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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno a quienes sigan viviendo por aquí, pues les dejo este capi con cariño~

Disfrútenlo

 

 

Estaba tenso, demasiado para ser sincero. Yuuri insistió en que iría solo con Elizabeth, debía darle la oportunidad a su hija para interactuar con su progenitor, dejar que lo conociera y para eso debía eliminar momentáneamente todas las figuras paternas que ella tenía a su alrededor. Agradeció infinitamente a Yurio y a Tadashi, quienes no protestaron demasiado cuando les dijo que saldría con ese par de arpías, pero ahora no se sentía demasiado cómodo con la decisión tomada. Había sido muy extraño escuchar y ver la forma en que Viktor se disculpaba con Tadashi debido a su comportamiento, incluso dio una leve reverencia como para juntar culturas, pero a Ely pareció convencerle y eso contaba. Tadashi perdonó a Viktor, tal vez solo lo hizo por obligación, pero también eso requería de un buen corazón y Yuuri sonreía de solo pensar en aquello. Creía haber elegido bien

Entonces, en ese preciso momento estaba simplemente caminando con Ely, quien sujetaba su mano como era costumbre. Aun hacía frío y la nieve se acumulaba de a poco, era hermoso, pero Yuuri no podía disfrutarlo en plenitud, porque la otra mano de su pequeña hija era acunada por la de Viktor. Al menos agradecía que Irina estuviera junto a Viktor, separados de extremo a extremo era mejor. Se notaba que la mujer aun le tenía odio fundamentado por cualquier excusa vana, la cual Yuuri no quería conocer. El silencio era incómodo de cierta forma, pero al menos era Ely quien cortaba aquello, preguntando cualquier cosa que deseara saber de Viktor y sus competencias. La pequeña estaba feliz por salir con Yuuri y el ruso, era una niña después de todo, seguramente siempre quiso experimentar esa salida familiar y no se daba cuenta de la tensión entre los adultos

 

 

-siempre quise ir al templo en compañía de mi familia – sonreía Viktor, como cuando algo le fascinaba en demasía – ¿vamos? – era entonces la primera conexión entre los azules ojos de Viktor y los marrones de Yuuri – ¿qué dices?

-nosotros no somos familia – Yuuri quiso reírse al escuchar eso de Irina, quien le quitó la palabra de la boca, pero se aguantó y miró a su hija

-¿por qué no somos familia? – Ely se adelantó a Yuuri y miró a la única mujer aparte de ella

-… - la mueca de Irina fue lo suficientemente buena como para que Yuuri casi soltara una risilla, pero usó su mano para cubrirse. No podía ser tan mal educado – Yuuri y yo no somos familia, pero mi pequeña Ely, Viktor y yo si lo somos – sonrió la mujer, pero Ely solo negó insistentemente

-Nikiforov-san tiene razón. Ustedes no son mi familia – dictaminó la pequeña soltando la mano de Viktor – papi es mi familia. Yo a ustedes recién los conozco… una familia no es una familia si a penas se han visto un par de veces

-… - Viktor e Irina se quedaron fríos con aquella respuesta. Yuuri ya pudo más, así que terminó riéndose quedito mientras giraba su rostro levemente para no mirar a los rusos. Eso había sido como su regalo de navidad – compartimos genes, sangre, linaje – dijo Viktor mirando a la pequeña que se había detenido junto con Yuuri – eso nos hace familia – el ruso seguía escuchando la risa dulce de Yuuri y olvidando su impresión por las palabras de su hija, se embelesó con aquella imagen. Yuuri nunca dejaría de tener ese encanto que lo hacía brillar

-No. Eso sólo nos hace parientes – Ely terminaba entonces mirando a Yuuri – ¿verdad? – el azabache asentía con una sonrisa, luchando por no carcajearse. Yuuri fue quien le enseñó todo eso a su hija, en ese momento supo que hizo lo correcto – lo ves

-estás equivocada pequeña – decía Irina controlando su mal carácter porque Yuuri la miraba con diversión – somos familia. Nuestra sangre nos hace familia

-Nikiforov-san – sonrió Yuuri con amabilidad – no insista – pocas palabras, pero el mensaje estaba claro – ustedes dejaron de ser mi familia desde que Viktor se fue. No puede cambiar las cosas tan rápido y sin hacer un esfuerzo extenuante

