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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Y tengo actualización :v

 

 

 

 

 

—¿estás bien Ely? – al día siguiente irían por Tadashi, pero Yuuri vio algo raro en su pequeña hija

—sí, ¿por qué papi?

—estás un poco pálida – se arrodilló para revisarla en detalle – tienes un poquito de calentura — tocaba la frente de su niña especial para cerciorarse

—estoy bien — sonreía para no preocupar a su padre, pero al parecer no funcionó

—vamos. Te abrigaremos un poco y descasarás

—pero quiero ir a la pista hoy. Quería ver si logro hacer ese salto y mostrárselo a daddy — hacía un leve puchero en protesta, pero el mayor no cedería así de fácil

—Ely – Yuuri suspiró antes de cargar a su niña – no quiero que enfermes, así que por ahora no iremos allí

—pero papi – su voz entonces bajaba un tono mientras hacía una mueca de cansancio. Se quejaba con un puchero y Yuuri no pudo evitar recordar a Viktor… se parecían demasiado, mucho más con ese hermoso cabello platinado

—no irás, Ely – dijo besándole la mejilla – vamos. Te acostarás por hoy

—pero quiero ayudar a Mari

—está bien – dijo Yuuri, pues si su pequeña estaba dentro de casa no pasaría nada. Lo único que debía hacer era avisarle a los demás sobre la posible gripe que Ely adquiriría pronto – pero vamos a abrigarte un poco, ¿bien?

 

 

Yuuri no se equivocó ese día, su hija se veía animada en esa tarde, pero al recostarla sintió que la fiebre había llegado con parsimonia. Suspiró pesadamente porque su niña no solía enfermarse seguido, pero cuando lo hacía tardaba en reponerse. Ya había experimentado aquello innumerables veces, cuando Ely se sentía mal eran los peores días de la vida del japonés. El miedo lo volvía un poco paranoico, pues su pequeña era la joya que no quería perder jamás. Aún recuerda el terror que le invadió cuando su pequeña bebita lloraba sin parar con sus mejillas rojas, con solo cuatro meses Elizabeth había cogido un doloroso caso de otitis. No podía imaginarse el dolor de oído en su pequeñita, incluso un adulto se quejaba por eso, no podía pensar lo que sería para un bebé

Había sido una época en que ya había tenido diversos gastos en casa, problemas llegaban con un pequeño ser que requería cuidados. Ante esa enfermedad, el hospital fue su salvación y perdición, pues los medicamentos eran necesarios. Ese día, debido a la desesperación se había ido sin más que unos cuantos dólares en el bolsillo, debían internar a Elizabeth y él obligatoriamente debía comprar los medicamentos que hacían falta. Se hallaba en medio de un llanto que reflejaba su lío emocional cuando tocó el único recuerdo palpable de Viktor. Ahora se reía de su decisión en ese día, vender el anillo, comprar medicamentos… fue bueno y a la vez, fue tonto. Bueno, porque se liberó de una carga pesada. Tonto porque solo debió llamar a sus padres en busca de auxilio antes de tomar decisiones apresuradas, pero era el pasado

Según el médico -un vecino muy amable- que revisó a Ely, era un resfriado, pero tal vez también era una reacción por las diferentes emociones de esos tiempos. Para nadie del vecindario era un secreto que cierto ruso había vuelto para ver a su hija, o que otro ruso había llegado también y que tenía intenciones con Yuuri. Los chismes volaban, pero el pueblo conocía a Yuuri desde hace años, no lo criticarían por nada, sabían que era una persona amable, decidida, fuerte y que ponía a su hija por sobre todos. El médico concluyó en que la partida de Tadashi pudo haber afectado a Elizabeth también, era normal enfermase debido a la emoción, sonaría raro, pero a veces el cuerpo expresaba la ansiedad de esa forma y Yuuri estaba asustado levemente. En el fondo se sentía culpable por eso, a pesar de saber que nadie era el culpable en realidad

Yuuri se vio en la obligación de dejar a Ely en casa, no podía arriesgarla a salir, a pesar de que el frío iba disminuyendo y la primavera poco a poco, lentamente se acercaba. Él sonrió al despedirse de su niña, prometiéndole que sólo iría por Tadashi y lo más rápido que pudiera, volvería. Yuuri iría al aeropuerto junto con Lutz y Loop, porque las jovencitas llevaban un cartel colorido para recibir al músico, mientras que, en casa, Axel cuidaría de Ely mientras los demás preparaban la bienvenida.

