Al día siguiente Killua ya estaba dirigiéndose a su nuevo centro de estudios, era temprano y la cantidad de alumnos seguía siendo la misma. Para evitar problemas con alguien se dirigió directamente a su aula deseando que el día pasaría lo más rápido posible, no quería encontrarse con el cabeza de piña otra vez, lo había meditado durante la noche y prefería mantenerse alejado de Gon.
Llegó a su aula y al igual que el día anterior escuchó murmullos detrás de él. ¿Acaso no podía ser percibido como un niño normal? No, definitivamente no.
Ya en su asiento levantó la vista para observar a cada uno de sus compañeros y estudiarlos: había un grupo de chicos de entre 15 y 18 años que reían amigablemente en los asientos de adelante. Todo parecía normal, creyó que podría acostumbrarse a esa nueva rutina, es más, sería un nuevo método de entrenamiento mental para soportar la presión social. Como Killua se metió más y más en sus pensamientos no se dio cuenta que el profesor ya había ingresado al aula.
- Killua Zoldyck el director lo espera en su oficina – el niño voltio sin cambiar su faceta de tranquilidad y miró al profesor por varios segundos.
-¡Ahora! – el tutor alzó la voz y en un reflejo el niño salió del aula dejando a todos con muchas interrogantes. El niño no terminaba de comprender su situación.
- ¿Qué? – Dijo deteniéndose en seco por el pasillo - ¿Por qué tengo que ir a la oficina del director? Aún no he matado a nadie – pensó a la vez que continuaba su camino. Cuando llegó se detuvo en la puerta y tocó dos veces - Adelante – fue lo único que se escuchó. Killua cerró la puerta detrás de él y presenció una escena confusa, Gon se encontraba ahí también sentado en las sillas de invitados al frente del director Netero.
- ¿Qué demonios hace aquí el cabeza de piña? – pensó. No solo bastaba con haberle quitado tiempo ayer ahora también tenía que encontrárselo.
- Bienvenido Killua, hay unas preguntas que tengo que hacerte – dijo el anciano invitándolo a sentarse. El niño obedeció y en el acto cruzó miradas con Gon que le sonreía ampliamente. Su concentración se perdió y los nervios afloraron, no podía verlo, sentía que había cometido un acto terrible en contra de sus principios. Sus pensamientos no le dejaban de decir que él no debía tener amigos ni nada parecido. Pero ahí estaba Gon con una sonrisa sincera rompiendo todos los paradigmas de su vida.
- Ahora me dirán por que se saltaron las clases el día de ayer. ¿Acaso de toman en juego el hecho de permanecer aquí? – la voz de Netero era la más seria que había escuchado Gon, este tomo una decisión y no dudó en responder antes de que Killua abriera la boca.
- Netero – san, yo invite a Killua a un enfrentamiento por el cargo del líder, sabiendo que el desconocía las reglas. Netero empezó a reír jovialmente antes de contestar.
- Si sabias que Killua recién se estaba adaptando ¿Por qué lo hiciste y lo invitaste a romper las reglas?
- Porque…. Porque me pareció interesante – dicho esto el anciano y el albino lo miraron sorprendidos ¿Por qué eres tan jodidamente sincero Gon?
- ¿y tú Killua? ¿No tienes nada que decir? – miró al aludido cambiando drásticamente la expresión de su rostro.
- Creo que soy responsable de mis actos, Gon no me obligó a estar con él en vez de ir a clases – dijo el albino ya acostumbrado a ese tipo de escenas. En su casa era normal que le llamaran la atención por todo y lo castigaran cruelmente. Él solo esperaba que le dieran su penitencia como otras tantas veces.
- Oh, vaya niños, no intenten tomarme el pelo – dijo el anciano mientras se rascaba la cabeza – Si querían tener una pelear de ese tipo solo debían llenar el formulario de permiso. Tú lo sabias muy bien Gon.
- Todo pasó muy rápido Netero – san – contesto el aludido rápidamente – No volverá a suceder – fue lo último que dijo ante la mirada escudriñadora del anciano. Ese hombre imponía su autoridad con mucha firmeza.
- Puedo contar contigo Gon ¿y tú? – miró al Zoldyck que se encontraba callada y sin inmutarse a nada. Parecía de piedra. A él nunca le importó ser bien tratado, ni escuchando cuando tenía que dar explicaciones, su familia nunca le dio oportunidad de opinar ni de tomar sus propias decisiones. ¿Ahora ha de hacerlo?. Lo pensó varios segundos, él realmente no quería tener problemas en ese lugar, si una queja llegaba a su casa realmente estaría en una grave situación de la cual no podría salir.
