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Entrenador espartano (Yuri on Ice) por kaoryciel147

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Notas del fanfic:

Esta historia toma como pasado los hechos del anime, solo cambiando que son alfas betas y omegas. Vittor alfa Yuri y Yurio omega. 

 

He aquí una pequeña explicación de lo que es el omegaverse:

 

Alfa: Son la raza sexual dominante, grandes fuertes, normalmente tiene los mejores cargos en la sociedad. Fisicamente tiene un nudo en su miembro con el que anudan a su omega. Su pareja ideal son los omegas, por los cuales ellos reaccionana su aroma, especialmente a su celo. Durante el apareamiento muerden a su pareja omega para marcarlos. Son posesivos y protectores con su pareja e hijos. Tiene algunas habilidades animalísticas

 

Betas: Humanos normales.

 

Omega: Son sumisos sexualmente. La pareja ideal del alfa y quienes pueden  tener a sus cachorros, les dan calma, pueden serenarlos como también enloquecerlos de posesvidad o desesperación por protegerlos. Sufren de un ciclo llamado celo en el cual es casi seguro el que queden  preñados. También cuentan con  habilidades animalísticas y por lo general son más bajitos y menudos que los alfa. 

 

Esto es mas o menos lo que manejo del omegaverse en mis fics en general. Pero esto cambia entre fics.

Notas del capitulo:

Esta historia esta basada en un fanart que vi curculando por facebook. Una lectora me pidió que escribiera un fanfic por ello decidí realizarlo. Adoro a esta pareja y planeo muchas más historias oemgaverse y " en el universo normal" Gracias a Mappa que son sus creadores y por hacerlos cannon con esa preciosa escena del beso. 

Cualquier duda no duden en preguntar. Les invito también a visitar mi pagina de face Kaory-madness

A leer!!

Verlo patinar siempre le sacaba una mediana sonrisa aunque la ocultase lo más que pudiera. Aquel niñito sería la perdición de muchos y muchas, aún era solo un niño de 9 años pero sería inevitable que el mundo cayera a sus pies.  Y es que había heredado el encanto, carisma seducción y adorabilidad de ambos padres. Casi parecía injusto con aquellos enormes ojos de un tono curioso y poco común, junto a aquel cabello de un plateado oscuro como si fueran hilos del metal precioso. Una combinación de genes injusta, nacida solo para la gloria. Y por si fuera poco, lo tenía a él como entrenador. Yurio sonrío malicioso no imaginó que podría divertirse tanto entrenándolo.


— ¡Oye, niñato ya te he dicho claramente que esa melodía es para un patinador experimentado!—Se hizo presente. Había llegado antes de la hora acordada con su pupilo, pero el pequeño sentía una adoración perpetua por permanecer en el hielo. Su pasatiempo favorito era patinar ya fuera siguiendo una melodía con un tema o simplemente dejándose llevar por sus sentimientos. Yurio lo entendía, el patinar ya no era un deber o un simple pasatiempo era una forma de vida.


El pequeño niño dejó de moverse con su elegancia heredada de ambos padres. Se paró sobre sus dos piernas y giró su rostro hacia la voz de su entrenador. Sonrío vivazmente con esa dulzura tan cándida que cegaba la visión de cualquiera incluso la de Yurio.


Yurio solo pudo suspirar quedamente cansado y abrumado. No entendía ni siquiera porque había terminado aceptando entrenar al chiquillo. Sus padres contaban con un club propio donde entrenaban a los mejores patinadores en Tokio y una sucursal en Hasetsu, el pueblo natal de la “madre” del pequeño, pero ninguno había tenido el valor de volverse un adecuado entrenador para su cachorro.


— ¡Yurio-onichan!


El pequeño se había acostumbrado a llamarlo por aquel sufijo japonés culpa de la “madre”. Al principio se tomaba el deber de corregirlo, pero pronto terminó rindiéndose ante aquel trato. ¿Cómo podría oponerse ante tanta terquedad?