Un vuelo retrasado, personas por doquier, un Yuuri ansioso y unas adolescentes que caminaban de un lado a otro averiguando si el vuelo arribó. Era divertido de ver a las dos trillizas de largo cabello castaño en ese revuelo, porque hablaban en concordancia, como si lo hubieran ensayado con anterioridad, mientras preguntaba y en ningún momento dejaron de lado el cartel que fabricaron con sus propias manos. ¿Así serían todas las familias? Yuuri no podría decirlo con seguridad, pero esperaban que todos fueran así, porque era maravilloso

 

 

—¿a quién esperan? – esa voz hizo que las dos muchachas de esbelta figura -pues la adolescencia trasformó su apariencia en concordancia con sus genes maternos en tiempos juveniles-  chillaran debido al susto y cayeran al suelo mientras que un japonés se levantaba con rapidez para enfrentar al osado

­—¡como que!… ¿Tadashi? – decía un poco asustado también, admirando a la persona que les habló por la espalda. Tardó un momento para cortar su regaño y terminar viendo como el mencionado se reía escandalosamente debido a la travesura

—¡lo hice! – se jactaba, pues se había escabullido entre la gente cuando vio a los que esperaban su llegada y quiso darles un susto

—¡arruinaste la bienvenida! – se quejaban las muchachas, quienes, sin perder tiempo, desplegaban el cartel colorido. Olvidándose del susto, lo mostraban y elevaban sus brazos – pero… ¡BIENVENIDO!

—¡gracias! – se reía levantando las manos e imitándolas. En trío lanzaban un pequeño gritito justo antes de que Tadashi chocara sus palmas con las de las muchachas y los abrazos empezaran – debieron ver sus caras. Ustedes dos se asustan de la misma forma

—¡eres malo! – se quejaba Lutz

—arruina planes — acusaba Loop, pero en seguida lo empujaban

— pero saluda primero a Yuuri — coreaban con malicia mientras sacaban sus celulares

—estoy en casa – Tadashi no tenía intención de esperar una reprimenda. Sin aviso se lanzó a abrazar al japonés, pero antes de alcanzar su objetivo, recibía un golpe en su frente que lo detuvo en seco – ¿Yuuri? — al ver a Yuuri se imaginó la razón de ese comportamiento. Las llamadas faltantes por días… pero ya le explicó que la diferencia horaria era un problema, no quiso quitarle horas de sueño por cosas así… aunque también, el hecho de que hubiese arrojado su celular desde el tercer piso del hotel mientras saludaba a uno de sus compañeros que pasaba por la calle, le afectó. Cosas que pasaban

—¡idiota! – le recriminó primero y volvía a golpearle en la frente – ¡te fuiste diciéndome eso y me pasé la primera semana pensando cosas que no venían al caso! – exclamó frunciendo su ceño. ¡Claro que le iba a reclamar aquella despedida ambigua!

—así que ya lo descubriste – sonrió con ternura mirando a Yuuri y esperando una respuesta – dime… ya lo…

—bienvenido – sonreía y sin dejarlo terminar lo abrazaba con fuerza, rodeando el cuello ajeno con sus brazos y besándole la mejilla – mi Tadashi – susurraba en secreto mientras cerraba sus ojos y sentía como era envuelto con delicadeza en un abrazo que expresaba el alivio ajeno – al parecer también tienes esos momentos de duda sobre ti mismo, Tadashi

—creo que me daba miedo que… te arrepintieras de estar conmigo — susurraba emocionado al sentir al fin, el aroma de Yuuri cerca de si

