Kei no daba más, podía jurar que las piernas se le doblaban, era un dolor tremendo, había estado muchas horas de pie, tantas horas frente a una camilla, con ese cuerpo desangrándose ante sus ojos, que sentía esa nausea creciendo en el centro de su vientre, sumando a su falta de alimento, no parecía que su cuerpo fuese bien.
—¿Kei? —Wakatoshi acortó la distancia con el rubio. — Luces cansado, fue difícil…
—Lo perdimos, era un niño…
—Hiciste lo que pudiste, sabes muy bien que sus heridas superaban cualquier plan de contingencias que pudiésemos tener. — el más alto le ayudó a quitar la cofia, agregando. — Vete a descansar a casa, unas horas de sueño no te vendrán mal.
Kei sonrió agradecido, la verdad deseaba con ansias su cama, pero la mejor opción para él fue irse a urgencias, su carrera era más importante y por ahora necesitaban todas las manos disponibles.
Ya era bastante tarde, había pasado casi toda la noche y la mañana entre urgencias y cirugías, pero al llegar al lugar y notar a un joven pálido y respirando agitado, quien solo apretaba algo contra su pecho y miraba con nerviosismo.
—¿Necesitas ayuda? — Kei podía ver la molestia en el rostro del chico, por lo que las manos del médico lo guían a una camilla. — Tranquilo, yo puedo ayudarte, cuéntame.
—No, no tengo. — Kei miró entonces las manos del joven, un inhalador vacío, el rubio solo pudo suspirar, odiaba esos momentos, probablemente había tenido un ataque de asma y sin medicamente debió ser aún peor.
—Tranquilo. — Kei lo recostó y acomodó el oxígeno. — Pediré a la enfermera que haga el ingreso para poder revisarte, es necesario que contactemos a tus padres.
El chico le sonreía, aunque se podía notar su dolor y miedo por el estar sufriendo un ataque de asma y no contar con los medicamentos apropiados.
—Quiero el ingreso del paciente en la cama dos, lo atenderé yo mismo, cuando contactemos a los padres veremos con servicios infantiles, un chico con un asma tan severa y sin medicación
Wakatoshi caminó frente al tablero de urgencias, sintiendo como su alma se le iba al suelo, en el registro de la cama dos “Yu Sugawara”
—Enfermera, ¿quién está a cargo del paciente de la cama dos?
—El doctor Tsukishima, estamos contactando a servicios sociales.
—No llame a nadie, ¿Contactaron al doctor Sugawara? —El castaño tomó su móvil, ante la negativa de la enfermera, caminando deprisa a las escaleras para llegar al cuarto al que se habían llevado al menor.
Kei miró al mayor llegar acelerado, notando entonces como el mayor estaba con la vista fija en el joven sobre la cama, el cual ya tenía una intravenosa y oxígeno.
—Kei…
—Asumo que conoces al muchacho. — Kei apretó el historial. — Pedí un contacto con servicios sociales, es un menor que estaba siendo descuidado por sus padres, por lo que necesitamos reportar esto.
—No, es imposible que el sea descuidado, su madre lo ama, daría su vida por él.
—Llegó con una crisis de asma severa, sin medicamentos, honestamente si eso para ti es un buen cuidado, además la enfermera me indicó que no pudieron contactar a su madre.
—Probablemente está en cirugía. —Kei miró al más alto, quien se acercó a la puerta de la habitación del niño, quien lo miraba angustiado, por lo que el de lentes, lo siguió al lugar.
—Yu…
—Wakatoshi…— Yu sentía su garganta rasposa, pero la presión en el pecho disminuía y podía sentir como se le facilitaba respirar. —Lo lamento, yo no quería…
—¿Qué pasó con tu medicamento?
—Estuvimos empacando, no pude encontrarlo en casa, llamé a mamá, pero con el accidente no pude dar con él y tuve miedo. — Yu sintió sus ojos llenarse de lágrimas. — había polvo, mamá siempre dice que no entre a la bodega, pero solo quería ayudar, ahora tendrá que pagar la cuenta del hospital.
—No debes llorar. — Kei se acercó y ajustó el suero. — te daré un calmante, tus padres no han llegado, por lo que…
—Solo somos mamá y yo…— Yu miró al moreno, el médico de cabello rubio parecía severo y molesto, por la situación, el no quería causar problemas, por eso fue al hospital, pensó que, si encontraba a alguien conocido, hubiese encontrado la medicina o a su madre. — Quería tener las cosas listas para la mudanza, mamá no me dijo cuando lo acordaron, pero quería ayudarla, está muy cansado, yo solo…
La frase quedó a medias cuando un fuerte jadeo desde la puerta llamó la atención de todos, Sugawara tenía las manos sobre la boca, con un gesto de dolor.
—¿Yu? Cariño…
Kei le cortó el paso y lo enfrentó. — Dr. Sugawara, quiero que hablemos fuera. — lo movió lejos de la cama, logrando que el gesto de angustia creciera en el rostro del menor, estaba metiendo en problemas a su madre. — asumo que este debe ser su hijo, debo informarle que debemos llenar un reporte para servicios infantiles, la situación de su hijo es compleja, esto obviamente es un descuido que podía generar algo peor…
—Yo no descuido a mi hijo, el tiene asma, pero su medicación, sus atenciones médicas se encuentran al día.
—Llegó con su inhalador vacío, está claro que no tiene los medicamentos necesarios, realizaré los reportes necesarios.
—Dr. Tsukishima. — Wakatoshi había guardado silencio hasta ese momento. — Los padres cometen errores, ellos iban a mudarse, probablemente Yu no fue capaz de encontrar lo que necesitaba, no se realizará reporte y si llega a ocurrir algo, seré yo el responsable.
El rubio frunció el ceño, pero simplemente asintió, el conocía al castaño y si estaba tomando esas medidas, tendría sus motivos.
—Entiendo, tengo que revisar un par de pacientes, los dejaré y vendré a ver a Yu en unas horas. — La mirada despectiva del rubio, sobre el cabello gris, lo hizo estremecer.
Wakatoshi le hizo una señal a Koshi, por lo que simplemente entró para tomar las manos de hijo, quien parecía haberse dormido.
—¿Van a mudarse? — Ushijima era directo, siempre lo había sido. — debo asumir que esta es la respuesta a mi propuesta…
—No ahora. — Koshi tomó la mano de su dormido hijo, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas. — Sé que mereces una explicación, pero solo deseo llorar y…
El moreno apoyó la mano en el hombro del interno, y depositó un beso en su frente. — Calma, dormirá unas horas, da tu turno por terminado.
Kei no comprendía la actitud del otro, pero se detuvo ya frente a una de las máquinas expendedoras, sacó una bebida y se acomodó lejos de la vista de quienes caminaban por ese piso, pero no fue hasta 15 minutos luego, que unos pasos llamaron su atención.