Tanto Viktor como Yuri tenían  la capacidad para entrenar a su hijo, por supuesto.  Habían llevado a la gloria a diversos e  importantes patinadores tanto en categoría individual como en pareja, pero ninguno tenía el valor para ser rudo con su cachorro consentido. Debido a la carrera de Yuri solo se permitieron tener un hijo después de su retiro el cual fue tardío gracias a su buen desempeño. Cachorro al que llamaron Lev, un bebe adorado por ambos y consentido a más no poder por la familia materna.  Luego de su nacimiento, tanto Yuri como Viktor se volcaron  al entrenamiento de nuevas promesas, por lo que decidieron por el momento no tener más cachorros, lo cual iba en contra de sus instintos primarios alfa-omega pero lo lograron.


Yurio aún recuerda claramente aquella noche en la que alfa y omega le emboscaron en su departamento: El rubio  se había convertido en un destacado patinador el cual fue un duro rival en los últimos años de Yuri, cuando este se retiró se convirtió en un duro campeón a batir,  había ganado numerosas medallas, y el año pasado fue su despedida del hielo como años antes la había sido la de Yuri y antes la de Viktor. No se esperaba que Viktor y su pareja le visitaran. Se suponía que ambos estaban muy ocupados en Japón con sus nuevos campeones junior que habían debutado en la temporada pasada en categoría individual y de pareja.


— ¡Yurio, por favor!—Le rogo Viktor con aquellos ojos que buscaban una respuesta afirmativa.


Ese enorme apapacho que a Yurio le inquietaba. No lo negaría, de joven Viktor le gustó, era el alfa soñado por todos los patinadores omegas y betas de su generación y más. El alfa que contaba con una gracia pero a la vez una seducción envidiada por  otros alfa. ¿Cómo hubiera podido evitar la atracción por él? Pero, finalmente llegó a entender que Yuri Katsuki era el omega echo a medida para Viktor ¿Quién podría soportar lo celoso, caprichoso y divo que era Viktor? Por su puesto otro posesivo, celoso y divo (a su manera)  como Yuri, porque con esa sonrisita bonachona, esos sonrojos y sus gestos redondeados que  lo hacían ver como un cachorrito inocente, ocultaban unas finas garras con los que había espantado a más de un omega o beta que quiso acercarse a su esposo. Yurio aún puede recordar los abrazos que ese par se daban después de cada actuación del omega, parecía no existir un mundo fuera de ellos dos.


—Vamos, Viktor. Cálmate—Le dijo con esa sonrisa amable el pelinegro.


—Yurio, perdonamos por haberte caído de esta manera. Pero… en verdad… ¡Por favor! ¡Entrena a nuestro hijo! Quiere seguir nuestros pasos y necesita un entrenador como tú.


El rubio cruzó sus brazos esbozando un mediano puchero. No había decidido que hacer exactamente después del patinaje. Tenía contratos para promocionar productos para el cuidado del cabello, dinero no le faltaría, al igual que a los Nikiforov… Sin embargo, realmente el patinaje era algo que le apasionaba. Era un omega, pero no tenía mayor deseo de casarse y tener cachorros propios, simplemente le gustaría patinar tranquilamente sin la presión de las competencias o quizás no estaría tan mal vivirlas de otra manera. Había llegado a lo más alto, descubierto muchísimo de sí mismo y sobre la vida misma, quizá sería positivo continuar con su legado de alguna manera.


—Tienen un club de skate ¿Por qué no lo hacen ustedes?—Les preguntó desconfiado.


Yuri y Viktor sonrieron entre sí, cómplices, ambos rieron nerviosos.


—Es que nuestro hijo te admira demasiado—Le dijo Yuri suavemente como si buscara que alguien no les oyera. Desde que te vio en tu última temporada se le metió la idea de que tu fueras su entrenador.


Viktor puso su pose más dramática de depresión. Y es que algo de envidia sentía por que su cachorro prefiriera que Yuri lo entrenase antes que él. Aunque si era sincero consigo mismo, no se imaginaba siendo riguroso con él, por supuesto era su autoridad, pero no sabría cómo manejarlo adecuadamente sin que el instinto le venza.


—Mi bebe te admira más que a mí. —Susurró ofendido— Y además no podría ser estricto con él es mi precioso bebe que vino de aquí. —Tocó con devoción  el vientre plano de su pareja.