—¿cómo podría? – susurraba alejándose para sonreír con calma. Lo sujetó de las mejillas, deslizando sus dedos por la piel y atraerlo para un beso de reencuentro. Lo hizo sin importarle que la gente los mirara… o que escucharan el clic de una fotografía y las risitas de un par de chicas – vamos… a casa

—¿cómo esta Ely? – el castaño no dejó que Yuuri diera un paso lejos de él, siguió abrazándolo, con la emoción a flor de piel e incluso un leve carmín en sus mejillas. Pero también pensó en su pequeña niña, la de bonitos ojos y preguntó aquello – ¿por qué no está aquí?

—te diste cuenta — una leve sonrisa se le escapó al japonés, quien suspiró al sentir el leve perfume de Tadashi. Un beta que no tenía una asfixiante presencia y que, contrario a lo que muchos decían, lograba calmar la ansiedad del omega

—es mi pequeña, ¿cómo no hacerlo?… ¿le pasó algo? — preguntaba en pánico sujetando a Yuuri de los hombros y alejándolo con cuidado para mirarlo a los ojos – tu silencio me asusta

—vamos. Allá la verás – sonreía y eso certificaba que… no eligió mal

 

 

Tadashi en vez de decir “estoy en casa” al momento de pasar la puerta, pronunció un “¡¿y mi pequeña?!”. Las risas no se hicieron esperar, porque en realidad Tadashi se veía más asustado que el propio Yuuri. Eso a pesar de que seguramente el azabache le debió explicar que no era más que un leve resfriado, debía ser tratado con cuidado, pero no era grave. Era tierno de cierta forma y mucho más cuando una pequeña de cabellos platinados corrió con los brazos abiertos, hasta ser acogida por el castaño que la besaba con alivio al verla de pie. Se reían por la histeria ajena y lo olvidadizo que era Tadashi, pues apenas se daba cuenta que no había recogido su equipaje. Claro que las adolescentes se habían encargado de eso, pero se habían puesto dramáticas asustando a Tadashi por pura diversión y venganza. Esa era la bienvenida de la que Yurio fue testigo en silencio, pues el tiempo se le acabó y odiaba sentirse inferior a un beta

Risas, comida, regalos, juegos con la peluca que Tadashi usó esos días y con el maquillaje que usaba para ocultar su apariencia. Una bienvenida como cualquier otra. Las personas alegres, las pláticas amenas, el alcohol, las competencias, el cansancio. Tadashi se dio tiempo, incluso para platicar con Yurio y ver qué cosas pasaron en su ausencia. Obviamente casi fue ignorado por el ruso y supo que debería esperar una afrenta más dura desde ese día. Su instinto le dictaba problemas. Pero todo tuvo su recompensa cuando pudo de nuevo leer un cuento recostado en una cama con su pequeña Elizabeth y con Yuuri a su lado. Un reparador descanso después de un largo viaje, la acumulación de fuerzas respectivas, porque las cosas tal vez iban a ponerse complicadas

 

 

Otra…

 

 

Irina estaba mirando el enfado de su hijo, quien bebía un poco de alcohol en la sala del departamento que habían rentado en Japón. Ella estaba al tanto de lo sucedido, también había estado conviviendo con Ely bajo la mirada vigilante de Yuuri solo un par de horas cada tres días, porque no podía tolerar más de ese tiempo en cercanía del japonés. Al mismo tiempo evaluaba su plan de acción también, porque en la primavera ella tenía ya planeada una salida de Japón con el triunfo en sus manos. Sonaba tan fácil que desbordaba confianza y pulcritud

 

 

—Viktor, pídele a Yuuri salir a solas con tu hija

—lo haré – dijo sin mirar a su madre – pero dudo que me dé ese privilegio ahora que ha regresado ese beta

—¿por qué no te lo daría? – dijo con leve burla – porque desperdiciaste el tiempo y no lograste lo que querías, Viktor

—mamá, no sé si quieres ayudarme o perjudicarme

—te dije que te despreciaría… él no sabe valorar lo que eres, Viktor – se relajaba, sentándose frente a su hijo – así que ahora olvídate de él y sólo concéntrate en tu hija

