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*No Me Mires Así* por YukitaRain22

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Notas del capitulo:

Chase [Chase x Jack]

POV Jack:

¿Más patético no podría ser?

La he jodido bien jodida. Después de haberme retirado ya hace un año de los duelos Xiaolin al darme cuenta que jamás podré ser dignó pero... Aún retumban en mi cerebro las palabras crueles y despectivas de Wuya, Hannibal y... De él. Pero ni el sonido del metal chocando, el calor del soplete o el olor a azufre ahuyentan sus sombras. Hay mucho bullicio en el laboratorio, los Jack-bots que he reconstruido son mucho mejores que los del pasado ya que estuve me Diplome mecánica automotriz, robótica y un técnico en analista químico. Y estos ahora van y vienen por todo el laboratorio ya que ahora incluso trabajo en una empresa de robótica, y todos los jefes parecen felices y contentos con mi trabajo, al menos eso sube un poco mis ánimos. Incluso tengo unos pequeños maceteros con flores y se ven realmente hermosas; rebosando en sus maceteros y cayendo de cascada ya que los tengo en lo alto para que no molesten y no les afecte el metal de mi laboratorio.

Suspiro y cierro los ojos mientras sigo escuchando el sonido del metal chocando. Es rítmico y relajante, pero a pesar a todos los cambios que he hecho en mi vida nada creo que pueda hacerme que me sienta mejor. Mis miedos siguen latentes en mi cerebro, esperan a que caiga la noche para atormentarme... Y la imponente sombra de Chase Young sigue presente.

Cuán patético puedo ser... Seguir enamorado de alguien que no me tuvo afectó ni me trató bien que sólo me humilló, seré masoquista. Apuesto a que ni me extraña...

Vuelvo a suspirar, con la única persona que me he mantenido en contacto es con Kimiko, puesto que la joven monje ha mantenido muy bien guardado mi secreto y eso lo aprecio mucho, me hace pensar que puedo confiar en alguien.

Tomo el teléfono y me doy vueltas en el laboratorio para llamar a la chica. Después de varios tonos, le deje un mensaje.

—Hola, soy yo. —Sé que mi voz suena desolada, pero no puedo fingir que estoy alegre si no lo estoy. Suelto un gruñido—. Ay, Kim... La he cagado de nuevo. Por favor llámame lo antes posible...

Tomo asiento en unos de mis taburetes de granito negro y dejo caer la mano en mi regazo y llego a la conclusión que soy un idiota. ¿En qué estaba pensando cuando se me ocurrió enamorarme de él?

Después de permanecer sentado y en silencio durante un rato, dejo el teléfono en la mesa de granito para luego levantarme de mala gana y paro a todos los jackbot's para que se vayan. Necesitaba estar a solas y pensar con tranquilidad. Necesitaba dejar atrás los recuerdos. Tengo que olvidar, sacarlas de mí memoria y transformarlas en experiencias. Este hombre es nocivo. Lo sé pero uno no podía olvidar tan fácilmente su imponente imagen.

Entonces me doy la vuelta, levanto la mirada y veo que Chase está de pie a un par de metros de mí, observándome en silenció. ¿Cómo diablos llego aquí?

Nos miramos a los ojos, todavía en silencio. Su rostro serió estudia el mío. Y entonces rompo en un llanto. Sé el por qué, pero me tapo la cara con las manos mientras sollozo. Vaya a saber lo que debe estar pensando. Suelto un sonido lastimero antes de hablar.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —entre sollozos logre pronunciar.

—Lo suficiente —Contestó—. Ahora dime, ¿por qué tu repentina ausencia? —Su imponente voz me hace temblar ligeramente.

—Me canse de ustedes. ¡De Wuya, Hanmibal y de ti!

Mis lágrimas seguían cayendo por mis mejillas. Sentía rabia, pena, angustia. Al verlo tan calmado frente a mí.

—¿Y qué te importa si me fui? Ustedes jamás me necesitaron, que yo recuerde. —Dije con rabia y pena mezclada.

—Cuidado de cómo me hablas Spicer. —En sus ojos se notaba la irritación.

—¿A qué vienes? ¿A humillarme más? ¿Acaso no fue suficiente en el tiempo que me humillante con Wuya y Hannibal? —Le contesté.

