reina señalando el mapa e los reinos.-¡¿Por qué parece que te preparas para una guerra?!
<< Cuando sus ojos se posaron en mi, sentí que tragaba hielo. Si cierro los ojos y pienso en ello, las sensaciones de aquella vez me acarician la piel, los pensamientos, todo lo que quise decir y no pude, me susurran al oído >>
Alfred lamió la sangre de su labio y de manera calmada fijó sus orbes en Arthur.
-No seas ridículo Arthur ¿Por qué vienes ahora con esas preguntas? Tu sabes bien que el rey no puede hacer nada sin su reina y su Jack, eso quiere decir que, debiste verlo.-Decía y con un movimiento brusco tomó las muñecas de Arthur que le miraba de hito a hito.-Tu te diste cuenta cuan duro trabaje para que las ciudades crecieran, para que los campesinos trabajaran duro y orgullosos, tu sabes que la grandeza que le hemos otorgado a picas preocuparía a los otros reinos.- Su mirada cansada y fria comenzaba a volverse peligrosa, lastimaba a Arthur cuando sus palabras fueron acompañadas por su fuerza creciente en sus manos.-No podemos crecer y dejar a picas sin protección. Yao lo sabe, mis generales, nuestra gente. Picas debe entender que si queremos paz, debemos e prepararnos para la guerra.
<< No quería escucharlo >>
-Arthur, dime ¿Qué crees que pasaría si Corazones o Tréboles decidieran atacarnos?
-No…es una época de paz…eso no…
-¡Despierta Arthur! ¡No vivimos en un cuento de hadas!
-¡Lo sé! -Gritó Arthur con ardor en los ojos y su garganta.- ¡Pero si aumentas nuestras tropas sin medida si comienzas a alzar muros entre los reinos, solo los provocaras! ¿Qué no lo entiendes? -Arthur se sintió débil de golpe.-Si alguien amenaza el reino, yo estaré ahí para detenerlo. No haya necesidad de ejércitos, yo como reina de Picas tengo el poder para defender nuestra tierra, para protegerte.
Arthur trató de buscar aquel Alfred razonable en los ojos del rey, pero una pared de hielo se interponía ¿A dónde se había ido el calor de sus ojos?
-No.
La respuesta de Alfred fue acompañada por su fuerza. Arthur estaba desprevenido sus manos se doblaron y un gritó le rasgo la garganta adolorida.
-No dejare que seas un sacrificio, no me importa si debo doblegarte, yo, tengo la fuerza para impedirlo.
Los ojos enormes de Arthur le contemplaron, el rey de picas estaba rodeado de una aura oscura, estaba fuera de si.
“Crack”
El leve sonido de algo romperse bajo las manos del rey hizo aparecer al As como si una alarma silenciosa se hubiera activado. Brillante frente a Arthur, un cuchillo se apretaba contra el cuello del rey. Una mano forme y un oscuro violeta estaban detrás de él.
-Rey de Picas, le suplico, que suelte a la reina.
La discusión llegó a un limite peligroso, el As de Picas había sido obligado a amenazar la vida del rey mismo cuando su fuerza desmedida había rotó la mano derecha de la reina de Picas.
-As de Picas, retírate.-Ordeno la reina débilmente.-Al…Alfred.
El rey picas soltó a la reina y en seguida el As guardo su arma y se colocó al lado de su reina para ayudarle. No hubo palabras, solo dolor cuando Alfred les dio la espalda saliendo de ahí.
Cayendo sobre el pecho de Matthew, Arthur se sintió mareado, su piel pálida se empapó de sudor y el dolor de su hueso roto no le permitió moverse.
-¡Arhur!
Gritó Matt mostrándose preocupado a un limite que sus ojos parecían hacerse agua.
-Jeje, hace mucho…hace mucho que no me llamabas por mi nombre…Matt.-Arthur dibujo una triste sonrisa.
-¡Su majestad!
-¡Oh dios!
En pocos segundos una docena de doncellas entraron para curar la herida de su reina.
<< Yo no tenía ni idea que podía sentir ese tipo de dolor… y no, no habló del dolor que causa una herida, los huesos rotos, si no uno peor >>
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b25;b25;b25;

Notas finales:

¿Qué les pareció? Espero no haberlo complicado mucho con los diálogos/explicaciones/sentimientos internos de Arthur a medida que va “explicándole o mostrándole” la situación a Kiku (como lo quieran ver) y pensé que este lo dividiría en varios capítulos como pudieron darse cuenta.
Así que espero sus comentarios y opiniones.
Para quien sigue este fic, no desesperen si tardo un poco en actualizar ñwñU, gracias por su paciencia y por leer! Los amo! XD
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