—pero simplemente no puedo dejar de amar a Yuuri, mamá — usaba sus manos para gesticular su frase, dejando de lado la copa que traía anteriormente

—¿y él te sabe corresponder ese amor? – hablaba con firmeza, así era su carácter – te marchitas y él no se da cuenta

—estás exagerando

—concéntrate en tu hija entonces. Piensa como atacar por el flanco más débil. Deja de actuar como un niño caprichoso y vuélvete uno inteligente, Viktor

—lo sé – sonrió débilmente – creo que lo intentaré una vez más y después yo…

—ya veo que no te calmarás hasta que ese japonés te destroce el corazón con su rechazo… o al revés… así que está bien. Yo sólo espero que sepas aceptarlo con madurez cuando eso suceda Viktor. Recuerda, yo siempre apoyaré lo que hagas, mi niño — la ternura de una madre, la sonrisa de un hijo. Una familia formada y otra… en la mira

 

 

Protesta…

 

 

El no ser correspondido dolía demasiado, así lo supieron comprobar aquellos que escucharon esa expresión una vez más. Yuuri se había encontrado con los rusos en cierto punto de la mañana, sin siquiera pensarlo. A Yurio lo rechazó en Yu-topia y a Viktor cuando se lo encontró mientras dejaba a Ely en la escuela. La mirada del japonés mostraba decisión y falta de dudas en las palabras dirigidas a los pretendientes que debía detener. Simplemente dijo que nada lo haría cambiar de opinión y los otros dos se vieron en soledad mirando al vacío. Les dolió mucho aquello, tal vez más de lo que imaginaron, un orgullo golpeado y el corazón roto. El uno se resignó porque no iba a forzar nada, el otro se juraba que no iba a acabar de esa forma. Cada quien lo tomaba de forma diferente y cada uno actuaba de forma diferente

 

 

—¿Yurio? — se sorprendió al verlo justo antes de salir de Yu-topia para ir a la tienda de Tadashi — ¿qué sucede? – ladeó su cabeza al ver al rubio reposando la espalda en la entrada de su hogar

—¿por qué lo elegiste a él? — se quejó sin mirar al japonés

—Yurio, podría darte los motivos, pero mi respuesta seguiría siendo la que no quieres escuchar — suspiró antes de pasar de largo, pero su brazo fue detenido por el rubio

—no podrá defenderte si es que alguna vez lo necesitas — su mirada era dura, asemejando al adolecente huraño que años atrás se mostraba

—Yurio, basta — dijo intentando soltarse, quería evitar una discusión, pero el agarre se hizo más fuerte

—necesitas de un alfa que te marque, que te ayude en la época del celo, que te dé seguridad… Yuuri, acepta que un omega sin alfa es simplemente….

—¿simplemente qué? — Yuuri miraba al rubio con incredulidad, pues el más joven se mostraba tosco, rudo, molesto con la misma vida, tal y como era antes — ¿débil? ¿Desdichado? ¿Mal visto por la sociedad? — había escuchado eso muchas veces, repetirlo era frustrante

—Yuuri, sólo quiero protegerte — la voz gruesa, sin toque de amabilidad. Yuuri sintió un escalofrío recorrerle con eso

—no crees que siendo amigos solamente, también puedes hacer eso —lo enfrentó sin elevar mucho su voz. No quería que nadie se alterara por esa plática, o que llegaran a enterarse de la pésima actitud del ruso por un rechazo — no necesito de un alfa para seguir mi vida, Yurio… me voy ahora —intentó zafarse una vez más, pero no pudo. El agarre lo hizo tambalear y después sintió esos brazos rodearlo — Yuri, suéltame

—katsudon — susurró mientras deslizaba su nariz cerca del cuello expuesto por un movimiento errado — ¿sabes que tu celo llegará pronto?