Yuri retorció los ojos: ahí estaban ambos concentrándose entre ellos, enviándose  miradas que solo podían comprender ellos como alfa-omega destino que eran. El hecho que ya no sintiera nada por Viktor no implicaba que le agraden las caricias atrevidas que se daban ¿Qué Yuri no era japonés? Un poco de recato oriental omega no vendría nada mal, pero Viktor hacía que el Yuri japonés lo olvidara, melosos, mientras el mayor abrazaba por detrás a su pareja, mientras le susurraba suavemente en el oído parecía que incluso se habían olvidado para que habían ido a aquel lugar.


Yurio carraspeó audiblemente, pero ninguno le hizo mayor caso. Sintió los bellos de su espalda encresparse cuando el atrevido aroma dulce de otro omega amenazó su territorio: El omega de Yuri estaba despertando ante la susurrante voz de su alfa. Yurio frunció el ceño inevitablemente.


—Oigan, par de ancianos calenturientos, si quieren coger váyanse de mi departamento. —Cruzó sus brazos sobre su pecho.


El japonés estaba sonrojado por la vergüenza  pero Viktor no se había separado ni un milímetro de su pareja incluso lo apretó más contra su cuerpo. Con una sonrisa traviesa le guiño un ojo a Yurio.


—Yurio…. —Le llamó melosamente—Déjanos tu departamento esta noche.


— ¡Viktor!—Le reclamó el pelinegro. —Hemos venido para otra cosa.


—Al fin... si se van rápidamente le daré una oportunidad al enano. —Respondió sombrío, achicando las fosas nasales lo más que podía: Yuri apestaba a  omega necesitado y Viktor no se quedaba atrás, su presencia se hacía más fuerte en respuesta a su pareja.


Por primera vez Viktor soltó a su pareja, se acercó a Yuri y posó su mano sobre su cabeza apretándosela hacia abajo.


—Yurio sigues siendo más bajito que yo—Se burló.


— ¡No estas ayudando a tu hijo, créeme!—Se defendió quitando la mano del más alto. Aquello era cierto, por supuesto había crecido, incluso había pasado a Katsuki por un par de centímetros pero no alcanzó a Viktor.


La pareja se rió relajadamente, sus olores sexuales disminuyeron para agrado de Yurio. Comenzaron a comentar algunas anécdotas de sus pasados como patinadores con lo cual no pudo evitar dejar escapar una pequeña risa. Había aprendido a estimarlo, les había acompañado algunas temporadas en Japón, por supuesto conocía al pequeño. Muchos de los compañeros de Viktor de Rusia habían querido conocerlo, incluido Yakov, su antiguo entrenador ya retirado, y Mila que saltó emocionada cuando vio al bebe recién nacido. Sin duda era un niño muy consentido pero también con la mirada de un amplio público observándole desde su nacimiento. Por alguna razón sintió que no habría nadie más que él para entrenar a ese cachorro. Nadie más podría entender el  crecer admirando y a la sombra de Viktor, esperando brillar mucho más que él. Esa sería su pequeña venganza contra Viktor y Yuri, haría que sus nombres no significasen nada al lado de su hijo. Aquel fue el compromiso de Yurio para con el pequeño Lev.


 


….


—Pero debes mirarme los pasos que he creado para esta canción, me gusta muchísimo


En realidad era una canción muy profunda ¿Cómo un niño tan pequeño podría entender la canción sobre una emoción tan fuerte como la pasión? Y aun así,  el chico estaba moviéndose con elegancia, con un rostro que demostraba esa búsqueda desesperada por tu contraparte, tu complemento, la lucha por estrechar su mano. Su ojos, esa mirada a punto de volverse llorosa, el ruego silencioso en sus ojos, y cuando el coro de los cantantes estallaba “La pasión es como un viento inquieto que se convierte en libertad, es saber que hay alguien más esperándote por encontrar…” sus movimientos se volvieron más agiles, como los de un amante por su amado, se abrazaba a sí mismo volviéndose frágil y fuerte según cada palabra según como el amor y la pasión vuelve a cada ser humano. Esa entrega por la música ese dramatismo era de Viktor sin dudarlo pero aquella danza que dibujaba con su cuerpo correspondía a Yuri. Suspiró resignado y algo frustrado, intentar encontrar que pertenecía a cada uno de sus amigos era algo inútil: El niño era una preciosa amalgama y a la vez un ser único que el puliría hasta que brille más que él mismo y más que sus padres.


