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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU.GI-OH! no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Yugi despertó de un susto en su cama. Su corazón latía rápido y sentía su piel mojada con sudor. Miró el reloj en su mesa de le luz y marcaba las tres y media pasada de la madrugada.

Una pesadilla. Había sido una pesadilla.

Corrió las sábanas de su cama y se sentó. Se sintió aliviado al tocar con sus pies desnudos el piso frio, el cambio de temperatura lo ayudaba. Su mente fue directa a los recuerdos que le quedaban del sueño.

Estaba vestido de manera extraña; con un taparrabos y un cinto de cuero, sus pies estaban descalzos y se movían rápido. Estaba corriendo por el palacio, el palacio de su Yami y gritaba su nombre a puro pulmón. De repente alguien lo agarraba desde atrás, le cubrían la boca mientras otra persona ataba sus muñecas a su espalda, después colocaban un trozo de tela que sabía a sangre en su boca.

Sentía miedo, tanto que su pecho estaba a punto de estallar.

Lo arrastraron por el piso dos hombres que se reían, cuando trató de escaparse usando magia uno de los dos hombres le pegó una bofetada, sintió su labio rajarse y un fuerte dolor. Había quedado débil, aunque ya estaba muy débil. Lo siguieron arrastrando.

Escuchaba gritos venir de una habitación; terroríficos, asustados y otros de una risa atemorizante. Lo metieron allí y lo que vio lo dejó pasmado. La persona que estaba buscando estaba en su trono, con sus ropas y corona de faraón puestas y sus ojos brillantes de rojo sangre como nunca antes.

Sus sacerdotes estaban parados a cada costado del trono, donde rebosaba tranquilamente con una copa en la mano izquierda y reía mientras veía lo que pasaba frente a sus ojos.

Un hombre estaba arrodillado, Yugi solo podía ver su espalda, pero escuchaba sus gemidos de dolor. Otro hombre estaba parado detrás de él y sostenía su cabeza hacia atrás.

-Háganlo rápido –dijo Yami riéndose.

Yugi vio como el hombre tomaba su espada de su cinturón, lo posaba sobre el cuello del otro hombre y lo pasaba rápido por este. Para este entonces lágrimas ya caían de sus ojos a mares y se retorcía sobre sí mismo tratando de escapar.

-Eres el próximo, arrodíllate frente al faraón –le dijo el hombre a su espalda y le dio un golpe detrás de las rodillas haciendo que callera hacia delante.

El golpe le dolió y su cara lo delataba. Yami se rió de él a toda voz y sus sacerdotes le siguieron.

-¡Mírenlo! Es tan débil, no podría sobrevivir un día sin protección. Es inservible –le dijo mirándolo a los ojos como veneno y con clara burla impregnada en su sonrisa. Yugi no dejaba de llorar-. Además tampoco serviría para complacerme, es la criatura menos hermosa que he visto en mi vida, es espantoso. ¡Quítenlo de mi vista!

Yugi sintió un dolor apretar su pecho.

Ese no podía ser SU Yami. No podía serlo, no podía, no podía. ¡Él no era así!  Jamás diría tal cosa de él, ¿verdad? Sería incapaz.

Yami lo quería y él también lo quería.

Sintió un metal frío sobre su cuello y luego despertó.

Yugi tembló sentado en su cama. Jamás había soñado algo tan terrorífico en su vida. ¿Por qué había soñado tal cosa? ¿De dónde su imaginación había sacado esa imagen de Yami?

Él no era de ese modo, Yami era una buena persona, jamás mandaría a matar a otra. Y él nunca pensaría eso de él. Aunque si era débil y dependía mucho de que Yami lo salvara y lo protegiera, pero él nunca se lo había dicho. Igual que decirle que era feo… ¿Yami pensaría que era feo?

No se preguntaba mucho eso, no le causaba el interés realmente. Pero ahora no podía evitar preguntarse si era una persona atractiva, si Yami lo consideraba alguien atractivo.

Negó con la cabeza y se levantó, se dirigió al baño en su habitación, abrió la canilla en agua fría y tomó un poco en sus manos para arrojarla luego de lleno en su rostro, repitió el proceso un par de veces. Estiró una mano hasta que alcanzó la toalla y comenzó a secar su rostro.

Cuando abrió los ojos y los fijó en el espejo vio que alguien estaba parado detrás de él, solo pudo verlo durante un segundo porque enseguida se dio vuelta para enfrentarlo con el ojo brillando en su frente.

Pero al darse la vuelta no había nada, ningún rastro, nada.

Miró sobre su hombro rápidamente en busca de la figura en el espejo pero allí tampoco estaba. Con su magia rastro en busca de alguna presencia, pero ni así puso hallar algo.

Le echó la culpa a su imaginación y al pánico que había sentido por su sueño. No había nada allí, así que eso debía de ser. Volvió a su habitación y prendió la luz junto a su cama. Notó que había algo en el piso, junto a su escritorio algunas de sus cartas se habían caído del mazo que estaba en el borde sin el estuche.

A Yugi le pareció raro, si las había dejado ahí pero siempre estaban en el estuche. Se acercó a recoger las cartas y lo que vio le asustó; las tres cartas estaban perfectamente alineadas y boca arriba, eran las cartas de los tres dioses egipcios. Las levantó rápidamente con dedos temblorosos, esas cartas estaban entreveradas en el montón, era imposible que justo estas se cayeran por sí mismas.

Miró el resto de la habitación, pero todo parecía normal; nada más estaba fuera de lugar, las ventanas y su puerta estaban cerradas como lo había hecho antes de dormirse y hasta escuchaba los fuertes ronquidos de su abuelito en la habitación de al lado. Decidió colocar todas sus cartas de nuevo en el estuche y llevárselas consigo a la cama.

No se animó a apagar la luz después de acostarse. Colocó el mazo debajo de su almohada y desenchufó su celular, ya estaba cargado igualmente. No quería hacer lo que estaba por hacer, pero sentía mucho miedo y un muy mal presentimiento. Se tapó hasta la cabeza y llamó a uno de sus contactos.

La primera vez no le contestó y se lo esperaba teniendo en cuenta la hora que era.

En la segunda estuvo  punto de rendirse cuando le respondieron.

-¿Hola? –escuchó la voz de Yami dormida al otro lado y eso enseguida lo tranquilizó.

Yugi se imaginó que Yami ni siquiera se había fijado en quién lo había llamado.

-Ho-hola, soy yo. Siento haberte despertado –su voz apenas había podido salir, sentía un nudo constante en su garganta.

-¿Yugi? No te preocupes –le escuchó soltar un bostezo-. ¿Qué sucede? ¿Te ocurre algo?

-Yo… solo… tuve una pesadilla –le daba vergüenza admitir que solamente lo llamaba por eso, hundió su rostro en su almohada.

-Aibou, ¿estás bien? ¿Quieres que vaya para allá? –La voz de Yami salió suave y preocupada.

Yugi casi se había olvidado de que estaba medio peleado con Yami, de que lo estaba ignorando tratando de verlo y hablarle lo menos posible. Tenía mucho miedo en ese momento, pero aun así no quería verlo.

-No es necesario. Es que el sueño fue espantoso, solo quería oír tu voz. Siento haberte molestado. –admitió en voz baja.

Quería asegurarse de que Yami seguía siendo el Yami que él conocía y no esa persona horrible y despiadada que había visto en su sueño.

-Solo fue un sueño Yugi y no me molesta que me llames si eso te ayuda –sus palabras tranquilizaron su corazón, él siempre lograba ese efecto en él-. ¿Quieres contarme lo que pasaba en el sueño? Quizá te ayude.

Yugi negó con la cabeza, olvidándose de que Yami no podía verlo. No podría contar ese sueño en voz alta, no quería recordarlo, solo quería olvidarlo. Lo había sentido tan real.

-No… -dijo en voz baja.

-Está bien. ¿Quieres que me quede hablando contigo hasta que se haga de día?

-No es necesario. Adiós Yami –respondió, pero si quería hacerlo.

A la mente le vino la palabra “Débil” que le había dicho el faraón, sabía que tenía razón. Él siempre estaba dependiendo de Yami, no era capaz de valerse por sí mismo como hacia Malik o Joey principalmente. Tanía que empezar a ser valiente e independiente. No ser una carga para él.

-Adiós mi hikari –respondió Yami, pero no cortó. Casi nunca lo hacía hasta que Yugi lo hacía.

Una pregunta pasó por su mente.

-Yami, ¿tú crees que yo soy…. feo? –se sintió tonto del simple hecho de haber preguntado.

Escuchó contra su oído la voz de su oscuridad riéndose, haciendo que su piel se erizara. Le recordó tanto a la voz del faraón al burlarse de él. Por su mente pasaba el pensamiento de que Yami diría que sí y no sabía por qué pero eso le hería.

No sabía por qué le importaba tanto el resultarle a Yami atractivo, pero ahora era algo que le importaba. Sentía las ganas de atraerle a Yami. De ser alguien que atrajera la vista preciada del faraón sobre los demás.