—¿qué? — susurró alejándose con un poquito de temor — aun no es tiempo — alterado, sintió la incomodidad llegarle mientras se alejaba del rubio, porque se veía un poco amenazante

—un alfa puede saberlo. El aroma dulce escapa de ti, apenas es un rastro… tal vez en unos días sea en verdad demasiado fuerte

—¿me quieres proteger de ser marcado? — dijo mirándolo con seriedad, tragándose la incomodidad —¿cómo piensas hacerlo? ¿Marcándome a la fuerza?

—acéptame Yuuri – le espetó con el ceño fruncido —te daré el cielo si quieres, te cuidaré, porque estoy enamorado de ti

—has pensado que tu destinado puede estar por allí, o tal vez está cerca y…

—¿no decías tú, que el destinado a veces no es la persona con la que quieres pasar tu vida? — se acercó a Yuuri, sosteniéndolo del brazo y no lo dejó escapar. Se acercó a él con rapidez, juntando sus rostros hasta que solo centímetros los separaban — yo te quiero a ti

—yo dije eso — lo enfrentó sin miedo — pero tú no eres a la persona que yo elijo… y no puedes simplemente obligar a alguien a corresponderte, Yurio

—estás equivocado con ese beta — su voz subió de tono. Sentía su cuerpo tensarse simplemente con la mención de ese castaño

—cállate Yurio — amenazó con enfado — no digas nada más

—él no te merece… es muy poco — dijo sujetando la cintura del japonés con su brazo y atrayéndolo hacia sí —yo soy lo que necesitas… yo soy…

—yo no te amo — su voz firme, mirada dura y llena de reproche por aquel rudo accionar. Con fuerza lo empujó, pues no quería soportar más ese momento — ahora suéltame, antes de que me obligues a defenderme Yurio… no quiero enfadarme contigo

—¡Yuuri! ¡Acéptame! — sus ojos verdosos despedían rabia, mientras que su aura dominante empezaba a salir. Su lado alfa protestaba

—BASTA — le gritó justo antes de estampar su puño en el rostro ajeno, pues con Yurio debía ser firme. Tenía que lograr que lo soltara — ¡ya basta! — le dio otro golpe al sentir que el agarre no aflojaba. Ninguna mejilla se quedaría sin castigo. Yuuri miró al ruso con furia — acepta un NO… no te aceptaré, ni hoy, ni nunca… así que ya deja de insistir, Yurio — un empujón más y dos pasos para alejarse. Yurio era fuerte, por eso el japonés también tenía que ser rudo

—te arrepentirás — gruñó con la voz grave

—no lo haré… y ahora te pido… por favor, deja esta casa. Acabas de demostrarme que podrías forzarme si quisieras y no quiero correr el riesgo — aquella posibilidad le hizo temblar, pero respiró hondo para no perder la compostura

—si no te fuerzo yo… tal vez lo haga otro alfa. ¿Has pensado en eso Yuuri? Tu única opción para no ser tomado por un desconocido por la fuerza, soy yo

—puedo defenderme

—¡te violarán cuando huelan tu celo! — su paciencia se terminó, sus ojos destellaban furia y su aroma fuerte atemorizaría a cualquiera

—VETE YURIO – dijo con la voz un poco apagada, su cuerpo reaccionó ante el dominio ajeno. Se tuvo que pellizcar uno de sus brazos para no perder la batalla de miradas que mantenían —vete ahora, ¡no quiero verte!

—sabes que tengo razón

—no diré que no me aterra eso — dijo con lágrimas acumulándose en sus ojos debido a la decepción por estar escuchando eso de aquel muchacho al que le tenía cariño — pero eso no pasará porque sé defenderme, porque tengo quien me defienda

—un beta será simplemente inútil ante un alfa — apretó los dientes ante la repetitiva negativa

—deja de hablar así — sintió el escozor en su mirada y una lágrima descender. No era débil, solo estaba dolido al ver al más joven en esa faceta irrazonable

—¡te violarán en frente de él! —rugió Yuri mirando al japonés retroceder cuando él se acercó — ¿lo entiendes?