-eres un… – susurraba Irina mientras apretaba sus puños – un padre singular, le has enseñado mal

-puede criticar cuanto quiera, Nikiforov-san – sonrió Yuuri mientras empezaba a caminar con su hija nuevamente – pero las bases que le enseñé a Elizabeth son con las que yo me crié, las que Tadashi le enseñó y las que Yurio está aprendiendo

- ¡Viktor di algo! – se quejaba la mujer mientras golpeaba levemente la espalda de Viktor, pero éste solo sonrió

- ¿no crees que es linda? – fue su respuesta antes de apresurar su paso hasta estar de nuevo a la altura de Elizabeth y Yuuri – tienes tu pequeño carácter Ely. Eres simplemente encantadora

-papi me enseñó a defender mis creencias – sonrió divertida, pero en esta ocasión no tomó la mano de Viktor y sólo se aferraba a la de su padre – por eso aún no eres parte de mi familia Viktor-san. Sólo eres el patinador que veo en las competencias

-… - Yuuri terminó riéndose de nuevo. Amaba a su pequeña hija, sincera y a la vez dulce – tendrá que esforzarse Viktor-san – sonrió sin mirar al mencionado – si quiere que Ely lo vea diferente, le costará tiempo, dedicación y otras cosas

-entonces me pondré serio – dijo perdiéndose en la encantadora risilla de Yuuri y luego la de Ely, quien le daba ánimos para seguir intentando – por mis dos amores

-espero que se refiera a su madre – suspiró Yuuri mientras trataba de ver a Irina, pero no la encontró – ¿y su madre?

-hum… no lo sé –

 

 

Pero Viktor lo supo poco después de que su celular sonara. Un mensaje se mostraba claro y a la vez levemente espeluznante, los mensajes de mamá siempre lo eran, porque sabía que tal vez hizo algo indebido. “Así que sigues encantado con el omega y dejas a tu madre de lado. Me decepcionas Viktor, pero te daré la oportunidad que necesitas. Disfruta tu día y logra convencerlo para que te deje ver solo a la pequeña. Yo me niego a convivir con él” Viktor suspiró pesadamente, ya se temía aquello, pero por ahora así estaba bien. No quería interferencias en ese día, era preferible estar a solas con Yuuri y el fruto de su amor.

Yuuri se mostraba tenso en el inicio de aquella salida, mucho más cuando Irina desapareció. Siempre pendiente de cada movimiento ajeno, pues no se creía la buena voluntad de Viktor, era simplemente extraño que de un día para el otro dejara su faceta hostil y la cambiara por una sumisa por completo. Ely en cambio se iba relajando más y más con el pasar del tiempo, sonriente, ingenua, curiosa, pero centrándose no en Viktor la persona, sino en el artista. El ídolo era conocido por todos, Ely se sabía esa faceta de memoria, porque le gustaba el ruso como patinador. La pequeña quería llegar a ese punto, al punto donde el arte predominaba a través del cuerpo, porque así tal vez encontraría la motivación que tuvo su papi para también guiarse en cada coreografía sobre el hielo. Al menos esa fue la confesión de la pequeña cuando Viktor le preguntó sobre el tema.

El ruso estaba encantado con Ely, porque era la viva imagen encantadora de Yuuri, con ese carácter tan delicado y a la vez decidido. Era madura, daba opiniones precisas sin siquiera pensar en si estaba siendo más directa de lo que debería, era honesta y a Viktor eso simplemente le encantaba. Yuuri se mantuvo al margen de esa interacción, al menos hasta cierto punto, pues Viktor lo incluía siempre y si no era él, Ely lo hacía. Caminaron por las calles llenas de nieve, jugaron en un parque ajeno, comieron alguna cosa en una cafetería, se rieron por alguna gracia de la pequeña, compraron un par de obsequios y al final del día, Yuuri se dio cuenta que estaba cayendo en esa red hecha de gentileza que Viktor había mostrado. Se recriminó por aquello, pero debía aceptar que era inevitable caer en ocasiones y aun así mantenía siempre la distancia. Aunque sólo fuera con el simple hecho de llamarlo…

 

 

-Viktor-san… creo que ya ha sido suficiente por hoy – sonrió mirando a su hija bostezar. No la culpaba, sin darse cuenta las horas pasaron y a media tarde el cansancio llegaba

