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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Un placer en traerles un nuevo capítulo~

Besos~

 

 

 

¿Repetitivo? Yuuri quería reírse como para que su infelicidad no se notara, era una broma demasiado cruel

Fue el mismo proceso que aquella vez, tan rápido que le asqueó ver a ese abogado frente a él y como si no fuera suficiente, la respuesta a su pedido venía desde Rusia. ¿Cómo defenderse en ese país? No podía, simplemente no podía, porque aparte de aquello tenía que regresar a casa en tres días. En Francia debía dar un concierto, podía con ello, pero después debía regresar a su país natal ya que no podía perder el vuelo. Entonces la única opción era llevar los líos legales a Japón. Y el problema más grande a superar era que nadie podía enterarse que ellos eran Kaito y Aoi, eso les daría complicaciones en su vida “real”, por eso debían regresar a Japón como sea y tan silenciosamente como siempre habían hecho

La solución a ese nuevo lío legal les llegó como cualquier cosa que forzaban… usando dos recursos que sus cercanos les proporcionaban. Así salieron a flote durante años y así seguiría siendo mientras sus amistades estuvieran vivas. Primero estaba Naya con sus presiones en las entrevistas y reportajes, además de su habilidad para regar las noticias por todos lados y acabar con la reputación de quien se le diera la gana, en ese caso, Irina. Y segundo, Ely, quien apoyaba a la periodista ante las cámaras y detrás de ellas, además se la había pasado discutiendo con Viktor desde el incidente del hotel. Gritos, amenazas, odio, todo con tal de obtener lo que quería. La pequeña de buen corazón se transformó en una persona llena de rencor.

El inicio del desastre empezó desde el punto en que la jovencita encontró artículos en internet pues sus prohibiciones se terminaron antes de eso. Ella buscó contactos, venganza y libertad. Elizabeth ya no era una niña, ahora podía dar pelea y lo haría… porque jamás se resignaría a quedarse con quien le hizo daño a su papi

 

 

—Viktor… es mejor que aceptes — la jovencita estaba sentada en la mesa de la cocina. Tiana y Alena habían sido echadas del lugar después de que Viktor empezó a pelear de nuevo, pues Ely había roto la mitad de la vajilla de la casa y el desastre en el comedor no fue del agrado del ruso — acepta que me vaya a Japón

—Claro que no, Elizabeth — ya le había gritado, amenazado con castigos, discutieron hasta el cansancio, incluso se pidió una tregua. Había hecho de todo y cada día era peor — eres mi hija y como tal, te quedarás conmigo, tu padre

—No puedes retenerme — ella estaba consciente de que el lío que armó era inaceptable. Nunca había hecho tantas barbaridades, destruido tantas cosas, ni insultado tantas veces como en esa semana… esperaba que su papi no se enterara

—Lo haré — Viktor estaba cansado de esa situación, su niña amable se había desvanecido

—Entonces prepárate… porque le diré a todo el mundo ¡el asco de persona que eres! — tomó su plato con leche y cereal, se encaminó fuera de la cocina e ignoró las palabras ajenas — sabes que soy capaz de eso y más. Hasta puedo inventarme que me has golpeado o entrenado hasta que sangrara

—Soy tu padre, Elizabeth… puedo desmentir tus palabras, puedo evitar que salgas de la casa e incluso puedo hacer que ningún periodista se te acerque

—Y yo soy la que ganó el oro en la categoría junior, la prensa me quiere tener en la página especial de su… de su… — dudó. No quería que su papi se enfadara si la veía enfrente de una cámara fingiéndose la víctima de cosas que no pasaron

—Ni siquiera puedes defenderte verbalmente — soltó una carcajada irónica y se mordió el labio — por favor, Ely… ya basta

—¡Lo sé! ¡Pero es porque estoy furiosa! Lo único que digo es que le diré a medio mundo lo que le hiciste a mi papi, a mi daddy… ¡a mí!

—Más de lo que ya has dicho no puedes decir

—Algo haré o me inventaré — dijo con furia

—No sacarás nada con eso

—Que te quede claro, Viktor — dejó caer su plato a los pies del ruso y con seriedad terminó — o me compras esos pasajes, o te juro que conocerás mi lado malo

—No eres así, Ely — trató de acariciarle la mejilla, pero ella lo separó de un manotazo

—¡Pero tú sí! ¡Y yo te tuve de ejemplo hasta ahora! — frunció su ceño y empujó al mayor — Cosechas lo que siembras, Viktor — dijo antes de ir a su habitación y cerrar la puerta con fuerza, repitiendo el azote las veces que fueran suficientes para bajar su enfado

 

 

Miradas…

 

 

Yuuri había estado tenso durante su última presentación junto con Tadashi. Tenía tantos problemas en su cabeza que sus dedos no estuvieron al cien por ciento y sólo la sonrisa de su hijo menor y un beso de Tadashi lograron relajarlo lo suficiente como para que su melodía como solista en la flauta traversa fuera decente. No fue una de sus mejores presentaciones, debía admitirlo, pero tampoco fue la peor. No fue un éxito como las anteriores exhibiciones de los Yamamoto, incluso –en medio de la presentación– se rumoró que Aoi estaba enfermo y por eso bajó su calidad al tocar aquel bello instrumento.