—Bien, mocoso, si eso quieres. Damos por inicio a nuestro entrenamiento. Pero se hace lo que yo digo, esa canción no está hecha para un crío, la vamos a reservar para tu debut como junior, será toda una sorpresa. Por ahora estás en el nivel de novicio no seas tan presumido. —Le aplastó la cabeza como Viktor lo hacía con él.


El pequeño Nikiforov era un alfa pero aún era un cachorro por lo cual sus facciones eran tiernas y transmitía adorabilidad por sus poros, por lo cual una música tan apasionada se vería extraño. Algo que había aprendido Yuri durante su carrera era que si bien los sentimientos propios y gustos importaban lo era también el físico, el cuerpo que se poseía. Dependiendo del cuerpo que se tuviera estatura, tamaño, etc se debía guiar el estilo; sin embargo así como el cuerpo cambiaba debía de suceder a lo largo de la carrera con el estilo hasta llega al nivel senior donde finalmente se escogería el definitivo.


Se inclinó ante su pupilo y sonrío al hacerlo sus cabellos rubios atados en una coleta baja se soltaron un poco logrando que el menor se sonrojara notablemente, sonrío aún más.


—Bien, mocoso, estuve pensando y ya que aún eres un niño debes de mostrarte divertido pero entregado. Muchos omegas asisten a este tipo de competencias y ellos son tu objetivo. ¿Qué te parece ser un pirata?


El menor abrió sus ojos ante la noticia. Dio un pequeño brinco lleno de emoción.


— ¡¿En verdad?! Suena genial. Deme ese papel, Yurio-onichan


—Entrenador, crío, soy tu entrenador. Maldición—Renegó— Pero vas a ser el pirata más encantador de todos ¿lo entendiste?


— ¡Sí!—Dijo con firmeza casi militar el menor.


El entrenamiento dio inicio, el pequeño alfa ya había calentado oportunamente por lo que Yurio se puso sus patines para ingresar al hielo. Nuevamente una sesión de práctica de desplazamient iniciaría, para luego ingresar a los saltos, dobles por el momento. Gracias a que se había convertido en entrenador del cachorro de Viktor había terminado viviendo en Japon junto a los otros. Su familia en Rusia estaba bastante bien y es que aunque pensó en que el mocoso se mude a Rusia con él, aun no era el momento, este necesitaba de sus padres, mucho más de Yuri su padre omega.


La noche les llegó, practicaban en el Ice Castle de manera privada. Los fines de semana iban a donde Yuri y Viktor entrenaban a sus promesas para hacer comparaciones y mini competencias, de esa manera el niño también conocía a sus futuros rivales y compañeros.


— ¡Yurio-onichan! Ya no puedo más—Grito Lev.


Por supuesto que el menor estaba cansado, pero estaba seguro que no era por ello que se lanzó a la banca dramáticamente. Yurio suspiró, entendía exactamente lo que el crío deseaba. Había rendido mejor de lo que esperaba así que cumpliría su capricho.


—Eres tan inútil como el cerdito


—No le digas a mama cerdito, es muy lindo.


Yurio había creído que después de su retiro y de tener a su cachorro, Yuri se descuidaría, pero no lo había hecho. Estaba seguro que era expresamente por su marido. Cuando se trataba de Viktor, Yuri era capaz de medidas drásticas. Y es que aun siendo maduro y casado, Viktor seguía levantando pasiones prohibidas por donde iba.


Sin perder más el tiempo, ambos se abrigaron, Yurio se puso en cuclillas y el cachorro trepó a su espalda muy afanoso. Aquel capricho se había iniciado cuando una vez este se cayó y Yuri tuvo más que llevarlo en su espalda hasta su casa.


Sin perder más el tiempo, Yurio inició el conocido camino a Yutopia. No entendía como a pesar del dinero que contaba la pareja no se había mudado de aquel lugar. Tenían un departamento en Tokio bastante lujoso para cuando viajaban pero se mantenían al lado de la familia de Yuri, los Katsuki. Cuando fue recibido afanosamente por la madre de Yuri entendió el porqué.


Mandó al niño a tomar un baño, él hizo lo mismo. La pareja aun no llegaba seguro era un día complicado. Normalmente ellos ya se encontraba en la casa e incluso un par de veces ellos iban a recogerlos y era ahí cuando Viktor se encargaba de llevar a su cachorro en la espalda.