- ¿por qué no me llamas solamente Viktor? – dijo conectando sus ojos de color océano con los otoñales – Yuuri, deja la formalidad... después de todo, me has llamado Viktor algunas veces. No es nada raro

-quiero trazar una línea, y aunque a veces lo olvide, es mejor si me acostumbro a tratarlo de manera formal

- ¿no crees que es pesado agregar el “san”? – decía mientras se arrodillaba para cargar a Ely, pero Yuuri se lo impidió

-no tanto – el japonés tomó la mano de su niña, arrodillándose frente a ella y Ely supo que debía trepar a la espalda de Yuuri para dormir bajo la quietud del latir y la respiración de su progenitor. Con agilidad lo hizo y sintió como era elevada – quiero hacerlo así

-te acompañaré – declaró el ruso, animado por la quietud de todo el día

-No es necesario – le cortó el accionar, a sabiendas de que después de ese día calmado con la interacción de una familia, Viktor tramaría algo mas – nos iremos ahora. Ely despídete

-fue divertido Viktor – sonrió la pequeña, abrazándose al cuello de su papi y bostezando – si dejaras de ser tan peleón y trataras mejor a mi daddy, me caerías aún mejor – reía bajito

-lo entiendo – Viktor se acercó para besar la mejilla de su hija, acariciándole el cabello sedoso – lo intentaré, porque quiero que me consideres tu familia

-Viktor, nos veremos después – sonreía la pequeña

-adiós… hija mía – sonreía con ternura para después dirigirse al azabache y con agilidad besarle la mejilla con ternura – adiós… mi Yuuri – susurró bajito sintiendo al otro tensarse

-dígale a Irina-san… que no dejaré a mi hija sola con ustedes – fue la respuesta de Yuuri a aquel acto, una mirada dura a Viktor y después solo una leve reverencia para empezar a caminar directamente a su hogar

-Yuuri – susurraba Viktor mientras lo veía alejarse – sólo debes ceder un poco

 

 

Yuuri sonreía al escuchar a su hija suspirar mientras le certificaba que se divirtió, la felicidad de su niña era la propia. La sintió quedarse dormida de pronto y él sólo siguió con su camino mientras rememoraba el día. Simple, encantador, pacífico y nostálgico. ¿Cuántas veces hizo eso con Viktor? Solo salir por allí a pasear mientras su vida se deslizaba entre sus dedos, vivir una vida en pareja decente sin imaginarse que todo se volvería añicos poco después. Yuuri no podía fingir que todo eso no dolía, pero aprendió a controlar el tamaño de su agonía. Ahora era mucho más fácil sin su lazo, pero con vestigios bien marcados de aquellos días en su mente, aun laceraba su cicatriz. Fingía no saber que lo habían estado espiando de lejos, lo hacía con espléndida facilidad porque ya había enfrentado aquello en otras ocasiones. Dos personas por separado, una rubia y la otra castaña, eso hizo que sus pensamientos deprimentes se fueran volando

Yuuri entonces fingía tropezar con la nieve, fingía estar cansado, fingía que Ely pesaba una tonelada y se apoyaba en una pared usando su mano. Era simple estrategia para que los espías se rebelaran y allí estaban, parados a pocos pasos, cada uno llegando en dirección diferente, pero al final chocando de frente porque Yuuri se alejó un poco. La risita del omega resonó bajita, deslizándose por el aire hasta chocar contra los oídos ajenos. Yuri y Tadashi entonces entendían la estrategia del azabache para hacerlos salir y se avergonzaban, tornando sus mejillas rojas. Pero Yuuri no les decía nada, solo les sonreía antes de empezar a caminar otra vez. Se dirigían a su casa, a Yutopia. Los caballeros, el uno alfa, el otro beta, se ofrecían a llevar a la pequeña durmiente, pero Yuuri negaba, porque no quería despertar a su niña y porque era lo suficientemente fuerte para cargarla sin ayuda de nadie. Y al llegar a casa al fin los miraba divertido

 

 

-me estuvieron siguiendo todo el día, deben estar cansados, ¿les preparo algo? – decía al estar en frente de ambos, después de haber recostado a Ely

-bueno, yo solo quería ver si ese alfa hacía algo raro – Tadashi sonreía mientras se rascaba la cabeza – no te enfades

