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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

A las sbrevivientes... aquí está el capítulo~

Lamento no haber respondido reviews, en este fin de semana buscaré tiempito y lo haré ^^

 

 

 

 

Una leve tonada rebotaba en las paredes de esa habitación caracterizada por su blanco aspecto, los ventanales acunaban los rayos leves del sol a esa hora, mientras las cortinas se movían levemente por una brisa imprevista. Alguien tarareaba algo mientras pelaba la manzana junto a la cama del hospital, los dedos se movían con soltura y suavidad, mostrando la experiencia en muchos aspectos. Un cuerpo recostado en aquella cama, vendado en algunas partes, curaciones en otras, con sus ojos cerrados y sus cabellos rubios regados por la almohada. Días en esa posición, días en ese hospital, días en incertidumbre y dolor.

La piel de la manzana desaparecía mientras la pulpa era cortada en trozos pequeños, cada uno se servía en un plato pequeño y eran dejados en la cómoda adjunta. Un pequeño aperitivo dejado a espera que el destinatario despertara y saboreara, aunque eso en días pasados no ocurrió y la pulpa tomó un color marrón asemejando a los ojos de quien, sentado en una silla incómoda, meditaba. Una toalla limpiaba las manos del que esperaba en silencio y una leve sonrisa se formaba a la vez que terminaba de tararear aquella tonada de cuna

 

 

—ugh — el pitido de la máquina llamó la atención del que estaba sentado en la silla cercana. Aquellos ojos verdosos se abrían de a poco, despacio, con calma y el ceño se fruncía de inmediato — maldito sea el sol — gruñía con claridad, pero eso solo causó un suspiro largo y emoción mostrada en la sonrisa del que se levantaba para verificar que no estuviera soñando

—con el carácter difícil como siempre — sonrió el que esperaba, acercando su mano hasta el rostro ajeno y repasando con sus dedos la mejilla un poco pálida. Con calma quitó el cabello de la frente del rubio y esperó a que este se acostumbrara a la luz nuevamente — al fin despierto, Yurio — expresa con emoción — pensé que seguirías durmiendo un día más

—agh — hizo una mueca al sentir el cuerpo pesado, adolorido, falto de movilidad — odio los hospitales — se quejaba haciendo una pataleta leve y al fin diferenciaba a la persona que estaba ayudándolo a sentarse — Yuuri

—no te esfuerces, Yurio — cuando el otro estaba ya sentado, el japonés se sentó también y con paciencia acercó el plato que pensó terminaría consumiendo él mismo, con tal de no desperdiciar la fruta. El platillo, su único aperitivo que acompañara la espera — tranquilo

—demonios... me duele

—normal… te rompiste el brazo — dijo con calma mientras apuntaba al miembro mencionado y el rubio hacia una mueca graciosa al diferenciar el yeso

—cosa del demonio

—llamaré al médico. Deben revisarte

—espera, katsudon — se quejó con la garganta rasposa y sintió que, enseguida, un vaso tocaba levemente sus labios. El rubio agradeció con un gesto de la mano y bebió eso con desesperación — ¿cuánto tiempo?

—una semana — respondió con calma — me estaba asustando porque no despertabas por nada del mundo

—no recuerdo mucho… solo que casi caes por las escaleras — carraspea un poco, trata de hacer memoria, pero no había mucho que hacer

—me rodeaste con tus brazos y gracias a eso no salí tan herido — parecía que estaba recitando algo ensayado con anterioridad mientras le cedía un pedazo de manzana al rubio y este con ganas se lo tragó casi sin masticarlo — gracias, Yurio

—¡el juicio! — dijo cuando sintió su mente colocarse en su lugar — ¿Cómo?

—no te esfuerces — dijo como muñequita, sonriendo levemente mientras le ofrecía otro pedazo

—habla, Yuuri — le exigió con seriedad — el juicio —entonces el ambiente se tensó y el ruso solo vio como las manos del japonés temblaban levemente mientras esos ojos se llenaban de lágrimas

—se la llevó — dijo mientras su voz se quebraba. Su labio le temblaba y luchaba por no derramar las muestras de su dolor — Viktor se la llevó — con desesperación se cubría los labios para no soltar el sollozo que aguantó en su garganta

—¿cómo que… se la llevó? — frunce el ceño, aprieta los puños y gruñe bajito

—ganó el juicio — sus lágrimas empezaron a caer con fuerza, incluso tuvo que inclinarse y apoyar su frente en el filo de esa cama, porque cada vez que tocaba el tema, le dolía más — se… se llevó a… a mi Ely… a mi pequeña

—desgraciado — fue lo único que logró decir antes de escuchar a Yuuri casi gritar por la desesperación. Posó su mano en aquellos cabellos negros de largos mechones y trató de reconfortarlo… pero, ¿cómo hacerlo? — Yuuri — cortó sus palabras y decidió mejor dejarlo desahogarse… la pérdida era inimaginable

