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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

HI!! alguien me extrañó? probablemente no.

Bueno les hecho el cuento de por qué demoré en actualizar bien rápido: escribo los capìtulos desde el celular desde el cap 12 aprox (antes los escribía a mano) pero siempre tuve problemas para subir capítulos porque no tenía compu con internet así que utilizaba la de mi madre pero estaba super lenta y siempre me volvía loca cada vez que tenía que subir un capítulo vuevo. La cosa es que terminé este hace ya 2 meses! pero tuve que mandar a arreglar esta compu, ahora es mia y anda bien, punto bueno. Cuando me llegó fue en medio de semanas de muchos escritos seguidos por lo que estaba demaciado ocupada (estudio mucho, quizas demaciado) y me olvidé completamente de que escribo un libro, al fin termine con los escritos y este es mi primer fin de semana libre.

Corregi este cap y lo subi, al fin.

quiero volver a recalcar que bajo ningún motivo voy a abandonar esta historia pero si me cuesta cada vez maás sacarla adelante asi que no puedo subir más seguida, punto malo. Pero lo seguiré porque mi imaginación me obliga hacerlo.

Joey y Duke compartían una de las habitaciones en el osen, muy típica así que solo una fina pared los separaba de la habitación de Ryou, Yugi y Malik y debían pasar por su lado para salir al pasillo o ir al baño compartido.

Malik estaba en el futón del medio y escuchaba el claro ruido molesto de los ronquidos de Joey, aunque más bien le daba ganas de reírse. De pronto, escuchó a sus lados suspiros.

-¿Ah? ¿Sucedió algo? -miró primero a Yugi y luego a Ryou.

Ambos estaban mirando el techo del lugar, no los veía muy claro, solo habían dejado encendida la luz amarilla  de una pequeña lámpara. Volvieron a soltar otro suspiro preocupando a Malik de manera que se veía claramente en su rostro, sus cejas una casi arriba de la otra y ambos hablaron a la vez.

-Akefia me beso.

-Yami me beso.

-¿Qué? -miró con sorpresa a Ryou-. ¡¿Qué?! -le dedicó el doble de sorpresa a Yugi.

¿Cómo y cuándo había sucedido algo como eso? Es decir, no le sorprendía lo que había pasado, admitía que se lo veía venir y Marik le había soltado algunas cosas que también le había hecho empezar a sospechar de las intenciones de los Yamis. Pero por qué debía suceder de esta forma, en el mismo momento y de la misma manera.

Además, se esperaba de Yami algo mejor, no sé, ¿un altar rodeado de rosas mientras pajaritos sostenían un cartel de “te amo” desde las ramas de los árboles quizá?

Ryou y Yugi trataron de hacerse entender y de tantas palabrerías sueltas la mente de Malik se volvió un caos en cuestión de minutos y quería evitar despertar a Joey y Duke.  

-¡Espérense!  -grito en un susurro-. Yugi, ¡explícate primero por favor!

Yugi lo miro y luego volvió su cabeza al techo, si lo miraba directamente seguro que no podría hablar sin tropezar constantemente y ni hablar de tener que soportar las caras que el otro le dedicaría.

Dejó salir todo.

-No lo sé, todo fue muy raro, no sé qué pasó.

-Pero dijiste que…

-¡Se lo que dije Malik! -Lo miró por un segundo y volvió su vista a ese punto de humedad en el techo-. Le conté lo de la Universidad, no se lo tomó bien, no quiere…

-…que te vayas -completó Malik y se hizo un silencio esperando que Yugi cuente más.

-Parecía enojado, preocupado. Triste. Dijo un montón de cosas y a la vez nada, y antes de darme cuenta dijo que me amaba y me beso, pero no sé qué asumir de eso.

Malik largo un suspiro y se enderezó, apoyándose sobre su codo hacia su lado.

-Yugi, sabes que pasó y sabes que es lo que Él siente. Lo que deberías estarte preguntando es, ¿qué sientes tú sobre esto?

-¿Qué siento? -preguntó Yugi en voz alta, aunque en realidad le estaba haciendo caso y preguntándose a sí mismo.

-¿Te gustó? -Ryou le dio un empujón.

-¿Cómo estuvo? ¿Besa bien? -escuchó preguntar a Duke desde el otro lado de la fina separación.

Ni siquiera había notado que los ronquidos habían parado y ellos habían dejado de preocuparse por mantener la voz baja. Escuchó un “shh” de Joey, seguido de un “se supone que estamos dormidos”.

Comenzaron a discutir y pronto Malik también se unió diciendo que se callaran.

-Sí, besa bien y también me gustó -afirmó terminando con todo ruido.

Las risas de cotillas no se hicieron esperar y se sorprendió al dedicarle a esa gran mancha de humedad una gran sonrisa, de esas que te vienen cuando admites algo que te avergüenza confesar combinada con la sonrisa que le traía el recuerdo de esos labios carnosos contra los suyos y los dedos con pequeños callos hechos por el constante levantamiento de pesas, raspar su barbilla al sostener su rostro.

Se sorprendió. Se sorprendió de que en un segundo todas las sensaciones de ese momento le llenaran el cuerpo con un estremecimiento.

-Pero es como mi hermano -agregó. Quisiera o no una vocecita le gritaba eso cada vez que quería abrazarse al calor de la sensación de sus labios juntos.

Escuchó un “agh” compartido de los otros cuatro con enojo y decepción incluidos.

-Me lo esperaba -dijo Malik.

-Me lo imagine -agregó Duke.

-Era obvio -suspiró Joey.

-¡Oigan! No hablen como si yo no estuviera aquí -les respondió, bastante ofendido la verdad-. Pero es la verdad.

-No lo es -afirmó Ryou y el resto lo apoyó.

-Te gusta -afirmó Joey.

-No de esa forma…

-Te gusta -escuchó repetir a Duke.

-Como hermano…

-Te gusta -le cantó al oído Malik con una gran sonrisa.

-¡Bien! Quizá. No lo sé -se tapó los ojos con ambas manos cubriendo su visión de ese punto fijo-. No me lo había planteado hasta hace un par de horas, no es fácil para mí.

-Yugi, lo entendemos, no te presiones -Ryou siendo Ryou. Dulce.

Todo quedó en silencio compartido otra vez. Y sin intensión alguna, Ryou también se comenzó a fijar en esa mancha de humedad en el techo. Comenzó a buscarle una forma, no sé si ustedes lo hacen, pero para él era una tentación desde niño y le halló una bonita forma de corazón.

Sonrió y sintió calor en su cuerpo, al punto de sudar y sus dedos se enroscaron entre sí como búsqueda de alivio al nudo que se formó en la boca de su estómago.

Esa sensación de ahogarse.

Ese sentimiento de vergüenza mezclado con emoción.

¿Cómo es que le llaman a eso? Lo tenía en la punta de la lengua, estaba seguro de haberlo leído en algún libro y su mamá le decía de pequeño que le pasaría cuando sea grande.

A sí, ya se acordaba.

Mariposas.

Mariposas revoloteando en su estómago.

Pero por más extraño que le era, no quería deshacerse ni de una de ellas. Sabía lo que significaba, no estaba tan mal, le sorprendía tanto. Su sonrisa no podía irse al igual que la  imagen de un rostro serio atravesado por una cicatriz y con un par de ojos lavanda que se oscurecían a magenta cuando se enojaba.

-Acabamos de perder a Ryou -informó Malik riéndose.

-¿De qué hablas? -dijo Ryou sin borrar su sonrisa.

-Te estoy mirando fijamente desde hace cinco minutos y estás sonriendo como un bobo, probablemente si no fuera porque te hablé seguirías así toda la noche.

-¡Confiesa Ryou! -gritó Joey.

-¿Qué confiese qué? ¿Qué me gusta Akefia? ¿Qué estoy completamente enamorado de Akefia?

-Vez Yugi, Ryou si confía en nosotros -se burló el rubio y nombrado resopló en respuesta.

-No pensé que sería tan fácil hacerte soltar la lengua -Malik lo miró sorprendido mientras se rascaba la barbilla pensante.

-Se ve que es un excelente besador. Un beso y mira cómo te dejó, te engatuso completamente  -soltó Duke provocando risas hasta de Ryou.

-¡No es solo por eso! -se defendió con una sonrisa.

-¡Ah! Pero admites que eso tiene que ver -siguió el inventor de juegos.

-Quizás un poco… -afirmó y luego de una pausa silenciosa agregó-. O quizá bastante.

Se rieron un rato mientras los chicos trataban de sacarle información al peliblanco de cómo besaba Akefia; con lengua o sin lengua, ¿te mordió?, ¿te manoseó?, dulce o sexy… o quizá ambas. Al final de tanto reírse Joey terminó con hipo y Duke con un juramento de que si no confesaba los detalles sucios lo averiguaría por sí mismo.

