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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

De nuevo dejando un capítulo por aquí

Espero que lo disfruten 

 

 

 

 

Despedirse en el aeropuerto no fue posible para todos, porque la fecha en que Tadashi partía era en concordancia con las clases de Ely y las actividades laborales de los demás. Tal vez Tadashi solo quiso darle la oportunidad a su pequeña para faltar ese día a su obligación escolar, un pequeño obsequio de despedida. Un abrazo, un beso, una reunión en el aeropuerto en la que solo tres personas participaban, pues las demás ya se despidieron el día anterior o esa misma mañana. Se deseaban buena suerte, se demostraban añoranza con tan solo la idea de la partida. Tadashi cargaba a su niña en brazos diciéndole que el mes pasaría rápido y que a principios de febrero estaría de vuelta con algún corte de cabello nuevo que pudiera presumir. Reían por la ocurrencia, suspiraban por la separación y al final se susurraban cosas que hasta ese momento podían decir

 

 

—Yuuri… te he visto admirarlo de lejos – Tadashi se abrazó a Yuuri con necesidad y leve inseguridad

—estás equivocado — cerró sus ojos apreciando la caricia en su espalda

—no me enfadaré si al regresar, tú ya has decidido — dijo con melancolía, escondiendo su malestar – eres libre, eres fuerte, eres tú – sonrió al separarse y admirar las lágrimas acumuladas en la comisura de aquellos ojos color otoño

-no digas tonterías – se quejó limpiándose aquello y viendo a su hija revolotear con algo que compró para Tadashi. Ely ya se acercaba con una sonrisa, pues le permitieron ir a la pequeña tienda solo para darse unos momentos de privacidad – Tadashi yo no…

-yo te amo – sonrió antes de darle un beso, uno más largo que los demás, uno dulce y cálido… pero que sabía a despedida

 

 

La risita de Ely cortó lo que Yuuri iba a decir, el reclamo por aquella inesperada inseguridad que el castaño le mostró, sintió una punzada en su pecho por el tono usado. La pequeña entonces tomó su atención y Tadashi solo sonrió, librándose así de cualquier plática innecesaria que arruinara la despedida, escogió bien el momento de soltar las palabras que tenía atoradas. El castaño acarició la mejilla de Elizabeth justo antes de besarla y después repitió la acción con la persona que cargaba a la pequeña en brazos. Se dio una promesa de regresar pronto, una mirada llena de ternura, una caricia sutil y la partida. Yuuri entonces sintió esa necesidad de no soltar la mano de aquel hombre, pero no pudo retenerlo, no debía retenerlo, puesto que ya antes lo había hecho y no era lo adecuado. Tadashi se despedía con su mano, mostrando esa aura radiante y hasta un poco despistada que desapareció después de que se perdiera detrás de una puerta de cristal. Llegaba entonces la cuestión en la mente de Yuuri «¿por qué dijo aquello? ¿era libre? ¿Tadashi vio algo más? ¿sabía algo más? ¿qué cosa sabía?»

Caminó a casa con calma, tomado de la mano de su hija y meditando las palabras de Tadashi. No tenía idea de qué vio Tadashi para que dijera todo eso, pero no creía que podía ser demasiado grave, después de todo ambos estaban enamorados y… ¿qué vio Tadashi? ¿Qué no se había dado cuenta de sí mismo? Yuuri suspiró pesadamente, no le gustaba sentir las dudas en su cabeza por cosas que pasaron de repente. Yuuri tenía las cosas claras, sabía lo que quería, sabía lo que no quería y al final terminó enfadándose con Tadashi por decirle aquello y hacer que su cabeza se llenase de dudas sin fundamento. Ely lo despistó entonces, porque el día en que faltó a la escuela debía ser aprovechado de inmediato y nada mejor que ir a patinar para olvidarse de las cosas

Corrían juntos como cualquier par de chiquillos haciendo travesuras. Su relación padre e hija siempre fue fuerte, se confiaban secretos, se motivaban a seguir adelante, se necesitaban cerca a pesar de que cada uno tenía su vida hecha. No estaban decaídos por la partida de Tadashi porque sabían que el castaño los llamaría cada día, cada que fuera posible y que regresaría en un mes, eso era lo importante. Era así que terminaban en la pista de hielo, juntos, haciendo un par de volteretas, cargadas que Yuuri hacía por pura diversión con Ely. La pequeña adoraba extender sus manos y fingir que volaba en manos de su padre, las trillizas se les unían, la música sonaba y entre todos coreografiaban alguna cosa que se sabían de memoria. Al final Loop pedía que Yuuri hiciera alguna de las rutinas que lo caracterizaban en los años anteriores y Yuuri no se negaba, porque recordar al menos un poquito de lo que solía hacer, le subía el ánimo

