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My new family por Ann Carmesi1

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-Yuri Plisetsky... ¿Quiénes son ellos? - fue lo único que pudo vociferar Víctor al entrar.

Era de madrugada, después de recibir esa extraña llamada del rubio, inmediatamente salieron corriendo de su hogar para ir a socorrer a Yurio.

Se preocupaban mucho por él, así que no podían evitar tener los nervios de punta cada vez que el muchacho saliera de noche y regresara con un aspecto deplorable al día siguiente.

Víctor no quería alarmar a su esposo, así que sólo intentaba convencerlo que Yurio pasaba por una etapa de excesiva libertad; pero, la verdad, quien más miedo sentía hacia el futuro del rubio era él mismo.

 Él, en sus tiempos de juventud, también se dedicó a disfrutar de las cosas que el dinero y su belleza le conseguían, varias veces duró fuera de su hogar todo el fin de semana, se acostaba con cualquier persona que le pareciera atractiva, independientemente del peligro que conllevaba el meterse con completos desconocidos, tomaba en exceso, se drogaba lo suficiente como para no ser echado de las competencias, pero, al final de todo, una noche en particular, cayó en el pensamiento de que su vida estaba totalmente vacía, de que no era el ser perfecto que todo el mundo alegaba, sino todo lo contrario, un pedazo de basura muy bien pulido por fuera, pero, a fin de cuentas, escombro.

Esa noche, de no ser porque Yakov llegó de imprevisto a su departamento, las sobredosis de narcóticos con alcohol hubieran cumplido su propósito de terminar con su existencia.

Después de eso, fueron duros meses de terapia, pero al final, pudo enderezarse, levantar de nuevo la cabeza y proclamarse el mejor del mundo. Y cuando Yuuri apareció en su vida, por primera vez se sintió totalmente dichoso.

Y no quería que Yurio pasara por eso, mucho menos quería siquiera imaginarse que alguien no llegara a tiempo para salvarlo, justo como Yakov y Yuuri lo hicieron con él.

Sin embargo, a pesar de que daría lo que fuera para poder sacarlo de ese agujero, sabía por experiencia propia que solamente Yurio tenía el poder de decidir enderezar su vida, nadie más.

-El grande es Vladimir y el saco de seda atigrada se llama Charlotte -dijo Yurio, sintiéndose de pronto demasiado pequeño ante la mirada de los mayores.

Sabía que no tenía el mejor aspecto, ni él ni los niños, ¡Maldita sea, que en su desastroso intento por limpiar a la niña terminó envolviéndola torpemente con una sábana!

Y estaba totalmente seguro de que Vladímir fingió no saber nada del asunto sólo para poder mofarse internamente de él, carajo, que no necesitaba hablar para hacerle sentir un idiota.

-...Claro -dijo Yuuri, intentando encontrar las palabras adecuadas - Yurio... ¿Qué hacen ellos aquí? -preguntó mientras señalaba a los pequeños sentados en el montón de colchas y cojines del piso.

¿Debería llamar a alguna especie de doctor que comprobara el estado mental de Yurio? 

-Me los encontré hace unas horas mientras venía del departamento de... alguien -decía mientras alzaba los hombros de manera despreocupada y les aventaba otro trozo del paquete de galletas que encontró debajo del sillón, lo más curioso del caso, es que los dos niños y el gato los atrapaban de manera divertida.

Como aventarles comida a los animales.

Si, definitivamente Yurio necesitaba ayuda de un psicólogo de manera urgente.

-Este, Yurio ¿Cómo decirlo? -decía Yuuri tragando saliva de manera pesada.

-No puedes tomar niños y llevarlos a tu casa, está mal - completó la frase Víctor, hablándole como si fuera un niño pequeño que llevaba algún animal a casa. -Sus padres deben de estar muy preocupados por ellos ¡Pueden incluso acusarte de secuestro!

-No se preocuparán por ellos -dijo con un tono bastante bajo el rubio, evitando que Vladímir escuchara algo sobre su abandono -tomen.

Y sin darle oportunidad a los mayores de decirle algo más, les entregó la nota que tenía guardada en el bolsillo de su pantalón.

No le estaba gustando nada que lo vieran como un desquiciado.

El albino la tomó de manera extrañada, aun pensando en el problema que se metería Yurio si los padres de esos niños aparecían.

Algo de lo que, tras leer la nota, se dio cuenta que jamás pasaría.

El matrimonio estaba sin palabras, intentando comprender cómo es que había personas tan mierda en el mundo que abandonaran a sus hijos a su suerte.

Y de pronto, se sintieron bastante mal al haber pensado los peores panoramas al dirigirse al hogar del rubio.

-...Yurio, perdón -dijo de pronto el japonés, mientras limpiaba una pequeña lágrima de su ojo izquierdo.

