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My new family por Ann Carmesi1

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Yuri y Otabek tardaron alrededor de 20 minutos en llegar a “Seven Sins” el antro en el que el rubio había dejado su coche la noche anterior.

No habían dicho nada en todo el camino, no por falta de ganas, sino por el hecho de que no podían permitirse ser escuchados por el taxista, pues este los había reconocido al instante y no se detuvo hasta obtener un autógrafo de ambos.

Aunque les dejó el viaje gratis, eso ya era algo.

-Espera aquí, Otabek, iré al estacionamiento y regreso en unos minutos – dijo el rubio en cuanto se bajaron del taxi.

-Claro, solo no tardes mucho – le contestó de manera seria, poniéndose de nuevo sus gafas oscuras y recargándose en la pared del lugar en lo que prendía un cigarrillo.

Yuri le echó por última vez un vistazo a su amigo, y de nuevo, el pensamiento de que Otabek se veía jodidamente atractivo y genial con ese estilo tan característico de él le azotó de manera brutal.

Pero al ver como unas chicas del otro lado de la acera empezaron a “mirar de más” en la dirección de Otabek, decidió que debía de apurarse lo más rápido posible en sacar su maldito auto de ahí y evitar que más tipas intentaran acercarse al kazajo. Única y llanamente porque Yuri sabía que a Otabek le incomodaba que los extraños se le acercaran, no por celos.

Bueno, quizás sí, unos pocos, pero eran celos de… ¿Amigo?

Sin dejarse torturar más por sus tontas conclusiones, decidió entrar de una vez por todas al estacionamiento, entregarle su pase de estacionamiento al encargado de ahí, y salir a toda velocidad en busca de su amigo.

-Hey, Otabek, ven y súbete de una vez – dijo con voz apresurada, ligeramente molesto al ver como las tipas de hace rato estaban intentando entablar una conversación con su amigo.

-… Yo conduciré – dijo seriamente, ignorando totalmente a las chicas que miraron decepcionadas el desplante del moreno, seguramente ese chico era su novio – no haz dormido nada y Yuuri me encargó alejarte totalmente del volante.

- ¡¿Y desde hace cuánto tiempo le haces caso a lo que el cerdo diga?! -gritó enojado al ver cómo el kazajo caminaba hacia el lado del conductor y lo miraba de manera impaciente.

-Desde hoy, así que cámbiate de lugar – ordenó de manera tajante, encendiendo otro cigarrillo en lo que el rubio se desabrochaba el cinturón y se pasaba al asiento del copiloto mientras renegaba sobre cerdos entrometidos y paranoicos y kazajos arrogantes y traidores.

Así, en unos segundos el auto ya se encontraba en marcha a manos de Otabek.

-No fumes en mi auto, me molesta – dijo de mal humor el rubio, volteando la cara de manera infantil.

-El cenicero a punto de desbordarse por las colillas no dice lo mismo, soldado – dijo con una media sonrisa el moreno mientras señalaba el cenicero encima del portavaso del carro y le daba una calada más al cigarro.

-… Cierra la boca y dame, rápido – contestó de manera avergonzada al verse descubierto en su mentira.

-Podrías ser un poco más amable al momento de insinuarte de esa forma tan directa ¿No lo crees? – dijo con una pizca de malicia en su voz.

Mierda, ese tono de voz junto al sexi perfil de Otabek, hicieron que de pronto Yuri empezara a sentir cierto “calor” en su bajo vientre.

Control, Yuri, control.

- ¡Hablaba de que me dieras un cigarro, maldito enfermo! – gritó a modo de desviar su mente hacia otro lugar que no fuera sus pantalones. Estúpido Otabek.

-Ohh, ¿enserio? Mira que yo juraba que querías que el héroe de Kazajistán te hiciera probar tu flexibilidad durante el alto – decía entre risas, mientras pisaba el freno y se detenía frente a la luz roja.

-Hoy vienes un poco más insoportable de lo normal ¿Sabes? Y pensar que nadie me cree que eres un patán – contestó de manera dramática, mientras ponía una mano en su frente y empezaba a imitar la voz de Georgi.

- ¿Le dices a la gente que soy un patán? – preguntó divertido, mientras sacaba su cajetilla de cigarros de su chaqueta y se la pasaba a Yuri junto con el encendedor.