-tsk… ese viejo siempre trae algo debajo de la manga. Ni loco dejo que se te acerque – Yurio era más directo, diciendo las cosas como son – si se atrevía a hacerte algo, yo saltaría enseguida

-con Ely presente, no creo que hiciera algo malo – Yuuri los calmaba con pocas palabras

-al menos esa serpiente se fue – dictó Yurio, estirándose un poco – ella es la del veneno y pudo haberte herido con palabras

-puedo defenderme solo, Yurio – suspiraba Yuuri mientras los dirigía a la cocina, seguramente tendrían hambre

-Yuuri, aún es navidad, ¿te apetece salir? – Tadashi, ya calmado, proponía aquello, pues en casa estaban seguros

- ¿y dejar a Ely sola? – sonreía el azabache mirando al castaño

-me refería a que esperásemos a que ella despierte

-él tiene malas intenciones – acusaba el rubio mirando a Yuuri con inocencia – yo de ti lo dejo

- ¿para que tú me frecuentes? – Yuuri se aguantaba la risa al ver la expresión avergonzada de Yurio – me lo pensaré – bromeaba haciendo al castaño alterarse

-no es mala idea – Yuri se jactaba de esa pequeña posibilidad y sonreía. No iba a dejar de pelear por aquel japonés, ni aunque se viera obstaculizado con la pareja del mismo – te divertirás Yuuri

 

 

El 25 de diciembre supo a pastel de fresas, que fue lo que Yuuri preparó con ayuda de sus novatos chefs ayudantes. El japonés se había reído mucho con ambos jovenzuelos compitiendo por ayudar. En algún punto Yuuri simplemente los dejó hacer aquello, parecían niños peleando por atención, así que él solo los guiaba para que hicieran la labor asignada. Era navidad, no se iba a complicar en esas fechas, tampoco iba a tomarle mucha importancia al asunto, y aun así simplemente le envió un texto a Viktor felicitándolo por su cumpleaños. Hasta ese momento no se había dado cuenta de su tamaño descuido por eso detalle, pues un cumpleaños era importante para cualquiera y había que aceptar que Viktor se portó decente. Yuuri concluyó en que no había problema con darle al menos ese mensaje para animarlo

Un último festejo, una noche tranquila, juegos con la niña con energías en la noche y al final los días volvían a transcurrir con una única diferencia. Viktor se añadió a la rutina, pues al menos un par de horas se encontraba con Ely y Yuuri. No podían negarse a aquello, porque Viktor fue cortés, pidió con anticipación los paseos, siempre respetando las condiciones de Yuuri, siendo cariñoso con Ely y a la vez sutil con el trato hacia el japonés. El ruso convivía sin pelear con los otros que querían evitar que saliera a solas con el delirio de ellos tres. Nada malo pasó, era como si Viktor hubiese entrado a la tina con un champú especial y con ello se hubiera quitado todos los demonios de la cabeza. Todo decía que Viktor volvió a ser esa persona calmada, sonriente y a la vez despreocupada. Tal vez algo hizo Irina, tal vez algo iluminó al ruso, pero fuere lo que fuere les permitió pasar la última semana del año en paz

Llegaba entonces el ultimo día del año para todos y con ello también cambiaba algo para Yuuri, algo que le acongojaba el corazón de solo recordarlo. Todos participaron en el festejo de fin de año, tan animado como el de navidad, con la diferencia que los niños, y con eso se refería a Ely, cayeron rendidos temprano. La pequeña se perdería la transición de año, pero no era nada raro, Ely en realidad era activa en el día, caía como tronco en la noche. La oportunidad entonces les llegaba a todos y en esa ocasión Mari lo planeó muy bien, un complot que se llevaría a cabo en coordinación con el resto de la familia, porque sabían que un par de adultos necesitaban tener su privacidad antes de la separación

 

 

-ya saben que hacer – susurraba Mari con sus cómplices y entonces Axel, Lutz, y Loop, asentían con una mirada decidida – entonces, suerte

-Yurio… te reto a ir al festival y ganarme en llegar – empezaba Lutz apuntando al rubio y sonriendo con altanería

