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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH  no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Perdon la tardanza, esta vez si que m pase. Año complicado, estuve muy deprimida para darle final a este cap el cual estaba 95% terminado hace meses.

Bueno espero que lo difruten y si recién lees mi historia, plis dime que te ha parecido hasta ahora, me encanta leerlos.

Ryou estaba de cuclillas, en una casa que no era suya y un miedo que le carcomía hasta lo más profundo de sus huesos; escuchaba los latidos de su corazón en sus oídos y sentía su saliva acumularse en un nudo en su garganta, el cual tragó con fuerza.

-Lo que quiero es muy simple –dijo ella y volvió a mirar a Ryou que seguía tratando de procesar lo estaba ocurriendo-. Primero quiero que te pares lentamente.

Ryou miró de reojo a Akefia, pidiéndole consejo de forma silenciosa y él suspirando lentamente a modo de tranquilizarse asintió, por ahora no había nada que pudiera hacer, solo podían esperar por un cambio de circunstancias. Ryou apoyó una mano en la baranda y así se paró, sin dejar de mirar el ojo izquierdo de Tea que lloraba, prefería mirar a su amiga que a esa otra persona, quien sea que fuese.

Ella lo tomó de un brazo y rápidamente lo puso frente a ella como un escudo. Sintió el peso del cuchillo sobre su hombro, ya no estaba contra su cuello cortándolo, pero estaba ahí, pronto para degollarlo si ella quería. Tragó duro.

-Ahora quiero que tú subas la escalera, lo más alejado de nosotros, si intentas algo lo degollaré, si no lo haces lo degollaré –hizo una pequeña pausa en la cual Ryou sintió el roce frío del metal en su cuello-. Creo que se entiende fácilmente y quiero que vayas a la habitación del faraón.

Akefia caminó despacio hacia la escalera, veía desde allí su antiguo artículo del milenio y pensó por un momento en tomarlo, pero descartó la idea enseguida; estaba lo suficientemente lejos como para darle tiempo de asesinar a Ryou y tampoco podía asegurar de que podría controlar el poder que lo llenaría, podría empeorar la situación.

Con el primer pie en el primer escalón, la hoja filosa se acercó más al cuello de Ryou, veía a su hikari temblar y se juró a sí mismo que sea quien sea esa persona, iba a pagar por lo que estaba haciendo.

-¿Por qué la habitación del faraón? –preguntó, se arriesgaba a provocarla, pero necesitaba recaudar información valiosa o cualquier información, sirva igual, el simple hecho de tener más tiempo servía.

Repasó mentalmente cada rincón, cosa  por cosa de las que se encontraban en esa habitación, ninguna de las que llegaron a su cabeza eran lo suficiente relevantes como para que quisiera ir hacia allí. Pero sabía que Yami era bueno usando magia, era el faraón después de todo, y no le sorprendería que escondiera un par de cosas allí.

-Lo verás dentro de poco. Muévete –ordenó.

Con las manos elevadas Akefia caminó por los pasillos, con Tea a tres metros de distancia de él, amenazándolo con Ryou bajo el cuchillo. Si se acercaba a un florero presionaba la hoja en la piel, si iba lento también y si iba rápido igual. Esa persona era muy cuidadosa, le dio la impresión de que lo había observado lo suficiente como para estar preparada para enfrentarlo. Pensaba controlar cada acción que hiciera, lo último que tendría era un segundo de libertad para pensar en un posible plan.

Abrió la puerta de la habitación de Yami y bajo la orden de Tea entró en el cuarto. Por el rabillo del ojo vio a Kuro, el gato de Yami, escondido entre almohadones con la cola elevada moviéndose de lado a lado, preparado para saltar. Pensó que esa era su oportunidad, Tea no se esperaría a ese gato astuto del demonio, la distracción sería suficiente para alejarla de Ryou. Se preparó para atacar en el momento exacto en el que ese molesto e irritable gato saltara.

-Ni creas que me olvidé de ti, gato sarnoso –se burló Tea.

A medio metro de llegar a su destino el gato se detuvo en el aire, Tea hizo un ligero movimiento de cabeza y el gato fue arrojado contra la pared donde estaba apoyada la cama y luego cayó en esta. Akefia soltó una maldición por lo bajo al ver que su plan no daría frutos. Kuro quedó con los ojos cerrados y sin moverse, no podía decir con seguridad si estaba inconsciente o muerto. Se dio cuenta de que sea lo que sea lo que Tea buscaba allí, no era la primera vez que lo hacía y daba su mano derecha al decir que Kuro la había descubierto las veces anteriores, eso explicaría el por qué el gato no la podía ni ver sin saltarle encima.

Al parecer un gato logró darse cuenta de lo que ellos no. Se sintió iluso.

-No era necesario lastimarlo, es solo un gatito… -murmuró Ryou y Akefia se enojó al ver acumularse lágrimas en sus ojos al ver a Kuro sobre la cama posiblemente muerto.

Por un momento Tea aflojó el agarre, pero enseguida volvió en sí, ignorando todo comentario dicho por Ryou y arrimó más el cuchillo hacia él, por ser culpable de haberla distraído.

-Te voy a decir qué es lo que quiero. Al lado tuyo hay algo protegido por el faraón –Akefia, que estaba frente por frente a ella y no dejaba de mirar a Ryou, se atrevió a mirar hacia su lado derecho; allí había una repisa-; dos coronas, la suya y la de su padre, y algo que debería ser mío, un mazo de cartas. Solo tienes que dármelas, es muy simple.

Akefia se quedó observando la funda de tela que escondía un mazo, solo una vez le había preguntado a Yami por qué no lo usaba y a quién le había pertenecido, pero creía que nunca le respondía con verdadera sinceridad. ¿Por qué era tan importante para esa persona? Estudió el lugar, abrió su mente todo lo que pudo y sintió fácilmente las barreras protectoras que Yami había colocado, se sentían como las Espadas de Luz. Volvió a mirar a Tea, era claro que podía manejar magia y era claro que ya había intentado tomarlas por sí misma.

-¿Por qué no lo haces tú? ¿Qué te llevó tanto tiempo? ¿Quién diablos eres? –se estaba poniendo cada vez más irritado con cada segundo que Ryou no estaba entre sus brazos.

-Haces muchas preguntas, pero con gusto te respondo –de nuevo volvió a reírse y a Ryou se le erizó la piel-. Vine de un tiempo que conoces bien, en donde estuviste encarcelado por un año, pero no pertenezco a tus mismas tierras, egipcio. Pertenezco a un lugar más antiguo que cualquier otro. Creo que ya te diste cuenta que llevo tiempo viviendo entre ustedes; viajar hasta aquí no fue fácil, mi cuerpo se descuartizó cuando llegué aquí, no podía venir directo por las cartas y necesitaba de un cuerpo para recuperarme. ¿A que me conseguí un cuerpo hermoso? Tea y yo nos hemos vuelto grandes… amigas desde que estamos juntas. No puedo volver a mi tiempo herida, la recuperación sería demasiado extensa y tiempo es lo que ya no tengo; hace un par de meses traté de obtener esas cartas, pero las protecciones son más fuertes de lo que creí, necesité volver a recuperarme. Así que pensé en algo muy simple, que otro las tomara por mí.

-¿Para qué las quieres? ¿Qué tienen? –preguntó con curiosidad. Vivían hace más de un año en esa casa, no podía creer que no se había dado cuenta de que algo importante estaba en ese lugar, Yami había hecho buenas protecciones.

-¿Por qué quieres saber? Apuesto a que tu verdadero ser estaría encantado de vencer por fin al faraón, al hijo de aquel que mandó a asesinar a tu familia, aquel que te dejó huérfano –Akefia soltó un gruñido, ella qué sabía de él-. Akefia, escucha, no te elegí a ti porque sí. Necesito a alguien fuerte que consiga darme lo que quiero, pero la diferencia entre tú y Marik es clara, Marik tiene un puesto y un juramento al faraón, pero tú no eres más que alguien que se metió en su vida y que le ha dado más dolores de cabeza que cualquier otro. Necesito esas cartas para ganar una guerra  y luego con tu ayuda podré vencer a esos traidores de los egipcios. Apuesto a que tú también quieres hacerlo; Seth, Isis… todos los que quisieron asesinarte y torturarte.

Akefia quedó en su lugar, estático mirando fijamente a Tea a los ojos. Sentía su mente nublarse ante la idea. Venganza. Saboreó la palabra en su boca, la sintió dulce y refrescante. Ella le sonrió entendiendo lo que estaba pensando. Venganza. Ellos habían matado a su familia, lo habían humillado, lo habían encarcelado.

Tea le apuntó con el cuchillo, pero seguía manteniendo firme a Ryou entre sus manos. Akefia pensó que esa sería su oportunidad, pero entonces sintió como el filo del cuchillo, que estaba a metros de él, cortaba la piel de su frente y el hueso del cráneo también, como quien abre una nuez.

-Ku-Kura… -la voz entrecortada de Ryou invadió su cabeza.

Vio a su hikari, vio lágrimas cayendo de sus ojos lentamente, unas gotas de sangre caer por su cuello. Sus ojos de caramelo le trasmitieron todo, el miedo que sentía por ella y el amor que sentía por él. Ryou tenía confianza en que él no se cambiaría de bando, Ryou tenía confianza en que él lo mantendría a salvo.

Ryou confiaba en él.

-No pienso unirme a lo que sea que hagas –dijo no muy claramente, más bien salió como un gruñido entre sus dientes apretados del dolor.

-Bien, pero lamento decirte que mi fuerza no es suficiente para vencer al faraón, pero sí para vencerte a ti –Tea lo miró con odio.