Siendo el faraón, él podría elegir a cualquiera.

-Eres la criatura más hermosa que he visto en mis cinco mil años de vida –le susurró con un ronroneo en su oído-. No dejes que alguien te haga creer lo contrario.

Ahora no sabía por qué esa respuesta lo hacía tan malditamente feliz. Sentía como si lo hubiesen puesto en fila con diez personas más bajo la inspección de un faraón atractivo e inteligente como lo era Yami y él lo hubiese elegido a él.

Se sintió preciado.

-Adiós Yami -colgó el teléfono de arrebato, le daba tanta vergüenza haber preguntado eso.

Pero al menos cuando se puso a intentar dormir se olvidó completamente de lo sucedido esa noche. Ya no importaba el sueño que hubiese tenido.

Yami seguía siendo su Yami.

Y eso lo tranquilizaba.

+ - + - + - + - +  

Las líneas de pintura delinean la figura del nuevo monstruo de duelo, trato de no pasarme en los colores oscuros. Debe ser perfecta, después de todo Pegasus volvió a darme la oportunidad de diseñar una carta nueva.

El loco del ojo había quedado maravillado con mis antiguos trabajos. Así es, ¡no hay quien pueda contra Joey Wheeler! ¡Soy el mejor!

Y pensar que ese engreído dudo en hacerle caso a su hermano, le debo una a ese niño por darme esta oportunidad, además a Pegasus le gustó mi forma de pintarlos, dijo que le recordaba a él cuando era joven.

Todavía no estoy seguro de cuándo fue eso, ¿treinta, cuarenta años? Porque ese hombre estaba viejo…

-Hermano –la voz de Serenity me hizo saltar.

-¿Qué sucede? –le pregunté. Vi su rostro lleno de preocupación.

-Creo que deberías de mirar tu teléfono, publicaron algo sobre ti en las noticias, está por todos lados…

Sé que es mi hermana pero creo que se preocupa por nada.

-¿Qué inventaron ahora? –Le pregunté. Y es que no hay cosas que no inventen.

Quizás ahora tengo una enfermedad mortal y no me enteré.

-Mejor fíjate tú. No estoy segura de sí es verdad o no, supongo que sí pero…

Fruncí el ceño. Me limpié las manos con un trapo y agarré m i celular en el que sonaba música para hacer ambiente y que no me aburriera pintando. Paré la música y vi que tenía mensajes en estos aparecían links de noticias.

Suspiré, esto ya se hace rutinario. ¿Saben que necesito? Esas personas como las que tiene Kaiba que se encargan de que no salga información falsa  en revistas tontas.

Abrí la página que había mandado un amigo con aburrimiento, Serenity se había sentado a mi lado.

-No puede ser…

¡Somos Kaiba y yo! No, no, no.

¿No se supone que Kaiba tiene personas que se encargan de que estas cosas no salgan?

 -¿Por qué no me dijiste que estaban saliendo? Es decir, lo sospechaba pero esperaba que tu…

-¡No te lo dije porque no estamos saliendo! Es solo… -la frase me quedó a la mitad, no le puedo decir a mi hermana pequeña que solo es sexo.

¿Si quiera sabe que es el sexo? Espero que no.

-Pero ahí –mira la foto en la pantalla-, están tomados de la mano y hay otra en la que se abrazan y otra en la que te besa la mano y otra que…

-Ya entendí, hay muchas fotos. No estamos saliendo, lo entenderás cuando seas grande.

Me paré y me alejé, empecé a revisar las diferentes páginas. Ya todo el mundo estaba hablando de esto.

-Ya soy grande. Se lo que pasa y sé también que él te gusta.

No pude evitar mirarla mal. Kaiba no me gustaba, no al menos de la forma en la que ella piensa, ¿verdad? Solo era una relación de sexo, porque no podíamos salir juntos. Porque si lo hacíamos pasaría lo que pasa ahora.

Leí los títulos de las noticias que me habían enviado.

“EL CEO MÁS GRANDE DE JAPÓN DESCUBIERTO”.

“¿PODRÁ SEGUIR KAIBA CORP. EN PIE?”

 “¿ESTE ES EL FIN DE KAIBA CORP?”

No me atreví a mirar más allá de eso.

Lo sabía, no importaba el hecho de que justo salía conmigo, eso era importante solo para las revistas tontas para niñas tontas. Para las grandes noticias era importante aquello que era importante para el reino de las empresas: ¿se podía dejar una empresa así en manos de un chico así?

Lo sabía. Nadie iba a apoyar esta decisión.

Lo sabía, arruiné el trabajo de años de ese engreído. Debería haberme alejado cuando debía, cuando tenía tiempo, cuando sabía que lo nuestro no sucedería jamás… cuando sus ojos… sus ojos no me habían engatusado del todo… cuando aún lo podía soltar.

-Hermano, no estés triste. Apuesto a que el señor Kaiba lo arreglará.

-Esto no tiene solución.

Afirmé y solo entonces me di cuenta de que estaba llorando. Es que… yo no quería que sucediera esto, al menos no ahora.

-Claro que lo tiene, él es inteligente y esto no tiene importancia.

-Si tiene importancia, Serenity. No todo el mundo son como tú y nuestros amigos, hay personas que no apoyan nuestros gustos. Personas de las cuales depende una empresa como Kaiba corp.

-Estoy segura de que no le importara a Kaiba.

-Seto es un tonto engreído que cree que todo le sale bien. No sabe lo que le podría pasar a su empresa, a él. Probablemente su empresa debe estar llena de reporteros a los cuales se tendrá que enfrentar y todo por culpa mía, yo empecé esto.

-Entonces ve a Kaiba Corp y apóyalo. Ya trataron de entrevistarlo cuando entraba a trabajar, no dijo nada pero se veía bastante molesto.

Serenity me alcanzó su propio teléfono en el que mostraba como mi chico salía de su limusina, estaba rodeado de periodistas, incluyendo la chica que tomaba esta misma información y lo bombardeaban a preguntas. En instantes, aparecieron una cantidad considerable de guardaespaldas que comenzaron a empujar a la gente y permitieron a un enojado Kaiba pasar y entrar a su propia empresa.

Le devolví el teléfono. Ella tenía razón, no estaba bien dejarlo cargar solo con todo esto. Yo no tengo, ni tuve cuando salía con Yugi, un montón de cuervos hambrientos esperando una noticia.

No me imagino lo molesto que debe de ser y más para alguien que se molesta con tanta facilidad como él.

Me voy hasta mi habitación ya sacándome el buzo manchado de pintura y tomo uno cualquiera del armario, pero luego la deje y la cambio por una camisa. Lo último que me falta es que lo critiquen por elegir a alguien como yo. Quizá, hace un año o más lo hubieran criticado y burlado de él por esto, pero ahora, ya no soy tan don nadie.

En este momento es cuando me arrepiento y maldigo de no tener un vehículo mejor que una bicicleta y agradezco el haberme mudado a mi antiguo apartamento hace dos días, no está tan lejos de mi destino.

Decido correr y la gente me queda mirando, de vez en cuando alguna persona me reconoce y me grita algo. Creo que Ra sabe la importancia de mi carrera porque consigo llegar veinte minutos más tarde sin ningún barrón en la ropa pero si un poco sudado y con las mejillas rojas del cansancio.

Y es en este momento donde me acobardo… ¿no es tarde para abandonar a Kaiba y volver al apartamento fingiendo que no existo verdad?

La entrada a Kaiba Corp está repleta de gente con cámaras y micrófonos que exigen hablar con el CEO y los guardias están parados junto a la puerta evitando que entren. Los únicos que parecen poder entrar son los que tienen identificación.

No quiero enfrentarme a toda esa gente, me hiela la sangre del solo saber que me pondrán bajo una lupa. Además si voy y me ven, solo confirmarán que estamos saliendo y eso empeorará las cosas.

Podría no entrar, huir y que luego él diga que todo es mentira, que solo bromábamos, que no es él, que es fotoshop. O cualquier cosa que se le ocurra y que lo pueda sacar de este enredo

¡No Wheeler! ¡Tú eres un cobarde! ¡Voy a ir, dar la cara y apoyar a Kaiba!

Después de todo es culpa mía…

Fui a un puesto cercano en el que vendían revistas y compre la primera que vi. Apenas crucé la calle me tapé el rostro con esta, sé que no durará mucho pero al menos me permitirá acercarme.

Me fui por el lado derecho que había menos gente y como no… me tropecé y caí. Por suerte todos estaban demasiado distraídos para verme así que me levanté enseguida y me volví a tapar.

Bien, quizá la idea de taparme la vista con una revista no fue la mejor.

Cuando estaba a unos pasos de la pequeña multitud tiré la revista, me vería estúpido con ella.

-¡Es Joey Wheeler!

-Ay no…

Bueno, la idea de correr no se ve mal. Corrí hacia la entrada y los que trataban de entrar ahora voltearon hacia mí, ahora era el foco de atención, atraídos como imanes por los chismes.