Ryou por más que sabía que eso no pasaría, sintió algo revolverse y no eran mariposas, o quizá sí, pero estas estaban enojadas. Le recordaba a lo que sintió tras ver a Akefia besar a esa chica en el teatro.

Celos. O como él prefería llamarlos: miedo de perderlo y ser suplantado.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión Ryou? -preguntó Yugi.

-Todo es tan diferente, pero es la misma persona -comenzó suavemente-. Cuando lo miro siento como si no hubiese nada más que yo en su mente, como si dentro de esa cabeza loca yo fuera el sol que lo ilumina y sin mi vuelve esa oscuridad.

-Estoy seguro de que es así -afirmó Malik.

-No tengo duda de mi importancia para él y me gusta ser eso para Kura. Soy importante en su vida y se ha encargado de hacérmelo saber este último año. Es tan atento conmigo; siempre me acompaña a todos lados, me espera a la salida de la universidad, le dice a todos que soy lo más importante para él sin vergüenza, se ocupa de que siempre me sienta bien y no me falte nada… me ayudó con mi padre también. Hace de mis días algo muy interesante, emocionante y hasta ¿mágico?

Otra vez ese silencio, pero ahora se trataba de algo distinto, todos se sentían identificados con algo de lo que Ryou decía. Lo entendían en su propia piel y corazón.

El hipo incontrolable de Joey les puso los pies en el suelo de nuevo.

-¿Se lo dirás? ¿Qué te gusta? -preguntó Yugi.

-No lo sé, bueno, en realidad supongo que en algún momento tendré que decirlo. Pero no ahora, todavía no porque… porque no.

-¿En serio Ryou? Si ya te lo confesaste a ti mismo, ¿por qué a él no? No seas cobarde Ryou, díselo -le dijo Duke.

-No, y me parece que no eres el más indicado para decirme eso, justo tú no. Hazlo tú primero.

-Tú la tienes fácil, mucho más fácil que yo -se defendió a Duke.

-Todas las relaciones son difíciles, sin excepción -afirmó Malik.

-¡Espérate un segundo! ¿Qué acaso te gusta alguien? ¿Cómo es que todos saben y yo no?  -escucharon como Joey se sentaba en su futón molesto, pero no se lo podían tomar tan en serio como deberían debido a su hipo que no lo dejaba terminar las frases.

Y la guerra empezó; Duke juraba y re juraba que no estaba enamorado, que todo era una mentira o una buena broma pero se le notaba nervioso y Joey parecía haber desarrollado un sexto sentido que le permitía afirmar o sospechar sus mentiras.

Duke estaba en un aprieto, pero se negó a soltar la lengua. Estaba seguro que si le contaba a Joey que estaba enamorado de su mejor amigo trataría de involucrarse y teniendo en cuenta el interés notorio de su hermana sobre el chico innombrable, no sabía qué bando él elegiría.

Además es Joey, es propenso a arruinar las cosas.

Al final de diez minutos se durmieron, el ya no hipo de Joey era la evidencia de esto, pero Ryou no podía dormir. Daba vueltas al punto de que su pelo se enredara en su cuello y su frazada se cayera a un lado.

Cada un par de segundos una sonrisa se formaba en su cara y tenía ganas de girarse, colocarse boca abajo, presionar su rostro contra la almohada y gritar para soltar todos esos sentimientos en algún lugar. Hacer la típica escena de la niña enamorada en las películas.

Y fue entonces, entre tanta desesperación, porque estaba desesperado, había descubierto un sentimiento en su corazón que le hacía sacar sonrisas y quería mostrárselo a una persona en especial que se le ocurrió.

Tomó su celular de debajo de la almohada, era temprano aún y recordaba que chicos iban a tomar algo antes de irse a dormir, pero por las dudas escribió:

¿Estás ahí? “

Esperó con desesperación, quedándose en línea, una respuesta afirmativa. Esperó poco menos de dos minutos.

“Sí, ¿sucede algo? ¿Estás bien?”

Sintió esas mariposas de nuevo, por un lado porque le conmovió como enseguida se preocupó por su estado y por otro lado sentía nervios por lo que estaba por hacer.

“Estoy bien. Solo quería pedirte un favor”.

“Claro. ¿Qué necesitas?”

“Necesito verte, hablar contigo”.

“¿Ahora?”

“Sí”

Tuvo que esperar un rato más por la respuesta y aparecía en la parte superior “escribiendo” una y otra vez pero sin llegarle nada hasta que llegó.

“¿De qué quieres hablar?”

“De algo importante”. Escribió simplemente y luego agregó: “Estoy yendo para ahí, espérame fuera de tu habitación”.

Dormía con un pijama muy fino de verano y una remera de manga corta ajustada. Se paró de un salto, jamás había estado tan decidido de hacer algo y sabía que si no lo hacía ahora después no lo haría.

Se colocó sus pantuflas y con mucho cuidado abrió la puerta para cerrarla a su espalda, su corazón latía a mil por hora en su pecho a medida que caminaba por los pasillos y notó sus piernas temblorosas cuando tuvo que bajar un piso.

+ - + - + - + - +  

Akefia apenas se había acostado cuando recibió el mensaje de Ryou. Habían llegado hace poco del bar del lugar, fue idea de Yami, para salir y conocerse más entre ellos, bueno más bien para hacer sentir a Kaiba cómodo en el grupo en un lugar que era cómodo para él.

Ya se había lavado los dientes y desvestido (dormía en ropa interior), escuchaba a Marik hablar entre sueños completamente enamorado y borracho, se la había pasado contándoles lo maravilloso que era Malik, mientras que él contó lo que había pasado con Ryou y los nervios que tenía encima.

Se sintió súper nervioso al punto que necesito sentarse cuando Ryou le dijo que quería hablar con él. Mil cosas pasaban por su cabeza; “no quiero estar contigo”, “no te quiero de esa forma”, “ya no te quiero ver nunca más”.

Probablemente su rostro que ya no estaba siempre serio reflejaba su preocupación por que su actitud llamó la atención de Yami, tenía esa mala costumbre de volver los problemas de otros los suyos y se incorporó también en su futón para mirarlo con los ojos entrecerrados de cansancio.

Cuando Ryou le informó que venía se paró enseguida y cazó un jean negro y con cortes de la cima de su bolso, estaba seguro que lo arruinaría todo si salía en bóxer a charlar. Antes de salir miró a Yami, no tenía por qué dar explicaciones ya, pero había llegado al punto de que no le molestaba.

Es más, se trataba de demostrar su confianza en él.

-Ya vengo, hablaré con Ryou.

Y así salió, se alejó un poco de la puerta para no arriesgarse a que alguien se le dé por hacer de vieja chusma y se apoyó en la pared de manera despreocupada pero falsa. Apoyó su cabeza en la pared y fijó su mirada en el extremo del pasillo donde sabía que tendría que aparecer Ryou.

Escuchó un ruido y ahí lo vio, de una manera que no se esperaba.

Ryou golpeó su pie contra una maceta en la esquina antes de agarrar su pasillo, donde soltó un “Ay, mi pie”. El golpe, más el intento de sostener su pie lo hizo tropezar y girar dándose la espalda contra la pared donde él a unos metros estaba apoyado y por último terminó en el piso con la pantufla de su pie lastimado volando y cayéndole en la cabeza mientras se sobaba el pie.

Akefia quedó sorprendido en su lugar, no sabía si reírse o ayudarlo pero estaba seguro de eso era producto del nerviosismo de su hikari y el hecho de que Ryou estuviera nervioso lo ponía nervioso a él.

Mientras tanto Ryou sentía su cara arder, bien, esto no iba como lo había planeado. Estaba seguro de que no había podido quedar más humillado frente a él y enserio le dolía el dedo chiquito del pie.

Cuando notó que Akefia se disponía a ayudarle levantó la mano en señal de que él solo podía hacerlo. Se apoyó en el suelo y se paró, tomó la pantufla que le faltaba colocándola y caminó hacia él tratando de que se le notara lo menos posible el dolor en el pie.

Se le cortó la respiración al verle.

Estaba solo con un pantalón bajo que dejaba ver una marcada V en su vientre con una línea de cabello claro que terminaba en vaya a saber dónde. No sabía que mirar primero; si sus pectorales, sus gruesos brazos o ese vientre marcado. Cuando miró su rostro notó que su cabello estaba atado en un moño desprolijo sostenido en dos palillos chinos de madera negra cruzados y se sorprendió del hecho de que lo hacía ver muy masculino.