Comenzó a acercarse peligrosamente a mí y por instinto comencé a retroceder.

—¡Vete! ¡No ves que me aleje de todos ustedes porque me canse! ¡Me canse de fingir estar bien!

Me seque las lágrimas que caían por mis mejillas con el puño del delantal que llevaba puesto.

—Sólo... Por favor... ¡Lárgate! ¡No vuelvas!... ¡Sólo lárgate! —mi voz se quebraba cada vez más.

—Spicer, escúchame con atención: No me largare de aquí hasta que me des una respuesta clara.

Hago una mueca de dolor al escucharlo tan tranquilo.

—¡Por favor... Largo... Ya no quiero... verlos nunca más!

Choco con el taburete y a tropezones no me caigo pero él lord Heylin casi me obligo a toma asiento y él saco otro taburete que estaba debajo de la mesa de granito negra. Chase tiene los pies apoyados en el suelo y las piernas considerablemente dobladas a pesar de la altura del taburete. Los míos están apoyados en el travesaño.

Me siento increíblemente incómodo. No debería haber sido tan sumiso. La situación se ha tornado incómoda y no sé muy bien por qué esta aquí. A lo mejor hay una razón, y me encantaría saberla, pero como el idiota que soy, le he seguido el juego. Siendo tan sumiso con él...

Lo oigo suspirar. Se levanta de su asiento y agarra el asiento de mi taburete y lo arrastra hacia sí mientras lo gira para colocarme de cara a él. Apoya las manos sobre mis rodillas y se inclina. Siento mí respiración colocarse más pesada.

—¿Por qué comenzaste a llorar al verme? —Preguntó.

—No lo sé —le contesto con franqueza.

Todo el incidente me ha tomado desprevenido, la verdad. No había ninguna razón para que me pusiera a llorar delante de él. Me siento bastante estúpido y patético, nunca me ha gustado darles pena a las personas... Y sé que me he humillado bastante delante de él pero ahora e cambiando -algo -.

—Sí, sí que lo sabes. Dímelo.

Pienso en qué debo decir mientras clava sus ojos en mí. Esperaba una respuesta clara. ¿Qué debo decirle? ¿Que he estado sufriendo por todas las veces que me humillo? ¿Que mi confianza en las personas es cero y que el hecho que él sea, un hombre frió que jamás me querrá y que sé que esto puede terminar muy mal para mí... no para él?

Pero él no querrá escuchar todo ese cuento de niños.

—No lo sé, sólo lárgate... Chase —Repito en lugar de sincerarme.

Suspira y agrava el gesto mientras golpetea unas cuantas veces el granito con los dedos. Veo, casi literalmente, cómo me descuartiza con su mirada.

—¿Me equivoco al pensar que tu mala interpretación de que yo esté aquí sea para humillarte y supongo que yo no era la única razón por la que huiste? —dice más como una afirmación que como una pregunta.

—Puede ser.

Aparto la mirada de él, algo avergonzado... Aunque no sé por qué. ¿Cómo lo sabe?

—Menuda decepción —concluye, pero en su voz no detecto decepción, sino enojo. No es necesario que le diga que, muy posiblemente, podría enloquecer por él. Seguro que las mujeres humanas se pierden por él.

Retrocedo ligeramente cuando me agarra del mentón y me acerca a su rostro. El hueco que se forma bajo sus pómulos confirma mis sospechas. Está rechinando los dientes. ¿Se ha enfadado? Pero ¿qué demonios espera? ¿Que caería rendido a sus pies y de paso se los besara? Está claro que es a lo que está acostumbrado... Sé que antes era así de imbécil pero hoy he cambiado algo pero me tengo Fe en que podré superarlo...

Pero... mierda, no creo que vaya a hacerlo en una buena temporada, si algún día lo consigo. Pero ya lo llevo bajo la piel por muchos años...

—¿Qué querías que dijera? —lo increpo.

Me suelta el mentón, suspira frustrado y, antes de que me dé cuenta, me agarra y me echa sobre la mesa. Las herramientas se cayeron estrepitosamente a nuestro alrededor. Me abre las piernas con los muslos, y ese movimiento hace que mi delantal se abra completamente, dejando expuesto mi cuerpo delgado. Me ataca la boca con su lengua inexorable, la hunde profundamente y ávidamente.

