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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Estoy exhausta~

Pero les dejo un capi diferente~

Muchos besos~

Disfruten 

 

 

 

 

Caminaba por los pasillos después de haber ejercitado un poco su cuerpo bajo la estricta mirada de los guardias de seguridad que resguardaban su traslado. Aquellos hombres de uniforme militar azul impecable, que llevaban insignias, zapatos brillantes, corbata y un altoparlante usado para hablar con todo el escuadrón de reos asignados a su tutela. Esos guardias eran muy exigentes en los entrenamientos previos a los juegos organizados en la cárcel de Fuchu, era por eso que todos añadían una actividad más a su diario horario. Los presos tenían el deber de cumplir con todas las actividades planificadas, ninguno se salvaba de aquello y a más de eso, tenía que hacerse con buena actitud o sería tomado como una afrenta a la autoridad. A veces se pensaría que trataban de volverlos simplemente muñecos que seguían órdenes sin rechistar, pero así estaba forjado el sistema

Tadashi suspiraba mientras ingresaba a las duchas, le dolía los hombros debido a las lagartijas que llegó a hacer para fortalecer sus brazos y sus piernas le temblaban por la carrera de velocidades en donde debía mejorar su tiempo. Se lamentaba la estadía en ese lugar, pues extrañaba la cárcel de Tosu en la prefectura de Saga. En esa prisión, Yuuri podía visitarlo al menos una vez por semana y la correspondencia llegaba casi completa, pues la censura era menos exigente. Pero cometió un error y por eso ahora estaba en la cárcel de Fuchu en Tokio y podía decir que no se lo deseaba ni siquiera al maldito de Viktor.

Las privaciones llegaron a pesarle tanto, que tuvo que pedir una cita con el psicólogo de la prisión para al menos buscar una distracción a su soledad. Además, debido a que toda correspondencia debía pasar por manos de los trabajadores de la cárcel, la censura a sus cartas, era hasta evidente, casi podía decir en qué parte las palabras de Yuuri eran cortadas. Ahora Tadashi era el prisionero 2196 que compartía la celda con dos yakuzas, dos narcotraficantes y un ladrón de bancos. No fue nada bonito acostumbrarse a eso, después de todo uno de ellos no era demasiado tolerante y sus gustos en cuando a actividades fuera de las laborales en la cárcel, a veces no eran del gusto de los demás. Los roces se daban todos los días, pero aprendió a sobrellevarlo con palabras.

Tal vez no debió defenderse de las groserías que sus antiguos compañeros dijeron en contra de Yuuri solo por ser omega y de él por ser un beta… ¡No! no se arrepentía de nada. ¡Que se pudriera la maldita sociedad por crear tipos de esa calaña! ¡Los volvería a golpear y romper esas bonitas narices que tenían! No iba a tolerar tantas sandeces en contra de las criaturas más especiales que conocía. Los omegas merecían ser tratados como joyas raras y no como otra cosa. Pero no pensó en las consecuencias de su pelea campal y se ganó un traslado a una cárcel especializada para su tipo de “crimen”. Además de estar en la cárcel más dura de Japón, tenía prohibida las visitas y la censura es más exigente en las cartas que, Yuuri, su hermano Ryu o su amigo y representante Reo, le mandaban. Eso era lo que más le molestaba, pero no podía reclamar

 

 

—¡apúrate número 2196! y deja de hacer esas muecas. Hasta parece que te desagrada el agua tibia

—¡lo siento! — recitaba como si hubiese cometido el peor de los pecados y apuraba su ducha. No podía darse el lujo de perderse en sus pensamientos, pues no podía alargar su tiempo para enrollarse la toalla y permitir que lo revisaran antes de vestirse

—¡firmes! Ahora tienen su momento de descanso, así que aprovéchenlo

—¡sí señor! — sus minutos de contacto humano ajeno a sus compañeros de celda, eso definía ese tiempo

 

 

El castaño respiraba profundo mientras que, con una sonrisa, agarraba un periódico de hace dos días y lo empezaba a leer mientras caminaba a una de las mesas que por allí habían. Tadashi sabía que si volvía a hacer algo estúpido le extenderían el plazo de castigo, sin visitas personales a través de un cristal, en la celda de castigo y hasta le quitarían el derecho a las cartas, si es que no hacían algo peor. Por eso se esforzaba en ser un convicto excepcional, que cumple con las normas al pie de la letra y muestra un productivismo alto en el rendimiento de su trabajo carcelario obligatorio. Saludaba a un par de compañeros, los que eran agradables betas, pues en general en la cárcel solo estaba alfas que se creían los reyes del mundo y que les costaba aceptar el sistema penal al que todos se regían… pero había casos especiales

 

 

—Tadashi-kun, ¿quieres jugar una partida de ajedrez conmigo? — una sonrisa sutil que hacía destellar los ojos de aquel muchacho de nombre Touya… un omega

—claro. Empecemos entonces — Tadashi aceptaba con gusto, pues el muchacho era agradable y era de los pocos omegas en la cárcel. Los omegas en ese sitio no superaban el 1%, eso porque nadie quería terminar en un lugar con alfas de la calaña de yakuzas

—te cedo el primer movimiento, querido

—qué privilegiado me siento — bromeaba

—así no me sentiré mal cuando te patee el trasero

 

 

En las cárceles no distinguía entre omegas, betas o alfas. Allí solo eran hombres y mujeres que cometieron un crimen, regidos por las mismas leyes y por eso los omegas lo tenían más duro. Ya de por sí, la anatomía de los omegas los hacía vulnerables, a eso se le sumaba que parte de la sociedad los redujo a máquinas de procreación para alfas y los dejaba en una posición desagradable en la pirámide social, mucho más si eran criminales. Tadashi conoció a Touya en su primer día en Fuchu, mientras ese muchacho se defendía de un roce descarado con un alfa en las duchas.