 

 

—¿no crees que parece un ángel? – susurraba Lutz mientras filmaba la coreografía libre de Yuuri – no ha dejado de sorprenderme

—a mí tampoco – susurraba Axel – no pierde esa linda postura

—papi es genial

—si Viktor lo hubiese seguido entrenando, ahora también seria pentacampeón – susurraba Loop

—fue un desperdicio que renunciara – todas se sorprendieron al escuchar ese susurro varonil a su lado y estuvieron a punto de gritar de no ser porque reconocieron el cabello rubio que ondeaba levemente por el movimiento de Yuri – Yuuri pudo haber fascinado a muchos

—y la fama se le hubiese acabado – susurraba Yuko, quien había llegado junto con el ruso rubio – tal vez Viktor lo hubiese lastimado más aún. ¿No crees?

—podría ser, pero eso ayudaría a forjar su carácter – discutió Yurio

—Yuuri ya tiene su carácter forjado. Con Viktor o sin él, lo hubiese hecho de todas formas – la castaña sonreía en respuesta – después de todo, una hija siempre cambia a los padres

 

 

Los movimientos de las manos de Yuuri seguían siendo bellos, la expresión de tristeza y de emoción también eran hermosos, aun se deslizaba con gracia y emitía esa aura que fascinaba. Yuri había observado de lejos al japonés por mucho tiempo, demasiado, y en su juventud el hecho de ser contrincantes no detuvo aquello, pero si lo hizo su carácter. Si en esa época hubiese sido más honesto, amable y otras cosas, tal vez no hubiese dejado que Viktor se robara al katsudon. Ese viejo no merecía a tan cálida persona a su lado, Yuri lo sabía, porque conocía a Viktor y sabía que detrás de esa linda carita, había un ser un tanto retorcido, y aún más atrás, había una serpiente venenosa que lo envolvía protectoramente

Yuri siempre se recriminó el hecho de no haber abierto su maldita boca para al menos advertirle a Yuuri de lo que se estaba poniendo sobre los hombros cuando aceptó a Viktor en su vida. Los celos, la desilusión, el orgullo roto hicieron que el ruso callara esa maldita información que él tenía escrita en sus propias experiencias. Ahora Yurio se arrepentía infinitamente y quería golpearse fuerte por su tamaña estupidez. Si tan solo no hubiese actuado de forma infantil en aquel tiempo, creyendo que cuando el japonés se diera cuenta se alejaría de inmediato de Viktor. Si tan solo a sus quince años hubiese sido más valiente, tanto como para aventarse a alguien que le superaba con ocho años, ¡era un alfa por Dios! ¡¿Cómo no fue capaz de al menos demostrarle su interés al katsudon?! Pero ya no podía hacer nada y solo le quedaba redimirse

Entonces, cuando la rutina, la música y el ambiente se acababa, Yurio sonreía pues el katsudon cerraba sus ojos y sonreía emocionado, con las mejillas rojas y agarrándose el pecho. Se notaba que Yuuri extrañaba aquello, ¿cómo no hacerlo? Según sabía Yuri, el patinaje siempre fue la vida del japonés. Las mujeres aplaudían entusiasmadas y el sonrojo de Yuuri se volvía más notable, los piropos bromistas llegaban, la pequeña mocosa saltaba a la pista de patinaje queriendo imitar al padre, porque le encantaba la tonada original, “Yuuri on ice”. Y era allí que Yurio se dejaba llevar, el primer pie en colocarse en el hielo fue su más grande reto, porque haría eso con espectadores y aun así mandó todo al carajo para seguir

 

 

—aun eres bueno, katsudon – decía al pasar junto al japonés y deslizarse rodeándolo en un círculo perfecto

—gracias – sonreía emocionado mientras dejaba a su cuerpo desplazarse con lentitud por aquel lugar

—pero has perdido la soltura en algunos saltos

—lo sé – reía bajito – siempre tan sincero Yurio

—es la única forma en la que se puede ayudar a alguien – sonreía mientras con un movimiento rápido tomaba la mano del japonés y lo obligaba a patinar junto a él – vamos

—¿qué haces? – decía un poco impresionado por el acto repentino, pues Yuri no era demasiado apegado a dar espectáculos 

—no he patinado en pareja todavía – confesaba con un leve sonrojo, esa fue una frase demasiado declaratoria – es bueno tener a una pareja que llene tus expectativas

—¿qué quieres decir?