Ese asalto impulsivo me toma por sorpresa, pero no tengo fuerzas, ni físicas ni mentales, para detenerlo. Empieza a embestirme con las caderas mientras me consume la boca, y de inmediato siento escalofríos por todo mi cuerpo, sintiendo un calor húmedo en mi miembro. Me agarra el trasero para acercarme más a él y noto su entrepierna pegada a mí.

«¡Mierda!», Esto debe ser un vil sueño.

Gimo cuando mueve las caderas, los jeans que llevaba puestos eran tan ajustados que sentía los roses endemoniada mente exquisito y con mucha vergüenza al revelarle que estoy más caliente que una bombita de mil vatios. Se aparta de mis labios y me mira detenidamente mientras respira con dificultad, con los ojos dorados cargados de ansia descarada. Sé que los míos lo miran con miedo, deseo y ansias.

—Vamos a dejar claras un par de cosas —dice con la respiración entrecortada mientras me levanta de la mesa y me sienta a horcajadas a la altura de su cintura. Me observa con intensidad.

A ver qué quiere aclarar, porque me muero por seguir donde lo hemos dejado. Mierda, seré idiota... Jack entiende de una vez que este hombre...

Fui interrumpido mentalmente porque se inclinó y me beso, su lengua me acaricia suavemente.

—Ahora eres mío, Jack. —Mueve las caderas haciendo que mi espalda se arqué y me tense por oír decir mi nombre por primera vez y además de quedarme perplejo por oírle decir que soy suyo... Intento aliviar el implacable ardor que siento entremedio de mis piernas. Estamos cara a cara—. Serás mío para siempre —me informó con un golpe de caderas.

Le rodeo los hombros con los brazos y le beso los labios húmedos y delgados. Es mi manera de decirle que acepto, que me doy por vencido que ya no podré huir y sé que jamás podré superarlo. Estoy desesperado porque él me quiera y sé que me estoy metiendo en un buen lío.

—Voy a poseer cada centímetro de tu cuerpo —Subraya todas y cada una de sus palabras—. No habría ni un sólo milímetro de tu ser que no me haya tenido dentro o encima.

Lo dice con tono sexual y tremendamente serio, lo que no hace sino aumenta un poco mi miedo y mi ritmo cardiaco.

Pero ¿cada centímetro? ¿Debería investigar algo más sobre esa afirmación? No tengo oportunidad de hacerlo porque me pone de pie en el suelo y me da la vuelta para quitarme el pobre y maltratado delantal, y bajarme el cierre de mi pantalón para quitármelos completamente y los tiro a un lado.
Desliza la boca hasta mi oído:

—Date la vuelta.

Obedezco. Me doy vuelta y lo miro. Me levanta y vuelve a colocarme sobre la mesa. Apoyo las manos sobre sus hombros, pero él me las agarra y yo lo permito a regañadientes que me las baje y haga que me aferre al borde de la mesa.

—Las manos se quedan ahí —dice con firmeza cuando me las suelta. Su orden está cargada de seguridad. Introduce los dedos por la parte superior de mí bóxer y tira de ella—. Levanta.

Cargo mi peso sobre los brazos y alzo el trasero del mueble para que pueda bajarla por las piernas. Vuelvo a apoyarlo cuando veo libre de las restricciones de mi ropa interior. Estoy desnudó casi completo, a excepción de mi suéter negro, pero él sigue vestido. No parece tener intenciones de quitarse la armadura de momento. Quiero verle el pecho. Suelto el borde de la mesa y levanto las manos hacia el borde de su armadura.
Él da un paso atrás y sacude la cabeza despacio.

—Las manos.

Yo hago un puchero y vuelvo a dejarlas donde estaban. Quiero verlo, sentirlo. No es justo.

Se lleva las manos al pliegue de su armadura.

—¿Quieres que me lo quite? —Su voz grave y ronca manda mi disciplina al demonio.

—Sí —murmuro.

—Sí, ¿qué? —Sonríe con malicia, y yo lo miró con los ojos entrecerrados.

—Por favor —mascullo con un hilo de voz, consciente de que disfruta viéndome suplicar.

Sonríe y empieza a desabrocharse los pliegues de la armadura quitándosela y dejándola a un lado, con la mirada fija en mí. Me está costando un mundo no precipitarse hacia adelante y quitarle de un tirón la ropa. Le gusta torturarme.