La boca se le hizo agua y quiso que la tierra se lo tragara por pensar algo como eso.

-Hola -dijo simplemente pero se encargó de estar bien cerca de él, estaban a veinte centímetros y tenía que elevar un poco su cabeza para poder verlo a los ojos.

-Hola -la voz de Akefia sonó más ronca de lo que quería, pero sin quererlo hizo estremecer a Ryou.

-Quería hablar contigo  -empezó Ryou y sintió las puntas de sus dedos temblar.

-¿Sobre qué? -preguntó temeroso Akefia pero sin hacerlo notar.

-Sobre lo que pasó hoy…

-Me imaginé -Akefia se tapó los ojos con frustración por un segundo y suspiró-. Yo, Ryou, lo siento muchísimo. Sé que tú sabes lo que siento y yo sé que no me correspondes pero me dio un momento de calentura que no pude soportar y antes de darme cuenta estaba sobre ti y…

Ryou tuvo que ponerse en puntas de pie, se sentía un poco mal por eso pero se le fue cuando necesitó ayuda de sus bíceps para sostenerse y le encantaba esa masa de músculos en sus manos. Pero en fin, plantó un beso suave y largo sobre los labios del otro.

Akefia no reaccionó en un principio, al menos no su mente pero su cuerpo lo hizo tomando a Ryou por la cintura. Era un toque muy suave, las yemas de sus dedos se posicionaron en el lugar más estrecho ejerciendo una pequeña presión que arrimó sus pechos hasta tocarse.

Separó sus labios permitiendo profundizar el beso pero no lo suficiente para ser excitante, solo para tener mayor contacto. Ryou se alejó y Akefia abrió los suyos lo suficientemente rápido para verle abrir los suyos y ver en ellos un brillo travieso, como un niño que hizo por primera vez una travesura.

Akefia quiso decir algo, no sabía que diría pero la oportunidad de decir lo que fuera se le fue cuando Ryou colocó sus dedos sobre su boca y al mirarlo podía notar lo rápido  en que su pecho subía y bajaba.

-Quizás y solo quizás, me gustas -vio un coloreo rojo en la parte superior de sus pómulos.

Sentía como su alma había dejado su cuerpo.

¿Él lo quería?

No hizo más que sonreír. No sabía qué más hacer. ¿Qué hacía ahora? Decirle que a él también le gustaba, no, ya lo había hecho. Solo se quedó ahí mirándolo embobado y pronto su sonrisa fue compartida.

 -Ya tengo que irme.

Akefia no quería dejarlo ir, no después de lo que le había dicho. Pero no sabía por qué a Ryou le había dado el impulso de hacer lo que hizo, lo amaba tanto que no quería perderlo.

Aun así no se aguantó.

Lo tomó por los hombros atrayéndolo nuevamente en un abrazo y apoyó su cabeza en su hombro, sentía el cabello blanco picarle la nariz y los ojos. Se sorprendió de que Ryou no estuviese tan tenso como lo usual en un abrazo y este enredó sus brazos por debajo de los suyos hasta su espalda.

-Te quiero.

Le susurró al separarse y Ryou soltó unas risitas nerviosas y avergonzadas de felicidad mientras caminaba hacia atrás.

Se volteó para volver a su habitación pero apenas había dado dos pasos cuando se dio vuelta y volvió a correr hacia Akefia, volvió a colocarse en puntas de pie y volvió a darle un beso en los labios.

El egipcio sostuvo su rostro entre sus manos, las puntas de sus dedos acariciaban su nuca y se enredaban en su cabello.

Sentía que todo estaba bien.

Al irse, Ryou no podía apartar la mirada de su Yami con una sonrisa en su rostro y eso llevó a las consecuencias.

Se tropezó  con la esquina del pasillo, ahora su otro dedo chiquito estaba adolorido y luego cayó al piso atravesando el montón de ramas y hojas que se enredaron en su cabello. Cayó de boca al piso y agradeció que Akefia no pudiera verlo desde donde estaba.

-¡Estoy bien! -gritó mientras se levantaba lo más rápido que podía.

-¿Estás seguro? -Akefia sonaba preocupado, este era el Ryou más dulce y torpe que había visto.

Le encantaba.

+ - + - + - + - +

Cuando entro a la habitación se encontró con Yami despierto y sentado tecleando en su celular, con el primer paso dentro ya le dedicó esa mirada que sabía lo que significaba.

“¿Qué pasó?”

Al menos le veía el lado bueno, no lo presionaba para saber.

-No seas chusma.

Dijo simplemente mientras volvía a sacar su pantalón y arrojarlo por ahí de camino a su futón.

-Me enteraré de todas formas.

-Bien.

-Ya dímelo -le volvió a insistir, y él le dio la espalda.

-Ryou me beso y dijo que le gusto -no se negó a dejar salir la voz burlona.

Fue un claro; yo puedo y tu no.

Yami soltó un montón de cosas por lo bajo, se oía un montón de quejas mientras se cubría. Pudo oír claramente el final de una oración.

-…suertudo.

No pudo evitarlo y se empezó a reír tratando de no hacer mucho ruido. El faraón bufó y antes de darse cuenta una pantufla aterrizó en su cabeza. Tomó una de sus propias pantuflas a su lado y se giró aprovechando el impulso para arrojarlo.

Pero falló y fue a parar al otro lado de la habitación sobre el rostro dormido de Marik.

No pudieron evitar reírse los dos al ver como este se rascó la cara, murmuró un “idiotas” y se dio vuelta para seguir durmiendo sobre su estómago.

-Ya cállense -les rezongó Kaiba.

Y así decidieron dormirse.

+ - + - + - + - +

-¡¿Hiciste qué?! -pregunto sorprendido Yugi.

-Lo bese -dijo Ryou emocionado.

Estaban los cuatro caminando hacia el desayuno, a Joey fue imposible despertarlo.

A Ryou le faltaba dar saltitos de felicidad solamente; tenía una sonrisa enorme en su cara desde que se despertó, cantó todo el tiempo mientras se peinaba (demasiado por cierto) y se pasó diez minutos preguntando que debería ponerse para sorprender a su Yami mientras los otros tres hacían todo lo posible por despertar al perro dormilón.

No fue hasta que Yugi se murió de curiosidad y le preguntó qué le sucedía que Ryou no soltó la lengua.

Sorprendidos a más no poder, estaban felices de la decisión de Ryou. Es más, jamás lo habían visto tan seguro como ahora.

Les gustaba ese Ryou.

El valiente que no esperaba una vez que se daba cuenta lo que quería, el que tomaba las riendas y actuaba en el momento, el que confiaba en sí mismo.

-¿Quién eres tú y qué hiciste con nuestro Ryou? -preguntó  Duke mientras pasaba un brazo por encima de sus hombros.

-Sigo siendo Ryou Bakura, solo que este Ryou decidió que ya era imposible seguir negando algo claro y que no pierdo nada con intentarlo.

-Así se habla -afirmó Malik del otro lado, señaló con el índice a alguien-. Mira ahí está Akefia.

Estaban entrando a la pequeña salita donde iban a desayunar y sin esperarlo Ryou perdió esa confianza que tenía desde ayer en la noche y al tratar de huir sus pies se enredaron el uno con el otro y no hizo más que caerse al piso de cara.

-¡Ryou! -gritaron los tres al verle llamando la atención de los chicos que se dieron vuelta de inmediato para ver lo que sucedía.

Duke enseguida tomó su brazo para ayudarle a levantarse sin entender qué había pasado tan rápido, lo primero que atinó a hacer Ryou fue a cubrir su rostro con su cabello al cual le había dedicado tanto amor esa mañana y ahora estaba terriblemente enredado. Duke veía la rojez en su rostro y el intento de agarrarse disimuladamente el lugar donde se había golpeado.

En menos de un segundo Akefia estaba a su lado y trató de no ofenderse cuando lo empujó para él mismo terminar de ayudar a Ryou a levantarse por la cintura, después de todo él haría lo mismo.

-Espero que esto no siga sucediendo tan seguido -bromeó y Ryou bufó decepcionado de sí mismo.

-Fue un accidente -se defendió y estiró la mano derecha para apretar la zona de su cabeza que palpitaba.

El egipcio se rió y lo atrajo hacia sí para caminar a la mesa más cercana sin dejar que un solo centímetro los separara, vio como una pequeña luz salía de la palma de Akefia sobre la zona lastimada.

-¿Y el perro? -Preguntó secamente Kaiba, en su típica pose: cruzado de brazos y serio como la muerte.

-¿Tenemos un perro? -le preguntó Malik a Yugi haciéndose el tonto, no le gustaba para nada la forma en la que ese tipo se dirigía a uno de sus mejores amigos.