-Sí, especialmente después de que alguien insinúe que quiere demostrarte su “flexibilidad” – haciendo comillas con los dedos para después encender un cilindro – no es por presumir ni nada, pero estoy seguro que muy pocos serían tan buenos en eso como yo – dijo con una leve carcajada.

-Entonces… ¿Eso significa que no hay nadie mejor que tú para “probar nuestra flexibilidad”? – mirando de soslayo como el rubio le daba una profunda calada al cigarro.

-Efectivamente, señor Altin -decía entre risas el rubio.

En realidad, con el pasar de los años, los chistes y bromas sexuales se habían vuelto algo normal entre ellos, vamos, que ya eran todos unos adultos con un muy buen historial en cuanto a compañeros de cama.

Aunque… También uno que otro beso y contacto más allá de lo “normal” tampoco eran muy extraños entre ellos últimamente.

Claro, muchas veces podían atribuirle eso al alcohol y a la tensión que se instalaba en ellos entre las competencias, total, ninguno de los dos nunca había dicho nada al respecto después.

-Lo tendré en cuenta – dijo mientras volvía a arrancar el auto – Yuri… ¿Cómo actuarás de ahora en adelante? -dijo poniéndose repentinamente demasiado serio.

- ¿Ehh? ¿De qué hablas? -preguntó confundido, el cambio de humor del kazajo había sido demasiado drástico.

-Hablo de Vladimir y Charlotte… ¿Estás consiente de lo que le dijiste a Kisha en el departamento? – en realidad, llevaba desde que salieron del departamento con ganas de platicar seriamente con Yuri de eso.

-A ti no puedo mentirte, ciertamente no estoy muy seguro de cómo seguirán las cosas de aquí en adelante, pero lo que sí sé, es que no quiero dejar desamparados a esos enanos – decía con una mirada melancólica, mientras dirigía su vista a la calle – el quedarse solo es algo muy duro, y más cuando eres un niño.

-Entiendo lo que intentas decir, pero, parece que te estuvieras proyectando en ellos… Además, tú no estabas solo, siempre tuviste a Nikolai contigo -dijo inseguramente, temeroso de haber tocado alguna fibra demasiado sensible dentro de Yuri.

-Puede que sí, veo bastante de mí en Vladimir, aunque, según mi abuelo, mi carácter era más como el de Charlotte, vaya que le di dolores de cabeza -recordando con una triste sonrisa todas las travesuras y regaños que recibió en casa de su abuelo – y… En realidad, yo me fui a vivir con mi abuelo a los siete años, no siempre estuve con él.

Eso sacó de equilibrio a Otabek, Yuri jamás hablaba de su pasado, pero, ahora que lo pensaba, el rubio jamás había mencionado a más familia a parte de su abuelo, así que asumió que toda la vida vivió con él.

-Entonces, antes de Nikolai ¿Con quién vivías? -preguntó dubitativo, sin saber si sacar ese tema sería prudente o no.

-Con mi madre, en un barrio de mala muerte en San Petersburgo – respondió ausente, recordando el largo cabello rubio de ella y la mirada perdida que siempre traía.

-Pensé que siempre habías vivido en Moscú antes de empezar a entrenar bajo la tutela de Yakov -dijo sorprendido Otabek.

-Mi abuelo es quien vivía en Moscú, mi madre se fue de casa a temprana edad, ya sabes, buscando fama y éxito, y en Rusia, San Petersburgo es el mejor lugar para eso, pero se terminó enamorando y no tomó las mejores decisiones.

- ¿Entonces ella? – preguntó con un nudo en la garganta, temiendo acertar en lo que estaba pensando.

-El hombre del que se enamoró era alguien casado y bastante mayor, pero supongo que se dejó impresionar demasiado por alguien como él – decía dándole una calada más al cigarro – eventualmente, ella empezó a perderse cada vez más, pero cuando quedó embarazada de mí, mi padre la abandonó totalmente, no le convenía un escándalo así.

- ¿Y no has vuelto a saber de él? – quiso indagar Otabek, repentinamente enojado ante la suerte de Yuri.

-Si te refieres a que si lo he visto o cosas así, no, nunca le interesé así que él a mí tampoco, lo único que sé de él, es que se jubiló hace algunos años y vive junto a su esposa en una comunidad en Novosibirsk, y que su hijo se dejó llevar por malos pasos y negocios ilegales, fue información que logró recolectar mi abuelo y que su notario me entregó días después de su muerte, ya sabes, por si quería contactarlo o algo por el estilo. Él era un hombre fuerte y orgulloso, y se encargó de criarme sin necesidad de buscar respuesta de parte de mi padre, por eso es que tengo mi apellido materno.