Touya era fuerte, aunque boca sucia, y de cierta forma le recordaba a Yuuri, tal vez por eso le habló primero. El muchacho había formado parte de una red de narcotráfico, el pobre tenía condena de cinco años y llevaba solo uno en ese lugar de mierda. Tadashi ni quería recordar cuanto tiempo tenía él, prefería olvidar el detalle y se concentraba en cumplir sus labores para que la estadía fuera más placentera. El objetivo de todos los que terminaban en el lugar era evitar los castigos en las celdas especiales, pues los rumores de quienes pasaron por eso, no eran agradables

 

 

—tengo curiosidad sobre algo — después de cinco movimientos, quien rompía el silencio era Tadashi, mayor por dos años a aquel muchachito

—dime

—tu celo… ¿cómo lo enfrentas?

—inducidores de celo — respondía sin perder contacto del tablero, porque su tiempo de diversión tenía límite. Quince minutos para una partida y era hasta divertido en un cierto punto — ya mismo llega la fecha para que lo apliquen y me aíslen. De esa forma saben mis fechas y las anticipan

—ya veo — sonreía mientras daba un golpe y derribaba una pieza ajena

—no te apiades de mi

—no lo hago, pero tenía curiosidad — le brinda una sonrisa cálida, pero disimulada. Allí los guardias interpretan la amabilidad con complicidad para algo que alteraría el orden de la prisión

—aun no me dices porqué estas aquí y llevas dos meses en esta estúpida prisión — Touya hace una mueca extraña con sus labios y Tadashi se ve a tentado a reírse, pero se aguanta

—defendí a mi pareja e intenté matar al maldito que lo ultrajó — vio al otro detener sus movimientos y lo miró — ¿tiene algo de malo?

—no… es solo que pensé que estabas aquí por drogas o robos

—Pues no. Estoy aquí por intento de asesinato — sonrió — pero tranquilo, fue solo un impulso

—¿un arma? ¿un cuchillo?

—una katana — al ver la duda en el muchacho decidió responder correctamente — sé usarla muy bien. Mi familia me exigió aprender porque vengo de una familia de samuráis o algo así

—lindo… tradicional también

—no es nada del otro mundo

—tu pareja debe estar triste, pero también debe ser afortunado porque alguien lo hubiese defendido… te manda cartas después de todo

—e intenta venir a verme, pero estamos en Tokio, es lejos. Además, tengo un castigo por pelear en la cárcel de Saga

—es un gesto lindo de todas formas — arruga su nariz y sonríe

—lo es… tú me recuerdas a él — confiesa de pronto, pues a veces su honestidad no puede ser cortada

—oh… ¿por qué? Por mi cabello rojo o por mis ojazos negros — reía divertido mientras golpeaba la pieza que derribó — no me vuelvas su reemplazo. Te lo advierto

—porque ambos omegas y porque tiene esa aura amable a su alrededor que a veces tú también muestras

—¡no jodas, Tadashi! — recompone su voz cuando un guardia le da una advertencia con la mirada y tiene que hacer una leve inclinación con su cabeza para disculparse por el bullicio — ¿tienes un novio omega?

—no lo digas tan fuerte. No quiero líos con esos idiotas — decía Tadashi apuntando a alguien de la esquina, a un alfa. El castaño defendería sus ideales si es que realmente lo necesitaba, pero en verdad quería evitar más problemas y castigos — por eso me peleé la última vez. No hagas que vuelva a hacerlo

—entonces… a quien intentaste matar fue a… ¡no mames! — susurra con impresión — ahora sí que me agradas

—¿antes no lo hacía? — reía bajito porque si los guardias escuchaban lo iban a reprender — y sí... fue a un alfa

—¿cómo tuviste los huevos para eso? Entonces eres mejor que todos estos idiotas de aquí — susurraba en confianza — eres un beta único. ¿Cómo no caíste ante “la voz”?

—sabes, cuando vives con un hermano alfa que quiere pisotearte, aprendes a defenderte y a ignorar esa voz de mando tan fuerte. Ser un beta no es impedimento para nada

—me caes bien. Si salgo de aquí te recomiendo con mi jefe sin duda

—no gracias. El intento de asesinato será mi único crimen. Eso planeo

—Tadashi, cariño — sonreía fingiendo coquetería — te acabo de ganar — festejaba al derribar la pieza del rey y Tadashi suspiraba

—me distraje. Pido la revancha

—será mañana porque se nos terminó el tiempo — no tenían más que quince minutos en compañía de los demás presos. Y eso que se habían vuelto más flexibles

 

 

La rutina se terminó por ese día y tenía que regresar a su labor, pues no podía dejar de cumplir con sus ocho horas diarias de trabajo forzado. Típico, te cedían una profesión por sorteo cuando entrabas a prisión, pues no podías desperdiciar tu tiempo y debías reformarte para ser reintegrado a la sociedad. Nadie podía protestar por su nuevo empleo, no tenían derecho ni siquiera a pedir un cambio o renegar por el menú de alimentos correspondiente a cada uno. Les exigían una cuota mensual y los revisaban de pies a cabeza antes de entrar o salir de los talleres. Todos debían formar una fila y marchar, con una buena actitud, hacia su puesto. ¿Lo bueno? Aprendió a fabricar libros y un poco de carpintería en sus inicios.