—patina conmigo, Yuuri

—sabes que no lo hago de forma correcta. La senda profesional yo la abandoné hace tiempo

—no es una competencia – decía atrayéndolo hacia su cuerpo para susurrarle en el oído – solo es por diversión, por placer

 

 

Yurio se alejaba lo suficiente como para ver el rostro que definitivamente estaba todo rojo. Inclusive esas bonitas orejas delicadas. Esa pequeña reacción era como una inyección de “felicitis aguditis” para el ruso, quien se reía bajito mostrando sus hermosos dientes blancos y arrugaba levemente la nariz. Yuuri no había visto una sonrisa así de sincera, al menos no de cerca, así que le correspondió con otra igual. Solo por esa vez se permitieron patinar juntos, solo por pocos minutos ya que, por raro que pareciera, no tuvieron interrupciones, tal vez era porque Lutz agarró a Ely para que no saliera en el video que ellas grababan para subirlo a las redes sociales. Pero poco después, una pequeña de cabellos platas aparecía con una pregunta que sorprendió a Yurio, “¿por qué le sonríes así a mi papi? ¿Tal vez te gusta?” la pequeña de ojos marrones era simplemente inoportuna según Yurio, pero para Yuuri era simplemente una niña curiosa

Yuuri le cortaba la pregunta a Ely con solo un jalón en la mano para empezar a deslizarse en el hielo. La llamaba para patinar la misma coreografía que hizo con Yurio, teniendo cuidado de guiarla y hacer los pasos más básicos, sonriendo en esplendor porque Ely disfrutaba de aquello y así Yurio evitaba responder a las cosas que seguramente eran vergonzosas para él. Pero detrás de eso también estaba el interés propio, porque Yuuri no quiso escuchar la respuesta a esa pregunta inocente. Por el momento, en lo único que pensaba Yuuri era en recibir la llamada de Tadashi avisando que llegó a su primer destino y ese era Francia. Muchos pensarían que lo que el japonés hacía al evitar escuchar una declaración, era huir de la realidad, de los diferentes senderos, simulando vendarse los ojos después de haberse aprendido el camino correcto a seguir, pero para Yuuri era simplemente mantenerse firme en su propio sendero, el mismo que él forjó con esfuerzo

Sin Tadashi cerca, Yurio veía oportunidades donde antes solo encontraba una pared impenetrable, se sentía un poco más libre de actuar a pesar de que Viktor aun siguiera rondando los alrededores. El rubio sólo tenía en mente demostrar sus sentimientos hacia el japonés y a su vez interactuar con la pequeña Ely, porque sabía que, si se ganaba a uno, el otro debería estar también incluido en los planes. Era entonces que Yurio se quitó la venda parcial de sus ojos y observó con detenimiento su alrededor. Sin estrés y sin alguien que lo opacara, se dio cuenta que… esa familia era esplendida. Todos parecían saber lo que pensaba el otro, desde Hiroko hasta la pequeña Ely, todos hablaban con palabras, pero se entendían con miradas y cuando intentó unirse a ese ciclo, lo encontró malditamente divertido e interesante.

Cuando veía a Mari cargar alguna cosa por ahí, él se ofrecía a ayudar. Cuando el ruso estaba cansado, era Hiroko quien le ofrecía un descanso relevándolo de las tareas. Ely llegaba a casa con energías recargadas y él se incluía en esa energía. No supo cómo diablos terminó peleando con Ely mientras preparaban la mesa, tampoco se dio cuenta cuando terminaba teniendo una lluvia de ideas con Yuuri y Ely para que la menor terminara con sus labores escolares y mucho menos se dio cuenta en qué momento se paraba fuera de la habitación de Ely para escuchar la historia que Yuuri le leía a la pequeña. Se dio cuenta que meterse en ese círculo familiar era sencillo si ponías de tu parte

El tiempo pasaba como siempre, la rutina variaba ciertas veces. Yuuri ahora trabajaba en la tienda de música que Tadashi dejó a disposición de los Katsuki. Yurio se incluyó en aquello también, al principio el motivo fue proteger a Yuuri de alguna visita indeseada por parte de Viktor y después simplemente fue por ver la emoción de Yuuri cuando se ponía a practicar con la flauta al no había clientes. El rubio entonces entendía la belleza en ese arte, porque de la misma forma que Yuuri mostraba pasión en el hielo, lo demostraba mientras sus dedos se movían con agilidad por el arpa, la flauta traversa y el shamisen. Cuando veías a Yuuri no podías dejar de hacerlo, porque si lo hacías pareciera que te perdieras de la parte más importante de una historia mágica