Ryou lloró cuando escuchó a Akefia gritar y gruñir de dolor, de rodillas cayó al suelo; se retorció allí en un ángulo extraño mientras sus manos se envolvían en su cabello y tiraban de él con desesperación. Se retorció en su lugar, desesperado por ir en su ayuda, pero tuvo que detenerse cuando el cuchillo le provocó un corte en la mejilla. Solo podía gritar y lo hacía fuerte, gritando su nombre una y otra vez.

Los gritos de Akefia cesaron después de un minuto, había adoptado la posición de feto en el piso, inclinado sobre sus propias rodillas, escondiendo su cabeza entre sus manos que presionaban sus oídos para no escuchar las voces que lo atormentaban. Ryou vio como la respiración de Akefia se volvía regular poco a poco, sus manos se apoyaron en el piso y así comenzó a levantarse.

Cuando vio sus ojos se dio cuenta de que habían cambiado de color, nuevamente eran rojos, rojos como la sangre. Y se rio, soltó una risa tan horrenda que Ryou no hizo más que llorar en silencio, su boca estaba abierta en un grito mudo, no podía emitir palabra. Se sentía impotente, tenía miedo, no sabía qué hacer, estaba nervioso y confuso. Una persona diferente estaba frente a él, Akefia ni siquiera lo miraba, estaba ahí parado esperando la orden que Tea le daría.

-Apenas se desactive la barrera, apenas la magia se desvanezca, el faraón se dará cuenta y eso es justo lo que quiero, quiero que venga hacia mí, sin él el plan estará incompleto –dijo Tea y luego se dirigió completamente a Ryou susurrándole en el oído-. No importa lo que le digas, ya es todo mío.

Ryou sintió como la mano de Tea se metía en el bolsillo delantero de su pantalón y de ahí sacaba su celular. Luego lo liberó empujándolo a un lado. Ryou cayó al piso, a un lado de la cama por lo que pudo ver, de más cerca, a Kuro muerto o inconsciente. Vio como Tea se acercaba a Akefia y le acariciaba el hombro con total confianza, después le delineó la mandíbula y los labios soltando un suspiro, eso le hirvió la sangre.

Tea escribió un mensaje a Yami desde el celular de Ryou, quería asegurarse de que este viniera solo, la simple compañía de Marik podría arruinar todo.

-Tráeme esas cartas –ordenó y dio dos pasos hacia atrás para darle lugar a Akefia.

El no respondió, solo se dio la vuelta mirando la simple estantería, Ryou no entendía qué tanto problema había con esa estantería, pero lo entendió momentos después. Akefia trató de tocarla y alrededor de esta apareció un muro hecho de espadas de luz, a continuación dijo varias palabras que no alcanzó a entender y antes de darse cuenta un Monstruo de Duelo se encontraba en la habitación al cual no pudo identificar, porque de instinto se protegió con la cama cuando vio que planeaban perforar la barrera.

El cuarto se llenó de un color rojo eléctrico, un olor a quemado quedó en toda la habitación y un ruido sordo retumbó, Ryou lo reconoció, el monstruo no había sobrevivido. Estaba seguro de que solo había sido una prueba, para probar qué tan fuerte era la barrera y no se equivocó. El siguiente monstruo que invocó fue uno grande, fuerte, el mejor de la baraja de Ryou.

Necrofear Oscuro. Ryou pensó por un momento de que Akefia invocaría a Diabound y se alegró de que no lo haya hecho. Esta vez cuando atacó se oyó una explosión, no necesitó mirar para saber que la barrera no era más que polvo, miró en el momento exacto en el que el monstruo se desvanecía con una reverencia a Akefia y este volvía a estirar la mano hacia el mazo de cartas. Lo tomó y miró a Tea, esta rápidamente se lo arrebató de las manos mientras festejaba y las miraba con emoción.

Ryou no entendía. ¿Qué diablos tenían esas cartas?

-Ya no te necesito Tea, un placer que me prestaras tu cuerpo –dijo esa persona.

Ryou con la boca abierta vio como algo se separaba del cuerpo de Tea, un cuerpo transparente con una tonalidad azul flotó en el aire. Una y otra vez se repitió mentalmente “los fantasmas no existen, los fantasmas no existen”. Vio el cuerpo de una chica que no había visto nunca, era joven, más joven que ellos y era hermosa, pero le daba miedo.

Tea cayó de rodillas al suelo, llorando y con la respiración agitada. Miró hacia arriba y soltó un gemido de miedo cuando vio a la chica mirándola.

-Tea… -susurró Ryou, esa sí era su amiga, no era necesario ser un genio para darse cuenta de eso.

 Ella lo escuchó pronunciar su nombre y lo miró, escondido junto a la cama. Tea se alegró de ver a alguien confiable allí y sabiendo que a ella ya no le servía gateó rápido hasta donde estaba Ryou. Ambos compartieron un abrazo y Ryou se vio obligado a obligarse a sí mismo a ser más fuerte cuando Tea se refugió en sus débiles brazos con miedo; temblaba y murmuraba cosas que no entendía. Pero la entendía a ella en sí, él había pasado por lo mismo cuando conoció a Akefia; siempre tenía lagunas en su memoria, recuerdos de hacerle daño a la gente, una sensación de miedo constante. Lo que le había sucedido a Tea era lo mismo que le había sucedido a él y ahora, al menos, estaban los dos para hacerse compañía.

-Ahora solo falta la última pieza del juego, el faraón –dijo ella mirando a Ryou y Tea darse apoyo mutuo.

+  - + - + - + - +   

Marik estacionó su auto en el estacionamiento más cerca que encontró de la estación de tren y a su lado Yami estacionó su motocicleta. Estaban bajando las escaleras de la estación cuando Yami recibió un mensaje que lo hizo plantarse en su lugar, su ceño se frunció y Marik que iba al frente  volteó a mirarlo extraño con clara cara de interrogación.

-¿Qué sucede? ¿Quién te escribió? –le preguntó.

-Es Ryou; dice que pasó algo importante, que quiere que vaya lo más rápido posible –dijo Yami leyendo el mensaje.

-¿Qué cosa tan mala pudo haber pasado que Akefia no puede ayudarlo? Apuesto que ese tonto hizo alguna tontería. Dile que iremos después de que los chicos lleguen, llegarán dentro de veinte minutos –le dijo Marik y siguió bajando las escaleras.

Yami no lo siguió, esto no le daba buena espina. Como había dicho Marik; ¿por qué Ryou le escribiría justo a él? No se imaginaba qué podría estar sucediendo para necesitarlo si Akefia estaba con él. Decidió escribirle un mensaje, mientras bajaba las escaleras, y seguir el consejo de Marik.

Pero… no había bajado muchos cuando lo sintió. Invasión. Eso fue lo que sintió, una completa invasión. Primero esa sensación que hace un par de meses había recibido; alguien estaba tratando de romper su barrera, la primera vez que había sucedido no se había dado cuenta de qué era lo que estaba buscando, quién sea la persona que estaba seguro que asechaba entre ellos. Después el segundo golpe; le quedó claro como el agua lo que buscaba, sintió como la barrera se rompía

-¡Espera a los chicos y vayan a la casa después, cuida de ellos, cuida de Yugi! –le dijo a Marik, este lo miró confuso unos escalones más abajo.

-¿Qué? ¿Qué sucede? –Preguntó con el ceño fruncido.

-¡Algo malo pasó, iré a ver qué está pasando! –respondió ya subiendo la escalera devuelta.

-Iré contigo –dijo enseguida Marik.

-¡No! –Yami se volteó elevando una mano para detenerlo-. No sé quién es, no sé qué quiere, no sé si hay más de uno. Espera a los chicos, asegúrate de que están a salvo y por nada del mundo, Marik, dejes que le pase algo a Yugi porque te juro que te mato. Es lo más importante que tengo.

No esperó por ninguna respuesta, se dio media vuelta y comenzó a subir los escalones corriendo. Las personas lo miraban y se ganó más de una queja por pechar a alguien en su camino. Subió a su motocicleta y aceleró, no estaba para nada lejos de la casa, pero sentía que el tiempo ya se había acabado. ¿Qué estaba pasando? Las posibilidades inundaban su mente, pero ninguna era realmente posible.

Cuando llegó a la casa apagó el motor y se bajó lo más rápido que pudo y entró. En la sala no había nadie; estaba el cartel de “bienvenidos” a medio colgar, más bien parecía que no habían avanzado nada desde que se había ido (aunque realmente no había pasado mucho tiempo), pero lo que más le preocupó fue ver la sortija del milenio sobre la mesa ratona entre serpentinas, cinta adhesiva y cosas brillantes que colgar. También estaba en el mismo lugar que antes y solo podía significar que Ryou estaba completamente indefenso frente a lo que sea que se estaba enfrentando, eso no le gustó para nada.

Él mismo les había pedido a los Dioses egipcios que le dieran un artículo del milenio para que pudiese defenderse. Decidió no tomarla, quizá si Ryou podía correr hasta ella por sí mismo podría protegerse y huir.

Sabía que debía dirigirse a su habitación y así lo hizo, con cuidado y tratando de hacer el menor ruido. La puerta de su habitación estaba al final de un pasillo, cuando dobló la esquina se dio cuenta que la puerta estaba abierta y que podía ver en medio de la habitación a alguien.

 Akefia estaba allí parado, pero enseguida se dio cuenta de que algo estaba mal; su postura estaba rígida, como un cazador esperando a su presa, su cabello alborotado más de lo normal y sus ojos parecían un par de rubíes. Ahora entendía por qué lo había llamado Ryou, por qué Akefia no podía defenderlo de la amenaza, porque por lo que parecía, él era la amenaza.

Se acercó lentamente a la puerta, detrás de Akefia podía ver la ventana de su habitación rota y él no movía un pelo, solo lo veía acercarse. Cuando estuvo bajo el marco pudo ver a Tea en el piso llorando entre los brazos de Ryou, el cual no lloraba y estaba seguro de que era porque quería hacerse el fuerte frente a Tea para tranquilizarla, pero veía las lágrimas en sus ojos. Detrás de ellos vio a Kuro y notó sangre en la frazada, esperó que no hubiese sucedido lo peor con él.