Otabek sintió unas inmensas ganas de abrazar a Yuri en ese momento.

-Entonces… Tu madre, ¿por qué acabaste bajo la tutela de Nikolai? -preguntó lentamente, temeroso ante las reacciones de Yuri – ¿Acaso ella?

-No, no ha muerto, si es lo que te preguntas -dijo tranquilamente, mientras volteaba por primera vez en toda la conversación hacia Otabek – después de nacer, ella cayó en una depresión muy fuerte, mi abuelo, al vivir en otra ciudad, no pudo darse cuenta de eso a tiempo, pero en las visitas esporádicas que nos hacía, notaba que mi madre cada vez estaba peor… Una noche, mientras mi madre sufría de un ataque de histeria, sus golpes llegaron demasiado lejos y una vecina se preocupó por los gritos… Era una anciana muy buena que me daba de la poca comida que obtenía, y de no ser por ella, probablemente yo hubiera muerto esa noche por la paliza que me dio mamá.

-Yuri -decía en un susurro Otabek, deteniendo el auto enfrente de una acera donde no había nadie que los molestara por aparcarse y estorbar – si quieres no hablaremos más de esto, entiendo que sea algo muy difícil para ti.

-No, nada de eso, yo, yo realmente quiero que sepas esto de mí – acomodándose mejor en su asiento para poder voltear totalmente hacia Otabek – esa noche, en realidad no la recuerdo muy bien… solo sé que de pronto habían patrullas y una ambulancia. Mi abuelo llegó al hospital donde yo me encontraba al día siguiente, no paraba de pedirme disculpas, y yo no entendía bien el porqué, después de que me dieran el alta, fui enviado por un mes a un orfanato… Realmente son lugares tristes, pues a pesar de la buena voluntad de las personas que trabajan ahí, rara vez alguien era adoptado, mucho menos si ese niño tenía más de tres años, además las donaciones no alcanzaban para todo, y muchas veces nos tuvimos que conformar con cenar pan con agua. Luego, por fin mi abuelo llegó un día diciendo que ya no serían necesarias las visitas semanales que me daba los domingos, pues había obtenido mi custodia total. Eso, debido a que mi madre había sido enviada por las autoridades a un hospital psiquiátrico debido a su precario estado mental… El abandono y el rechazo la destruyeron totalmente, al punto de que veía en mi la causa de sus delirios, los doctores decían que su mente me materializó como su mayor enemigo y miedo, y no como su hijo. Mi abuelo realmente se esforzó demasiado en criarme y en pagar el hospital, por eso, en cuanto fui capaz de ganar dinero mediante el patinaje, me hice cargo de mis gastos y el psiquiátrico, además de darle dinero a mi abuelo para las cosas que necesitáramos, en un principio se negó rotundamente a aceptar algo así, alegando que él era el que tenía que encargarse de eso, pero yo saqué su necedad, así que terminé ganando yo. Lo demás ya lo sabes, pero es por esto que no quiero abandonar a esos niños, porque nadie más que yo puede entender la soledad y el dolor por el que pasarán, Otabek, y no quiero eso, realmente no.

Tras terminar de contar todo esto, Yuri no pudo evitar agachar la mirada e intentar ocultar con los largos mechones de su cabello las finas lágrimas que empezaron a descender de sus ojos.

Él no lloraba tan fácilmente, pero con Otabek sentía que podía liberarse totalmente y sacar todo el dolor que se esforzaba en ocultar dentro de sí mismo.

Por su parte, Otabek se sentía enojado, inútil, frustrado y triste. Cuando se volvió amigo de Yuri, por fin encontró a alguien con quien poder ser él mismo, sin miedo a equivocarse ni la obsesión por ser cortés con él todo el tiempo, porque eran amigos, el primer amigo real del otro. Sin embargo, Otabek cometió un grave error, eventualmente, al pasar el tiempo, no pudo evitar quedar totalmente enamorado de Yuri. Era su complemento, compañía, socio, confidente, secuas, apoyo, mejor amigo y amor de su vida… El problema era que él no era el dueño del amor de Yuri, sino que en su tiempo fue Nikiforov.