 

 

—te ves realmente hermoso – mencionó el ruso rubio cuando Yuuri se alistaba para tocar en un restaurante

—gracias – sonreía divertido al ver el rubor del rubio, quien al parecer dijo aquello en voz alta en vez de solo pensarlo

—en verdad te ves muy lindo papi – sonreía Ely, pues ella y Yurio estaban como clientes en el restaurante donde Yuuri estaría de músico – me gusta tu kimono

—coman lo que quieran, el dueño invita – decía Yuuri mientras se alejaba de ambos

—a ver… ¿qué quiero? – Ely tomaba el menú, era tarde, las cinco para ser exactos. Yuuri aceptaba entonces trabajar como músico solo por un par de horas y Ely podía ir a verlo con Yurio, Mari o con quien desease acompañarlos – esto… ¿y tú, gatito?

—deja de llamarme así – discutía frunciendo su ceño, pero la risita de la mocosa le hacía relajarse de nuevo – tu risa es tan bella como la de Yuuri

—gracias – decía emocionada – es el primer alago que me das, ¿acaso te estás volviendo más amable?

—no – dijo desviando su mirada – es porque me recuerdas a Yuuri

—gracias igualmente – sonreía con diversión, mostrando un rubor en sus mejillas – me gusta parecerme a papi

—¿y Viktor? ¿No te gustaría parecerte a él?

—¿por qué desearía eso? – decía ladeando su cabeza

—es tu padre biológico, ¿no?

—lo es – dijo con seriedad – pero no por eso quiero parecerme a él. Ni siquiera sé cómo es

—¿no has estado saliendo con él y con Yuuri bastante seguido? — platicar con la mocosa era interesante, pues la pequeña era bastante despierta y sabía de todo un poco. Eso contrastaba con lo infantil de su apariencia o comportamiento

—sí, pero aun no puedo conocerlo de verdad – decía mientras hacían su pedido – me falta mucho. Hasta ahora solo hemos salido por ahí a jugar y he visto como Viktor mira a papi

—¿cómo lo mira? — su curiosidad despertó de repente, podía sacarle información a Ely para saber cómo actuar

—con cara de cachorro. Sonríe, hace una mueca infantil y después sigue divirtiéndose conmigo

—sigue igual de inmaduro

—tú también lo eres – decía con seriedad haciendo contacto con esos ojos verdosos del ruso – tienes la misma sonrisa tonta cuando ves a papi

—eres una mocosa atrevida, ¿sabes? — fue descubierto y para disimular sus mejillas sonrojadas con sutileza, recurría a la pelea

—¡tú eres el mocoso aquí! – se quejaba sacándole la lengua y aun así Ely terminaba riéndose

 

 

Lo único que cortaba esa pequeña riña entre adulto e infante, era el sonido del arpa que Yuuri empezaba a tocar. El japonés solía soltarse el cabello para que cayera sobre sus hombros mientras sus dedos manipulaban las cuerdas, eso le daba un toque más femenino y delicado, era agradable para la vista. Los ojos del japonés no se separaban del instrumento, a veces los cerraba, pero era tal la concentración que no desafinaba en ningún momento y solo se limitaba a sonreír perdiéndose en cada nota, como si pudiera tocarla y envolverse con ella. Yurio entonces se perdía admirando al artista, no era el único, los demás también lo hacían, había quienes incluso les importaba poco dejar enfriar su comida con tal de no perderse de cada movimiento o expresión que Yuuri les brindaba. Yurio entonces sentía un poco de celos, porque no podía monopolizar esa belleza para sí mismo… era necesario compartirla con el mundo… y eso lo ponía de malas, porque esos pensamientos eran los de Tadashi y no quería entenderlo. Yurio no quería aceptar que ese castaño tenía razón y peor aún, que no lo descubrió antes que ese beta