A Tadashi le cedieron la tarea de elaboración de libros tan sólo dos semanas después de haber ingresado, él fue una silenciosa excepción a la normativa de la cárcel. Lo hicieron parecer un error de designio, pero la verdadera razón fue que el castaño tenía que conservar sus manos lo más intactas posibles. El cambio no se negó, después de todo, Ryu, su hermano mayor, había hecho el pedido desde que inició la condena del castaño en Fuchu. Privilegios que se le cedían sólo a ciertos reos, por motivos extremos. Al parecer Ryu sacó a flote todas sus habilidades como abogado para que la estadía de su sangre fuera más agradable

Un trámite más que Ryu gestionó incluso cuando Tadashi estaba en la primera prisión en la prefectura de Saga, era un requerimiento que se logró después de peleas con los directivos y pactos con los representantes artísticos del país, pero fue posible. Con eso Tadashi tuvo permiso de salida con escoltas para participar en los diversos conciertos de violín que Kaito Yamamoto tenía que cumplir. Después de todo, Kaito era una figura japonesa que representaría al país en eventos europeos y eso estaba por encima de todo. El nombre del país debía quedar en alto, porque era una obligación nacional. Tal vez por eso, el personal de la cárcel y el estado le otorgó a Tadashi ese exclusivo trato y el afectado lo adoraba, porque así podía hacer una pequeña travesura mientras no estaba preso en las celdas de la cárcel, cualquiera que esta fuera.

Tadashi sonreía mientras colocaba la pasta en el libro entre sus manos, porque recordaba que esa “travesura” no era ideada por sí mismo, sino por alguien más. Su pecado era ver a Yuuri a escondidas en el hotel que lo acogía para los eventos y aún recuerda la primera vez que eso pasó

 

 

—señor, el servicio al cuarto llegó

—¿servicio al cuarto? — Tadashi abría la puerta con curiosidad, pues, siendo que estaba preso, se le negaba a perder la rutina en su comida y calorías diarias. Los guardias no deberían acceder a eso — disculpe, pero…

—su pedido — un carrito con rueditas en ese piso era extraño, tal vez se equivocaron de habitación

—disculpa, pero no deberías estar aquí. Revisa de nuevo el número de cuarto — evitaba que aquella muchacha ingresara, no quería problemas. Los guardias se mantenían en las escaleras de emergencia, en la entrada del hotel y lo vigilaban mediante una tobillera electrónica que mandaba su ubicación a tiempo real a una base de datos, pues no podía estar acompañado por mucho tiempo o eso levantaría sospechas. Eso porque los militares gustaban de mostrar que eran… militares

—si me permite entrar

—yo… — cuando iba a platicar con la persona que golpeó la puerta de su habitación, no pudo. Fue empujado dentro con el propio carrito y estuvo en shock breves momentos… hasta que vio la peluca ser retirada con rapidez — ¿Yuuri?... ¡Yuuri! — nunca había sentido tanta emoción al ver a una ama de llaves

—¡no grites o me descubrirán! — sonreía divertido mientras se abrazaba al castaño y suspiraba — te extrañé tanto

—cielo santo — no dudó en sujetarlo fuerte hasta dar vueltas en el aire con aquel muchachito que… ¿llevaba una falda? Para ser exactos el uniforme de las empleadas de servicio. Una falda recta, blusa y mandil azul en diferentes tonalidades. Era gracioso verlo así — cielo santo

—te quité el aliento — reía bajito y antes de que le dijeran algo, aprisionaba esos labios con los suyos en un roce lleno de cariño y añoranza — Tadashi… me alegra verte

—si mis custodios te ven, estaremos en problemas. Se supone que estoy en libertad condicional temporal — y aun así no dejaba de abrazarlo por la cintura o pegar sus frentes — Yuuri, mi Yuuri — lo besaba una y otra vez para verificar que no estuviera soñando — mi amado Yuuri

—fue difícil convencer a la mucama — susurraba mientras se separaba para ver el estado de Tadashi — Naya está loca y sabe cómo comprar el silencio temporal de una empleada con dos hijos — rió bajito

—si me descubren, me quitarán privilegios de visita, Yuuri. No hagas más cosas así de arriesgadas. Con leer tus cartas podría conformarme — estaba temblando por la emoción y el temor. ¿Cómo no hacerlo?

—pero yo no — acarició los cabellos ahora corte militar del castaño. El azabache deslizó sus dedos por las mejillas y reconoció la delgadez que ahora mostraba su novio — quería tenerte cerca… porque a veces no puedo con esto sin ti a mi lado — sus ojos se cristalizaron, pero sonrió — solo quería escuchar tu voz cerca de mi oído y que me recordaras que soy especial para ti. Quería escuchar de nuevo todas esas cursilerías que me dedicabas y saber que no me guardas rencor

—¿por qué haría algo así? — besó la frente y las mejillas de su pequeño amor. Casi podía gritar de la dicha de tenerlo un momento

—porque indirectamente soy el culpable de tu condena — su voz se quebró, pero sintió un beso cálido y un abrazo amable — lo siento tanto

—no importa lo que la gente te diga, Yuuri. Tú no tienes la culpa de mis acciones. Tú solo eres un padre que ha sufrido mucho y que merecía que alguien lo defendiese… alguien más, aparte de su familia.