Yuuri, es decir Aoi, no desmintió aquello en el pequeño receso que tuvo y hasta fingió un desmayo poco después de que terminó el concierto. Aunque, en realidad, quiso darle a su personaje un poco de fama y una oportunidad de ser la noticia de farándula local. Tadashi también había sido un cómplice en ello, siendo el esposo que cargaba a su eterno amor hasta el hotel y llamaba un médico. Obviamente todo fue actuación y hasta eso fue divertido, matando la tensión que los japoneses tenían. Era como decía Tadashi, «Una sonrisa, una mentirita, todo para que la vida no deje de ser interesante»

Pero debían regresar a la realidad.

Recibieron la enorme noticia en un día cualquiera cuando ya estaban de nuevo en su hogar, Yuutopia, en conjunto con una carta de Ely entregada directamente por las manos del abogado de Viktor. Yuuri la leía con calma, Tadashi a su lado miraba con detenimiento cada pequeño cambio en las facciones de su amado para adivinar el contenido de esa noticia escrita. Al final la impresión del azabache se mostró en un boqueo leve que no produjo ninguna palabra específica. Una sonrisa nerviosa, un movimiento de su mano y finalmente con sus dedos cubrió sus labios porque no podía creer aquello. Tadashi quedó en la misma situación cuando se le fue permitido leer aquel papel, la única diferencia era que él sonrió dichoso y, tras agradecer al abogado, ingresó corriendo para detallar lo que pasaría a futuro a los demás adultos de la familia.

La carta decía muchas cosas resumidas en que la pequeña Katsuki arrebatada de su hogar iría a Japón, pero no era lo único bueno. Las palabras recitaban una pequeña ventaja para el problema que estaba en curso. El proceso judicial se llevaría a cabo en Japón. El juicio, la pelea, las pruebas, todo se haría allí y eso causó el alivio leve de los Katsuki porque al menos estaban en casa para enfrentar aquel doloroso proceso. Dicha reflejada en las gotas saladas que más de uno derramó. Hiroko, Toshiya, Mari, Yuko, todos festejaban con abrazos y sonrisas… tenían esperanzas y sueños de un futuro color de plata

Tadashi sonreía tratando de reconfortar a su pareja; susurraba cosas, le besaba la frente, lo acunaba en sus brazos para que se calmara. El cúmulo de emociones que esa noticia ocasionó fue grande: felicidad, tristeza, añoranza, ansiedad, impaciencia, temor, pero la dicha brotaba al final. El castaño también intentaba que Hiro no notara el cambio de ánimo de Yuuri puesto que los niños eran demasiado sensibles ante los problemas de los adultos y no querían que se viera afectado, mucho menos que se enterara que tenían problemas que enfrentar para que Ely volviera a su lado. Hiro sólo sabía que su querida hermana iría de visita como fue prometido cuando se vieron por primera vez.

 

 

Recuerdos…

 

 

Tadashi y Yuuri formaban un gran equipo, esos eran los comentarios que muchos daban y esos “muchos” eran personas quienes presenciaron los años de lucha y apoyo mutuo. Ellos tenían una relación desde hace años, pasaron tiempos duros y aun así seguían juntos. Se apoyaron incluso cuando no podían verse, superaron dificultades y demostraron que no siempre el omega se queda con el alfa o que el alfa tenía poder sobre el omega. Esos dos dejaron en claro que un pequeño niño podía nacer de un amor prohibido o hasta mal visto y seguirían dando de qué hablar mientras no consiguieran su propia justicia.

Tadashi había estado preso, sin poder, sin nadie que lograse quitarle la condena irracional de encima, fue tachado de un problema sin remedio. Lo etiquetaron como un asesino, aunque no lo fuera o tal vez sí, porque en algún punto de verdad soñó con acabar con la vida de ese ruso, pero finalmente se dio cuenta de que no valía la pena mancharse las manos y ser alejado de su familia por ese tipo de persona. Tadashi fue cegado por la ira y lo pagó caro, por ese motivo él no protestó cuando sintió el metal frío de las esposas en sus manos, porque se lo merecía; lo aceptó con humildad, aún si eso significaba no poder ver a su amado. Mas todo eso quedó atrás.

Pero no todo fue un desastre en la vida del Osuma puesto que su hermano mayor fue considerado y después de una plática en la sala de visitas de la cárcel, se quitaron el resentimiento que por alguna razón crearon. La madre perdonó al hijo por irse sin decir nada, por no cumplir con las expectativas que tenía de su hijo y dejarla con sus propios sueños y aspiraciones enfocadas a su familia. El recuerdo del padre tal vez les ablandó el corazón de la madre, porque Tadashi heredó la libertad innata de un artista y eso no podía ser borrado o censurado. La madre aceptó que su mayor miedo fue ver a su segundo hijo rodeado de pobreza y dificultades, porque la vida de un músico nunca sería fácil y por eso ella exigía tanto a sus dos primogénitos, pero al final no pudo evitar que la creatividad naciera en Tadashi y los hechos después de eso, se dieran. Ninguno pudo evitar que la sangre pesara más que los resentimientos sin sentido

