Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Eros y su galán por LoveShonenai

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

El punto de vista de Víktor sobre su pupilo.

Víktor Nikiforov

Viví siempre rodeado de aplausos, ovaciones y risas por doquier. Yo, Víktor Nikiforov, había nacido para triunfar, no había nadie en este mundo que fuera mejor que yo. Mi narcisismo se había elevado a un punto en que sentía que nadie podría igualar mi ritmo ni en un millón de años.

Sin embargo, con el transcurso del tiempo, sentí que las cosas comenzaron a cambiar. Aún sentía las  miradas, escuchaba los aplausos, los flashes de las cámaras y los gritos de emoción de la gente, pero había algo distinto de lo que tardé en darme cuenta: ya no había expectativa. Yo era el mejor patinador del mundo y la gente era consciente de ello. Contrario al pasado, las bancas del gran podio comenzaron a llenarse de gente que únicamente pagaba un boleto para ver al apuesto Víktor Nikiforov moverse con sensualidad en la pista, ataviado con un hermoso traje y nada más. Comencé a darme cuenta de que ya no estaban interesados en ver mis rutinas. Yakov, mi entrenador, me lo dijo una vez: “La gente sabe que vas a ganar, hagas lo que hagas y por ello ya no esperan sorprenderse con lo que hagas, porque siempre transmites lo mismo”.

No exageraría al decir que ese comentario hizo que perdiera mi inspiración para continuar patinando. Después de ganar mi último trofeo, me preguntaron qué pensaba hacer en adelante y la verdad es que, por primera vez, no tenía ni una idea. Un tiempo después, Yakov, entre sus constantes llamadas para pedirme que regresara a patinar, me comentó que había un video que se hizo viral en internet, donde un patinador prácticamente retirado y más joven que yo, pretendía imitar mis rutinas. Mi primera reacción al enterarme fue bufarme junto a Yakov. Seguí sonriendo aún después de que corté la comunicación. ¿Alguien intentaba imitarme? Mi egolatría pudo más que mi conciencia. Mi sonrisa no se borraba. Makacchin movía la cola insistentemente acostado en el sofá junto a mí. Tomé mi celular y me animé a chequear el video por simple ocio.

Cuando vi los primeros segundos del video, reconocí inmediatamente al dueño de ese regordete cuerpo y la sonrisa autosuficiente desapareció de mi rostro. Yo lo recordaba vagamente, es el chico que me dejó varado por una foto. Él interpretaba la rutina que me había llevado a ganar mi último trofeo. Sus movimientos eran un poco inexpertos y lentos debido a su sobrepeso, pero nada de eso le quitaba lo extraordinario al realizar esa rutina sin ninguna equivocación. Los pasos y saltos eran iguales, no había diferencia. Sin embargo, lo que ese chico proyectaba en su mirada y lo que transmitía fueron los que me hicieron sentir, por un momento, como un impostor. No podía dejar de ver su presentación, quedé conmovido.

Me di cuenta de que había quedado atrapado. Ese chico japonés tenía lo que yo había perdido. Un calor inexplicable inundó mi pecho. De alguna manera me sentía extasiado y ahogado a la vez. Hice unas cuantas llamadas para obtener los datos suficientes para encaminarme a encontrarlo.

Tenía qué hacerlo si eso significaba encontrarme a mí mismo a través de él.

Ni siquiera las constantes amenazas de Yakov me detuvieron. Tomé el primer vuelo a Japón junto a Makacchin. Tenía que conocer a Yuri Katsuki aunque la vida se me fuera en ello.

Recuerdo que llegué al Hasetsu Castle gracias a que Makacchin hizo un amigo en el camino: un caniche cachorro que parecía ser la versión en miniatura de mi perro. Nos detuvimos en la entrada de una gran posada. Cuando volteé para acariciar al cachorro que nos guió hasta la casa, él ya no estaba con nosotros. Pensé que posiblemente regresó a casa.