—por eso quiero que te vayas — limpió sus lágrimas y no apartó la mirada — eres un alfa, ¿no? Debo cuidarme de ustedes entonces… y ahora me acabas de demostrar que tú eres la primera atroz peligrosidad que debo evitar. Vete

 

 

Las palabras podrían afectar a cualquiera, Yuuri no fue la excepción, él sabía los riesgos de un omega sin marca, sin destinado cerca, sin alfa. Podían forzarlo, y eso le daría terror a cualquiera, él mismo conocía ese sentimiento porque ya pasó muchos celos con aquella incertidumbre. Tenía miedo, era verdad, y al ver esa mirada llena de furia en Yurio recordó el pavor a esa época venidera. Yuuri no podía saber qué tan cerca estaba de su celo, tenía una idea de cuando más o menos aparecería y dependiendo de eso, podía prepararse con los medicamentos necesarios, pero los alfas lo olían a distancia y eso le hizo temblar.

Sentir a Yurio tan posesivo, agresivo, mirándolo con rabia y dolor, le dio miedo. Yuuri quería pensar que el rubio no iba a ser una amenaza… pero debía protegerse también de ese muchacho con quien compartió su hogar. Los celos eran duros, pero desde hace mucho los podía enfrentar con supresores, a veces recluyéndose en casa, siendo protegido por sus personas cercanas, pues los betas tenían esa características protectora. Hasta ese punto salió bien librado… se convenció de que eso seguiría de esa forma. Desechó el miedo y volvió a sentirse fuerte al ver como Yurio recogía sus cosas, acatando la orden dada en medio de su pelea. No quiso echarlo, lo trató de evitar, pero Yurio se lo ganó con aquel comportamiento… Yuuri entendió que el ruso era una amenaza, mucho más si su celo estaba cerca

Yuuri recordó la razón por la que odiaba a los alfas, porque les tenía resentimiento, una mala experiencia lo marcó tiempo atrás. Esa especie de persona se dejaba guiar por las feromonas, cometían atrocidades y marcaban parejas sin siquiera pedir autorización. Los omegas eran débiles en esa época, pues segados por la necesidad de reproducción, se dejaban someter… entonces… el miedo sacudió el cuerpo de Yuuri y en esa ocasión se quedó en casa, recluido, siendo acunado por los brazos de Mari a quien le contó lo que pasó. Se sintió frágil y quería seguir en esos brazos un largo tiempo, como cuando era un niño apenas. Tenía el derecho de sentirse impotente ante las atrocidades del mundo, pero también recordaba la razón por la que su mente divagaba en ocasiones. Odiaba a los alfas… pero no debería hacerlo, no podía, no era bueno influir ese odio a su pequeña hija. No quería dañarla con sus propios prejuicios

Las cosas cambiaron en una sola mañana, la paz que se había formado desapareció solamente por una discusión que ni siquiera dio aviso, así lo vio Yuuri y supo la fragilidad de las relaciones con las personas cercanas. Maldijo su naturaleza omega, se recriminó su debilidad, maldijo su celo, maldijo todo en ese día y cuando estaba a punto de maldecir su maldita vida, se detuvo. Su vida era buena, tenía amigos, familia, a su pequeña hija, tenía a Tadashi, felicidad que por años se mantuvo así. Se dio cuenta entonces que las personas que llegaron de repente a su vida tenían la culpa de que ahora estuviera otra vez renegando de su naturaleza. Yurio y Viktor causaron un desorden en su rutina, en su vida pacífica, en sus planes… y tal vez a ellos debía arrojarles todo su odio… pero no lo haría. No era esa clase de personas  

Tadashi vino a verlo unas horas después de aquel incidente con el alfa. El castaño había estado preocupado al no verlo llegar a la tienda, así que dejó todo y fue por Yuuri. El japonés sonrió al verlo en la entrada, se aferró a él en un abrazo que pedía mimos, seguridad y un refugio. Le contó lo sucedido porque quería desahogarse, entonces recibió palabras dulces que le prometían que nada pasaría y quiso confiar en eso. Yuuri se quedó sintiendo el abrazo protector de su pareja, recibió los besos con placer, sintió las caricias sutiles, el aroma ajeno, sutil pero agradable, y sin darse cuenta estaba sintiendo el placer de un simple roce en su cuello. Entonces supo que en realidad su celo se acercaba, Yurio no mentía y eso le dio un escalofrío. ¿Qué pasaría si ese muchacho intentaba algo? ¿O si alguien más lo intentaba?

