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¿Viaje de negocios o placer? por LeonSmith

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Notas del fanfic:

Éste fanfic es un capricho que tengo desde que salió el último tráiler de Pokémon Sol y Luna, en el cual podemos ver las versiones adultas de los campeones de Kanto. Tan sólo dije: “hey, parece que van de luna de miel”; así que, aunque éste fic no hable de una boda o luna de miel, sí que tendrá una historia más profunda que la de una simple batalle en el postgame. 

Notas del capitulo:

Pues, ¿qué les puedo decir? Ojalá disfruten del capítulo.

Haciendo un hermoso día soleado sobre la ruta 6, Green, ex-campeón de la región de Kanto y actual líder de gimnasio, se dirige a paso lento hacia el norte, rumbo a Ciudad Azafrán. Hacía unas cuantas horas que había regresado de unas merecidas vacaciones, de las cuales no regresó del mejor humor posible.

Por fin llega al acceso sur de la ciudad, lo piensa bastante rato antes de dirigirse hacia la estación del magnetotren, sabe que le espera una buena caminata hasta ahí.

 ─ Genial, vuelvo de ver gente hasta hartarme para terminar haciendo lo mismo – refunfuña para sí mismo mientras esquiva las personas que se dirigen presurosas a sus trabajos.

Después de varios choques y empujones, el joven entrenador logra llegar a su destino, la gran estación de Ciudad Azafrán. Sin gran dilatación, aborda el tren del mediodía con dirección a Ciudad Trigal; camina por el pasillo del vagón, buscando un lugar vacío para poder viajar tranquilo (inclusive, poder dormir). Sin embargo, apenas terminar de acomodar su equipaje y tomar asiento, una voz le hace maldecir su suerte…

 ─ Pero mira nada más lo que tenemos aquí, el flamante ex-campeón de la región.

Apenas levantar la vista, el castaño se topo con un rostro familiar, a quien sólo dedicó un refunfuño.

 ─ Siempre tan gentil, eh. – sin importarle la expresión de desacuerdo, una sonriente pelirroja procedió a tomar asiento a su lado, la cual no tardó en darle un leve beso en la mejilla.

 ─ No estoy de humor, Misty.

 ─ Tú nunca lo estás. – cruzada de brazos, fijó la vista sobre él.

 ─ ¿No deberías estar en Celeste?  El gimnasio no se atenderá sólo.

 ─ No te preocupes por mí, chico considerado; mis hermanas lo cuidaran el fin de semana. – De un pequeño bolso azul, toma una botella de agua, a la cual da un sorbo. – Aprovecharé para visitar Whitney, hace años que no la veo.

 ─ No tienes que contarme tu vida. -  De reojo, observa el rostro de su colega, su semblante refleja la frustración que siente al no poder una conversación amena con él. Haciendo un gran esfuerzo para domar su orgullo, Green trata de ser un tanto más amable. – ¿Ha pasado algo interesante en Celeste?

Sorprendida por el gesto, articula lo primero que se le viene a la mente. ─ Ah, no mucho, todo es bastante tranquilo.

Un silencio incómodo se forma, mientras el tren avanza fuera de la estación. Misty juega con su botella mientras Green aparenta ver el paisaje que se asoma por la pequeña ventana de su asiento.

 ─ ¿Tú por qué no estás en el gimnasio?

 ─ Me tomé unas vacaciones.

 ─ ¿Demasiado trabajo para ti, niño bonito? – Green recibe un ligero golpe en el brazo, al cual responde con un pequeño quejido.

 ─ ¡No! Al contrario, estaba muerto de aburrimiento, hace meses que nadie consigue las suficientes medallas para desafiarme. Y ni hablar de derrotarme, desde ese tonto niño de Johto, nadie ha podido siquiera cargarse a uno de mis pokémon, todos son unos inútiles.

Aunque las palabras que ocupara su compañero no fueran las más adecuadas, Misty sabía que tenía razón, incluso ella, siendo la segunda líder de la región, había tenido semanas sin un poco de acción.