Kaiba suspiró refregándose las sienes con frustración, Malik le dedicó una sonrisa inocente.

-¿Dónde está Joey? -preguntó esta vez. Yugi fue a responder pero Malik lo interrumpió.

-Se consiguió un novio y huyó muy lejos de ti, se cansó de que lo trates de perro -Seto gruñó y lo miró mal, Malik volvió a sonreírle.

-Ya entendí tu indirecta, ahora, ¿dónde está Joey? -Kaiba ya estaba irritado y Malik se divertía con eso.

-Ya deberías saberlo Kaiba, Joey es un dormilón -dijo Mai al pasar por su lado y luego bostezó en camino a una mesa con el desayuno puesto.

Se dispersaron para desayunar pero Duke se arrimó a Kaiba, tomó su copia de las llaves de su habitación y las colocó en un bolsillo en el pecho de la típica gabardina que siempre lleva el ojo azul y le dio dos palmaditas en el lugar.

-Te consideraré un Dios si logras que se levante.

+ - + - + - + - +   

Seto se apuró a llegar a la habitación que tenía el número que llevaba el llavero, puso la llave en la cerradura y la giró dos vueltas. Abrió la puerta suavemente, su objetivo era despertarlo pero no por eso debía darle un susto de muerte.

Se quitó la gabardina y la dejó en el piso, no la necesitaría. Buscó a Joey en algún lugar en el piso pero no lo encontró así que fue hasta la puerta que separaba el otro cuarto y la abrió.

Halló a su chico acostado panza abajo, con el pelo enmarañado más de lo usual y un pie con una media a punto de salirse fuera del futon.

Su primer paso fue quitar toda frazada y lo que se encontró fue un gran trasero cubierto solamente por un bóxer gris. Tenía una camiseta que reconoció inmediatamente, la solía usar si no usaba una de las suyas cuando se quedaba en la mansión, tenía un dibujo del dragón bebé en el frente y la había comprado un día que habían ido a Kaibalandia con Mokuba. Su otro pie ya no tenía media así que quitó y arrojó la que quedaba.

Se sentía un acosador.

Se puso sobre él, colocando sus manos a cada lado de su cintura. Y flexionó sus brazos hasta quedar “cara a cara” con su trasero, se tomó el tiempo de dejar un montoncito de besos allí.

Luego subió, levantó con su nariz la parte inferior de la remera y con la punta de la lengua siguió en paralelo la línea del elástico en la piel. Sintió como Joey se estremeció de cosquillas y eso lo hizo sonreír de gracia.

-Cachorro -lo llamó con un susurro en su oído.

Joey frunció el ceño y envolvió sus brazos alrededor de su cabeza como protegiéndose del ruido.

-Vamos cachorro.

Seto lamió su cuello y mordió su hombro levemente. Joey comenzó a parpadear suavemente con un bostezo pequeño, pero notablemente tentado a cerrar los ojos en cualquier momento.

-Déjame dormir -exigió y enterró la cabeza en la almohada.

Seto siguió haciendo de las suyas, beso tras beso en su nuca. Lamidas y mordidas. Sonrió macabramente y bajó sus caderas para frotarlas directamente con su trasero.

Se aguantó el suspiro de placer.

La verdad que se venía aguantando las ganas desde que lo vio en ese bóxer apretado.

-¿A eso viniste? -preguntó con un gruñido el rubio.

-No. Digamos que esto es un combo.

Se apoyó sobre sus rodillas entre sus piernas y antes de que Joey pudiera hacer algo, agarró fuertemente su cintura y lo alzó. Su erección se pegó inmediatamente a su trasero, el cual acarició y apretó y terminó por tomar el elástico y soltándolo provocando un sexy ruido contra la piel blanca.

-Vine a invitarte a desayunar a otro lugar -se estiró y colocó un beso a media espalda.

El rubio gruñó con frustración, ¿cómo es que no vio venir eso? Era humillante. Al menos si su objetivo era despertarlo, lo había logrado. Y todavía esa… cosa… en su trasero, terminaría él también así.

Ya tenía ganas, rayos, estúpido Kaiba.

-No me parece que esas sean tus verdaderas intenciones -Seto se rio.

Joey se dio vuelta, para quedar cara a cara con él y terminar ese frote que tenía en su trasero. Kaiba era una obra de arte apenas lo vio, lo esperaba, bien vestido y peinado y hasta con su deliciosa colonia de siempre. Parpadeó para acostumbrarse a la luz, seguro que él era un desastre.

-Pues lo son -sus ojos estaban juguetones esa mañana y más azules también.

Joey suspiró, seguro que no podría volver a dormirse ahora.

-Necesito cambiarme -le informó y tiró de su buzo para dormir y Seto sonrió de costado, entendió lo que estaba pensando.

“Para vestirse, primero debía desvestirse”.

-Permíteme ayudarte.

El ojo azul tomó su camiseta levantándola lentamente y Joey colaboró levantando sus brazos y su espalda para que saliera fácilmente. Pero se aprovechó y enseguida tomó ambas muñecas sosteniéndolas por encima del pelo rubio.

Wheeler podía considerarse fácilmente indefenso. Pero le gustaba ese juego.

Compartieron un beso fogoso y salvaje; sus lenguas se enredaron en la otra y sus labios recibían mordiscos del otro. Los besos de Seto bajaron hacia su cuello y siguieron hasta llegar a su pezón derecho.

-¡Ah! Se-to... -su lengua envolvió el pedacito de carne mojándolo y le dedicó pequeños mordiscos que le daban un leve dolor placentero. Cambió de pezón pero siguió jugando con el otro entre sus dedos. El mismo Joey empujaba hacia su boca, intencional o no-. ¡Seto, ah! Sa-sabes que…

-¿Te gusta esto? -completó Seto-. ¿Qué no puedes evitar retorcerte y gemir cuando hago esto? ¿Qué te gusta que te lo haga mientras te follo? Lo sé cachorro…

Un gran gemido salió de los labios de Joey cuando escuchó la palabra follar combinada con el placer de su pecho que le volvió a dar la lengua de su amante, a veces pensaba que no era normal el cómo disfrutaba de eso.

-Me haces cosquillas -dejó salir entre sus labios entreabiertos y sus ojos cerrados. Seto lamía alrededor de su ombligo mientras frotaba sus pezones.

-Quiero follarte -acarició su erección sobre el bóxer que era lo único que tenía, Joey gimió-. ¿Y tú cachorro, quieres que te folle?

Seto volvió a colocarse de rodillas entre sus piernas y vio como Joey lo miraba de forma ardiente. Quiso más de esa mirada. Dirigió sus dedos a los botones de su camisa y los desprendió uno a uno hasta dejar que esta cayera por sus hombros. No quitó la vista de Joey que mordía fuertemente su labio pero no lo miraba a la cara sino a su pecho al descubierto y bajaba más allá.

Antes de darse cuenta, un pie descalzo acariciaba su erección sobre el pantalón negro de jean, que le hizo tirar la cabeza hacia atrás y soltar un gemido.

-Quiero. Quiero que me folles. Pero antes, quiero chupártela -los ojos amielados lo miraron fijamente y sin titubear y las manos de Seto que acariciaban sus muslos temblaron ligeramente-. Si me dejas claro.

-No tienes ni que preguntar.

Sus manos liberaron la piel blanca y se posaron en su cinturón. Se tomó su tiempo para sacárselo y arrojarlo a un lado, desabrochó su pantalón y bajó la cremallera. Joey gateó rápidamente hasta estar enfrente y él mismo enganchó dos dedos en el elástico de los calzoncillos bajándolos junto con el pantalón hasta sus rodillas.

Joey le dedicó un guiño atrevido antes de sacar la lengua y pasar la punta desde la base hasta la cabeza sin alejar la mirada de él.

-Te vez sexy -alagó.

A Seto se le salió un tembloroso suspiro antes de sentir mucho calor sobre la cabeza de su pene.

Así empezó Joey. Lamió el líquido que salía de la punta enredándose con su lengua para luego meter solamente la cabeza en su boca y succionar con pequeñas embestidas de su cabeza, sabía que le gustaba eso, que lo succionara.

Jugó con su lengua a medida que tomaba más, pero le era imposible llegar a la base. Sus ojos se lagrimeaban a medida que más entraba en su boca y el ojo azul las atrapaba con sus dedos por debajo de sus pómulos.

Tenía la boca abierta por donde de vez en cuando salía un gemido o un gruñido, pero se negaba rotundamente a cerrar sus ojos.

Se sentía simplemente maravilloso.

-Delicioso -dejó escapar.

En un momento no aguantó más ese movimiento lento, necesitaba algo constante y rápido. Tomó los cabellos rubios entre sus dedos y aplicó un movimiento constante con el que sabía que Joey podía.