 

 

—¡papi! — sonreía Ely, pues en esa ocasión había sido traída a casa por su abuela – ¿estás bien? Hoy no fuiste por mi

—lo siento, mi niña — sonreía recibiéndola en brazos – hoy me quede en casa con Tadashi

—¿estás enfermito?

—no — sonrió con ternura por las palaras dulces de su hija — sólo me sentí cansado

—entonces, ¿por qué hueles dulce? — decía sentándose en el regazo de Yuuri y olfateándolo — es raro

—¿me hueles? – dijo impresionado mientras miraba a su hija asentir — Ely… eso es

—huele dulce, es suave, pero es tu aroma – dijo con una sonrisa inocente. Ignoraba las complicaciones de esa sociedad

—entonces – Yuuri sabía que los días previos a su celo, su cuerpo soltaba un aroma sutil y que sólo los alfas podían notarlo. Cuando estaba en el celo, su aroma era tan evidente que hasta los betas podían olerlo, pero antes no… entonces eso significaba una sola cosa – hemos descubierto la naturaleza de Ely — tomó las manos de su hija y las elevó con emoción. ¿Cómo no estarlo? Su hijita estaba creciendo

—¿qué naturaleza? – decía ladeando su cabecita – ¿no soy como papi?

—Ely… sabes que en esta vida existen tres tipos de personas, ¿verdad?

—sí, la tía, los abuelos y en la escuela también me lo dijeron… hay alfas, betas y omegas – sonreía porque recordaba lo que le enseñaron, estaba orgullosa de eso

—si – sonrió besando la mejilla de su hija – y mientras una persona crece, va descubriendo la naturaleza que tiene. Los omegas tienen su primer celo alrededor de los quince años. Los betas no lo tienen… y los alfas…

—¿qué hay con ellos?  ¿Y por qué te ves preocupado, papi? — se quedó viendo la leve duda en la mirada marrón que heredó

—un alfa es especial – sonrió con tranquilidad, se quitó sus prejuicios. Ahora menos que nunca debería tenerlos – un alfa es dominante, es fuerte, es un líder… y sus sentidos son más desarrollados que los demás

—¿en serio?

—los alfas y los omegas son especiales, porque nacen con una pareja destinada. Se dice que son una misma alma — Yuuri recordaba cuando su madre le contaba la misma historia cuando apenas era un niño. Nunca se imaginó que él también daría esa charla

—lo escuché de tía Mari – sonrió – me contó una bonita historia de un príncipe y una princesa. Ellos eran destinados y lucharon contra todo para estar juntos

—sabes… un alfa puede oler el celo de un omega desde lejos… y también lo huele antes de que suceda, así pueden llegar con el omega con anticipación — Yuuri se armaba de valor, apretaba levemente sus puños y continuaba

—el celo es esa cosa que hace que te dé fiebre y quieras quedarte en casa, ¿verdad? — su niña era perceptiva, eso la identificaba

—si – estaba dudando de cómo explicarle a su niña aquello – y también es una llamada para el alfa

—¿y a qué viene eso?

—dijiste que yo huelo dulce – le acarició las mejillas y sonrió – eso no lo hace cualquiera

—¿Daddy no puede?

—nadie más en esta casa puede… tú eres la excepción… tú y Yurio han podido hacerlo… Viktor también puede — le daba miedo decir aquello. Le daba miedo que su hija fuera como los más malditos alfas que tuvo la desgracia de conocer

—oh… entonces tengo algo en común con él, con Viktor – dijo impresionada – ¡debo decirle! seguro se pone feliz… no sé

—Ely – dijo con un toque de temor mezclado con un poco de vergüenza por haber odiado a los alfas en general… tal vez era el karma – eres un alfa como tu… como Viktor

—¿soy un alfa? – hablaba con duda, aún no estaba muy bien informada – pero aun soy pequeña… ¿no debo esperar más para saberlo?