Yurio no era el único disfrutando de aquello, pero si era el que lo hacía de cerca, porque cierto ruso de cabellos platas lo hacía desde la puerta, pues no había entrado por temor a una pelea frente a Ely. Viktor sonreía con ternura mientras veía como Yuuri mostraba su esplendor mientras tocaba, era como lo recordaba, un brillante ángel que tenía que ser manchado un poco para que su pureza no atrajera seres despreciables. Lo que era puro en extremo, corría riesgo de ser destruido de a poco y por eso, Viktor lo acogió en sus brazos, dejando un dije de tizne en esas alas blancas que Yuuri poseía. Lo marcó, lo acunó en sus brazos, le enseñó muchas cosas y lo hizo fuerte, no se arrepentía de la mayoría de cosas que hizo, pero de la única que dudaba era de haber dejado a Yuuri a su suerte en ese país. Era por eso que Viktor tenía la intención de reparar las cosas. Ya estaba consiguiendo hacerlo con su hija, visitándola, conociéndola, amándola con todo… pero faltaba Yuuri, faltaba el más importante y sin el cual no podía avanzar

Viktor entonces salió del lugar, esperaría a ver quién sale primero para analizar su próximo accionar. No tuvo que esperar demasiado, porque Yurio se mostraba altivo, creyéndose el dueño del mundo y detrás de él, una pequeña de cabellos brillantes saltaba sujetando una bolsita con el logo del restaurante. Yurio entonces tomaba la mano que la pequeña le extendía y empezaban la caminata. Viktor los vigiló un rato, al menos hasta que los vio desaparecer a lo lejos, en la dirección de la casa de Yuuri, así que dedujo que volverían a su hogar, pero también supo que Yuuri se quedaría solo. Tal vez no mucho tiempo, pero al menos era algo y debía aprovecharlo. El ruso fue paciente, y al sentir que el tiempo no estaba a su favor o que su ansiedad no lo dejaba estar en paz, tuvo que entrar al restaurante, pidió una mesa y disfrutó del espectáculo en un lugar alejado del escenario para no incomodar a Yuuri. Logró pasar desapercibido en ese tiempo en donde la hermosura se apreció, al menos hasta que al parecer Yuuri terminaba su turno y reverenciaba a los clientes para poder retirarse. Era el turno de actuar para el ruso, él se acercaba a paso calmado hacia aquel muchacho con kimono

 

 

—¿te ayudo?

—no gracias… Viktor-san – le tomó dos segundos reconocer aquella voz, tal vez porque aún estaba embelesado por la historia que la canción que tocaba detallaba. Dos amantes en el cielo y eso le traía recuerdos dulces – pero ¿qué hace aquí? — decía mientras empezaba a recoger sus cosas

—pasé por aquí y escuché música suave – sonriendo y a pesar de que Yuuri se negó a ser ayudado para guardar los instrumentos, de todas formas, Viktor lo hizo. En poco tiempo estaba admirado como Yuuri suspiraba profundo antes de recibir el agradecimiento del jefe, o eso supuso Viktor – ¿quieres caminar un rato conmigo? – le preguntó cuándo Yuuri ya parecía listo para regresar a casa. Estaba cambiado, llevando ropa normal y con el cabello recogido

—lo siento, pero no me apetece, Viktor-san – decía con calma mientras caminaba en dirección a su hogar – además vendrán por mi seguramente

—te acompaño hasta que lleguen

—Viktor-san – dijo con calma – yo sé que quieres compartir momentos con Ely, pero no te fuerces a compartirlos conmigo

—Yuuri, yo quiero compartir tiempo contigo. Charlar, reír un rato, cosas como esa

—ya lo ha intentado antes y siempre termina queriéndome forzar a un beso que no es de mi agrado – dijo manteniendo distancia del ruso, quería tener sus defensas en alto en contra de aquel hombre

—lamento aquello – pronunció con calma y Yuuri lo miró de frente, seguro estaba sorprendido por esa disculpa – estaba un poco salido de mis casillas, fueron demasiadas cosas de un solo golpe… pero me detuviste cuando creíste necesario — sonrió con un poco de incomodidad, pues en una de esas defensas, Yuuri lo pateó allí, donde dolía peor que la mejor tortura

—¿Irina no le contó de mí? ¿De Ely?

