Depravado.
Todos habían muerto, no sabía porque el no, simplemente no lo podía entender, ya nada tenía sentido, lo que veía parecía estar detrás de un vidrio opaco y sucio, lo que escuchaba parecía sonar como si estuviera sumergido en una piscina, todo era surrealista, nada parecía real, nada más que ese dolor que tenía punzadas en el corazón, calambres en el estómago y unas inevitables ganas de ponerse a llorar cada segundo del día.
Los policías lo habían encontrado tras haberse desmallado, duro días en cama pues no podía ni quería tragar bocado así que lo internaron rápidamente así los doctores pudieran evitar que muriera por inanición, físicamente estaba bien, los doctores habían hecho lo que les correspondía, mas ahora habría que arreglar su cabeza pues tras los horribles hechos que había presenciado parecía estar sumido en un mundo inexistente.
La oficina a la que lo habían llevado no era muy espaciosa más sin embargo el solo podía notar era el color blanco de las paredes que parecía extenderse en un infinito sin fin, los sillones eran incomodos, pero el solo quería quedarse allí sentado por el resto de su vida, ladeaba la cabeza porque incluso sentarse derecho le parecía muy difícil, el oficial que mantenía su custodia lo jalo para que se pusiera de pie levemente lo empujo para que caminara hacia la oficina del doctor que lo vería.
Un psiquiatra muy reconocido por todos en el campo profesional, a sus 32 años ya había logrado sobresalir en el campo de la fiscalía pues parecía entender a los criminales como si fuera uno de ellos, aun así, era sumamente diplomático, amable y alegre cuando no se trataba de trabajo; poseía una simpatía trayente para cualquiera que tuviera que tratar con el ya fuera algún paciente o colega del trabajo.
Al entrar a la habitación ni siquiera dirigió la vista a la persona que estaba frente a él, era lo último por lo que tenía interés, su vista estaba en las ventanas, habían subido al menos 7 pisos en el elevador seguro que si lograba saltar de ella todos sus problemas terminarían: Las voces de los que estaban en la habitación sonaban muy lejanas aun así pudo entender que Kakashi se iría por un rato y después volvería por él.
El señor en la habitación lo invito a sentarse lo entendió al ver que el señalaba el sillón, era alargado como una cama típico sillón de terapia pendo, como si una terapia estúpida fuera a revivirlos.
Suspirando tomo asiento, ese sillón si estaba cómodo así que ignorando por completo al sujeto en la habitación se acorruco en el para cerrar los ojos, el doctor hablaba parecía que se estaba presentando “Naruto” era su nombre. Era lo único que recordaría de esa sesión.
Ya no podía correr estaba agotado un así lo intentaba aunque sus piernas ya no daban para más, estaba completamente asustado esos ojos rojos parecían acosarlo, estaban en todas partes, esa risa horrible y siniestra, su cabeza estaba a punto de explotar estaba a punto de parar cuando sintió las manos frías tomarlo por la espalda con fuerza hasta hacerlo caer en el asfalto rasposo y caliente por el sol, sus manos prontamente estaban sujetando su cuello con fuerza quería gritar , pero lo estrangulaba tan fuerte que ni un poco de aire salía de su garganta “suéltame” pensaba, suplicaba con la mirada pero su sonrisa se pintaba más grande al sentir que sus lágrimas cubrían sus manos. “Ya basta por favor” sentía como telepáticamente ese maldito monstruo lo entendía.
Las sirenas sonaban cada vez más fuertes pero su mirada comenzaba a nublarse por la falta de aire y de pronto sintió un golpe en la cabeza después de azotar en el suelo, pues ese asqueroso había echado a correr tras ver muy cerca a la policía. Ya no despertaba agitado se había acostumbrado a esos sueños perturbadores una y otra vez soñaba los hechos de esa noche, así que tranquilamente tomo asiento y se dio cuenta de que aún estaba sentado en el sofá del despacho al que Kakashi lo había llevado, tallo sus ojos y alzo la vista para enfocar la mirada. Azul, esos ojos eran todo lo contrario al de sus sueños contrastaban con la sangre y a la vez parecían muy profundos.
- ¿Dormiste bien? - pregunto- espero que te sientas mejor- miro su reloj- ya es hora de que te vayas- mañana de nuevo a la misma hora y en el mismo lugar- se levantó y camino hacia la puerta donde Kakashi ya estaba afuera esperándolo.
Camino perezosamente hasta la puerta.
-Naruto Uzumaki- extendió la mano- mucho gusto.
El moreno vio la mano y extendió el gesto- Sasuke Uchiha- respondió sacándole una sonrisa al rubio.