- ¿Ehh? ¿De qué hablas, cerdo? -preguntó sorprendido el rubio al sentir como de pronto era fuertemente abrazado por Yuuri.

-Por haber pensado mal hace un momento, sabes, cuando veníamos, estaba seguro de que habías hecho algo terrible, que estabas herido o algo peor... Pero nos encontramos con la sorpresa de que aún conservas esa bondad que tanto te empeñas en ocultar, que no te hemos perdido del todo.

Yurio sintió las lágrimas en su hombro como si fueran una puñalada directa al pecho. 

¿Tanto había decepcionado a una de las personas más asombrosas que conocía? 
Podía parecer un joven prepotente y malcriado, su actitud con Katsuki no daba cabida a otro pensamiento, pero en realidad, el japonés era la persona a la que Yurio más admiraba. Su fuerza, nobleza, tenacidad, entrega y la capacidad para vencer sus propias limitaciones y sorprender a todos, era algo que Yurio envidiaba y amaba del japonés.

Incluso durante algún tiempo, se sintió alguna especie de traidor con él, pues por más que lo negara durante toda su vida, su primer amor fue Víctor, joder ¡Que hasta lo persiguió a Japón con tal de que lo entrenara sólo el! Pero tras pasar el tiempo, esos sentimientos desaparecieron y se transformaron en un cálido amor fraternal.

Incluso ahora que lo pensaba mejor, quizás llegó a confundir la admiración con amor.

Pero de algo estaba seguro, amaba a ese estúpido par, y lamentaba el ser alguien de quien no se sintieran orgullosos.

-Yuuri- dijo en un leve susurro Yurio, sorprendiendo a los otros, pues sólo en una ocasión el rubio lo había llamado por su nombre.

Fue cuando lo felicitó el día de su boda con Víctor.

-Bueno, creo que alguien más aparte de Yurio odia las escenas cursis -dijo en una suave risa Víctor, mientras señalaba a la pequeña "sabana andante" que se había aferrado a la pierna de Yurio y le daba ligeros golpecitos para llamar su atención.

Notó a Yuri triste, y eso a la bebé no les gustó nada, además, ya no le estaba haciendo caso desde que los otros llegaron.

- ¿Ehh? ¿Qué le pasa? -le preguntó de manera confundida al hermano de la bebé, el cual sólo volteó la mirada sonrojado.

Él también tenía ganas de ir abrazar a Yuri.

- ¡Hola pequeño! -gritó de pronto Víctor, acercándose de manera feliz al chico - Me llamo Víctor, y él es Yuuri, somos amigos del muchacho que te trajo, espero que seamos buenos amigos - le decía de manera extremadamente animada el pentacampeón.

Pero no se esperó que el chico saliera huyendo y se refugiara detrás de Yurio.

- ¡Viste idiota, lo asustaste! - le reclamó de mala manera el rubio.

-P-Pero si yo… Yuuri, lo asusté - empezó a sollozar de manera escandalosa mientras se aferraba a la chamarra de su esposo - ¡Yurio me dijo que parezco un monstruo horrible! 

¡¿Qué mierda?!

- ¡Yo no he dicho eso!

- ¡Y que asusto niños!

- ¡Dije que lo asustaste con tu actitud, imbécil! - dijo Yurio con una vena en su sien.

- ¡Yurio, no digas groserías enfrente de los menores! -reclamó el nipón.

- ¡¿Enserio me estás reclamando a mí, cerdo?! 

De pronto, el sonido del timbre se escuchó, evitando que el rubio cometiera asesinato, haciendo que Vladímir se calmara y no se pusiera a llorar por los gritos, y quitándole su diversión a la niña, la cual veía entretenida todo el show.

-¿Más niños, Yurio? -dijo entre risas Víctor, tal parece que su berrinche ya se le había pasado.

-Vete al infierno -le contestó, mientras le enseñaba el dedo anular - seguramente es Otabek... ¡Carajo, es Otabek! -gritó alarmado, cayendo en cuenta de que no le había dicho nada aún.

- ¡Las groserías!

- ¡Jódete, cerdo ¿Cómo rayos le explicaré esto?! -gritaba jalándose el cabello con desespero.

Maldito Otabek, todavía ni entraba y ya lo ponía nervioso.

-Igual que a nosotros ¿No? -dijo con obviedad el moreno.

-¡Estás loco?! ¡Seguramente creerá que es una broma! 

-¿Qué cosa pensaré que es una broma? -se escuchó de pronto la grave voz del kazajo, al cual Víctor se había encargado de abrirle la puerta en lo que ambos Yuuri discutían.

Dulce venganza por haberle dicho monstruo (según él)

-O-Otabek, ¿Ya pasaron dos horas? Mira que rápido pasa el tiempo ¿Cómo estuvo tu viaje? ¿Tienes hambre? - decía de manera veloz, intentando no vomitar de nervios en ese instante.