—a veces creo que no debí darte esa oportunidad para estar conmigo — se aferró a Tadashi y soltó sus lágrimas

—no te arrepientas, pues yo no lo hago. Me siento dichoso de ser el “ajeno” a tu familia que fue aceptado para completar tu felicidad

—extrañaba tus palabras improvisadas — reía bajito mientras limpiaba sus lágrimas y Tadashi lo ayudaba en la misma tarea

—tú eres la persona especial que ha soportado mis estupideces — sonrió y continuó su oratoria — eres el padre de la más hermosa joya, la misma que ahora debe estar pensando en ti… y eres mi pequeña estrella brillante también. No sé exactamente como describirte — rió porque no estaba plenamente concentrado. Sólo miraba a Yuuri y lo tocaba cuanto podía

—me basta con que me digas que me amas y me abraces antes de que mi tiempo aquí se acabe, Tadashi

—te amo… no tienes idea de cuanto lo hago. A ti y a Ely. A los dos, los amo, demasiado

 

 

Las memorias de Tadashi aún estaban frescas y recordaba con exactitud que esa fue la noche más bonita vivida en esos largos meses, los mismos que, juntos, ya sobrepasaban el año y medio. La misma travesura que se repetiría cada que él tenía permiso de salir para una presentación y al menos tenía que dormir una noche en el lugar en donde el evento se daría. No fueron muchas veces, pero algo era algo. Lamentablemente, en esos tiempos que transcurrían, las salidas se habían vuelto nulas, pues los eventos se terminaron por temporada. El castaño sufría un silencio solitario que solo terminaba cuando conversaba quince minutos con aquel omega, cuando practicaba deporte o en las barras que deberían gritar el día apropiado. Al menos tenía algo por lo que despertarse en las mañanas con una sonrisa disimulada

El trabajo distrae al artista de su condena absurda, porque sus años en ese lugar eran inapropiados para un intento de asesinato que no pasó a mayores. Tadashi, Naya, Tanaka, todos sabían que esa condena había sido cosa turbia, pero ya habían intentado enmendarla y no funcionó. A lo mucho, lograron los permisos especiales de salidas y eso porque Ryu era un abogado afamado que reemplazó a Tanaka, su abogado pagado. Al menos ese gasto ya terminó, pues como servicio especial para enmendar la estupidez de aborrecer al hijo menor de la familia porque no se hizo empresario, su madre le cedió el permiso para que Ryu defendiera incluso a Yuuri, sin paga alguna. Tadashi platicó directamente con su hermano sobre ese asunto y era en serio, Ryu atendía el caso de la custodia de Ely, a pesar de que la justicia rusa parecía negarse a abrir el caso

Las cosas iban mejorando, poco a poco, pero iban haciéndolo. Sólo que Tadashi nunca podía dejar de pensar en su pequeñita luz, su Ely, la misma que estaba enjaulada con aquellas arpías. Trataba de pensar en que ella sabría defenderse bien, pero eso no quitaba que su dolor fuera intenso, porque al menos desearía recibir una carta con aquella bonita escritura o uno de esos dibujos coloridos que Ely solía fabricar. Solamente se daba fuerzas porque quería verla de nuevo, abrazarla y decirle que era la mujercita más bella de Japón y de Rusia, porque nadie siquiera sería tan dulce y adorable… tal vez exageraba, pero la añoranza lo llevaba a eso… a exagerar cuando pudiese. Amaba a Ely como a su hija de sangre, por eso no dejaba de pensar en ella cada mañana

El trabajo al menos lo envuelve y deja que su mente se centre en la labor de unir las hojas, colocar el pegamento, la portada y verificar cada detalle del libro. No puede leerlo, pero sabe que después de trabajo tal vez le dejen solicitar el texto de la biblioteca. Eso le anima en ese día, ya que no le llegará correspondencia, pues apenas hace dos días se le entregó una carta de Yuuri. Por medio de esos papeles se mantenía informados de todo lo que ocurría, desde los detalles más dolorosos, como que han descubierto que Ely tiene prohibida la alianza con otros niños que no sean de la escuela, hasta la más simple como era que Yuuri ya podía identificar la zona de los dedos en el violín. Era hermoso mantener una plática mediante un texto, aunque no lo sería para nadie más

Las máquinas hacen ruido a lo lejos, en el taller adjunto. Los pasos de los guardias resuenan, así como las manos de quienes golpean la mesa para unir las hojas. Es un conjunto de movimientos mecánicos que les obligan a cumplir sin rechistar ni hablar siquiera. Tadashi aún no sabe cómo logra tener la fuerza en sus dedos para practicar con el violín después de su jornada laboral. Tal vez porque eso le gusta y no es problema perderse en la melodía, pero también no exagera, pues no quiere lesionarse y perder su poca diversión en la prisión. Diversión que al menos es tolerada por sus compañeros de celda, sólo si es el violín o el arpa, ningún instrumento más o hay discusiones  

De pronto los ruidos disminuyen y sólo una voz se escucha. Un muy mal momento para que el guardia de su sección fuese alfa… la nariz de Tadashi se lo dice y eso lo asusta también

 

 

—número 1725, ¿por qué se detiene? — dictamina el guardia beta que también los acompaña y Tadashi se levanta de inmediato porque lo identificó en totalidad. Estaban en problemas  

—señor, sé lo que sucede… permítame llevarlo a enfermería — trata de que accedan a su petición

—¡no te levantes! ¡Atrás! — le amenaza mientras le apunta con el dedo — vuelve a tu puesto de trabajo, ahora

—pero señor

—¡dije atrás!