-Tranquilos… -les dijo y Ryou lo miró asustado mientras negaba con la cabeza y trataba de decir algo. Miró a Akefia furioso-. ¿Qué diablos pasa contigo? ¿Tú has estado haciendo todo esto? Te volviste loco al punto que Ryou tuvo que llamarme a mí…

-¡Yami! –el grito de Tea lo interrumpió y el la miró. Ella lo estaba señalando, bueno más bien eso pensó al principio, pero luego se dio cuenta de que estaba señalando a través de él.

-Ryou no te llamó, yo lo hice –Yami se volteó hacia el otro lado y quedó anonado ante lo que sus ojos veían.

-¿¡Chris!? ¿Qué estás haciendo aquí?

El espectro de la chica estaba a su izquierda, mirándolo con sus ojos vacíos de vida. La hija de Dartz, Chris, princesa de la Atlántida y a quien vio por última vez hacía más de un año estaba allí. Su cuerpo había desaparecido, podía ver todo lo que estaba detrás de ella, era completamente transparente tras los contornos azulados.

No necesitó tiempo para darse cuenta de que ella era la amenaza. Ni para ninguna otra cosa.

Akefia le saltó encima aprovechando que estaba completamente distraído mirando a Chris; el peso de un cuerpo macizo más grande que él, por mucho, le cayó en los hombros a manera de presión. La pérdida de equilibrio le impidió todo tipo de movimiento de escape, el espacio tampoco era lo suficientemente grande como para moverse. Entre sus intentos escuchaba a Tea y Ryou gritar en alguna esquina borrosa de la habitación mientras luchaba. Al final terminó postrado de rodillas frente a Chris a quien le mostró los dientes de rabia, mientras, Akefia le sostenía las manos por detrás con una sola de las suyas y la otra la usaba para tirar de su cabello y obligar a mirar a la chica, sus rodillas presionaban sus talones contra el piso impidiéndole moverse.

-¿Qué diablos es lo que quieres? ¿Qué le hiciste a Akefia? –le gruñó como perro enojado Yami, su voz salía más gruesa de lo normal.

-Necesito tu ayuda y en cuanto a él –miró a Akefia como restándole importancia-, lo necesitaba para tenerte a ti y no me vendría mal alguien como él de mi lado, además su corazón es fácil de manipular, aunque no tanto como creí que lo sería.

-Te lo vuelvo a repetir, ¿qué es lo que quieres? ¿Qué esperas conseguir? –Chris dio un paso atrás viendo brillar los ojos rubí de Yami perdiendo un poco de su confianza.

-Paz –le respondió firme, arregló su postura mirando a Yami con confianza renovada y volvió a afirmar-. Te necesito para conseguir la paz.

Yami frunció el ceño ante esto, no tenía idea de lo que Chris estaba hablando, no tenía idea de si esa era realmente la chica que había conocido hace tiempo ya. Él nunca la había visto capaz de hacer todo lo que estaba haciendo, ni había creído que Dartz le pudiese dar tanto poder a su hija siendo tan joven.

Volvió a escuchar los gritos de sus amigos, pero ahora la voz de Ryou resaltaba, llamaba a gritos a Akefia esperando que él entrara en razón.

No podía arriesgarse a hacer algo que lastimara a Tea y a Ryou, no podía pedirles que corran y salgan de la habitación; por un lado porque no sabía si Chris podía detenerlos también y por otro lado porque sabía que no lo harían. Se quedó mirando fijo a Chris, era lo que podía hacer y por nada del mundo esa chica lo iba a asustar.

-¿Para qué piensas usarme? –Yami se dio cuenta de que las intenciones de ella eran dejarlo igual que Akefia, como una marioneta. Ella le sonrió.

-No serás igual que él, si es eso lo que piensas –se sintió como si los dos supieran jugar el juego del otro; Yami se imaginó lo que sucedía desde el momento en que la vio y ella estaba adelantada a cada idea que le surgía-. Voy a oscurecer tu corazón, te convertiré en el faraón que eras hace miles de años. Tú te moverás por tu propia voluntad y me traerás la victoria.

Chris levantó el cuchillo, que hasta entonces había pasado desapercibido por Yami. Apenas Yami lo vio se dio cuenta de que sería su perdición; resaltaba ante la falta de materia de la chica, era lo único sólido en ella. La forma le dejaba clara que pertenecía a su propia tierra y no dudaba que estuviese hechizada.

Apuntó con ella a su pecho, dirigido al lado izquierdo; escuchó en su  cabeza el ruido de la tela de su remera resquebrajarse y sintió como la piel se le dividía, después los músculos de su caja torácica y el dolor terminó en el momento preciso en el que su corazón fue apuñalado. A diferencia de Akefia, la boca de Yami se mantuvo cerrada, se negó a dejar salir una palabra de dolor o un gesto que representara el mismo, pero lo sentía, vaya que lo sentía. Lo último que percibieron sus sentidos fueron los gritos desesperados de Ryou y Tea y vio la maligna sonrisa de Chris.

El pánico lo cubrió y lo último que pensó fue en Yugi, “te amo, Aibou”, eso fue lo que trasmitió a través de su lazo antes de desaparecer en la oscuridad.

Akefia se paró después de que Yami dejara de luchar, de inmediato su cuerpo cayó hacia delante apoyándose en sus dos manos con la mirada vacía, en pocos segundos jugó un juego de alma y corazón que definiría su futuro. Una pelea interna entre su voluntad y la voluntad de Chris. Su corazón se terminó de pintar de esa tinta negra y la respiración de Chris se convirtió en irregular. Había ganado. Levantó el cuchillo ante sus ojos y vio como sangre  fresca y roja se escurría de la punta hacia la empuñadura, la sangre que bombeaba dentro del corazón de Yami, por más que el cuchillo físicamente nunca se había clavado en él.

Tea miró horrorizada como la sangre empapaba el cuchillo y se arrimó aún más a Ryou, temblando muerta de miedo. Vio como Chris sacaba de dentro de uno de sus bolsillos un frasco pequeño de vidrio, muy pequeño y con un tapón de corcho; ella lo abrió y colocó boca abajo el cuchillo sobre él, gota por gota fue llenando el frasco de ese líquido espeso. Ryou cerró los ojos pensando desesperado en opciones que le permitieran escapar, ya no quería ver más, pero Tea no podía apartar la mirada.

Prestó atención a la chica que tanto tiempo pasó a su lado, ella rompió una cinta de su vestido con tono azulado como el resto de ella. Guardo el cuchillo entre los pliegues de su falda. Tomó la fina cinta y con ella ató el frasco de no más de tres pulgadas, tomó cada una de las puntas y las anudó a la parte posterior de su cuello. Tea vio como Chris se enorgullecía de tenerlo colgando de su cuello, notó con nauseas como cambiaba de color a un líquido espeso y negro y este se sacudía con el movimiento de la chica.

-Está hecho –dijo con voz triunfante.

-No… -escuchó Tea lamentar a Ryou, había vuelto a abrir los ojos y veía a Akefia fijamente.

Chris se paró frente a Yami y se deleitó observando el arma que había creado, solo tenía que ponerlo en el trono de Egipto y este se levantaría en armas contra sus enemigos. Miró también a Akefia, era ciertamente poderoso, maniático y peligroso. Sería un buen soldado. Se enorgulleció, quería revolverse en su orgullo; volvería a casa como una heroína.

Su trabajo en ese mundo estaba completo.

-Faraón, Atem –el nombrado la miró y Tea se sintió enojada, sentía que era un descaro de su parte el llamarlo de esa manera-. Te han robado el trono que mereces por derecho de nacimiento, es hora de que lo reclames y ahuyentes a los enemigos que se acercan a tus tierras.

Tea se distrajo viendo como Yami le daba a Chris una sonrisa de lo más perversa, como si fuera su cómplice de un asesinato y esperaba que no lo terminara siendo. Ryou a su espalda tomó la voluntad de pararse, esto no podía terminar así, él debía hacer algo por sí mismo, por Tea y por Akefia, a quien apenas sentía por su vínculo como un gran agujero negro.

Yami le dio la espalda a Chris y tomó del piso, justo a un metro de ellos, su corona, la cual había salido volando de la repisa en la explosión que generó la destrucción de la barrera. Chris se acercó al espejo de cuerpo entero que había en la habitación, un extremo estaba roto en millones de pequeños pedazos por estar tan cerca de la repisa, volvió a sacar su cuchillo y apoyó la punta en él. Pero a pesar de ser algo sólido, el cuchillo lo traspasó y en ese lugar se empezó a expandir un remolino hasta que llegó a los bordes del espejo entero.

-¡Ya basta! –Tea se sobresaltó con el grito que dio Ryou y lo miró sobre su hombro, tenía los puños apretados contra sus costados y temblaba de rabia acumulada, miraba a Chris con enojo, culpándola de todas las desgracias de ese día y de todos los anteriores en su vida durante meses-. ¡Sé lo que intentas hacer, pero no voy a dejar que te los lleves!

Chris apartó el cuchillo del espejo y se dio vuelta a observarla con aburrimiento. Ryou sabía que ella ni siquiera lo consideraba una amenaza; si tuviese su sortija del milenio quizás al menos podría defenderse, pero no la tenía y ella tenía la confianza suficiente en su propia magia para creer que el vínculo que lo unía a Akefia no sería capaz de salvarlo. Pero Ryou no lo creía así, Ryou confiaba en Akefia, creía más en la fuerza de ese hombre que en la de diez mil hombres juntos, ningún tipo de magia haría que ellos se separaran.

Ella no lo conseguiría. No con ellos.

-Kura por favor, vuelve conmigo –pidió Ryou y se acercó a Akefia, él solo lo miraba fijo, pero por un par de segundos su ceño se frunció y sacudió ligeramente su cabeza.

