Se quedo unos minutos observan a un niño que dormía plácidamente bajo la sombra de un árbol aunque era pleno verano, una suave brisa rozaba la piel de su nuca y sus cabellos empapados en sudor provocaban cierta crispación en su cuerpo, como respuesta su rostro tomo cierto color carmesí que lo sorprendió pero no por eso sino por aquel niño dormido que podría, no, era la razón de que no sólo sus mejillas sino su corazón actuarán de forma extraña.
Sin notarlo siquiera la bella durmiente se había incorporado colocándose frente suyo dejándolo paralizado.
—Oí Toshi ¿estás bien? Tu rostro está un poco rojo...— movió rápidamente su mano hacia su nuca tocándola suavemente para que se inclinara hacia él y asi su frente toco la suya—puede que tengas un poco de fiebre será por el calor creo que mejor hoy no...
Sus palabras quedaron cortadas por un contundente NO por parte de chico llamado Toshi.
Se dio cuenta muy tarde de que su grito agito a unos pájaros cercanos que inmediatamente salieron volando para encontrar otro refugio más calmado, incluso ese niño que ahora sujetaba firmemente de la mano, se quedo un poco impactado.
—Quiero decir...—tratando de mejorar la situación—todavía...no he-hemos tenido...en condiciones...me refiero a ...
—Si, si, una pelea justa — dijo el otro niño echando una pequeña mirada a esa mano que lo agarraba.
El que acababa de despertar agacho ligeramente cabeza para que el rubor que comenzaba a mostrarse en su cara no lo delatara y dijo.
—Mano...tu mano
—Ah! — dando un grito la soltó— perdón...no quería incomodarte— la última frase sabía a tristeza.
Notando esto el otro niño puso sus dos manos en su cara y fingiendo sorpresa dijo:
—Oh no! A Toshi-kun toma la mano de cualquier persona fácilmente, es todo un Playboy.
—¿P-pleyboya? ¿Qué diablos es eso? Si me estás insultando dímelo claramente Ojos de pez muerto.
—¿Quién tiene ojos de pez muerto, eh? Cállate flequillo de mierda.
—Tu idiota de permanente de mierda
—No se te ocurre algo mejor eh?—dijo metiéndole el dedo a la nariz y sacando algo indescriptible — entonces arreglaré tu flequillo, así puede que te llegue la inspiración. Quédate quieto o no saldrá bien.
—Pero..qu-que asco, mocoso asqueroso—dijo Toshi alejándose lo más que podía.
—¿quién es un mocoso? Yo-
Se escucho un fuerte gruñido.
Luego un silencio.
Y ambos soltaron carcajadas.
—Gin— dijo entregando un paquete que contenía manjus rellenos que la tía de la tienda le había regalado—come esto.
—Oh! Toshi-kun eres un encanto—dijo Gin tomando los manjus y sin pestañear empezó a comer.
Su corazón comenzó a latir rápidamente que incluso el mocoso de la permanente si prestaba atención lo escucharía.
—Deja de bromear—dijo el del flequillo con forma de v a la vez que le proporcionaba un buen golpe en la cabeza a su compañero de estómago vacío.
Y ahí empezó otra vez su pelea de insultos estupidos y sin gracia.
Con los manjus en juego.
Ahora los dos niños descansaban recostados en el césped debajo de ese gran árbol, después de tranquilizarse, su rutina siempre era la misma cada vez que se encontraban. Eso a ninguno le molestaba, es más se divertían con ello.
Observando el cielo azul.
Toshi.
Mejor dicho Hijikata Toshiro, de cabello azabache largo, atado cuidadosamente en una coleta, con flequillo en forma de v, reflexionó sobre sus sentimientos una vez más.
Conoció al niño que estaba a su lado a principios de verano, en aquel pueblo donde él vivía, en que no era bien recibido.
Un día que intentaba escapar de los mocosos de turno que se metían en su camino solo para molestarlo. Creyó perderlos de vista al dirigirse al bosque pero el único que se perdió fue él, siguió caminando por puro instinto hasta llegar a un espacio abierto, lo primero que llamó su atención fue esa cabellera plateada que parecía brillar con la luz del sol, se dio cuenta que aquella persona que parecía una joya tenía cierta mirada melancólica como si extrañara profundamente algo o a alguien.
Su curiosidad le hizo actuar antes de siquiera pensar en otra cosa, le hablo y lo primero que dijo fue:
—¿Qué clase de permanente es esa, acaso el peluquero te estafo diciéndote que serías un chico genial con eso?
— ¿eh?—dijo el otro niño y mirando fijamente a Toshi continuó — no quiero oír eso de alguien con un flequillo de mierda y con peinado de niña.
—Oye, este es el peinado de un samurai, un samurai
—¿samurai? ¿tu?— el niño de pelo plateado se comenzó a reír de esas palabras—¿Desde cuándo los samurais llevan flequillo de mierda?
Justo cuando iba a replicar Hijikata oyó voces no muy lejos, eran esos niños odiosos. Fue en dirección del niño con la permanente, lo agarro de improviso para poder esconderse en unos arbustos cercanos.
—¿Qué es lo que te pasa?
—Silencio, ya vienen.
Esos abusones seguían buscándolo.
—¿Amigos?
—¿Quién iba a querer amigos como ellos?
—Entonces...—miró un instante al niño que acaba de conocer, pero no pudo apartar la mirada de esa larga cabellera oscura sujeta en una cola de caballo que permitía ver esa delgada nuca, hipnotizando por completo unos ojos de carmesí brillante.
Mientras tanto el grupo de perseguidores estaba a punto de descubrir a la pareja. El mocoso del flequillo de mierda se dio cuenta y se acercó más a su reciente compañero para esconderse mejor.
—¿Qué diablos haces?—dijo susurrando el otro niño, lo tomó por sorpresa que lo tomaran de la cintura.
—Cállate.
Felizmente los matones pasaron de largo. Los niños esperaron unos minutos antes de salir de su refugio.
Su cabello de color plateado combinaba perfectamente no sólo con sus ojos sino también con el rubor de sus mejillas. Se alejó un poco para que no se notara.
—mm...yo...lo si-siento por...—se quedó callado.
—ah ah el flequillo de mierda se disculpa conmigo, ¿será por insultarme nada más conocerme?—decía el otro mocoso con las manos puestas en la nuca mientras se alejaba.
—es-espera...yo...—por alguna razón no encontraba las palabras adecuadas, se quedó callado de nuevo.
—Dango—dijo él cabeza plateada mientras se alejaba.
Por alguna razón Toshirou comprendió a que se refería, suspiro y se dirigió de vuelta casa con una leve sonrisa en los labios.
Al llegar a casa se encontró con su hermano menor que le observó y luego dijo.
—¿Pasó algo bueno, Toshirou?
—¿eh? ... No...solo...mmm...mañana voy a salir a jugar con un amigo...creo
—¿Crees?
—Bueno todavía no sé si somos amigos...
—Tranquilo, todo saldrá bien si eres tú mismo.
Yo mismo, pensó.
Es era su más grande temor, ser el mismo y no poder acallar su propia oscuridad.