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Rentogen por TheSkeletalGarden

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Notas del fanfic:

Bien, he tenido que hacerme una cuenta nueva pues perdí por completo el acceso a la que tenía antes. 

Les traígo este título nuevamente y espero haber corregido algunos detalles en él. 

Trata de una relación tormentosa, pero que no puede acabar entre estos artistas. 

Despacio. La complicidad de la alcoba sólo daba cupo para dos almas que desde el inicio hasta el fin danzaban para abrasarse [sí, quemarse], constituirse en una sola y trabajar juntas para lograr el clímax en aquellos mundanos cuerpos.

¿Hace cuánto tiempo eran amantes? Se podía contar más que los lunares de Tadashi, quizá poco más de una década. Posiblemente toda una vida fragmentada entre ir y venir.

De Ryutaro se podía decir mucho, como los deslices que sufría con frecuencia; fuera un hombre o fuera mujer, posiblemente estaba en busca de algo extra. Lo más seguro es que ese algo no lo encontrará en nadie, pues era su imaginación jugándole una y otra vez pesadas bromas que terminaban en conflictos con Hasegawa.

—Basta ya —Se podían contar más que los lunares de Tadashi; las veces que él mismo se había decidido a dejar todo en estricto sentido laboral, pero siempre volvía a caer. ¿Cómo no hacerlo cuando Ryutaro se mostraba ante él como seguramente no lo hacía con ninguno de sus deslices? Podía estar casi seguro de ello, de lo contrario no había otro motivo para regresar una y otra vez al mismo lugar. Ya había aprendido a vivir con ello, era parte de una rutina de año tras año.

Más allá de palabras de disculpas y de peros interpuestos, las reconciliaciones terminaban en el famoso cliché: “todo se resuelve en la cama”

No, Tadashi no era un máster en el arte del amor, pero tenía una calma infinita para recorrer el cuerpo ajeno [que realmente era suyo] como si fuera la primera vez que lo estuviese descubriendo. Ryutaro en cambio ansioso, como si tuviese los minutos contados, lo quería todo y lo quería ya.

Existe la posibilidad de que la ley de los polos opuestos se cumpla en ese par.

 

Caricias, besos y mordidas. Las descaradas manos de Tadashi siempre llegaban a su lugar favorito en la anatomía de Arimura, aquellos glúteos de tamaño considerable.  Tapizaba de besos toda la blanca piel del vocal y a cambio recibía succiones que le dejaban marcas; era como si el inconsciente de Ryutaro marcara como suyo aquel hombre muy a pesar de la propia conducta.

Cuando las caricias se elevaban, justo en el momento en que el curioso dedo corazón de Hasegawa iba al interior de su amante; no pasaba mucho para que el de cabellos negros tomara la iniciativa de elevar su cadera para buscar el punto de unión entre sus cuerpos. Instalados en flor de loto, cada movimiento era inesperado para Hasegawa, Ryutaro no conocía de calma, pero llegaba el momento cursi en el que el mayor de los dos detiene todo un instante para saborearse los apetecibles labios del hombre que era su razón de vivir y que hasta entonces no lo comprende; es un beso cargado de tantos «No lo vuelvas a hacer»    «Acabarás con mi amor propio»    «Deseo que comprendas todo lo que significas para mí»

A cambio de todo eso, las caderas de Arimura parecían no conocer de pausas; se elevaban y bajaban con destreza, el intruso siempre pasaba a ser un habitante esperado, anhelado. Su cuerpo entero reconoce al otro, lo demuestran sus paredes anales en abrazos constantes que asfixian la virilidad de Hasegawa, mismo que tiene que apoyar con la labor en busca del clímax de ambos, porque extrañamente Tadashi sólo tiene un orgasmo hasta que su amante se adelanta.

En el ambiente del oscuro cuarto, cualquiera que vea más allá de lo visible tendrá a bien comprenderlo; una luz blanca escasa intenta comerse aquella oscuridad, batalla intentando crecer, colonizar con su luminosidad. Sin embargo, siempre hay algo en el proceso que impide a la luz comerse la oscuridad.

El orgasmo de Ryutaro llega acompañado de su dulce voz con un gemido reconocido para Hasegawa, mismo gemido que le activa algo para terminar eyaculando al interior, como siempre.  Se esperan unos segundos, aferrados entre ellos para calmar los espasmos por la reciente actividad.

Entonces terminan acostados, el brazo del rubio sirviendo de almohada para su amante.  Un inesperado sonido les  interrumpe la atmosfera de paz; es el celular de Ryutaro, el número es desconocido según la información que da el aparato, pero para Arimura aquellos números dicen mucho.  Tadashi lo comprende también; prefiere levantarse para ir a fumar un poco, darle su espacio a Arimura, volver a lamentarse y regresar después de un rato para fingir que todo está bien. 

Notas finales:

Agradezco todo aporte que me dejen. :D 


Gracias a la Srita. Dai por todas sus observaciones anteriormente. Después subiré otros escritos; respecto  a hacerle capítulos a esto, preferí que no, para dejar  a la libre imaginación del lector lo que sea que pueda pasar. 




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