-me vale – respondía con desgano

-hum… al parecer alguien teme perder – apoyaba Axel mientras sacaba la cámara – foto de la vergüenza – decía y en seguida sus hermanas se colocaban junto a Yuri mientras sacaban la lengua infantilmente

-vergüenza me dan ustedes, niñas – frunció su ceño mientras seguía bebiendo de su cerveza en lata – son solo mocosas con cosas infantiles

-esta se llamará, “el ruso que teme perder una carrera” – decía Loop mirando la imagen virtual – lo subiré a las redes sociales. Veamos qué dicen tus fans

-me resbala – insistía el ruso rubio, pero estaba empezando a cabrearse

-listo – sonreía Lutz mientras mostraba su celular y la imagen que ya empezaba a tener muchos likes y comentarios

-bórrala – dijo con un poco de enfado – ¡que la borres!

- ¿te da pena ser visto con un par de niñas que dicen que tienes miedo de perder una competencia? – decía Axel y entre tanto comentario la llamita de furia se encendía hasta que al final…

- ¡llegaré antes que ustedes! ¡Trío de mocosas inmaduras!

- genial – sonreía Mari de lejos, siendo acompañada por Minako y hasta por Hiroko

 

 

Las trillizas entonces lograron llevarse al mayor obstáculo para una parejita especial. Hiroko se encargaba de despistar a Toshiya, Mari se embelesaba con su novio. Minako se llevaba a los demás y al final sin saber cómo, ni cuándo, ni por qué, Yuuri y Tadashi estaban fuera de Yutopia con Mari despidiéndolos con un “Cuidaré de Ely. Son jóvenes aun, así que vayan por ahí” claro, ni siquiera les preguntaron si querían salir, solo los echaron como con cualquier visita indeseada. Cuando ambos “solteros” se miraron, no pudieron evitar reírse, porque no se dieron cuenta de cómo llegaron hasta allí. En verdad la familia era interesante

 

 

- ¿qué hacemos? – sonreía Yuuri mientras se acomodaba el cabello detrás de las orejas – nos han tirado fuera de casa

-una cita – decía con emoción reprimida – eso era lo que querían cedernos, ¿no?

-es verdad – suspiraba el azabache mientras tomaba la mano de Tadashi y empezaba a caminar – ¿a dónde vamos?

-al cielo si así lo deseas – reía bajito por la frase cliché que acababa de recordar

-tengo una mejor idea – entonces se detenía un instante para tomar el rostro ajeno entre sus manos y cederle un beso sincero y lleno de cariño – comeremos…

-katsudon – completaba el castaño cediéndole un beso más y entrelazando sus dedos para empezar a correr por la calle – ¡vamos, Yuuri!

 

 

Ellos no hacían cosas complicadas, eran una pareja promedio que disfrutaba de las atracciones promedio, que se besaban como la gente normal, que bailaban en medio de la calle al escuchar la música salir de algún lugar o de la interpretación de algún artista callejero. Tadashi caminaba con descuido y Yuuri evitaba que chocara con algo. Yuuri se embelesaba con algo detrás del vidrio y Tadashi lo compraba sin siquiera pensarlo bien. Terminaban entonces compartiendo bufandas simples de color blanco, especialmente hechas para parejas, de tonos igualitarios y de simpleza sin igual. Se fueron a una plaza donde el conteo regresivo se realizaría, compraron bebidas calientes y contagiados por la emoción ajena, brindaron cuando el año nuevo llegó. Se besaban como era tradición en ese instante único, se miraban un instante antes de enrojecer porque ya estaban demasiado viejos como para aquello y aun así lo disfrutaban tanto como las parejitas de adolescentes que por allí habían

Caminaban tomados de las manos, compartían alguna cosa que compraron de un vendedor en algún puesto de la calle, charlaban acerca de lo que harían después, planeaban cosas para hacer juntos, sonreían, saltaban, corrían, se abrazaban, se besaban, fingían que no se iban a separar con prontitud. Tadashi no había mencionado aquel tema en esos días, pero estaba por demás hacerlo porque no quería arruinar esa noche. Terminaban por estar en el departamento del menor, sentados en medio de la sala con violín en mano. El castaño empezaba con un mini concierto en honor a su amado, “Habanera” sonaba con fuerza, pasión, esfuerzo mientras Tadashi cerraba sus ojos. El castaño movía sus dedos en las cuerdas y deslizaba el arco con calma mientras Yuuri tarareaba la letra de tan hermosa melodía