Juraba, por todas las medallas del mundo, que en cuanto Víctor se durmiera, se infiltraría en su alcoba y le raparía todo el cabello que le quedaba.

- ¿Quiénes son ellos? -preguntó mientras señalaba a los pequeños detrás de Yurio.

Hasta dónde él sabía, el rubio no tenía más familia, así que no podía ser posible que fueran sobrinos o primos suyos.

Además, desde la puerta se escuchaban todos los gritos que soltaba su mejor amigo.

… ¿Ahora en qué se había metido el rubio?

-B-Bueno, Otabek, ellos son… Son - ¿Qué podía decirle?

-Son tus hijos, Otabek, Yurio acaba de convertirse en madre -decía feliz Víctor, deleitándose ante el sonrojo que invadió la cara del rubio.

- ¿Ehh? -bueno, quizás eso no fue lo más inteligente que Otabek pudo haber dicho, pero simplemente no le encontraba sentido a lo dicho por Nikiforov.

¿Hijos? ¿Yuri como madre?... ¿Él el padre?

- ¡Te mataré! -gritó extremadamente abochornado Yurio, mientras se soltaba de los niños y perseguía a un aterrado Víctor por toda la sala.

Y mientras tanto, Yuuri solo suspiraba de manera resignada ante el comportamiento de los otros dos, total, no era para nada nuevo que Yurio quisiera quitarle la cabeza a su esposo. Sin embargo, algo que llamo su atención, fue el ver a Otabek acercarse lentamente a los niños.

-Otabek, no creo que sea buena idea, al parecer solo sienten confianza con Yurio, ni a mí ni a Víctor no han permitido acercarnos -decía cabizbajo, intentando evitarle un horrible desplante a Otabek de parte de los menores.

Pero era verdad, hasta ahora, solamente se acercaban al rubio y el menor los miraba con miedo.

-Tranquilo Yuuri, solo quiero comprobar algo -le contestó tranquilo el kazajo, acercándose al pequeño que había tomado a su hermana en brazos en un intento de protegerla de cualquier amenaza, sin embargo, lo único que hizo fue palpar suavemente la espalda del menor -justo como pensé.

-¿Qué dices? -preguntó el japonés, sin lograr entender lo que dijo el kazajo.

-¿Me puedes decir de dónde salieron estos niños? -pidió amablemente a Yuuri, viendo imposible la idea de obtener una plática tranquila con el rubio.

-Yurio los encontró en la calle, toma -decía con un deje de tristeza en la voz, entregándole a Otabek la nota que hace unos minutos les había dado Yurio.

Otabek la tomó extrañado, pero al ver su contenido, no pudo hacer otra cosa más que sentir lástima por los menores… Y una gran admiración por Yurio.

Y él que pensaba que ya no podía enamorarse más del rubio.

-Tenemos que cambiar de ropa al chico, podría enfermarse gravemente, si no es que ya lo está -dijo Otabek -hace un segundo que lo toqué, sentí humedad en su camisa, seguramente por la nieve de afuera -explicaba ante la cara confundida de Katsuki.

Al vivir en un país tan frio como Kazajistán durante el invierno, Otabek muchas veces se resfrió por entrar a su hogar y dormirse con la ropa húmeda por la nieve, además, su hermana menor siempre insistía en que usara ropa limpia en casa para evitar que se enfermara.

-Yuri, ¿ya comieron? -preguntó alzando un poco la voz, lo suficiente como para ser escuchado por el tipo que amenazaba al pentacampeón con una escoba.

-¿Ehh? Si, sopa y galletas -le respondió rápidamente, avergonzado ante la imagen que le estaba dando a Otabek.

Quizás el hecho de estar a punto de estamparle la escoba al albino en su estúpida cara no era la mejor manera de comportarse.

- ¡Los bebés deben de tomar leche! -dijo de repente Víctor, viendo que ya era seguro acercarse a Yurio. - ¡Todos saben eso, Yurio!

-No tengo leche en el refrigerador -le contestó fastidiado el rubio. Ahí iba de nuevo el asunto de su precaria despensa.

-Bueno, la pequeña aún puede ser amamantada ¿No? -le preguntó Katsuki al kazajo, el cual parecía ser el único con sentido común ahí.

-…Ni idea, supongo que sí, no parece que supere el año y medio, hace un momento solo gateaba – decía, recordando como intentaba desplazarse la pequeña antes de ser tomada en brazos por su hermano.

Al estar lejos de casa desde tan temprana edad, Otabek no pudo ver completamente la crianza de sus hermanos.

-Otabek tiene razón, aun no habla ni camina ¿Cierto, Vladimir? -le preguntó Yuri al menor, el cual solo asintió tímidamente. -Realmente no piensas hablarme, ¿cierto? – dijo desganado al ver que el niño aun no le tomaba confianza -Otabek, Vladimir no habla, pero es muy cuidadoso con Charlotte.