— mi madre estaba tan sorprendida como yo al ver la entrevista donde Ely habló… además, mi madre no te ha visto desde esa vez en donde nos reunimos los Katsuki y los Nikiforov

—Viktor-san – suspiró, Yuuri decidió simplemente decirle – Irina ha venido muchas veces a verme

—¿como? — su impresión era normal, él no tenía conocimiento de aquello

—¿no se lo dijo? — fingió estar sorprendido, pero aquello simplemente fue predecible

—¿por qué mi madre haría eso? No tenía razón para venir a verte

—para advertirme de muchas cosas, aunque en realidad fueron amenazas para que no lo buscara. Ella vino para mandarme al demonio con una sonrisa… cosas como esa – dijo mientras pensaba que tal vez Viktor se pondría histérico, y antes de que empezara a discutir decidió pararlo – olvide lo que dije. Irina es su madre… no me creerá y no quiero pelear

—sé que mi madre tiene un carácter difícil… pero es porque está dolida… ella pudo hacer eso, pero discúlpala por favor – pidió con arrepentimiento, vergüenza al parecer – no pensé que fuera capaz

—lo fue – le cortó el discursito porque no quería escuchar bellas disculpas y creérselas – nunca perdió oportunidad para ofenderme, pero eso ya no importa, así que olvídelo

—¿cómo hacerlo? Te ha ofendido Yuuri… a ti, a la persona que yo amo

—basta Viktor-san – le dijo mirándolo con enfado, estaba advirtiéndole – no diga eso, no lo creo, no quiero escucharlo y no quiero pelear… no quiero que al verlo me dé agriera. Debo estar bien cuando Ely sale usted y debo acompañarla

—Yuuri… en verdad yo no quiero pelear – dijo con súplica en sus ojos azules – solo quiero charlar un rato, aclarar las cosas con calma

—ya aclaramos lo que debimos aclarar – dijo retomando su camino y siendo acompañado por Viktor. Yuuri se estaba estresando por aquella situación, pero decidió simplemente seguirle el juego al menos hasta que Yuko lo encontrara, puesto que iba a la pista de hielo

—Yuuri, no me evites, no me ignores… puede ser que las cosas entre nosotros no terminaron bien… sé que cometí errores y que tengo la culpa, pero…

—¿al fin se da cuenta? – dijo con ironía mientras se acomodaba los lentes – en serio Viktor-san. No quiero pelear, no quiero escuchar excusas

—tuve que irme… por tu bien — aun así, el ruso continuó con lo que quería decir

—¿por mi bien? – dijo con sarcasmo, riéndose bajito en burla, pero le hervía la sangre al escucharlo – por Dios, ¿sabes lo estúpido que suena eso?

—no quería envolverte en mis problemas — insistió con desespero, pero respiró profundo para retomar la calma y no apresurar nada

—¿problemas? ¿Envolverme en qué problemas?… ¿en su rutina de entrenamiento? ¿En sus locuras nocturnas? ¿No quería que le impidiera tener alguna amante mujer? – dijo con furia contenida. Era verdad que tenía rencores ahogados que quería soltar – lo que usted no quería era tener a alguien que fuera un peso que cargar… eso me dio a entender y la verdad creo que hasta lo dijo por teléfono… y hasta lo escuché cuando… no importa — se frotaba la sien en busca de paciencia, no quería recordar aquello

—¡no era así!… tenía problemas y no quería que tú te vieras afectado por eso también… yo quería protegerte — soltó con angustia porque el otro ni lo miraba y seguían caminando por aquellas calles donde las miradas a veces se posaban en ellos

—Viktor-san… deje de mentir – le reclamó con enfado, apretando sus dientes y puños – usted dejó de querer tenerme a tu lado. Me vio como un grillete o algo así… ¡solo dígamelo de frente y hasta eso lo apreciaría más que una mentira! – le dijo intentando calmarse un poco

—mi padre estaba muriendo – pronunció de pronto y Yuuri se quedó callado – sabes que mi padre murió hace algunos años, ¿verdad?

—si – respondió mirándolo de frente – quise llamarlo muchas veces para darle el pésame, para ver si necesitaba algo y tal vez ayudar… pero usted jamás me respondió

—cuando te dejé, mi padre ya estaba enfermando – se explicó con calma, pero su mirada mostraba dolor ante los recuerdos – yo debía apoyar a mi madre, no dejarla sola. Debía también apoyarlo a él y por eso yo debía ser fuerte

—¿y eso que tiene que ver con protegerme? – dijo con tristeza, tal vez era demasiado empático y por eso le afectaba el dolor de esa mirada – explícame — su voz parecía una súplica, no pudo controlarla

—mi familia sufría, yo era el pilar en ese entonces… no podía soportar todo eso y no quería pasarte el peso a ti también… no quise que sufrieras eso conmigo porque fue demasiado duro

