-Ángel del a guarda, dulce compañía, no me desampares, tampoco a Sammy, ni de noche, ni de día…- oraba el pequeño niño rubio de 8 años, estaba de rodillas con los ojos cerrados, y las palmas de las manos juntas, aquella oración que su madre le había enseñado le hacía sentir seguro, y por alguna razón Dean creía que alguien de verdad lo protegía.
Un susurro infantil se escuchó en su orejita izquierda –Te lo prometo…-
El pequeño se levantó de golpe y vio cada de esquina de su habitación, con temor de que no fuera un demonio que le hubiese contestado, pero no había nada, solo su hermano Sammy dormido sobre la cama de aquella solitaria habitación de hotel.
30 años después…
El demonio se elevó por lo aires, era como un murciélago de 3 metros en estado de composición, Había tomado a Dean de los hombros y disponía de arrojarlo para que quedara estampado en el suelo de rocas. De repente apareció el ángel, su ángel de la guarda.
-¡Cierra los ojos!- grito castiel.
Dean obedeció, una luz ilumino la oscuridad de la noche sin luna, ni estrellas, el demonio se desintegro al instante, el grito de Dean en caída alerto a Castiel, quien abrió sus alas y tomo al ojiverde antes que cayera al suelo y fuera despedazado.
Lo coloco sano y salvo en el suelo.
-¡Pensé que no vendrías! ¡Ese hijo de perra iba a matarme! ¡Acaso ibas a dejarme!-
Dean empezó a caminar hacia su auto, molesto por la “Tardanza” del ángel. Castiel se apareció frente a él. Sello sus labios contra los labios del cazador.
Se separó –Nunca, nunca te dejare, ni a ti, ni a Sammy, ni de noche ni de día- sus ojos azules denotaban todo el amor que sentía –Te lo prometí hace 30 años-
-¿De qué Hablas?-
-En el hotel hace 30 años, yo estaba ahí contigo, espiándote, siempre lo hacía, era un pequeño Ángel en aquel entonces, pero te escuche, me llamaste con tu oración y sentí que pedias un pacto, yo acepte-
El rubio vio fijamente –Así que…-
-Yo siempre estuve a tu lado, cuando tenías miedo de los monstruos debajo de la cama, cuando tú y Sam se enfrentaron contra ese vampiro, cuando estuviste con Lisa, y las demás, yo siempre estuve ahí-
El beso empezó nuevamente, ahora Dean sabia la verdad, él nunca estuvo solo.
Unos días después…
Él sabía que era ateo, aun con todo monstruo, demonio y cosas extrañas que había visto en su vida, si, era ateo, porque él había logrado todo en su vida por el mismo, ya no le rezaba a nadie, ya no esperaba la ayuda de nadie, era el, Sammy y aunque no quería admitirlo Castiel.
Castiel era su ángel, su ángel de la guarda, él lo había visto y sentido varias veces, el ateo había admitido que creí en los ángeles y los demonios. Cerro sus ojos y en su mente repitió
-Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares, ni a Sammy, ni de noche, ni de día, amen-
Al abrirlos Castiel estaba a su lado, con una sonrisa en los labios.