-Ya veo, tendré eso en cuenta -mirando atentamente al chico -Yuri, tienes que cambiarle la ropa, yo me encargaré de conseguirles algo decente de comer.

Porque sí, estaba seguro de que galletas y sopa no era un alimento adecuado para los tres niños que tenía enfrente, sí, tres, pues para él, Yuri a veces seguía comportándose como un infante.

Sin ir más lejos, en una ocasión decidió conseguir un cachorro de león por el simple hecho de que le parecía “lindo y cool” pensaba criarlo en casa al igual que a su gato… Lo bueno fue que Lilia se dio cuenta del felino cuando iba los domingos en la mañana a ver que Yuri siguiera con vida, sino, posiblemente ya hubiera sido devorado por un león.

¡Un jodido león que tenía clandestinamente en su departamento!

Y lo peor del caso, es que el berrinche que hizo al ser despojado de su “Simba” le duró bastantes semanas.

Incluso aun iba al zoológico, alegando que el cachorro era suyo y que se lo arrebataron.

Idiota.

- ¡Yo sé de alguien que puede amamantar a Charlotte! -dijo levemente indignado Yuri al ver cómo Otabek parecía ser más capacitado con esos niños.

-¿Enserio, Yurio? -preguntó de manera ilusionada el japonés.

-Sí, cerdo, deja le marco – decía triunfante, mientras sacaba su celular y le marcaba a la chica que tenía en mente – es mi vecina de abajo, seguro ella puede ayudarnos, por mientras ve y tráeme alguna camisa limpia de mi alcoba para cambiar a Vladimir.

-¡Si! -dijo poniendo posición de soldado, los otros dos solo veían con una gota en la cabeza el actuar de los dos Yuris.

Por su parte, el rubio esperaba impaciente que contestaran del otro lado de la línea.

-Aló, si, Kisha, sé que es bastante temprano, pero necesito pedirte que vengas a mi departamento lo más pronto posible -decía a través del celular – estoy algo necesitado y ocupo tu ayuda, ok, aquí te espero. -Decía satisfecho al colgar.

Ya verían lo bueno que era Yuri Plisetsky para cuidar niños.

- ¿Qué te dijo? -preguntó el japonés, llegando de nuevo a la sala con algunas prendas del rubio.

-Que llega en diez minutos, por mientras dame eso, iré a cambiar a Vladimir – decía mientras tomaba la mano del chico y lo llevaba con él al baño -cuiden a la bebé por mientras.

Sin embargo, al escuchar que se despegaría de su hermana, empezó a forcejear para ir de nuevo por ella, y Otabek se dio cuenta de esto de inmediato.

-Vlad, confía en mí, solo estarás con Yuri un momento, te prometo que nada le pasará a tu hermana, creme, él no permitirá que nada malo pase -decía firmemente mientras se agachaba a la altura del chico y señalaba con du dedo índice al rubio– aprecio mucho a Yuri, así que toda persona importante para él, lo es para mí -dijo con una pequeña sonrisa, mientras posaba una mano en la cabeza castaña del niño y revolvía su cabello.

Yurio se sonrojó en sobre manera ante las palabras del otro, y la sonrisita cómplice que le dirigió Víctor no ayudaba mucho. Así que, intentando escapar de esa vergonzosa situación, se fueron casi corriendo al baño.

Dentro, Yurio le enseñó varias camisas al menor.

-Mira, por ahora solo tengo esto, mis pantalones te quedarían demasiado grandes, así que nos tendremos que conformar con una camisa en lo que lavo tu ropa -decía mientras escogía entre una de estampado de tigre, y otra negra con un león en el centro -sabes, los tipo de ahí afuera son unos idiotas, menos Otabek, él es muy cool y sorprendente, pero ten por seguro que lo que te dijo es verdad, no permitiré que nada malo les pase.

Sin embargo, a medio discurso se quedó sin palabras, pues al momento de quitarle la camiseta al pequeño, descubrió algunas marcas muy familiares para él.

Quemaduras de cigarrillo y golpes.

De pronto, el recuerdo de lo doloroso que era ese tipo de maltratos acudió a su mente… Definitivamente no permitiría que nadie más volviera a lastimar de esa manera a los pequeños.

-Mami, tengo mucha hambre -decía un pequeño Yuri de cuatro años, mientras intentaba despertar a su mamá, la cual se encontraba ebria en el viejo sillón de su departamento.

- ¿Tienes hambre? ¿Por eso me despiertas, pequeño idiota? – respondió enojada la rubia, tenía resaca y la agresividad que le producía la gran cantidad de drogas en su organismo, solo provocó que se levantara y le diera una bofetada al menor.

- ¡Mami, me duele! -gritaba aterrorizado, mientras intentaba soltarse del agarre que mantenía su madre en su cabello.