Chris vio horrorizada esto. Ryou era un riesgo.

-¡Ni siquiera te atrevas! –Le gritó a Akefia.

-Kura, tú no harías esto por voluntad propia, confío en ti, te necesito. Ayúdame a ayudarte –Ryou estaba a un pasó de Akefia, con el miedo evaporándose detrás de él y sus ojos fijos en los suyos llenos de sangre, el miedo no tenía lugar ahora, el miedo podría llegar después.

-Ryou… -su nombre se escuchó como un susurro entre el último respiro.

-¡No!

Chris se enfureció, él no podía escaparse de su hechizo, un hechizo destinado solamente a controlarlo a él. Si se liberaba y se ponía contra ella estaría en más que grandes problemas, no lo podía permitir. Miró a Yami que parecía una marioneta más, no decía una palabra ni movía un músculo, pero ahora ya era hora de que se moviera.

Volvió a apuntar a su corazón con el cuchillo y entre corte y corte llegó a lo más profundo y allí insertó los más crudos y horrendos recuerdos que tenía de su “hermano”. Cada uno de ellos; el robo a la tumba de su padre, el asesinato de su pueblo a manos de Diabound. Su plan era tenerlos a ambos, pero si tenía que quedarse con uno prefería al faraón.

Era una lástima, pero uno tendría que morir.

Akefia tendría que morir.

Akefia dio un paso adelante, de sus ojos caían lágrimas de sangre que daban lugar al color lavanda usual de sus ojos. Se sentía furioso, pero también orgulloso de ver a su hikari ahí parado frente a él gritándole desesperado a través de su vínculo, probablemente era lo más valiente que lo había visto hacer después de que aceptara salir con alguien tan demente y peligroso como lo era él. Ella estaba loca, pero lo estaba aún más si creía que podría separar a dos partes de un todo.

-¡Tú! ¡Alto ahí! –El grito del Faraón Atem retumbó en la habitación, Tea se pegó a la pared más alejada de la habitación, haciéndose una bolita entre el estrecho espacio entre la cama y mesa de noche, su valentía de momentos anteriores esfumándose ante el aura maligna de Yami.

Ryou se dio cuenta tarde, pero con el tiempo suficiente para saltar hacia atrás, cuando Atem se lanzó sobre un Akefia todavía un poco golpeado por la magia. A pesar de que Akefia le doblaba en tamaño lo tumbó contra el piso y ambos rodaron por él.

-¡Tú! Ladrón –el apodo que usó y los ojos inundados de odio de Atem, hirieron en lo más profundo de Akefia, un lugar en el que no quería admitir que ya no estaba solamente Ryou-  ¡No irás a ninguna parte!  Irás a Egipto conmigo y pagarás tus crímenes contra mí, contra mi padre y contra mi pueblo.

A Akefia se le retorció el corazón negro; sabía que Atem no lo decía enserio, pero sabía que tenía motivos para hacerlo y se preguntó qué tan hechizadas estaban sus palabras. No quería saber la respuesta, fuera cual fuera. Yami era su hermano y parecía que estaba disfrutando de golpearlo.

Rechinó los dientes superiores con los inferiores y le propinó una patada en el estómago para alejarlo de sí. Los gritos volvieron a llenar  toda la habitación. Akefia era el más golpeado de los dos; se agachaba, esquivaba cada golpe que podía sin golpearlo y gastaba toda su energía en tratar de hacerlo entrar en razón. Cada vez que se daban un golpe, Ryou pedía que parara y Chris con aburrimiento le gritaba a su nuevo perro que se apurara.

Atem cansado de tantas vueltas, rodó por el suelo cuando Akefia intentó darle otra patada y se colocó detrás de Ryou, tomándole por el cuello.

-No… -rogó Akefia. Esta ya era la segunda vez en el día en el que lo amenazaban con Ryou, debería haberle pedido a él y a Tea que salieran corriendo de esa habitación, pero admitía que al lado de Ryou se sentía más fuerte y capaz de hacer cualquier cosa.

-Ya me cansé de esperar, ya no hay tiempo –Chris pasó una mirada llena de odio sobre cada uno de los presentes en la habitación, hastiada de perder tiempo, cada minuto que pasaba era un minuto que alguien podía venir. Era un minuto en el que alguien del otro lado podía morir.

-Él tiene que pagar –dijo Atem, su voz grave, oscura. La mirada que le dio a Chris le hizo a esta estremecer y dudar, por más que sabía que él  nunca le haría daño estando bajo su poder.

-Por supuesto que si Faraón – Chris le sonrió y señaló el espejo en el cual la magia seguía en su remolino, debían de apurarse-, pero haremos esto. Tú serás el primero en pasar si no quieres que acabemos con tu hikari y luego ustedes dos rendirán cuentas.

Ella señaló a Akefia después y de nuevo al espejo. De esa forma estaría segura de que no sería un problema para ellos. Akefia negó con la cabeza sin apartar los ojos de Yami. Ella suspiró con irritación, esto ya le estaba cansando, la arena caía por el reloj.

-No confío en que no le harán daño –dijo simplemente.

-Tendrás que hacerlo. Faraón suéltalo y acércate –Atem lo hizo sin dudar, uno al lado del otro hicieron un muro que separaba a Tea y Ryou de Akefia, la única salida de este era el espejo y veía cómo Chris revolvía entre los pliegues de su falda por el cuchillo, esa cosa dolía como la mierda-. Te seguiremos el paso, es una promesa. Después de todo él te quiere ti.

Akefia miró a su hermano, pero no lo encontró. Atem lo miraba con sed de sangre, sonriendo, le hizo darse cuenta de que realmente no era tan inteligente de esta forma; ese chico que era capaz de ganar todo juego existente y al que nunca había podido vencer, se habría dado cuenta de que el mayor daño que le podían hacer estaba detrás de él.

Ryou había quedado otra vez en el piso, a solo un paso del  muro humano, lo miraba desesperado y a punto de gritar, sabía lo que él quería decirle, sabía que le pediría que no fuera. Pero, esa parecía ser la única solución. Su prioridad no estaba en salvarse él, sino en salvar a Ryou, debía ponerlo a salvo y no estaría mientras ellos continuaran estando allí. Debía hacer que se fueran y para eso…

…él tenía que irse también.

-Te amo –fue lo último que dijo.

Y entonces dio un paso atrás y se dejó caer en el espejo.

+ - + - + - + - + - + - + - +

 Marik caminaba de un lado al otro junto a las vías del tren, estaba sufriendo de una ansiedad horrible. Primero porque su hikari estaba a punto de volver de vacaciones, ya no podía esperar para verlo, habían pasado semanas desde la última vez que se habían visto y ya desde antes sentía que no lo estaban haciendo muy bien, Malik decía que sí, que estaban bien, pero siempre tenía la sensación de que en algún momento Malik se agotaría y pensaría que no sería suficiente.

¿Y si aparecía alguien más en la universidad? Habían intentado eso del sexo telefónico y a través de Skype, pero aunque obviamente era mejor que nada, no dejaba de resultarle raro. Y ni que hablar cuando Yugi había entrado a la habitación en una de sus video llamadas. Por primera vez creía que Malik estaba disfrutando más que él jugando con fuego.

En otras palabras, luego de la fiesta que pensaban hacer para sus hikaris y para Duke como no, que volvía de Estados Unidos, se encerrarían en su habitación durante toda la noche y gran parte de la mañana siguiente. Esperaba que sus hermanos tuviesen tapones para los oídos porque esa noche el respeto por ellos no formaría parte de su vocabulario.

Realmente quería festejar por este maravilloso día.

Aunque al parecer no estaba siendo tan maravilloso como lo esperaba. Todo estaba cuidadosamente planeado para que Malik y él tuviesen una noche de sexo apasionado, siguiente a una noche de festejo con amigos, si solo eso. Pero ahora resultaba que todo podía irse a la basura.

-¿Por qué no contestas? –gritó a su teléfono, varias personas voltearon a mirarlo, le importó un pepino.

Y su segundo motivo de ansiedad era Yami y lo que sea que había pasado. Definitivamente era grave, no le pediría que cuidase de su hikari si no lo fuera.

¿Qué estaba pasando? No lo sabía ¿Qué debía de hacer? Aún menos lo sabía.

Su deber era proteger al Faraón y ya no solo lo hacía porque era su deber, lo hacía porque quería, porque era su hermano. Algo lo había perturbado y él debería de estar ayudándolo.

Volvió a llamar a Ryou y nadie tampoco contestó, algo estaba mal, muy mal.

Un tren paró a su lado y estaba tan distraído en su celular buscando a su próxima víctima de una llamada, Tea, que realmente se llevó un susto cuanto sus ojos fueron tapados por un par de manos. En su estado actual de alerta hubiera tomado sus muñecas y mandado a volar por encima de su cabeza quien quiera que fuera, pero por suerte una voz conocida habló.

-¿Quién soy? –demasiado adorable para mandarlo a volar, pensó Marik cuando escuchó la voz de Malik susurrarle.

-Por Ra, de verdad te extrañé –le contestó con un suspiro de alivio por verlo.

Tomó sus manos y las quitó de su  rostro, se dio vuelta para encontrarse con su hikari y este de inmediato saltó sobre él. Piernas enredadas en su cintura, brazos que se aferraban a su cuello, manos que se metían en su cabello y un par de labios carnosos que chocaron contra los suyos en cuestión de segundos.

Sus lenguas se enredaron entre sí, las manos de Marik quedaron en ese punto justo en el que no sabes si son sus piernas a su trasero, pero realmente no importaba. Se zambulleron en ese beso apasionado tan esperado, no sabían cuánto más habrían sobrevivido sin uno de esos. Era desesperado, una forma de aferrarse a una promesa de no separarse, al menos por los siguientes días.