-Ya estoy a punto cachorro -Seto apretó los dientes y entrecerró los ojos con claro signo de estar ya allí.

Joey sacó el miembro de su boca y lo tomó en una mano para masturbarlo mientras que con la otra jugaba con las pelotas ajenas. No demoró mucho en correrse y el semen fue a parar a su torso y cuello, sacó la lengua y lamió un poco en la comisura de sus labios.

Ambos se pararon y Seto empujó a patadas la ropa de su cuerpo, Joey lo miró atrevidamente y cuando se aseguró de que él lo miraba comenzó a bajar su propio bóxer de espalda, dando una perfecta vista de su trasero. El ojo azul no se resistió y se acercó, colocó cada una de sus palmas en una de sus nalgas y disfrutó de apretar, se alegraba de tener manos grandes.

-Voy a follarte. Ahora.

Sus manos se arrastraron a su cintura y lo volteó hasta pegarlo contra él, lo besó, se besaron y podían seguir toda la vida así.

Seto se separó y de inmediato tomó su pantalón del piso y de este su billetera, siempre llevaba allí preservativos y lubricante de viaje desde que comenzó a tontear con Joey, o un poco antes cuando tenía la esperanza de poder tontear con él.

Se volteó y encontró a Joey contra una pared y sonriéndole de costado con el dedo índice le hizo seña de que se acercara. Fue un imán.

Se pegó a él de nuevo, sus besos eran deliciosos y excitantes. Irresistibles para él, jamás le eran suficientes porque siempre llevaba la sensación de que sería el último, que esto pronto llegaría a la última página del libro, la página en blanco en la que ponía un gran “fin”.

Se concentró en lo que debía de hacer.

Rasgó un sobre de lubricante y dejó caer el contenido en sus largos dedos, dirigió su lengua al cuello ajeno y estos a la parte posterior de su cuerpo. Los deslizó con cuidado hasta su entrada, podía sentirse orgulloso de decir que ya no necesitaba de tanta preparación así que directamente presionó con un dedo hasta penetrar la mitad.

-¡Ah!

-¿Estás bien? -el grito de Joey había alarmado a Seto pensando que lo había lastimado.

-Sí, estoy bien tonto -pero lo que no sabía, era que ese sonido era un gemido-. Tengo muchas ganas, se siente bien, no pares. No creo aguantar mucho.

Con estas palabras Kaiba no se resistió a meter un segundo dedo que entró fácilmente y luego un tercero que no llegaba a fondo pero hacía que  Joey se retorciera contra su pecho.

Cuando sintió que estaba pronto, rasgó el empaque del preservativo y tomó este y comenzó a ponérselo cuidadosamente para luego abrir el otro lubricante y pasar el contenido en su propio miembro. Joey acariciaba cariñosamente sus hombros, su pecho y le daba tironcitos a sus pezones que lo hacían enloquecer.

-No te conté. Duke me regaló una caja de condones fluorescentes para mi cumpleaños, deberíamos jugar a la escondida una noche de estas -a Joey le parecía emocionante el solo pensar en cómo terminaría el juego.

-Se oye divertido -le respondió.

Acarició sus muslos hasta que los tomó firmemente y los subió a su cintura, los pies de Joey se enredaron entre sí y sus brazos fueron a parar detrás de su cuello donde sintió el collar que compartía con Mokuba y siempre llevaba consigo.

-Pero ahora quiero jugar a otra cosa -susurró mientras se inclinaba a tomar un pezón entre sus labios.

-Ah… ¡Ah! ¿A q-qué quieres ju-jugar? -preguntó cómo pudo. Estaba desesperado.

-Quiero jugar al lobo y la oveja, el lobo come a la oveja. Tú eres la oveja.

Mordió su cuello y lo lamió después. Tenía un brazo enredado en su cintura para sostenerlo donde estaba y utilizó su otra mano para tomar su miembro y lo dirigió a ciegas a su entrada.

Costó unas erradas al no poder ver, pero cuando sintió el calor envolverlo ya no había zona racional y dejó caer a Joey totalmente sobre sí. Tuvo que tomar una gran bocanada de aire para poder empezar a moverse, solo tenía ganas de gritar.

Agarró con más fuerza los muslos, casi dejando marcas de sus uñas cortas y bien cortadas, y sintió cómo se aferraban aún más a sus hombros. Comenzó a moverse e inmediatamente un canto de gemidos sonó en su oído izquierdo.

-Se siente rico -pronunció Joey, juraba que podía correrse si se lo decía de nuevo.

Por sus cabezas volaban mariposas y pompas de jabón pero estas explotaron cuando la puerta de la habitación se abrió. Dejaron de moverse por el miedo a ser descubiertos con la escena que estaban formando, pero las ganas de seguir les recorrían las venas calientes de placer.

 -Ahí está, me pareció que lo había dejado -se escuchó la voz de Yugi irrumpir.

-Pues apúrate, nos están esperando -ese era claramente Malik.

-¿Crees que Joey está despierto? -susurró.

Joey y Kaiba se miraron el uno al otro asustados, ni siquiera eran capaces de cambiar de posición, no podían lograr que se viera mejor, solo peor.

Solo queda pedirles a los dioses un poco de ayuda.

-Seguramente no. O ya habría dicho algo. Vamos.

-Pero quizá…

-Créeme está dormido -se  escuchó el sonido de Malik arrastrando a Yugi fuera. Antes de cerrar la puerta agregó-. Diviértanse chicos.

Ambos se rieron como una forma de aflojar los músculos tensos.

-¿Cómo supo que estabas aquí? -preguntó Joey y colocó un beso corto en los otros labios.

-No lo sé -le restó importancia para cerrar los ojos y seguir el beso-. Mi gabardina, claro, me la quité cuando entré.

Volvieron a besarse y pronto Kaiba dio una estocada nuevamente.

-Au, ¡Au! -se quejó Joey.

-¿Te lastimé? -Seto Kaiba no demoró ni dos segundos en salir de su interior.

-No. Se me acalambro la pierna -Joey se rió y se bajó de encima de ese cuerpo espléndido.

-Perro tonto, me asustaste.

El rubio volvió a reírse, caminó hacia atrás hasta que sus talones golpearon el futón y se dejó caer. Entre sus piernas arqueadas podía ver la expresión de Seto al morderse el labio mientras lo miraba. Le hizo una silenciosa señal como invitación.

Sí que se divirtieron esa mañana.

+ - + - + - + - +  

Seto y Joey caminaban solos por esa pequeña ciudad en donde estaban de vacaciones solo por un fin de semana. Estaban vestidos informalmente, el calor no les permitía vestir trajes al estilo de Kaiba pero al menos podían usar gafas de sol que ayudaban bastante a cubrir su identidad.  

-Dis-disculpa, ¿te tomarías una foto conmigo?

Un niño de diez años se les había puesto enfrente, más rojo que un tomate y señalaba a su madre que sostenía una cámara. Ya era el tercero que se acercaba a Joey y este les sonreía simplemente encantado.

¿Qué hay de malo en cumplir el deseo de un niño?

A Kaiba lo miraban con admiración pero ninguno se animaba a dirigirle la palabra, sabían la respuesta.

No.

-Claro -le respondió y se agachó a su altura levantando dos dedos en la mano que llevaba su duelo disc (le daba más genialidad a la foto)-. ¡Hora del duelo!

-¡Gracias! ¡Eres genial, Joey!

Kaiba se preguntó irritado en ese momento si esa bola de mocos llegaría a llorar de la felicidad de haber visto en persona a Joey.

-¡Miren! ¡Es Seto Kaiba!

Ambos vieron como un niño de la misma edad que el otro aproximadamente, corría arrastrando a quien parecía su hermana menor, a ambos les brillaban los ojos de la emoción y sus padres corrían atrás rogándoles que no corrieran.

-¿Se sacarían una foto con nosotros? -les preguntó cuándo llegaron.

-Si él tiene una foto con Seto Kaiba, yo también quiero una -dijo el niño anterior señalando a ojo azul y mirando a su mamá que no sabía dónde meterse.

El rubio vio claramente como Seto se proponía a hablar y sabía que sueños rotos era lo único que podía salir de esa bocota. Así que lo agarró de la remera y lo tiró hacia él.

-¡Tengo una idea! Nos sacaremos todos una foto, juntos.

-¿Qué? No -gruñó el castaño y Joey agradeció que lo dijera en voz baja.

Le pisoteó un pie y agregó después de un suave “auch”.

-Son solo niños, por favor, por mí -le sacudió las pestañas para agregarle más dramatismo.

Rodó los ojos sonriendo, Joey lo vio como luz verde.