-Señor Wheeler, ¿es cierto que usted y Seto Kaiba se encuentran saliendo?

-¿Terminó con Yugi Muto por Seto Kaiba?

-¿Se acuesta con el señor Kaiba por su dinero?

Me esperaba esa. Este tipo de gente habla sin pelos en la lengua.

-Señor Wheeler, ¿cómo se atrevió a salir alguien como usted con alguien como el señor Kaiba sabiendo que arruinaría su reputación?

Maldito, si no fuera porque sé que es lo que quiere le rompería la cara de un puñetazo. Me la veía venir de todas formas también. Alguien como yo saliendo con alguien como él… parecía de cuentos de hadas.

Soy el perro recogido de la calle.

Seguí empujando a la gente, ya ni me molestaba en pedirles permiso. No se lo merecían. Vi a Roland  dirigiéndose a unos hombres enormes en la entrada y me apuntó mientras les decía algo. Inmediatamente estos se movieron y comenzaron a sacarme de allí.

¡Auch! Uno casi me saca el brazo. Supongo que la orden era sacarme de ahí, no si tenía que ser entero.

-Señor Wheeler rápido, apúrese a entrar –enseguida me empujaron hacia dentro del edificio.

Sentí miradas pegadas a la espalda, sé que las personas allí me están mirando, por más que tengan que seguir trabajando, al igual que el resto del mundo querían ver a la persona que se acuesta con su jefe que hasta el día de ayer parecía un impotente adicto a su trabajo.

Y que bien… yo soy el amante de esa persona.

Qué vergüenza, que vergüenza, que vergüenza… ya me arrepentí. ¡Quiero volver a casa y que ese engreído se ocupe solo de este problema!

Simplemente Roland me metió en el mismo levador de siempre para ir a la oficina principal de Kaiba y él mismo apretó el botón. Lo último que vi antes de cerrar la puerta fue como él corría de nuevo a la entrada.

Bien. Bien Wheeler… prepárate… estás a dos pasos de Seto Kaiba.

Me miré en el espejo del ascensor, acomodé mi camisa en el lugar al igual que mi pelo, siempre estaba desordenado pero al menos dejaba atrás el estilo “una multitud acaba de atropellarme”. No estaba tan sudado pero si agitado y un fuerte color rojo en las mejillas. Bueno, no podía hacer nada en contra de eso.

Cuando se abrieron las puertas tuve que tomar aire, no había nadie esperándome como usualmente, así que yo mismo me guié a donde quería ir.

No me crucé a nadie el camino y hasta llegué a dudar de que Seto se encontrara en su oficina sino fuera porque lo vi a través del vidrio tirando un montón de papeles al piso enojado mientras hablaba por teléfono.

Abrí la puerta agitado, el viaje en ascensor no era lo suficientemente largo para descansar. Enseguida Kaiba se giró y quedó pasmado, creo que esperaba que no viniera, bueno yo también pensé que haría lo mismo.

-¿Puedo pasar? –apenas le hable se descongeló.

Colgó su celular y lo dejó en su escritorio mientras yo cerraba la puerta detrás de mí.

-Viniste –dijo simplemente-. Pensé que no lo harías.

-No te dejaría cargar con todo esto solo. ¿Has visto la montonera de gente que hay afuera? No sé cómo pasé con vida por ahí –traté de bromear mientras me masajeaba el hombro dolorido pero en cinco segundos lo tenía frente a mi revisándome.

-¿Te lastimaron? Esos idiotas… los dejaré sin empleo por toda la vida -acabo de recordar que tiene un lado sobreprotector insoportable, bueno no, admito que es tierno.

Me tomó de las mejillas y yo me apoye en sus brazos, me miró detenidamente, me estaba estudiando como hace siempre.

-¿Viniste corriendo verdad? Tus mejillas están rojas, te resalta los ojos cachorro. Me alegro tanto de que vinieras, me hacías falta –colocó su frente sobre la mía suspirando.

Todo estaba bien, en ese momento estaba todo bien.

Escondí mi rostro en su pecho, él huele a perfume caro. Me encanta como huele. Me tranquiliza estar su lado, aunque siempre me hace enojar me hace sentir bien, me hace sentir importante porque él es alguien importante y podría tener a  cualquiera pero él me prefiere a mí.

Sus brazos me abrazan y siento como mis ojos se llenan de agua, este es el momento que no quería que llegara.

-¿Por qué pasó esto? Pensé que tenías un equipo especializado en que estas cosas no pasaran –levante la vista para verlo y él corrió los cabellos que se subían a mis ojos con delicadeza.

-Parece que alguien compró a algunas personas que trabajaban para mi hasta hace dos minutos. Las fotos se filtraron de la base de datos y luego de que una revista lo publicara comenzó a aparecer en toda la red, era imposible detenerlo –me besó la frente y yo me alejé entonces.

Está tratando de distraerme, sabe lo que pasará entre nosotros desde ahora, quiere que me olvide de la importancia del asunto. Pero no soy idiota Seto Kaiba, sé reconocer los límites.

Porque yo coloqué esos límites en la relación.

-Te dije que esto sucedería… ¿cuántas quejas recibiste? –lo miré sentándome en su escritorio.

-Cachorro, eso no es importante, no le prestes atención a…

Un gruñido se escapó de mis labios y él calló.

-¿Cuántas?

-Cinco inversionistas, pero solo uno decidió dejar la compañía y realmente no era importante de todas formas y él lo sabía o no lo hubiera hecho.

Sentí  mi labio inferior comenzaba a temblar, de rabia y angustia. Sabía que esto pasaría y aun así seguí adelante por mi propio beneficio. Sé que es mentira lo que dice, probablemente recibió más quejas y ese uno que se fue es más importante de lo que dice, una vez me dijo que todos los inversionistas eran importantes para que la empresa pudiese funcionar correctamente.

Ahora sí que la has arruinado Joey…

Volvió a acercarse tomó mi rostro otra vez y besó la punta de mi nariz mocosa. Genial, ya estoy aflojando el moco. No te atrevas a llorar Joey Wheeler, no te atrevas porque lo empeoraras todo.

-Lo siento tanto Seto. No quería que por mi culpa tu empresa…

-Joey, sabía que esto podría llegar a pasar. Y, muchas veces yo mismo te pedí que pasara. Cuando te pido que seas mi pareja no te propongo el que estemos escondidos para toda la vida sino lo contrario, darnos a conocer. Yo… ya tenía planeado esto con la esperanza de que aceptaras salir conmigo.

-¡¿Y por qué hay tanto revuelo si se supone que lo tienes controlado según tú?! Siempre dices lo mismo, “lo tengo controlado”. Porque al gran y perfecto Seto Kaiba no se le pasa nada de control… -lo empujé alejándolo de mí y yo mismo di unos pasos hacia atrás.

-¡Porque nos tomó por sorpresa! La idea era decirlo yo mismo, cuando estuviésemos preparados para hacerlo. Pero todo se salió de control, realmente no pensé que se podría filtrar información, no se quienes compraron la información pero te juro que los haré pagar cuando lo sepa –trató de acercarse y yo levante mi mano en señal de alto, no puedo pensar si lo tengo tan cerca… porque si chicos, se pensar.

-De todas formas esto no hubiera sucedido si yo no hubiera comenzado con todo esto –me froté los ojos con exasperación y así a la vez podía evitar mirarlo a él.

-Cachorro, si no eras tú y si no es ahora, iba a suceder de igual manera solo que quizá sí, más tarde y puede que con otra persona. Pero sucedería.

-Quizás eso hubiera sido mejor. Esto solo era un juego, ¿recuerdas? Solo era sexo… no tenemos por qué dar ningún tipo de explicación…

Ahora el que gruñó fue él y yo lo miré mal, ¿qué pasa con esa manera de gruñirme cada vez que no le gusta algo de lo que digo?

Y el perro soy yo…

Suspiré y él se dio vuelta pasándose las manos por el pelo con frustración, tiró de un manotazo la torre de papeles en su escritorio. Salieron sonidos de frustración de su boca, se refregaba los ojos  con desesperación y evitaba mirarme. Desearía que esto nunca hubiera pasado.

Se volteó bruscamente hasta que sus lagunas azules se posaron en mí.

-Tienes miedo de lo que van a pensar de ti, ¿verdad? No arruinarás mi imagen aunque seas un perro feo, mocoso y pobre –afirmó enfadado, su ceño estaba fruncida y sus labios apretados al igual que sus puños.

-¡Eres un imbécil! ¿Quién te crees que eres? No puedo hacerlo –me frunció el ceño, él sabía bien a qué cosa me referiría-. No voy a arruinar todo por lo que has trabajado tan duro.

Yo solo me quedé ahí, venía a arreglar las cosas no a arruinarlas.

-¿Por qué me haces esto? -Su pregunta me hizo tragar saliva nerviosa-. Primero me haces enamorar de ti y ahora terminas conmigo cuando las personas se enteran.