-Oigan, lamento interrumpirlos, pero todo el mundo nos mira ahora –dijo muy bajito y rojo Yugi que de verdad quería que la tierra se abriera en ese momento bajo sus pies. Todo el mundo miraba sus demostraciones de afecto.

-A quién le importa… -respondieron los dos a la vez en un segundo de separación para recuperar aire.

-Pueden hacer eso después –volvió a insistir Yugi, tenía que hablar seriamente con Malik sobre sus demostraciones en público. Mientras tanto observó la multitud en busca de Yami, él le había dicho que iba a estar allí, pero no estaba-. No veo a Yami, ¿dónde está?

Yugi estaba de puntitas tratando de ver por encima de la multitud, claro que no podía hacerlo pero intentar es gratis, aun así no había rastro de un peculiar cabello en forma de estrella. Se sintió decepcionado.  

La mención de Yami fue el detonante que Marik necesitaba para volver a la realidad y salir de la burbuja de algodón de azúcar que estaba poniendo a su pantalón en una situación complicada. Puso a Malik en el piso y lo tomó de la mano, guardo el  celular que aún llevaba en su otra mano en su bolsillo y entonces tomó el bolso de su hikari.

-Vamos, tenemos que irnos –el cambio de ambiente realmente preocupó a Malik.

Su novio cambió drásticamente y ahora tenía una cara seria mientras lo arrastraba entre la multitud a paso apurado. Miró hacia atrás y vio a Yugi tratando de seguirlos mientras empujaba su maleta escalón por escalón. Soltó la mano de Marik y fue a ayudar a Yugi, que claramente no podía con su estatura, pero su chico se dio vuelta en seguida y volvió a tomarlo de la mano como si no quisiera perderlo de vista.

-Marik, ¿qué sucede? ¿Está todo bien? –le preguntó suavemente mientras posaba su mano sobre la de Marik en su muñeca, le estaba dando un apretón demasiado fuerte para su gusto.

-No, no lo está –Marik decidió que no era momento de tratar de tranquilizar a los hikaris, debían de volver rápido a la casa aunque la fiesta sorpresa quedase totalmente arruinada-. Algo pasó, Yami, él…

-¿Yami? ¿Qué pasó con Yami? ¿Él está bien? –preguntó de inmediato Yugi al fin terminando de subir solo la primera parte de las escaleras, tenía una sensación fea en el pecho desde hacía un rato y esperaba que no tuviese nada que ver en eso.

-Es complicado, pues ni siquiera yo sé lo que pasa –dijo Marik sonriendo irónicamente, no saber lo que sucedía lo ponía nervioso-. Miren, Ryou le envió un mensaje a Yami pidiéndole que regresara a la casa porque algo había pasado. Pensamos que no era nada al principio, digo si nos preocupamos porque Akefia estaba con él y no entendíamos por qué habría necesidad de llamarnos, pero entonces Yami sintió algo, como si algo estuviese mal. Salió corriendo a la casa y me pidió que yo me quedara a recogerlos. Algo anda mal, no sé qué, pero Yami lucía preocupado.

No tuvo que explicarlo dos veces, Yugi ni siquiera pidió una segunda explicación antes de empezar a subir corriendo las escaleras dejado la maleta atrás, cuando Malik le avisó tuvo que volver a recogerla y entre los dos salieron de la estación llevándola mientras Marik llevaba la de Malik. Volvieron a correr hacia el estacionamiento donde estaba el auto de Marik.

Estaban cargando las maletas en el baúl del auto cuando Yugi sintió un golpe en el pecho que lo hizo caer de rodillas, no porque fuera doloroso, sino por lo que trasmitía. Un claro mensaje de amor de Yami que sonaba a despedida.

No. En su cabeza solo aparecían cientos de No. Hoy era un rencuentro, no una despedida, así que no, se negaba a despedirse. Tenía muchas cosas que quería decirle a Yami, cosas que se había estado guardando tanto durante todo este tiempo y de las cuales había estado dudando tanto. Se sintió idiota, debería haberlo dicho antes, debería haber hecho todo lo que quería hacer sin dudarlo. Solo saltar sobre Yami como tantas veces había querido.

No.

Esto no iba a terminar así, este no era el final de nada. Se paró y cerró él mismo el baúl del auto, se metió en el asiento trasero.

-Ya súbanse –les ordenó a los otros dos que ni dudaron en hacerle caso ni preguntaron lo que había pasado.

Trataron de llegar rápido y no morir en el camino ni matar a nadie tampoco. El atravesar las rejas de la propiedad fue de inmediato un aviso de que algo andaba mal, no porque lo vieran sino porque se sentía en el aire. Marik tomó la delantera en el camino de grava, haciendo de escudo para los hikaris que formaban la retaguardia. Todos estaban alertas cuando terminaron de subir los escalones y se encontraban frente a la puerta, estaban sin un plan y sin saber qué sucedía, pero listos para contra atacar.

Marik juró que la puerta nunca había chirriado tanto al abrirse como lo había hecho ahora, miró él primero  hacia dentro con discreción para asegurarse de que no había nadie esperándolos con malas intenciones. Allí en la entrada no había nadie, así que abrió más la puerta y entró con Yugi y Malik siguiéndole por detrás.

-¿Fiesta sorpresa? –preguntó Malik.

-Sí, aunque supongo que ya no importa –respondió Marik suspirando.

Marik observó al igual que Yami tiempo antes, que todo seguía tal cual estaba cuando ellos se habían ido, no habían avanzado nada en la decoración. En lo único que podía pensar ahora era en qué cosa había sido la distracción. Tampoco veía a nadie y no creía que fuera seguro llamar a Yami; podrían encontrar apoyo o alguien podría encontrarlos a ellos.

-Oigan, miren –dijo Yugi señalando a la pequeña mesa que estaba llena de decoraciones, cinta adhesiva y tijeras-. Es  la sortija del Milenio de Ryou. ¿Qué hace ahí?

-Tómala –le respondió Marik sin apartar la vista de todas las entradas a diferentes partes de la mansión que tenía esa sala, no quería que los pillaran con la guardia baja, Yugi avanzó rápido y la tomó para luego volver a formar el círculo de espalda con espalda-. Donde sea que esté Ryou, no es seguro que esté sin su objeto milenario. No es un buen inicio

-Por Ra –gimió Malik, nervioso de solo pensar en que Ryou se encontraba desprotegido en algún lugar-, ¿esta no es una clase de broma de bienvenida, no?

-Me encantaría decirte que  sí, cariño –le respondió Marik lamiéndose los labios con exasperación-. Pero tendré que decirte que no.

Los tres voltearon a ver la cima de la escalera al escuchar un ruido provenir del segundo piso. Yugi tragó saliva con nerviosismo, pero fue el primero en dar un paso adelante hacia allí. No sabían si era una buena idea, pero seguro que era mejor que quedarse allí parados esperando a que algo pasara y en donde eran un blanco fácil. Los otros lo siguieron y Marik volvió a tomar la delantera.

-¿Deberíamos llamarlos? –Preguntó Yugi por lo bajo-. Yo no siento nada extraño.

-No sé si sea una buena idea –Marik abrió la puerta de su habitación y la cerró al ver que allí no había nada, era la tercera que revisaba. Siguieron avanzando- Pero yo tampoco siento nada. Maldición. Bien, me arriesgaré, así me siento como un ratón caminando hacia una trampa. ¡Yami!

-¡Ryou! ¡Tea! –se le unió Yugi. Otro ruido se escuchó y entonces algo como un sollozo fuerte de chica. Yugi comenzó a correr por el pasillo aunque Marik le gritaba que era peligroso-. ¡Tea!

Malik le pisaba los talones, esta situación era muy aterradora, pero sus pies se movían solos. Doblaron la esquina del pasillo para llegar a la habitación de Yami y se detuvieron. La puerta estaba abierta y se veía como si una bomba hubiera sido estallada dentro porque al menos un par de estanterías estaban rotas en el piso y Yugi reconoció la corona del padre de Yami en el piso. El sollozo se había transformado en un llanto ahora y no era de una sola persona, ahora reconocían también el de Ryou. Malik y Yugi se miraron entre sí y entonces corrieron los últimos pasos hasta la puerta.

Tea tenía la cara escondida en el cuello de Ryou mientras lloraba y Ryou la abrazaba por la cintura, ya habiéndose rendido a las ganas de llorar y dejando que las lágrimas hicieran su camino hacia abajo por sus mejillas mientras dejaba salir gemidos de dolor de su garganta. Ambos estaban apretujados en el piso, apoyados contra la cama. Sabían que debían de levantarse y buscar ayuda, pero sentían realmente la necesidad de al menos dejar salir un poco del estrés acumulado. Cuando Yugi y Malik aparecieron en la puerta ambos levantaron la vista alarmados y acercándose más el uno al otro, Tea a punto de gritar pensando en que ella había vuelto.

-¿Qué paso? –Dijo casi en un susurro Yugi, echó un vistazo a toda la habitación y sus ojos se detuvieron en una mancha de sangre en la pared, siguió el camino hacia abajo encontrándose con el gato negro. Sus piernas le temblaron y sintió la bilis subir por su garganta-. ¿Qué…?

Dejó el resto de las palabras colgar en el aire innecesarias, el pensamiento de que Kuro podría estar muerto le ponía los pelos de punta. Ryou se levantó tambaleándose y ayudó entonces a Tea a hacer lo mismo, Malik no dudó en ir hacia ellos y envolverlos en un abrazo que ellos aceptaron con necesidad. Yugi sentía que no podía moverse de donde estaba de la impresión, no fue hasta que Marik le dio un pequeño empujón al pasar que desvió su vista de la cama.

-¿Qué sucedió? ¿Dónde están mis hermanos? –Preguntó Marik, respiraba agitado más por la desesperación que por haber corrido tres pasos. Ni siquiera se sintió mal por haberlos llamado hermanos, por más que era un tema que les costaba decir abiertamente, ahora que no estaban sentía la necesidad de llamarlos así.