Cuando por fin llega al suéter, sube los brazos y se la quita por arriba de su cabeza. Por un breve instante, al ver cómo tensa y relaja los músculos de su pecho cuando echa los dos brazos arriba, pienso que podría desmayarme.

Repaso con la vista su físico perfecto y la boca se me hace agua, hasta que llegó a los pantalones, mirando su oblicuo en V me detuve en ella durante un instante, pero él vuelve a colocarse entre mis piernas y hace que me olvide de su perfecto cuerpo. Me esfuerzo para no colocarme a llorar por la imponente imagen que tengo enfrente de mí.

La presión que noto entre mis piernas me hacen consiente de que tengo una erección con sólo verlo semi desnudo. Él tampoco está relajado. Su inmensa erección, preso bajo sus pantalones, se me clava con fuerza en los muslos.

Apoya las manos sobre la parte superior de mis piernas y empieza a trazar círculos con los pulgares a tan sólo unos milímetros de mi miembro. Estoy poseído por la más pura lujuria, y cada vez me cuesta más controlar la respiración puesto que mi mente aún está asimilando si esto es real ya que sólo en mis fantasías más oscuras he vivido esto. Me aprieta los muslos.

—¿Por dónde empiezo? —musita, y levanta una mano y me acaricia el labio inferior con el pulgar—. ¿Por aquí? —pregunta. Yo separo los labios. Él me mira y me mete el dedo en la boca. Yo lo rodeo con la lengua y en sus labios empieza a formarse una diminuta sonrisa. Retira el pulgar y me acaricia la cara con él. Entonces, muy lentamente, me desliza la palma de la mano por el cuello hasta llegar al pecho por la parte latera—. ¿O por aquí? —Su voz ronca traiciona su calmada fachada. Me mira con una ceja arqueada y empieza a masajearme la tetilla con el dedo. Gimo. Si está esperando que diga algo, ya puede ir olvidándose. He perdido por completo la capacidad de hablar, sólo puedo emitir jadeos cortos y agudos.

—Son mías.

Me acaricia el pecho con suavidad sobre el suéter durante unos instantes más después se pasa varios segundos trazando círculos grandes sobre mi vientre antes de continuar hacia abajo. Tengo que obligarme a respirar cuando el calor de su mano alcanza la parte interior de mi muslo. Estoy embriagado de deseo. Justo cuando creo que va a reclamarme con su mano mi miembro, cambia rápidamente de dirección y me acaricia la cadera, lo que me sobresalta y me agarra el culo.

—¿O por aquí? —Habla en serio. Yo me pongo rígido—. Cada centímetro, Jack —resuella.

Contengo la respiración. Me arden los pulmones cuando sonríe ligeramente y sus manos empiezan a deslizarse de nuevo hacia mi parte delantera. No lo alarga mucho más. Me coloca la palma de la mano entre las piernas.

—Creo que empezaré por aquí.

Suelto un suspiro de agradecimiento y una sensación de alivio me recorre todo el cuerpo. Me pone un dedo debajo de la barbilla y me obliga a mirarlo a esos maravillosos ojos que tiene.

—Pero he dicho cada centímetro —afirma con frialdad antes de apoyar la mano sobre la mesa junto a mi muslo. La otra continúa entre mis piernas. ¡Joder! No sé si estoy dispuesto a hacerlo ya que jamás he estado con otra persona y sigo virgen.

En un movimiento rápido Chase me toma ambos muslos subiendo mis piernas arriba de la mesa y comienza a recorrer el centro de mi sexo con un dedo y me provoca grandes oleadas de placer que salen disparadas en mil direcciones diferentes. Yo me echo hacia delante y apoyo la frente en su hombro mientras escuchó con claridad los latidos de mi corazón.

—Estás empapado —me dice con voz grave al oído mientras hunde un dedo dentro de mí. Siento un tajante dolor pero mezclado con el placer y por supuesto que lo estaré si mi miembro está goteando tanto pre semen. Mis músculos se tensan a su alrededor de inmediato—. Me deseas —dice con seguridad al tiempo que lo extrae y extiende toda la humedad por mi pene antes de atacar de nuevo con dos dedos.

Yo lanzo un grito.

—Dime que me deseas, Spicer.