-¡No estoy terminando contigo! –el me mira suavemente, ¿esperanzado, quizá? Lo siento Seto…-, no puedo terminar con alguien con quien ni siquiera estoy saliendo.

-Eres un idiota –me dijo simplemente y se arrimó. Me tomó de la camisa de manera brusca y me sacudió un par de veces antes de echarme más en cara, mis ojos ya están llenos de lágrimas que no quiero soltar-. ¡Podrás decir que es solo sexo todo lo que quieras, pero tú y yo sabemos que eso no es verdad, hay más aquí entre nosotros y mientras que yo lo sepa, será real!

-Si estás conmigo puedes perderlo todo…

-No me importa.

-Puedes perder muchos inversores… tu empresa podría decaer.

-No me interesa.

-Podrías arruinar tu imagen por salir con alguien como yo.

-No es cierto, seré la envidia de todos.

-Tu hermano, podría desilusionarse.

-No lo hará. Te quiere tanto como yo, estará feliz al igual que yo.

-Entonces… podría… podría…

- Todo estará bien.

Yo no puedo confiar en que será así, no dejaban de hablar del tema en la entrada, esto podría traer tantas consecuencias. Una voz en mi cabeza me dice “corre”, “vete de aquí antes de que sea tarde”.

Esto no está bien, el miedo se apodera de mí.

-No.

Salgo corriendo de la oficina.

-¡Wheeler!

Le llevaba la delantera a Seto cuando comenzó a seguirme. Vamos Joey, más rápido, no dejes que te alcance. Presioné una y otra vez el botón del ascensor, por suerte abrió enseguida y desde adentro vi a Seto acercarse.

Esto es  como aquel día, el día que me fijé en sus ojos. No puedo creer que esta historia entre nosotros termine del mismo modo que empieza.

Las puertas del ascensor se cierran y escucho el choque de puños contra el metal.

+

Seto gritó al golpear el ascensor, pero no se quedaría ahí, no podía dejar que todo terminara así. Recalculó sus posibilidades y tomó la más factible.

Tomó las escaleras, bajando tres pisos; los saltos de escalones le hacían doler los gemelos y juraba que quizá su tobillo derecho se había torcido, ignoró el dolor. Jamás se había arrepentido tanto de colocar su oficina en el último piso.

Sus empleados se le quedaron mirando asombrados, todos pararon lo que hacían, cuando corrió de extremo a extremo del piso, del otro lado estaba otro ascensor.

-¡Bájense! –les rugió a quienes estaban por entrar y a aquellos que ya estaban dentro.

Asustados y sin chistar lo hicieron, ni se preocupó cuando había empujado a una mujer que cayó arriba de un hombre, papeles salieron desparramados al aire.

Tocó el botón del piso cero, solo faltaba esperar. El cubículo forrado en espejo, reflejaba el sudor en sus sienes, el color rojo en sus mejillas, la leve arruga entre sus cejas. La desesperación plasmada en todo su rostro. Comenzó a sentir la quemazón en su tobillo y sus dedos temblaban de nerviosismo.

¿Sabían que no le gusta perder el control de las cosas?

Cuando las puertas se abrieron, salió disparado, empujó a otro par de personas y volvió a correr por el corredor. Al llegar a la entrada de su propia empresa vio a más de la mitad de su servicio de seguridad allí, pero no estaba Joey.

No lo pensó y salió.

Los gritos lo inundaron, los reporteros luchaban contra los cuerpos mientras millones de preguntas salían de sus labios. Desde la cima de la escalera vio a Joey atravesando una masa de gente que no dejaban de acercarle micrófonos, por más que sus propios empleados trataron de detenerlo también se zambulló allí.

-¡Déjenme pasar! ¡Wheeler! –solo veía su espalda alejarse.

-¿Señor Kaiba, es cierto que está en una relación con el señor Wheeler?

Joey se estaba alejando sin mirar atrás y él empujaba reporteros hambrientos, trataba de tener cuidado de no tropezarse con los escalones, su pie dolía.

-¿Desde cuándo su gusto es por los hombres?

-¡Déjenme pasar!

-¿Señor Kaiba por qué le mintió a todo el mundo durante este tiempo?

Fuego atravesó su pecho cuando vio a Joey liberado y como este corría, se perdió por algún lugar y supo en ese momento que no podría buscarlo.

Se había ido.

Miró serio al reportero que tenía al lado y el hombre dio un paso atrás asustado. Tomó de un manotazo su micrófono, ellos querían respuestas, pues les daría una personalmente y ahora.

-Yo jamás dije ni di a entender que era heterosexual, ¿o acaso a alguno de ustedes me vio salir con una mujer alguna vez? Dejen de meter sus narices donde no les importa, con quien yo salgo no es su asunto –le devolvió el micrófono que fue tomado con miedo.

Al volver a la empresa ya no podía apoyar su pie de dolor, pero al menos las personas se corrían dejándolo pasar. También sus guardias colaboraban empujándolos. Mareado, no se enteró cuando Roland pasó su brazo sobre su hombro ayudándolo a caminar.

Seto Kaiba calló en medio de la entrada, sus empleados chismoseaban por lo bajo creyendo que no los oía pero si lo hacía. Sentía sus ojos arder y su manos apretaron su tobillo, le dolía.

-¡Hermano! ¿Estás bien?

-Sí, Mokuba –cuando miro al menor se dio cuenta de que no le creía, lo miró con empatía-. ¿Sabes qué? No, no estoy bien.

+ - + - + - + - +

Ya se había transformado en una costumbre habitual juntarse en la casa de los Yamis en estos días del verano cada vez que se podía. La piscina les llamaba a gritos a juntarse allí y sabiendo que para el próximo semestre muchos de ellos se irían, había que aprovechar el tiempo en el que podían estar todos juntos.

Yugi guardaba el videojuego que había estado usando con sus amigos recién, antes que estos salieran corriendo a quitarse el calor.

Sabía que Yami estaría abajo esperando por él. Así que decidió hacer tiempo. Tomó el refresco que estaba a su lado y salió a la terraza, se sentó ahí así podía pesar.

-Hola, ¿puedo sentarme?

-Claro, siéntate.

-Escuche hace unos días a Malik y Ryou hablar sobre lo que pasó entre tú y Yami.

-¿Qué…? -A Yugi se le subió un poco de rojo al rostro, sabía que no iba a poder negar nada-. Lo siento.

-¿Por qué te disculpas?

-Se que te gustaba Yami. Yo no sabia que…

-¿Le gustabas? -Terminó Tea y se rio mientras tomaba un sorbo de su bebida.

-Si…. -desvió la mirada.

-Lo sabía, digo, era un poco obvio -Yugi abrió la boca para contradecir pero antes lo interrumpieron-. Se que para ti no, eres un poco distraído a veces. Pero para mi, que él me gustaba… era algo con lo que tenía que luchar.

-¿Por qué dices luchar?

-Porque, Yugi, te veía como un impedimento. Tú eras contra quien debía luchar. Sabía que no lograría fácilmente estar con él porque estabas tu -Tea se dio vuelta mirándolo a los ojos-. Te pido perdón, deje que mis sentimientos por Yami se interpusieran en mi amistad contigo, lo cual es más importante.

-No hay nada que perdonar Tea -después de todo, Yugi no se sentía atacado por la chica, ni lo había sentido. Ya sea por no darse cuenta o no.

-Luego de la fiesta de Halloween pensé que había logrado algo, pero Yami comenzó a huir de mí. Pasaron los días, las semanas y hasta los meses, y eso no cambiaba, se volvió rutina. Al final me di cuenta que por querer algo que claramente no era para mí, solo había perdido una valiosa amistad y podría perder más.

-Pero Tea, Yami sigue tu amigo. No dejará de serlo y yo tampoco -ella le sonrió y volvió a mirar el cielo en el que no se veía ninguna estrella, a veces la ciudad es decepcionante.

-Lo sé. Yami lo demostró, demoró pero lo hizo -se rio al recordarlo, él actuó como un cobarde-. Después de navidad al fin me habló; me dijo que no podía estar conmigo, me pidió perdón por darme esperanzas y por no disculparse antes. Pensé que era porque romperíamos nuestra amistad y me esforcé en hacerle entender que eso no pasaría… pero simplemente me respondió que ya estaba enamorado de alguien.

Los colores le subieron al rostro de Yugi cuando Tea lo miró, sabía que claramente ese alguien llevaba su nombre. Y aun así sintió las ganas de quejarse frente a Yami, ¿por qué nunca se lo había dicho?

 -Trate de ignorar eso, pero me perseguía el pensamiento de que otra chica había conquistado a Yami y después de una semana de “rendición”, me encontré siguiéndolo vaya a donde vaya. Quería saber quién era esa chica, pero con la única persona que estaba eras tú -volvió a reírse y Yugi llegó a la conclusión de que lo hacía de ella misma-.  No te culpes por no haberlo entendido desde un comienzo, yo tampoco lo había entendido hasta que él empezó a moverse.