 

 

Antes de eso…

 

 

La noticia del momento era esa, la hija del astro del patinaje, Viktor Nikiforov. La prensa estallaba en bendiciones, felicitaciones y todo eso por puro formalismo, pura fastidiosa cortina. Una niña era una niña, una hija era una hija, una noticia era una noticia y como tal, estallaba solamente la que daba mejor crédito al que la involucraba o porque los sobornos dejaban brotar la más grande mentira posible. Era así que el ruso salía triunfante recuperando lo que por derecho era suyo, tomado como el que sufrió por años debido al asunto y dejando a todos los demás con la decencia por los suelos

Naya había luchado por sacar sus artículos desde que Yuuri la contactó, de hecho, al inicio lo hizo sin limitantes porque sus jefes le daban el merecido crédito debido a años de impecable carrera periodista. Cuando todo comenzó, ella era la primera periodista en dar a conocer las sucias acciones del ruso, destajó la decencia de aquel patinador sin temor a represalias y recibía apoyo de algunos… pero tan solo un poco después, todo empezó a cambiar. La fama pesaba mucho en una persona como cualquier otra, pero eso no fue lo que la detuvo, pues era fácil ignorar a los fanáticos cegados por la máscara bien colocada de Viktor… había otra cosa

No había que ser un oráculo para saber lo que vendría después, pues alguien con influencias siempre llegaba y censuraba todo lo que no le convenía. La mujer, aun así, siguió con el lío, publicando todo lo que pudo, porque sabía que al menos unos cientos lo leerían… el ataque no dio tregua y aumentó de forma dramática después del primer resultado en los juicios que esperaba ansiosa. Naya no tuvo temor de teclear las palabras “impunidad y corrupción”, ahí ella ya vio su primer obstáculo… su jefe le prohibió publicar el artículo y Naya preguntó si alguien lo estaba amenazando. El silencio del jefe era un “si” que jamás sería pronunciado, pero eso no la detuvo, por el contrario, la incentivó a seguir

Ella creaba blogs por montones, era ayudada por un amigo en ese asunto, estaba feliz porque el internet era vía libre para expresase. Artículos que apuntaban al culpable y los mismos que en unos días, eran bloqueados sin remedio o llenados de algún virus extraño. Escribió millón de artículos, pero sus jefes le impidieron sacarlos a pesar de que algunos no eran tan acusatorios. Después ya no podía publicar nada y su trabajo peligraba. Naya luchó contra todos y lo seguía haciendo porque toda esa serie de juicios ganados por los rusos Nikiforov, eran la evidencia de que algo andaba muy mal en el sistema penal del país, del continente, del mundo. Naya era la luchadora del momento, se le unían varias personas, decenas, miles que por internet se enteraban de los sucesos. Desconocidos pendientes de cada artículo en las pocas horas o días que estos permanecían disponibles para el público. La gente empezaba a tener curiosidad, querían saber acerca del lado negro del famoso patinador, pero todo terminaba opacado porque alguien con dinero hacia hasta lo imposible por censurar cualquier cosa que le perjudicara… Irina y Viktor eran las serpientes con dinero, eso era evidente 

..

..

Las heridas físicas eran despreciables, más no las del alma. Detrás de ese momento estaba el sacrificio de Yurio por protegerlo para que no le sucediera nada más grave que moretones, una hemorragia y heridas menores. Yuuri se mostraba fuerte, decidido, rabioso, incluso hasta el punto en que salió a decir lo que le hicieron, de lo que Viktor trató de hacerle, pero no pensó se acallado y apuntado de mentiroso.

 

 

Eso fue claramente solo un accidente y no un intento de asesinato

 

 

Cuando despertó había estado en un hospital, le habían hecho estudios y demás. No tenía nada tan grave como su protector. Usó eso para una posible denuncia, pero se la rechazaron con aquella frase tan horrenda y eso solo aumentó su furia. No había evidencias visuales, no había alguien como testigo, solo estaban los registros médicos que les valió una mierda a las autoridades. Viktor se hizo el inocente, incluso logró decir que no estaba en casa ese día y todo quedó allí. Yuuri incluso escuchó a un oficial quejarse por su comportamiento, porque según ese tipo… un omega no tenía que reclamar por nada que su alfa le hiciera, aun si la acusación estuviera o no fundamentada. ¡Malditos fueran todos!

Dolió saber que por ser omega no tenía derechos que los demás si tenían. Dolió darse cuenta del poder de un alfa y de esa casta. Dolió mucho más saber que con solo decir una mentirita, el lado más horrendo y oscuro de Viktor salía a flote con facilidad, pues cada cosa que salía de esos labios parecían transformarse en verdades absolutas.