—¡es su celo! — la mesa de Touya está detrás de la suya, el olor le llega primero y el pánico también, porque ve al guardia alfa acercarse con apuro, pues seguramente estaba perdido en su instinto

—Tada… Tadashi — susurraba el muchachito pelirrojo mientras se abraza a sí mismo. El castaño manda a la mierda todo y corre para ayudarlo, llegando primero que el alfa

—tranquilo, te llevaré lejos

—será una… batalla campal — susurra apenas mientras suelta un gemido cuando las manos del castaño toman sus hombros

—¡aléjate del 1725!

—no dejaré que lo toque — responde contra el guardia alfa que ya tiene esa mirada perdida. Tadashi maldice porque hasta él se mareó con el aroma de Touya. Ese celo… era potente. Tal vez las medicinas tuvieron un efecto adverso para el omega

—¡muévete! ¡Deja al omega conmigo!

—son la autoridad, ¡ustedes deberían tener autocontrol para con su naturaleza! — el castaño usa uno de los libros y lo lanza en contra del guardia. El problema es que hay otro alfa en la sección y hay más en los alrededores. Lo peor es que la enfermería está saliendo del edificio e ingresando a la zona de las celdas, pues la que estaba en esa sección empezó con la remodelación

—¡a un lado, niño! El omega será mío

—¡no! será mío — recita el otro y Tadashi sabe que todo está en su contra. Con una sola mirada concluye en que los betas que lo rodean no harán para ayudar, pues quieren evitar un castigo… ¿Qué hacer entonces?

—Touya… maldición, ¡ayúdame! — le dice mientras empieza a lanzar los libros para ganar tiempo — ¡levántate! — Tadashi ha tomado su decisión. No dejaría que el muchachito fuera mancillado, jamás volvería a dejar que algo tan asqueroso sucediera frente a él sin que pudiera dar contra

—vete… tu… tu novio te… te quiere ver… pronto — dicta entre gemidos y temblores debido al celo que casi le quita la cordura

—no me jodas ahora con esas frases de películas ochenteras — está desesperado porque con dos alfas tal vez no pueda, y menos con las manos desnudas… sólo tiene libros para defenderse — ¡levántate!

—¡A UN LADO! — grita el primer alfa y Tadashi se ve obligado a patear a su compañero de trabajo

—¡ahora verás, beta del demonio!… número 2196, ¡PREPÁRATE PARA ALARGAR TU CONDENA! — grita el guardia alfa mientras expande su kebo, la única arma que usan para golpear a los reos. Una vara de metal que es dolorosa al golpear con la piel. La mejilla de Tadashi ya lo probó una vez

 

 

Tadashi no dejará de defenderse, por su honor que no lo hará. Deja que los primeros golpes le lleguen, retrocede un poco en busca del material en la mesa de trabajo y usa el pegamento como defensa cuando lo halla. Riega esa cosa olorosa en la cabeza del militar, lo lanza con fuerza para asquearlo o algo por el estilo. Sabe que el otro alfa será más difícil de hacer retroceder, además, el guardia beta viene en contra de él también. Tadashi tomó las tijeras y las aventó, no sabía qué más hacer y rogaba porque no lastimara seriamente a alguien. Usó una silla para alejar al alfa yakuza y cargó a Touya en su espalda, aunque no sabe cómo logró hacerlo casi sin respirar. Toda la defensa aplicada en tiempo record, pero eso sólo sería el inicio, pues estaba solo en ese lío y muchos alfas ya estaban sintiendo el aroma del celo forzado   

Escuchaba el gemido que lanzaba Touya, quien se restregaba contra su espalda, pero lo ignoró. Al menos, gracias a lo perdido que estaba el muchacho en medio de su celo, sujetó a Tadashi por el cuello y así no caería. El castaño corrió por el pasillo buscando una salida rápida y tratando de que su memoria no le jugara una mala pasada justo en ese momento tan crítico. Solamente se defendía con el kebo que logró quitarle al guardia y trataba de buscar la mejor ruta, pero claro, no fue sencillo, incluso tuvo que romperle la nariz a un desgraciado que intentó cortarle el paso… eso le traería una condena mayor, pero… Yuuri no le perdonaría si es que dejaba a ese muchacho a su suerte. Él mismo no se lo perdonaría

Pide ayuda a gritos, pero nadie es tan idiota como él y empieza su desesperación. Está tan afligido que los insultos en contra todos los que se hacen de oídos sordos, brotan sin piedad. Está dejando que la adrenalina lo guíe mientras huye de todo aquel alfa que quiera tomar a Touya, pelea con cada infeliz que intenta agarrar al pelirrojo, lanza cosas, usa ese kebo, patea costillas y partes bajas. Se defiende y defiende al que no puede hacerlo… eso hasta que alguien reacciona. Siempre hay alguien que es iluminado por un poco de decencia.