-¿Moverse?

-Si, nunca lo había notado porque él nunca iba más allá de lo necesario contigo. Porque estabas con Joey. Pero cuando terminaron, Yami cambió, comenzó a moverse para conseguir algo contigo.

-Eso no es verdad. Estamos como siempre… -Tea lo miró dulcemente, se había olvidado de la persona con la cual estaba hablando.    

-Si es verdad. Quizás no lo notas, pero desde entonces Yami está más cercano a ti; te toma de la mano o de la cintura, va siempre a por ti después de la universidad y en los fines de semana, siempre te dice cuanto te quiere -Tea soltó un bufido-. Habla de ti todo el tiempo y con cualquier persona, al punto de que muchos han pensado que son pareja. ¿Y sabías qué? Él nunca lo desmiente, solamente sonríe. Un día lo oí susurrar “ojala”.

Yugi se sentía terrible. No podía creer que nunca había notado esto.

-Lo dices como si hubiese sido algo obvio. Pero no lo fue. No para mí.

Yugi se sentó en el piso apoyándose contra la baranda de la terraza. Veía frente a él la ventana abierta y las cortinas volando con el viento del verano, estaba aún la sala vacía. Tea se sentó junto a él y lo acercó a sí abrazándolo. Agradeció de que no estaba llorando a cántaros, solo un par de lagrimillas rebeldes eran las que caían.

Sabía que simplemente estaba liberando la tensión acumulada en semanas de preocupación, ya habían pasado casi tres semanas incómodas desde que Yami lo había besado.

-Lo sé. Pero a lo que vine no es eso. Solo te quiero decir que Yami es una persona maravillosa y guapo -les recorrieron a ambos unas cosquillitas de solo pensar en lo cierto que era eso-. Si puedes afirmar algo de él es que tiene buenas intensiones y que te quiere más que a nada.

-Yo también -dejó claro Yugi y Tea lo abrazó más fuerte.

-¿Entonces cuál es el problema? ¿Por qué no quie…

-¡Porque no puedo Tea! -Yugi se apartó de ella y desvió la vista-. Después de Joey… no me siento listo para tener una relación.

-Yugi mira -la castaña se paró y se le puso con toda su altura al frente-. Joey es un idiota, lo podemos comprobar ahora que se enamoró de Kaiba, pero Yami no lo es. Él no va a abandonarte; se que te dolió que ese perro te haya dejado y ni me imagino lo difícil que debe de ser para ti volver a confiar en una persona. Pero no compares a dos personas completamente diferentes cuando se trata de tu corazón.

-También me iré a Tokio, ¿recuerdas? Dentro de un mes, por un año, recién volveré para año nuevo. Él podría conocer a alguien más o yo podría conocer a alguien más. Quizá la distancia le haga darse cuenta que esto no es para él. ¡No lo sé! Podrían pasar muchas cosas en un año.

-Entiendo, pero es un riesgo que vas a correr estando en cualquier tipo de relación.

Tea le tendió una mano y Yugi dudó, sentía que aceptar su mano era como aceptar que todo esto que estaba pasando era real, todavía no se convencía de que lo fuera. Pero aun así, la tomó y la chica lo ayudó a pararse.

Escucharon como la puerta de la habitación se abría, por un costado de la chica, vio entrar a Yami y como este miraba hacia los lados en su búsqueda. Cuando miró a la ventana, su expresión fue de curiosidad.

-¿Qué hacen ahí?

-Solo estaban tomando aire. Hace mucho calor –afirmó Tea y mirando de reojo a Yugi afirmó-. Yugi no se sentía bien.

Con solo decir eso Yami se acercó enseguida y colocó una mano en la frente de Yugi para ver cómo estaba su temperatura, pero confirmó que estaba todo bien, su piel estaba templada y suave como siempre.

-Solo fue un mareo –le dijo y miró a la castaña que le giñó un ojo-. ¿Por qué no vamos con los demás?

-Está bien. Pero si empiezas a sentirte mal me lo dices.

Yugi asintió en respuesta. Entraron a la habitación de nuevo notando el calor del verano cuando uno está adentro. Yami miró la mano de Yugi, enserio quería sostenerla pero no  estaba seguro de si debía hacerlo, el tricolor lo evitaba desde aquel día y eso podría arruinar las cosas.

Yugi noto como su oscuridad miraba hacia su mano y al mirar también, noto como la contraria se arrimaba a la  suya y luego se alejaba cerrándose en un puño. Pensó en lo que dijo Tea y el solo pensar en cómo se sentía Yami le dio la voluntad para moverse él.

Colocó su mano  sobre ese puño firme y sintió como se aflojaba y entre los dos entrelazaron sus dedos. Sintió un pulso fuerte y constante proveniente de su collar milenario, se estaban uniendo y reparando  todo aquello roto en estos días, y como las fibras de los músculos al romperse, volvían ahora a reconstruirse pero más fuertes y firmes.

Yugi miró sobre su hombro viendo como Tea seguía parada en el balcón mirándolos con una sonrisa en su rostro.

-¿Vienes Tea?

-Adelántense, yo iré en un rato.

Cuando salieron por la puerta ella suspiró. Sabía que había hecho lo correcto, Yugi estaba enamorado de Yami solo que aún no lograba darse cuenta de eso. Era su mejor amiga después de todo, no podía solamente fingir que no era cierto frente a ella.

Buen… no le molestaba, ya había asumido hacía mucho tiempo que lo de que soñaba con Yami no se podía dar. Y al final, se sentía bien el solo hecho de pensar en ver a su amigo feliz.

Se dio vuelta apoyándose en la baranda, desde ahí escuchaba las risas de sus amigos venir desde el patio trasero, por lo que escuchaba se encontraban en la piscina.  Después de todo, había conocido a alguien hace tiempo y creía que su corazón se estaba enamorando poco a poco  de él, le resultaba gracioso ya que lo odio el primer día que lo vio y ahora su mente pensaba en él todo el tiempo.

Se sintió feliz por Yugi.

Tomó aire, olía agridulce; a flores y playa. Adoraba el verano, simplemente mirar como el sol iluminaba todo la ponía de buen humor. Enfocó la vista del otro lado del cerco que rodeaba la propiedad y enchinó los ojos para ver mejor.

Allí, parada en la vereda del frente, estaba parada una persona mirándola. Sabía que no era ningún vecino, venía seguido así que los conocía. Y no quería nombrar tampoco la terrorífica figura de esa persona… estaba… borrosa.

Era como si le faltara parte de su cuerpo, algunas partes se difuminaban en el aire y podía ver lo que estaba detrás y otras partes si quiera estaban. Sintió su respiración cortarse cuando reconoció a la figura.

Negó con la cabeza, llevó sus manos al rostro y se refregó los ojos con los puños. Cuando volvió a abrirlos y enfocó su vista al otro lado de la calle ya no había nadie. Sintió su sangre congelarse y trató de convencerse a sí misma que lo que había visto no era real sino que era un producto de su imaginación.

Tenía miedo y en ese momento lo único que quería era volver con sus amigos. Se dio vuelta decidida a volver.

No sabía cómo era que no había gritado cuando la vio, parada frente a sí estaba esa figura. Miedo, terror le recorrió la columna vertebral cuando el brillo rubí de sus ojos se puso en los propios. Trató de respirar profundo, después de todo, conocía a esa persona, quería preguntarle que le había pasado.

Le había costado reconocerla, estaba diferente, muy diferente a la última vez que la había visto, más allá de las partes faltantes de su cuerpo y de su ropa hecha jirones que tapaban solo lo necesario.

-Hola Tea –la voz salió extraña de su garganta, rasposa y oscura. La nombrada sintió los pelitos de su brazo elevarse y los llevó detrás de su espalda, no quería que la persona se sintiera ofendida.

-¿Qué… qué fue lo que te sucedió? ¿Por qué estás aquí? –vio una sonrisa maléfica salir y se preguntó qué era lo gracioso que había dicho.

Aun así, no respondió su pregunta. Solamente agregó.

-Eres muy buena amiga, ¿verdad Tea? Harías cualquier cosa por Yugi y él por ti. Es lo que se obtiene con años de amistad. Me hubiera encantado poder tener una amiga como tú Tea. ¿Quieres ser mi amiga…Tea?

-¿Qu…qué? –no estaba segura de que responder. Un “no” raspaba su garganta, pero no se animaba a dejarlo salir.

-Lo sé, esta forma es aterradora –se dio vuelta y se miró en el vidrio, su reflejo no era más que un par de rubíes así que miró sus brazos, le faltaban partes y sabía que ella sabía que el resto de su cuerpo también estaba así.

Tea miró su cuerpo desde atrás; su cuero cabelludo tenía sangre seca y le faltaba un pedazo de carne y pelo, el poco que tenía de este flotaba en el aire. ¿Qué le había pasado? ¿Cómo había llegado hasta aquí? Principalmente se preguntaba, ¿por qué estaba aquí y por qué hablaba justamente con ella?