Los demás procesos no habían detenido su curso, la única diferencia era que ahora Yuuri era tachado de “un omega que hace cosas por desesperación, incluso dañarse a sí mismo con tal de ganar”. Sólo los Katsuki y Nishigori sabían que las cosas no eran de esa forma, que el ataque fue real y que incluso Yakov llegó de Rusia para velar por la atención médica de Yurio. El abuelo del ruso no había sido informado aun, no hasta que Yurio despertara y así se viera que solo fue un accidente menor y que la sanación era posible. Nadie quería desesperar a alguien ya de edad… todos velaban por la salud mental y emocional de las personas que fueran posibles salvar

Yuuri había tenido que dejar de llorar por lo ocurrido y de nuevo formarse una coraza para lograr seguir con los preparativos para el día pactado. Había decidido enfrentar el juicio por la custodia de Elizabeth, junto con su familia, pues en esa ocasión estaba tan mal que necesitaba ayuda para mantenerse firme. Ya fueron muchos golpes como para hacerse el fuerte, estaba destrozado y necesitaba una mano la cual sujetar. Estaba consiente el día del juicio, pero presenció una vez más como sus palabras y sus demandas les valía una mierda a los jueces y como con un simple papelito, su hija se le era privada.

Custodia completa y para rematar, Viktor se la llevó ese mismo día de Japón con la excusa de tener asuntos importantes que atender en Rusia

 

 

Viperina… en esos días

 

 

Irina ya lo había planificado todo con detalle y con tiempos precisos. A la hora adecuada pisaba los terrenos de Yu-topia y se hacía notar con elegancia de tal forma que Elizabeth salía a saludarla como en cualquier otra ocasión. Una niña que ignoraba todo lo que sucedía en otro lugar. La rusa sonreía cuando tomó la mano de Ely para después cargarla y mentirle con descaro.

 

 

—iremos a un viaje corto. No te preocupes mi pequeña, tu padre nos alcanzará luego

 

 

Yuuko había tratado de impedir aquello, con uñas y dientes trató de sujetar a aquella mujer que a paso rápido se apartaba de la entrada y mediante un abrazo efusivo escondía la carita de la pequeña en su pecho. Una artimaña sencilla para impedir que Ely observara a los dos uniformados que acompañaban a Irina desde las sombras y que salían a flore solo cuando fue necesario. Yuuko ni siquiera pudo gritar porque uno de esos tipos la metió dentro de la casa y cubrió su boca con facilidad. Un alfa que ordenaba a una beta callarse y la castaña no podía defenderse más de lo que ya hacía. Malditas fueran las clases en ese momento, maldita fuera la estratega rusa que no tenía corazón. Las leyes estaban de lado de esa familia, los Nikiforov, y dos policías hicieron su trabajo, eso fue lo que se vería ante cualquier persona.

Irina no se llevó nada material de la casa de los Katsuki, le daría todo nuevo a su pequeña nieta y se fue con Ely en brazos. La pequeña no entendía porque su tía Yuuko le llamaba con desesperación por unos segundos antes de que desapareciera de repente. Tampoco entendió por qué su futuro tío Isamu discutía con el policía que pasaba por allí y después de un gesto con su mano, se adentró a casa al igual que su tío Takeshi. Quiso ir a ver lo que pasaba, pero su abuela rusa no la soltó y le dio una pequeña frase que calmó su curiosidad

 

 

—ellos se quedarán porque tienen nuevos clientes en el onsen. No te preocupes, nos alcanzarán después — una nueva mentira descarada

—pero parecía que mi tía quería decirme algo

—sólo decía que comieras adecuadamente cuando lleguemos a Rusia — Irina sonreía porque sabía que su nieta no replicaría, no por nada se dio tiempo de ganarse la confianza de Ely

—¿y mis tíos? Ni siquiera me despedí

—no hace falta. Los llamaremos después — el tiempo invertido en visitas en los recesos de la escuela de su nieta, valieron la pena

—pero

—sabes… en Rusia hay enormes pistas para patinar, prometo llevarte a todas. Pasaremos tiempo en familia — Irina ya sabía que su nieta iba a confiar en sus palabras, porque le demostró su afecto durante todo ese tiempo… en secreto ya había preparado el camino

—wow… quiero que papi se deslice conmigo. ¡Será divertido!