Un guardia beta da la orden de cerrar las puertas de todos los talleres, pronto el micrófono repite la orden y Tadashi respira levemente aliviado. El mismo guardia sale al pasillo seguido por otros tres que lograron detener a los que se descontrolaron. Tadashi los enfrenta directamente, insultándoles por esa reacción tan lenta. Una bofetada es dada por su clara estupidez al faltarle el respeto a una autoridad, pero a Tadashi lo que le importa es llevarse a Touya a la enfermería… un ángel caído del cielo, dirían algunos, pero Tadashi solo vio a un hombre padre de familia que no quería tener que lidiar con el horror de ver a los alfas casi matarse por aparearse con un inocente omega. Eso se llamaba naturaleza, un beta siempre protege a un omega, incluso más que un alfa.

Un beta daría su vida por ayudar a un omega. Tadashi daría todo por defender a Yuuri si fuera el caso  

 

 

—joder — jadea cuando terminó de correr por los jardines y llega a la enfermería. Da gracias al cielo que en ese edificio no hay reos, porque todos trabajan, casi todos. Sólo había pocos idiotas a los que evitar en el camino, pero la mayoría están en sus celdas — maldición — se queja sintiendo su sudor resbalar mientras coloca a Touya en una camilla y lo obliga a soltarlo

—¡qué pasó aquí! — reclama el enfermero, pero Tadashi apenas si puede respirar. Touya era más pesado de lo pensado — ¡qué demonios!

—su celo — apenas jadeó cuando no pudo más y se sentó en el suelo. Estaba herido, cansado, pero feliz de lograr lo imposible

—estás loco por traerlo así — añade el guardia beta que llega allí después de haber calmado todo en la zona de labores y celdas — pero eres valiente niño

—Tadashi — gime Touya mientras pelea contra el enfermero para que lo suelte, porque es otro omega el que lo toca — Tada…

—deja que te medique — susurra mientras se limpia el sudor y la sangre de la boca — Touya, confía en que ese celo pasará pronto… y tu florecimiento no será manchado por alguien con las manos negras

—¿de qué hablas chico? — dicta el enfermero mientras, con ayuda de la beta que lo asiste, inyectan algo en el brazo del muchacho y limpian el sudor de la frente del mismo

—el celo… no es más que su florecimiento — Tadashi ríe bajito mientras tose un poco. Los golpes duelen y su cuerpo recién está perdiendo el efecto de la adrenalina — y Touya debe decidir quién lo acompaña en ese día especial

—se acabó la hora de la poesía — dictamina un guardia más que ingresa a la enfermería — si no tienes heridas vendrás conmigo número 2196

—espera, el muchacho salvó al reo número… — intenta detener el otro

—no importa — dice con seriedad — hirió a algunos compañeros y a dos guardias. Ha faltado el respeto a las normas de la cárcel y a tomado las riendas del caos. Irá a la celda de castigo

—genial — Tadashi ya se esperaba eso, pero valió la pena

 

 

¿Injusticia? Para Tadashi no era más que la ley haciendo la mejilla a un lado para no ver lo que pasaba en realidad, pero no protestaba. Tenía que recibir un castigo y lo aceptaría. Fue esposado como prevención mientras se trasladaba al ala derecha del edificio, se limitó a toser y respirar profundo mientras caminaba. Apenas lograron limpiarle las heridas y verificar que no tuviera costillas rotas ni heridas profundas. Fue amarrado en la celda de castigo, cadenas gruesas que aprisionaron sus pies y manos, le privaron de luz y lo dejaron en ese lugar con el espacio reducido. Era una estrategia para que el reo castigado solo viera el vacío oscuro, se suponía que debía hundirse en una meditación ininterrumpida. Su falta era grave, pero su deber de buen samaritano fue elogiado y su fuerza para enfrentar a los alfas también. Un castigo duraba seis meses en soledad… pero le rebajaron la pena a dos meses por buenas intenciones

Dos meses para reflexionar y planear qué hacer a futuro. Dos meses que pasarían tan lentos porque no recibiría correspondencia o se enteraría del mundo exterior. Tiempo que valía la pena estar encadenado porque estaba seguro de que Touya estaba a salvo. Tadashi planeaba una tonada mientras las horas pasaban sin prisa, movía sus dedos a son de una melodía que estaba creando por diversión y se la dedicaría a Yuuri cuando saliera a una presentación. Se perdió del festival deportivo y su cabello creció un poco, pero se lo cortaron dos veces también. Tal vez debería solicitar participar en el festival cultural que, si sus cálculos no estaban incorrectos, se daría dos semanas después de que su castigo acabara. Era perfecto de cierta forma… más se llevó una sorpresa

 

 

—muévete número 2196 — esa fue la primera voz conocida que escuchó en dos meses

—claro, pero señor, quiero solicitar un puesto para…

—negado — se acercaba para quitar las cadenas

—pero aún no he dicho para qué es el pedido — sonrió, pues al fin, después de dos largos meses que contó con sus dedos, veía la luz

—toma tu ropa de la celda. Báñate y después dirígete a la dirección de la prisión

—¿hice algo mal? — se restriega los ojos y estira sus músculos antes de dar los primeros pasos fuera de la celda — ¿Me van a trasladar de nuevo?

