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My own devil por Strider

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Notas del fanfic:

Esta OTP es muy maja, ¿no os parece? 

Notas del capitulo:

Akashi en este universo es hermano menor de Kagami, y tiene 13 años. 

Himuro tiene 24.

El lemon es muy leve, así que no os hagais muchas ilusiones. 

¡Disfrutad vuestra lectura! 

 

Ahí estaba, tan guapo como siempre, usando un clásico disfraz de vampiro, aunque la verdad, si le quitabas los colmillos y la capa, encontrarías el disfraz del pecado, escondido bajo esa mascara de galanura pura. Ah, una sola sonrisa, y cualquiera cae a sus pies. Una palabra dulce y suave, y puede hacer de su posesión a quien se proponga, ¿quién ha liberado a este monstruo? ¿Quién le sacó de su jaula? Demasiado perfecto como para desperdiciarse, demasiado bello como para pertenecer a una sola persona, y demasiado terrible como para subestimarle.

Akashi admiraba a Himuro, lo admiraba, él era mayor, guapo, encantador, y siempre tan natural. Nadie parecía temerle, nadie rehuía a su presencia. Tenía el porte de un rey, la belleza de un príncipe, y el encanto de un mago, pero eso no era impedimento para que otros se acercaran, ¿por qué él sí podía tener amigos? ¿Por qué él podía hablar con otros? ¿Por qué nadie le aislaba, ni le trataba como otros trataban a Akashi? Esas preguntas rodeaban en su inocente cabeza de apenas trece años.

Tatsuya, pareció advertir que el pequeño lo observaba, podía sentir esos dulces ojos inocentes que le observaban. Parecía como si el mayor pudiese leer todo a detalle en esa mirada pequeña y juvenil.

La sonrisa de Himuro apareció en sus labios cuando se percató de que Akashi llevaba un encantador disfraz de brujo. Era un disfraz en extremo sencillo para alguien como él. Si hubiese dependido de Himuro vestirle, seguro que le ponía un traje de novia, o de princesa. Akashi luciría hermoso en un kimono rojo con flores blancas. Precioso, él era precioso, como una muñeca, se mantenía frágil. ¿Seguiría siendo así de hermoso siempre? Seguro que algún día ese precioso niño sería un emperador, alguien que con gracia y porte se haría respetar, y todos le obedecerían, porque así como sucedía en las épocas antiguas, la gente con solo verle sabría que él es especial, un elegido de la divinidad. No obstante, Himuro deseaba desde el fondo de su corazón ver esa misma carita siempre.

El joven vestido de vampiro se removió la capa, y dejó a las chicas con las que charlaba con la palabra en la boca, disculpándose con una sonrisa deliciosa que arrebató toda queja de esas bocas pintadas de intenso carmín. Tatsuya estaba interesado sólo en un par de labios, y esos, pertenecían a la pequeña criatura que le observaba.

—¿Y dónde está Kagami, Akashi? ¿No debía él cuidarte?

—Fue con Daiki por más comida y hielo, vuelve pronto —respondió el menor, al instante.

—¿Y no te sientes solo? Seguro asusta estar entre tantos mayores —comentó Himuro, solemne, alejando a Akashi de la fiesta, caminando lentamente hacia su habitación con él a su lado. Su mirada dijo “sígueme”, el menor no se opuso.

El menor negó.

—Estoy acostumbrado, aunque los adultos que conozco son diferentes.

—Menos revoltosos, imagino —Akashi asintió, Himuro prosiguió—: ¿Te gustaría que me quede contigo un rato? Tengo dulces en mi cuarto, y ahí la música no se escucha tan fuerte.

—Está bien —respondió con tono aliviado—, gracias.

—No me agradezcas.

[…]

Los besos tenían gusto a caramelo, el sabor de los chocolates con alcohol que habían estado comiendo se mezclaba con el dulzor del roce de sus labios.

La boca de Akashi era pequeña, sus labios eran sumamente tersos, y tan delicados que ya estaban rojos.  Himuro no quería, ni iba a detenerse. Akashi, mareado por los chocolates, a duras penas podía responder, él sólo abría la boca como un pequeño polluelo que espera su alimento. Su lengua le dolía, y sus mejillas estaban entumidas, recibir la lengua de Himuro era difícil, estaba a punto de morderlo debido a que ya no podía mantener la boca abierta. El mayor le dejó ir, acarició sus mejillas.

—Eres precioso.

—… Himuro, ¿qué estás haciéndome…?

—Estas son cosas que se hacen a la gente que quieres —respondió con tono sensual—. Y yo te quiero mucho.

—¿Me quieres? —preguntó Akashi, un rastro de brillo e ilusión se vio reflejado en sus ojos.

Él era un niño aun, uno que por lo visto necesitaba mucho amor y atención.

Y Himuro se aprovechó por completo,  sin importarle nada, sin detenerse a pensar en las consecuencias, o en qué podría pasarle a Akashi. Lo único que deseaba, era poseer a tan preciosa criatura, y manchar su pureza.

[…]

—Gracias por este favor, Himuro —dijo Kagami, sonriendo abiertamente—. Necesitaba que alguien cuidara a Akashi hoy… ¿sabes? Quizá él no diga mucho, pero le agradas demasiado, él mismo me dijo que quería venir contigo.

—¿Qué puedo decir? Nos llevamos bien, además, es adorable y se comporta bien, y cuando se porta muy bien, le doy dulces, ¿no es cierto, Akashi?

Akashi se escondió tras Kagami, sus infantiles mejillas estaban sonrosadas. Taiga, sonrió, le pareció que ver a Akashi cohibido era realmente adorable, ya que con él había más confianza, y no solía ser así de tímido y tierno.