—lo ves, todo será genial — incluso se había tomado tiempo de sacar el pasaporte de la pequeña y llevar a Viktor para convivir también

 

 

Las dudas llegaban a la pequeña, eso a pesar de la explicación y la distracción que Irina empujaba cada cierto tiempo. Caminaron un rato hasta que un taxi los recogió y llevó a otro destino. Un pasajero más se añadió a aquel paseo y Ely saludó con una sonrisa tierna como era característica suya. Dos rusos sonrientes, que hacían bromas y planes, una pequeña que respondía con cortesía y de vez en cuando preguntaba por su papi, para que se uniera a ella en ese paseo. Mentiras dichas al aire, verdades disfrazadas, entusiasmo infantil que era fácil de manipular y encaminar a un fingido viaje en familia

En el auto los paisajes cambiaban y Ely volvía a preguntar. La pequeña no supo porque no podía llevarse a su osito de peluche al paseo, o la razón por la que no pudo llamar a su papi, Tadashi o a las trillizas mientras el tiempo hasta el aeropuerto pasaba. Sólo confió en la sonrisa de Irina y en la de Viktor, así como en las palabras que ellos le daban, porque en ese tiempo esos dos habían sido buenos con ella y con su papi. Viktor incluso había perdonado que Tadashi lo golpeara. Al final Ely, con un poco de duda porque Yuuri no estaba con ella, aceptó la mano de aquel ruso de cabellos platinados y lo siguió confiando en que su papi los alcanzaría después… porque la única familia que ella conocía, eran los Katsuki y se suponía que con ellos pasaría tiempo en Rusia

..

..

Yuuri había sido aprisionado por su actitud agresiva ante el dictamen del juez. Obviamente el japonés no dejaría de discutir por tamaña estupidez dictada, porque le estaban diciendo que su pequeña hija, a la que cuidó desde la gestación, le sería arrebatada por el padre que jamás le quiso contestar las llamadas. Estaba enclaustrado en una celda hasta que la histeria se le pasara y Naya estaba con él, pues la periodista empezó a abrirse pasos hacia Viktor, por la fuerza, en medio del caos posterior al juicio. Naya había gritado insultos, amenazado contra la integridad física del patinador famoso, Yuuri la acompañaba en esa contienda, porque eran los más cercanos y fue así que terminaron encerrados. Seguramente Mari, Hiroko y Toshiya estaban negociando una fianza por ambos o algo por el estilo. Estaban desesperados, ¿qué más podían hacer? Se descontrolaron por la indignación. Incluso el abogado ya apelaba contra la decisión del juez, pero no había cómo solucionar aquello, mejor dicho, no se les permitía buscar otra solución a ese problema. Algo chueco en ese punto ya era indiscutible, era evidente.

Viktor Nikiforov terminó por ser el único tutor de la pequeña que cursaba sus ocho años bien forjados y lanzó su clara intención de llevarse inmediatamente a su hija fuera de Japón. Cuando Yuuri logró salir de prisión y se encaminó a su casa con desespero, fue tarde. Ely ya no estaba. La habían dejado bajo protección de los Nishigori y el novio de Mari, pero ellos no habían podido hacer nada. Yuuko se disculpaba entre lágrimas, Takeshi e Isamu aun discutían con los custodios en ese hogar, pues les fue impedido salir, porque según esos oficiales, serían un peligro para la seguridad pública. No se dijo mucho después de eso, solo se actuó de acuerdo a la situación

Hiroko y Toshiya se quedaron en Yu-topia arreglando las cosas con los oficiales que detenían a los que allí se encontraban. Naya llamaba a sus contactos para que la ayudaran a conseguir la información de un vuelo y de los correspondientes pasajeros, para pasarle la información a Yuuri con prisa. Mari corría desesperada buscando un taxi con el que pudiese trasladarse junto con su hermano. Era como una maratón, pues tenían tiempo limitado antes de que las cosas se desfiguraran sin reparo, al menos tendrían que luchar hasta el último momento. Yuuri apenas logró llegar y guiado por Mari, quien leía la información de Naya en un mensaje de texto, corrieron por los pasillos hasta encontrar el lugar, pero ellos ya estaban en la zona de revisión, y un solo cristal los separaba de Elizabeth

Desesperación en sus almas, impedimentos para seguir.

Ely había visto a su papi llegar a esa zona donde las personas revisaban sus pasajes y tiraban de sus maletas con rueditas. Corrió a saludarlo, pero no podía salir de aquel lugar porque el guardia negó y porque Irina le dijo, de lejos, que debían ir a la siguiente sección. Le habían explicado detalladamente el proceso, por eso pensaba que su papi iría poco después al mismo sitio al que ella se dirigía, pero en otro vuelo. Mentiras, muchas mentiras como para no creerlas, porque asemejaban a un sueño hecho realidad, pues la pequeña había sido ilusionada con un viaje en familia y una experiencia en un avión de verdad.

Fue cruel

Detrás de los cristales, la pequeña ingenua, saludaba con la mano. Gritándole a su padre, quien la miraba fijamente de lejos, que iría primero al lugar de frío y que se verían en ese país llamado Rusia; como respuesta veía a su padre agitar las manos y golpear el cristal. Yuuri gritaba histérico, pero la distancia de los cristales, impedían que su hija lo escuchara. Era claramente una sección insonorizada parcialmente para que el bullicio de la gente en la espera de familia o del vuelo, se alejara del estrés de la revisión.