Era algo que solamente Otabek sabía, es más, ni el mismo Plisetsky sabía que se lo había confesado en medio de varias copas al kazajo, esa noche, también le dijo que no pensaba volver a enamorarse nunca jamás, que no era necesario, sino más bien, sumamente doloroso, y que agradecía tener en su asquerosa vida a Otabek, que no necesitaba un amor si tenía un mejor amigo como él.

Vaya que fue dolorosa esa noche, pues involuntariamente, Yuri le había dado a entender que solo lo veía como su mejor amigo, y que no pensaba cambiar eso.

No obstante, los sentimientos de Otabek eran genuinos y fuertes, y sin importar nada, seguiría amando y apoyando a Yuri, no le permitiría sumirse en la auto destrucción, de eso se trataba el amor, de proteger y hacer feliz a la persona amada, pero entonces… ¿Por qué tenía llorando a Yuri frente a él?

No podía, no quería permitirlo, le destrozaba ver lo lastimado que la vida había dejado a Yuri, así que simplemente se dedicaría a sanar esas heridas, y demostrarle al rubio que nunca más volvería a estar solo.

Por eso, sin poder soportar ver como las lágrimas opacaban el pálido rostro del rubio, quitó el seguro del respaldo de su asiento hasta dejarlo totalmente abajo, y, en un rápido y certero movimiento, jaló a Yuri del brazo y lo tumbó debajo de él en un fuerte abrazo.

-O-Otabek ¿Qué haces? – preguntó de manera sumamente nerviosa el rubio, embriagándose del perfume que emanaba del cuello de Otabek.

-Yuri, no vuelvas a llorar, por favor – le pidió el kazajo, atrayéndolo aún más hacia él y levantándole la cara con la palma de su mano para pegar sus frentes – eso ya pasó, no estás solo, ni volverás a estarlo jamás, te lo juro por mi vida que siempre me tendrás a mí, y si así lo quieres, te apoyaré en todo para cuidar a esos pequeños… A fin de cuentas, yo soy su padre ¿No? -terminó de decir con una suave risa que casi derrite el corazón de Yuri.

-Te prometo que haré lo posible por no volver a llorar, Otabek – le contestó entre risas, sin embargo, el recuerdo de cierta frase lo azotó de manera brusca - ¡No soy su maldita madre, carajo, tengo pene! -gritó enojado al caer en cuenta de que Otabek le estaba empezando a seguir el juego a los ancianos.

Ohh, ya se encargaría de rapar a Víctor, atarlo y quemar su cabello enfrente de él.

-Sí, eso ya me ha quedado claro antes – sonriendo ladinamente ante los bellos recuerdos – el que, aparentemente, no sepas usarlo es otra cosa, Plisetsky. – haciendo mención del miembro masculino de Yuri de manera burlona.

Mierda, ese había sido un golpe demasiado bajo en su orgullo ruso. ¡¿Acaso había insinuado que él, Yuri Plisetsky, era malo en la cama?!

Ohh no, claro que no. Pudo haber sido una inocente broma entre hombres, pero su dignidad le exigía demostrarle al otro que se equivocaba totalmente.

- ¡Muérete, jodido imbécil! -le gritó de manera furiosa - ¡Ya te enseñaré lo “bien” que puedo usarlo!

Y antes de permitirle a Otabek disculparse y decirle que solo fue una broma para aligerar el ambiente, o en el peor de los casos, ponerse en guardia ante un posible ataque del rubio, Yuri lo atrajo fuertemente de la nuca y junto sus labios en un agresivo beso, total, estaban estacionados en una zona bastante solitaria y los vidrios de su auto estaban polarizados.

Otabek estaba bastante sorprendido, no era la primera vez que Yuri y él se besaban e intimaban de manera más adulta, pero joder, que ese tipo de ataque no se lo esperó, y lo peor fue cuando el rubio alzó provocadoramente sus caderas para rozar su un poco animado miembro con el de él.

-Y-Yuri, detente – exclamó en forma de gruñido, carajo, realmente se sentía bien, maldito Yuri y su jodida flexibilidad – Estamos en, en tu ma-maldito auto.

- ¿Acaso el héroe de Kazajistán es un bebito miedoso? ¿O es acaso que en realidad temes poner en evidencia que el que no sabe jugar bien eres tú? – dijo con una sonrisa prepotente mientras dejaba una fuerte mordida en el cuello de Otabek.

Diablos, Otabek solía ser una persona bastante calmada y prudente, pero si Yuri Plisetsky con el orgullo herido era de temer, Otabek Altin era tres veces peor.