-Pero no te preocupes Tea, pronto no luciré así –volvió a  darse vuelta y mirarla, su espalda chocó con la baranda al dar un paso hacia atrás.

No sabía si debía correr, pero si tuviese que, no podría ni tenía como hacerlo.

-¿Cómo? –se animó a preguntar.

Elevó el brazo que menos lastimado estaba y le mostró lo fino que era, un dedo no estaba y un pedazo de carne estaba cicatrizando en una fina y casi invisible luz azul en los bordes.

-Es una lástima que sea tan lento, me hace tener que tomar otra ruta. Entonces Tea, ¿serías mi amiga?

-¿Qué otra ruta? ¿Para qué? – Tea ya sentía que no debía confiar en esa persona, sus ojos se lo decían todo. No tenía buenas intenciones y no quería decir que si a esa pregunta.

-Eres una buena amiga Tea, lo que hiciste por Yugi… eres un pilar para él. No es fácil dejar ir a alguien que amas, ¿verdad? Pero el corazón del faraón pertenece a su hikari… y no se alejará de él, por más que se lo rueguen o sea para salvar la vida de alguien más.

-¿Qué tiene que ver los sentimientos de Yami contigo? ¿Qué es lo que quieres? –con la pregunta volvió a sonreír, Tea ya se sentía harta de esto. Quería respuestas y no se las daban. Quería salir corriendo pero no podía

-Ya verás… amiga mía…

El grito de Tea nunca llegó a salir. Sintió como se entumecía su cuerpo; sus músculos ya no le respondían, no tenía ningún control sobre sí misma y ya no sentía nada a su alrededor, era como si hubieran apagado sus sentidos, ya no sentía el olor a las flores del jardín ni escuchaba a sus amigos divertirse.

Sabía lo que le pasaba, ya le había pasado y tenía pesadillas sobre eso. No quería que le volviera a pasar, pero era tarde. Habían tomado el control de su cuerpo.

La figura, ahora corpórea volvió a mirarse en el vidrio, ahora tenía un cuerpo, no era el suyo pero le serviría mientras el propio se curaba del todo.

Además le facilitaría conseguir lo que necesitaba.

Escuchó la puerta abrirse justo en el momento en que sus ojos perdían el brillo rojo y volvían al color castaño usual de la chica.

-¿Tea? ¿Te sientes bien? –El chico egipcio, Malik si no se equivocaba, la miró extrañado -.Ya preparamos las hamburguesas se enfriaran o peor, Yugi se las comerá todas una vez empiece.

-En realidad, creo que me iré a casa. Es tarde y mis padres me dijeron que tenía que llegar temprano, regresan mañana por la mañana –se apuró a salir por la puerta.

Sentía que esa persona era fuerte y además tenía el cetro milenario girando en su mano. Estaba débil como para usar su propia magia y más que nada el cuerpo que estaba usando estaba entumecido, no era una buena opción. Ni siquiera era una opción enfrentarse a él.

La unión todavía no estaba completa y sentía a Tea luchar debajo, si perdía por un solo segundo el control estaría en problemas y podía hasta arruinar completamente sus planes.

Cuando estaba por salir el chico la hizo detenerse de un llamado.

-Te olvidas de tu cosas – le dijo Malik señalando el sofá con muchos abrigos y bolsas.

-Cierto –con nervios se acercó al lugar, había muchas cosas allí, si se equivocaba lo perdería todo, su mentira  sería descubierta.

Agradeció ser una chica entre un grupo de chicos, solo había una cartera de mujer allí y un saco que claramente hacía combinación con la pollera que llevaba  puesta. La tomó y salió rápido de la habitación sin saludar.

Malik quedó extrañado en medio de la habitación, eso había sido extraño, hasta para alguien como Tea. Le había dejado un mal sabor de boca y una sensación conocida.

Alejó el pensamiento de Tea y se dirigió con los demás de vuelta.

+

Mientras tanto “Tea” llegó a su casa agotada, tanto el ama como el cuerpo estaban a su límite. La casa estaba vacía, no había nadie en ese lugar y el alma lo sabía. Su opción para el cuerpo siempre había sido la chica, no había otra opción, así que cuando estuvo  lo suficientemente fuerte como para entrar en el cuerpo de esta comenzó a buscarla.

Claramente no tenía idea de en dónde vivía, así que la siguió desde la universidad, ese día no había podido moverse con su plan porque iba acompañada de Yugi. Ese día armo un bolso, sus padres se irían de viaje y ella se iba a quedar en casa del duelista.

Por lo tanto no le quedó más que esperar el momento perfecto en el que se encontrara sola, pero siempre se encontraba con uno de sus amigos y no se podía permitir ser descubierta por ellos. Esperó hasta hoy, aunque le hubiera gustado no tener que haberlo hecho tan cerca del faraón y sus amigos, había sido un gran riesgo.

Fue a la habitación de la castaña y se paró frente al espejo que esta tenía. Cerró los ojos y cuando los volvió abrir se encontraba dentro del espejo, mirando como la castaña caía al suelo entre lágrimas. Demoró en atreverse a levantar la vista.

-Escúchame bien –le dijo cuándo la miro-. Tendré que usar tu cuerpo por un tiempo, quizá un par de meses así que tendrás que cuidarlo, empezando por dormir, amiga mía.

-No soy tu amiga –le dijo entre lágrimas-. ¿Qué es lo que quieres?

La persona en el espejo volvió a reírse.

-Ayudar a quienes lo necesitan.

-¿Quiénes están en peligro? Podríamos ayudarte, Yami podría…

-¡No lo hará! No dejará este mundo por voluntad propia. Yo lo haré hacerlo.

-¿Cómo sabes que no ayudará? ¿A quién quieres ayudar y por qué?

-Por algo llamado guerra –Tea no entendía a qué se refería, vio como la persona se agachaba y sus ojos rojos quedaban enfrente de los suyos-. Ahora vete a dormir o yo te haré hacerlo.

Tras la amenaza, Tea se levantó tambaleante y comenzó a desvestirse y colocarse su pijama de verano. Agradecía que no pudiera leer sus pensamientos o sabría del gran error que había cometido.

Ya no era la única chica en el grupo de chicos, no desde la llagada de Serenity. Últimamente pasaba mucho tiempo con ellos, más que nada porque Duke y Tristán se peleaban por llamar su atención como un par de tontos.

Se había equivocado en tomar la chaqueta blanca, combinaba con su pollera  del mismo color, pero también lo hacía la rosada que estaba escondida entre la campera de Joey y Tristán, agradecía lo desprolijos que eran en este momento.

Esperaba que Malik se diera cuenta o cualquier otro, que había tomado la campera de Serenity y que se dieran cuenta de que no era normal.

Esperaba que alguien la pudiera salvar.

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Yugi estaba nervioso cuando caminaba junto a Yami y es que… quería que todo volviera a la normalidad, pero sabía que eso no podría pasar. Lo que había hecho Yami era un paso sin retorno.

-Entonces, ¿ya te sientes bien?

-Sí, es solo que hace mucho calor –miró hacia otro lado.

Solo quería llegar con los demás y olvidar la incomodidad. Yami paró y al estar tomados de las manos tuvo que parar también. Estaban en la cocina, todos se hallaban en el patio ahora mismo, después de todo estaban cocinando hamburguesas en la parrilla.

-Quería hablar contigo.

-Lo sé… -se negaba a mirarlo a los ojos, se moría de la vergüenza.

-Quería preguntarte, ¿te sientes incómodo conmigo al lado?

-No. Sí. No estoy seguro. Eres mi Yami después de todo pero… las cosas no son iguales, no puedo fingir que lo son –el moreno asintió con entendimiento.

-No puedo cambiar lo que siento Yugi y si pudiera, tampoco lo haría. Me gustas, solo quisiera que me des la oportunidad –Yami miro sus dedos entrelazados y dio un apretó para dejar claro su afirmación.

Yugi se animó a levantar la vista para encontrarse con esos ojos color rubí.

-Hasta hace un par de semanas nunca te había visto de esa forma, bueno si porque eres lindo y eso… –se coloreó de solo darse cuenta de lo que había dicho y Yami le dedicó una mirada de gracia atractiva-… pe-pero no de manera romántica. Sino como de admiración, no como una posibilidad. ¡Ahg! Creo que ni yo me estoy entendiendo.

Yami soltó su mano y colocó ambas palmas en sus mejillas. Arrimó un rostro al otro hasta compartir el aire que respiraban. Yugi pensó que lo besaría otra vez y cerró sus ojos preparándose para que suceda. Se sorprendió al darse cuenta de que lo estaba esperando.

Su corazón se hundió en decepción cuando sintió un beso colocado en la comisura de su boca y un temblor le recorrió e cuerpo erizando los pelos en su nuca.

-¿Al menos puedes pensarlo? –tener tan cerca a Yami le nublaba la vista.