El japonés estaba pidiendo que le dejaran pasar, Mari lo ayudaba en esa tarea, pero parecía inútil. Al no lograr que los guardias les dieran paso… Yuuri empezó a sollozar mientras trataba de que Ely lo escuchara, que lo entendiera, pero los cristales eran la barrera que impedía el paso de su voz. Un padre que no sabía qué hacer, una tía que trataba de romper la seguridad… y al final solo estaba Viktor a lo lejos, quien, con seriedad, veía la escena... sabe dios, qué estaría pensando ese ruso, pero que ya se acercaba a paso lento hasta donde Ely miraba con atención a Yuuri

Los Katsuki no tenían nada con qué comunicarse, ni un celular, algo para que Ely los escuchara antes de que se la llevaran lejos. Lo único que Yuuri pudo hacer, fue tomar algún papel que arranchó de manos ajenas de algún desafortunado y usarlo para escribir con algo que le quitó a una mujer. Para su mala suerte era solo un labial y, aun así, funcionaba. Mari calmaba a los desconocidos que habían sido despojados de sus cosas mientras Yuuri, con apuro, escribía algo en el papel y lo pegaba al vidrio donde Ely miraba… esa era la última oportunidad que tenía

 

 

Nunca olvides que papi te quiere, Ely.

No importa a donde tenga que ir, yo prometo volver a abrazarte y besarte.

Sé buena chica, lucha por tus sueños, come bien y sonríe.

Te amo, mi pequeña

 

 

Con ayuda de Mari, Yuuri pegaba los papeles con la escritura en japonés al cristal y trataba de forzar una sonrisa, pero sus lágrimas se lo impedían en totalidad. Fingir no se le daba bien en ese momento, pero al menos quería que su hija tuviera un recuerdo bonito antes de que se enterase que tal vez… verse seguido sería imposible. Escribió lo que se le ocurrió en ese instante, trataba de decirle a su niña que la amaba y que era lo más importante en su vida. Intentaba con todo el corazón de, al menos, apelar al lado humano de Viktor y que el susodicho viera que su desesperación lo llevaría al desastre… pero dudaba que funcionara, porque esa persona no tenía alma y no entendería el dolor de una separación familiar

Ely entonces leía el papel y sonreía con hermosa emoción mientras mandaba besos por el cristal. La pequeña seguramente pensaba que era algún juego, o eso fue lo que Viktor le dijo antes de cargarla y con asquerosa satisfacción, despedirse con un movimiento de su mano. Ely agitaba sus brazos en un adiós que para ella solo sería símbolo de horas, o eso le llevaron a pensar todas las mentiras que me fueron mencionadas. Yuuri hacia lo mismo al igual que Mari, tratando de sonreír a pesar de las lágrimas y agitando su mano antes de mandar besos volados que parecieran no pasar el cristal.

Dos hermanos aguantándose el dolor, porque en ese punto ya no podían hacer nada. La ley fue en contra de quien merecía permanecer junto a la pequeña, los escritos dictaminaban horrenda realidad y ellos… ellos simplemente gritaron el nombre de la pequeña cuando se alejaba, perdiéndose entre las personas que ignoraban la injusticia cometida ese mismo día. Los rusos estaban abordando el avión correspondiente y los japoneses llamaron la atención de los guardias que trataban de escoltarlos a la salida. Eso pasaba porque Irina había advertido a la seguridad del aeropuerto que el par de japoneses eran peligrosos delincuentes. Fue entonces que los hermanos fueron llevados a alguna sección de ese aeropuerto para custodiarlos hasta verificar que no eran criminales… Injuria

Yuuri lloró como en ningún otro día de su vida hizo, Mari a su lado sollozaba y a la vez trataba de calmarlo, pero no había caso. El azabache había perdido a su niña, su adoración, su pequeña estrella destellante de dulzura, lo más importante en su vida y estaba destrozado. Lo había perdido todo y aunque su cuerpo aun le doliera horrores por la caída de las escaleras, lo único que le preocupaba era que su pequeña Ely tuviera una buena vida. Mari lo abrazaba y juntos se habían quedado en esa oficina derramando la agonía de su pérdida. Tal vez Elizabeth no se dio cuenta del engaño en ese momento y era mejor así, porque la separación a sabiendas de que no podían verse sin autorización… sería peor

 

 

Verdad… actual y siguiente

 

 

Una pequeña niña llena de ilusiones, emocionada por estar en un lugar nuevo, por correr por las calles llenas de nieve y ver personas muy altas de cabellos claros. Elizabeth se dio cuenta de que era un país diferente, nada comparado como el hogar que toda su vida disfrutó. Ella identificó algunos lugares, porque veía la televisión y las trillizas le daban acceso a videos en internet. Estaban en Rusia y llegó a una casa enorme en donde había un señor un poco mayor, que la recibió cortésmente llevándola a su cuarto. Disfrutó de su alcoba, rió y saltó en la cama, estaba feliz porque podía mostrarle eso a su papi que ya llegaría después.