-Te arrepentirás de haber dicho eso, soldado – le contestó con una sonrisa ladeada, tomando la boca del rubio mientras sus manos se dirigían al botón del pantalón ajeno – ya veremos quién de los dos es mejor – desabrochando totalmente los pantalones del otro y metiendo sin descaro alguno su mano dentro del bóxer de Yuri.

- ¡Maldita sea, Otabek! -gimió de manera audible el rubio al sentir las frías manos del kazajo en su pene. Pero al momento en el que Otabek liberó totalmente su miembro, sintió que una sensación de aprisionamiento se esfumaba de su ser.

Esa reacción quería Otabek, sentir como Yuri perdía el control entre sus manos. Así que, queriendo más resultados de parte del rubio, el kazajo decidió que era hora de dejarse de jueguitos y hacer una cosa mucho mejor. Se separó del cuello de Yuri y empezó a bajar lentamente por su cuerpo, acariciando suavemente el abdomen del otro con una mano mientras que con la otra mantenía el masaje en el miembro del ruso. Sin embargo, hubo un momento en el que Otabek se detuvo, Yuri estuvo a punto de gritarle para reprocharle el haber quitado sus manos de encima de él, pero lo único que salió de su boca fue un fuerte gruñido de éxtasis puro al sentir como el kazajo se metía su erección en la boca de un solo golpe.

Mierda ¿Dónde rayos Otabek había aprendido a hacer mamadas tan buenas? Yuri no quería ni pensar en eso, pero definitivamente el tener la vista del “Gran héroe de Kazajistán” entre sus piernas era algo que superaba con creces el oro.

De pronto, el ritmo había empezado a aumentar de intensidad, Otabek no le permitía a Yuri el siquiera formular un pensamiento coherente en medio de todo el placer que le era proporcionado, así que simplemente se limitó a tomar entre sus manos la cabellera negra del otro e imponer una profundidad mayor, ya ni razonaba, solamente se dejaba llevar por lo que sus instintos le pedían.

Sin embargo, antes de terminar en la boca del kazajo, Otabek se detuvo de manera abrupta y empezó a dar pequeños lengüetazos por toda la extensión del pene del rubio.

Ahora empezaba la verdadera diversión.

- ¡¿Q- Qué haces?! – preguntó de manera desesperada ante la horrible sensación de frustración ante su fallido orgasmo.

-Ruégame, gatito -contestó prepotentemente, dando otra sensual lamida en la pelvis del rubio – pídeme que vuelva a meter tu pene en mi boca. -si, en definitiva, Otabek en modo orgulloso era bastante cruel.

- ¡Primero muerto! Ah- ahh – jadeo excitado al sentir otra lamida y un ligero apretón de parte del otro.

-Que mal, entonces supongo que tendrás que arreglártelas tú solo con esto – decía alzándose de hombros con una falsa mueca de indiferencia – iré encendiendo de nuevo el auto.

-¡A-Alto! Yo… mételo de nuevo – pidió en medio de un vergonzoso susurro, maldita sea, su excitación estaba superando con creces su orgullo.

- ¿Qué manera más grosera de pedir las cosas es esa? – dijo con una molesta sonrisita, maldito JJ, definitivamente le había pegado algunas de sus molestas mañas a Otabek cuando estuvo en Canadá.

-Puedes irte al infier, ¡E-Espera! – dijo nervioso al ver como Otabek empezaba a enderezarse, joder – y-yo, Otabek, por favor… termina, te lo ruego – pidió a punto de entrar en crisis.

Mierda, jamás se había sometido de esa manera ante alguien, pero, por alguna extraña razón, el suplicarle a Otabek logró excitarlo a un nuevo nivel, vaya que ese lado dominante de él lograba prenderlo de mil maneras distintas.

Otabek sintió que podría correrse en ese mismo momento tras escuchar esas palabras del rubio, un poco más y hubiera desistido de esperar que Yuri dijera eso.

Así que, sin darse el lujo de perder más tiempo, reanudó su trabajo en los bajos fondos del ruso, mientras que con su mano izquierda desabrochaba su propio pantalón y empezaba a masturbarse de manera frenética.

-O-Otabek, detente, voy a terminar – decía entre jadeos descontrolados el rubio, moría de ganas por venirse en la boca del otro, carajo, eso sería sumamente erótico, pero eso era algo que no a todos les gustaba, así que procuró avisarle, sin embargo, al ver que no hizo nada por detenerse, sino todo lo contrario, aumentó el ritmo de las succiones, supo que podría dejarse llevar todo lo que quisiera.