Ryu había llegado un día a la casa de los Katsuki, sonriendo con sutileza, demostrando que esos ojos platinados se heredaban, mas, el brillo era diferente. El mayor era abogado, destellaba serenidad y confianza en su mirar. El menor era artista y demostraba estar lleno de sueños, amabilidad y cariño. Aquel hombre se presentó formalmente mostrando sus buenas intenciones y además demostró su predisposición para defender a Tadashi al tener ya conocimiento total del caso del menor de los Osuma. Ryu trajo con él la noticia de que podía sacar a su hermano ocasionalmente debido a la doble identidad que Tadashi mantenía desde hace años. Kaito Yamamoto era representante de Japón en cuanto a solistas se refería, iba a sacar el nombre del país adelante en una orquesta y fue así como el trámite legal empezó. Todo culminó en el permiso dado después de semanas de peleas judiciales, el mismo que otorgaba el derecho y lujo de sacar al prisionero 2196 de prisión para asistir a los eventos acordados.

Un brazalete que servía como localizador para mantener la vigilancia total en Tadashi, guardias que le impedirían huir de ser el caso, restricciones de todo tipo, pero Tadashi pudo ver la luz del sol fuera de la prisión. Asistió a los eventos que ya tenía planeados y a los pocos que su agente acordaría a futuro. Esa fue una buena noticia para los Katsuki y también la condena para Tadashi en la prisión, después de todo, no todos los presos tenían esos tratos tan especiales y eso trajo decenas de problemas con los compañeros de celda debido a la envidia. Tadashi tuvo que defenderse muchas veces, era el centro de las agresiones y él las detenía con fuerza física, por eso los castigos también eran comunes para el castaño.

«Estoy aquí por defender la honra de quien amo. No se atrevan a subestimar mi propia fuerza física y la de mi voluntad» esa había sido la frase que Tadashi les dedicó a sus agresores la primera vez que venció a uno de sus contrincantes y lo dejó inconsciente. Un labio roto, un moretón en el hombro izquierdo, la mirada de los guardias sobre sí, todo pasó demasiado rápido y a partir de ese punto los castigos fueron constantes. Aun así, su frente seguía en alto. Su vida en la cárcel fue terrible, no lo negaba, pero jamás dijo nada cuando Yuuri lo visitaba, porque eran sus hermosos momentos y jamás los arruinaría. Tampoco habló de aquello cuando salió de prisión, después de todo, ¿por qué sufrir por algo que ya pasó sin tener consecuencia alguna? Era un secreto que, tal vez, a nadie más que a Ryu se lo contaría.

La primera vez que Tadashi salió del Fuchu fue para una presentación previa al festival musical en Japón. Kaito Yamamoto se presentó en buenas condiciones -aunque con moretones ocultos por maquillaje- para tocar el violín como estaba acordado. Mostró su pasión absoluta, lo hizo con plena conciencia de que en ese momento no era nadie más que un violinista. Tadashi miraba a su hermano de lejos, sentía la vigilancia del mismo y de los policías custodios detrás de telón. El hotel de esa noche se sintió solitario y vacío… efímero porque al siguiente día tendría entrevistas y con ello el final de su libertad temporal. Mas, la vida le dio una sorpresa a través de una visita inesperada a altas horas de la noche.

Tadashi casi había gritado cuando al abrir la puerta de su mini-prisión se mostraba su querido Yuuri con un disfraz femenil. Naya lo había planeado y aplicado, Yuuri estaba con Tadashi y en las siguientes ocasiones que un evento parecido sucedía, aquel suceso se repitió. Palabras, promesas, amor forjado con los años, endurecido por las dificultados y expresado en besos. Encuentros fugaces como en las historias románticas de libros de antaño y de esa forma Hiro nació. Un relato digno de ese amor tan especial que ellos decidieron cultivar. Aunque había un detalle que tal vez era el único pesar que el segundo Osuma tenía y tendría durante toda su vida.

Tadashi no se enteró de la existencia de Hiro sino hasta que salió de prisión y en sus brazos fue puesto un pequeño bultito de color amarillo pastel. Inicialmente Tadashi identificó al bebé de tres semanas de nacido como el hijo de Mari, pues ella lo denominaba “mi retoño” con un cariño especial, mas no era así. Yuuri había decidido ocultar su estado para no hacer la estadía de Tadashi en la prisión más amarga de lo que ya era, escondía la evidencia debajo de ropa holgada en las visitas y sonreía cada vez que Tadashi lo hacía. Pero cuando el vientre se disponía a crecer aún más y mostrar con orgullo que un nuevo ser unía a los novios, el traslado a Fuchu y los castigos posteriores lo arruinaron todo. Ese día fue el más feliz y el más amargo de Tadashi, pues se arrepentía de todas las estupideces que lo llevaron a ese punto. Admiró al bebito bostezar, se sentó en silencio escuchando la explicación, besó la frentecita con amor infinito y al final… lloró sin miedo mientras pedía disculpas por no haber visto a su hijo desarrollarse y no haber podido apoyar a Yuuri en el parto. Se perdió la dicha de disfrutar de su propia transformación a un padre y eso jamás se podría recuperar

 

 

—Perdóname… perdóname

—No tengo nada que perdonarte. Tú no tienes la culpa de nada, Tadashi

—Debiste tener un embarazo tranquilo, Yuuri… y yo sólo fui una cruz que cargar

—No digas eso

—Jamás lograré perdonarme esto. El vacío siempre estará allí 

 

 

Un tiempo acumulado formó casi un año y el resumen de lo acontecido durante ese periodo fue relatado cuando Tadashi asimiló la noticia de su paternidad. Yuuri luchó incontables veces para ver a Ely mientras atravesaba un embarazo en soledad parcial, puesto que su familia fue el apoyo más importante en esos meses. Después se confesó la resignación a las prohibiciones legales, un parto difícil y antes de hora, el miedo de que algo le pasara al bebé que decidió nacer para alegrar la vida de los Katsuki. Además, se reveló que Tadashi se vio libre porque algún trato chueco ocasionó un indulto para su caso, estaba más que obvio que el dinero debajo de la mesa causó todo eso.