—Te deseo —jadeo contra su hombro. Oigo un gruñido de satisfacción.

—Dime que me necesitas.

Ahora mismo le diría todo lo que quisiera oír. Absolutamente todo.

—Te necesito.

—Vas a necesitarme siempre, Jack. Me aseguraré de ello. Ahora, a ver si puedo hacerte entrar en razón si te doy bien duro.

¿En razón? ¿De qué mierda habla? Retira los dedos de mi interior, me levanta de la encimera y me hace girar lentamente en sus brazos. Busco con las manos la lisa superficie del granito. No me gusta esta posición.

—Quiero verte —me quejo, aunque sé que no tengo nada que hacer. Parece que le gusta ser el dominante conmigo. Siento que su cuerpo se aproxima, el calor que emana hacia mí. Cuando su pecho firme presiona mi espalda, me pego a él y apoyo la cabeza en su hombro. Acerca la boca a mi oído.

—Cállate y disfruta. —Aprieta la cadera contra la parte baja de mi espalda y lentamente la amolda a mi cuerpo mientras alarga los brazos y me agarra de las muñecas.

—No hables hasta que yo te lo diga, ¿entendido?

Asiento. ¡Ya no me cabe la menor duda de que le gusta tener el control! Empieza a acariciarme los brazos lenta y suavemente con sus dedos expertos sobre la suave tela y me pone el vello de punta. Mi sangre parece lava. Mi miembro ansía su tacto cuando llega con las manos al extremo superior de mis brazos y asciende hasta los hombros. Cierro los labios con fuerza, pero se me escapa un gemido. No puedo evitarlo. No si me hace sentir así. Me cubre los hombros con las manos por completo y empieza a trazarme círculos con los pulgares en el cuello sobre el pliegue del suéter, masajea la tensión que se acumula en él. Es una sensación que no puedo explicar. Todo mi cuerpo se relaja y mi mente se serena. Baja la boca hasta mi cuello y me roza la piel con los labios antes de besarla suavemente.

—Tu piel es adictiva, blanca y suave.

—Hummm... —ronroneo. Eso no es hablar.

Se ríe en voz baja.

—¿Te gusta? —pregunta mientras me regala suaves besitos por la mandíbula. Vuelvo el rostro hacia él, lo miro directamente a los ojos y asiento de nuevo. Me mantiene la mirada durante unos segundos, con expresión satisfecha, y me planta un tierno beso en los labios. Deja que sus manos se abran paso hacia mis caderas. Cierro los ojos con fuerza e intento con todas mis fuerzas no despegarme de él.

—Que no se te ocurra mover las manos —ordena con firmeza antes de soltarme.

Oigo que se abre el cierre de los pantalones y sus manos vuelven a posarse sobre mis caderas. Da unos pasos atrás y lentamente las arrastra con él. Se me acelera el pulso y me agarro con más fuerza a la mesa para evitar moverme. Me estremezco cuando me apoya las manos en el cuello y siento que su erección se acerca a mi ano. En un intento por estabilizar mi respiración, inspiro profundamente e intento relajarme mientras me deleito al borde de la penetración. Ésta es la peor clase de tortura que existe. Se inclina hacia adelante, y su lengua, cálida y húmeda, me acaricia la parte lateral de mi cuello hasta acabar con un suave beso en él.

—¿Estás listo para mí, Jack? —Pregunta contra mi piel, y la vibración de sus labios provoca temblores de placer en el centro de mi sexo—. Puedes contestar.

«¡Joder, Joder!»

A pesar de mis ejercicios de respiración, sigue faltándome el aire.

—Sí —respondo prácticamente jadeando.

La bocanada de aire que escapa de su boca es de auténtico agradecimiento. Siento que me acaricia el culo con la mano mientras él se coloca en posición. Entonces, muy lentamente, atraviesa mi palpitante sexo y se sumerge en mí con movimientos suaves y controlados. A él también le cuesta respirar, y yo quiero gritar de placer, pero no estoy seguro de si está permitido.

Joder, qué gusto. Bien pensado, ¿qué va a hacerme si lo desobedezco? Mi castigo también será el suyo. Vuelve a colocar una mano en mi cadera y se detiene. Yo me agarro aún con más fuerza a la encimera, hasta que los nudillos se me ponen blancos, y me descubro a mí misma moviéndome contra él, absorbiéndolo hasta el final.

