Todo comenzó en un pequeño lugar de Sicilia, Italia donde se encontraba una mansión con una vida de 10 generaciones y contándo pues ésta no era nada más ni nada menos que la mansión Vongola, hogar de cientos de sirvientes y de la familia Vongola junto con los guardianes de este. La mansión también le pertenecía un inmenso terreno lleno una exótica y glamurosa fauna, con flores tan comunes que Reconocerías de inmediato tanto como otras que te preguntarías si realmente sin flores o siquiera plantas. Este hermoso jardín era rodeado por una inmensa reja negra que parecía llegar hasta los cielos. Pero algo que ni los guardias de la entrada sabían era de una criatura, pequeña y curiosa que logró adentrarse por los pequeños espacios de la reja. Alegre y despreocupada mente empezó a jugar y correr graciosamente por las flores, olfateando nuevos olores y observando nuevas formas, no fue hasta que se encontró con una flor peculiar y de apariencia peluda que le llamó la atención, sin dudar o asustarse acercó su húmeda nariz a dicha flor y la olfateo, pero los "pleitos" empezaron a hacerle cosquillitas, se alejó rápidamente pero ni así dejó de inhalar chistosamente hasta que estornudo sobre las flores blancas y peludas, haciendo que los Dientes de León salieran por los aires. Maravillado, salió corriendo tras ellos con emoción. Los persiguió hasta llegar a un lugar que parecía de un par de escalones con dos jovencitas de pantalones negros y delantal blanco. Se acercó con calma a ellas que discutían sobre algo que no entendía pero vio la puerta abierta y se asombro con la majestuosidad del interior por lo que sin pensar (y hacerse notar) se adentró a la mansión de lujosos e inmensos pasillos.
La aterradora criatura se encontraba ahora el doble de maravillado por todos los limpios y nuevos objetos que veía junto con todas aquellas personas pulcras y elegantes que pasaban por los pasillos a diestra y siniestra. No fue hasta que llegó a una amplia habitación que un grito lo alarmó.
—¡Hey, tú! —gritó un hombre de traje sin esperar verdadera respuesta, más bien por costumbre, para salir tras el animal.
Irónicamente, la espantosa bestia se asustó por en grito e instintivamente se subió a las escaleras donde empezó a correr como loco.
Cuando la grotesca criatura llegó al segundo piso analizó con prisa el lugar para salir corriendo hacia una puerta entre abierta para esconderse del peliplateado cuando la puerta fue cerrada por un joven japones de cabello negro que acababa de dejarle su último informe a su jefe. La horrenda criatura observó con curiosidad el lugar en el que había sido encerrado para distinguir unos sorprendentemente finos (y caros) sillones y un inmedo escritorio al final de la habitación donde se acercó con su andar chistoso y cuando quedó a milímetros de la madera para sentarse frente a ésta.
—¡Woof! — ladró el chihuahua.
El castaño se tensó.
Miró a su alrededor con calma para no notar nada inusual y volver a relajarse en su asiento de cuero y seguir con el papeleo.
Debió ser su imaginación, pensó.
—¡Woof! ¡Woof!
Saltó en su lugar.
Con la firmeza de un jefe colocó ambas palmas de sus manos sobre el escritorio, levantó su lindo traserito del asiento de cuero para apoyarse en la madera y asomarse paulatinamente por el borde del escritorio, asomando primero su indomables cabellos y luego su curiosa mirada.
—¡Woof! — ladró amenazante mente el perrito mientras sacaba la lengua y agitaba su colita... Con maldad...
Tsuna se volvió a acomodar en su caro asiento para seguir con el papeleo, un pequeño perrito no le distraería de su trabajo.
—¡WOOF!
—¡HIIIIIIIIIIIIIIIIIIEEEEEEEEEEEEEEEE!!!
Fue el chillido/grito que se escuchó por toda la mansión Vongola, algunos se sorprendieron y miraron con alarme su alrededor, otros siguieron a lo suyo acostumbrados al masculino grito de su jefe. Pero hubo alguien en específico que se encaminó a paso duro a la oficina del castaño por haber interrumpido su tiempo de paz mientras se tomaba un delicioso café pero toda venganza y tortura que planeaba el espartano tutor mientras se encaminaba a la oficina de su ex-alumno quedó olvidada (y pagada) en cuanto abrió las puertas que daban al castaño.
La habitación se encontraba hecha un desastre con cenizas, hoyos y hielo alrededor, muestra de que un Punto Zero Personalizado y un pequeño X-Burnner habían hecho de las suyas, pero eso no era lo más llamativo del lugar y en donde el Hitman concentró su atención.