Tadashi ya se había perdido de mucho y cuando llegó a la casa de los Katsuki ya tenía un pequeño ser al que cuidar; entonces compensó su falta de presencia en los momentos importantes con atención ilimitada hacia su hijo y su novio, quienes se convirtieron en sus tesoros. Yuuri no pudo pedir mejor padre para sus hijos ni más grande amante que Tadashi, no tenía miedo de repetirlo las veces que fueran necesarias para que el castaño entendiera que no le reprochaba nada. Eran felices casi por completo y ese “casi” era porque seguía faltándoles su primera hija

Un día mientras Tadashi acomodaba su vestimenta y Naya le informaba dónde sería su próxima presentación –pues era una representante bastante activa a pesar de que no era su profesión– nació una idea alocada. Si los Nikiforov ganaron los casos hasta ese punto porque tenían fama y dinero -pero sobre todo fama- ellos se crearían un prestigio mayor. Para poner en funcionamiento su nuevo plan se formaron una doble identidad, nada difícil porque hasta ese punto Tadashi ya tenía conocimiento de aquello. Naya les ayudó en todo, aunque su inspiración era la venganza y no la justicia recta, pero era un apoyo incondicional que supo sacarlos adelante con rapidez. El nacimiento de Aoi Yamamoto fue el inicio de la batalla silente, la misma que culminaba en ese año, donde juntos formaron un dúo. Usaron los instrumentos que más adoraban, mostraron pasión en cada nota y presentación, y su fama por fin logró superar a los Nikiforov quienes se habían estancado desde hace años. Estaban al mismo nivel… casi

Algunos dirían que el karma estaba llegando, tal vez algo más grande que eso, pero no era así. Fue lucha constante, fueron días y días de práctica, planeación, lucha, ideas y sobre todo de sueños. Era por eso que llegaron a ese punto, donde la pelea por una custodia empezaba, y al mismo tiempo su pequeña Ely también arribaba. Eso, aunque no venía sola, sino que dos personas amargas detrás de ella se encontraban. El juicio se llevaría a cabo en una semana, proceso veloz y hasta un ciego podía decir que de nuevo algo negro apresuraba las cosas, pero en esa ocasión los Katsuki y Osuma jugarían a la par. No lo harían con trampas o corrupción sino con algo menos asqueroso que eso, pero igual de efectivo… o eso esperaban

 

 

Llegada…

 

 

—Ya puedes irte, Viktor — se quejaba la jovencita al sentir la tensión de ese encuentro

—Debo revisar que quedes en buenas manos — sonreía, pero claramente no estaba feliz. Había sido presionado hasta que cedió a ir a Japón… iba a dejar a Ely en manos del enemigo, pero no estaba preocupado pues ya tenía planeado cada paso posterior a ese encuentro.

—Descuide, Nikiforov-san — Yuuri apretó los labios mientras Tadashi hablaba — cuidaré de mi pequeña como siempre he hecho — el castaño sonreía mientras tomaba la maleta de Elizabeth para ingresarla a casa

—Es mi hija — advirtió Viktor al tener al beta cerca — que no se te olvide — cruzaron miradas un instante, pero la tensión fue cortada de inmediato

—¿Ely? — Hiroko había salido para averiguar por qué su hijo y su casi yerno no regresaban — ¡Llegaste! — una sonrisa amplia iluminaba su rostro mientras elevaba sus brazos festejando el reencuentro

—¡Abuelita! — y la pequeña tampoco se quedó quieta. Corrió dentro de la casa para lanzarse a los brazos de su cálida abuelita — Me vine a quedar por siempre — decía con convencimiento mientras sonreía

—No es verdad — Irina tiró de su hijo para que no empezara una pelea estúpida con ese castaño japonés. Un lío no sería bueno para su imagen ante los jueces — volveremos por ti en dos días

—Una semana — Ely miró a Viktor un momento — ¿verdad?

—No exijas demasiado — El ruso detalló a Yuuri un momento, esperaba una reacción temerosa, pero lo que vio fue algo diferente — tres días

—Pueden irse — el azabache con calma se acercó para tomar la otra maleta de su hija — nos veremos en el juzgado — ni un ápice de miedo, solamente… ira

 

 

Tal vez no podía cerrarles la puerta en la cara, pero sí podía ignorarlos. Yuuri les restó importancia a las visitas indeseadas y solamente se apuró en ingresar a su hogar, donde Elizabeth armaba alboroto para saber dónde estaba cada miembro de la casa y abrazarlo con fuerza. Amargarse en vano no estaba en los planes de aquella familia, por el contrario, disfrutar desde el primer momento era su misión.