Solo asintió.

Su cuerpo perdía el control, ver a Yami tan cerca, tan sexy como siempre, dejándole con las ganas de más. Su rostro se inclinaba hacia delante. Quería esos labios contra los suyos ahora.

-Tea está actuando extraño –la voz de Malik al entrar irrumpió en sus sentidos y se apartó ligeramente, pero seguían cara a cara-. Ops, no quería interrumpir… sigan con lo suyo…

La risa de Malik se oía mientras se iba.

Yami suspiró de rabia, si solo…

-Tendríamos que salir –le dijo Yugi pero no podía apartar su mirada de los labios morenos, aunque le costara aceptarlo.

-¿Sabes una cosa? Me encantan tus labios.

Yami tiró su paciencia por el caño. Las manos que tenía en cada una de sus mejillas se separaron, una fue a parar a su nuca y la otra a su cintura. Empujó a Yugi hasta que este quedó apoyado contra la mesada.

Yami lo beso, había esperado volver a hacer eso hace semanas, ya no existía el control o la paciencia. Esta era la forma en la que quería trasmitir su sentir ahora. Una mano se agarró de su camiseta. Yugi no se retiraba, es más le estaba correspondiendo.

No duró más de un par de segundos, los mejores y más gloriosos segundos de su vida.

-No pude resistirlo –simplemente le dijo en una sonrisa.

-Lo sé…

-Por favor, piénsalo –pasó sus dedos por su mejilla, bajándolos por su cuello que estaba desesperado por besar, por su clavícula, vio como tragaba saliva. Y terminó en su pecho, en su corazón donde tenía tatuado su nombre-. Te deseo…

Eso fue lo último que dijo antes de irse apurado de la cocina, tenía un grave problema en su pantalón que no podía ocultar de los demás.  Corrió lo más rápido que pudo a su habitación con una sonrisa en su rostro.

Mientras tanto Yugi caía al piso, confundido, excitado, asustado, feliz. ¿Se podía sentir esas cosas todas juntas?

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-Dime por favor que te lo estás pensando –dijo Malik mirándolo con curiosidad.

-Claro que si –respondió Yugi.

-Bien, porque si no creería que eres un tonto.

Malik tomó una montaña de ropa, le dio la espalda y la colocó dentro de una valija morada.

Hoy en la noche, el egipcio tomaría dos trenes que lo llevarían hasta la ciudad de Tokio, donde haría una pasantía en la Universidad. Yugi se sumaría a él cuando comenzara el semestre en setiembre, mientras tanto disfrutaría de las tres semanas que tenían de vacaciones de verano.

Yugi y Ryou estaban ayudándole a empacar, estaba tan decidido a pasar los últimos días con Marik y ellos que se había olvidado de algo tan importante como empacar sus cosas, no es como si alguien necesitaran ropa todos los días…

-Y entonces, ¿qué has pensado? –preguntó Ryou mientras doblaba un par de jeans sobre la cama, el doblaba camisetas desde el otro lado de esta.

-Demasiadas cosas, estoy seguro de que estoy por explotar. Ya me confundí.

Yugi había tratado de pensar en lo que habló con Tea, definitivamente lo había ayudado, pero aun así… no sabía qué hacer.

-Tengo una idea –dijo Malik llamándoles la atención-. El otro día lo leí en un manga, el chico tenía el mismo problema que tú.

-¿Y qué hizo? –preguntó Yugi.

Malik fue hasta donde estaban sus cuadernos, libros y esas cosas, empacadas y listas para llevar. Sacó un cuaderno y tomó una lapicera.

-Hizo y haremos una tabla de comparaciones –no esperó una afirmación de ninguno de ellos, se sentó en el piso apoyándose contra la cama. Yugi miro a Ryou y este levantó sus hombros, lo siguieron con curiosidad y se sentaron uno a cada lado. Malik trazo una línea en vertical por la mitad de la hoja-. Bien, de ese lado estarán los pros y de este lado estarán los contras.

-¿Qué? –dijo Yugi, no podía hacer eso… bueno, aunque eso era lo que venía haciendo mentalmente si lo pensaba.

-Mira, yo te doy una ayuda. Pro: Yami es sexy –dijo Malik y Ryou se rio con ganas. Lo anotó.

Yugi negó con la cabeza mientras sonreía, no podía creer que estaba haciendo esto.

-Pro: siempre te cuida y se preocupa por ti –se unió Ryou, Yugi se dio cuenta de que no había marcha atrás si los dos estaban de acuerdos en seguir adelante con este juego.

Malik  asintió mostrándose de acuerdo y le pasó el cuaderno a Ryou y este anotó lo que dijo.

-¡Vamos Yugi! Di un pro y una contra –animó el rubio y le dio el cuaderno con la lapicera. Yugi suspiró.

-Bien. Contra: Yami es como mi hermano –escribió Yugi.

-Ahg. Yugi, eso no es algo malo –Yugi lo miró serio, para él sí lo era-. Bien, sé que no te haré cambiar de opinión con respecto a eso. Igual no importa, sé que Yami puede ganar esto. Di un pro.

Yugi pensó en un pro y se asustó al darse cuenta de que su cabeza estaba inundada de ideas.

Tomó la lapicera, la giró entre sus dedos y la apoyó en el lado de las pros.

-Pros: Yami es inteligente, amable, divertido, es un chico interesante… digo, no es para nada aburrido, ¿cuántas veces uno tiene la oportunidad de conocer a un faraón egipcio?

Malik y Ryou se dieron una mirada cómplice, esto estaba funcionando.

-Eso es cierto –afirmó Ryou-. Nunca vas a conocer a otra persona como Yami, excepto nuestros Yamis.

-Pero ellos ya está reservados –agregó Malik y se rieron-. Pro: su físico es increíble.

-Malik, ¿puedes dejar de decir cosas sobre su físico? –preguntó Yugi y su amigo lo miró con una ceja levantada y sonrisa burlona-. No, no son celos. Es solo que es incómodo.

-No seas tonto, te daré algo para que sumes a tu incomodidad, Malik me dijo que cuando fueron a las termas pudo confirmar que lo que no tiene de altura, Yami lo tiene ahí aba…

Las manos de Yugi volaron a la boca de Malik mientras su cara se enrojecía a más no poder, Ryou moría de la risa sosteniéndose su estómago, la situación se le hacía de lo más graciosa y Malik rió con él cuando estuvo libre.

-No pudo creer que vayas a poner eso… -dijo Yugi mirando como lo escribía en el lado de las pro. Apenas tuvo la oportunidad tomó el cuaderno y se situó en el lado opuesto-. Contra: me iré dentro de un mes por un año.

-Vamos Yugi, olvida eso, pensé que ya lo habías hablado con Tea. Coloca un pro.

-Le gustan los juegos igual que a ti y es heredero de una empresa que crea juegos. Eso definitivamente es un pro –agregó Ryou y Malik se mostró de acuerdo. Le sacó el cuaderno y se lo pasó a Ryou-. Anota otra.

-Contra: tiene cinco mil años más de experiencia que yo, soy un niño a su lado –anoto Yugi.

-¡Oye no vale! Para mí eso es algo bueno, si llegan a tener sexo vas a ver que la experiencia no es para nada algo negativo –le quitó el cuaderno y tacho eso.

-Se supone que es sobre mí, Malik –lo regañó Yugi tratando de ignorar lo que había dicho, igual ya se había acostumbrado, ya no eran tan inocentes después de todo. Volvió a escribir lo que había dicho bajo el gruñido de Malik-. Bien, ¿sabes qué? Tienes razón, algo bueno es que Yami es sexy. Pro: su tableta de chocolate.

Eso generó risas entre los tres. Yugi no podía negar que se le quedaba viendo embobado cada vez que se sacaba la camiseta y más ahora que estaban en pleno verano. Aparte ellos lo habían agarrado más de una vez mirando.

¡Pero no era su culpa! El cuerpo de su Yami era espectacular, le encantaba verlo hacer deportes, la manera en la que sus músculos se flexionaban y brillaban empapados de sudor lo hacían jadear.

-¡Bien! ¡Esto se puso interesante! –animó Malik.

-Pro: su ojos son preciosos y únicos –agregó Yugi, presionó sus labios y se dirigió a la otra columna, se dio cuenta de que no le gustaba colocar contras-. Contra: es muy sobreprotector.

-Tienes razón, es un poco molesto. Akefia hace lo mismo –afirmó Ryou.

-Pro: es una sorpresa –agregó Malik, volviendo a ignorar que le habían clocado un contra con sentido-. Tiene una apariencia sexy de chico malo, con su ropa negra y su motocicleta. Pero te llevas la sorpresa de que es un dulce súper acaramelado.

-Y a nosotros nos encantan los dulces… -agregó Ryou mientras Malik lo escribía.

-Es cierto… me encanta eso de él –dijo Yugi, recordó como se ve Yami con sus botas y pantalones y chaqueta  de cuero montado sobre su motocicleta. El solo recuerdo lo hizo sonreír-. Lo hace tan llamativo. También… pro: sabe escuchar y dar  buenas opiniones, siempre me pone primero y me malcría totalmente.