-¡Foto grupal! -volvió a animar.

Los niños felices se colocaron delante de ellos y levantaron los dedos junto a Joey para posar.

-¡Hora del duelo! -gritaron a la vez.

Se había tornado una frase famosa para decir, desde que el rey de los duelos, Yugi Moto, la usaba antes de cada uno de sus asombros duelos. Por eso mismo Seto no dijo nada, no usaría algo de su más importante rival.

Aun así sorprendió a los padres de los niños al apoyar amistosamente su mano en la cintura de Joey mientras este le pasaba un brazo por los hombros y ambos sonreían.

La madre del primer niñito se acercó y les preguntó.

-¿Me permitirían compartir esta foto en redes?

Joey dijo que si con ganas y el hecho de que la joven mujer se haya tomado el trabajo de preguntarles, aflojó el odio contra el mundo entero en el corazón frío del empresario y le dio su autorización sin siquiera haberla visto.

-¿Vamos? -insistió en alejarse Kaiba de nuevo, habían quedado hablando con los niños como por diez minutos, no parecían cansarse de hacerles preguntas.

-No seas aguafiestas -el rubio le sacó la lengua, le gustaba conocer a sus fans.

-No lo soy, pero te invité a desayunar y entre que eres un dormilón y que nos paran cada una cuadra que recorremos, nuestra primera comida del día no será el desayuno sino la cena.

Joey bufó sabiendo que tenía razón pero aun así le molestaba su actitud.

¡Él también tenía la culpa de que demorarán!

Se despidieron de las familias y volvieron a dirigirse al lugar donde se suponía que desayunaran.

Joey no se sorprendió al notar que el lugar podría decirse que es el más lujoso en toda esa ciudad. A esa manía la clasificaba como: “costumbre de ricachón engreído”.

Siempre que iban a un lugar así, con Mokuba por supuesto, jamás habían salido formalmente en una cita en la cual los podrían reconocer. Sobre todo porque ellos No estaban saliendo.

¿Entienden?

Joey deseó no hacer el ridículo. Sabía que lo haría, siempre lo hacía: romper una copa, derramar vino en el mantel, hacer tropezar sin querer al mesero, escupir la comida cuando le confesaban que era esta y hasta una vez confundió el baño de hombres con el de mujeres y lo sacaron del restaurante.

Se moría de vergüenza siempre que recordaba esta última; sentía náuseas luego de que le dijeran que lo que estuvo comiendo eran caracoles y no se fijó en los carteles, estaban en francés así que tampoco entendía mucho.

Pasó veinte minutos en la nieve esperando por Seto y Mokuba porque no lo dejaban entrar y para peor había dejado su abrigo con su celular colgado en el respaldo de su silla. Hasta que Mokuba no se preocupó lo suficiente para ir al baño al ver como estaba, no se dieron cuenta de que estaba afuera. Kaiba pagó enojado la cuenta por su idiotez y se reunieron afuera.

Mokuba no dejaba de reírse y de recordárselo de vez en cuando.

-¿Entramos? -le preguntó Seto al verlo poco convencido.

-Si tú pagas… -bromeó.

-Claro, como siempre -sostuvo la puerta para que pasara.

-Eres rico, es lo menos que puedes hacer por mí.

-Pero con lo que comes, en cualquier momento me fundiré.

Tomaron asiento junto a la ventana. Pronto ya estaban rodeados de comida, Joey hablaba con la boca abierta llena de comida y Seto lo regañaba por eso.

-No eres un niño -le repetía irritado tomando su café.

-Tú me invitaste, abstente de las consecuencias -hundió la cuchara en un postre que aún no había comido, la primer probada sabía al cielo y lo trató de expresar en palabras atropelladas.

-Voy a dejar de invitarte, me avergüenzas, eres malo para mi reputación -miró a su lado viendo como el resto de las personas los miran con superioridad, no sabían quién era él claramente.

-Si claro. Ni que te interesara.  A veces pienso que eres masoquista, sé que te gusta esos momentos en que la gente te mira mal, te hace sentir… normal.

Seto revolvió su café seriamente y luego volvió a levantar su vista para encontrarse con ese par de ojos melados, vio como lamía atrevida y apropósito la cuchara con crema batida.

Se le escapó una sonrisa de costado.

Recibió a cambio una de las grandes sonrisas de Joey.

La punta de sus dedos se entrelazaron por encima de la mesa muy levemente, apenas notorio pero el contacto estaba allí.

-Estaba pensando en que quizá vuelva a mi antiguo departamento, era más grande. Este no está mal, pero creo que Serenity se merece algo mejor. Hablé con el dueño hace un par de días y dijo que el nuevo inquilino se había ido y hasta me lo dejará más barato que antes -comentó.

-¿Te alcanza bien el dinero para pagarlo tú solo?

Joey lo miró mal, pero Kaiba no movió un pelo.

Sabía que indirectamente le estaba ofreciendo dinero si lo necesitaba. Eso le molestaba. Cuando apenas se había mudado, uno de los primeros meses se le había complicado para pagar el alquiler.

Ni siquiera él sabía cómo sabía Seto que la tenía complicada, pero él llegó como héroe a tocar su puerta para ofrecerle dinero. Por supuesto se negó rotundamente de inmediato, por un momento pensó que no le quedaría otra que aceptar esa ayuda que sabía que vendría con fuertes intereses pero él había pasado por momentos más duros que esos y había logrado seguir teniendo un techo donde dormir.

-Jamás he estado mejor de dinero -se justificó simplemente.

Y no mentía, le seguía entrando dinero de los torneos, conservaba su trabajo de medio tiempo con el abuelito en la tienda (que cada vez tenía más clientes) y había descubierto el maravilloso mundo del marketing.

Nunca se había imaginado que pagarían tanto dinero por aparecer en la portada de una revista, todo había empezado porque lo habían contratado para sacar fotos para una revista y un chico se enamoró de él diciendo que sería perfecto como modelo, terminó ganando el doble y descubriendo un nuevo modo de hacer dinero que no le desagradaba para nada.

Hasta le regalaron la deliciosa colonia a la cual representaba posando.

Y la mejor parte de todas era que su carrera como artista iba muy en ascenso; su trabajo con Kaiba Corp. había sido admirado y después de diseñar otro monstruo más con ellos una empresa de videojuegos le ofreció una oferta para diseñar a los personajes de un juego. Así como sus obras de arte estaban en exposiciones y algunas se habían hasta vendido.

Jamás había estado mejor.

-¿Seguro?

-Sí. Deberías considerar posar para algunas revistas, pagan bien y tienes un montón de chicos bonitos mirándote mientras te sacan cada vez más ropa.

La cara de Seto era bien de asesino serial. ¿Cómo se atrevía a decirle eso en la cara? ¿Así que su cachorro disfrutaba de tener otros ojos sobre su cuerpo?

Ardió en cólera.

Joey rió. Hoy sí que estaba chistosito.

-Solo era una broma, no era para que te enojaras -volvió a reírse.

-¿Entonces no habían chicos bonitos mirándote?

-Bueno, eso si era verdad.

Seto rodó los ojos, no le gustaba que otros miraran a su cachorro y menos en esa fotografía. Había comprado tres ejemplares de esa revista: uno lo tenía un su habitación y las otras dos en cada una de las oficinas, la de su casa y la de Kaiba Corp.

Se veía tan deseable; estaba con el cabello un poco más revuelto de lo normal ya que tenía una mano sobre él, sus ojos habían sido repasados hasta hacerlos el centro de enfoque, sus labios estaban ligeramente separados y rosados y sus pómulos brillaban tal cual luz, solo se le veía del ombligo hacia arriba y vestía una camisa blanca desabotonada que dejaba ver sus lindos pezones.

-¿Sabías que me maquillaron también los pezones? Les pusieron algo que los hizo ver rosados -le dijo esa vez que se publicó la revista, sentado en su escritorio, en el lugar donde se supone que iría su laptop mientras que  él estaba enfrente en su silla mirándolo “tranquilamente”.

-¿A sí? -dijo sin mucho interés.

-Sí, fue difícil, me habían dado ganas de gemir cuando me lo colocó -le había dicho con los ojos brillantes de jueguitos previos que le encantaban.

Ahí mismo habían hecho el amor salvajemente minutos más tarde donde el ojo azul se encargó bien de morder y lamer esa zona erógena que tanto le encantaba.

-No volverás a posar para nadie. La próxima vez que necesites dinero prefiero comprarte esa mansión que tanto me pides.

-Que bien, ¿por qué no lo dijiste antes?

Si algo no podía negar Kaiba era que sus días junto a Joey lo sacaban de su rutina lo necesario para considerar especial cada día. Pero Joey seguía negándose o huyendo ante cada mínimo nombramiento de formalidad en su relación.