 

 

—Puedo estar así todo el día — sonreía Ely mientras abrazaba a su hermanito y, aun cargando a Hiro, saludaba a todos los miembros de la familia que anhelaban aquel encuentro —. Me quedaré con mi familia — emocionada sólo atinaba a saltar

—Me haces cosquillas — reía Hiro al sentir como su hermana restregaba sus mejillas — tu cabello me pica — señalaba al mechón que estaba entre sus mejillas

—No importa. No te soltaré, Hiro-chan

—Bienvenida — Toshiya era el primero en acercarse. Saludaba con una sonrisa, un abrazo y un suspiro — sé que no puedes quedarte todo el tiempo del mundo, pero al menos usar tu habitación durante estos días sí puedes

—Mi habitación — se quedó estática por un momento. Se erguía, separándose de su hermanito y abuelo para mirar con ilusión a su papi quien apuntaba al pasillo, pero no era necesario… Elizabeth recordaba el camino perfectamente

—Está intacta — apoyaba Toshiya

—Es de color rosa y tiene peluches, fotografías y regalos que papi te compraba — sonreía Hiro bajándose de brazos de su hermana y tomándola de la mano para arrastrarla dentro — ¡Vamos! ¡Tiene que verla!

—Está bien, está bien — sonreía Ely — ¡Pero deja que abrace a todos! — reclamaba porque en el camino encontró a una de las trillizas, a Lutz

—¡Llegó la campeona! — reía la jovencita mientras agarraba a Elizabeth entre sus brazos y la elevaba con un poco de dificultad — vaya… creciste demasiado — al dejarla en el piso, fingía que le dolía la espalda y se apoyaba en la pared más cercana

—Seré más alta que tú, seguramente — picaba la mejilla de la castaña con diversión

—Pero jamás superarás la figura de mi madre, la misma que yo y mis hermanas heredamos — refutaba con malicia — ni la juventud japonesa que tenemos. Seremos eternas — reía con prepotencia

—¡También soy japonesa! — se quejaba infantilmente — también seré eterna… además — con rapidez se colocó detrás de Lutz y acarició el abdomen de la misma — soy más delgada que tú

—¡Ni lo sueñes! — fruncía su ceño y alejaba a la risueña jovencita que reía y empezaba a escapar — ¡Que alguien me dé una cinta métrica ahora mismo!

—¡Soy más flaquita!

—¡No juegues con tu suerte Ely! ¡Tocaste un punto sensible!

—Iré a tocar a las demás — con gozo, Elizabeth cargaba a Hiro y corría por los pasillos

—Te enseñaré a respetar a tus mayores — se quejaba Lutz persiguiendo al par de hermanos

—No corran así o se caerá — pero la advertencia de Yuuri no fue escuchada. Los “niño” ya se perdieron de su vista

—No te preocupes… deja que lo disfruten — reía Mari palmeando la espalda de su hermano

—Si hacen mucho ruido, despertarán a Taro — Isamu miraba a Mari un momento y sonreía — es tu turno de cuidarlo

—¡Momento mocosas! — se quejaba antes de intentar perseguirlas — ¡Si despiertan a mi hijo, las castigaré!

 

 

La nieve volvía su hogar mucho más hermoso de lo que normalmente era. La navidad se aproximaba y era la razón por la que los colores, adornos y las luces volvieran el ambiente más cálido. Elizabeth se sentía afortunada por permanecer con su verdadera familia en esas fechas, mucho más porque debido a su llegada preparaban los platos más tradicionales y sin restricciones los disfrutaba. Jugaba con su hermanito, platicaba con sus padres, molestaba a las trillizas, se abrazaba a sus abuelitos y dejaba que la mimaran cuanto desearan. Al final del día dormía envuelta en miles de recuerdos que su habitación le traía.

Todo estaba tal y como ella recordaba. Cada cosa en su lugar, incluso el poster de una bailarina todavía seguía pegado en una de las paredes, además, los regalos envueltos que le pertenecían no habían sido siquiera tocados. Elizabeth sollozó debido a la alegría mientras abría algunos en privacidad, cada obsequio le demostraba que su papi jamás perdió la esperanza de un reencuentro. Había desde ropa en la talla correspondiente a una niña de 9, 10, 12 y13 años, hasta libros, patines, juguetes, incluso encontró un relicario de plata con su nombre en la parte posterior. Su familia la mantenía cerca a través de todas esas cosas y eso curaba su herido corazón

 

 

—¿Y ustedes? — Esa mañana Ely miraba a sus dos padres, a los que besó desde la primera hora de ese día cuando la despertaron con una caricia en su frente — ¿No se quedan en casa hoy? — Yuuri y Tadashi vestían sus abrigos para soportar el clima, además de gorritas de lana a juego

—Saldremos un rato — Yuuri abrazaba a su hija para después tomar la maleta a su lado — tranquila, sólo serán unas horas

—Vale… ¡yo entonces disfrutaré de mi hermanito! ¡¿Sabe patinar?! — no podía con tanta emoción, tantas ideas y tan poco tiempo para aplicarlas. Agitaba sus manos con emoción, su mirada brillaba ilusionada y hasta sentía sus piernas temblarle en ocasiones

—Un poquito — respondía Tadashi mientras besaba la mejilla de Ely y se despedía — debe usar protecciones aún

—Pero prefiero tocar el piano — el mencionado apareció por el pasillo usando pijama todavía, una de color azul con adornos de nubes en ella. Se acercaba a sus padres para despedirse, pues sabía que cuando llevaban un maletín significaba que debían trabajar — adiós papá, papi. Tengan un buen día

—Cuida de tu hermana — el castaño picaba las mejillas de su hijo con cariño

—¡Lo haré! — prometía mientras de nuevo empezaba a jalar a su hermana dentro de Yutopia — también veremos al bebé. Taro llora mucho a veces

—¡Mi primito!