—sólo sigue las órdenes de tu custodio

 

 

Aun sin explicaciones varias, Tadashi hizo lo ordenado. No habló con sus compañeros de celda, mucho menos con Touya, porque ellos estaban en sus labores, pero eso le dio una leve libertad para disfrutar del agua en su cuerpo y del nuevo olor a químico del jabón. Cuando fue al despacho correspondiente y se despidió del custodio con una reverencia, esperó lo peor. Tal vez una nueva transferencia aún más lejos de Hasetsu y lejos de Yuuri… o tal vez una nueva pena que debería cumplir en la prisión estatal para yakuzas… eso sería terrorífico… pero no estaba preparado para lo que vería en el lugar

 

 

—ahí está. El número 2196 — hablaba con seriedad el director

—¡TADASHI!... ¡MALDITO IDIOTA! — esa voz amenazadora lo dejó en shock e instantáneamente quedó en blanco — DOS MESES DE CASTIGO, ¡¿QUIÉN TE CREES?!

—Naya — rió, pero eso no fue lo que lo impresionó, sino ver a su mayor tesoro reverenciando al director de aquella cárcel — y Yuuri… que…

—no tartamudees — rió el azabache quien sostenía una bolsa transparente, con lo que Tadashi identificó como sus pertenencias del día en que se lo llevaron detenido

—yo... me-me puedes decir, ¿que… pasa? — el castaño necesitaba que alguien le dijera algo

—estás libre — la voz del director llamó su atención y ladeó la cabeza, porque eso era un imposible

—¿eh? ¿Escuché mal?

—estás libre — volvió a repetir Naya y casi derriba al castaño con un abrazo efusivo — ¡anda! ve con tu amorcito para que te lo diga también

—pero… mi condena

—vamos a casa — sonrió Yuuri, emocionado hasta el punto en que ni siquiera podía llorar, sólo reír — ya estás libre, Tadashi

—pero…

—vamos… después te explico — un abrazo cálido y una sonrisa terminaron por convencer al castaño

—vamos — Naya chasqueaba su lengua mientras golpeaba la espalda del ex prisionero — que sólo retrasamos esta salida porque alguien quiso hacerse el héroe y se ganó dos meses de castigo sin libertad condicional. ¡Ahora muévete! ¡No me gustan las prisiones! Pasé allí dos meses y no es un bonito recuerdo — reía Naya empujando a los otro dos — adiós director~

—no vuelvas

—sabe que lo haré. Su cárcel no me da confianza — era la extraña despedida de Naya y el director, pues era bien sabido que reporteros y carceleros no se llevaban bien. Había muchos secretos que mantener

 

 

Tiempo al tiempo…

 

 

Un año, tal vez dos, tres próximamente. Problemas que iban y venían. Relaciones que terminaban y otras que empezaban. Yuuri no podía dejar de contar cada día, mes, semana e inclusive hora. Era un padre que perdió a su niña, que la veía en revistas y noticias mientras crecía rodeada de lujos y criada con las mejores maestras o cosas por el estilo. Viktor se la había llevado siendo tan solo una pequeña, pero Ely no detenía su crecimiento, así como Yuuri no detenía sus intentos por comunicarse con ella de alguna forma. Los videos no rindieron frutos durante meses. Intentaron con llamadas, un Yurio espía tampoco funcionó, pero un día, todo cambió

Llegó un momento en donde su pequeña niña empezó a concursar en eventos de patinaje sobre hielo, mostrarse como una profesional en crecimiento y con ese cambio radical, también fue el inicio de una serie de pláticas a nivel público. Como Naya solía decir, tener paciencia traía frutos, y así fue, pues mientras Ely seguía creciendo, iba madurando también. En cierto punto, Ely llegó a tener una libertad que muchos conocían simplemente por la prensa… la libertad cibernética, necesaria si un artista quería hacerse conocer

A nadie se le podía negar el acceso a internet, aquella “cosa” que conectaba al mundo. Ely tuvo edad de protestar por aquello que hasta el momento se le negaba y para sorpresa de muchos lo hizo en medio de una de las entrevistas hacia su persona. Esa pequeña persona de hermosa sonrisa, ojos marrones y cabello platinado, largo, brillante, quien sabía defenderse hábilmente cuando era necesario, brillaba con luz propia. Yuuri reconoció entonces, que en su pequeña había cualidades que Viktor tenía, como la facilidad de palabra, el trato con las personas que llevaban a no querer apartar la vista de ella, la sonrisa que escondía pensamientos diferentes a lo que decía, diversión mientras patinaba o hacía ciertas cosas y al final… un amor fingido hacia dos personas que se encargaron de su educación.

Yuuri en cierto punto de su vida entendió que lo que Ely iba sacrificando, era su negativa a formar parte de los Nikiforov. Viktor e Irina seguramente querían que Elizabeth los aceptara o al menos convivieran como una familia. Ely seguramente ofreció eso a cambio de varias cosas en el trascurso de esos años y Yuuri sentía dolor de solo pensarlo, pero no podía hacer nada. Tadashi solía decir que Ely había sido forzada a madurar con rapidez, que eso explicaba esa máscara que la pequeña se veía forzada a usar y que debían confiar en que su pequeña luz no se vería manchada con la negrura de aquellos que la "secuestraron “. Yuuri y todos los Katsuki, así como los Osuma -porque ya aceptaron que de una u otra familia eran familia- sólo podían tener fe en que cuando lograran ver a Ely de nuevo, no hubiese perdido el encanto ni los valores que le inculcaron

 

 

—¡llegó la respuesta! — pronunciaba Lutz quien corría con celular en mano, buscando a Yuuri y a los interesados — ¡YA LLEGÓ!