-¿Qué más? –preguntó el egipcio mientras anotaba lo último dicho.

-Contra: desde que lo conozco me meto en problemas –era la completa verdad así que no quedó más que a notarlo-. Pero, pro: mi vida es más interesante desde que él apareció y no puedo imaginarme una vida sin él a mi lado.

Una hora más tarde dieron por finalizada la lista al ya no saber que más poner. Malik pensó “misión cumplida” cuando se dio cuenta de que había logrado su objetivo; el lado de los pros superaba por cuatro veces el lado de las contras.

Arrancó la hoja y se la entregó a Yugi mientras se paraba, debía terminar de empacar. Debía tomar el primer tren a las siete y media, y pensaba antes pasar un tiempo de cariñitos con todos, no los vería hasta navidad después de todo.

-Creo que tienes que tener muy en cuenta esto, Yugi.

-Lo tendré en cuenta –el tricolor sonrió, había sido divertido y admitía que le ayudó, le ayudó mucho.

+ - + - + - + - + 

Malik llevaba una valija en la mano derecha y colgada a su espalda una mochila que pesaba horrores. A su lado su hermano, Odión, arrastraba otra valija.

-Te vamos a extrañar –le susurró Ishizu mientras lo abrazaba.

-Y yo a ustedes –le correspondió.

Realmente en este momento tenía cero con cero ganas de irse, pero la experiencia de viajar a una ciudad como Tokio también lo emocionaba en grande.

Detrás de él venían sus amigos, todos ellos. Le ponía triste pensar que al fin tenía amigos y ahora debía dejarlos. Pero bueno, al menos no era para siempre.

-Yo también te voy a extrañar, a los dos los voy a extrañar –les dijo Ryou antes de envolverlos a él y a Yugi en un abrazo de oso.

Agradecieron que nadie ese día se hubiera puesto a llorar… hasta que llegó el turno de despedirse de Joey y Tristán que… se pusieron a llorar como niñas. Aun así Joey le dijo:

-Tráeme algo de regalo cuando vuelvas o si no vuelvas –le revolvió el cabello.

-Creo que ya es un regalo para ti el que no vaya a participar al torneo o si no ni siquiera podrías pasar la primera fase.

-Já, ni que fueras tan bueno. Es más, ¡apuesto a que te vas porque tienes miedo de enfrentarte a Joey Wheeler! –lo apuntó con el dedo mientras se reía.

Tristán lo golpeó y luego lo tomó por la cabeza apretándola debajo de su brazo mientras que con su puño raspaba su casco.

-Ignóralo, se calló cuando era chico, el médico dijo que no tenía remedio –se rio mientras veía a Joey luchar.

-¡Suéltame Tristán!

Como ya era agosto Pegasus anunció la tercera competición de los reyes de los juegos, pero esta vez la competencia se haría en Kaibalandia dentro de semana y media. Malik se había visto obligado a renunciar a la competencia, lo ponía mal pero de todas maneras nadie podía negar que fuera uno de los mejores duelistas del mundo.

Un par de brazos envolvieron su cintura y una cabeza se apoyó en su hombro, sentía un aliento fresco chocar contra su cuello. Sonrió.

-Te visitaré cada vez que pueda –depositó un beso en su cuello.

-Me encantaría que lo hicieras –respondió.

Giró en sus brazos colocando los propios alrededor de la nuca del otro. Extrañaría ver esa mirada cada día de su vida. Pasar más tiempo con él que con cualquiera de sus hermanos. Lo extrañaría más de lo que le gustaría admitir, porque no pensaba admitirlo.

Iban a juntar sus labios cuando escucharon un carraspeo de Ishizu.

-Ya te tienes que subir al tren Malik, o lo perderás.

Marik gruñó cuando miró a Ishizu.

-Solo danos un minuto –le dijo de mal humor, su rostro cambió enseguida cuando volvió a mirar a Malik.

-Te voy a extrañar.

-Y yo a ti. Te traje algo –Marik lo soltó, avió la mochila que tenía colgada a la espalda y sacó una bolsa enorme de golosinas. A Malik le brillaron los ojos cuando lo vio-. Para que no te aburras durante el viaje.

-¡Que delicia! Mira, esos son mis favoritos –Marik asintió sorprendido aunque en realidad ya lo sabía.

-Malik, yo quería hablar contigo antes de que te vayas –Marik se puso nervioso enseguida, sentía como sus hermanos lo estaban espiando, se hacían los que no pero en realidad estaban claramente parando la oreja. Les había costado un montón convencerlo de hacer lo que estaba por hacer.

-¿Qué sucede? –su hikari dejó de sonreír y lo miró curioso, necesitó tragar saliva.

-Malik, no crees que ya es hora de colocarle nombre a lo nuestro. Realmente me encanta estar de este modo contigo pero… me gustaría saber si estamos o no en una relación. Nunca se si estoy haciendo lo correcto cuando estoy contigo así que me gustaría…

-No lo sé –lo interrumpió Malik-. Te pedí tiempo para pensarlo, ¿recuerdas? No me presiones.

-No te estoy presionando, ya pasó un año.

Malik desvió la vista, no sabía que responder, quería que todo siguiera igual. Si comenzaban una relación todo podía desmoronarse. ¿Y si terminaban porque él se daba cuenta de que en realidad no lo quería? ¿Y si tenía que volver a irse? ¿Y si cambiaban el modo de ser de su relación?

Le gustaban las cosas como estaban, ponerle un nombre lo complicaría todo, sería como firmar una sentencia.

-Tengo que irme… -se volteó con la intención de huir.

-No, ya basta Malik. Sabes que no merezco que me hagas esto –Marik lo tomó del brazo impidiéndole irse. Suspiró entre cansado e irritado y se frotó los ojos -. Está bien, tómate el tiempo que necesites.

Malik se arrimó a él y puso un ligero beso en sus labios.

-Sabes que te amo, no tenemos por qué ponerle nombre a esto si tú sabes lo que siento por ti.

Se besaron profundamente, no sabían la fecha próxima en la que se podrían ver, debían darse besos de más para que luego no les falten. Malik volvió a pasar sus brazos por su cuello y Marik lo levantó dándole una vuelta en aire sin dejar de besarse.

-El tren… -dijo por lo bajo Ishizu, la verdad es que ahora mismo viendo a su hermano tan feliz no quería interrumpirlos. Pero el tren se iría en cualquier momento, con o sin él.

Finalmente se separaron. Se dieron un pico más y Malik vio unas cuantas lagrimillas acumulándose en los ojos de su Yami.

Siempre se hace el fuerte, pero es una niña.

-Te extrañaré –Marik acarició su mejilla.

-Y yo.

Todos vieron como Malik se subía al tren y este se iba lejos de ellos.

+ - + - + - + - +  

Ryou y Yugi acompañaron a los Yamis a su casa, se quedaron a pasar la noche y en la mañana se levantaron temprano para desayunar. En la mesa ya se encontraron a Marik con aspecto cansado mientras comía una tostada.

Se notaba que estaba triste así que decidieron ir a la sala que tenían reservada para los juegos y pusieron una película de acción, nada que lo pusiera más triste.

Toda esta situación le hacía poner a pensar a Yami sobre qué sería de él cuando Yugi se fuera. Apuesto a que él estaría más deprimido que Marik. Eso no le gustaba para nada.

Acercó a su hikari hacia sí, agradecía poder tocarlo de nuevo. Mientras él comía pop dulce, que estaba sobre sus piernas, olía  su cabello y acariciaba su mejilla. Lo extrañaría tanto…

Yugi volteó a mirarlo con curiosidad después de que un dedo rozara la comisura de sus labios, Yami no dejaba de acariciarlo por todos lados y sentía su mirada fija en él y no en la película. Le trasmitió un “¿Qué sucede?” con la mirada y él solo elevó los hombros.

-Interrumpimos esta película para mostrar los acontecimientos ocurridos en la madrugada cuando un terremoto en el mar ocasionó un tsunami que alcanzó en la mañana parte de la ciudad de… -una mujer joven hablaba en la televisión mientras mostraban imagines de agua arrastrando casas y coches por doquier.

Ryou fue el primero en reaccionar gritando mientras dejaba caer el contenedor con pop en el suelo. Yugi enmudeció por instantes, se llevó las manos a la boca y sintió sus labios temblar, Yami lo envolvió entre sus labios escondiendo su cabeza en su pecho para que no observara las grabaciones que pasaban por la pantalla.

Marik no dijo nada, su cuerpo no reaccionaba. Simplemente pensaba:

“No puede estar pasando esto”.

Esa era la ciudad donde Malik debía estar en ese preciso momento esperando el tren que lo llevaría a Tokio.

 

Notas finales:

¿Les gusto? espero que si.

Gracias por leer!

Nos vemos en el próximo capítulo!


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