Ya no sabía qué hacer.

El gran Seto Kaiba se había quedado sin ideas.

+ - + - + - + - +    

 Estaban en la casa de los egipcios, habían llegado hace poco de sus vacaciones cortas y era hora de volver a la universidad. Veían a través de la televisión una competencia de duelo de monstruos en Europa en el living de la casa.

Akefia estaba sentado en el suelo con dos baquetas, una en cada mano y a las cuales las hacía sonar sobre la pequeña mesa de madera frente a él al ritmo de la música que salía de los audífonos en sus oídos. Detrás de él sobre el sofá estaba sentado Ryou de pies cruzados y con las manos en el cabello platinado ajeno trenzándolo.

En el otro sofá estaban acurrucados Marik y Malik, con pop recién hecho en sus piernas y compartiendo besos juguetones de vez en cuando que incomodaban a Yugi y Yami, ubicados en el sillón restante frente a ellos.

En el corte Malik comenzó a revisar su celular, se le hacía muy interesante desde que se hizo famoso por así decirlo. De pronto dejó salir un grito de sorpresa y Marik a consecuencia soltó él bol dejando que la comida tan preciada cayera al suelo.

-¿Qué pasó? -preguntó preocupado Yugi.

-Pillaron a Kaiba y Joey en una cita, está lleno de fotos de ellos -mencionó emocionado y pasaba foto por foto mostrándoselas a Marik-. Mira están tomados de las manos y es de hace un día.

-Kaiba no va a estar nada contento  con eso -mencionó Ryou. En su mente ya sé imaginaba al ojo azul armando un ejército de hackers expertos para borrar las fotos y otro de abogados listos para hundir a todas las compañías de revistas que están involucradas en esto.

-Yo creo que es lo contrario -afirmó Akefia y sé volvió a colocar los audífonos sin dar explicación.

-Tiene razón -afirmó Yami-. Seguro que está encantado con lo que pasó. Véanlo de esta forma, esta es una forma perfecta de presionar a Joey para tener una relación, si la gente los apoya, quizá se sienta más seguro.

-Pero también podría salir mal - dijo Yugi en un suspiro-. ¿Qué tal si Joey sé asusta? Podría no querer volver a ver a Seto.

-¿Por qué haría eso? No tiene sentido…. -mencionó Malik.

-Sí que lo tiene. Joey jamás arruinaría la vida de alguien a propósito -hizo una pausa sabiendo que iba a confesar  algo que Joey le había contado hace tiempo ya-. Kaiba Corp. tiene  muchas asociaciones con otras empresas y lamentablemente no todas apoyan que el jefe tenga como pareja a otro… ya sabes.

-¡Que estupidez! -se quejó Malik, muy ofendido ya que todos ahí compartían la situación.

-Lo sé y Joey también lo sabe. Pero también sabe que si cuenta la relación que tiene con Kaiba al mundo, podría estar afectando su trabajo, tiene miedo, podría haber grandes consecuencias. Por eso…

-...es que no sé anima a tener una relación con él. Pobre Joey -sé lamentó Ryou. Una mano de Akefia se unió a la suya y fue llevada hasta los labios de este donde le colocaron un suave beso. No pudo volverse a sentir así.

Quizás Akefia no era una persona de muchas palabras, pero tenía un talento para demostrar pensamientos y sentimientos en pequeños gestos y mientras Ryou tenía el talento de descubrir su significado.

-De todas formas me parece tonto de Joey pensar eso -afirmó Marik y se ganó una merecida mala mirada de los hikaris-. Es que a ver, piénsenlo, estamos hablando de Kaiba, él siempre va  dos pasos por delante de cualquier otra empresa. Creo que él ya pensó en eso como una posibilidad y si lo dejó avanzar es porque no habrá problemas que no pueda solucionar.

-Tiene razón, tiene sentido -afirmó Yami luego de pensarlo.

-O, quizás, Kaiba está demasiado ciego con Joey delante para pensar en las consecuencias de sus actos -contraatacó Yugi.

-Eso también tiene sentido -afirmó Ryou.

-Así que solamente queda esperar y ver cómo reacciona Joey con esto -lamentó Malik.

Quedaron en silencio y no sé volvió a mencionar el tema, volvieron a mirar de nuevo la televisión, ya se habían perdido gran parte de un duelo.

De reojo Yami miraba a Yugi cada tanto, quería hablar con él, tenía que hablar con él.  Pero no sabía por dónde comenzar, además tenía claro que ese no era ni él momento ni él lugar para hacerlo.

Mientras tanto, Yugi revolvía sus dedos entre sí, claramente mostraba su incomodidad y no sacaba su vista de la pantalla.

Le hubiera encantado no estar allí, pero no había encontrado la manera de negarse sin quedar al descubierto, si no venía, sabrían que era porque no quería ver a su Yami.

Creerían que está enojado o molesto con él. ¡Pero no es así! ¿Verdad? Al menos él afirmaba que no, pero tenía un terror enorme de enfrentarlo cara a cara y ahora sé enfrentaba a otro problema, se estaba haciendo tarde, debía volver a casa y no sabía cómo tomar la determinación de irse. Si se iba en tren Yami probablemente lo acompañaría y si no lo llevaría en su auto, también pensó en que quizás podría quedarse y temprano mientras todos duerman irse, pero era muy probable que Yami lo estuviese esperando en la puerta y ni que hablar de la posibilidad de que se meta en su cuarto por la noche.

La solución le cayó del cielo.

-Señor Yami, él señor Pegasus acaba de llamar, dice que le urge hablar con usted -la señora que horneaba las deliciosas galletas para los hikaris apareció de repente.

-Está bien. Regresaré en un rato, puede que demore -avisó Yami y le dedicó una suave sonrisa a Yugi.

Eso casi lo hace arrepentirse de lo que quería hacer, esa sonrisa expresaba tanto que…

Sé levantó apenas Yami estuvo lo suficientemente lejos, fue a la entrada y tomó sus zapatos calzándose rápido para luego tomar su abrigo ligero.

-¿Qué haces? - le preguntó Malik con él ceño fruncido por más que sabía la respuesta.

-Me voy, el último tren está a punto de salir y no lo quiero perder -dijo simplemente.

-¿Qué? Pero está oscuro fuera, sería mejor que esperes a Yami y que él te acompañe o que te lleve mejor -le dijo Marik.

-No es necesario, puedo irme por mí mismo -respondió.

Escuchó cómo Malik golpeaba a su Yami en la cabeza mientras le decía “¿Eres tonto o te haces?”Era claro por qué quería irse ahora, en ese preciso momento.

Akefia quitó sus audífonos de sus oídos, dejó las baquetas sobre la mesa y suspiró. Se paró y tomó a Ryou de la mano arrastrándolo hacia Yugi, revolvió en su bolsillo trasero hasta que sacó un manojo de llave.

-Marik tiene razón, yo te llevo.

+

Veinte minutos después, Akefia y Ryou estaban de regreso luego de dejar a Yugi en casa del abuelito.

-Me siento mal por ellos -dijo suavemente el hikari, hoy parecía que era turno de sentirse mal por cada uno de sus amigos.

-Lo sé -afirmó Akefia, era una de las cosas que le gustaban de él.

-Ellos eran siempre los más pegados y míralos ahora, se pelean, no se hablan. Pareciera como si todo estuviese desmoronándose; Yugi y Malik se irán dentro de poco, no dudo que Joey y Seto estén en problemas dentro de poco y Duke y Tristán no hacen más que…

-¿Duke y Tristán? -preguntó Akefia y a Ryou le entró el pánico. Había jurado guardar el secreto de Duke.

-N-Na-Nada, ya sabes… se pelean por Serenity todo el tiempo, e-eso es todo -dijo rápidamente.

-Ajá… -respondió simplemente él egipcio, esto le olía a gato encerrado.

-Bueno, al menos -comenzó Ryou para cambiar de tema-, nosotros seguiremos juntos.

Akefia sintió que se le helaba la sangre y de un frenazo estacionó junto al cordón bruscamente.

-¿Kura? ¿Qué pasó? -preguntó Ryou asustado, aspirando grandes bocanadas de aire.

-Hay algo que tengo que decirte -vio en los ojos de Ryou el terror que sentía reflejado, sabía que ni se animaba a preguntar, aun así lo hizo.

-¿Q-Qué sucede? -apenas si lo escuchaba.

Akefia estiró su mano y le acarició su mejilla, Ryou cerró sus ojos dejándose llevar y tratando de aliviar sus miedos. El egipcio pasó el pulgar por encima de sus labios, recordando que no los había vuelto a besar, había sido una vez y nada más, le nacía el deseo de solo pensarlo.

