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Circunstancias (Love-shots) por shi san

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Notas del capitulo:

Hola :) le dedico el titulo y la cancion del capitulo a alguien que no sabe y quizas nunca se entere que solo por ser mi crush me hizo ser libre y buena luchadora por cosas que siempre habia querido ser y que aunque nuestros caminos esten separados pues no me importa n.n gracias muach!

Capítulo VII: Mi escape.

 

Tanto tiempo ya sintiéndome atrapada. 
En una relación que no era para mí. 
Pero tu llamada vino de la nada. 
Eras un amigo y casi sin permiso. 
Tú te has convertido en un escape. 
Un lugar que no conoce nadie. 
Donde el mundo somos dos. 
Solamente tú y yo. 

No sé en qué momento vi con otros ojos. 
La manera en como tú me ves a mí. 
Queriendo cada vez pasar más tiempo solos. 
Y sin previo aviso, y casi sin permiso. 
Tú te has convertido en un escape. 

https://www.youtube.com/watch?v=DWuk22-TwzA

 

-Disculpa ¿Iras? Con el permiso de quién, escúchame bien Atsushi ¡Vas a despedir a esa zorra y yo me encargare de que nadie le de empleo por ser una loca obsesiva quita maridos!- Grito con rabia ¿Pero que se creía esa pela papas ordinaria?

-Lo siento mucho-

      Atsushi salió del auto y abrió la puerta del copiloto donde estaba Akashi rojo de la rabia, el solo se arrodillo en aquella acera frente al amor de su vida.

-Perdóname por haber besado a Kotomi, cuando me dejes creo que no sabré que hacer- Hablo el gigante realmente avergonzado.

-¿Quién dijo que te dejaría?- Akashi entrecerraba los ojos recordando como esa chiquilla castaña miraba babosamente a Murasakibara cuando él iba a cenar al restaurant.

-Ella dijo que eso era lo que iba a pasar si te lo decía todo- Agacho su cabeza.

         El gigante sintió como abrazaban su cabeza y un beso en sus hebras.

-¿Akashin?-

-Te amo Murasakibara, tendremos a dos bebes  pronto  además que me duelen las caderas por lo de anoche- Dijo Seijuro con una risa sincera.

-Vamos al restaurant y veamos ese video para poder despedir a esa víbora, para que vuelvas a comer tus dulces tranquilo- El pelirrojo sabia que nada andaba bien con su esposo que desde hace días no comía ni un dulce al llegar a casa.

         El video consistía en una Kotomi montada en un banco mientras besaba a un Atsushi borracho, no era nada del otro mundo.

-Veo que no tienes decencia- Suspiro Seijuro mirando a la joven que titiritaba de miedo con la vista enterrada en el suelo de aquella oficina que había en el restaurante.

-Yo- Comenzó hablando insegura. -Lo siento mucho Murasakibara san- Ella se inclino haciendo un reverencia.

-Ne, fuiste muy cruel. Estas despedida- Dictamino lentamente el gigante morado comiendo unas papas fritas mirando todo algo indiferente.

-Yo… lo siento mucho solo actué así porque realmente me gusta-

-Ya vete de una vez  y si llegas a volver siquiera para reclamar liquidación entonces te las veras conmigo- Seijuro dictamino tocando su vientre para abrir la puerta y ver salir a un manojo de llanto y nervios.

       El pelirrojo resoplo algo cansado.

-¿Seichin estas bien? Los bebes se notan algo pesados- Hablo Atsushi sentándose en su escritorio buscando algo.

       Para el embarazado aquel gesto de preocupación le dio un sentimiento que no supo describir así que sus ojos se humedecieron  fue hacia su esposo.

-Lo encontré, toma-

      Era una barra de chocolate, demasiado dulce, demasiada perfecta…

-Gracias- Seijuro lo destapo y fue al regazo de Atsushi en aquella silla bastante cómoda.

      El gigante le acariciaba la espalda y eso lo relajaba de muchas formas, un beso en su nuca y un delicioso escalofrío recorrió su cuerpo, junto con ello unas patadas de dos pequeñas personas dentro de su vientre.