- ¿Sabes que me duele más a mí, escoria, que por tú maldita culpa yo esté aquí pudriéndome sola!

Desde ese día, Yuri prefería salir a buscar alimentos en las calles para no volver a molestar a su mamá.

- ¿Te duele? -le preguntó suavemente al menor, haciendo referencia a las marcas en su cuerpo. Vladimir solo negó cabizbajo – te contaré un secreto, cuando yo era un niño, mi padre nos abandonó a mi madre y a mí, y ella me odiaba por eso -decía cabizbajo, pensando en la fría mirada de su madre - me culpaba de que mi padre se hubiera ido, al parecer no fui deseado y él ya tenía otra familia, al parecer, era un hombre mucho mayor que ella. Muchas de estas marcas yo también las tuve, algunas todavía las tengo -pensando en las pequeñas quemaduras que nunca lograron desaparecer del todo – pero ¿Sabes? Hubo una persona que me salvó de ese infierno, mi abuelo, y ahora yo haré lo mismo por ustedes.

Dictó de manera firme, era algo que nadie más aparte de la trabajadora social que atendió su caso, su doctora y su abuelo sabían. Él sabía más que nadie el difícil proceso por el que tendrían que pasar esos pequeños.

Y algo dentro de él, quería evitar que fuera tan doloroso.

-Listo, te ves bastante guapo, enano -dijo con una sonrisa dirigida al menor, el cual solo se sonrojó ante las palabras de Yuri. Ya habían terminado de cambiarlo de ropa.

¿No me va a golpear?

Pensó Vladimir, confundido ante la amabilidad del bonito rubio que lo llevó a su casa.

Él siempre estuvo en un estado de alerta y defensa debido a los maltratos en su hogar, no entendía por qué su papá no lo quería ni a él ni a su hermanita, o el por qué los dejo abandonados; Pero estar con Yuri se sentía distinto, era un sujeto extraño que gritaba mucho y se veía algo torpe (carajo, puede que fuera un niño, pero era bastante observador) al principio no se fío ni un poco de él, por eso fue tan renuente a acompañarlo, pero su debilidad y el tener que cuidar a su hermana pudieron más con él y terminó siendo cargado por el mayor hasta ese lugar.

Cuando llegaron, estaba desesperado por encontrar una manera de escapar de ahí, ese lugar era distinto a su casa, no había escombros ni partes dónde pudiera esconderse como lo hacía cuando estaba con su papá, además, Yuri olía raro… apestaba a alcohol y cigarros, él conocía de sobra ese olor y le atemorizaba, pues cada vez que su padre llegaba a casa apestando así, era una golpiza garantizada para él y su madre. Golpiza que hace unos días llegó demasiado lejos… Y que terminó con el entierro de su mamá y dos días después, con el abandono de ellos.

Pero Yuri era distinto, a pesar de que el aroma fuera proveniente de la misma fuente, no era tan desagradable como el de su padre… Yuri olía a pino, a ese aroma que daba el cortar alguna rama de un pino cuando nevaba y jugaba a hacer monitos de nieve, además se veía limpio y sus ojos no estaban igual de rojos que los de su papá, eran bonitos, y el color que se apoderaba de sus mejillas cada vez que los amigos de Yuri decían algo vergonzoso, lo hacía lucir muy gracioso.

Yuri era bonito, olía bien y los trataba con cuidado.

Así que, feliz al tener a alguien como Yuri, le tomó la mano y le sonrió, para seguidamente, salir del baño y dirigirse de nuevo con toda esa gente rara de la sala.

Extrañaba a su madre, pero Yuri se parecía a ella, tenían el mismo color de ojos, solo que los del rubio brillaban más.

-Ohh, miren, es como un mini Yurio – exclamó con los ojos en forma de estrella el japonés, al ver al menor llegar de la mano de Yurio con una camisa al más puro estilo del ruso.

-Cierto, amor, quizás algo así como su hijo, solo que con el cabello de Otabek -dijo Víctor de manera maliciosa al ver la mueca avergonzada de Yurio y el carraspeo discreto de Otabek -mira, tiene los ojos claros como Yurio, pero el cabello negro como Otabek, es más, si Yurio fuera chica, no dudaría en que estos pequeños fueran de ellos.

Y tras decir eso, soltó una gran carcajada. Víctor no era ningún estúpido, y podía darse cuenta de inmediato que Otabek estaba realmente enamorado de Yurio, además de que el rubio no era tan indiferente hacía el kazajo… Lástima que ambos habían llevado su vida en el rumbo equivocado, pero esperaba con todo el corazón que algún día pudieran encontrar la felicidad que se merecían al lado del otro.

-¡Cierra tu maldita boca, anciano! ¡¿Y por qué tendría que ser yo la chica?! – gritó de manera furiosa el rubio, de no ser porque quería mostrarse de manera un poco más decente ante los niños y Otabek, ya le hubiera estampado su puño en la cara.