 

 

-esto es tan inocente – susurraba Yuuri cuando ambos quedaban frente a frente, solamente iluminados con la luz tenue de una vela blanca que por alguna razón colocaron en medio de la habitación

- ¿te molesta acaso? – susurraba Tadashi como si fueran un par de adolescentes que se reunían en una noche para confesar un secreto

-por el contrario – sonreía quedito mientras entrelazaba sus dedos con los de su amigo, novio y amante – es lo que cualquiera desearía, ¿no? – se acercaba entonces hasta el castaño, detallaba el rostro ajeno con la punta de los dedos en una fina caricia

-puede ser – susurraba mientras le quitaba aquellos lentes a Yuuri, a la vez que dejaba un rastro de besos en el puente de la nariz y ascendía hasta la frente – pero siempre es lindo hacerlo

-parecemos una pareja casada que se escapa de sus hijos – reía al sentir la ligereza de su atuendo, gateando hasta posarse sobre el regazo ajeno y abrazarlo con delicadeza

-cásate conmigo – susurraba sobre los labios de Yuuri y el otro soltaba un suspiro

-aun no me convences – reía bajito al sentir las manos del artista subir por su espalda – debes esforzarte más

-¿cómo podré hacer eso? – decía fingiendo pánico mientras deslizaba su nariz por el cuello ajeno y enredaba sus dedos por las hebras negras, sedosas y largas – ¿con besos? – depositaba uno en la quijada ajena y sonreía al escuchar un leve suspiro – ¿con flores? – con delicadeza lo abrazaba mientras lo recostaba en aquella mullida cama – ¿con palabras? – susurraba en el oído ajeno a la vez que encontraba el camino para ubicarse en medio de esas piernas esbeltas y bonitas – ¿con comida? – reía y Yuuri le seguía

- ¿quieres engordarme de nuevo? – lo atraía cerca de su rostro para besarlo mientras rodeaba aquella cintura con sus piernas

-eras muy bello así – susurraba mientras su mano ascendía por el vientre ajeno en una caricia que arrancaba un gemido bajito – lo eres ahora también

-tener a tu cama a un gordito… ¿no te molestaría?

- ¿de qué hablas? – sonreía besándolo con delicadeza, succionando levemente el labio inferior de Yuuri – yo me enamoré de ti de esa forma… fantaseaba contigo de aquella forma

-así que eso hacías – se sonrojaba potentemente. Sentirse deseado incluso desde aquella época subiría el ego de cualquiera – que interesante

-lo hacía cuando tu rostro era levemente redondito – confesó Tadashi mientras con su dedo repasaba la cicatriz en el vientre de Yuuri – lo hago ahora que tu vientre es plano y seguramente lo seguiré haciendo con la forma que decidas mantener – sin temor siquiera deslizaba sus manos por las piernas que lo acogían y rozaba su cuerpo con el ajeno haciendo denotar las reacciones propias de aquel acto – porque es mi Yuuri a quien deseo

-dices cosas muy cursis a veces – sonreía antes de acallar al otro con sus labios

 

 

Un beso, tal vez dos, tres… cuatro… miles. ¿Quién los contaba? Alguien concentrado tal vez, pero ellos no lo estaban en ese momento. Se desbordaban en caricias, en roces, en susurros, gemidos y suspiros. La piel contraria sabía a gloria, el cántico ajeno era preciado, la pureza de sus gestos perdía sentido cuando la desnudez los acogía y se aferraban el uno al otro con la necesidad invadiéndoles. ¿Cuán amado podía sentirse? Yuuri no sabía con exactitud, pero sintiendo la lengua juguetona sobre cada uno de sus pezones le daba una leve respuesta mientras en su mente se hacían líos las preguntas. Lanzaba un gemido largo cuando sentía el calor expandirse con potencia porque esos dedos los tocaban como si a un cristal se tratase. Repetía el nombre ajeno mientras era explorado y le encantaba escuchar el suyo de aquellos labios mientras era él quien exploraba