Cuando entré a la posada, unas personas muy amables me dieron la bienvenida. Aparentemente no me conocían, hecho que agradecí ya que me encontraba muy exhausto como para ser acosado por admiradores por doquier. La dueña del local me dijo que cuidaría de mi mascota en lo que yo iba a relajarme al Onsen*. La atención fue de maravilla, tanto que por unos instantes olvidé el importante propósito de mi viaje. No fue hasta que un muchacho pelinegro y de grandes ojos almendrados, escondidos tras un par de lentes azules, me sorprendió en medio de mi desnudez.

Ese era mi Yuri. Gordito en ese entonces, acomplejado, sin autoestima y tan solitario que me inspiraba un poco de lástima. Por un momento llegué a pensar que yo había cometido una gran imprudencia al llegar de esa manera, pero la suerte ya estaba echada. Me comprometí a ser su entrenador.

Conviviendo con él descubrí muchas cosas que hicieron nacer mi gran interés por su persona. Si bien era algo torpe y descuidado, cuando se proponía sorprenderme, lo hacía y me volvía un irremediable loco con sus repentinos arrebatos. Siempre se minimizaba ante cualquier halago y mi cercanía lo convertía en un manojo de nervios.

Algo de lo que he logrado percatarme es de como sufre una gran transformación cada vez que entra a la pista de patinaje. Cuando le di la tarea de encontrar su propio Eros, francamente pensé que no lo lograría, pero nuevamente terminé siendo yo el gran sorprendido…y fascinado con esa sensualidad que sacó en solo cuestión de instantes. Ahora más que nunca sé que no me equivoqué al pretender conocerlo.

Hoy me dio una gran lección y me hizo entender cuán inexperto soy en materias de enseñanza. El pobre estaba tan nervioso que, por un instante, creí que no lograría clasificar a la siguiente ronda de la competencia. Se me ocurrió la fatal idea de amenazarlo con dejar de entrenarlo si no llegaba al podio. Realmente creí que eso ayudaría a que encontrara un poco de valor.

Craso, craso error. Quedé realmente como un completo idiota, mal mentiroso, escoria de la humanidad, rata de alcantarilla, peor que un malparido. Lo hice llorar. Entré en pánico. Realmente no sabía cómo manejar una situación como esa, realmente no fui criado con mucho cariño como para saberlo. ¿Besarlo? Se rehusó y yo me estaba quedando sin opciones. Entonces, soltó todo el enojo que parece haber contenido durante mucho tiempo.

—¿Por qué dices eso como si quisieras ponerme a prueba?

Lo destrocé, literalmente.

—Lo siento, Yuri. No hablaba en serio…

—¡Estoy acostumbrado a asumir la culpa de mis errores! ¡Pero esta vez estoy nervioso porque mis errores podrían dejarte mal! Me preguntaba si querías dimitir en realidad…

—Claro que no…

—¡Lo sé!

—No se me da bien la gente que llora ante mí. No sé qué hacer en estas situaciones. ¿Debo besarte o algo así?

Fui patético. De solo recordarlo me siento realmente un idiota.

—¡No! ¡Solo ten más fe que yo en que podré ganar! ¡No digas nada! ¡Solo quédate a mi lado!

Al escuchar sus exclamaciones, recordé el sentimiento de vacío que me embargaba cada vez que hacia la rutina de “Stay close to me”. Escuchar su pedido desesperado, de repente, hizo que ese enorme vacío que sentía en el pecho desapareciera por completo. Nuevamente sentí esa candidez que me abrazaba y me ahogaba a la vez.

Es inevitable que comience a pensar que estamos hechos el uno para el otro.

He de agradecer a ese cachorro que me llevó hasta Yuri. Este galán ha encontrado donde permanecer por siempre: al lado de su Eros.

 

 

 

Notas finales:

(*) Aguas termales

- Víktor se ha encontrado con la presencia de Vicchan, quien lo ha guiado hacia la casa de Yuri.

- Víktor hace referencia a la canción que lo hizo merecedor de su último trofeo. Es la rutina que imitó Yuri.

 

Gracias por leer. Espero sus opiniones.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).