De algún modo, ella siempre ha sentido una especie de cariño por el patán que tiene a su lado, podría decirse que lo siente como un muy cansino hermano, con el cual siente una profunda admiración y responsabilidad. Desde aquel día, hace ya diez años, en el que fue derrotada por él, supo que era un entrenador con bastante potencial, pero desubicado.

Por lo menos, en aquella época, tenía cerca a su amigo (si así puede llamársele) que, a base de derrotas, le iba mostrando lo equivocado que estaba en su forma de ser. Ahora, después de tantos años de no verle, es evidente que necesita de alguien lo suficientemente fuerte como para ser “digno” de su amistad.

Mientras Misty divaga y se crea toda una película en su cabeza, Green recarga su mentón sobre su mano, apoyado en la ventana; el tren acaba de salir de la estación de Ciudad Azulona, y pronto llegará a su destino; poco a poco se asoma la Meseta Añil y la punta del majestuoso Monte Plateado, los cuales (por motivos muy distintos entre sí) le causan un gran malestar.

Su destino, la Ruta 2, se encuentra cada vez más cerca; aunque siente alivio de por fin acercarse a su hogar, no puede olvidar el motivo por el cual salió rumbo al primer lugar que encontró.

 ─ Aquí bajas, ¿no?

Green se encuentra desorientado, como si no reconociera el lugar en el que está. Mira hacia todos lados, no puede creer que no se diera cuenta que ha llegado a la estación; toma sus maletas y se levanta rápidamente, temiendo que el tren avance.

 ─ Sí, hombre, hasta luego…

 ─ No me molestes, ¿qué no vez que tengo que salir?

Sin perder más tiempo, Green corre hasta la puerta del tren, logrando salir a tiempo. - ¡Hala, nunca cambias…!  Es un idiota. – Misty se queda cruzada de brazos, mientras refunfuña ofensas indescifrables; ya debería estar acostumbrada a que sus encuentros terminen así.

. . .

Después de revivir memorias en el Bosque Verde, el joven líder logra llegar a Ciudad Verde; no pierde ni un segundo, dirigiéndose al Gimnasio, el cual se ha convertido en su nuevo hogar.

Entra por una puerta trasera, la cual conecta con un pequeño departamento que le fue entregado por la Asociación Pokémon al aceptar el puesto de líder. Entra a su recámara y se deja caer sobre su cama, sin importarle dejar sus maletas en el piso; recarga su cabeza sobre sus brazos y mira fijamente el techo, tiene la sensación de estar pensando en algo, pero no tiene claro qué, sólo sabe que le molesta. De a poco, sus párpados se van haciendo cada vez más pesados, tardando poco en quedarse profundamente dormido, al fin está en casa.

. . .

Un par de meses han pasado desde su viaje, y Green se encuentra más irritado que nunca; desde que llegó, no ha habido un día en el que no se haya sentido más un urbanista que líder de gimnasio. Al no haber retadores, las únicas obligaciones que le quedan por cumplir son las que tiene con la ciudad y sus habitantes (actividades que no son precisamente amenas para él).

Como añora los días en los que se enfrentaba a los entrenadores más fuertes de todo Kanto y Johto, desafiando los más peligrosos desafíos; ahora, no se puede sentir más tonto, lavando los pisos del gimnasio (del  cual “por suerte no están encendidas las baldosas”).

Después de un tortuoso día de limpieza, Green se ha dado una merecida ducha, se ha puesto la ropa más ligera que encontró y se encuentra cenando en el comedor del gimnasio (en donde conviven los entrenadores y el personal); se encuentra prácticamente sólo, comiendo con tranquilidad. Aunque, no tarda en ser interrumpido por una de las entrenadoras del gimnasio…

 ─ Por fin te encuentro, Green, hay alguien afuera que quiere verte. – la chica habla con dificultad, parece que ha corrido.