- No volverá a ocurrir Netero – san – cuando el albino dijo esto Gon se levantó de su asiento y lo jaló del brazo, obligándolo a salir de la oficina.
- Estos niños de ahora… - rio Netero ya que la actitud de los menores le había causado gracia. El anciano era muy comprensivo con ellos, especialmente porque conocía el secreto de la familia Zoldyck. …
- Hey Gon ¿qué estás haciendo? – dijo Killua deteniéndose en seco para soltar la mano de Gon, Su corazón se aceleró sin motivo razonable, ni siquiera Illumi lo trataba de esa forma.
- Lo siento– rio colocándose delante del albino para mirarlo a los ojos, acción que lo puso más nervioso. No es como si Gon este acostumbrado a tratar así a todos, solo que realmente quería ser amigable con su compañero.
-¿Por qué hiciste eso? – el de ojos azules apartó su mirada de los ojos miel de Gon, si se quedaba mirándolo más tiempo su corazón saldría por su pecho rompiéndole las costillas.
- Si nos quedábamos más tiempo era probable que Netero cambiara de opinión – contestó con total transparencia.
- ¿No será mejor que regresemos a nuestras aulas entonces? – rebatió Killua buscando una salida para irse sin que su acompañante descubriera su nerviosismo.
- No lo creo, ya hemos perdido las primeras hora por andar en la oficina del director – dijo esto sonriendo ampliamente mostrando los dientes.
- ¿No querrías ir a la cafetería a tomar algo? Antes de que Killua dijera algo Gon ya se encontraba caminando en dirección de las escaleras. Su mente se negaba rotundamente a ir, pero su cuerpo le pedía estar en la presencia de ese niño. Empezó a caminar levemente detrás del azabache, lo comenzó a observar detenidamente de abajo hacia arriba. Gon tenía la misma talla que él, era delgado pero lleno de fibra, su test dorada era tersa y firme, ese cabello negro tiraba ligeramente verdoso en las puntas.
Cuando llegaron a la cafetería pidieron un té helado para cada uno, se sentaron en las mesas del fondo y no dijeron nada. Otra vez el silencio comenzaba a reinar la situación, pero al parecer al único que le incomodaba eso era a Killua, en cambio su acompañante tomaba su bebida con los ojos cerrados, y muy sonriente.
- ¿Quieres ser mi amigo? – escuchó el albino que provenía de esa voz suave. Alzó la mirada y observó a Gon por primera vez a los ojos por voluntad propia, viendo ese brillo cegador se dio cuenta que hacer esa pregunta había sido vergonzosa para él.
¿Ser amigo de otro niño? – pensaba Killua, su corazón se detuvo bruscamente al analizar la idea. - ¿Yo amigo de alguien como Gon? – Su rostro se ruborizó y se quedó en shock. Aunque quería no podía apartar la mirada de esos bellos ojos – Vamos Killua esto no puede ser tan difícil.
- Sí… - su boca se había movido como por arte de magia, yendo en contra de toda voluntad propia. Por más que lo negara, él era quien más quería ser amigo de Gon. -
Yeaaahh, Killua seremos los mejores amigos- gritó sonrientemente el moreno mientras sacaba su celular del bolsillo. Killua lo observaba detenidamente y su corazón se tranquilizó
–No creo que sea tan malo después de todo, mientras mi familia no se entere… - pensaba el niño.
- Intercambiemos números – pidió Gon a la vez que se abalanzaba a Killua para tenerlo más cerca. Al albino eso no le molestó, ahora se sentía tranquilo y su preocupación se había ido. Para su corta edad el Zoldyck no podía deducir lo que le estaba pasando. Aquellos nervios eran producidos por la nueva sensación de tener a alguien con quien compartir tiempo. No era nada del otro mundo hacer amigos, pero para él sí lo era. Se despidieron después de eso y cada uno fue a su aula en el intercambio de hora.
- Nos vemos Killua – se despedía un niño a lo lejos agitando su mano…
- Nos vemos Gon – contesto sonriendo verdaderamente después de mucho tiempo.
Ahora los días en la Academia Hunter estarían asegurados de muchos problemas y situaciones comprometedoras. Ninguno de los dos niños podría imaginar lo importante que sería este día en sus vidas.