—yo me hubiese ido con usted, Viktor-san – dijo mirándolo con melancolía. Pensar en esos días reflejaba el amor infinito que expresaba y que Viktor no supo valorar – hubiese deseado ayudarlo en lo que hubiese necesitado. Pude apoyarlo, ser su soporte… hubiese aliviado su dolor o al menos lo hubiese intentado — estaba hablando en forma hipotética, tratando de mentalizarse las cosas que hubiese hecho en ese entonces, si las cosas hubiesen tomado caminos diferentes… y esos “hubiese” eran tan dolorosos, porque la oportunidad ya pasó y jamás volvería  

—yo te dejé… porque no quería que me vieras destrozado –con tranquilidad entonaba cada palabra, aunque a veces su voz se quebraba levemente – fueron meses difíciles, muchos… tal vez dos años – suspiró al recordarlo – yo te abandoné… pero no fue porque quisiera, sino porque era lo correcto

—¿correcto? ¡Eso no fue correcto Viktor-san! — se quejó con indignación, ¿qué clase de raciocinio era ese?

—en ese entonces yo lo creí correcto… y planeaba volver cuando yo lograra superar mi tristeza – lo miraba de frente, expresaba su desesperación, su dolor, lo opaco que adornada el iris color océano – pero… pero

—¿pero qué? – suplicaba una respuesta, suplicaba poder entender su accionar… suplicaba quitarse ese dolor, esa duda, ese odio. Yuuri quería purificar su alma

—cuando yo decidí al fin volver, cuando yo sentí que había superado mi dolor y estaba seguro de que no te contagiaría mis penas… me di cuenta del daño que hice. Reconocí que ya no eran meses, sino años en los que te evité, te abandoné, te colgué llamadas… me sentí basura — sus ojos se aguaron casi instantáneamente y Yuuri se impactó un poco

—lo eres aun – le dijo con los puños apretados – ¿cómo creíste que me sentí?

—por eso no regresé, por eso decidí no volver… porque quería que me superaras, porque sabía que el dolor que te hice no tenía reparo… porque me sentía basura — apretaba sus puños odiándose a sí mismo. Podía sentir eso y mucho más para expresarlo con habilidad

—¡lo hubiese perdonado si me lo explicaba! ¡Si me hubiera dicho de sus problemas, yo le hubiera dado la mano! — estaba indignado, fúrico, anonadado, melancólico y confundido — yo hubiese mostrado una sonrisa sincera. Lo hubiese levantado cada mañana y velado por su salud… por la suya y la su padre hasta el momento en que este diera su último aliento… hubiese apoyado a su madre. Eso hace la familia… incluso si Irina no me hubiese querido cerca, yo simplemente… ¡yo…!

—no quería que sufrieras un rechazo tan duro – dijo con calma – desde que mi padre enfermó, mi madre me quiso con ella. No quería que me alejara, hizo todo por aferrarme a mí y yo la dejé… si te hubiese llevado con nosotros, hubieses sufrido el desprecio en silencio. Yo podía predecirlo y no quería aquello para ti, Yuuri

—no tiene sentido – susurró con dolor, soltando el aire que se obligó a contener y haciendo una mueca de incredulidad – no tiene

—para mi si lo tenía… abandonarte y alejarte de mis problemas, volver cuando todo estuviese mejor… pero cuando me di cuenta de todo el daño, ya no pude hacerlo… y solo cuando vi a Ely en esa entrevista… cuando supe que teníamos una hija reuní el valor para volver, para pedir perdón… pero todo estaba cambiado y yo. Yo reaccioné mal… Yuuri perdóname — su voz salió como un susurro, peor el japonés logró escucharlo a la perfección

—te mandé otras llamadas, probé innumerables formas de captar tu atención – dijo ya sintiendo el escozor en sus ojos – yo… yo… quise traerte de regreso Viktor, yo te hubiese perdonado todo — sintió el dolor en su pecho y su garganta cerrarse. Aunque no quiso, sintió que entendía a ese hombre

—¿puedo pedirte perdón ahora? – lo miró con súplica – perdón, perdón… sé que no es la mejor excusa para mis actos, pero… perdón

—¿qué hay de lo demás? ¿De tus amantes? De tus fiestas y… — se agarró un mechón para mantener su mente centrada y no divagar, quería mantenerse y no caer entre tantas palabras que le eran dichas con la mayor de las agonías

—eso solo lo hice por aparentar, porque mi madre no quería acoso de la prensa – dijo con desesperación, intentando que el azabache lo mirara. Tocó esos hombros con sutileza, pero con suficiente tacto como para ganarse una mirada directa – porque nadie sabía que mi padre moría con cáncer… sólo cuando ya no pude evitarlo y la noticia de que mi padre murió salió a la luz pude relajarme — se relamió los labios, pues la ansiedad le estaba jugando malas pasadas a su cuerpo. Su boca seca, sus manos sudorosas — y aun así seguí fingiendo todo durante meses