Mentira

Elizabeth muy tarde se dio cuenta de que algo no andaba bien. Llegaba la primera noche entonces y no había señales de su papi, estaba pendiente de la puerta de esa bonita casa, pero esa jamás se abrió. Llegó la segunda noche y sus lágrimas y protestas también se añadían. Viktor la calmaba con palabras dulces, con promesas y planes de turista, pero ella se reusaba a estar bien hasta que Yuuri no estuviera a su lado. Un día más llegaba, dos, tres, cinco… diez y la pequeña niña se dio cuenta de que había sido engañada. Fue horrible. Era ahí donde su abuela entraba al escenario, con una sonrisa, voz serena, presencia impecable. Irina le explicó a Elizabeth que ahora ya no era una Katsuki, sino una Nikiforov y que Yuuri ya no era nada suyo

 

 

—¡mentira! ¡Eso es mentira! — se escapó de la cercanía de esa mujer que decía ser su abuela — ¡¿Dónde está papi?! ¡Quiero a mi papi ahora! — gritaba con desespero mientras corría lejos de la rusa y buscaba al otro residente de la casa, para pedir explicaciones

—Ely-chan, ¿qué sucede? — Viktor abría sus brazos para acoger a la pequeña que ahora rondaba por su casa, pero ella se negaba y con la mirada tan seria como la que alguna vez Yuuri brindó antes de dar su última palabra ante su decisión a ganar una competencia, se paró firme y le mantuvo la mirada al mayor

—quiero ir con mi papi, ahora

—sabía que eso iba a llegar — suspiraba el mayor y se arrodillaba enfrente de su hija — pero no se puede, Ely

—¿Irina decía la verdad? — cuando vio aquella mano acercarse a su mejilla, ella la quitó de inmediato

—no es Irina… es tu abuela

—IRINA ES IRINA Y TÚ ERES VIKTOR — le gritó llena de furia, de pánico y de ansiedad — AHORA LLÉVAME DONDE ESTA MI PAPI, ¡TE LO EXIJO!

—no es posible — vio las lágrimas acumularse en esos bonitos ojos y sintió su pecho estrujarse. Era su pequeña hija que sufría y aun así no haría nada por complacerla… nada, porque Yuuri saldría ganando… sólo por eso

—quiero ir con mi familia — sollozaba con lágrimas en sus ojos, acumulándose para caer como perlitas costosas a través de sus mejillas — ahora

—Yo soy tu familia. La abuela es tu familia — con paciencia, dulzura y calma, empezaba a explicar

—YO YA TENGO UNA ABUELA — le apuntaba con el dedo con furia — tengo una tía, un abuelo, dos padres… tengo… los tengo — su vocecita se quebraba al igual que su corazón infantil — yo ya tengo familia

—¡TU PADRE SOY YO! — era la primera vez que le gritaba a la pequeña y al verla asustarse y derramar sus lágrimas con más fuerza, se le estrujó el corazón — soy tu padre Ely, ahora vives conmigo. Soy tu familia ahora

—me mentiste, Viktor — acusó aguantándose el miedo que la situación y ese hombre, le causaron

—dime padre desde ahora — suspiró pesadamente mientras su hija negaba y retrocedía

—VIKTOR — gritó llena de frustración — SIEMPRE SERÁS VIKTOR — se quejaba y sus pies la guiaban lejos de aquel par de personas — TE ODIO… ¡LOS ODIO!

 

 

Ely corría por el pasillo, no le importó escuchar las órdenes de Irina o las palabras de Viktor para que se detuviera. Se refugió en la habitación que se le fue designada en esa tonta casa, porque sabía que era un lugar que le pertenecía a ella y a nadie más. Azotaba su puerta, reclamaba, lloraba, exigía estar sola, se encerraba en su cuarto y se arrepentía de haber confiado en esas personas de ojos bonitos. Se enclaustró en su brillante habitación y se dio el lujo de tirar todas las cosas que allí había. Hizo berrinche, les gritó a todos, fue grosera, lloró por días, pero no había respuesta a eso. Su papi jamás cruzó esa puerta para llevarla de regreso al país que acunaba hermosos cerezos en flor.