«Respira jack, respira»

—Joder, Spicer, me vuelves loco —gruñe, y me agarra el cuello con más fuerza, me sujeta en el sitio, mientras la otra mano abandona mi cadera para coger mi miembro—. No puedo hacerlo despacio —jadea mientras me masturba. Se retira lentamente y avanza de nuevo, con una embestida rápida y enérgica que me obliga a dar un salto hacia adelante.

—¡Chase! —grito. Va a ser imposible que esté callado si continúa así. Por Dios, qué potencia tiene este hombre. Se retira despacio.

—Silencio, Spicer —me reprende, y ataca de nuevo dejándome sin aliento.

Intento seguir agarrado a la mesa, pero me sudan las manos y resbalan por el granito. Estiro y tenso los brazos para evitar que vuelva a empujarme hacia adelante; a duras penas logro estabilizarme antes de que vuelva a embestirme. Me martillea incansablemente, sin apenas dejarme espacio entre sus penetraciones, fuertes e implacables. No tiene piedad. Me suelta el cuello y el pene, me agarra de las caderas y tira de mí con fuerza para obligarme a recibir cada una de sus arremetidas, que me entran hasta el fondo. He perdido todo sentido de la realidad. No hay nada más, aparte de Chase, su apetito brutal y mi cuerpo ansioso de él. Es algo que no puede explicarse. Aprieto las paredes internas cuando siento que el orgasmo se acerca, rápidamente provocado por el implacable ímpetu del lord Heylin.

—Aún no, Jack —me advierte.

¿Cómo lo sabe? No puedo contenerlo durante mucho más tiempo. Voy a estallar en cualquier momento. Oigo que nuestros cuerpos sudorosos chocan con violencia y los gruñidos guturales de Chase sobre mí. Me concentro en sofocar la necesidad de dejarme llevar. Siento tanto placer y dolor. Pero con la mente puesta en cualquier sitio excepto en mi cerebro, soy esclavo de las necesidades de mi cuerpo. Entonces sale de mí y me deja con las ganas. ¿Qué hace? Yo gimoteo al sentir que mi inminente descarga se retira. Me dispongo a gritarle, pero siento que empieza a deslizarme un dedo por el centro de mi ano húmedo.

Oigo que se ríe suavemente mientras mete tres dedos en mi interior y acaricia mi próstata, causándome unas enormes oleadas de placer.

—Estás empapado, Jack —Se ríe suavemente.

«¡Joder! ¡Joder!»

Continúa masajeándome mi próstata y yo dejo caer la cabeza, jadeando y sudando por tanta excitación. Me pone una mano en el cuello y sigue masajeando. Mientras intento automáticamente no correrme, su mano abandona mi cuello y aterriza en mi trasero. Me abre suavemente hasta que siento la húmeda cabeza de su erección empujando nuevamente.

—Tranquilízate. Deja que pase —murmura mientras mueve el miembro muy despacio alrededor de mi entrada.

«Respira, respira, respira.»

Entonces avanza y la inmensa presión que siento me hace echarme hacia adelante impulsivamente. Una de sus manos me agarra de los hombros y me obliga a permanecer donde estoy; la otra continúa guiándolo hacia mi interior. La presión aumenta cada vez más y yo no dejo de temblar.

—Eso es, Jack. Ya casi está.

Su voz es irregular y forzada. Noto el sudor de su mano sobre mi hombro cuando flexiona los dedos. Y entonces embiste hacia adelante con un gruñido ahogado, atraviesa mis músculos y se desliza hasta el fondo de mí.

—¡Mierda! —Grito— ¡Me voy a correr Chase!

—¡Dios, qué apretado estás! —resuella—. Spicer. ¡Relájate! ¡Y ni se te ocurra correrte!

Yo jadeo mientras me sumerjo en algún punto entre el dolor y el placer. La plenitud que siento es indescriptible, el dolor es intenso, pero el placer... Joder, no hay palabras para describir el placer, y esto no me lo esperaba. La opresión de mis músculos a su alrededor hace que sienta cada vena palpitante y cada sacudida de su erección. Mi cuerpo libera un poco de la tensión acumulada y un placer puro ocupa su lugar.

—Comenzare a moverme nuevamente y no te correrás hasta que yo lo diga. ¿De acuerdo?