—no te creo — declaró al fin… algo en su cabeza le decía que no debía creer en eso

—y cuando me di cuenta de que te había dañado… — ignoró aquella declaración y prosiguió en su oratoria — yo tuve parejas, no lo niego. Traté de olvidarte porque regresar solo sería para dañarte más, para arruinarte la vida… en ese entonces me sentía como la cruz que tu cargarías, porque supuse que ya te formaste una nueva vida y no quería estropearla… quería lo mejor para ti y eso era que me olvidaras. Pensé que al verme con otras personas en los reportajes de la televisión y demás… tú te olvidarías de mi

—no tienes idea de cuánto resentimiento te tengo – dijo mientras sus lágrimas aparecían. Yuuri ya no podía guardar compostura, mucho menos tratarlo con formalidad, le costaba mentalizarse a todo eso – todo suena tan estúpido… tanto que suena a ti – dijo como insulto. Soltaba lo que se le ocurría – fuiste idiota Viktor

—lo sé, pero quiero reparar mi error. Sólo quiero que entiendas… o al menos que lo intentes, Yuuri — lo sujetó por los hombros, porque Yuuri parecía tan frágil que tenía miedo de que cayera y se rompiera

—mi dolor no se irá así de fácil

—entonces no me has olvidado — una risita tonta se le salió sin que se diera cuenta

—no – dijo con furia – y eso es lo peor, Viktor

—aun me amas

—¡no! — se asustó ante esa posibilidad

—estás mintiendo — su mirar cambió de repente a una blanda, pero llena de satisfacción

—¡no lo sé! – declaró con enfado – no lo sé… solo quiero que te alejes de mí, que no me pidas... nada

—perdóname – dijo acercándose al japonés – por favor, perdóname – dijo abrazándolo — Yuuri perdón… yo solo… yo solo no quise que cargaras con mi dolor

—y me heriste más de lo que debías — soltó el aire en un sollozo. Intentó reunir fuerza para separarlo de sí, pero falló miserablemente y sus dedos se quedaron rozando la chaqueta ajena

—empecemos de nuevo — su voz se quebraba, tal vez era la emoción

—ya no puedo hacerlo

—podemos, solo dame una oportunidad

—no — apretó los dientes para mantenerse firme

—perdóname y volvamos a empezar

—no

—Yuuri… sé que soy idiota, pero… perdóname

—¿cómo pudiste pensar que eso estaba bien? – susurró aguantando un sollozo – crié a Ely yo solo por tu culpa. Me sentí una mierda por tu culpa… cada noticia tuya era más dolorosa… cada desprecio, cada…

—lo sé – sollozó como un niño – perdón, perdón. Sé que no tengo justificante, pero… perdón

—está bien – susurró quedito, su alma dolía, su mente punzaba… pero su bondad resaltaba – estás perdonado – con duda lo abrazó, deslizando sus dedos hasta la espalda ajena. Tratando de calmar el llanto del más alto, tratándolo como un niño

—volvamos a empezar

—está bien — susurró

—Yuuri, yo te sigo amando — una sonrisa idiota le adornó el rostro

—… pero yo… no – dijo separándose de a poco, empujándolo con sutileza – lo siento Viktor — se mordió el labio antes de continuar — te perdono por todas esas estupideces que has hecho… pero no más que eso. Ya te lo dije antes. Yo tengo una vida ahora y tú no estás en ella

—Yuuri — su sonrisa se borró instantáneamente, negaba con la cabeza incapaz de aceptar aquello

—nuestra hija es nuestro lazo… pero no por eso volveré contigo… podremos ser destinados, podré haber perdonado todo… pero no más — su voz aún estaba afectaba, pero no desistiría a su decisión

—¡Yuuri!

—no esperes más de lo que te doy, Viktor… por favor… vivamos en armonía… como amigos y nada más — fueron las palabras de Yuuri, quien recomponiendo su ánimo apretaba sus puños y se serenaba. Esa era su última palabra

 

 

Continuará... 

 

Notas finales:

Wow, pensé que no iba a terminar de revisarlo hoy XD

Bueno yo dejaré esto y seguiré escribiendo el borrador. Espero que las personas que sigan leyendo esta historia desde las sombras la disfruten jejeje

Nos veremos~

Besitos~

 


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