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Circunstancias (Love-shots) por shi san

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Notas del capitulo:

Creo que ya se por que mi fic no es tan popular o algo asi jajaja por las letrs de las "canciones" peroooo buehhhh disfruten del CAP

Capítulo XIII: Te amo, idiota.

 

      Lo sentimientos son recuerdos marcados que fueron realidad una vez.

     De repente llegue a las afueras del estacionamiento y me senté, era raro pero me eche a llorar, mis manos estaban frías.

-Oi ¿Eres idiota? Dañaras al bebe si sigues llorando- Esa voz, esa voz me alegro.

      Deja vu, era como un deja vu. Tenía a mi bebe en el vientre, no lo había perdido.

-Doctor- Le sonreí con lágrimas saliendo, todo demasiado familiar.

-No estamos en el hospital, llámame Shintaro- Dijo serio para hincarse y secarme las lagrimas junto a unas rosas blancas.

-Está bien ¿Y esas rosas son para tu novia?-

-No baka, es mi luck ítem. Ten una-

      Era extraño pero mi corazón comenzó a latir demasiado pero también sonó mi panza.

-¿Se conocen?- Una voz que conocía de perspicaz tono llego.

-Imayoshi- Dije vulnerable.

-Sí, laboramos en el hospital- Respondió Shintaro.

-Ya veo- El de melena oscura sonrió falsamente sin embargo algo en su expresión cambio.

-Acabo de romper el compromiso que padre había planeado-

-Eres libre de tomar tus decisiones-

-Lo sé, Shintaro- Ese tono típico en mi amante se dejaba notar. –Sin embargo, quería decírtelo algo de primera mano-

      Mire todo aquel asunto extraño, eran hermanos. Sentí como Imayoshi me agarraba de la mano atrayéndome hacia él.

-El y yo llevamos una relación de amantes ya de vario tiempo, hoy Kazunari me dio la noticia de que tendrá un hijo mío- Dijo haciéndome sentir feliz.

      Shintaro sonrió de medio lado casi imperceptible.

-Los felicito, ahora si me disculpan tengo asuntos que atender- El peliverde se alejo dejándome con el padre de mi hijo.

-Lo siento-

-¿Quieres jugar a la casita Imayoshi?- Pregunte haciéndome el fuerte, en modo de broma fue cuando sentí sus manos en mi espalda baja, me abrazaba.

-¿Te gustaría que formalizáramos nuestra relación?-

      Subí mi mirada y sonreí para sentir aquellos labios devorarme.

      Los sentimientos se guardan, se convierten en recuerdos marcados a fuegos difuminándose poco pero jamás desaparecen. Desperté, con el “tic” de las maquinas que tenia conectadas a mi cuerpo… este era uno de esos recuerdo en mi etapa depresiva luego de mi perdida, era un sueño recurrente, eran pensamientos que en mi mente se creaban con el fin de evitar la pérdida de mi bebe. Me perdí en la ventana de mi cuarto mientras cubría un poco mi desnudes con mis sabanas beige cremas, solo eran recuerdos que en ocasiones me inundaban no obstante algo me saco de aquel ensimismamiento, un par de fuertes y cálidos brazos me envolvieron junto con unos labios igual de cálidos.

-Buenos días Shin shan- Le sonreí brillantemente.

 

Dos años después…

-No puedo creerlo, un año más- Soltó un Kazunari perdido en la escena que veía.

-Cariño deja de jugar con los lentes de tu padre- Decía un pelo verde de lentes un poco molesto pero feliz de que Eri, su pequeña princesa fuera tan pegada a él.

      El pelinegro con ojos plateados sorbió un poco de su café y dejo aquella humeante taza en la isla de la cocina para darle el biberón de desayuno a Ena. Eran unas gemelas de dos años casi idénticas de cabellos verdosos como los de su padre y con los ojos plateados azulados iguales a los de madre doncel.

-Ya están grandes como para que sigan queriendo tomar su leche en biberones- Le reproche a Ena que me ignoro por completo.

-Mala mami- Escuche el balbuceo de Eri con su pelo corto.

-Ellas dejaran el tetero cuando ellas ya no le necesiten- Dijo Shintaro bastante serio dejando a Eri en su silla alta amarilla mientras le pasaba su tetero.