-Auch. Atsushi, tus hijos me están pateando- Dijo arrugando un poco el rostro a lo que Atsushi sonrió y fue a besar su cuello.

      El de cabello morado se inclino un poco y acaricio la panza, su mano fue dirigida por la de su esposo y sintió aquellos movimientos. Nunca dejaba de asombrarse de aquello.

-Bebechin uno y bebechin dos, no sean tan duros con mami Seichin-

-Ojala te obedecieran al menos a ti- Bufo un poco molesto el pelirrojo mientras se echaba a un lado unas largas hebras de su cara y lo sintió…

        Esos pequeños en su vientre dejaron de moverse tan bruscos, eso le enterneció.

 La chica fue despedida. Al final del día Seijuro se quedo en el restaurante, en los muebles mientras leía cómodamente un libro y su esposo trabajaba, de vez en cuando le miraba a través de la pequeña ventana de cristal.

 

       Midorima estaba en su oficina, tras tres días del accidente de Kise kun. Él y yo no habíamos hablado como tal el pasar aquella noche juntos, una noche sin sexo pero de igual nos acercamos un poco más ya que me habían asignado al piso de cirugía donde él se la pasaba más.

-Hola Kazu te ves tan tierno hoy- La castaña de pelo ondulado me veía con mucha ternura tras su escritorio, era la secretaria de Shin shan.

-Hola Sumi-chan- Le sonreí sinceramente, me agradaba. –Shin, digo, ¿el doctor Midorima se encuentra?-

-Sí, deja anunciarte-

       Luego de hablar por el teléfono en tono bajo asintió indicándome que podía pasar. Camine y toque dos veces para abrir  encontrarme con un hombre cabello verde con la bata de medico algo desaliñado, su expresión era cansada.

-Buenas tardes Shin shan- Le sonreí sintiendo algo realmente bueno y caliente en mi corazón.

-Hola Takao ¿Ya es hora de la cena?-

-Te ves muy cansado- Le dije tranquilo mientras me daba cuenta que ese tsunderima era mi escape personal a todo lo que me había pasado, con mi bebe y con mi relación vacía con alguien que no era sano para mí.

-He estado haciendo y chequeando algunos papeleos- Se froto las sienes  enseguida fui corriendo tras suyo, dude un poco pero coloque mis manos en sus tiesos y estresados hombros aunque también sexys.

-Oh Takao- Suspiro y mi cuerpo se estremeció al sentirlo. –Justo allí-

      Casi se me cae la baba.

-Je déjamelo a mí, doy buenos masajes-

-Tienes unas manos de ángel, Bakao- Sonrió solo un poco a su manera,  me sonroje.

       Dure quizás cinco minutos y fue cuando sentí sus manos sobre las mías.

-Gracias, quisiera que siguieras pero sé que tienes hambre y yo también- Dijo volteando su rostro un poco para verme y automáticamente me acerque.

-¿Cómo sabes que tengo hambre?- Dije un poco atontado y allí mi guardia era nula sentí un leve jalón cual maniobra  allí estaba yo en su regazo siendo besado por aquellos posesivos labios que me hacían suspirar.

       Sentí su mano en mi pierna, eso me gusto bastante.

-Shin shan ah- Busque un poco de oxigeno allí mis ojos se toparon con aquellos ojos esmeraldas.

-Me gustan tus ojos- Me dijo mirándome a lo que sonreí.´

-A mi me gustas tú- Sonreí aun embobado.

-A mi me gustas también- Dijo lentamente.

-Yo pensé que te gustaba Murasakibara-

-¿Eh?- Su rostro se lleno de una expresión desagradable pero a las vez tan divertida para mí y no pude más  comencé a reírme de él.

-Jajajaj Shin shan ¡debiste ver tu expresión!- Me reía y al rato me calme.

-Eres un Bakao- Dijo de manera tsundere y me baje sus piernas.

-Es que pude notar algo, quizás sean imaginaciones mías es solo que te preocupaste mucho por Akashi-

       Escuche su suspiro, eso era una mala señal.