Sí, puede que los pequeños tuvieran el cabello oscuro como Otabek, y la piel tan clara junto con los ojos verdes que caracterizaban al tigre del hielo… ¡Pero mierda, que eso se escuchó tan comprometedor! ¡Seguramente Otabek pensaría que tenía alguna clase de fijación con él!

-¿Enserio te preocupa más el hecho de que tú seas la mamá que el que te emparejara con Otabek? -Ohh sí, Víctor disfrutaba de lindo al avergonzar de esa manera a Yurio.

-Tú, maldito hijo de pu… - sin embargo, el sonido del timbre una vez más evitó que Plisetsky asesinara a alguien ese día.

Vaya que Víctor estaba tentando mucho a su suerte.

- ¿Quién puede ser? -preguntó de manera curiosa el japonés.

-¡Es Kisha! -dijo Yurio, mientras se acercaba casi corriendo a la puerta - ¡La chica que a la que llamé hace rato!

Al momento de abrir, una guapa chica de cabello pelirrojo y lindas facciones se asomó por el alfeizar, si el hecho de que ella se viera tan joven como Yurio les pareció extraño, lo siguiente los dejó sin habla.

-Vine para ayudarte con tu problema, cariño -dijo de manera seductora, mientras se desataba el nudo de su gabardina y se mostraba ante Yurio con solamente un provocador conjunto de lencería negra. Al parecer, Kisha aún no había notado que Yurio no se encontraba solo.

Y que el anterior “necesito tu ayuda con un problema” no era el mismo que usaban para indicarle al otro que alguno de los dos tenía ganas de una sesión de sexo sin compromisos.

-K-Kisha, no te h-hablé para esto -dijo sumamente nervioso Yurio, incapaz de poder articular una frase coherente ante la absurda situación que se le mostraba enfrente.

Quizás debió de haber sido más específico, pues la mirada avergonzada del Yuuri y Otabek, junto a la mueca divertida de Víctor, lograron acabar con toda su dignidad.

- ¿De qué hablas? -le contestó confundida, en todo el tiempo que llevaban conociéndose después de unos coqueteos en el elevador, cada vez que alguno se contactaba con el otro, era simple y llanamente para tener sexo.

-Hola, supongo que tú eres la amiga de Yurio – dijo bastante incómodo Katsuki desde el sofá, intentando no asfixiarse con la tensión que se había formado en el ambiente, mientras veía a Otabek voltear la cara y a Víctor cubriéndole los ojos al niño.

-¡Joder! -gritó muerta de vergüenza, mientras intentaba desesperadamente acomodarse la gabardina -¡¿Qué rayos significa esto, Plisetsky?!

-¡No me mires así! ¡Tú fuiste quien se desnudó sola!

-¡Dijiste que necesitabas que viniera!

-¡Para ayudarme con una bebé, carajo!

-¿Ehh? ¿De qué mierda hablas? – dijo al borde de la histeria - ¿Un bebé?

Sin embargo, Yurio prefirió señalar al interior y dejar pasar totalmente a la muchacha, la cual estaba renuente entre aceptar pasar o golpear al rubio en la cara.

-Mira, el asunto está así, necesitamos a alguien que amamante a Charlotte, y pensé que tú podrías ayudarme con eso -decía mientras se rascaba la nuca.

Pero, en vez de recibir una respuesta afirmativa, lo único que recibió fue una fuerte bofetada de parte de una indignada mujer.

-¡Maldito cretino! ¡¿Cómo te atreves a pedirme algo así?! ¡Sabes bien que ni siquiera tengo hijos, imbécil! -Yuri miró sorprendido lo roja que se había puesto la cara de la chica, incapaz de comprender que hizo ahora para recibir tal golpe.

- ¿Y eso qué? -dijo realmente confundido.

Los demás sólo pudieron golpearse la frente ante la gran muestra de ignorancia sobre la fisionomía femenina que mostró el rubio.

-Yuri, las mujeres no pueden amamantar hasta que tengan hijos -le dijo de manera algo calmada Otabek -es por eso que se ofendió.

Joder, era mucho más fácil tratar con hombres enojados que con mujeres enojadas.

Yuri casi cedía ante el deseo de tirarse por la ventana y acabar con ese momento de una vez por todas.

¡Que - puta -vergüenza!

Se sentía un completo idiota ahora.

-Lamentamos las molestias causadas, señorita -dijo cortésmente Víctor, debatiéndose entre reírse del rubio o sentir pena por él. -Yurio no sabía eso, es idiota -decía mientras le sacaba la lengua al rubio.

- ¿Y qué haces tú con niños? ¿Son tus sobrinos o algo así? -preguntó la chica, intentando calmar su reciente mal humor, total, Yuri era idiota, no tenía por qué enojarse.

