¿Quién ganará la competencia de la vida?
Hacía muchos años, un niño imbécil se acercó a nosotros en una plaza y como si nada “¿Quién de ustedes dos ganará la competencia de la vida?”. Con mi hermana nos miramos y luego lo miramos a él en perfecta sincronización. Ese niño se marchó y nunca lo volvimos a ver. Por desgracia, el pensamiento perduró con nosotros.
- ¿No vas a levantarte, Seba? –susurró en mi oído-
- No.
- ¡Es el primer día del último año! –gritó esta vez-
No respondí.
-Es el principio del final ¿No es poético? Tenemos que estar ahí
La empujé de la cama y me di la vuelta, cubriéndome entero con las sábanas.
- Hay muchos principios para muchos finales. Todo termina. La vida sigue. No es tan importante.
Ella bufó y se puso de pie. Luego apagó el aire acondicionado y tiró mis sábanas al suelo.
- ¡Levántate! ¡No pienso empezar sola cuando todo fue por tu culpa! - y se fue dando un portazo-
Alma, mi hermana, era enérgica, sentimental, caprichosa, honesta y muy ruidosa. Y yo era alguien de pocas palabras, apagado, frío y sarcástico. Irónico, ya que exteriormente éramos iguales.
Cuando bajé a desayunar ella estaba tomando café mientras jugaba en su teléfono. O hablaba con su novio. O ambas.
Me preparé un té y me senté frente a ella.
- Tomás dice que él ya está en la escuela y que me extraña.
- Que lástima que ya no vayas a la misma escuela que él.
Sí, odiaba al novio de mi hermana. No había día en el que no se lo dijera.
- ¿Por culpa de quien? –luego se tomó el resto del café de un trago-
- De tu amado hermano –le guiñé un ojo-
Puso los ojos en blanco y se encaminó al baño, dejando la taza sucia frente a mí. La muy perra sabía que odiaba que hiciera eso.
El año anterior me habían expulsado de la escuela. No expulsado exactamente, me prohibieron volver el año entrante porque… bueno, por cosas que hice. Como nuestros padres no querían que hiciéramos el último año separados nos cambiaron a los dos de escuela. Mi hermana todavía me guarda rencor por ello porque tuvo que dejar a su novio y a sus amigas atrás. No era como si no las siguiera viendo, pero a ella le encanta dramatizar.
¿Y yo? Bueno, yo nunca tuve muchos amigos, y menos el año pasado. No fue un buen año…
Pero este año ya estoy mejor y mamá dice que el cambio y nuevos amigos me ayudarán a sentirme bien. Espero tenga razón porque no creo poder aguantar otro mal año.
- ¿Ya estás listo? Le voy a decir a mamá que nos lleve
- Me lavo los dientes y estoy.
Levanté ambas tazas de la mesa y las lavé. Mamá pensó que era una buena idea que cada uno tuviera una taza personalizada, por lo que un día fuimos los 3 a un lugar que se especializaba en estampado en tazas. Raro, pero esos lugares existen. Mamá compró una hecha con la frase “Mamá n°1”, Alma hizo hacer una con un patrón de animales pequeños en caricaturas y yo estampé en una taza negra la frase “I’m a walking travesty” en letras blancas.
Aunque no lo quisiera admitir (y nunca lo haría), tenía miedo. Miedo a las personas nuevas, a que me lastimaran otra vez y al empezar solo porque mi hermana iría a otra clase. Tenía miedo de dejarme llevar otra vez y acabar donde había acabado. Tenía miedo al cambio. Me tenía aterrorizado.
Cuando terminé de lavar mis dientes fui directo al auto dónde mamá y Alma me esperaban… con One Direction sonando a todo volumen. Suspiré y cerré la puerta sin ganas.
- ¿En serio? ¿One Direction? –pregunté con una ceja levantada mirando hacia adelante. Mi hermana me había ganado el asiento de copiloto-
- Es su nuevo album, Made in the A.M. en el que no está Zayn –dijo medio ignorándome-
- Ni siquiera sé quien es Zayn.
Mentira. Sabía quien era Zayn.
Sabía que ese era su nuevo álbum.
One Direction era uno de mis gustos culposos, pero rompía totalmente con mi imagen Pop-punk Punk-Rock.
Puede que tuviese un pequeño crush en Louis Tomlinson.
Estaba jodido.
- Mañana tú pones la música, Seba, no se peleen.
Fueron 12 minutos de viaje en los que permanecí callado mientras mi pánico crecía más y más.
Cuando el auto se detuvo también lo hizo mi capacidad motora.
- Mamá… -fue lo único que pude pronunciar. No aparté la vista de la ventana, de la escuela, de la gente.-
- Todo estará bien, cariño.
- Y si no, puedes buscarme, Seba. –Alma me sonrió-
Suspiré y tomé valor.
- Está bien, vamos.
Besé a mamá en la mejilla y me bajé del auto. Alma se paró junto a mí, me volvió a sonreír y entramos.
Con Alma podíamos tener nuestras grandes diferencias, pero no podíamos estar mucho tiempo enojados el uno con el otro. Nunca habíamos podido.
Hubo un pequeño acto de bienvenida donde una mujer, asumo que la directora del colegio, dio un discurso y luego se nos encaminó a nuestras aulas. Ahí fue donde me despedí de Alma.