 

 

Yuuri y Tadashi no habían dejado de ser un par de enamorados normales, haciendo cosas normales, pero algo cambió en esas fechas, tal vez su hijo, tal vez el anhelo de recuperar a su niña por completo, tal vez sus nuevas identidades artísticas; fuese lo que fuese, en ese mismo momento, tomados de las manos se dirigían a aquel lugar. Tenían una pequeña cosa que hacer porque sabían que, si no se rebajaban al nivel de sus adversarios, no podrían simplemente ganar. Ryu les había dicho que para vencer a los Nikiforov tenían que jugar un poco sucio, sólo un poco. No serían despreciables, pero con lo que iban a hacer, al menos sacarían a la luz la corrupción que se daba a cabo en su país y seguramente en los otros también.

Su destino en ese día era un club en donde las personas de la alta sociedad se reunían para presumir sus posesiones o donde personas influyentes ofrecían sus servicios exclusivos. El sitio estaba lejos de la zona residencial y comercial así que debían soportar un ligero viaje en metro para poder llegar. Usaban ese transporte para no llamar la atención de nadie y evitarse algún inconveniente relacionado con un curioso deseando inmiscuirse en la vida de un par de pianistas enigmáticos. Siempre había un loco y ellos preferían evitarlos. Además, adoraban su vida calma y promedio, sin lujos llamativos, sin la presión de cámaras que pudieran desear retrasarlos. Les gustaba su vida como estaba.

Usaban cualquier baño público para disfrazarse, a veces elegían alguna cabina de karaoke o una tienda de ropa. Con el tiempo se habían vuelto expertos en eso, así que lo hacían cada vez en menor tiempo. Su atuendo incluía una peluca bien puesta, pupilentes, maquillaje y un buen traje; añadían los instrumentos que tenían a la mano y estaban listos. Se tomaban un tiempo corto para mirarse, tan distintos a lo que originalmente eran, pero hasta era divertido. Era un juego hasta cierto punto, pues fingían ser hijos de familias acaudaladas y se mentalizaban para tratar con las personas de enormes riquezas y finos gustos. Era una fachada.

Era increíble la diferencia de trato cuando la apariencia cambiaba, bastaba con que se pusieran un traje fino y tuvieran una invitación especial para ingresar, como para que esas miradas no fueran despectivas. Los recibían como a cualquier artista reconocido, con sonrisas, con rapidez y les cedían su puesto de trabajo sin siquiera tardar más de media hora. El concierto privado se daba en un pequeño auditorio en la zona central del complejo privado. Los Yamamoto tocaban con sublime perfección y en respuesta estaban los aplausos, los halagos, las pláticas y Yuuri sonreía porque localizó a su presa. Además, ese mismo hombre tenía cierto interés en Aoi porque un tercero se veía involucrado

 

 

—Es un placer conocerlo, Kaito-san — un hombre maduro, robusto y un poco más bajo que Tadashi los interceptó antes de que ellos lo hicieran. Canas denotaban la edad del mencionado y sí… era el mismo juez que atendió el caso de Ely y el de Tadashi años atrás. Perfecto.

—Disculpe, Minagawa-san, ¿no es verdad? — Yuuri sonreía con hipocresía, se guardaba todos sus resentimientos por ese hombre y lo trataba con gentileza, porque en ese momento no era Yuuri sino Aoi. Su cabello era ahora corto y azulado, sus ojos verdes, y todos se lo creían — querido… ¿me he equivocado? — con dulzura miraba a Tadashi y este sonreía

—No, mi amor — Tadashi se tomaba muy en serio su papel como Kaito, ningún detalle se le escapaba — Minagawa-san fue quien nos ha recomendado para este espectáculo — con cortesía reverenciaba al juez y sonreía — debo agradecerle. Me honra estar aquí

—Ustedes dos han sido quienes nos han deleitado este día. Soy yo quien debe agradecerles — ese hombre ni siquiera se maginaba que con quien trataba eran dos de sus muchas víctimas basadas en codicia

—Es un hombre muy formal — reía Yuuri — ¿no me presentas, cariño?

—Discúlpame — tomaba la mano de Yuuri y la besaba — Minagawa-san le presento a mi esposo, Aoi — Tadashi entonces le seguía el juego a su pareja y así empezaba su plan

 

 

La plática que tenían era como cualquier otra destinada a dar una buena impresión y confianza, antes de introducir algo importante; se simulaba ser un ajeno que ya conocías sólo de palabra, pero en el que confiabas. Máscaras nada más. Yuuri y Tadashi se reían con las malas bromas de ese juez corrupto, agradecían los halagos y daban un par de ellos por el trabajo de Minagawa. Contaban alguna anécdota medianamente falsa mientras comían algo en compañía de aquel hombre y otros más que se jactaban de ser fanáticos de la música clásica.