Al final, después de tanta “malcriadez”, los dueños de casa empezaron a imponer autoridad y, aun así, la pequeña siguió luchando. La más problemática fue Irina, quien, como dueña y señora, incluso ordenaba a la nueva empleada que sacara a la menor a la fuerza para que compartiera la mesa en las horas de la comida correspondiente. La “abuela” paró el mal comportamiento y los reclamos de Elizabeth con una bofetada, fuerte, dolorosa, que resonó en el comedor. Elizabteh no reaccionó de inmediato, pero paró de gritar que no quería hacer nada con ellos… la pequeña luz de los Katsuki sollozó con fuerza, porque era la primera vez que la agredían de esa forma. Bastó momentos para que aquella pequeña ingenua… se transformara, porque debía aprender a defenderse. La furia estallaba en ese pequeño cuerpo que había sufrido del despoje de su familia, y con ello, de todo lo bueno que tenía en esa corta existencia

 

 

—erres una Nikiforov ahora — mirada seria, porte altivo. Una cobra real mostrando su autoridad al desplegar su capucha y su verdadera naturaleza — soy tu abuela, respétame como tal

—¿respetarla? — decía con burla mientras la miraba con furia. Ese brillo inocente se perdió — a mi abuela la respeto, pero usted no es mi abuela

—lo soy. Vas a tener que aceptarlo y respetarme

—¿me golpeará? — a pesar de que su tono de voz aún era agudo debido a su edad, la seriedad destacaba y lo haría desde ese momento

—si debo, lo haré… pues has heredado esa altanería del japonés — la miraba desde arriba, con rabia y resentimiento, porque la mirada marrón le recordaba al japonés que ya destruyó

—gracias a dios me parezco a él — se quejó con lágrimas de dolor que quitaba con fuerza usando su manga — salga de mi cuarto, ¡ahora!

—no me grites jovencita

—AHORA — tanta rabia junta estalló en ese cuerpo jovencito — ¡SAL DE AQUÍ, IRINA! — Ely sentía aquella sensación de electricidad por su piel. Su grito salía con potencia y veía a la mujer mayor retroceder — ¡QUE SALGAS!

—esa voz — susurraba al entender aquello — pero eres tan pequeña aun

—VETE — ese día la pequeña Ely descubrió que tenía el poder de mandar al diablo a esa mujer odiosa, y a la vez se prometía que no dejaría que le pusieran una mano encima una vez más

—una alfa — susurraba. Irina era una beta, Ely era un alfa, y eso repercutiría en la vida pacífica de esa familia forzada

—¡Sal de una buena vez!

 

 

Dolor…

 

 

¿Cuánto se podía sufrir? Yuuri no encontraba la respuesta a eso, pues cada día era más difícil de sobrellevar, que el anterior. Por eso centraba su atención en alguna actividad ajena a su rutina, al menos por unas horas, porque el resto del día pensaba en su hijita que se le fue arrebataba. Acompañaba a Yurio en su recuperación, pues un brazo roto no era un chiste y gracias a eso, el ruso se perdería las competencias de esa temporada. La culpa se opacaba por la soledad que el japonés experimentaba.

Yuuri se sentía perdido, solo, devastado, no solo era él sino todos los Katsuki y allegados. El abogado no pudo apelar a la decisión del juez, el caso pasó a Rusia y allí Viktor ganaría sin siquiera esforzarse un poco. El japonés sacudía su cabeza todas las mañanas, porque Tanaka le había prometido seguir luchando y así dar una esperanza. Distraerse era difícil, pero no desde que cierto rubio salió del hospital. Yurio se hospedaba en Yu-topia, la hermana del rubio había llegado también y al menos esos dos le daban un poquito de ambiente a las termas, pues peleaban cual chiquillos y eso… revivía una llamita perdida, al menos un poco

 

 

—¿no crees que deberías parar? — Naya había llegado esa mañana a su visita ocasional y Yuuri la atendía

—me gusta hacerlo — decía con una sonrisa leve mientras acomodaba la cama de su hija y limpiaba esa habitación — me recuerda a Ely

—estas torturándote, Yuuri

—es la única forma que tengo de recordarla, Naya. Quiero pensar que en cualquier momento Ely pasará por la puerta y… — se calló cuando su voz se quebró, pues aún estaba frágil

—Yuuri… vine a decirte que escribí un artículo nuevo — la mujer se acercaba para ayudar al azabache a colocar el peluche favorito de Elizabeth en medio de aquella cama — una revista se ha visto interesada — sonríe y palmea la espalda de Yuuri

—te arriesgas mucho, Naya — la miraba un momento después de reponer su estado y soltaba un suspiro — ya nadie te contrata en este país. Los Nikiforov tienen mucha influencia y han pedido que no te crean nada

—me vale un rábano verde — decía mientras ayudaba en la tarea de colocar los demás osos de felpa en la cama recién tendida — hundiré a ese ruso como sea

—si lo haces por mí... déjalo — Yuuri soltaba un suspiro largo y resignado

—¿te rendiste?

—me vencieron — dijo con rabia, mordiéndose el labio — ya pagaron muchos y no obtuve nada

—aún podemos hacer algo. Volverles la vida miserable. Verlos caer. Actuar para que les llegue el karma — decía con los puños en alto — ¡y yo lo voy a lograr! ¡Te lo prometo!