Solo hicieron falta unos cuantos segundos más para que Yuri acabara en un potente orgasmo que Otabek bebió totalmente, al mismo tiempo que el kazajo acababa en su propia mano.

Dios, definitivamente un buen orgasmo era lo que les faltaba para deshacerse de todo el estrés que habían acumulado ese día.

-Acaso estás intentando que salte encima de ti, Otabek – dijo provocadoramente en medio de sus jadeos el rubio, al darse cuenta de cómo Otabek limpiaba con la punta de su dedo índice los restos de semen en la comisura de su boca y lo lamía socarronamente.

-Hum, ya quisiera ver que lo hicieras, soldado – dijo acercándose al rostro del rubio y dándole un nuevo y húmedo beso en la boca – pero tenemos que apresurarnos en comprar las cosas para “tus hijos” – sonriendo tiernamente ante la mueca de berrinche que puso el rubio al escuchar otra insinuación a su “maternidad”.

Mierda, ahora que lo pensaba mejor, sería difícil tener algún encuentro de ese tipo con Otabek o alguien más con los bebés en casa.

-Tsk, estás jugando demasiado con tu suerte, Kazajistán – respondió altivamente mientras se acomodaba de nuevo la ropa – pero por ahora te daré la razón.

-Yo siempre tengo razón, Yuri.

- ¿Sabes una cosa? Muero de ganas por grabarte un día mientras me hablas de esa forma para sacar a la gente del gran engaño en la tienes “Otabek Altin es la persona más educada del mundo” “Un cálido sol personificado” “El príncipe de ensueño” “Galán misterioso y apasionado” ¡Pura mierda! – decía con un gran bufido que logró sacarle una carcajada al kazajo.

Tras esto, decidieron que lo mejor sería arrancar lo más rápido posible, hasta ahora, habían tentado demasiado a su suerte al exponerse de esa manera en el conocido auto de Plisetsky, además, Otabek tenía razón, tenían que apresurarse en comprar los víveres y cosas necesarias para los niños e intentar llegar a casa lo más rápido posible.

No quería llegar demasiado tarde y encontrarse con la imagen de un Víctor siendo cruelmente torturado por una bebé con exceso de energía, un niño que llegaba a intimidar demasiado cuando se lo proponía, y un gato severamente huraño y agresivo que se divertía dejando marcar en la cara de las personas.

Bueno, quizás si sería algo divertido ver algo así, pero el cerdo no dejaría de llorar y consolar al anciano, el cual seguramente se la pasaría molestando a Yurio las siguientes semanas alegando traumas psicológicos y esas cosas.

Lo veía venir, y lo temía.

-Apresúrate, Otabek, no tenemos mucho tiempo.

Notas finales:

Holiwis :3

¿Qué, esperaban sexo duro y apasionado?... ¡Pues cuernos! Jajajajajajja, eso vendrá más adelante XD

Dios, hasta a mí me parece extraño actualizar dos veces en la misma semana, pero me dije “si ya tengo casi todo el capítulo completo, ¿por qué no publicarlo de una vez? “

¿Fui muy mala con Yuri? Dios, ¿Para qué intento excusarme? ¡Yuratcha perdóname! TT_TT

Este capítulo fue un poco más corto que lo que normalmente público, pero si agregaba la siguiente parte del supermercado, se alargaría demasiado, y siento que este fue un buen final XD (sufran por el sexo, sufran lol)

Deux, ¿Acaso soy la única persona en el universo que hiperventila de emoción cuando ve un gender bender de Otabek? *0* ¡Se lo juro! Es la cosa más cool y genial que existe, lo siento, ese estilo es mi tipo de chica XD

Buaaano, me voy porque estoy afinando detalles sobre un AU escolar otario ¿De qué más? XD llamado “la mejor calificación a cambio de un premio” y otro one shot nombrado “Piérdeme el respeto” … Carajo ¿Por qué no invierto esta imaginación en crear una máquina del tiempo? Quien sabe lol, creo que cualquier escritor sufre de esto jaja

Dedazos, faltas de ortografía, acentos mal empleados, etc. Lo lamento, realmente no confío en mi pésima vista y en mi gran cantidad de sueño (dormí solo tres horas por andar de fiesta TT_TT)

 

 

 

 

 


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