-Shin shan no puedo creerlo, ya deja de consentirlas tanto es más mañana no habrá tete para ninguna, ya está decidido- Dije triunfante porque ya eran grandes, no necesitaban más del tetero sin embargo me gane tres pares de ojos acusadores.

      Desde hacía año y medio que era esposo de Shintaro Midorima, me case con mi enorme panza de gemelas, fue el día más feliz de mi vida. Quería seguir de enfermero pero dejar a las gemelas cuidando con alguien más no era una opción que ni Shin shan ni yo tomábamos. Me tome un receso en mi empleo por así decirlo hasta que entraran en el jardín de niños.

 

       Habían pasado dos años desde que Makoto Hanamiya había aceptado ser pareja de Kiyoshi y exactamente era catorce de febrero, el castaño alto sabía que era un día muy cursi y más para su Hana chan no obstante era especial porque el anillo ya estaba listo, era uno hermoso de oro blanco con piedra esmeralda sonrió a la muchacha de la joyería y salió maquinando que más hacer para hacerle la propuesta a su ocupadísima pareja, desde hace casi año y medio, abogado de la Akashi`s Corporation. Y una campañilla lo saco de sus pensamientos, era un texto:

Está bien esta noche iré a tu departamento apenas salga, deja de joder tanto llamándome y enviándome mensajes a cada rato que no estoy jugando ¡estoy trabajando!…

       Kiyoshi sonrió, esta noche le iba a pasar la factura a ese arrogante pero sexy Hana chan suyo, porque era suyo. En la misma vereda compro ingredientes para cocinar espagueti a la boloñesa además de que compro rosas tan rojas como sabia que a Hanamiya le gustaban.

       Eran las veintidós de la noche, y la pasta estaba fría y la cena intacta pero tranquilamente podía calentarla en el microondas. Estaba viendo un juego de la NBA cuando escucho el sonido de una llamada.

-Hola Hyuga- Sonrió, estaba feliz de que su amigo le llamara.

-Cállate, adivina en dónde acabo de encontrar a tu “Hana chan”-

-Hyuga, no sabría decirte. Quizás este en la compañía o en una de las oficinas de afuera ¿Por qué?-

     Escucho un sonido extraño y era una video llamada.

-Yo jamás hubiese jugado contigo, Kiyoshi- Decía Hyuga apuntando a una escena donde Makoto estaba en la piernas de un sujeto de cabellos purpuras en la sala privada de un café.

     Cerró la video llamada. Marco al número de Makoto y nada, esto era ridículo. Envió un mensaje:

Sí tanto te diviertes con él entonces es mejor no volvernos a ver más, adiós Makoto Hanamiya de verdad que fue un placer.

     Miro los platos con tristeza, una cosa era que no le importaba el carácter de Hana chan pero de allí a aguantar infidelidades era un trecho muy grande. Se quedo dormido en el sillón.

      De repente sintió un terremoto y se despertó para encontrarse a Makoto de brazos cruzados con su gabardina marrón clara mirándole como esperando una…

-Si idiota, quiero una explicación-

-¿Qué haces tan tarde aquí?-

-Por qué estaba en una reunión importante- Dijo a un serio.

-Acabemos aquí, ten, esto lo compre para ti sí lo tiras a la basura o importa porque es tuyo- Le dio una cajita verde aterciopelada.

    El pelinegro sintió un latido demasiado fuerte y se sorprendió.

-Pónmelo- Le dijo a los ojos y el castaño acato.

-Te queda hermoso- Le dijo el alto mirándole a los ojos para luego desviar la mirada.

-Makoto, cuando salgas cierra que voy a dormir. Adiós- Cuando el castaño dijo aquello sintió unos brazos agarrarle del suéter negro.

-Kazuya me hizo perder mi licencia hace unos años, en la reuion que tuve con él le deje en claro que conmigo nadie juega- Respondió molesto.

-Y eso también significo montártele en las piernas-

-Eres un idiota, el me atrajo hacia él pero no tarde mucho en pegarle en la cara…- Hizo una pausa bajando el rostro -¿Kiyoshi? Yo si acepto-

        El castaño trago grueso no pudo más y beso al pelinegro que paso sus manos por la nuca del más alto, porque si, había tenido mucho trabajo y esa reunión con ese traidor “amigo” suyo había sido muy estresante, solo quería que Kiyoshi lo mimara y luego le agarrara fuerte.