-La banda va bien, más que bien -comenzó afirmando-. Lo suficiente para que dejemos de dar conciertos en solo esta ciudad o solo este país. Ryou, dentro de mes participaremos en un concierto en Tokio y tres ciudades más y sé tiene planeado  que para finales de este año, salir de Japón.

Akefia no mentía, a la banda le iba espectacular, habían firmado un contrato por lo tanto tenían un control total detrás de ellos hace ya tiempo. Habían comenzado a escribir más canciones propias y dos ya las habían lanzado, él éxito inmediato estuvo garantizado y más luego de que Yami colocara ambas en publicidades de Ilusiones Inc.

Habían tocado en varios locales en la ciudad, pero era notorio que esta les quedaba chica ahora. Era tiempo de cumplir un sueño.

-No quiero que te asustes -dijo suavemente al ver los ojos lagrimosos de Ryou surgir-, esto no será como lo de los chicos -haciendo referencia a la situación de sus hermanos con sus hikaris-. Sabíamos que iba a pasar…

-¡Pero no tan pronto! -se  quejó su hikari.

-Lo sé, tranquilo. No será tan malo, quizá no nos veamos por una semana y luego otra si y luego otra no. Pero tendremos meses antes de que hagamos un gran viaje y antes de lo que pienses estaré en casa de nuevo. No me separaré de ti por un año, no podría y menos ahora.

-Está bien, sería un desperdicio que sólo yo escuchara tu voz. Por un momento pensé que me dejarías y…

-¡No! ¡Jamás! No te preocupes por eso -Ryou le dedicó una sonrisa.

-¿Podemos ir a mi casa?

-¿Quieres irte para tu casa? Pensé que te quedarías conmi…

-Quiero que los dos vayamos para mí casa.

+

Akefia trató de no emocionarse todo el camino, pero admitía que le fue imposible, deseaba poder hablar con Ryou sobre lo que había pasado entre ellos hace dos días.

Tuvo que dejar el auto en un estacionamiento cercano, ya que no podría dejarlo durante tantas horas en la calle fuera de la casa de Ryou, antes lo había dejado a él en la puerta. Cuando llegó se encontró la puerta abierta y al otro lado Ryou lo esperaba tranquilamente apoyado en la pared mientras giraba la llave de su casa observándola atentamente.

-¿Pasó algo? -preguntó.

-Qué raro, estaba seguro que había cerrado con llave, pero se ve que no. Que suerte que nadie vino a robar pues les hubiera dado mucha ventaja.

-Debes tener más cuidado.

-Lo sé, pero como te dije, juraba que si la había cerrado - Ryou colocó la llave en un colgador y sé dio la vuelta en camino a las escaleras, a su habitación-. ¿Vienes?

A Akefia ni siquiera le salieron las palabras, solo asintió antes de dirigirse detrás de él. Conocía el camino de memoria pero en ese momento cualquiera que lo mirara juraría que estaba perdido dentro de esa pequeña casa, hasta casi se tropieza al subir los escalones, sus ojos estaban solamente dirigidos a la figura que caminaba delante de él.

-Perdona el desorden, estuve trabajando en un proyecto la semana pasada y con lo del osen no tuve tiempo de arreglar -dijo apresuradamente mientras pateaba pelotas de papel hacia un rincón y quitaba la maleta a medio deshacer de arriba de la cama.

-No te preocupes.

Akefia no aguantó más y se acercó a Ryou lentamente, lo tomó desprevenido de la cintura por la espalda y hundió el rostro en su cuello.

-Hueles bien -le susurró y Ryou sé rió sin tener la más mínima intención de zafarse.

-Tú siempre dices eso.

-Eso es porque es la verdad.

Volteó a Ryou para ver su rostro y sin tener la necesidad de rogarle, automáticamente sus brazos envolvieron su cuello, eso solo podía significar que él deseaba eso tanto como él. Acercó sus labios a los suyos y no demoraron en envolverse en un beso.

Sé sentía extasiado, capaz de todo y muy, muy excitado.

Lamió el labio inferior de su hikari provocando un gemido y con esto obtuvo la oportunidad de meter su lengua y comenzar una guerra que recordaría por siempre.

Tomó a Ryou por los muslos, eso ya sé le hacía costumbre al parecer, pero esta vez lo arrojó sobre su cama y él se posicionó encima sin dejar de compartir besos. Sus manos no aguantaron y se metieron por debajo de la remera para sentir con sus propias yemas la suave piel que tenía expuesta bajo él.

Al rozar uno de sus pezones, un gemido inundó sus oídos y juraba que podría dar cualquier cosa si lo seguía oyendo toda su vida.

Ryou se sentía flotar entre nubes, estaba descubriendo sensaciones que ni siquiera sabía que tenía. Los besos cambiaron de dirección y ahora los labios de su Yami se encontraban en su cuello besando, chupando y lamiendo hasta dejarlo sin aire. Sus ojos estaban cerrados y su cuerpo se revolvía de placer mientras sentía ese típico cosquilleo en la parte baja de cuerpo, signo de la excitación.

Volvió a abrir los ojos, pero su vista estaba perdida, nublada… pero… al fijar la vista en la puerta contempló una persona en ella que lo estaba observando y que no llegaba a distinguir, aunque sé lo propusiera no podría, en un segundo salió de su enfoque y lo único que escuchó fue el ruido de un escalón de la escalera que él sabía qué hacía un ruido horrible.

Y sin más desapareció.

Su corazón se heló, ya no sentía nada contra su piel pero sabía que los besos seguían siendo depositados en ella. Sentía miedo, mucho miedo.

-¡Para! -logro decir.

Akefia no tenía ganas de parar, no veía el motivo para hacerlo, no irían más lejos de toda formas.

-No quiero. Déjame un poco más -a Ryou esto le recordó a un niño pequeño.

Lo empujó y Akefia se asustó cuando vio salir de él un montón de temblores de punta a punta de su cuerpo así como un montón de energía mágica por la habitación.

-¿Qué es lo que pasó? -preguntó tomándolo de la muñeca y este saltó en su lugar, sentía su miedo.

-Había alguien -le dijo y su yami lo miró confundido-. Había alguien observándonos, parado en la puerta.

-Ryou, ¿estás seguro? Yo no sentí a nadie…

-Yo tampoco, pero lo vi, supongo que ese no era su plan porque apenas se dio cuenta de que lo vi corrió, luego solo escuché cómo bajaba. No escuché si salió.

-Sigo sin sentir nada -Akefia estaba de los nervios, no le gustaba esa sensación. Se suponía  que su magia le permitía sentir la presencia de otra persona, pero él no sentía nada y tampoco quería dudar de la palabra de su hikari-. Tendremos que bajar a ver, quienquiera que sea, sabe bien cómo esconderse y si llegaste a verlo es porque no es invisible.

Bajaron espalda con espalda a la planta de abajo, y revisaron cada esquina de la casa, pero no encontraron nada. Tampoco había nada fuera de lugar ni un gramo de energía que los hiciera pensar que alguien estuvo ahí.

Akefia se quedó a dormir con Ryou, compartieron la cama. Él egipcio hubiera creído que todo esto era una mentira si no fuera porque Ryou fue el que lo vio y porque no dejaba de temblar de miedo en sus brazos.

Quien haya sido podía asegurar que tenía un cuerpo; por eso Ryou había podido verlo y escucharlo y tenía sentido él hecho de que la casa estuviera abierta, no sabía qué era lo que quería, pero los estaba esperando... o más bien a Ryou que era él que vivía allí. El  hecho de que alguien estuviera detrás de su hikari le molestaba horrores.

Pero de eso no debía preocuparse ahora, en este preciso momento debía pensar cómo se podía hacer para desaparecer una presencia y quienes eran capaces de producir esa magia, además de que no cualquiera podía evitar a un gran hechicero cómo el.

Llegó a la conclusión de que debía hablarlo con Yami, el sabría más del tema. Gastó sus últimas energías en crear todas las protecciones habidas y por haber alrededor de ellos y algunas las colocó solamente a su hikari, no dormiría sin estar completamente seguro de que él estaría bien.

Esa noche Ryou soñó con él desierto; estaba sediento y el calor era abrasador, aun así él se encontraba corriendo desesperado. Se le acababa el tiempo, por eso estaba corriendo. Necesitaba llegar antes de que se le acabara el tiempo. Aceleró el paso, pero eso lo agotaba aún más, ¡no tenía tiempo! Debía llegar, estaba cansado, pero debía llegar.

Se le acababa el tiempo.

 

Notas finales:

¿Les gusto? Espero que si!

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!


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