—te lo dije, ¿verdad?... todos son diferentes. Al parecer mi pequeña ha desarrollado su sentido del olfato antes de tiempo… pero eso sólo lo pueden hacer los alfas

—soy un alfa – decía mirando sus manos – ¿soy rara entonces? – se asustó y sus ojos brillantes se abrieron con temor

—¿rara?

—en la escuela dicen que los omegas y los alfas son muy pocos, y por eso son raros

—yo creo… que son especiales — sonrió con dulzura mientras abrazaba a Ely

—soy especial – sonreía emocionada – y papi también lo es

 

 

 

Era entonces que Yuuri sentía que sus prejuicios le daban una bofetada dolorosa, una que detenía todo su odio desmedido. Su pequeña hija era una alfa, ¿cómo debía sentirse ante eso? No tenía idea, sólo sabía que era su pequeña hija, a la que debía criar para que jamás se atreviera a forzar una marca o alguna cosa en contra de un omega. Le iba a enseñar a controlar su carácter, la iba a orientar para que tomara las mejores decisiones, le iba a enseñar a ser humilde y nunca sentirse superior a nadie. Desde ese momento empezaba una nueva etapa en la vida de los Katsuki. Lo único que Yuuri agradecía, era que ese pequeño descubrimiento lo distrajo de sus temores en esos días, porque Ely al saberse especial, iba por allí preguntando a todos acerca de otras cosas que aun desconocía de su cuerpo y naturaleza. Poco a poco iba recolectando información preciada y aprendía a cómo debía comportarse, si había alguna historia bonita que tuviese que saber e infinidad de cosas más

La necesidad de Yuuri por estar junto a la persona que escogió por voluntad propia, estaba presente en esos días previos al celo. Yuuri lo sentía con fuerza, porque su cuerpo se lo hacía saber con el calor en sus mejillas o en la piel sensible. Tal vez por eso su celo llegó un mes antes de lo que él esperaba, porque había escogido ya una pareja y su cuerpo pedía a gritos una unión. Su corazón sabía que amaba a alguien, su mente respondía ante esa emoción, su cuerpo actuaba sin consultarle y reía divertido porque Tadashi no sabía cómo responder a esa “invitación” para formar un vínculo. Un beta no podía marcar a un omega, también era difícil que tuvieran hijos, pero al cuerpo de Yuuri poco le importaba ese hecho y así se lo demostró en esos días previos, en donde la necesidad de tener a Tadashi cerca, era incontrolable. “Estás más cariñoso” eran las palabras de Tadashi y Yuuri solo se reía porque era verdad, pero era inevitable

Yuuri le pidió a Tadashi quedarse en Yu-topia esos días, lo anhelaba con fuerza. Quería dormir con él, aun sin hacer nada, sentirlo cerca le daba seguridad, se sentía pleno y confiado. No estaba seguro que día su celo estallaría, lo único que estaba claro era que quería a su pareja a su lado y Tadashi no se negaba. Nadie en casa se negaba a tener al castaño como huésped en la habitación de Yuuri, les gustaba ver que el azabache era feliz y que la pareja ahora estaba simplemente aceptada en totalidad. Incluso Ely lo percibía, estaba de lo más contenta teniendo a sus padres juntos y hasta más demostrativos que en otros momentos. Besos fugaces, caricias, sujetarse de las manos, cualquier cosa era simplemente rutina diaria previa al gran día… solo tenían que esperar…

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Creo que lo que viene es predecible y aun así... lo disfruté 

No sé qué decir en este punto de la vida... solo que estoy casi a punto de acabar otra historia... estoy exhausta y que mi compu ya se arregló. Viva!!!!

Un gusto dejar esto e irme corriendo~

Ya mismo me pongo a responder reviews~

Besos~


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