 ─ ¿Has visto la hora (20:00 horas)? No recibo retadores después de las siete, dile que se largue y que vuelva mañana.

 ─ No es un entrenador, es alguien de la Asociación.

Azotando sus cubiertos, el líder se levanta de su asiento y pasa de largo de la mensajera, dirigiéndose a la entrada principal del gimnasio. Una vez ahí, encuentra a un hombre vestido con un feo traje azul, quien lo espera junto a un par de sobres.

 ─ Señor Oak, tanto tiempo sin verlo. – lo recibe efusivamente, con un incómodo apretón de mano.

 ─ ¿Lo conozco? – Green arquea su ceja mientras intenta que recuperar su mano derecha.

 ─ Pero claro que sí, señor, soy el Dr. Florence, miembro del comité organizador de la “noble” Asociación Pokémon de la región de Kanto.

 ─ Sí… claro. ¿Qué es lo que quiere la asociación de mí, señor Florence?

Ambos se sientan en la pequeña jardinera situada en la entrada del gimnasio. – Verá, señor Oak, como bien sabrá, es responsabilidad de la Asociación y de sus miembros, como usted, el preservar la hermosa y honorable tradición de la Liga Pokémon… - “Joder, cómo habla éste tío, como si me importarán sus estupideces burocráticas. Suficiente hago con ser la niñera de esta ciudad…” – […] por esto, nos encantaría que fuera usted mismo quien le entregue su invitación.

 ─ Pare, pare, ¿invitación? ¿Entregar? ¿De qué demonios está hablando?

 ─ Acabo de explicarle, para la inauguración de la Liga Pokémon de la región de Alola.

 ─ ¿Alola? ¿Dónde diablos queda eso?

 ─ No se preocupe por eso, señor Oak, la Asociación se encargará de otorgarle el transporte y recursos necesarios para su viaje. De lo único que debe hacerse cargo, es de entregar esta invitación a su compañero.

El hombre le ha entregado un sobre color azul, con el nombre de la Asociación escrito en letras doradas.- ¿Mi compañero? – La expresión de Green no podría mostrar más confusión.

El hombre, evidentemente molesto por la nula atención del líder, se masajea las sienes. – Sí, ustedes y otros campeones de algunas regiones serán los invitados de honor para inaugurar una nueva sede de la Liga. Y, como es obvio, ustedes dos son los encargados de representar a Kanto.

 ─ ¿Nosotros? ¿Habla de Red?

 ─ Así es.

La cabeza de Green está a punto de explotar, ni siquiera puede cerrar su boca, mucho menos articular palabras; después de un par de minutos de tartamudear y hacer el tonto, puede organizar sus ideas. – Déjeme ver si entiendo, ¿usted quiere que busque a Red, que le entregue éste sobre y que vayamos hasta el rincón más olvidado del mundo para abrir otro de sus exageradamente caros campos de batalla?

 ─ Básicamente, sí.

 ─ Me temo que se encuentra muy mal de la cabeza, hombre. En primer lugar, el título de campeón no me duró ni un mísero día…

 ─ Puede que sí, pero usted y el señor Red han sido los únicos en derrotar al Alto Mando en décadas, sin mencionar que son los entrenadores más fuertes de la región.

 ─ En segundo lugar, ¿cree que tengo tiempo y ánimo para escalar el maldito Monte Plateado, para buscar al perdedor que me arrebató mi título?

 ─ No es secreto para la Asociación que la actividad de éste gimnasio ha sido escaza o nula desde hace meses, nadie ha podido derrotar a los otros líderes. Me temo que usted mismo se puso la soga al cuello al exigir que nadie con menos de 7 medallas pudiera desafiarle. Así que, no veo el inconveniente, puede tomarlo como un viaje de negocios si así lo desea. - Green bufa frustrado, mientras se lleva las manos a la cabeza. – Entonces, ¿acepta, señor Oak?

 ─ ¿Tengo opción? – responde irónico.