Yugi entonces se acercó a los chicos y se envolvió en un gran abrazo con Ryou que dejó escapar otro par de lágrimas, pero ahora de un poco de alivio. Yugi presionó el artículo del milenio que traía en sus manos contra el pecho de Ryou y este lo tomó con dedos temblorosos, pasó el cordón por su cuello. El peso de la sortija le trajo un poco de alivio y el abrazo en el que le envolvió Yugi aún más.

-Fue Chris –dijo Tea una vez que dejó de llorar y dirigiéndose a Yugi específicamente.

-¿Chris? ¿Quién es Chris? –Malik miraba extrañado a Tea, no conocían a nadie con ese nombre.

-¿Chris? Pero Tea, eso es imposible –dijo Yugi, sabía a quién se refería pero… no podía ser posible-. ¿Cómo lo sabes, cómo puedes estar tan segura?

-Créeme lo estoy, yo la ayudé –entonces largó otro sollozo y Ryou volvió a envolverla en un abrazo mientras le susurraba que no era su culpa, después de todo él sabía que ella la había manipulado, aunque seguía sin entender mucho.

-¿Tú la ayudaste? ¿En qué? –Insistió Malik. No sabía de quién hablaba, no sabía que había pasado, estaba cansado de solo ver negro alrededor-. Yami y Akefia no están, ¿qué demonios está pasando?

-Es una historia larga, se las contaré. Yo, yo no quería hacerlo, no era mi intención ayudarla, pero… -Tea volvió a sollozar y en parte era porque se encontraba furiosa, sentía que les había fallado a sus amigos, no los había podido proteger.

-Tranquila Tea, creo que sé de lo que se trata. Será mejor que bajemos y nos tranquilicemos, nadie puede pensar en qué hacer de esta forma. Ahora, me parece que alguien necesita ayuda -dijo Marik.

Marik también había notado a Kuro y lo señaló, cuando Malik lo vio soltó un gemido de sorpresa. Marik tomó la frazada que cubría los pies de la cama y envolvió con esta al gato con cuidado, ya que no sabía de donde venía la herida, es más ni siquiera supo si seguía con vida hasta que lo tomó finalmente en brazos y este abrió sus pequeños ojos con esfuerzo. Todos se aliviaron cuando les dijo que seguía con vida.

Tea tambaleando se agachó frente a los restos de lo que quedaba de la estantería y tomó de allí un collar; pequeño, casi del tamaño de una moneda y atado con cordón, era una piedra verde esmeralda que se iluminaba suavemente por una luz en su interior.

Con cuidado bajaron al primer piso, pero no se quedaron en la entrada, sino que fueron a la cocina por el simple hecho de que era un lugar más fácil de proteger  y además tenían la caja de primeros auxilios allí. Malik colocó un caldera con agua en la estufa para luego repartir té, la bebida caliente ayudó a sacar de shock a Ryou y Tea,  mientras tanto Marik y Yugi trataban de curar a Kuro que se había hecho una abertura en la cabeza y perdido mucha sangre, no pudieron hacer mucho, se aseguraron de que no moriría pero necesitaba un veterinario.

-¿Alguien me puede decir a qué, a quién más bien, nos enfrentamos? ¿Quién es Chris? –Exigió Malik observando específicamente a Tea, que con la mirada perdida giraba en sus manos una taza con té.

-Es una larga historia… –comenzó Yugi viendo que Tea no respondería, no había salido del shock aun.

Así que Yugi prosiguió a informarle quien era de forma rápida, anteriormente ya había compartido la historia, pero nunca había hecho mucho énfasis en la chica.

-¿Entonces ella es buena… –Dijo Malik luego de que Yugi terminara, Tea levantó la vista hacia él y lo miró a los ojos transmitiéndole el miedo que había estado pasando-…o mala?

-Ella estaba en el nuevo tiempo –agregó Marik, estaba apoyando su culo contra el borde de la mesa y de brazos cruzados, en alerta máxima, él era el responsable ahora de protegerlos-, la conocí cuando visitaba Egipto con su padre una vez, días antes de que nos fuéramos. No entiendo qué es lo que quiere.

-Parar una guerra –habló entonces Tea, muy bajo y hasta con miedo de contar algo que le estuvo tan prohibido hablar.

-¿Guerra? ¿Qué guerra? ¿De qué hablas, Tea? –Le preguntó Ryou a su lado.

-Sí, una guerra. Hay una guerra en el otro lado y los tomó por sorpresa, no la esperaban, nadie pensó que sucedería. Todavía no cayeron, pero ella cree que lo harán si ella no lo tomaba de vuelta. Dijo que era peligroso, pero que tanto la Atlántida como Egipto perecerían ante el nuevo imperio del otro lado de Mediterráneo. Dijo que ellos tenían nuevas armas, que eran muchos y que… no pudieron hacer nada. Es por eso que vino hace meses.

-Espera, ¿meses? Tea, ¿has estado así por meses? –Ryou le dijo con angustia y ella asintió, él había sido el único que observó como la chica se separaba del cuerpo de su amiga, cómo la había controlado. No podía ni imaginar lo que sería soportar eso durante meses.

-Lo sabíamos –dijo Marik mirando por la ventana y todos lo voltearon a ver, Tea principalmente, solo podía preguntarse cómo era que lo sabían y no habían hecho nada-. Es decir, no sabíamos que esto era lo que sucedía, pero sabíamos que alguien te asechaba.

-¿Cómo? –preguntó Tea. Chris había sido cuidadosa y nuca nadie le había preguntado nada sobre su actuar o si quiera le habían preguntado algo que les haya podido dar una pista.

-Vamos Tea, esa niña se estaba enfrentando a un Faraón, un cuida tumbas y un roba tumbas, lo hizo bien, lo admito. Pero al menos me llevaré el crédito de que estuvimos cerca de descubrirla.

Tea negaba con la cabeza una y otra vez. ¿Cerca? ¿Cómo que cerca? Ella había estado meses así. ¡Meses! Y no había tenido nada de ayuda. Nadie sospechaba. Ella ya se había dado por perdida. En su cabeza no podía encontrar la forma en que esa chica pudiese superarlos a ellos, pero hace una hora se dio cuenta de que lo había hecho, ella los había superado.

-Fueron muchas cosas, pero definitivamente nos dimos cuenta de que algo andaba mal la primera vez que trataste de entrar al cuarto de Yami –Tea se sintió mal de ser acusada ella de ese intento de robo, después de todo, no fue realmente ella y además comenzó a repasar todo lo hecho ese día-. Fue inteligente borrar las cámaras y la memoria de la gente, probablemente no lo habríamos entendido si alguien no te hubiera visto.

-No, pero yo recuerdo que les borré, bueno ella borro la memoria de todos…

-Una empleada te vio salir cuando llegaba –explicó Marik y ella asintió entendiendo-. Cuando Yami llegó a la casa revisó las barreras, no entendíamos qué había pasado en ese momento, preguntamos a todos si había venido alguien y nos dijeron que no, pero esta mujer dijo que te había visto salir a la hora que entraba. Así que revisamos las cámaras a esa hora y no había nada, no era que no aparecías en las cámaras, sino que no había grabación ni de ese momento ni de todo el día después.

-Las borraste, error de novata. Nadie sabe quién es, pero se sabe que hubo alguien –complementó Malik y sin poder evitarlo le hecho mala cara a Marik. Estaba enojado de que los Yamis hayan estado sospechando todo el tiempo y no hayan dicho absolutamente nada.

-Exactamente. Sabíamos que eras tú, pero no entendíamos que sucedía y francamente sigo sin entenderlo. Pero en ese entonces Yami decidió investigar y te siguió, varias veces, pero solo veía que estabas continuamente nerviosa, estabas actuando extraña, muchas cosas no encajaban contigo y cada vez era más obvio. Como dije, pensábamos que estabas siendo asechada por alguien que sabía usar la magia y que además también asechó a Yugi y Ryou.

-¿A mí? –preguntaron Ryou y Yugi a la vez.

-Sí, Akefia dijo que había alguien en la casa de Ryou y si no recuerdo mal Yugi le dijo a Yami que había visto una sombra en su casa también, lo curioso era que ninguno podían sentirla pero sí pudieron verla, sacamos la conclusión de que se trataba de lo mismo y que estaba tratando de usar a Tea –continuó con su explicación Marik-. Ahora que sé lo que sucedió lo entiendo; le hubiera llevado menos tiempo ir detrás de los hikaris, pero la razón que los hace fuertes también los hace peor blanco, porque podrían defenderse y siempre están con nosotros. Supongo que por eso te escogió a ti, ya sabes, bajo perfil.

Tea miró su reflejo en el té entre sus manos, un gran alivio la llenó al pensar que sus amigos habían reconocido que no era ella misma. Todo este tiempo pensó que había estado atrapada y sola, que nadie se daría cuenta de lo que sucedería. Pensaba que les haría daño a sus amigos y que ellos pensarían que era la culpable. Pero Yami se dio cuenta, Yami trató de ayudarla. Los hikaris estaban confundidos, primero se enteraban de que alguien había tomado el control de Tea por meses, luego Yami y Akefia desaparecían y ahora se enteraban de que ellos tenían información que no compartieron.

-¡¿Por qué no me lo dijiste?! ¡Entiendo que no se lo hayas dicho a ellos, pero a mí, a mí me lo tendrías que haber dicho! También soy un cuida tumbas. No puedes decirme que sabías que mis amigos eran asechados por una loca ahora –se molestó Malik y golpeó el brazo de Marik, el cual no se movió ni un centímetro de su lugar y estaba serio.

-Era peligroso y no es tema para discutir ahora, Malik –el hikari lo miró con odio y volvió a sentarse, estaba indignado-. Tea, ¿qué es lo que tomó?