Y el moreno le pareció bastante guapo, no quería darle una mala impresión.

Yuri estuvo muy tentado a mentirle y decirle que sí, que efectivamente esos niños eran sus sobrinos, sin embargo, Kisha era muy perspicaz a las mentiras, y puede que le sirviera de ayuda, puesto que, hasta donde él sabía, el padre de ella era agente federal. Así que, tras un breve reseña de la historia que ya había contado tres veces ese día, esperó el dictamen de su jueza.

-Yuri… ¿Acaso te has vuelto loco? – fue lo único que pudo decir, mientras se levantaba del sofá en el que había estado escuchando atentamente todo -esto no es tan fácil como decir “Me los encontré y ahora son míos” carajo, incluso pueden acusarte de corrupción o secuestro si alguien aparte de los que estamos aquí intenta causarte mal o aprovecharse de ti -dijo mientras se mordía el labio.

Ella era una persona que siempre tuvo todo el lujo posible, por lo mismo, al ser alguien con “poder” jamás faltó quien quisiera aprovecharse de su familia con tal de sacar dinero… Y fácilmente podrían intentar extorsionar o chantajear al rubio con eso.

-Señorita, entiendo bien a lo que se refiere, pero tenga por seguro de que no permitiré que algo así le suceda a Yuri -alegó firmemente Otabek, dirigiéndose a la bebé y tomándola en brazos, para sorpresa de todos – hará lo mejor para estos niños, lo sé.

- ¿Estás seguro? – dijo con una leve sonrisa en la cara al ver a la pequeña empezar a sacudir sus manitas, parecía un pequeño peluche al estar envuelta en esa sabana – tengo un par de sobrinos, y te aclaro que cuidar pequeños no es tan fácil como lo pintan… Por el momento creeré en su palabra y me mantendré al margen, pero eso sí, Yuri -decía mientras dirigía su mirada al rubio -al igual que mi padre, también dedicaré mi vida a la justicia, y si veo que estos pequeños no están en óptimas condiciones, no dudaré en hacer algo al respecto.

-¿Qué quieres decir con eso? -dijo mientras afilaba su mirada y se ponía ligeramente a la defensiva.

-Que si yo veo que no los cuidas, no dudaré en llevarlos a un orfanatorio – imitando la pose desafiante del rubio, para este punto, el ambiente en la sala ya se había tornado demasiado pesado -sin embargo, ¿Realmente sabes lo que estás haciendo? Prácticamente estás tomando la responsabilidad de dos vidas, Plisetsky ¿Estás pensando en las consecuencias de esto?

Hasta ese momento, por primera vez en todas esas horas, Yuri se puso a reflexionar realmente en lo que haría… ¿Realmente estaba dispuesto a hacerse cargo de ellos? En realidad, no pensó en lo que haría después de llevarlos a su casa.

No tenían familia a la cual acudir, y la idea de un orfanato no era nada buena, Yuri ya los conocía, pues pasó un mes en uno durante su infancia, mientras que Nikolai se encargaba de obtener su custodia después de internar a su madre en un psiquiátrico, no era un lugar agradable, y para Vladimir, sería sumamente difícil ser adoptado a tan alta edad.

Sin embargo… Él tenía 19 años, una carrera que no le permitía quedarse en un solo lugar durante meses, un estilo de vida bastante cuestionable, y una ignorancia total ante el cuidado y la crianza de otro ser humano.

¿Sería lo más prudente intentar luchar por la custodia de ellos?

Pero al voltear a ver a la pequeña en brazos de Otabek, y al niño mirarlo de manera esperanzadora, algo que creía perdido se instaló en su pecho… Era ese sentimiento de volver a sentirse en familia.

-Lo estoy, Kisha -dijo totalmente seguro de sus palabras.

-… Entiendo -contestó con una leve sonrisa, sintiéndose un poco más aliviada ante la determinación del rubio – pero tendrás que contactar un doctor de inmediato que revisé que su salud esté en perfectas condiciones, también me encargaré de que alguna trabajadora social se encargue de ayudarte -volviendo a dirigir su mirada a la pequeña -y deja de hacer estupideces como esta -sosteniendo la sabana y mirando al rubio con una ceja alzada – esta niña tiene más o menos año y medio, así lucían mis sobrinos cuando tenían esa edad, mira, ya le están saliendo dientes-tomando con cuidado los labios de la niña, todo bajo la atenta mirada del kazajo – así que no es necesario amamantarla, idiota -recordando amargamente la vergüenza de la puerta – solo investiga un poco… Y dales verduras, siempre son buenas.

-Eso haré -visiblemente más relajado ante la última broma de la chica – no te preocupes.

-Bueno, me voy -decía alejándose y dirigiendo a la puerta siendo seguida por el rubio -una última cosa -dijo en voz baja, mientras le hacía un ademán al ruso para acercarse -si no estás interesado en el chico con la bebé ¿Podrías pasarme su número? Es jodidamente atractivo -mirando con un suspiro al kazajo.