 ─ Muy bien, me alegro que haya tomado la mejor decisión para todos. – “Inepto burócrata, te crees muy gracioso”.

. . .

El representante de la Asociación continuó aburriendo al castaño con los pormenores del viaje, así como las indicaciones administrativas para dejar el gimnasio en buenas manos.

Al día siguiente, dio aviso a los entrenadores acerca de su viaje; mientras estuviera fuera, alguna de las ex integrantes del Alto Mando (Agatha o Lorelei) se encargarían de despachar a cualquier entrenador que pudiera retar al gimnasio (algo que el joven líder dudad en demasía).

Minutos más tarde, mientras preparaba una pequeña mochila de viaje, recordó lo emocionado que se sentía hace ya diez años, las ganas que tenía de demostrarse a sí mismo y al mundo lo fuerte que era. Y, a pesar de no poder superar a Red, se sentía satisfecho de la experiencia que había acumulado con sus viajes. Ahora, después de tanto tiempo y de aburrimiento, no podía negar que esa emoción y energía habían vuelto; aunque, ahora, todo estaba entremezclado con una extraña sensación de nerviosismo, al que se negaba a prestar atención.

Antes de volar hacia el noroeste, decidió pasar a visitar a su abuelo y a su hermana, en Pueblo Paleta; sin embargo, el Profesor Oak se encontraba, como de costumbre, en Ciudad Trigal “perdiendo el tiempo” en la estación de radio. Por otro lado, su hermana se alegró bastante al verle, aunque no se salvó de un merecido reclamo por sus tan contadas visitas.

Luego de un refrigerio, cortesía de su hermana, salió de su casa y sacó a su fiel pidgeot de su pokeball, listo para surcar los cielos, pero antes de que pudiera levantar vuelo, la familiar voz de una mujer lo hace detenerse.

 ─ Tú, eres Green, ¿verdad?

El aludido volteó con lentitud, mientras sonríe. – Así es, usted es la madre de Red, ¿no es así?

La mujer sólo asintió, en sus rostros se formo una sonrisa un tanto cómplice. - ¿Verás a mi Red?

 ─ ¿Cómo lo…?

 ─ Una madre siempre sabe. – Green sintió un poco de pena por ella, debe ser duro estar tan lejos de su propio hijo.- Sé que no tenemos la suficiente cercanía pero, ¿puedo pedirte un favor?

 ─ Sí, supongo.

La mujer tomó su bolso y sacó un pequeño paquete envuelto por un pañuelo rojo. – Toma, ¿podrías darle esto, es un poco de ropa limpia y unos bocadillos, son sus preferidos. Green sólo sonrío y metió el paquete en su mochila. Se despidió de su hermana y de la madre de su némesis y alzó vuelo sobre su pokémon.

Al final, gracias a la velocidad y fuerza de pidgeot, Green se encuentra en el acceso de la Calle Victoria, caminando hacia la salida oeste. El silencio que envuelve el lugar no ayuda en nada a los extraños nervios que lo invaden, se siente un tonto por estar así, ni siquiera cuando niño le había causado éste sentimiento.

Ha llegado, la puerta del acceso a la ruta 28 se encuentra frente a él, da pequeños pero firmes pasos, atravesando el umbral que le muestra, ante sus ojos, la inmensidad del pico más alto de ambas regiones.

 ─ No podías elegir un lugar más fácil de llegar, ¿verdad amigo?

 

[Continuará…]

Notas finales:

Hola, de nuevo, muchas gracias por haber leído, espero os haya gustado. Bueno, antes de que se vayan a seguir con sus vidas, les quiero pedir que me hagan saber sus opiniones o quejas en un review, no seáis penosos. También, se he cometido un error que tenga que ver con la lógica de Pokémon, no dudéis en corregirme.

El fic no será muy largo, así que disfrutémoslo mientras dure. :)

Soy León Smith, les deseo muy buenas lecturas. 


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