Después de comer subió con el niño a su habitación a ayudarle con sus deberes. Se decía a sí mismo que solo observaría que el crío cumpliera para no tener problemas con la escuela, pero terminaba ayudándole a finalizarlos. Aquella tarde habían entrenado estrictamente por lo que tanto entrenador como pupilo estaban agotados. Sin darse cuenta sus cuerpos se fueron hacia la mesita donde se encontraban los cuadernos, los ojos de ambos e cerraron y muy juntos quedaron perfectamente dormidos.


En ese estado fue que Yuri y Viktor los encontraron cuando subieron a la habitación de su cachorro. Ambos sonrieron enternecidos. Habían tomado la decisión correcta en encargarle su cachorro a Yurio. Él era estricto, lo justo para sacar lo mejor de su hijo, pero a su manera era amable y tierno.


Se hicieron la señal de silencio ambos, al darse cuenta de su sincronía se sonrojaron y rieron suavemente.


—Lleva a Lev a su cama. Yo llevaré a Yurio a su habitación—Sugirió Viktor.


El japonés asintió, tomó con cuidado a su bebe y aupándolo contra su pecho lo llevó a a su cama. Mientras tanto, Viktor cargó a Yurio entre sus brazos cuidando no despertarlo, increíblemente el rubio parecía muy cansado como para siquiera notarlo.


Yuri abrió uno de las habitaciones libres que siempre mantenían desocupada y limpia para Yurio, extendió el futon y ahí Viktor depositó a Yurio, Yuri lo acobijo, ambos salieron de la habitación para dejarlo descansar.


Viktor regresó a la habitación de su hijo, se acercó a él y depositó un suave beso en su frente.


—Mi lindo cachorrito cada vez se hace más grande. —Sonrío orgulloso sintiendo su pecho invadido por una sensación cálida.


Yuri sintió un calorcito extender por su pecho tambipen; a veces le era increíble haber llegado hasta ese punto, que realmente Viktor fuera su pareja, su esposo, su compañero para toda la vida. Sin poder evitarlo su cuerpo se comenzó a calentar y su aroma inevitable atrapó la atención de su marido.


—Tal parece que también quieres mi atención, Yuri ¿acaso te puso celoso el que cargue a Yurio?


El japonés no había sentido ninguna molestia pero que su esposo se lo recalcara le hizo fruncir levemente los labios. Sin embargo, en vez de darle la razón a su marido sonrío coquetamente. Se acercó a su marido y enlazó sus brazos en su nuca.


—Yo creo que estás buscando una excusa para saltarme encima, Viktor—Le susurró suavemente mientras le enfrentaba con la mirada a pesar de la diferencia de altura, apegó su cuerpo y meneo sus caderas suavemente.


—Nunca cambias—Dijo complacido el ruso. Yuri, su compañero, era ternura propia, el mejor compañero que podría tener pero sin duda también era el mejor amante que alguien pudiera desear.


Ambas facetas le fascinaban. Verlo cargando a su bebe, cuidando de él, siendo responsable cuando debía, serio en las metas conjuntas pero un verdadero seductor cuando se encontraban en la intimidad. Quiso atrapar  a su esposo en sus brazos acorralarlo, pero Yuri se separó señalando con su mirada a su hijo que dormía. Yuri caminó lentamente hacia la puerta desapareciendo detrás de esta.


El mayor resopló agitado, se encontraba caliente, el suave aroma de su omega le llamada guiaba el camino hacia la perdición de los placeres carnales.


Le dio una última mirada a su cachorro y siguió a su esposo.


Cuando abrió la puerta de su habitación se topó con una imagen tan soñadora como sugerente. Su Yuri estaba sentado sobre sus rodillas con su yukata de dormir, le sonreía con aquella mirada encendida y traviesa. Para después posar sus manos en el suelo inclinar su cabeza hacia el suelo y rendirle una marcada reverencia.


—Bienvenido, danna-sama—Susurró con voz ronca.


Como cuando se casaron solo que con mucha más seguridad, Yuri se puso de pie, mientras Viktor aún seguía quieto en la puerta conmocionado. Para luego reír y acercarse rápidamente a su esposo, lo tomó con fuerza de la cintura y de la nuca para que sus labios se estrellaran con pasión contra los de su omega.


—Sabes cómo me calienta que me llames danna-sama, mi pequeño Yuri. Dímelo de nuevo.