-Quizás estuve enamorado un tiempo de Akashi, es todo ¿Vamos a comer?-

       Estaba ensimismado, porque sí así eran sus gustos pues yo no concordaba mucho con aquellos requisitos.

-¿Takao?-

-Vamos Shi shan- Le sonreí de oreja a oreja a lo cual se contagio solo un poco.

      Qué éramos, no lo sabía pero de algo estaba seguro; a mí no me gustaba Shin shan, yo amaba a Shin shan. Vaya problema.

 

       Ya no quería más ensalada, eso se decía un pelinegro con ojos verdes y carácter de… un mal carácter.

-Imayoshi, esto es ridículo. Además de que no quiero más ensalada maldita sea, no soy un gusano- Dijo frunciendo el ceño y cruzando los brazos.

      Era un amigo de Imayoshi, el de lentes lo había conocido en sus años universitarios. Los dos se congeniaban bastante bien. Makoto era abogado sin embargo por un error suyo y también un poco de su avaricia, su licencia había sido quitada por ello comenzó a hacer lo que en sus años universitarios había elegido en una de sus materias extracurriculares; cocina. Trabajaba en un comedor modesto cerca de la estación de bomberos.

-Oi~ solo quería a un amigo no a un crítico de cocina- Bufo fastidiado el empresario.

-Como sea, pero no te entiendo. Ya estas casado con una buena mujer que se pudre en dinero, tienes la maldita posición o sea y puedes conseguirte al amante que quieras y solo vas detrás de Takao-

-Estuvimos años juntos- Suspiro perdiéndose en un recuerdo, en la sonrisa de Kazunari. –Lo quiero de vuelta pero ya no se qué hacer, el otro día lo vi muy cercano en su trabajo con Shintaro, ese imbécil- Rodo los ojos algo furico.

-Amigo, lo que usted tiene es un caso de enamoramiento patético. Además esos dos trabajan en el mismo hospital, supongo que enfermeros y médicos trabajan juntos- Dijo con tono sarcástico.

-No tanto, idiota. Allí hay algo más, algo me lo dice-

-Sí, los celos de mierda son los que te lo dicen jajaja- Rió Hanamiya tomando vino de aquella bella copa.

      Justo unas campanillas sonaron y Hanamiya vio en su celular: Buenas noches Hana chan. Quería pedirte un favor ¿Podrías acompañarme a ver una película mañana como a las 20 horas?

       El ojos verdes frunció el ceño sin embargo su corazón latía como burro sin mecate, es que lo suyo no era ser romántico así lo sintiese. Quien había mandado aquel texto era Teppei Kiyoshi, un bombero y excelente auditor castaño alto y musculoso. Tenía ya más de un año visitando su lugar de trabajo,  siempre lo elogiaba por su sazón a pesar de sus desaires hasta ese día…

       Ya había salido del comedor. Salude a Kimi san, la cajera y dueña. Partí, me abrace al sentir el frio de la noche, siempre me he hecho el duro manda más a pesar de ser un doncel además nunca había estado con un hombre así que me sentía como todo un hombre. Justo sentí pisadas, a pesar de que los lugares sean tranquilos siempre existe un maldito desgraciado dispuesto a quitar la tranquilidad. Mi paso se apresuro, maldije internamente ya que en ninguna de las casas habían personas a fuera como a veces que siempre había alguien.

-Te tengo je- Esa voz, y mi corazón tenia la adrenalina al cien.

        Pelee le metí un derechazo y vi al sujeto alto sangrando. Sentí como me agarro y me lanzo al suelo.

-¡Ah!- Me dolía, me había pateado una, dos, tres…

-Hijo de puta, te iba a quitar tus cosas pero je no hay que desperdiciar a un doncel después de todo. Oye ven,  ayúdame- Llamo a alguien.

        ¿Qué sería de mí? ¿Algún escape? ¡Demonios! 

Notas finales:

Cuando actualizo? quizas mañana :) 

Gracias por el apoyo a quienes se toman el tiempo de comentar n.n/


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