Ahí, frente a él, un maduro hombre, cabe recalcar que no cualquiera, sino que el décimo Vongola líder de la familia y ahora también empresa mayor conocida del mundo, de 24 años de edad, gobernando y dirigiendo a más de 10000 personas al rededor de todo el mundo, con el pequeño Natsu, que de pequeño solo quedaba el recuerdo pues este había crecido considerablemente, que, sentado ya le llegaba a la altura de la allá sin contar su frondosa e imponente melena. Pues estaban este par, humano y león, con su impotencia olvidada en una esquina al igual que su valor pues ambos temblaban peor que un par de maracas, abrazados, sobre el escritorio de caoba... Mientras un chihuahua parado en sus patas traseras y recargando las delanteras sobre el escritorio.
El décimo Vongola y su león estaban siendo aterrorizados por un perro.
Un chihuahua.
De 30 centímetros a lo mucho.
Y Reborn ni ocultó su gracia.
No recordaba haberse carcajeado tanto y con tanta fuerza desde... ¡Nunca!
—R-Reborn... — quejó el tembloroso y avergonzado adulto antes de que el perrito saltara para intentarse subir en vano al escritorio. — ¡HIIIIE!
Su carcajada se hizo más fuerte.
Ya hasta le dolía el estomago.
Obviamente recordaba el miedo y pánico que había visto de su Dame-alumno el primer día que lo fue a entrenar, el como cayó al suelo vergonzosamente ante el temor del perrito.
Siguió divirtiéndose de la desgracia del joven por varios minutos, incluso cuando se cansó de reír y se sentó en uno de los sillones, la pequeña bestia no parecía cansarse de atormentar al Vongola, ni que pararía pronto.
Pero era demasiado cómico. Con todos los peligros que el menor había enfrentado en su vida, viajando al futuro, derrocando villanos ínter dimensionales, liberandolos de la maldición del Arcobaleno y devolviéndoles su forma adulta. Supuso que los perros ya no le asustaban. Su Dame-Tsuna siempre le venía con sorpresas.
Esa era otra de las razones por las que se había encaprichado con él.
Si, encaprichado.
Porque "gustar" y "enamorarse" no estaban en su vocabulario, en el del mejor asesino del mundo.
—¡R-Reborn! — le chilló al de patillas rizadas. — ¡A-ayúdame!
El pelinegro sonrió ocultando su midara con si sombrero de fieltro. Tsuna debía sentirse extremadamente rebajado para pedirle su ayuda.
—Pero si se nota que se están divirtiendo. — burló inevitablemente.
El Vongola, al saber que no recibiría su ayuda tuvo que ir al Plan Z.
Si ese no funcionaba...
Entonces nada lo haría.
Y Reborn volvió a carcajearse al ver como el Sawada tomaba una hoja y una pluma dónde empezó a escribir su testamento mientras Natsu juntaban sus patas delanteras y cerraba los ojos para ponerse a rezar.
Cansado del dolor de pansa se levantó, tomó al canino entre sus manos y lo alzó hasta su pecho donde la bestia movía con alegría (y malicia) su cola.
—¿Cómo le tienes miedo a un chihuahua pero no al perro de Takeshi? Si este es más pequeño e inofensivo.
—El de Takeshi es amable y listo, además de que él nunca permitiría que nos hiciera daño. — dijo Tsunayoshi mientras se bajaban Natsu y el del escritorio y volvían a acomodarse con imponencia. — Además, prefiero los gatos.
¿Gatos? — eso le llamó la atención. — ¿Cómo que clase de gatos?
Tsuna se sonrojó.
—Pues... Gatos... Negros... De pelaje sedoso... Elegantes... Pulcros... Agresivos pero amables en el interior...
—Esa fue una descripción muy específica, Dame-Tsuna. — le reconoció Reborn. — ¿Estás seguro de que no eres zoofílico?
—¡NO!
Grito de inmediato, colorado por el enojo y la vergüenza.
—bien, voy a dejar afuera a esta "espantosa bestia" — burló por último pata luego para cerrar las puertas.
—¡Woof! — ladró alegre por atención que resivía de ambos hombres.
Reborn caminó por los largos pasillos con destino a la puerta trasera de la mansión.
—Con que... Un gato... — dijo mientras acariciaba las orejas del alegre animal.
Y sonrió.
—Que adorable definición tienes de un asesino, Dame-Tsuna.
Una semana después, si lograbas encontrarte con la mansión Vongola habitada en una misteriosa parte de Sicilia, Italia y si te acercabas de más, podías notar como en la parte inferior de las majestuosas rejas que resguardaban la mansión, había un resistente mosquitero de 50 centímetros que cuidaba de que pequeños, malignos y despiadados chihuahuas no irrumpieran en el territorio Vongola.
Fin <3