Kagami se despidió de Akashi, y entonces se quedó a solas con Himuro. La casa estaba sola, el silencio era terrible. Akashi sabía que sucedería a continuación, porque siempre era igual, llevaba prácticamente tres meses sometido bajo esa rutina desde que en aquella fiesta de disfraces ambos rebasaron los límites.

—¿Qué es esto…? —inquirió Akashi, al observar una fuente de chocolate en la mesa del comedor. Era lo único en la mesa, no había más.

—Sabes que nos gustan los dulces, ¿verdad, Akashi?

Akashi asintió, sus piernas estaban temblando.

—Ya sabes que hacer —demandó, con un tono más frío y autoritario que hizo estremecer al menor.

—Cierra las cortinas, por favor… —pidió Akashi, temeroso, y tenía sus razones para temer.

Himuro era el diablo, era un demonio… tan dulce, tan seductor, pero, si le hacías enfadar, era un tirano.

Tatsuya accedió y cerró las cortinas, una vez que todo estuvo listo, Akashi empezó a desvestirse, ahí mismo, en la sala, sin pudor alguno, porque Himuro siempre exigía que fuera de ese modo. Tatsuya sonrió, observó las marcas de beso que manchaban esa perfecta piel, y observó esos rosados pezones que, podría jurar, lucía más grandes de lo habitual.

Himuro cargó a Akashi desnudo, y le subió en la mesa, recostándolo. Tomó el chocolate líquido, y comenzó a esparcirlo por todo ese pequeño cuerpo, colocando cantidades abundantes y generosas en sus zonas erógenas. Akashi suspiraba cada que el helado cosquilleo recorría algún punto clave de su piel. Ah, la mirada de Himuro quemaba, su cuerpo parecía calentarse, a tal punto que ya no sentía la gélido del chocolate que escurría por su cuerpo.

Tatsuya se inclinó y deslizó la punta de su lengua sobre el pezón izquierdo de Akashi, y luego con toda la lengua repasó la aureola, para luego clavar sus dientes en la rosada carne. Himuro sintió ligeros escalofríos de puro placer, siempre sentía placer cuando tocaba con lascivia el cuerpo de Akashi. El chocolate siempre era delicioso cuando lo obtenía con Akashi de por medio. Luego, procedió a chuparlo con fuerza, succionando sin piedad, siendo un poco más rudo, obteniendo al instante pequeños quejidos. La voz de Akashi era aguda, natural en su edad, y siempre se agudizaba cuando comenzaba a gemir, fuese de miedo, o de gusto, esos pequeños sonidos era lo mejor, Tatsuya se deleitaba en ellos, y su erección punzaba cada que el menor sollozaba por su actuar.

—Dime dónde quieres que te toque —susurró Himuro directo en su oído, para luego lamer su oreja.

Akashi cerró los ojos con fuerza, estremeciéndose, esa voz, esa voz siempre le ponía de nervios, y a su vez, le hacía olvidarse del mundo, de la decencia. Con Himuro era imposible recordar que apenas tenía trece años, y que las cosas que hacían estaban mal, porque a su lado, todo se sentía bien.

Himuro era su droga, su adicción, su pecado, su gusto inmoral.

Akashi había dejado de ser un niño, le habían arrancado la inocencia entre besos y caricias.

—Aquí, tócame aquí —dijo, abriendo sus piernas con una sonrisa en sus labios, señalando con sus dedos ese pequeño lugar que Himuro ya había violado más de una vez.

Estaba roto, y su peor naturaleza escapaba apenas su mente se ponía en blanco, víctima del placer.

Himuro sonrió, su obra era perfecta, Akashi era su obra, la muestra de que aun corrupto, un ángel sigue siendo un ángel.

[…]

Descansaban en la cama, Akashi abrazando a Himuro.

—Himuro… —llamó Akashi, dulcemente.

—¿Sí?

—¿Me quieres?

—Sí.

—¿Mucho?

—Sí, mucho.

Akashi atrajo a Himuro con sus pequeñas manos, y le llenó de tiernos besos, culminando en un beso más profundo, había aprendido como dar besos de adulto, aunque aún era difícil.

—¿Me querrás por siempre?

—… ¿Por qué lo preguntas?

Akashi entonces se subió sobre Himuro, cabalgándolo, la vista era estupenda.

Himuro alzó su mano y acarició ese precioso rostro.

Akashi estiró su brazo, y sacó algo del cajón.

—¿Me querrás por siempre? —repitió.

—Sí Akashi, por siempre —respondió Himuro, con tono conciliador.

—Espero que sea verdad.

—No te mentiría.

—Porque… si te atreves a dejarme… —Akashi mostró lo que había tomado, unas tijeras, de pronto sus ojos dieron la impresión de ser los de otra persona, no eran sus ojos de placer inmoral, ni los de niño inocente, eran otros, mucho más terribles, que hicieron a Tatsuya estremecer. Akashi clavó las tijeras a unos centímetros de Himuro, en el colchón—: Te mataré, y me aseguraré de que sea la peor muerte concebible.

Akashi sonrió, sí, lucía como un emperador.

—Tú eres mío, y de ahora en adelante, sólo saldrás conmigo, y sólo me tocarás a mí, de lo contrario, yo te mostraré un verdadero infierno.

Himuro sudaba en frío, sabía que era en serio.

—Así que… dame mucho amor, de hoy en adelante, ámame más y más, ¿sí, Himuro?

Y se besaron.

La adrenalina, se mezcló con el terror, y a esta se le unió la locura, y el sexo.

Himuro había roto a un ángel, y había creado a su propio demonio.

Y era totalmente hermoso.  

Notas finales:

Espero os haya gustado <3 Nos leemos pronto. 


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