Yuri negó repetidas veces


—Vas a tener que hacérmelo decir de nuevo, Viktor,


— ¿Es un reto?—Le preguntó con voz grave conteniendo los gruñidos que quería  brotar de su garganta.


—Por supuesto.


Levantó a Yuri logrando que las piernas de este se acomoden en su cintura. Lo tomó de los glúteos y los amasó con fuerza, logrando que el menor gimiera audiblemente. Sin esperar lo tendió en su lecho. Yuri alzó su brazo llamándolo. Viktor se quitó la ropa superior rápidamente dejando al descubierto su pecho. Yuri se apoyó en sus manos para levantarse, la yukata dejó al descubierto sus hombros. El peliplata lo tomó con fuerza, enterrando su rostro en el pecho del pelinegro, chupo audiblemente su pezón izquierdo para luego pasar al derecho. Ambos pezones quedaron rojizos e hinchados. Sin esperarlo más le tomó del cuello girándolo levemente clavo sus dientes en su glándula omega, ahí donde lo había marcado tantas veces,


— ¡Viktor!


Terminó por quitarle la yukata fácilmente, deleitándose con su cuerpo desnudo. Aun recordaba como al principio Yuri sentía cierto pudor de mostrarse totalmente desnudo cuando intimaban pero poco a poco ese pudor desapareció para dar pase a la confianza plena.


—Déjame ayudarte, danna-sama—Nuevamente una corrientes eléctrica recorrió la columna del ruso.


Yuri beso su pecho con reverencia, deslizando sus manos por sus costados. También acaricio sus tetillas, mientras con la otra mano acariciaba con cuidado la espalda blanca del mayor. Subió su boca y ambos labios se enlazaron en un suave beso.


Mientras tanto las manos de Yuri fueron bajando el pantalón de su marido. Cuando finalmente quedó libre el miembro de Viktor se dedicó a masajearlo a conciencia sabiendo exactamente cuanta presión poner para que su marido no se viniera aun. Se detuvo en la protuberancia de alfa, aquella con la cual se anudaba. Sonrió. Recordó cuanta frustración cargaban cuando aún no podía anudarse por miedo a dejarlo preñado. Pero ese ya no era un problema. Cuando el líquido pre seminal mojó sus manos se detuvo. El mismo se sentía húmedo e impaciente por contener a su pareja.


Lamió el líquido pre seminal de su marido. Viktor sonrío, atrajo a su pareja con cuidado y enredó sus labios en un nuevo beso. Bajó sus manos por las caderas del menor, luego hasta su nalgas, las apretó y metió una de sus manos en medio de este buscando su entrada. Su pequeño Yuri, como buen omega estaba ya listo y preparado para recibirlo. Siempre tan complaciente.


Metió dos de sus dedos intempestivamente y Yuri gimió largamente en su oído, mientras se aferraba fuertemente en su cuello.


—Voy a recordarte como fue nuestro primer apareamiento, Yu...ri—Le susurró a su omega con su voz ronca por la fiebre de la pasión.


Un escalofrío recorrió esta vez al pelinegro.


Viktor lo giró, dejándolo en cuatro, sobre su rodillas y manos, elevó su trasero. Viktor siguió masajeando fuertemente su entrada mientras su mano se ensuciaba del liquido lubricante natural. Un vacío desesperado por ser  llenado se asentó en el joven pelinegro.


— ¡Viktor!—Le llamó con urgencia.


El ruso le tomó de las nalgas y se insertó dentro de él con firmeza, soltó un gemido ronco y audible. Sin esperar inició a moverse. Llevaban tanto tiempo juntos pero de alguna manera aquella noche se volvía especial. Viktor estaba enloquecido por marcar cuanto pudiera a su pareja.


— ¿Qué dices mi katsudon? ¿Le damos un hermanito?—Le preguntó con sincero deseo. Para ser un alfa se había contenido demasiado en llenar su casa de cachorros.


Fuertemente siguió empujando dentro de él ; Yuri mientras tanto movía su caderas hacia atrás mientras enterraba sus uñas en su lecho. Hacía mucho que Viktor no lo tomaba con tanta pasión. Sabía que el llamarle danna-sama le fascinaría. Viktor siempre amante de algunas tradiciones japonesas, cuando se enteró todo lo que encerraba la palabra “danna-sama” insistió tercamente en que lo llamara así día y noche.