Yuuri ya lo leía, lo preveía, notaba las expresiones ansiosas y las meditaciones para seguramente elegir bien las palabras a usarse. Ese hombre quería pedirles algo, Yuuri lo sabía, pues no por nada recibieron una carta de una fanática con el mismo apellido de ese hombre y lo usaría a su favor. Entonces introducían el tema, lo hacían justo cuando estaban en la cafetería con poca gente cercana y alejados de todos esos oídos chismosos e indiscretos. El juez relataba parte de su trabajo, concretamente sobre un caso que tendría el honor de juzgar y, sin saberlo, estaba hablando con una de las partes involucradas.

 

 

—Ya veo. Así que Nikiforov-san — decía Tadashi mientras terminaba su postre — sabe, me gusta como patina. Para usted debe ser un honor ayudarlo en ese caso

—Usted sabe que las personas famosas en la mayoría de ocasiones tienen siempre prioridad — sólo con esa oración Minagawa se condenó.

—Lo que me dice usted es que éste caso lo ganará… Nikiforov-san —Tadashi fingía impresionarse, ocultando su indignación por aquellas palabras

—Sabe, yo creo que Katsuki-san debería ganar, es el padre de la pequeña… y leí algunas cosas en un blog — Yuuri también fingía y continuaba con su teatrito — Se dicen cosas que tachan Nikiforov-san como el malo de la película

—Pues considerando que tiene mayores recursos para brindar una buena educación para la jovencita, el caso lo ganara él

—Y si le digo que me ayude a que la pequeña se quede en Japón — sonrió Yuuri ocultando sus puños apretados debido a la furia. Su rostro mostraba calma, pero debajo de las mesas apretaba su pantalón para soportar todo y Tadashi estaba en las mismas condiciones

—Aoi-san, eso… bueno. No puedo hacer eso — Minagawa se veía incómodo con dos pares de ojos sobre él — no tengo motivo para ceder la custodia de la jovencita a los Katsuki

—Sabe, los Katsuki son nuestros amigos cercanos— sonrió Tadashi y vio al hombre tensarse — debo ayudarlos cuando puedo — la palidez de a poco llegaba a ese hombre, quien se limpiaba el sudor de la frente frecuentemente — Son personas amables que, a pesar del sufrimiento, siempre tienen una sonrisa

—Kaito-san, me sorprende, ¿de dónde conoce a los Katsuki?

—Amigos de infancia — sonrió divertido

—Podríamos hacer una especie de favor mutuo — sonrió ahora Yuuri, atrayendo la mirada del juez — créame que no haremos sobornos — soltó una carcajada bajita, controló el tono para no mostrar ironía. Yuuri se divertía al ver la fingida honradez del susodicho — pero podría dar un concierto en su nombre, o algo así

—¿Qué quiere decir? — el interés de ese hombre era repulsivo

—Su hija cumple años pronto — Yuuri sacó una carta de una fanática de su bolsillo — ella es una niña muy linda y amable. Me ha seguido desde hace un par de años y me ha comentado que anhelaría escucharme en vivo… además, usted mencionó que cumpliría años pronto — reiteró, acentuando las palabras con sutileza, alargando el sonido un poco

—Como usted sabe, nuestros servicios son exclusivos. Un concierto es costoso y una presentación especial para una reunión privada cuesta una fortuna — sonrió Tadashi mientras Yuuri le cedía la carta al señor Minagawa — si usted lee mejor el caso de los Katsuki, nosotros cumpliríamos el pedido de su hija… haríamos lo que dice ahí — señalaba la carta en el párrafo final — ella desea vernos en su cumpleaños y pues… podría ser un buen trato

—No estamos a favor de la corrupción, Minagawa-san — Yuuri se puso serio cuando el juez leyó la carta y sonrió — pero podemos ayudarnos mutuamente. Claro… si desea rechazarnos estará bien, no hay problema y ésta conversación nunca habrá sucedido

—Sabe… haría todo por mi hija… así que supongo que los Katsuki y los Osuma también harían todo por la suya… — Yuuri soltó un suspiro y dejó sus manos relajarse. Aquello estaba sucediendo de verdad — así que revisaré mejor el caso

—Se lo agradezco — sonrió Tadashi mientras sacaba una tarjeta de presentación — si desea tenernos en el cumpleaños de su hija, sólo debe llamarnos… y dependiendo de las situaciones, podríamos estar allí sin ningún cargo financiero de por medio

—Créame… mi hija estará feliz de verlos a ambos y escucharlos tocar

 

 

Repulsiva, así definían aquella ocasión, pero les trajo beneficios. Un truco sucio, tal vez no tanto porque no había evidencias ni vínculos físicos entre unos y otros. No existía dinero de por medio, tampoco algo con qué acusarlos, pero las cosas se inclinaban a su favor gracias a un pacto verbal.

Con aquel trato regresaron a casa, sin certeza ni algo que certificara que el juez los ayudaría, pero si, tal vez, el juez no cumplía con el trato ambiguo, ellos tenían sus identidades ficticias que los ayudarían a ganar el caso. Sólo les quedaba ver, esperar, juzgar cómo se desarrollaban las cosas y si el dinero valía más que la sonrisa de una hija.

