Las letras de neón de aquel pequeño local, titilaban cada par de segundos compitiendo con los demás carteles de la misma zona. El frío nocturno rodeaba el cuerpo de todos los transeúntes de la calle y el suelo yacía mojado aún por la repentina lluvia de la tarde.
Aquellas letras continuaron titilando incluso después del sonido de la pequeña campanilla sobre la puerta del local. Al fondo, el minibar se hallaba siendo atendido por un barman de avanzada edad, y algunas mesas estaban siendo ocupadas por unos pocos. Tsukishima; no detiene el paso hasta sentarse en el espacio del minibar y así ordenar sólo una taza de café. Al igual que siempre. Sus ojos siguen al barman que de espalda a él ahora le prepara su pedido.
—Un café.— Aquella voz le tomó desprevenido y su curiosidad se ve resuelta al observar al hombre que se ha sentado a su lado. De cabellos oscuros, con gafas oscuras y en si; todo vestido de negro. De pronto, asimila su parecido a un viejo conocido pero es imposible. —¿Hm? — Ha sido descubierto por el sujeto y enseguida aparta su mirada. Es difícil para él saber que expresión tiene el sujeto pero siente su mirada escaniándole por completo y en silencio hasta que. — ¿Tsukki?— Al fin reconoce a quien pertenece esa voz y que su conjetura no fue errada.
—¿Kuroo-san?
— El mismo que viste y calza.— Confirma con una sonrisa en el rostro y apoyando el codo en la madera para posar mejilla en mano. —Tiempo sin vernos.
—Así es. — Replica con tono tranquilo. Su café está casi listo y se halla ansioso por beberlo e irse al no disponer del suficiente interés y ánimos para una charla sin importancia.
La sonrisa de Kuroo se torna ladeada al rememorar en su mente viejos tiempos, y en el tiempo que llevan allí, no ha dejado de pensar que Tsukishima sigue siendo de apariencia aburrida. Aunque la realidad es; el chico es demasiado interesante. -—¿Y qué haces por aquí? ¿Estás solo?— El joven de cabellos rubios eleva una ceja e ironiza solamente ladeando la cabeza ligeramente a un lado.
— Vengo con mi familia, ¿No la ves?
— Oh Tsukki, no seas cruel...— Responde sonriente Kuroo que no ha dejado de observar a Tsukishima, y ahora puede percibir la existencia de pequeñas ojeras en sus ojos. — Cuéntame... ¿De qué trabajas actualmente?
El barman trae consigo no solo el pedido de Tsukishima, sino el de Kuroo también y regresa para atender a una pareja que sigue decidiendo que pedir. Por otro lado Tsukishima posa su vista en la taza un segundo y la regresa a Kuroo mientras bebe de ella.
— Soy doctor.— Responde orgulloso, al alejar la taza de sus labios y depositarla en su respectivo platillo. —Pero yo no logro descifrar tu oficio.— Confiesa tranquilo y viendo como Kuroo termina bajando un poco la posición de sus gafas con una mano para verle sobre ellas mientras sonríe. Por unos segundos, Tsukishima cree que se ha quedado sin habla y piensa que eso ha sido un gesto atractivo. Pero desecha rápido el pensamiento.
—Soy actor.
El silencio se hace presente por uno, dos o tres segundos y Kuroo decide probar su café al fin; que se halla en el punto exacto de su preferencia. Tsukishima aún intenta digerir la noticia. Más aún; intenta recordar quien era el actor que vio en televisión hace una semana en el programa de entrevistas, y efectivamente; Kuroo era el mismo. —¿Debería pedirte un autógrafo?— Pregunta con burla.
—Te lo daría aún sin que me lo pidieras.— Respondió Kuroo con guiño incluido para seguir bebiendo de su café. Pero, el gesto había logrado que Tsukishima frunciera el ceño y le mirase con indiferencia.
— No lo necesito.
— No tú, pero quizás otro si.
Y nuevamente el silencio se hizo. Tsukishima apartó la mirada y a su café decidió agregarle dos cucharadas de azúcar, de la que disponían para la clientela y le habían llevado; acto que se repetía al igual que siempre. Su ceño se ha fruncido más ante el último comentario de Kuroo que le observaba de soslayo de cuando en cuando. Kuroo seguía siendo igual de chocante para él.
— ¿No está muy dulce eso?
— Me gusta así.— Replica sin desear el continuar haciéndolo.
[...]
La noche trasciende lenta y más para Tsukishima. Kuroo no se había despegado de su lado al salir de aquel pequeño local y le contaba acerca del como había llegado a ser lo que era. Desde su afición al diseño, hasta el desvío de su primer trabajo.
— Kuroo-san, ¿No deberias ir a tu casa?— Pregunta algo impaciente. Ya recuerda porque no quería toparse con nadie en Tokio después de salir de tercero. El andar de Kuroo se detiene solo unos pasos al frente, y gira para encarar al rubio.
—Tienes razón, pero antes .— De la chaqueta oscura que Kuroo llevaba, sacó del bolsillo una tarjeta blanca con hermosa presentación y se la entregó en manos a Tsukishima, que extrañado y paralizado por la acción. Ahora mira la tarjeta con curiosidad.
— Oye, yo no necesito...
Pero sus palabras quedaron suspendidas en el aire al notar que Kuroo le ha dado la espalda. Para Tsukishima no es necesario recibir la tarjeta con número de teléfono y dirección. Pero. Ya no le queda de otra y ahora guarda la dichosa tarjeta en su propia chaqueta y se encamina en dirección a casa. Recordando que su trabajo comienza a primera hora.