Viktor apoyó todo su peso sobre él, logrando aplastarlo contra el lecho, giró el rostro y Viktor tomó sus labios envolviéndolos y succionándolos. Ambos gimieron audiblemente


—Házmelo, Viktor. Dame otro cachorro ahora. —Rogó necesitado.


—Como tú digas mi eros.


Ambos se quebraron cuando alcanzaron el orgasmo, Viktor cayó sobre su pareja, sintiendo como una inmensa cantidad de semen salía de su miembro para anidarse dentro de su pareja. Resopló. Por supuesto que deseaba muchísimo a Yuri, pero habiendo sido pareja tantos años las veces en que hacían el amor eran suaves. Parecía que su parte animal había salido totalmente esa noche. Sonrío animado, su instinto estaba casi seguro que dentro de unos meses tendrían un bebe en sus brazos.


—Viktor, pesas...


Le otorgó un beso en su espalda desnuda y en sus cabellos. Aun su nudo estaba inflamado así que simplemente se acomodó mejor sobre Yuri ayudándose sobre sus codos para no aplastarlo. Ambos gimieron cuando sin querer presionó más adentro de Yuri.


—Eres tan hermoso—Le susurró entusiasmado. Desde aquel vídeo no había podido dejar escapar la belleza de aquel chico.


Nuevamente pudo ver a su tierno Yuri, le encantaba esa mixtura de ambos el erótico y el que le amaba incondicionalmente.


—Te amo, Viktor.


Yuri alzó su mano y acarició el fleco de su pareja sonriendo sonrojado.


—Te amo, Yuri. Gracias por todo.


— ¿Eh? Pero si tu viniste hasta aquí. —Le respondió intentando que el sopor post coital no le derrumbara.


—Pero tú me enseñaste el camino hacia mi verdadero hogar.


Yuri escondió su rostro entre las sabanas pero sonreía, su pecho se sentía cálido.


—Gracias por venir hasta aquí, Viktor. Me diste más que el título de mejor patinador.


—Es que soy un genio, Yuri. Yo ya sabía que lo lograríamos todo—


Ambos rieron. Cuando sintieron que el nudo se desinflamaba, Viktor salió del cuerpo de su pareja. Ríspidamente se acomodaron sobre el lecho, Yuri apoyado en su pecho, olfateando el aroma de Viktor relajándose al sentirlo en su propia piel.


— ¿Qué crees que será ahora?


—Umm no lo sé. Solo que esta vez le pondremos un nombre japonés.


—Como usted lo desee, señor Nikiforov—Respondió con una orgullosa sonrisa Viktor.


—Claro, claro...


El sueño llegó a ellos, Viktor los cubrió y se acurrucaron inconscientemente uno contra el otro, cayendo presa del mundo de los sueños.


Ambos soñando en como podría ser su siguiente cachorro. Solo esperaban que heredara su gran pasión por el patinaje así el entrenador espartano, Yurio, tendría un nuevo pupilo y ellos sería tan felices cuidando de otro fruto de su amor. 

Notas finales:

¿Qué tal les pareció? Me gusto mucho escribirlos en oemgaverse e imaginar que se llevan bien con Yurio como para pedirle que lo entrenen. 

Lev significa leon y me pareció lindo para el cachorro. Sip es un alfa pero todavía es muy pequeñño como para  tener instintos. Es el bebe de Yuri y Viktor aun. Y ambos lo adoran ya que quería tanto tener uno pero siendo patinadores tuvieron que esperar un tiempo. Eso de yendo contra el instinto es justamente eso, pues los alfa-omega sienten deseo de aparearse y reproducirse mucho. 

Por ahora  es un oneshote pero  se me ocurre toda clase de ideas como el nacimiento de Lev o antes cuando Yuri aun era aptinador. O seguir con la historia y ver que sucede con Yurio en su faceta de entrenador. Y haber si encuentra amor nuestor gatito. ya que no hay algún personaje con el cual shipearlo .. que creen con Lev. cof cof solo fue una sugerencia. Veremos más del anime también. 

Por mi pagina de face kaory-madness publicaré la imagen y como siempre con mis otros fics alguna info recomendaciones avisas de nuevos fics etc.

Nos leemos, diganme sus opiniones. 


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