-Te amo Makoto, te amo- Le decía el castaño alto mientras le tomaba de la cintura y sentía aquellos brazos alrededor de su cuello.

     Se besaron, el más alto comenzó a mimarlo con dulces besos, lo trataba como si fuera cristal. Poco a poco llegaron al cuarto, allí comenzó con los besos salvajes y casi rompiéndole la ropa de su novio abogado quitándosela en el proceso. Las caricias de Kiyoshi lo hacían sentir en el cielo, ya acostados Makoto solo con una camisa blanca casi toda desabotonada y Kiyoshi solo en bóxer se besaba y se abrazaban con algo de avaricia. El castaño comenzó a tocar con muchas ganas las nalgas de su novio quien gimió leve.

-Ta había preparado una cena deliciosa- Le susurro al oído al pelinegro que tenia las mejillas rosadas cuales cerezas.

-Primero quiero comerte a ti y luego quiero probar lo que preparaste- Dijo en un hilo de voz Hanamiya ya que estaba muy excitado, amaba que Kiyoshi tuviera ese control sobre él.

-Maldita sea, ya te quiero dentro. Quédate aquí y no te me acerque, ya va-

      El pelinegro se alejo un poco de su pareja para verle desafiante y altanero como era el, se llevo tres dedos de su mano a su boca y comenzó a empaparlos de saliva sin perder contacto visual con su novio que se quito el bóxer dejando ver una enorme erección que hizo gemir a Hanamiya. El de ojos verdes llevo su dedo índice a su entrada arrugando su rostro poco a poco incorporo sus tres dedos preparándose el mismo, Kiyoshi se jalaba de a poco su miembro y en un momento arremetió contra el pelinegro, lo coloco en cuatro y se introdujo en aquella delicia de entrada escuchando algunas quejas que acato por pocos minutos, embestía a su ahora prometido una y otras vez quien estaba de pecho acostado al colchón y apretando las sabanas gimiendo una y otra vez ¿Cómo es que ese idiota le daba en aquel punto exacto?

-Màs duro-

-No- Kiyoshi salió de Hanamiya quien se le aguaron los ojos, quería más.

      El castaño lo atrajo hacia sí y lo sentó en su regazo con las piernas abiertas.

-Vamos ¡No seas idiota! Mételo- Decía Hanamiya con un tono suave, grosero y luego suave-

-Di que me amas y seguiré- Le susurro al odio.

-Te odio Kiyoshi, eres un idiota- Justo gimió cuando sintió una lengua en su tetilla izquierda y unos dedos que pellizcaban a su tetilla derecha.

-Ah… Kiyoshi, te amo, te amo mucho- Dijo increíblemente manso Makoto.

      La embestidas eran salvajes, una y otra vez, babeaban y se besaban dejando un hilo de saliva al separarse producto del placer intenso.

     Hanamiya se desbordo en ambos vientres para luego sentir como se movía arrítmicamente el grandulón y eyaculaba dentro de él una, dos, tres y cuatro veces, se sentía bien pero…

-¡Auch!- Se sobo el castaño la cabeza.

-¡Te viniste dentro!-

-Lo siento, pero es que estas más rico que la última vez que estuvimos juntos-

     Y allí se volvieron a besar, se amaban, esa pareja dispareja era hermosa.

-Sé que me vas a golpear pero…- El castaño con sus cabellos un poco despeinados se veía sexy y tras aquella pausa Makoto le observo algo bobo para golpearse mentalmente lo más rápido que pudo.

-Sí tuviéramos un bebe fuera el hombre más feliz- A la final de la oración sonrió bobamente esperando un golpe que nunca sucedió.

-Podríamos intentarlo, aunque sé que luego me arrepentiré- Dijo el pelinegro acurrucándose al lado de su futuro esposo y padre de sus hijos, sabía que no era muy sentimentalista pero se sentía tan bien estar con ese idiota que lo demás no importaba.

-Mañana no tomare la pastilla- Susurro suave dentro de aquel regazo.

      Kiyoshi sonrió. 

Notas finales:

Saludos


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