—¡¿qué dice?! — Yuuri sonreía mientras se sentaba junto a las chicas, su hermana y el pequeño nuevo integrante de la familia que daba lata cada que quería alimentarse — déjame ver

—¿Ely respondió? – decía Mari quien ingresaba con emoción y a la vez cargaba a su pequeño retoño — ¡¿qué dice?!

—espera — sonreía Yuuri con emoción — dice: “Aoi-kun, has mejorado tu interpretación en el violín, hazlo en el arpa después. Saluda a todos los que participan en la creación de tus videos. Muchos besos. Los ama… Bet2137

—tiene razón — reía Toshiya mientras despeinaba a Yuuri — has mejorado, Yuuri

—me gusta el arpa, será lindo escucharlo — apoyaba Hiroko y los demás hacían cosas parecidas mientras Yuuri sonreía con soltura al ver la pantalla con aquel comentario en uno de los videos que subió a internet. Se llamaban por nombres claves, pero sabían que eran ellos

—¿de qué me perdí? — Isamu ingresaba acompañado de Takeshi, ambos sosteniendo las bolsas de compras del supermercado — por sus sonrisas, es algo muy bueno

—ven a ver… Ely respondió — y así la alegría se hacía mucho más escandaloso

 

 

Fue un día como cualquier otro. Ely les envió el primer mensaje a las trillizas, usando un perfil falso, mandando por única vez su nombre verdadero y una fotografía para identificarse, así como su pseudónimo para comunicarse. Ese perfil desapareció dos días después, pues la pequeña había aprendido a ser desconfiada y estratega. Las trillizas, que en ese punto se volvieron expertas en el tema de rastreo vía redes sociales, verificaron millar de veces que fuera ella a través de los otros dos perfiles que Ely creó, pero al final, después de una investigación exhaustiva, comprobaron que era la pequeña luz de los Katsuki.

Los videos habían rendido frutos después de un tiempo, pues Ely ya fue beneficiada con el poder de la tecnología y desde ese momento la comunicación entre ellos fue constante. Mediante aquella cuenta falsa, también a través de los comentarios en los videos que Yuuri subía cada dos semanas mientras tocaba algún instrumento, sus pláticas y noticias se daban. Las cosas se hicieron más alegres, porque los problemas quedaron atrás y, a pesar de que aun debían comunicarse de forma furtiva, al menos sabían uno del otro. En conclusión, llegaron a ser felices hasta cierta medida, aunque seguían sin poder verse, pero eso podía cambiar en cualquier momento

 

 

—¿estás listo, Yuuri? — el mencionado sonreía mientras devolvía el aparatito a Lutz

—claro… vamos, Yurio — aflojando sus músculos caminaba siguiendo a aquel rubio — ¿qué haremos hoy?

—la rutina de siempre, es tu especialidad después de todo — el ruso disminuía su paso hasta quedar a la altura del japonés y lo rodeaba con uno de sus brazos — tiene que ser perfecto

—lo sé — una risita cómplice se presentaba mientras movía sus dedos simulando lo que haría con el instrumento — ¿y tú?

—Mi coreografía esta lista. Deja de pensar en eso

—¿qué has sabido de Tadashi? — lo miraba con curiosidad y el rubio se acomodaba los cabellos con despreocupación

—está arreglando todo en España, después de eso, regresará

—ya veo — sonrió con sutileza mientras se dejaba arrastrar — seguro puede tomar participe como pianista o director

—tsk… el maldito tiene talento. Si acaba como director y usa esa batuta, me burlaré de él

—claro — Yuuri ni se fijó en las muecas del rubio, porque seguía pensando en su tonada — pero se llevan bien. Mejor de lo que lo hacían antes

—soy mejor que él — se jactaba el rubio mientras despeinaba a Yuuri — y he podido verme con Ely más veces que él

—¿tú crees? — sonreía Yuuri mientras caminaba hasta salir de Yu-topia

—¿me ocultas algo, cerdito?

—no que yo recuerde, Yuri

—odio cuando te pones sarcástico — bufaba el ruso — pero te lo pasaré sólo por hoy, porque estoy de buen humor

—¿es porque irás a molestar a Viktor en unos días? — sonrió — suerte con eso

—eso siempre me pone de buenas

—A mí también — confesó mientras se acomodaba el cabello largo y se lo ataba en una coleta alta. Era hora de seguir con su plan

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Quise hacer este capítulo extra porque necesitaba que ustedes supieran lo lindo que son las cárceles de Japón, hermosas diría yo –nótese el sarcasmo-

Además, era bueno darles un poco de dulzura a esta cosa caótica, pero prometo ya no andar de rodeos y pasar a lo candente. Quise distraerles un poco y adaptarlas al cambio de “narrador”, por esta ocasión fue Tadashi, pero desde aquí la protagonista será Ely, eso ya lo di a entender en el capítulo anterior, pero creo que necesitaba aclararlo en las notas. Hasta cierto punto necesito que sea Ely la que narra, porque ella describirá lo que le ha hecho pasar a Viktor y cómo actúa el karma en esta historia

Espero que no se aburran, yo sólo seguiré corrigiendo el resto de capítulos.

Muchos besos~

Las amo~

 

 


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