Yuuri veía a Tadashi besarle cada porción de piel y sonreír, alternaba su cuerpo con sus labios, alternaba caricias con lamidas. La mirada llena de emociones conocidas se denotaba entre ellos y aquellos dedos se enredaban con delicadeza mientras el placer aumentaba. Yuuri gemía complacido cuando veía a Tadashi entre sus piernas, la exquisita experiencia adulta era simplemente única cuando no era forzada. Aun se sonrojaba al ver como su propia esencia era tragada con gula o como escapaba de entre esos labios que le susurraban palabras de amor cada día. El azabache lidiaba con la vergüenza cuando se daba cuenta que de nuevo era él quien sentía infinito placer sin pensar en el ajeno y se redimía al tomar el control de aquello

 

 

-Ta-Tadashi – suspiraba mientras se abrazaba al castaño y movía sus caderas mientras esos dedos invadían su ser – yo… ya estoy… bien

-que apurado – susurraba con el tono más ronco mientras sacaba sus dígitos de aquella cavidad y los lamía con paciencia – Yuuri – susurraba sobre los labios ajenos antes de besarlo

-déjame hacerlo – sonreía dándole vuelta al asunto y sentándose en el vientre de Tadashi, quien solo sonreía en respuesta mientras le acariciaba las piernas – agh… ah – soltaba leves jadeos, gemidos, sollozos, no sabía exactamente. Se dejaba llevar por aquel acto y dejaba que lo invadieran por completo, aceptando al intruso con placer

-tranquilo – susurraba elevándose levemente hasta alcanzar los labios ajenos y tomarlos con ternura – acostúmbrate – susurraba mientras deslizaba sus manos por el cuerpo a disposición, detallando la figura, aspirando el aroma del ambiente, tomando un mechón entre sus dedos y besándolo con soltura

-Tadashi – repetía mientras lo rodeaba con sus brazos por el cuello y empezaba con el movimiento lento, disfrutando de cada roce, de la sensación un poco dolorosa en principio, de la dulzura del toque que lo distraía, del placer que le cedían al atenderlo en aquella parte urgida – mi Tadashi – decía con posesión mientras usaba las manos ajenas y las entrelazaba dándose soporte para el ascenso y descenso que empezaba a desenfrenarse

 

 

Las lágrimas caían por el rostro inmaculado de Yuuri, el sudor perlaba ambos cuerpos, el deseo se volvía insoportable, el abismo de la lujuria los cobijaba mientras todo lo demás dejaba de importar. Era entonces que Tadashi tomaba el control del momento, recostando al azabache, admirándolo gemir, disfrutarlo tanto como su amante. Las caricias en las piernas, los besos, las mordidas leves, los susurros de un “te amo” que los llevaba al último escalón de pasión en sus cuerpos. Los espasmos entonces llegaban, la respiración ya no era suficiente, sus pechos no soportaban la presión. Un grito largo, un gruñido profundo, su unión culminada en un orgasmo mutuo y en un beso que sus cuerpos temblorosos cedían. Tan adulto, tan romántico… tan de ellos

 

 

-te extrañaré – susurraba Yuuri ya recostado en aquella cama, respirando con normalidad después del leve descanso – te extrañaré mucho – susurraba mientras apretaba las sábanas, soltaba un gemido al sentir las mordidas en su cintura y los besos que ascendían por su espalda

-¿es pecado decir que yo te extrañaré más? – susurraba besando el hombro de Yuuri y recostando su cuerpo encima del ajeno

-lo es – sonreía girando su rostro para besarlo – lo es

-te amo – soltaba Tadashi con seguridad y una sonrisa se dibujaba en su rostro

-yo tam… – pero sus labios eran sellados por los ajenos y solo podía suspirar… porque aún no era adecuado terminar con aquella frase y aun así… ansiaba que cuando lo fuera… su vida ya tuviera sendero fijo

-disfrutemos del tiempo actual –

 

 

¿Cuántas palabras podrían ser dichas y escuchadas? Y a pesar de eso nada cambiaba. Los hechos son los que valían, las vivencias, las decisiones… y todavía les quedaba mucho por hacer

 

 

Continuará… 

 

 

Notas finales:

Creo que me puse romántica el día de hoy, y quería hacer un lemon dulce, ese par se lo merecía antes de la separación y antes de los problemas ^^

Yo les agradezco a las personitas que se dan un tiempo de leer esta pequeña historia, si a alguien le gusta mi objetivo está cumplido ^^

Muchos besos~

Nos veremos~


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