 

 

—Papi, tus caricias son especiales — Elizabeth estaba recostada en el tatami con su cabeza reposada en el regazo de Yuuri, entre sus brazos dormía Hiro y la calefacción les daba una calidez agradable

—A partir de ahora te acariciaré más seguido — Yuuri susurraba quedito mientras deslizaba sus dedos por el cabello largo de su pequeña y acomodaba un mechón de su hijo

—Eso me haría demasiado feliz

—¿Me incluyes en el plan? — Tadashi ingresaba con calma hasta sentarse cerca de los tres — también quiero que me den cariño

—Ese es el trabajo de papi — reía bajito al ver las mejillas de Yuuri sonrojarse levemente — que lindos son cuando están juntos — Ely veía a Tadashi besar la mejilla de Yuuri con amor infinito — quisiera encontrar a alguien que me ame tanto como para estar así de melosa

—Lo harás — Tadashi tomó a Hiro en sus brazos con sumo cuidado y sonrió con dulzura — Orel es buen chico, deberías empezar por ahí, después de todo es alguien a quien quieres con bien

—Papá, Orel es mi amigo — Ely hacía un puchero al sentir el vacío que dejó su hermanito — y de seguro ya encontrará a alguien en Rusia y se olvidará de mí

—No creo que eso pase — Tadashi se despedía con una mirada cálida y se pedía en el pasillo. Dejaba a padre e hija en soledad, porque debían hablar de muchas cosas antes de que Viktor llegase a retirar a Ely

—Papi… ¿puedo hacerte una pregunta? — su expresión se volvía serena y se acomodaba mejor en el regazo de su papi. Ella quería sacarse una duda de la cabeza

—Claro que sí

—Hiro — se mordió el labio levemente mientras cerraba sus ojos — ¿Es mi hermano… o mi medio hermano? — sintió las caricias de su cabeza detenerse y abrió los ojos abruptamente — papi — se levantó de inmediato, arrepintiéndose de sus palabras — disculpa, no quise tocar un tema tan delicado como ese

—Es normal que tengas dudas — su mirada entristeció un poco, pero solamente acarició la mano de su hija — yo las tendría también si es que supiera todas las cosas por las que alguien querido para mí hubiese tenido que pasar

—No tienes que responderme, papi. Es sólo que… tengo miedo — apretaba sus labios mientras miraba a su progenitor

—¿Miedo?

—Temo que Viktor… que Viktor sea capaz de… de…

—No lo permitiré — dijo decidido mientras tomaba las mejillas de su hija y la obligaba a mirarlo — ni tú, ni tu hermano se alejarán. Viktor no podrá llevárselos fuera de Japón

—Confío en ti y en Tadashi — se abrazó del cuello de su padre y suspiró — sé que cuidarás de mí y de mi hermanito

—¿Aun así quisiste saber quién es el padre de Hiro? — comprendía las dudas de su hijita, él mismo las tenía

—Lo siento — sus ojos se cristalizaban levemente. Era una jovencita que sufrió muchos años y necesitaba un poco de paz  

—¿Quieres que te cuente algo especial?… ¿lo que Tadashi me dijo cuándo más lo necesitaba? — susurró como cuando se contaba un secreto. Yuuri diría sus palabras favoritas guardadas en sus recuerdos atesorados  

—Si quiero

—Él me dijo: “olvida lo que te pasó y deja que yo asuma la responsabilidad de todo. No te alejes. Quédate conmigo y yo seré el padre de todos tus hijos” — sintió el escozor en sus ojos, pero no cedió al llanto. Tadashi siempre lograba reconfortarlo con palabras sencillas  

—Eso quiere decir que… — los ojos de Ely se aguaron de repente y sintió su pecho punzar — Hiro es…

—Tadashi es el padre de todos mis hijos y eso es lo único que tienes que saber — Yuuri besó la frente de su hija, la acunó en su pecho y la dejó desahogarse

—No dejes que Viktor me lleve — su voz se quebró lentamente

—Eso jamás… lo prometo

—Quiero estar contigo, con mi hermano, con daddy

—Dime… — tal vez no debió permitir que Ely se enterara de su desgracia, pero ya no podía hacer nada más que comprenderla y reconfortarla — ¿quién es tu otro padre? — sonrió Yuuri

—Tadashi — respondió sin dudas

—Entonces todo lo que digan los demás no importa, Ely  

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Alargué un poquito esto porque me faltan detallar un par de cositas, así que aquí me tienen, actualizando porque ñeee, quise. Además, estoy evitando actualizar mi otro fic porque tengo ideas macabras que es mejor no aplicar o en serio se volverá un fic lleno de torturas y mataré a todos. ALV el estrés me causa muchas reacciones diferentes y en esta ocasión me ha empujado a un abismo lleno de… cosas raras

¿Por qué les cuento esto? Necesitaba desahogarme un poquis XD.

Ignoren mis cambios de humor y prosigan en su lectura… ¡esperen! Me acabo de dar cuenta que actualicé justo a la semana, debo quererlos mucho, eso es bueno, sólo por eso me pondré a corregir el otro capi babys

Los ama: Krat~

Besitos y abracitos~

 


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