-La baraja –los cuatro hombres fruncieron el ceño mientras la miraban-, quiere convocar a los monstruos de la baraja de su padre y si eso no es suficiente, convocar al Leviatán.

-¿Qué, acaso quiere hacer lo mismo que su padre? –dijo Yugi.

-Está cegada por la magia, ella no se da cuenta pero la está manipulando. No se extinguió del todo, aún sigue allí –Tea levantó su mano y dejó caer lo que tenía allí; sosteniendo solo el cordón, la piedra brillante quedó balanceándose-. Ella cree que es lo correcto, está desesperada. No sé cómo, pero debe de tener una conexión con la otra línea de tiempo porque siempre sabía cómo estaba yendo la guerra. Había momentos en los que se desesperaba y otros en los que dudaba de seguir. Últimamente estaba desesperada.

Compartieron un minuto en silencio, en secreto cada uno se echaba un  poquito de culpa por lo sucedido. Yugi acariciaba a Kuro en el lomo viendo como este abría y cerraba los ojos con claro esfuerzo.

-¿Por qué se llevó a los chicos? –Preguntó Yugi- Ya tiene la baraja, para qué los querría.

-Quería a Akefia para romper la barrera y obtener la baraja, y también para capturar al Faraón, cree que al tenerlo al lado podrá convencer a Egipto de pasar a la ofensiva, cosa que Seth no ha querido –hizo una pausa y suspiró-. Supongo que quería quedarse con Akefia como arma, un buen aliado, un guardia personal, no lo sé. Pero seguro que le encontraría algo útil.

Volvieron a sumergirse en otro silencio, Marik estaba enojado y se mordía el pulgar una y otra vez. Malik se paró de donde estaba sentado y acarició el hombro de su chico para luego descansar su cabeza en el mismo lugar. Lo envolvió con sus brazos y entonces sintió como este se relajaba solo un poco, todo su cuerpo estaba preparado en tensión para luchar con alguien.

-¿Y ahora qué? –preguntó con voz ahogada Ryou.

Se miraron entre todos, pero más que nada miraron a Marik, como si este fuera el único que les pudiese dar guía a partir de ahora. Era el mayor, él entendía la magia más que ellos, él era el Guardián, él debía protegerlos. Él tendría que tener una solución.

-No lo sé –dijo sinceramente Marik. Malik levantó la vista en seguida y lo miró, pero él no correspondió, su vista clavada en el piso. Los otros tres lo miraron también.

-¿Cómo que no lo sabes? –Se levantó enojado Ryou, tenía los puños apretados a sus lados, las cejas fruncidas formando una gran arruga entre ellas, sus ojos llenos de lágrimas que se negaba a dejar salir y su boca castañeando ante el sonido de sus dientes-. Hay que rescatarlos.

Malik sintió como Marik se volvía a tensar se volteó de golpe mirando a Ryou igual de enojado que él. Le tomó del brazo haciendo presión, que no se olvidara que estaba matando con la mirada a su mejor amigo y eso no iba a permitirlo.

-Lamento tener que decirte esto Ryou –le gruñó con cansancio y molestia-, pero no sé cómo volver. Es más, hasta hace media hora pensaba que ni siquiera se podía. No es que yo no quiera hacer algo, ¡quiero! Pero a menos de que sepas como hacer un maldito portal que nos lleve al Antiguo Egipto, ¡yo no puedo hacer nada!

Ryou se volvió a sentar sintiéndose humillado y dejando caer otras cuantas lágrimas. Había saltado a atacar a un amigo cuando más lo necesitaba. Pero quería a Akefia de regreso  y lo quería ahora.

-Ninguno quería volver allí –dijo más tranquilo Marik, miró a Malik a su lado y levantó la mano para acariciarle la mejilla, él se apoyó en su palma-, todo lo que necesitábamos estaba en este mundo. Nunca se nos ocurrió investigar si quiera la posibilidad de volver y más cuando Shadi nos dijo que si veníamos, nunca regresaríamos.

Yugi sollozó siguiendo acariciando el gato, prácticamente sentía como si le hubiera dicho que jamás volvería a ver a Yami, que todo estaba perdido, que no había esperanza. Pero Ryou se sentía cada vez más enojado.

No se quedará así.

Estaba harto de ser tan débil, de esperar a que Akefia lo salvara, pero estaba acostumbrado tanto a ello que no pensó en que un día sería Akefia quien necesitaría ser salvado. Él era fuerte por sí mismo también, tenía que pensar. ¿Qué hay que hacer? ¿Cuál era la solución?

Esto era como un juego muy difícil que tenía que resolver y ganar, él era bueno en eso, n o perdería este juego con una niña que no conocía. Golpeó ambos puños sobre la mesa decidido. Él salvaría a Akefia.

-No es imposible, no si ella lo hizo –Ryou miró a Tea, quien devolvía su mirada impresionada-. Tea, ¿sabes cómo lo hizo ella? ¿Cómo llegó y se fue?

-No, lo siento Ryou –se lamentó de no poder ayudar la castaña.

-Tiene que haber una forma –aseguró peliblanco, seguía apretando los puños sobre la mesa ante los ojos sorprendidos de sus amigos.

Se sentían perdidos, con la esperanza por el piso pero sin querer rendirse realmente, se negaban a no ver a sus amigos, a su familia de vuelta. Y como milagro caído del cielo o  no, se escuchó un ruido fuerte en la sala y el pasillo que llevaba a él se iluminó con una fuerte luz dorada.

Yugi saltó en su lugar, Tea volcó su Té del susto, Malik y Ryou no se asustaron, se prepararon enseguida para lo que viniera. Marik con un gruñido se acercó a la mesada y tomó el cuchillo más grande de la cocinera.

-No se alejen –les susurró viendo como todos parecían decididos a seguirle.

Tomó la delantera de la fila para salir de la cocina, miró a través del comedor pero allí no había nadie, estaba seguro de que el sonido había sido en la entrada. Solo tenían que dar unos pasos más para llegar a donde querían.

-¿Creen que haya regresado? –Preguntó temblado Tea, agarrada al brazo de Yugi que tenía una cara muy segura de estar decidido a luchar.

-No, es alguien diferente –respondió Ryou, la sensación era completamente distinta a la de Chris. Eso no lo tranquilizaba para nada, ahora que tenía su sortija se sentía más seguro para luchar, no estaba a favor de la violencia, pero patearía a esa niña hasta que le devolviera a su hombre.

-Shh –les dijo Marik llevándose el dedo a los labios.

Ya estaba en la esquina, se pegó contra la pared y dio vuelta el cuchillo con un movimiento rápido de muñeca, de esa forma quedó listo para acatar de una puñalada a alguien. Respiró hondo, preparado para enfrentarse a un ejército completo y arrimó la cabeza para tener la primera vista de su  enemigo.

-No puede ser… -murmuró Marik.

-¿Quién es? –Preguntó Malik llegando a su lado. Tenía una mirada firme de instinto asesino y el cetro en la mano, había un aura peligrosa a su alrededor que enserio hizo saltar a su polla.

-Por Ra, te ves condenadamente sexy con esa mirada –le dijo Marik con una mirada lujuriosa-, creo que te dejaría utilizar un látigo en mí.

-¿Qué? –Malik lo miró confundido, a tres metros podría haber alguien quien querría matarlos y él hacía esas bromas. Bufó y le exigió-. ¿Quién diablos está ahí?

Marik le guió el ojo dejando no solo Malik, sino a los otros tres también confundidos. Bajó el cuchillo y entró a la sala sin problemas, los otros lo siguieron aunque sus artículos del milenio estaban brillando en su puro fulgor. Cuando entraron en la sala quedaron estupefactos por su invitado, hoy era un día muy extraño.

-¡Shadi! –Gritó de la impresión Yugi.

El Egipcio estaba en medio de la sala, sentado en el piso y respirando con dificultad. Marik le ayudó a pararse sobre sus dos pies mientras este se sostenía la cabeza y pestañaba rápidamente. Lo arrastró hasta que quedó sentado en un sofá. Los otros se pusieron alrededor de él, dándole un poco de espacio para que respire.

-¿No vienes a tratar de matar o secuestrar uno de nosotros, no? –Le preguntó con desconfianza Malik, y es que enserio quería que Shadi fuera su esperanza.

-Les dije que la próxima vez que lo viéramos sería porque hay un problema –susurró molesto Marik a la nada, eso era algo que deseaba decirle solo a sus hermanos, ellos lo entenderían.

-¿Te sientes bien? –Le preguntó Yugi.

-Sí, Yugi –Shadi seguía teniendo esa voz fantasma y sus ojos seguían siendo de las cosas más extrañas cuando se posaron sobre él, completamente azules. Parecía mareado.

-¿Vino a ayudarnos? ¿Sabe lo que sucedió? ¿Sabe  algo de Akefia? Por favor, estamos desesperados – prácticamente le rogó Ryou. Tea le tuvo que sostener del brazo y pedirse que se calmara en voz suave para evitar que saltase sobre Shadi para obtener alguna respuesta de su parte.

Shadi se desmayó de repente y lo acostaron con cuidado en el sofá, tuvieron que esperar media hora más para que recapacite, se veía agotado, muy pálido. Se sentaron junto a él apartando los carteles, serpentinas y cinta adhesiva que había por todas partes. Shadi tenía ente manos un té que Tea le había hecho y ella tenía también uno para sí misma.

Todos querían contarle atropelladamente lo que había sucedido y a la vez preguntarle cosas como sí sabía que pasaba, si podía hacer algo, si había venido a hacer algo. Shadi levantó una mano y dejaron de hablar.

-Sé lo que pasó y si vine a ayudar.

-¿Cómo hiciste para regresar? Pensé que, habías dicho mejor dicho, que ya no se podía. Que nuestras decisiones eran definitivas y que no habría una marcha atrás. Así que no entiendo cómo es que esa niña loca, como se llame, anda yendo y viniendo por las líneas del tiempo como perro por su casa –se quejó de inmediato Marik.