—basta — suspiró Yuuri — no quiero que caigas también. Suficiente tengo con el accidente de Yurio por salvarme  

—¡Viktor intentó matarte! ¡¿Cómo pretendes que me quede callada y sin hacer nada?!

—Tadashi está pagando cárcel por mi culpa

—Tadashi lo hizo porque quiso. Él dijo que aceptaba su condena porque deseaba que pelees por tu hija, por tu honor y por justicia — Naya mostraba su mirada dura, reprobatoria hacia la actitud de Yuuri

—y me quedé sin nada — habló con rabia, pero a la vez con desesperación — ahora tú… estás quedándote con una reputación horrenda, sin credibilidad alguna — miró a la muchacha y le sujetó de los hombros — ya basta. Si algo se daña… que sea yo. No quiero que los demás también se vean manchados por la maldad de ese ruso

—no lo hago por ti — la mujer terminó golpeando la frente del azabache con sus dedos — esta es mi lucha… me desprestigió y la zorra va a pagar, al igual que su hijo bipolar — se alejó con calma y mostrado una sonrisa decidida — también deberías hacer lo mismo, pues ya no tienes nada que perder ahora. Podrías arriesgarte más… no sé  

—estás loca — suspiró agarrando su cabeza, pero esa mujer tenía razón

—te veré en unos días, Yuuri. Cuídate... ve a ver a Tadashi también — se reía antes de alejarse — escuché de las visitas maritales, tal vez puedas solicitar algunas

—... — Yuuri sonrió al escuchar eso. Naya se parecía un poquito a Yurio, diciendo las cosas sin vergüenza — estás loca… muy loca

—soy loca, pero la locura me ha llevado lejos… aprecia esta locura Yuuri, porque será la que hará a Viktor caer como si fuera una piedra. Le va a doler todo el orgullo cuando termine con su reputación… ayúdame, ¿quieres? Entre dos será más divertido — guiñaba un ojo antes de caminar por los pasillos

—entonces tengo que al menos pensar en algo — Naya tenía razón, sin nada que perder, ¿por qué limitarse? —no me quedaré atrás

 

 

Reflexión…

 

 

Cuando una persona se trazaba metas, el dolor menguaba levemente. Yuuri seguía lamentándose la falta de su pequeña hija, de Tadashi y de los buenos momentos en familia, pero no podía simplemente dejarse arrastrar a una nueva depresión. No, señor. Yurio le había dicho las mismas cosas que Naya y se puso a pensar en eso, de tal forma que con los días iba tomando valor. No estaba solo, incluso Mari se veía metida en eso… eso debía ser porque Naya era influenciable… o porque la sed de venganza no se calmaba y por el contrario era contagiosa. De algo malo, algo buena debía surgir y eso fue la decisión de la familia para conseguir una cosa… ver a Ely nuevamente

Traumas superados a base de la desesperación de ver a su hija partir. Yuuri no se había dado cuenta de aquello hasta que fue capaz de abofetear un alfa que se atrevió a ofenderlo con palabras mientras él caminaba por las calles haciendo sus compras. Yuuri le dio la contra, se defendió como siempre debió haber sido y su autoestima empezaba a crecer al mismo ritmo que su mal humor también se daba. Defectos segundarios de un carácter que cada vez se volvía más fuerte e inquebrantable, forjado por la propia vida

Las semanas pasaban con calma y el japonés iba agarrando fuerza para lo que se le había ocurrido y a la vez que Tadashi apoyaba. Yuuri fue a visitar al castaño cuando ya nadie impedía que lo hiciera, lo veía detrás de un cristal, pero al menos era algo. Ambos terminaban riéndose por la ocurrencia de Naya, o de los Katsuki y el riesgo de lo que planeaban para un acercamiento cuidadoso. Para esto, Yurio sería su cómplice ideal

Allí… nadie se iba a rendir

 

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Bueno… el capi me salió más suave de lo que pensé, de eso me di cuenta mientras corregía, pero valió la pena, creo yo… no sé, a mí me gustó

Ahora, desde este punto el dolor de Yuuri menguó, muajajajaj y se viene lo bueno. Me divertiré con esto, solo tengan en cuenta que hay muchos tipos de pagos para una mala acción…

Por cierto, si es que alguien vio mi nuevo proyecto en YOI… aunque lo dudo XD … lo borré. Cuando lo releí me dije a mi misma que eso no era lo que yo buscaba, así que pasará a revisión y se volverá un YuYuu… bueno, al menos eso planeo por el momento … pero cambiará el ambiente de esa pequeña historia, después de todo, creo que la “ternura” sin fines de lucro, se me da mejor que la comedia, aunque de todos modos creo que si añadiré algo de humor

Nos veremos en la siguiente actualización~

Chaus babys~

Besitos~

 

 


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