Yo asiento, tomo aire y me agarro a la mesa. Su mano abandona mi hombro y desciende por mi espalda hasta unirse a la otra en mis caderas, pero esta vez no doy ningún brinco cuando me agarra. Estoy demasiado ocupado controlando el cosquilleo intenso en mis testículos que me anuncian que me Correré pronto.

—Muy despacito, Jack —jadea mientras sale lentamente de mí.

Me estoy deshaciendo de placer. Jamás lo habría imaginado de esta forma haciendo con él, en mí laboratorio, reclamándome como suyo. Pero es así. Me está haciendo el amor, y me encanta. No puedo creérmelo. La intensidad de su reclamo sobre mí hace que se me formen nudos en el estómago. Pero si me roza ahora mismo mi pobre pene que esta tan hinchado esperando correrse mando a la mierda todo.

—Eres increíble, Jack —gruñe con voz ronca mientras comienza a embestirme nuevamente—. Podría pasarme así toda la eternidad y exactamente eso es lo que quiero contigo.

Me sorprendo al escucharlo y como respuesta muevo mis caderas a sus sacudidas pausadas, invitándolo a acelerar el ritmo. Este placer inesperado es increíble, y estoy al borde de tener el orgasmo más intenso de mi vida. Ni siquiera puedo creerme que lo esté haciendo.

—Sigue —Pronuncio la palabra que jamás creí que diría.

—Sí, Jack. ¿Te falta mucho?

—¡No! —grito, y me empotro contra él. Oigo sus gemidos mientras me coloca una mano sobre el hombro y la otra entre las piernas—. ¡Más fuerte! —Grito—. Lo necesito.

—¡Joder, jack! —exclama, y me penetra con más ímpetu, agarrado de mi hombro y trazando círculos con el dedo sobre mi pobre e hinchado pene que esta palpitante. Lanzo la cabeza hacia atrás.

—¡Me vengo! —grito.

—¡Espera! —me ordena. Siento que su pene se hincha y se estira mientras continúa acelerando. Estoy ido de placer, casi delirante, y justo cuando creo que voy a desmayarme, brama:

—¡Ahora!

Y me dejo llevar. La habitación empieza a dar vueltas y yo me pierdo. Me dejo caer sobre la mesa con los brazos estirados sobre la cabeza y arrastro a Chase conmigo. Pesa bastante, pero tengo el cuerpo aturdido por el placer. Sólo soy consciente de que su pecho húmedo y firme me aplasta contra el granito, de que su aliento cálido y entrecortado me acaricia el pelo y de que su pene vibrante continúa hundido en mi interior mientras sus espasmos se reflejan sobre mí. Mis músculos se contraen con cada uno de sus latidos y absorbo hasta la última gota de su semilla mientras él acaricia perezosamente mi pene empapado en semen. Estoy flotando.

—Te amo, Chase... —sin darme cuenta vuelvo romper en llanto y siento cuando él abandona de mí interior para voltearme y quedar cara a cara con él.

—...Yo igual te amo Jack... aunque no me creas. —Sus manos acarician mis mejillas empapas en sudor y lágrimas, tomo su mano suavemente para cerrar mis ojos unos segundos y volver abrirlos y mirar sus intensos ojos dorados —. Pero cuando me di cuenta, me halle a mí mismo buscándote... Buscado tu silueta, tu chillona voz, tus hermosos ojos carmesís. Sé que es tarde pero te amo y sé que no tengo perdón por toda la humillación que te he hecho vivir...

—Te perdonó todo Chase a pesar de todo... En este año no he logro olvidarte ni un poco... —me rio suavemente —. Y para que sepas me encantaría quedarme a tu lado.

—Eternamente Jack, te quiero ver al lado de mí trono, cenando juntos... Juntos en mi ciudadela.

—Eternamente Chase...

—Buscare una forma de hacerte inmortal Jack Spicer.

Lo abrazo por el cuello acariciando las hebras de su largo cabello negro, juntando nuestros labios en un tierno beso. Por primera vez me sentía enormemente feliz, amado y deseado por este hombre. Ya no más noches oscuras y derramas por lágrimas por qué ahora tengo a mi hombre junto a mí.

 

Fin.

Notas finales:

Espero que lo disfruten tanto como yo. Adios.


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