Shadi tomo una respiración profunda y miró su reflejo en el agua de color entre sus manos, simplemente dijo: -Te mentí Marik.

Marik lo miró frunciendo el ceño enojado, de por sí las mentiras le molestaban, ero había pasado las dos últimas horas a punto de un colapso mental de pensar como carajos hacer algo que supuestamente no se podía hacer. Y este aparecía de la nada y le decía que le mentía en su jodida cara. Él le rompería la cara… luego de que le digiera como llegar al otro lado, claro.

-Como guardián de las dos llaves del milenio puedo ir de un lado al otro, aunque tuve que hacer una ardua investigación hasta que hallé una forma de hacerlo más fácilmente. Aunque es agotador –nuevamente tomó una gran bocanada de aire para hablar-. La verdad es que los Dioses no querían que volvieran, querían que tomaran la decisión de establecerse en un lado de la línea de tiempo. No podíamos permitir que fueran de un lado al otro.

-No hubiésemos hecho eso. ¡Deberías habérnoslo dicho! –Se quejó Marik cinchando de sus cabellos, Malik le acarició la espalda para tranquilizarlo-. Queríamos quedarnos aquí.

-Dices eso ahora, pero no hubieran enfrentado sus miedos y sus problemas si hubiesen tenido una salida –le recalcó Shadi molesto-. ¿Si Malik te rechazaba, te hubieses quedado sabiendo que tenías un lugar al que podías volver? ¿Lo habría hecho el Faraón, que tanto le costó soltar su pueblo? El Faraón probablemente habría querido mantener contacto con el otro mundo y eso es peligroso, nadie debe vagar por más de una línea de tiempo o quedaría parado en un limbo en su propia mente.

Sentado en la esquina del sillón Marik tomó la mano de Malik y lo obligó a sentarse en su regazo, un gusto agrio se situaba en su boca del solo pensar en Malik rechazándolo, pero sabía que Shadi tenía razón. Recordó el día que jugó toda la noche videojuegos con Yami mientras se ahogaba en vodka y se lamentaba porque Malik no lo quería en su vida como él quisiera.

¿Me habría ido entonces? ¿Hubiese dejado mi sueño atrás por una vida más fácil? No lo sabía y no quería pensar en ello.

-Entonces podremos ir –afirmó Ryou, su mente ya formando la idea de volver a tener a Akefia a su lado, Shadi le asintió en respuesta-. ¿Por qué no vino antes? ¿Por qué ahora? Chris lleva meses aquí.

-Me di cuenta –dice mirando a Tea y en secreto a la habitación mental de ella, Tea tembló de miedo-. Pero yo me enteré hace una hora cuando entró al palacio con Yami para proclamarlo como  Faraón  nuevamente, veo que lo está logrando.

-¿Lo ves? –Preguntó extrañado Marik.

-Puedo ver ambas líneas, Yami volvió a sentarse en el trono, la gente está muy asustada, no es el mismo –Yugi gimió de angustia-. Mandó a Seth a los calabozos y está levantando las tropas. Egipto se ha estado defendiendo, pero el Faraón y los sacerdotes hemos decidido no generar una ofensiva. Aunque admito que quizá no fue la mejor idea buscar la paz de forma pacífica, la Atlántida está peor que nosotros.

-¿Y Akefia? –Preguntó desesperado Ryou, Shadi cerró los ojos y luego de un momento respondió.

-Sigue luchando –Ryou sonrió, ese definitivamente era su Yami, pero su sonrisa se borró cuando Shadi le miró más serio de lo normal-. No te pongas tan feliz con eso, si sigue luchando, el Faraón se cansará de él y lo mandará matar.

A Ryou se le cortó la respiración. Yami no le haría eso a Akefia, ¿verdad? Recordó hace un par de horas, los ojos de Yami inyectados en sangre y con una crueldad que helaba la sangre de cualquiera. Quizá el Yami que conocía no lo haría, pero este definitivamente lo haría.

-Hay que hacer algo… -murmuró Ryou.

-¿Qué pasa con Chris? ¿Dónde está ella? –preguntó Tea y Shadi volvió a cerrar los ojos, después de un momento los volvió a abrir.

-Está preparándose, al parecer tiene intención de ir al Bajo Egipto.

-Quiere volver a casa –murmuró Tea, sabía que desde ahí solo debía de tomar un barco hacia la Atlántida y luego convocaría a monstruos demasiado poderosos para llegar a ella-. ¡Hay que detenerla ahora! ¡Antes de que se vaya o ya no podremos hacerlo!

-No sé Tea –la interrumpe Marik-, No es nuestra guerra, nosotros no somos de la Atlántida, si quieren meterse en una guerra que lo hagan. Debemos ir por Yami y Akefia y simplemente largarnos de allí, liberamos a Seth y que Egipto tome su voluntad desde ahí.

-Pero no lo entiendes… -dijo Tea respirando agitadamente, ella sabía lo que había pasado, sabía que nada sería tan difícil-. Tú no viste a Yami, no sabes cómo era, era… era aterrador, no era él.

Yugi tembló de miedo y nuevamente le vinieron recuerdos de esa noche en la que soñó con un Yami completamente malvado. Ahora su pesadilla se estaba haciendo realidad. O eso decían sus amigos. No quería creer en que Yami se había vuelto malo hasta verlo con sus propios ojos.

-Lo resolveremos cuando volvamos –volvió a insistir Marik, cuanto menos hicieran, más fácil sería.

-¡Es que no podremos! –Volvió a Insistir Tea de un grito, todos los chicos le prestaron atención ahora. Respiró profundo y trató de hablar más claro-. Ella tenía una daga, una muy rara…

-¡La daga! Cierto –afirmó Ryou, volviendo a recordar como Akefia sufría de dolor cuando esta ni lo había tocado-. Ella controló a Akefia así, pero al final pudo romperlo.

-Pero con Yami fue diferente –Tea afirmó, Ryou estaba llorando en su cuello como para verlo-. Ella tomó su sangre y la vertió en una botella que luego ató a su cuello. Siento… siento que esa botella es importante.

-Lo es –afirmaron tanto Shadi como Marik al darse cuenta de lo que estaba hablando la castaña. Marik continuó. –hay que romper el frasco o Yami no volverá. Bien, ya lo pensé este será el plan.

Marik quería hacerlo rápido, tenían tres objetos del milenio, todos podían convocar monstruos y tenían a un guardián de tumbas con ellos. Chris llevaba cinco guardias con ella hacia el Bajo Egipto, estaba tranquila pensando que no habría forma de que ellos llegaran allí y también servía para pasar desapercibida; los atacarían durante su viaje donde no habría testigos que los vieran o que pudiesen quedar del lado de ella, luego de eso irían cabalgando hacia el palacio.

-Espera –interrumpió el plan Malik-. Necesitaremos caballos desde el principio. No podemos aparecer en el medio del desierto y de su camino, podrían huir y darnos un gran rodeo y estaríamos varados en el desierto y la perderemos.

-Será mejor que aparezcan en la ciudad, tomen caballos y vayan lo más rápido que puedan por ella –recomendó Shadi.

-Eso nos llevará más tiempo –comentó Tea pensando en cuánto llevaría ir del Alto al Bajo Egipto.

-El tiempo es lo de menos –dijo Marik con el objetivo de seguir.

-El tiempo es esencial Guardián –volvió a ser interrumpido por Shadi-. Lamento decirles que si pasan más de dos atardeceres allí generarían un cambio tan drástico que destruiría a ambas líneas de tiempo. Deben sacar a Akefia y Atem de allí lo más pronto posible.

Entonces el plan sería caer en Egipto, robar unos caballos (en contra de la voluntad de los hikaris) y correr tras la niña loca para sacarle su loco collar casero hecho de sangre. Luego volverían al palacio donde Yami sería Yami, ya que habrían roto el collar ya y sacarían a Seth de la cárcel. Y Akefia estaría bien una vez que Yami estuviese bien. Simple y concreto, ¿no es así? ¿Nada podría salir mal?

-Parece demasiado fácil –comentó Tea, sabía que no sabía pelear y que Chris era fuerte y todo, pero el tener el elemento sorpresa de que Chris no supiera que iban tras ella no le parecía suficiente para vencerla.

-A mí también, pero no hay tiempo, hay que hacer algo antes de que maten a Akefia por su bocota –dijo Ryou sin vergüenza de admitir que muchas veces su pareja debería de mantener su boca cerrada por la seguridad de todos.

A Shadi le preocupaba poder estar al tanto de todo por mucho tiempo, debía mantener abierta una puerta para que pudiesen pasar y mantenerlos al tanto de lo que hacía el enemigo. El viaje para venir de por si lo había agotado totalmente, tuvo que huir cuando Chris y el Faraón llegaron al palacio y luego e vez de ir a Egipto, decidió ir directamente a Japón, lo cual lo agotó por completo y se desmayó.

-Mis hermanos llegarán pronto, ellos podrán ayudarte –afirmó Malik, su hermana le había mandado un mensaje diciendo que pasarían por el almuerzo por ahí, no sabía que todo era parte de una fiesta sorpresa.

-Mmmh… -se lamentó Ryou-. Les habíamos planeado una fiesta sorpresa, todo se arruinó enormemente ahora.

-Tranquilo Ryou, créeme cuando te digo que nos llevamos una sorpresa muy grande de por sí.

Todos se juntaron al lado del otro haciendo un círculo alrededor de Shadi, todos menos Marik tenían las manos sudadas de los nervios. En un abrir y cerrar de ojos estarían en una tierra completamente de arena tratando de salvar a la gente que más amaban.

-¿Listos?

-Listos.

 

 

Notas finales:

¿Les gusto?

Nos leemos en el próximo capítulo!!!


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