Inspiré hondo y me adentré en el curso. Agradecí el ver dos lugares vacíos al final del salón. Ojalá nadie se sentara a mi lado. Luego de haberme acomodado pude soltar el aire que aún retenía.
Todos estaban hablando entre ellos, poniéndose al día con sus vacaciones y quién sabe qué más. Todo iba bien, nadie parecía notarme.
- ¿Quién es él? –Escuché decir a una chica y a partir de ahí todo cayó en picada.-
He de aclarar que con mi hermana nunca pasábamos desapercibidos. Porque además de ser uno de los raros casos de gemelos de distinto género, éramos atractivos. A eso, le sumo el que yo nunca fui de los más… discretos con la ropa. Siempre buscaba dar esta apariencia de “chico malo” o “rebelde” o lo que fuese. Lástima mi corte de cabello al estilo Louis Tomlinson 2015 que me delataba en extremo gay. Que conste que el corte lo eligió mi hermana. Yo elegí el suyo, Dianna Agron 2012. Ambos teníamos el pelo castaño claro (aunque planeaba teñírmelo de azul luego de averiguar si podía ir a la escuela así).
Mi hermana siempre supo como comportarse en sociedad, vestirse a la moda y hacer los amigos “socialmente adecuados”. Nuevamente, yo era todo lo contrario. Era un desastre con todo lo referente a la gente.
Una chica se puso de pie, encaminándose hacia mí, pero justo (gracias al cielo y a todos los dioses) llegó la profesora, por lo que todos hicieron silencio y volvieron a sus lugares.
Yo ya sabía lo que venía a continuación. Odiaba con toda mi alma ser el chico nuevo, pero no me quedaba de otra.
- Buenos días, alumnos. –Sonrió amablemente- Me alegra saber que casi nadie ha dejado de ser nuestro compañero.
- Excepto por Ramiro quien repitió y se cambió de colegio –Dijo un chico sentado 3 asientos delante de mí-
Fue mi perdición cuando la profesora no me reconoció y supo que era nuevo.
- Parece que tenemos un nuevo compañero –Anunció sin dejar de sonreír. Mierda. Todos voltearon a verme- ¿Podrías ponerte de pie y presentarte?
Mátenme. Mátenme ya.
- Claro –respondí cubriéndome con mi capa protectora de frialdad- Me llamo Sebastián –todos me miraban. Rasqué mi brazo esquelético.- Vengo del colegio Belgrano -¿No había una manera de ponerme en piloto automático y dejar que el momento pase sin notarlo?-
- Cuéntanos, Sebastián ¿Qué te gusta hacer? ¿Cuáles son tus hobbies? –Entendía que la profesora quisiera romper el hielo, pero solo lo estaba haciendo más y más grueso para mí-
- Me gusta mucho leer y escribir. Suelo andar en bicicleta los fines de semana…
- ¿Por qué te cambiaste de colegio? –Preguntó una chica al otro lado del salón.-
No. Nope. No no no. Nunca. Definitivamente no. Ni en mil años. No.
- Por razones familiares, no es la gran cosa. -¿Me podía dar un ACV por hablar en clase? Mi cerebro estaba por explotar-
- Mucho gusto, puedes sentarte -¡Gracias al cielo!-
Tomé asiento y la profesora siguió hablando.
¿He mencionado antes mi tez blanca pálida? Bueno, en estos momentos, seguro me veía amarillo, como a punto de vomitar.
La clase se basó en conversaciones sobre las vacaciones. Yo me quedé en silencio, dibujando en el fondo.
Le mandé un mensaje a Alma en un momento de la clase
Para: Alma 8.39am
¿También te hicieron presentarte?
De: Alma 8.45am
Sí, pero no ha sido tan malo ¿verdad?
No respondí. Había sido horrible.
La profesora tomó sus cosas y se marchó al sonar de la campana.
“¿De qué colegio vienes?”
“¿Cuál es la verdadera razón por la que te cambiaste?”
“¿Qué otras cosas te gustan hacer aparte de leer y escribir?”
Y la lista de preguntas imbéciles sigue y sigue. Respondí como pude con la mayor frialdad posible hasta que Alma llegó a mi rescate para recorrer la escuela. Era la primera vez que no éramos compañeros.
- ¿Cómo te sientes, Seba?
- Cansado. Odio ser el chico nuevo.
- La gente solo trata de ser amable, Seba, que tú no entiendas de eso no es su culpa.
Mi psicólogo nos había dicho que tenía un desarrollo emocional/sentimental muy pobre y que por eso no entendía mucho del tema a nivel personal. Terminaba siendo cruel con las personas sin darme cuenta. Dijo que no lo hacía a propósito. Sólo pasaba. Esas cosas no eran mi culpa. No eran mi culpa.
Alma me arrastró a la cantina donde compró chocolate y donde una chica nos tomó una foto cuando notó que éramos gemelos.
El resto de la mañana transcurrió igual, con la única diferencia que durante clases camuflé un auricular por debajo de mi remera y por entre mi pelo para poder distraerme escuchando música.
“I know that you’ve been having some trouble finding your place in the World.
I know how much that hurts” b35;