-Olvídalo, tonta -dijo con un bufido, no por celos, claro que no, eso jamás, simplemente por… ¡Por que no y punto!

-Ohh, así que ya conseguiste un padre para los niños -dijo burlona mientras se volteaba dispuesta a irse -que mal, dos chicos tan guapos siendo pareja, ni modo, fue divertido mientras duró -refiriéndose a las “visitas” que se daban ambos de vez en cuando.

Yuri simplemente le cerró la puerta en la cara de manera indignada ¡Carajo! ¡¿Por qué todos decían que Otabek sería el padre?! ¡Él también tenía pene!

-Yurio -le llamó el nipón.

-Sí, sí, cerdo, ya sé que tendré que conseguir alimentos y todas esas cosas para niños, ya en la tarde llamaré a mi doctora para que los revise, solo deja que primero vaya por mi auto -decía frotándose la cabeza.

Le sorprendía que, para este punto, su cabeza aun no hubiera estallado.

- ¿Tu auto? ¿No lo tienes aquí? -dijo extrañado Víctor.

-…No, está en el taller -mintió descaradamente, no estaba con ganas de recibir un discurso si se enteraban que en realidad lo dejo en un antro por estar ebrio e irse con un sujeto - ¿Podrían quedarse con ellos un rato en lo que voy a conseguir las cosas?

-Sí, ve con cuidado -dijo Katsuki, acercándose a Otabek para sostener a la menor -pero que Otabek te acompañe, me preocupa que conduzcas de vuelta cuando no haz dormido nada.

-Sí, yo iré con él -respondió el kazajo.

- ¿Acaso mi opinión no importa aquí? -dijo Yuri, enojado al ver cómo los demás tomaban decisiones por él, aunque bueno, que Otabek lo acompañara no era nada malo.

-Po el momento, no, Yurio -decía Víctor mientras le sacaba la lengua.

Pero, antes de darle tiempo de responderle con una grosería al mayor, Otabek lo tomó del gorro de su chaqueta y lo jaló hacía la salida.

Tenían que hablar a solas de manera urgente.

Aunque Vladimir también tuvo la idea de jalar a Yuri para que no se fuera. No quería quedarse solo con esos sujetos.

- ¿Qué sucede? -le preguntó alarmado al notar las pequeñas lagrimas que empezaban a salir de los ojos del menor -e-espera, no llores, enano, te prometo que no tardaré mucho, afuera hace mucho frio y ustedes necesitan dormir, te juro que cuando regrese traeré mucha comida y esas cosas -intentaba consolarlo, pensando que tendría un camino muy difícil de ahora en adelante para lograr que el niño se sintiera cómodo -confía en mí.

El pequeño solo sollozó más, sin embargo, no quería hacer enojar a Yuri y que ya no lo quisiera, así que prefirió hacerle caso y creer que cumpliría su promesa de volver.

Y miró tristemente al kazajo, buscando en su mirada una confirmación de las palabras del rubio, la cual obtuvo con un asentimiento y una sonrisa.

Yuri era bonito, olía bien, era muy amable y divertido… Y se veía tranquilo y feliz al lado del tipo llamado Otabek, así que quizás, no sería tan malo que aquel chico con olor a menta se quedara con Yuri… No le gustó la cara triste que puso Yuri en el baño, le gustaba la cara roja que ponía con Otabek, así que haría lo posible para que el amigo de Yuri siguiera ahí.

¿Quizás si podían ser sus nuevos papás? El tipo de cabello blanco asustaba y decía cosas raras, pero esas palabras le gustaron.

Así que, con una sonrisa, soltó al rubio y permitió que se fuera… Si le dijo que volvería, entonces le creería. Ahora lo que más quería era acostarse con su hermanita y dormir un poco.

Notas finales:

Holiwis :3

¿Por qué tengo la necesidad de hacer sufrir a los personajes que amo? No lo sé XD

Queridos lectores, sé muy bien que el proceso de adopción no es algo fácil, así que Yurio tendrá que esforzarse para que le den la custodia de los pequeños, no puede quedárselos así como así XD además, la procedencia de esos niños se tiene que saber algún día… Y también sabremos qué fue lo qué pasó con la madre de Yurio TT_TT

¿Qué hará Otabek? No puede dejar a su rubia con la carga de sus dos crías XD quizás el ambiente domestico les empiece a gustar demasiado lol, joder, y él solo quería pasar unas vacaciones tranquilo XD sin embargo, aún tienen una conversación pendiente.

Faltas de ortografía, dedazos, etc. Lo siento, tengo sueño y mi vista me engaña.

¡¡Gracias a esas personitas que leen, siguen y comentan esta historia!! No saben lo feliz que me hacen TT_TT

Besos.

Ann.


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